por granulos discontinuos, indicio de fragmentación, no sabemos si

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REAL S O C I E D A D
ESPAÑOLA
D E HISTORIA
NATURAL
por granulos discontinuos, indicio de fragmentación, no sabemos si
real o aparente.
La misma figura 1 muestra una célula dérmica (B) que emite
algunas prolongaciones, apenas divididas, y encierra abundantes
granulos redondeados que, acumulándose junto al núcleo, trazan
su silueta, y extendiéndose por los apéndices revelan su forma y su
dirección.
No siempre siguen las prolongaciones de los cromoblastos epidérmicos una dirección ascendente, ni siempre son interepiteliales.
Muchas de ellas, por el contrario, parten de la base del soma y se
dirigen transversalmente.
Cuando las células pigmentarias son poco abundantes, sus ramificaciones básales acaban por debajo del epitelio sin entrecruzarse;
pero cuando su número es considerable llegan a formar en la frontera dermoepidérmica una complicada red de prolongaciones. En
las secciones tangenciales u oblicuas a las papilas del dermis es frecuente observar imágenes parecidas o iguales a la representada en
la figura 8 (lám. XXVIII), que es copia de una preparación de piel
del surco balano-prepucial. Los abundantes apéndices de los cromoblastos extendidos superficialmente se cruzan en diversos sentidos y constituyen un a modo de plexo subepidérmico donde no se
aprecia que existan anastomosis. En los cortes perpendiculares a la
superficie cutánea es tan grande a veces el número de prolongaciones ascendentes que envuelven a las células epidérmicas, que resulta tarea casi imposible averiguar si en el protoplasma de éstas existen granulaciones cromáticas.
En los individuos morenos y en las zonas del epidermis que
encierran mucho pigmento llégase a percibir, si se observa con
atención, que, en efecto, las células epiteliales encierran granulos
argentófilos muy abundantes repartidos por todo el protoplasma y
acumulados especialmente en la parte superior del núcleo, donde se
agrupan en masas conoideas o semilunares. En ocasiones el núcleo
mismo parece contener melanina.
Mas si se compara la cantidad de pigmento visible en varios
cortes de la misma piel, examinados uno sin teñir (fig. 2), otro teñido brevemente por la plata (fig. 3) y otro mantenido más tiempo
en la solución argéntica (fig. 4), se aprecia una diferencia enorme
en la cantidad de granulaciones intraprotoplásmicas, que es considerablemente mayor en el corte teñido con rapidez. Esto prueba
que existen en las células epiteliales, además del pigmento ocráceo,
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