Operaciones de Alienación y Separación. Acerca de

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Operaciones de Alienación y Separación.
Acerca de la Construcción del Espacio en la Infancia.
“El artista anima un objeto que no obtura el vacío de la Cosa, pero lo organiza de otra
forma, porque sólo en otra cosa, la Cosa puede aparecer.
M. Recalcati
La práctica clínica con niños nos interroga y nos orienta en el sentido de articular
los desarrollos del psicoanálisis a las propuestas que nos acerca el arte y a los
aportes que nos brinda la estética.
En esta oportunidad, nos interesa pensar como un niño se presenta en el
análisis y la importancia que conlleva la construcción del espacio en la infancia y
su relación al espacio analítico.
Mientras Freud ubicaba la represión primordial en el origen. Lacan pensaba
que el vacío original en el ser hablante, se produce con la entrada del lenguaje.
Este vacío da cuenta del origen del sujeto.
Freud ubica en relación a la represión primaria, la fuente de la pulsión en
relación a eso que no hay, que nunca podrá ser alcanzado.
Para Lacan la satisfacción de la pulsión se halla en relación a la vuelta de la
pulsión, al tour realizado alrededor del objeto.
La satisfacción no está en alcanzar el objeto, sino en la actividad misma. Nos
dice Lacan en el seminario XI.
La vuelta de la pulsión erogeniza la zona, mientras produce un objeto, que no
está en el origen, circunda el vacio dando vueltas alrededor del agujero.
Objeto que se produce cuando se pierde, como objeto perdido, que al caer deja
un hueco. Este objeto Lacan lo llama objeto “a”. Objeto que permite relanzar la
pulsión.
De aquello perdido en el origen, a lo que no podemos acceder, queda un resto
que llamamos objeto “a”.
Lo que circunda la pulsión es un vacío, ocupable por cualquier objeto.
Se produce así la caída del objeto en el ser hablante, porque todavía no hay
sujeto, Lacan lo nombra en el seminario XI como sujeto acéfalo de la pulsión.
Cuando la pulsión cierra su circuito se produce el sujeto, sujeto del
inconsciente.
Lacan refiriéndose al “Hombre de los Lobos” nos dice que luego de ofrecerse
el niño como falo que le falta al Otro, suelta el objeto que antecede al sujeto. Este
objeto que lo precede funciona como antecedente del sujeto.
Entonces es el sujeto que al caer como objeto, encuentra la salida posible a la
captura en el campo del Otro. El sujeto mientras suelta algo, (hace caca) un trocito
del sujeto se desprende también se suelta, se hace perder por el Otro, se hace
perder como objeto del Campo del Otro y se abre así al espacio donde adviene un
sujeto. Al caer deja un hueco, se produce la falta en el Otro.
Pensamos entonces que las Operaciones de Alienación y Separación, se van
constituyendo en la infancia, a partir de la repetición, en distintos momentos de la
vida del sujeto.
Lacan ubica así a la alienación como el primer tiempo lógico, como entrada del
niño en la estructura, la operación fundante al Campo del Otro. El niño necesita
tener un sentido para el Otro, significar algo para alguien, elección forzada, en el
sentido de dejarse ser el sentido fálico del Otro.
El niño se deja caer en el Campo del Otro, en la demanda del Otro. “no pienso,
soy ese objeto del goce del Otro”. El Otro ofrece su vacio, donde se aloja el sujeto.
Se produce una reduplicación de la alienación en el niño: la alienación fundante
en el campo del significante y la alienación fundante a la imagen en el Estadio del
Espejo. En ambas alienaciones encontramos un resto el objeto “a”
El sujeto se separa de esa alienación primera cuando interroga al Otro en su
deseo. La operación de separación como segundo tiempo lógico del sujeto, se
inicia cuando el niño se pregunta: ¿Qué objeto soy para el Otro?
de mi?
¿Qué quieres
La pregunta que posibilita la separación se halla en relación al ¿Puedes
perderme? Separarse de la cadena. El S1 posibilita la cadena y la Inscripción del
goce.
Como efecto de separación quedan dos Campos el del sujeto y del Otro.
Ambos barrados: S y A. Ambos pierden el elemento común el objeto a.
El sujeto es el efecto de una operación de pérdida que se realiza en forma
Simbólica.
El Juego del Carretel en Freud y luego con los aportes de Lacan, nos permite
en parte comenzar a pensar cómo se van conformando estas operaciones de
alienación y separación en los inicios del sujeto.
La clínica con niños nos interroga en relación a las fallas en las operaciones de
alienación y de separación por las que el niño va transitando.
El niño en la infancia se halla ubicado en relación a lo fantasmático de los
padres y en muchas ocasiones se presenta como síntoma de ellos.
A partir de la creación del juego, del dibujo y su palabra, el niño construye
respuestas al deseo del Otro.
El niño realiza en el análisis a partir de sus creaciones, de sus invenciones,
acompañadas por su palabra, construcciones fantasmáticas, en las que se halla
presente su singularidad, a partir de los restos no apropiados por el Otro.
La clínica con niños, nos lleva a interrogarnos en relación a la posición del
analista en relación al niño y a como se construye el espacio analítico.
Nos servimos en este sentido de las articulaciones que arte, estética y
psicoanálisis nos aportan, con las cuales venimos trabajando hace tiempo, la que
nos permitieron pensar como ubicar el juego, el dibujo y la palabra en la infancia.
Las presentaciones de los niños son muy variables. En ellas confluyen:
balbuceos, palabras, frases sueltas, dibujos, juegos, restos, objetos, entradas,
salidas del consultorio. Diversidades donde el sinsentido se halla presente.
El deseo del analista posibilitará el encuentro con lo enigmático de esta estética
singular, con la que el niño se presenta en el análisis.
Interrogarse acerca de su posición, dará lugar a la posibilidad de descubrirla, de
propiciarla, en su hacer y en su decir.
Nos interesa poner el acento en cómo pensar el lugar del analista en relación a
la llegada del niño en el inicio del análisis. Dejarse sorprender por cómo se
presenta, es posibilitar ese encuentro con su experiencia estética, a lo que
llamaremos el trazo del niño.
El trazo del niño puede ser un gesto, una voz, un grito, arrojar un objeto, una o
varias escenas, una palabra, una frase, un signo, un significante...
Este trazo se muestra en una repetición singular, a la que daremos el estatuto
de juego, aunque no se trate de un juego simbólico.
El analista le da un valor significante a estas producciones del niño.
Trazo que tendrá su lógica en el transcurrir de un análisis, que irá sufriendo sus
transformaciones en el juego, en el dibujo, en sus construcciones y en la aparición
de la palabra.
Trazo singular que acompaña al niño en su ficción, como respuesta al goce del
Otro primordial, escrituras fantasmáticas del sujeto, escrituras propias, que nos
permitieron pensar que ningún niño juega igual que otro niño .
Producciones en la infancia que acompañadas de objetos variables, le permiten
al niño hacer algo con los dichos del Otro, con la posición de goce del Otro, dando
lugar a la aparición de un sujeto.
Encuentro del analista con la experiencia estética del niño, posibilita su
intervención para que el juego continúe, en el alojamiento de un pequeño gesto,
una palabra, como respuesta al goce del Otro primordial.
Construcciones fantasmáticas que se escriben en la infancia como respuestas a
lo fantasmático de los padres.
Como decíamos los interrogantes que la clínica con niños nos presenta en
relación a las intervenciones con los niños y con sus padres, en el espacio
analítico, nos llevaron a pensar en esta ocasión a como se construye el espacio
propio del niño en la infancia y cómo operar en él. El juego del Fort-da da inicio a
esa posibilidad de pensarlo. Posibilidades de avance en la cura, frente a lo real
que irrumpe.
Una posible vuelta en más a partir de la lectura del Fort-da
Freud en Más allá del principio del placer nos hablaba del juego del carretel
cuando ubica la repetición en el juego de su nieto, en el fort-da reiterado.
Nos dice luego Lacan en relación al juego. “En la hiancia producida por la
ausencia dibujada de la madre… el juego del carrete, es la respuesta del sujeto a
lo que la ausencia de la madre vino a crear en el lindero de su dominio, en el
borde de la cuna, a saber, un foso, a cuyo alrededor solo juega el juego del salto.
El carrete no es la madre es un trocito del sujeto que se desprende…
Con su objeto salta el niño los linderos de su dominio transformado en pozo y
empieza su cantinenla. Si el significante es la 1º marca del sujeto, como no
reconocer … de que el juego va acompañado por una de las primeras oposiciones
en ser pronunciadas, … se aplica en acto, en el carrete, en él hemos de designar
al sujeto. A este objeto le daremos el nombre de “a” minúscula.
Es la repetición de la partida de la madre como causa de una Spaltung en el
Sujeto, superada por el juego alternativo, fort-da, que es un aquí allá y que sólo
busca, en su alternancia ser fort de un da y da de un fort”.
Lacan pensaba que el vacío original en el ser hablante , se produce con la
entrada del lenguaje. El niño a partir de sus primeros laleos comienza a decir sus
primeras palabras. Señala los objetos de su entorno, mientras sus padres le
alcanzan el nombre de las cosas. Nombre del padre operando, que pone nombre
a las cosas. Accede a los objetos cercanos que habitan su casa hasta llegar a
sentirse mirado, por la luz, la luna y el sol.
El objeto se pierde y se recupera una
y otra vez a la mirada.
El niño incorpora la lengua y a partir del vacío que le produce, va conquistando
un espacio propio ya antes de la marcha, que nos permite pensarlo como espacio
topológico. El niño sigue su búsqueda, el caminar le permite acercarse, alejarse y
perder aquellos objetos que los va haciendo suyos, mientras los suelta en sus
desplazamientos. Las pensamos como actividades del sujeto con los objetos que
comienza a nombrar, a jugar, a dibujar. El sujeto se produce en la hiancia de la
ausencia del Otro. Se hace perder por el Otro, se hace perder como objeto del
Campo del Otro, se abre así al espacio, que él mismo crea como sujeto.
Como dice Lacan es en la hiancia producida por la ausencia dibujada de la
madre. el niño crea en el pozo, allí juega su cantinela! nos dice, El niño juega,
juega en un rincón, debajo de la mesa, dibuja en la superficie de la hoja, y también
en las paredes, arma su espacio singular, con los objetos que lo acompañan y se
transforman. El niño como sujeto, existe.
Transita ese espacio que tiene su origen en el vacio original del sujeto.
El vacio original se renueva en la infancia. El sujeto se hace perder como objeto
del campo del Otro y se abre hacia el espacio singular propio que construye
gracias a los restos no apropiados por el Otro, con su trazo singular.
Las operaciones de alienación y separación tienen lugar, enlazadas a las
identificaciones construyen el cuerpo simbólico y un espacio singular que el niño
habita a partir de los recursos imaginarios y simbólicos con los que cuenta.
El niño se halla en el lenguaje y en el espacio que en su topología deberemos
decifrar y podremos operar. No sólo con las leyes de la geometría euclidiana, y de
la perspectiva, sino desde la topología que nos acerca la enseñanza de Lacan y
que podemos compartir e investigar a través de las expresiones del arte.
En el ámbito del consultorio, la sala de espera, la entrada y salida del niño, la
entrada de los padres, en la simultaneidad y distancia de los espacios, quedamos
advertidos para considerar en cómo se conforma el espacio analítico en sus
diferencias y en sus transformaciones, en un intento de pensarlo desde la
topología.
Ya hace varios años me consultaron por un niño de seis años, que presentaba
serias dificultades de conducta no sólo en el ámbito escolar. Pude leer en las
primeras entrevistas su trazo singular. Mostraba en el espacio de análisis una
inquietud continúa y leí allí que por momentos, mientras se hallaba en el
consultorio se mostraba encerrado, y cuando salía abruptamente del mismo se
mostraba “desbocado”.
Mientras “circulaba” de un lado al otro, por momentos jugaba a esconder
objetos, a la casita robada, hasta que comenzó a pintar con plasticola un cartón.
Lo que sería luego, el techo de una casa, mientras, ponía en un rectángulo
recortado de papel de diario, los chorros de plasticola para pintar a modo de
platito.
A la sesión siguiente lo sorprendí con mi intervención. Había colgado en la
biblioteca del consultorio la tira de papel con los restos de plasticolas ya secos.
Cuando lo descubrió, se sorprendió y reconoció ser el autor. Luego de su
sorpresa le dije: Mirá Sebastián,¿ parece una pintura abstracta?. Transformé estos
restos de plasticola en la hoja de papel, en un objeto valorado por mí, le dí un
lugar en la biblioteca.
Construyó en varias sesiones la casa y luego comenzó a pintar por propia
decisión .Me sorprendió el uso del papel y del pincel que comenzó a realizar en el
espacio de la hoja. Leí allí como el niño comenzaba a conquistar y a construir con
sus trazos un espacio con escenas en la hoja de papel. Entre sus producciones
me sorprendió cuando dibujó con tempera con un pincel grueso, las finas líneas de
una Nave Espacial muy atentamente realizada. Mientras ubicaba y me mostraba la
diferencia entre la nave espacial y un posible robot. Nombró y me señaló en este
dibujo que iba realizando: la cabeza, el cuerpo y las piernas, que serían las de un
robot. A estas partes dibujadas en el inicio de su nave les había “agregado” ya
hacia el final, las alas para volar. Mientras me decía, no es un robot es una nave
espacial.
Robot y nave se hallaban superpuestos en el mismo espacio de la hoja, que la
analista comienza a leer gracias a las palabras de este niño.
El trazado de un espacio con diferencias en el análisis, fue conquistando un
borde, en el vacio de origen por el que circulaba este niño por momentos sin ton ni
son.
Así cada uno de los espacios del consultorio, junto a las puertas y las ventanas
se fueron diferenciando, fueron nombrados, tomaron su arquitectura.
Su pintura fue el inicio de la posibilidad de no quedar como un robot alienado al
Otro Primordial, que solo daba órdenes. Pudo comenzar a pintar las alas para
empezar a soltarse como objeto ( robot) comenzar a salir a otro espacio, como
respuesta al deseo del Otro.
El sujeto se hace perder como objeto del campo del Otro y se abre hacia el
espacio propio que construye.
Escrituras fantasmáticas que se sirven de una superficie, ahora con borde, que
le permite moverse en el espacio construido por el niño en donde realiza su
actividad creadora, donde la invención tiene lugar.
Los aportes de Lacan y de Freud en relación al juego del Fort- da nos
permitieron comenzar a pensar, cómo en el juego el niño hace su entrada como
sujeto. De la importancia de la construcción de un espacio propio en la infancia,
del que participa el objeto “a” con sus vestiduras imaginarias y los significantes
bordeando el vacío original.
En el análisis con niños se crea y a la vez se realiza, un espacio que
llamaremos analítico, donde se hallan presentes las producciones del niño y su
palabra, por “fuera” del Otro primordial, que sin embargo no se halla siempre
excluido de la escena. El analista participa con su presencia, y con su ausencia,
efecto de sus intervenciones.
Giselda Batlle
Reunión Lacanoamericana de Montevideo 2015
Bibliografia.
G. Batlle: Psicoanálisis. Arte. Creación. El juego, encuentro con una experiencia
Estética.
S.Freud: Más allá del Principio del placer.
J. Lacan: Seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”
J. Lacan: Seminario XIV “La lógica del Fantasma”
J. Lacan: Seminario XV “El Acto Psicoanalítico”
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