El Comercio del 2 de mayo Economía y Negocios Ciclos de fortunas perdidas en el Perú El Perú ha vivido auges exportadores que por algunos años nos enriquecieron, pero luego provocaron una fuerte caída de nuestra economía Por: Iana Málaga Newton Es una vieja paradoja. Las riquezas de un territorio pueden ser motor del desarrollo de un país, pero si estas no se aprovechan adecuadamente también significa, una vez pasado el “boom” económico, el factor de una crisis de envergadura. Así ha ocurrido en diferentes momentos de la historia peruana cuando otros países o empresas multinacionales pusieron los ojos sobre este país, al descubrir un recurso indispensable para mover sus industrias. Eso generó una bonanza exportadora que en determinada época movilizaron grandes inversiones y beneficiaron a un grupo de personas encargadas de extraer un producto nacional de enorme demanda en el extranjero. CRUZANDO OCÉANOS Hacia 1840 Europa descubrió que el guano (recurso depositado por las aves del litoral peruano) se podía utilizar como un excelente fertilizante para sus áreas de cultivo. Eso dio paso al primer auge exportador de la historia de la República que duró hasta 1879. Desde un inicio, el Estado Peruano se proclamó propietario de este recurso, pero encargó su explotación a consignatarios locales y extranjeros hasta 1869, año en que el presidente José Balta suscribió un contrato con la casa Dreyfus, a la que entregó el monopolio para extraer el guano de nuestras islas. En el libro “Un siglo en la vida económica del Perú” el historiador Gianfranco Bardela escribe que durante un período de 30 años las exportaciones del guano nacional alcanzaron los 12 millones de toneladas métricas, cifra que para ese entonces habrían generado ingresos suficientes para que el Estado invirtiera en infraestructura y capital humano, con el fin de fortalecer nuestra economía más allá del episódico “boom” exportador del guano. Sin embargo, los gobiernos de turno no administraron los ingresos del guano adecuadamente. Peor aun, pese a los ingresos por este recurso, hubo tal derroche fiscal —no traducido precisamente en obras— que tras los años dorados terminamos por heredar una deuda externa que en 1876 ascendió a 26 millones de libras esterlinas. Pocos años después, el guano perdió preponderancia debido al descubrimiento de abonos artificiales. Y si bien este producto en un momento generó grandes fortunas, más tarde ocasionó la bancarrota de nuestro sistema financiero, pues nuestra economía se había hecho dependiente de este recurso. Como explica Miriam Salas, profesora de Historia de la Universidad Católica, en la época del guano no se impulsó la creación de nuevos puestos de trabajo ni la creación de otras fuentes de riqueza en el interior del país. “Por el contrario, gran parte de los ingresos derivados de este recurso se gastaron en pagar los préstamos que había contraído el Estado con los bancos”, dice. RECURSO DE GUERRA Otro gran negocio del siglo XIX fue la explotación del salitre. Este era un producto que se utilizaba como insumo para la pólvora y se concentraba en yacimientos de Perú y Bolivia (como Tarapacá y Antofagasta), donde irónicamente había un alto número de peones chilenos que se encargaban de su explotación. Según ese contexto, en 1875 el presidente Manuel Pardo decidió nacionalizar las salitreras peruanas, pero sin contar con el dinero necesario para indemnizar a los dueños de estas empresas. Poco tiempo después, los conflictos de interés entre Perú y Chile por el salitre desencadenaron la Guerra del Pacífico, que finalizó con la pérdida de parte de nuestro territorio y el incremento de la deuda externa. CRECIMIENTO EFÍMERO A fines del siglo XIX muchos exploradores europeos arribaron a la Amazonía peruana en busca de caucho, producto que en ese entonces era sumamente demandado debido a sus utilidades para la creciente industria automotriz. Eso dio inicio a la denominada “fiebre del caucho” y algunas provincias de la selva — como Iquitos, Tarapoto y Moyobamba— experimentaron un período de abundancia nunca antes visto que se plasmó en la construcción de lujosas viviendas y algunas carreteras. Pero ante la incapacidad del Estado de encargarse con eficacia de la administración de este recurso, terminó por firmar convenios de financiamiento con empresas europeas que tuvieron carta libre para extraer de forma indiscriminada nuestro caucho y explotar a los indígenas de la zona sin que el Gobierno Peruano pueda intervenir y mediar en la relación entre la empresa privada y su relación con la comunidad. Para 1907 las exportaciones de caucho peruano ascendieron a más de 3.000 toneladas métricas, pero luego sufrieron una dramática caída. Eso se debió a que este producto se había empezado a cultivar en colonias asiáticas, lo que ocasionó que los “caucheros” nacionales no pudieran competir con los precios que se ofrecían en el otro lado del mundo. EN LO PROFUNDO DEL MAR Con estos casos ocurridos en la segunda parte del siglo XIX y los primeros años del siglo pasado, había lecciones para extraer. Pero lamentablemente no se aprendió de la historia. Cuando empresarios de Estados Unidos y Europa se dieron cuenta de las enormes bondades de nuestra anchoveta —que servía para elaborar harina de pescado— se inició un nuevo auge exportador que tampoco tuvo un buen desenlace. A mediados del siglo pasado el precio de la anchoveta se disparó y tanto grandes como pequeñas compañías pesqueras gozaron de las ganancias que esta generaba. Conocido fue el caso de Luis Banchero Rossi y otros empresarios que invirtieron con préstamos de la banca grandes cantidades de dinero para extraer anchoveta, y para 1970 el Perú se convirtió en la primera nación pesquera del mundo. Pero como dice Juan Carlos Soto, profesor de ESÁN y experto en historia económica, esta época nuevamente demostró que el Perú es básicamente un país exportador de materias primas. “Y eso nos hace depender en gran medida de los mercados internacionales”, opina. Entretanto, Gianfranco Bardela señala en su libro que ante la explotación desmedida de la anchoveta, el Estado trató de adoptar medidas de conservación para la pesca de ese producto, y así creó en 1973 la Empresa Pública de Producción de Harina y Aceite de Pescado, que expropió las empresas establecidas a lo largo del litoral. No obstante, en 1973 esta especie empezó a desaparecer de nuestro mar debido a factores climáticos y a la pesca ilegal del producto. En los siguientes años muchos pescadores se quedaron sin empleo y quebraron las plantas de procesamiento que no pudieron pagar los créditos anteriormente solicitados. Así, para 1983 el Ministerio de Pesquería declaró agotada la anchoveta. SIN PULIR EL CAMINO No hay duda de que el Perú actual ha estado sumergido en un nuevo “boom” exportador gracias a la fuerte demanda de metales como cobre, oro, zinc, plomo y plata en el extranjero. Según la Sociedad Nacional de Minería, a lo largo de la última década el sector minero ha generado más de la mitad de las exportaciones peruanas, siendo el cobre el producto estrella. De hecho, en el año 2008 las exportaciones de metales nacionales ascendieron a US$18.656 millones y el cobre representó nada menos que el 40% de ese valor. Claro que ante la actual situación de crisis internacional hoy existe la posibilidad de que la minería se debilite debido a la caída de los precios de los metales en los mercados mundiales. Lamentablemente, tal como ha sucedido en otras épocas, en este último período poco se ha hecho para otorgar un mayor valor agregado a nuestras materias primas y para ya no depender exclusivamente de las exportaciones tradicionales. Tal como apunta Juan Carlos Soto, la lección que se puede extraer de la historia es que el Perú debería concentrarse en cambiar de modelo primario exportador por otro que genere industrias alternativas mientras duren las olas exportadoras. LAS CIFRAS 83% De los ingresos fiscales en el año 1857 se obtuvieron por las exportaciones del guano de isla. 2,5 mlls. Quintales de salitre peruano se exportaron a Europa en 1870 . 21,7% De los ingresos totales por exportaciones generó el caucho en 1907. 12,5 mlls. De toneladas de pescado se extrajeron del mar peruano en 1970. 109.196 Toneladas métricas fue la producción de cobre en julio del 2008. 32% Fue la caída del sector minero en febrero pasado con respecto al mismo período del 2008.