Palabras del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alejandro Foxley,... ocasión del Seminario "Perú y Chile: oportunidades en Asia Pacífico"

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Palabras del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alejandro Foxley, con
ocasión del Seminario "Perú y Chile: oportunidades en Asia Pacífico"
Lima, 23 de agosto de 2006
Quiero saludar de nuevo a José Antonio García Belaunde -con quien ayer hemos
compartido una muy intensa y fructífera jornada, así como con el Presidente Alan
García y con todo su equipo de gobierno-, agradecer la invitación del Dr. Alfredo
Fuentes para estar hoy día en la Comunidad Andina y celebrar la iniciativa del Instituto
de Estudios Internacionales de la Universidad Católica del Perú, Dr. Juan José Ruda,
que nos acompaña y de la Fundación Chilena del Pacífico, que han tenido esta buena
idea de organizar este evento en la CAN, que puede tener una significación que va más
allá de lo que hoy día estamos haciendo, que es discutir la proyección conjunta que
Perú y Chile pueden y deben hacer hacia el Asía-Pacífico.
Quiero reconocer especialmente también la presencia acá de empresarios de los dos
países, muy particularmente de los empresarios de mi país que, haciendo un enorme
esfuerzo, han llegado acá. Es una buena oportunidad -creo yo- para reflexionar acerca
de lo que compartimos de los nuevos desafíos y dimensiones que aparecen ahora en el
siglo XXI en cuanto al desarrollo del Asia-Pacífico y lo que ello nos obliga a tener una
mirada conjunta para aprovechar los tremendos potenciales que existen en el otro lado
del Océano para países como Perú y Chile.
Esta mirada conjunta hacia el Asia-Pacífico debe ocurrir - a nuestro entender- a partir
de ciertos principios o valores fundamentales. El primero que compartimos con todos
los países de la Comunidad Andina y que es relativamente obvio, es que nosotros
compartimos valores democráticos, sistemas democráticos que están funcionando con
plena normalidad como lo demuestran los procesos electorales recientes, por ejemplo
en el Perú, pero además ciertos principios en los países que forman parte de la CAN y
también de Chile y es que debemos construir nuestros lazos con los países del Asia
Pacífico en torno de un concepto fundamental de libertad económica y de ampliación
de los mercados.
En los albores, al comienzo de las relaciones Asia-Pacífico, estaba puesto como
concepto de desarrollo un cierto comercio más bien monopólico desde el Estado que
actuaba como el centro operacional. Hoy día, sin embargo, todos compartimos una
visión que apunta hacer de este Océano Pacífico un espacio donde prime la libertad
para emprender y para comerciar. Es en este ámbito donde realmente florecen las
capacidades emprendedoras que se encuentran latentes, potenciales al interior de
nuestras sociedades.
La inmensa región del Asia-Pacífico está recuperando una posición absolutamente
central en los asuntos políticos y económicos del mundo. Para allá se está desplazando
el centro de gravedad, y digo recuperando porque, de acuerdo a los trabajos de
algunos historiadores económicos, a principios del Siglo XIX la producción de India y
China -solo esos dos países- equivalía a la mitad del total mundial, situación que
comenzó a caer gradualmente hasta disminuir a una décima parte de la producción
mundial hacia 1970. Sin embargo -y esto es lo importante de destacar porque es una
lección para nosotros-, las transformaciones económicas ocurridas en esos dos países,
los más populosos del mundo, en década reciente, han vuelto a posicionar sus
economías entre las principales del mundo, lo que ha generado un crecimiento
económico sorprendente y arrastrado a cientos de millones de personas - deberíamos
decir incorporados a cientos de millones de personas- hacia una mejor calidad de vida.
China e India son los países que más rápido han disminuido la pobreza en los últimos
años, producto de ese espectacular crecimiento económico y de esa muy notable
inserción, sin complejos, de estos dos países en el mundo a través de los libres
mercados.
En verdad, ya el año pasado la macro región que llamamos el Asia-Pacífico representó
un 60% del producto mundial, fenómeno que, en las décadas que viene, pasará a
consolidarse en un continuo ascenso y la proyección -como todos sabemos- es que de
aquí a unos 25, o 30 años la economía de China va ser la economía número uno en el
mundo y, por lo tanto, la pregunta obvia es: ¿podemos los países de esta parte del
mundo, que a veces parecemos enredados en querellas menores, podemos quedarnos
de brazo cruzados? ¿es viable seguir con estrategias aisladas para desarrollar nuestras
potencialidades ante este inmenso desafío? A nuestro entender, el camino que
tenemos por delante y las oportunidades que presentan estas grandes
transformaciones para el desarrollo de nuestros pueblos y de nuestros sectores
productivos, va mucho más allá de nuestras capacidades individuales y éste es un
mensaje central que hemos querido traer de parte del Gobierno de Chile, de toda la
comunidad nacional chilena y de su sector privado: es que el camino que tenemos que
recorrer frente al Asia-Pacífico es en conjunto con otros países y principalmente con el
Perú. Necesitamos concertar esfuerzos y establecer líneas de acción comunes.
Tomemos nota, por ejemplo, que nuestras sociedades, las que hoy día están
representadas en la Comunidad Andina más Chile, abarcamos un universo de 130
millones de habitantes, es decir menos que la población de Indonesia, el producto de
estos países -nuestros países- equivale más o menos a la mitad que el producto de
Australia, que es un país que tiene apenas 20 millones de habitantes o a pocas más
de un tercio del producto interno bruto de Corea, que tiene 48 millones de personas.
En otras palabras, las acciones individuales, el tamaño de cada una de nuestras
economías y de sus poblaciones, son absolutamente insuficientes para abordar estas
magnitudes porque el mundo, en verdad, marcha -y esto no es un lugar común, es
una realidad de todos los días- hacia una mayor y más acelerada concertación
económica.
El síndrome del Llanero Solitario está en superación y quienes no lo entiendan a
tiempo van a perder su lugar en el mundo.
En el caso de Chile, hace 20 años atrás, no podríamos haber imaginado que hoy día el
36% de las exportaciones chilenas tienen hoy como destino los países del Asia. De
acuerdo a los datos de febrero, en el caso del Perú ya el 18% de sus exportaciones
tiene el mismo derrotero. A pesar de ello, las capacidades que hemos desarrollado en
nuestras universidades, en nuestros centros de estudios, para comprender a las
sociedades a las cuales destinamos una parte tan importante de nuestra producción y
tan creciente de nuestra producción, ese esfuerzo en el plano más cultural, educativo
de aprendizaje de idiomas, es absolutamente insuficiente. Hoy día, en un país de 20
millones de habitantes como es Australia hay 56 000 estudiantes provenientes de
China ¿cuántos hay en nuestros países? ¿cómo nos estamos preparando para tener
una interconexión en el plano cultural, de comprensión recíproca, de entendimiento de
la forma de hacer las cosas y resolver los problemas entre los países del Asia-Pacífico y
nuestros países del Pacífico Sur de Sudamérica? Ahora también nosotros tenemos
fortalezas indudables: hemos desarrollado sistemas políticos democrático consolidado,
poseemos hoy día -como decía el Dr. Fuentes- un conjunto de reglas económicas libres,
abiertas, transparente. Chile y Perú somos miembros activos de APEC y de otros foros
transpacíficos, mientras que Ecuador y Colombia aspiran a ingresar a ese foro.
Poseemos una interesante producción y exportación de materias primas, de recursos
minerales. Nuestros países producen creciente cantidades -Perú y Chile- de alimentos
que son demandados por algunos países asiáticos. Poseemos una situación geográfica
interesante para acceder también a otras regiones de América, allí los corredores vía
oceánicos. Para que Brasil y Argentina y otros países del Atlántico tengan salida a sus
productos al Asia debemos acentuar, profundizar y llevar adelante iniciativas en ese
sentido.
También debo decir que, para contribuir a cumplir este objetivo, nuestro país pone y
va a poner a disposición su experiencia y la red de tratado que ya tenemos en esa
región. Anteayer la presidenta Michelle Bachelet promulgó definitivamente el Acuerdo
de libre comercio de China con Chile, un país de 1 300 millones de habitantes con un
país de 15 millones de habitantes. Creemos que ese es el camino a seguir; atreverse,
pararse bien en los propios pies, competir con fuerza, mejorar competitividad,
eficiencia, trabajar en conjunto al sector público o en el sector privado, involucrar a los
científicos, a las universidades para inventar el mundo de nuevo en función de esta
nueva realidad. Tenemos hoy día TLC firmados con Corea, con China, con Nueva
Zelanda, con Singapur y con Brunei, tenemos un Acuerdo de Complementación
Económica con India, estamos negociando ya en la cuarta ronda un TLC con Japón y
estudiando conjuntamente con Malasia y Tailandia la viabilidad de otros instrumentos
similares. Todo este esfuerzo ha sido hecho en forma aislada. Ha llegado el momento
de complementar nuestras estrategias, de unir nuestras capacidades y esfuerzos para
juntos llegar y llevar nuestros productos y servicios con otros países a la Cuenca del
Asia-Pacífico. Nunca es tarde para ir formando una plataforma común que le dé más
respaldo y coherencia a nuestra presencia, a los de los países de la CAN y de Chile en
esa parte del mundo.
Las acciones que se puedan derivar a partir de la decisión política, de actuar
coordinadamente en ese ámbito geográfico, tienen que alcanzar hasta la formación de
alianzas transpacíficas para mejorar nuestro sistemas de venta, de promoción de
productos para incorporar valor agregado a nuestras exportaciones y, sobre todo, para
incorporar nuevas tecnologías. Esta es una tarea que compete a los Estados, sin duda,
pero la acción estatal debe estar respaldada por lo que el sector privado de nuestros
países puede y debe aportar. Es este sector el que, en definitiva va a hacer los
negocios. Esta es una tarea en la que el Estado debe ser capaz también de movilizar a
los académicos para el estudio de propuestas y para la consolidación de un mayor
conocimiento acerca de la región del Asia-Pacífico al final de cuenta. Sin embargo, no
debemos perder de vista que todo este esfuerzo tiene un solo destino común:
aumentar los recursos, los excedentes que nos permitan luchar más efectivamente en
nuestros países contra la pobreza, las desigualdades, construir redes sociales más
amplias, dar en definitiva un mayor y mejor bienestar a nuestras sociedades y
particularmente a la gente que hoy día está en la periferia de nuestros sistemas
económicos, de tal modo que, como resultado, fortalezcamos nuestras instituciones y
podamos garantizar nuestras democracias.
Termino diciendo que lo que estamos haciendo aquí, en Perú, lo que hemos hecho el
día de ayer, José Antonio, lo que vamos a seguir haciendo juntos a futuros es un
relanzamiento de acciones conjuntas para que, entre otras cosas, -y lo digo en esta
casa- abordemos el enorme desafío que tenemos por delante en el Asia-Pacífico. Ese
es el sentido de este encuentro, ese es el espacio en que transcurrirá la mayor parte
de las iniciativas políticas y económicas del mundo en las décadas que viene. Reitero:
Chile está más que dispuesto a cooperar con su experiencia, con sus lecciones, con sus
aciertos y con sus numerosas equis relaciones y errores, con su experiencia en este
ámbito para el éxito de esta tarea.
Les agradezco la paciencia y esperamos tener un muy buen encuentro hoy día. Muchas
gracias.
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