LA OBESIDAD: UN SÍNTOMA CONTEMPORÁNEO Mariana Li Fraini Desde hace ya unos años, la obesidad ha sido definida por la OMS como la pandemia del siglo XXI. Y si bien la medicina pone en su raíz la causa orgánica podemos desde el psicoanálisis, orientarnos por otra dimensión: la del sujeto y sus avatares. La jerga médica nos presenta dos términos que se articulan en el fenómeno: obesidad e hiperfagia. El primero pone el acento en el exceso que recae en el cuerpo, mientras que el segundo resalta la dimensión donde nosotros podemos encontrar la pulsión. Con Freud, sabemos que en el comer no se trata de la necesidad de alimentarse sino de la satisfacción pulsional en juego en la oralidad. En este sentido, la comida, como materialización del objeto a es por donde la boca necesita pasar para realizar el goce autoerótico. Esto es de estructura. Entonces, ¿qué particularidad en la época actual? En la actualidad ese objeto, al modo del gadget o la letosa que menciona Lacan, es fudamentalmente producido por la industria alimenticia y puesto a circular por el mercado, abarrotando las góndolas de los supermercados, al alcance de los consumidores. Presentando así uno de los modos en que el amo contemporáneo empuja al goce a través del cual el sujeto intenta saturar su vacío esencial. Una referencia que nos puede servir para pensar la relación al objeto oral en la obesidad, es la que aparece tempranamente en la enseñanza de Lacan en relación al don de amor. En el seminario 4 hablando del don de amor - signo de la falta del - señala que en la devoración, el consumo del objeto real compensa una frustración amorosa. Lacan habla de la frustración respecto del don de amor y dice que “la satisfacción (respecto del objeto) no es más que sucedáneo, compensación. El niño aplasta lo que tiene de decepcionante el juego simbólico mediante la incautación oral del objeto real de satisfacción, en este caso el pecho (…) El niño aplasta con la satisfacción la insatisfacción fundamental de esta relación (relación del niño con el par presencia-ausencia). Ahoga lo que resulta de la relación fundamentalmente simbólica” (1). Por lo tanto la incautación oral del objeto y la satisfacción correlativa, es la forma de aplastar la insatisfacción de la relación simbólica, allí donde falta el don, el signo de amor. Convirtiéndose el objeto en un subrogado del signo de amor. El objeto en el lugar del signo. Es interesante poner esta referencia de Lacan en relación con una apreciación que realiza en 1972 respecto al discurso capitalista cuando dice que lo que distingue a ese discurso es el rechazo fuera de todos los campos de lo simbólico de la castración. “Todo orden que se emparente con el capitalismo deja de lado lo que llamamos simplemente las cosas del amor”(2) . El Otro contemporáneo, bajo el imperativo de consumo, ofrece ilimitadamente el objeto que algunos sujetos insisten en rechazar – anorexia- y otros consienten devorar. Este rasgo de la época introduce según M. Recalcati una alteración profunda en la dialéctica que nos presenta Lacan ya que el consumo del objeto no compensa una ausencia en la medida en que no se da la experiencia posible de la ausencia. “La compensación contemporánea no se da entre objeto y signo, sino solo entre objeto y objeto (…) No hay tiempo para la nostalgia por el signo de amor, porque el objeto está siempre al alcance de la boca(3)”. Recalcatti coloca así a la obesidad como paradigma clínico de la civilización contemporánea en tanto que se trata en ambos de la caída del signo y en consecuencia, la afirmación del objeto de consumo. (1) Lacan: Seminario 4. Cap: El falo y la madre insaciable (2) Lacan: Seminario 19 (Inédito) (3) Recalcati: Clínica del vacío