PRÁCTICA Nº 7 APLICACIÓN DE CONTINGENCIAS POSITIVAS REFORZAMIENTO EN UNA SITUACIÓN COTIDIANA DE Introducción Las técnicas de manejo de contingencias son, sin duda alguna, las más potentes que ha generado la Psicología para producir cambio comportamental. Dichas técnicas están basadas en los principios del condicionamiento operante: el reforzamiento y el castigo, que vienen a establecer que la conducta de un organismo es el resultado de las consecuencias ambientales que dicha conducta obtiene del entorno. Es decir, a diferencia de las técnicas derivadas del condicionamiento clásico en el que la conducta es un respondiente a estímulos determinados, las técnicas basadas en el condicionamiento instrumental vienen a dar cuenta del comportamiento que opera en el ambiente, dándose con ello determinadas contingencias de reforzamiento. Cuando a una respuesta le sigue una consecuencias reforzadora, se aumenta la probabilidad de que esta respuesta se repita en otras ocasiones. Por el contrario, cuando a una respuesta le sigue una consecuencia desagradable, disminuye la probabilidad de que dicha respuesta se vuelva a emitir en el futuro. Es de señalar que el carácter de operante que una conducta puede llegar a tener es algo que debe ser contrastado empíricamente. Dicho de otra forma, no hay reforzadores que sea universales (aunque pueda haberlos con un carácter muy generalizado); al contrario, un reforzador lo es en la medida en que empíricamente muestre que está funcionalmente relacionado con la aparición de la conducta. Los reforzadores pueden ser tanto estímulos extrínsecos (una golosina tras la emisión de una conducta correcta), como intrínsecos (los automensajes que un individuo se dedica a sí mismo). Asimismo, pueden ser primarios, que no necesitan ser aprendidos (el alimento), o secundarios, que se han asociado con reforzadores primarios en algún momento de la historia de aprendizaje del sujeto. Ejemplos de reforzadores secundarios pueden ser aquéllos comestibles (una chuchería), tangibles (la bicicleta por sacar buenas notas), sociales (la aprobación por otros) o actividades (ir a jugar a la calle). También pueden operar como reforzadores aquéllos que pueden ser intercambiados por otros reforzadores (fichas, dinero). En este caso se habla de reforzadores condicionados generalizados. Finalmente, determinadas conductas que el sujeto emite en alta tasa pueden ser utilizadas como reforzadores de otras conductas que tienen una tasa baja (después de realizar 5 operaciones de sumas y restas –conducta de baja frecuencia– el niño o la niña puede dedicar un tiempo a una actividad muy habitual en él –colorear o modelar con plastilina–. Obvio es decir que en la aplicación de una intervención sobre un caso concreto resulta una simplificación pensar que se vaya a hacer uso, de forma exclusiva y separada, de técnicas que provengan de un único paradigma. Dejando esto al margen y por motivos didácticos, vamos a centrarnos en el caso de los operantes. Objetivo Identificar y aplicar un programa de contingencias verbales y paralingüísticas Tareas Seleccionar a una persona, realizar una observación no sistemática y aplicar el programa de contingencias sobre ella para lograr un cambio conductual 1. 2. 3. 4. Desarrollo En primera instancia hay que escoger a la persona sobre la que se aplicará el programa de contingencias. Esa persona debe ser alguien a quien se tenga acceso, aunque no necesariamente mucha familiaridad. Por ejemplo, se puede escoger a un camarero del bar de la facultad o un compañero de clase. Realícese una observación no sistemática y discreta sobre esa persona que permita identificar una conducta de tasa baja que puede ser cualquier respuesta amistosa. Por ejemplo, la sonrisa o el saludo cuando se le hace una petición. Valdría también un gesto o una muletilla del lenguaje que apareciese de vez en cuando. Una vez definida la conducta que se quiere incrementar, los dos miembros de la pareja deberán llevar a cabo un registro de ocurrencia de la misma, a modo de línea base. Supongamos que la conducta establecida es la sonrisa ante el contacto ocular. Se recogerá cada vez que ocurra. Llévese a cabo la observación a lo largo de una semana (el número de períodos de observación no debe ser inferior a 10) Establézcase cuáles pueden ser las contingencias de refuerzo a aplicar a partir de la observación asistemática inicial y la observación sistemática posterior. Diséñese el programa de reforzamiento. En concreto, establézcase si el refuerzo va a ser continuo o parcial, si va a ser a intervalo o a razón. Para cualquier duda, consúltese la lectura correspondiente al tema de técnicas para el desarrollo de conductas (Martin & Pear, Cap. 3). Recuérdese que un reforzador lo es en la medida en que modifica la probabilidad de aparición de una conducta. En ese sentido, hay que tener en cuenta que no existen reforzadores universales, aunque algunos puedan ser muy generalizados. Ejemplos de contingencias que pueden tener un valor reforzador y que son fácilmente administrables son las sonrisas, el contacto ocular, verbalizaciones amistosas, halagos... 5. Llévese a cabo el programa de contingencias asociado a la conducta objetivo durante un período de una semana. 6. Mientras se aplica el programa, el compañero de la pareja deberá hacer el registro de la frecuencia de la conducta objetivo. 7. Confecciónese la gráfica de frecuencias de respuesta. Compárese este registro con la línea base obtenida anteriormente. Entréguese el registro Fecha Hora Minuto Situación Pre FRECUENCIAS Post pre DÍAS post PRÁCTICA Nº8 LOS CONTRATOS CONDUCTUALES Introducción Los contratos conductuales son procedimientos de cambio conductual consistentes en acuerdos escritos entre el psicólogo y aquella persona que quiere llevar a cabo un cambio en su comportamiento en algún sentido, o entre las personas que quieren producir cambios en la conducta de otros y esos otros que se desea que cambien sus conductas, en el que se hacen explícitas las acciones que éste o éstos están de acuerdo en llevar a cabo y las consecuencias del cumplimiento o no cumplimiento de las mismas. Las cláusulas hacen referencia a las conductas concretas que se quieren modificar y a las contingencias que se establecen para conseguir el cambio. El resultado final de un contrato conductual debe ser aceptado por todas las partes implicadas, que deben firmar el mismo. Los contratos conductuales se basan en los principios del reforzamiento positivo (y, en su caso, del castigo negativo). Funcionan, precisamente, porque establecen un claro sistema de contingencias que permite saber de antemano qué cosas van a dar como resultado que se obtengan que otras. Como se puede deducir de esto, un aspecto fundamental para la eficacia de los contratos de contingencias es que éstas se apliquen de forma sistemática y consistente. En ningún caso se deben establecer nuevas demandas que modifiquen los términos del contrato, salvo nueva negociación en este sentido. También, es imprescindible que las contingencias se apliquen de forma inmediata a la ejecución de los comportamientos objetivo o, si esto no fuera posible por la naturaleza de los comportamientos o de los reforzadores que vayan a ser utilizados, que se lleven a efecto de la forma más próxima al evento posible. Cuando los contratos de contingencias involucran a dos o más personas al margen del psicólogo (unos padres y un hijo, una pareja, unos hermanos, etc.) éstos tienen su primera virtud en la estructuración del entorno. A diferencia de lo que suele ocurrir en los ambientes naturales en que los reforzadores son dispensados de forma muy poco sistemática y, en ocasiones, antagónica a los deseos de los participantes (reforzando comportamientos inadecuados y dejando de hacerlo sobre comportamientos adecuados), los contratos vienen a imponer una sistematicidad. Su segunda virtud es que establecen una reciprocidad y un mutuo intercambio entre los actores que, además, se establece en términos positivos, al contrario de lo que habrá sido la historia de interacciones hasta el momento si ella ha dado lugar a la consulta con un psicólogo. Como señalan algunos autores, las ideas básicas a transmitir a los actores a partir de las cuales se sustenta el procedimiento son que el reforzamiento no es un derecho sino un privilegio que se debe ganar, que las buenas relaciones se basan en intercambios de reforzamiento, que el valor de una relación está influido por los reforzamientos recibidos y que con el contrato los participantes se otorgan la posibilidad de ganar el reforzamiento que desean del otro o de los otros. Los elementos de los que debe constar un contrato de contingencias son: la conducta o conductas concretas que se desea que emita la persona (p.e., ponerse a estudiar todas las tardes una hora y media a la vuelta del colegio, de lunes a viernes), las consecuencias positivas específicas que obtendrá por la realización de esas conductas (por cada tarde en la que se cumpla eso, se podrá jugar con un videojuego por espacio de media hora antes de la cena), las consecuencias negativas, en su caso, que tendrá por no emitir el comportamiento (cada período de 10 minutos o fracción de menos sobre la hora y media diaria de estudio prefijada entrañará el mismo tiempo menos de ver la TV después de cenar) y, también en su caso, un sistema de bonificación con privilegios adicionales si se incrementa la frecuencia o la intensidad del comportamiento por encima de lo establecido en el contrato (si se estudia dos horas en vez de hora y media todas las tardes a lo largo de una semana, el fin de semana puede quedarse a dormir en casa de un amigo). Por último, el contrato conductual debe acompañarse de un sistema de registro para plasmar las ejecuciones comportamentales y las contingencias de reforzamiento obtenidas por ello. Objetivo Diseñar un contrato de contingencias y ponerlo en práctica Tareas Escoger cada uno una conducta que se quiera implantar o modificar en uno mismo y no lo hubiese estado haciendo hasta el momento. Con el compañero, diseñar el contrato de contingencias para llevar a cabo el cambio. Desarrollo 1. Pídasele al compañero que seleccione la conducta o conductas sobre las que se desee actuar. Debe ser una conducta que se desee implantar o que, existiendo, se desee incrementar su frecuencia. Por ejemplo, el tiempo de estudio, la práctica de deporte, etc. Defínase de forma operativa y precisa, dejándose establecidos los criterios sobre frecuencia, intensidad, duración, etc. (p.e., estudiar todos los días una hora y media de lunes a viernes; estudiar dos horas el sábado y el domingo) 2. Establézcanse las consecuencias, positivas o negativas, que tendrá para el compañero la emisión de esos comportamientos. Por ejemplo, cada día que se cumpla con la hora y media de estudio diario, uno se concederá a sí mismo una hora de chateo en la red; cada 10 minutos o fracción menos de la hora establecida serán 10 minutos menos de actividad de ocio. Por debajo de una hora de estudio no habrá actividad de ocio alguna. La dispensación de las consecuencias debe estar al alcance de la persona, si bien ello no obsta para que alguien se encargue de administrarlas. 3. Diséñese el sistema de registro de la conducta. Debe ser un sistema sencillo como para que la persona no tenga dificultades a la hora de cumplimentarlo pero que permita recoger toda la información relevante a efectos del sistema de contingencias diseñado. En el ejemplo que se está ilustrando bastaría con una rejilla en la que figurasen los días de la semana, la hora de inicio de estudio y la hora de finalización. El registro debe tener un efecto incentivador en la medida en que se vaya comprobando que se va ejecutando el comportamiento en cuestión. Por ello, recurrir a procedimientos gráficos suele dar buenos resultados (en vez de anotar la hora de inicio y finalización, colorear una barra correspondiente al período de estudio. 4. Cumpliméntese el registro a lo largo de una semana y entréguese. LUNES 16:00-17:00 17:00-18:00 18:00-19:00 19:00-20:00 20:00-21:00 21:00-22:00 MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES PRÁCTICA Nº 9 MODELADO DE UNA INTERACCIÓN CON UNA PERSONA DESCONOCIDA O CON LA QUE SE TIENE POCO TRATO Introducción Como ya señalaba Bandura en su libro de 1969, la mayor parte de la conducta humana se aprende por observación mediante modelado. El aprendizaje por observación es un mecanismo muy potente que permite conocer relaciones de contingencia entre estímulos y respuestas sin necesidad de exponerse directamente a ellas. La idea que subyace a él es que cualquier comportamiento que se puede adquirir por experiencia directa es, en principio, susceptible de aprenderse por la observación de la conducta de los demás y de las consecuencias que le siguen. A partir de este principio se ha configurado la técnica de modelado, cuyo procedimiento general consiste en que el individuo observe la conducta de un modelo y la imite, a fin de que adquiera los patrones de respuesta involucrados, fortalezca o debilite respuestas o facilite la ejecución de respuestas ya existentes en su repertorio. El aprendizaje por modelos implica, como se decía, el aprendizaje de las relaciones de contingencia entre la conducta y las consecuencias. Pero también entraña, cuanto menos, el aprendizaje de las asociaciones entre estímulos que actúan como discriminativos (o estímulos delta, en su caso) y el reforzamiento de la conducta, así como la serie de respuestas y su encadenamiento que dan lugar a la obtención de la consecuencia. En otras palabras, por modelos se aprende, sin necesidad de ejecución directa, qué es lo que hay que hacer para obtener un reforzamiento, cómo hay que hacerlo y cuándo hay que hacerlo. Uno de los elementos que influyen en la adquisición a través de este procedimiento es el de las características del modelo. En particular, dos son las que hay que tener en consideración: la semejanza con el observador y el prestigio o carácter de experto o ideal que el observador le otorga al modelo. Objetivo Familiarse en la aplicación de la técnica de modelado a partir de la enseñanza de una tarea a un observador. Tarea Enseñar mediante modelado cómo llevar a cabo una interacción con una persona a la que no se conoce, utilizando, en su caso, técnicas de control estimular y de encadenamiento. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Desarrollo La realización de esta tarea requiere contar con el compañero o cualquier otra persona que vaya a ser entrenada. Esta debe tener motivación suficiente como para someterse al entrenamiento. Defínanse los objetivos que se pretende alcanzar. Si se están entrenando varias conductas, jerarquícense por orden de dificultad progresiva. Un ejemplo sería entrenar a tener el contacto inicial con la persona desconocida del otro sexo y también a mantener la conversación por un rato. También se podría contemplar la conducta de interacción con un profesor poco dado a las efusiones con los estudiantes. Identifíquense los aspectos sobre los que dar instrucciones para que el entrenado se fije, tanto en cuanto a estímulos discriminativos como en cuanto a la conducta del modelo y a sus consecuencias. Para ello conviene que uno ejecute mentalmente la secuencia completa que se desea entrenar, a efectos de que se puedan descomponer todos sus componentes. Hágase que el aprendiz anote en un papel la secuencia completa. Llévese a cabo la interacción con la presencia del compañero o aprendiz de forma que se pueda comprobar los resultados positivos que se obtienen con ésta Parcélense las distintas habilidades implicadas. Jerarquícese su entrenamiento Llévese a cabo un ensayo conductual en el que el modelo actúa delante del aprendiz A continuación pídasele al aprendiz que ejecute el comportamiento mientras que el modelo registra las destrezas implicadas. Analícese la ejecución y corríjanse los errores. Cumpliméntese el registro PRÁCTICA Nº 10 REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA PENSAMIENTO IRRACIONALES A PARTIR DE Introducción Las técnicas de reestructuración cognitiva están basadas en la idea de que no son los acontecimientos externos sino la forma que tienen las personas de interpretarlos lo que determina las conductas y emociones. Así, si al volver a casa a horas tardías de la madrugada por una calle vacía escuchamos unos pasos a nuestra espalda que se van acelerando, el pensamiento un agresor me está siguiendo produce una respuesta emocional de miedo y las conductas correspondientes, como son el incremento en la tasa cardíaca y el salir corriendo. Por el contrario, esa misma situación si es seguida de un pensamiento como el siguiente: éste debe ser mi hermano que también llega tarde, las emociones que provoca y las conductas a ellas asociadas son muy distintas. El acontecimiento como tal es el mismo (los pasos a nuestras espalda); las emociones y las conductas en cada uno de los casos son diferentes. Basándose en esta constatación, las técnicas de reestructuración cognitiva se dirigen a cambiar los pensamientos que están a la base de las emociones. En concreto, se pretende actuar sobre aquellos pensamientos que distorsionan las realidad o, en general, todos aquellos que pueden ser considerados como desadaptativos en la medida en que inducen emociones negativas. Existen diversas técnicas de reestructuración cognitiva según los autores. Estos, a su vez, han podido hacer una elaboración teórica con mayor o menor apoyatura empírica. En la mayor parte de los casos, sin embargo, sus desarrollos tecnológicos implican combinar diferentes procedimientos que no son estrictamente de reestructuración (moldeamiento, parada de pensamiento, relajación) con otros que sí lo son en los que la interacción verbal con la persona es el vehículo fundamental para lograr el cambio de pensamiento. En términos generales, las técnicas de reestructuración entrañan, en primera instancia, mostrar a la persona el papel que desempeñan sus pensamientos a la hora de controlar sus conductas y sus emociones. En segunda instancia, lograr que las personas identifiquen esos pensamientos inadaptados, esas creencias irracionales que manifiestan para, por último, producir un cambio en esas creencias irracionales por otras adaptativas que lleven a conductas no problemáticas y emociones que no generen malestar. Objetivo Aprender a identificar pensamientos irracionales y buscar alternativas plausibles que no generen malestar. Tareas Utilizando a uno mismo como sujeto, prestar atención a pensamientos que se disparan de forma más o menos automática y que generan malestar, ya sea porque representan una creencia irracional o sin sujeción empírica (todo me sale mal), ya sea porque no son adaptatativos y producen emociones negativas (sólo me quedan dos días de vacaciones). Una vez identificados, listar alternativas que podrían sustituir a esos pensamientos 1. 2. 3. 4. 5. 6. Desarrollo Comiéncese leyendo las lecturas correspondientes al tema de reestructuración cognitiva. Puede también servir de ayuda el Apéndice 3S2 del libro El miedo a volar en avión (Rubio, Cabezuelo y Castellano, 1996) en el que se plasma el fundamento de la RET de Ellis para personas con dificultades de esas características Piénsese en situaciones en las que aparece el malestar. Puede ser una situación como la del momento de prepararse un examen o después de haber tenido una interacción desagradable con alguien. Recúrrase a ocasiones concretas en las que ese malestar haya aparecido. Recordando una de esas ocasiones, memorícese lo que se pensó y lo que se sintió en esa ocasión. Búsquese situaciones en las que esos pensamientos y esas emociones sean similares a las de la ocasión identificada en el punto anterior. La situación puede ser parecida (cuando me siento menospreciado/a por mi pareja o cuando me siento menospreciado/a por un amigo íntimo) o no (pienso que soy una inútil cuando he tenido la oportunidad de intervenir en una clase y finalmente no me he atrevido y pienso lo mismo cuando he querido darle una sorpresa a mi novio y me ha salido al revés). Elíjase la idea irracional o pensamiento desadaptativo que produce el malestar. Piénsese si hay algún soporte racional a esa idea, si hay evidencia de que la idea sea real o, por el contrario, si hay evidencia de que la idea es falsa. Piénsese en las consecuencias positivas de seguir pensando lo mismo y de las consecuencias positivas de dejar de pensar en esa idea Búsquese pensamientos alternativos a esa idea y piénsese en las conseucneicas de los pensamientos alternativos Cumpliméntese el registro del Apéndice 3S1 que figura en el libro El miedo a volar en avión y entréguese.