El concepto de opinión pública y su relevancia en

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El concepto de opinión
pública y su relevancia en
el
ámbito
jurídico-
constitucional
Vanesa
Monge
Derechos
informativas
UNED
01/04/2013
Antolín.
Fundamentales
Doctoranda
y
en
Libertades
Contenido
1.
Introducción Repaso por la historia del concepto de la opinión publica ............................2
3.
Opinión Pública y espacio Público ..................................................................................5
4.
Transformaciones de la opinión publica..........................................................................8
5.
Opinión Pública y Mediocracia .......................................................................................9
6.
Parlamento, Derecho y Opinión Pública........................................................................ 11
7.
Conclusiones............................................................................................................... 14
8.
Bibliografía ................................................................................................................. 15
1. Introducción Repaso por la historia del concepto de la
opinión publica
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, opinión
tiene los siguientes significados (Del Lat. opinĭo, -ōnis).
f. Dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable.
f. Fama o concepto en que se tiene a alguien o algo.
Opinión pública.: 1. f. Sentir o estimación en que coincide la generalidad de
las personas acerca de asuntos determinados.
Los orígenes de la opinión pública son tan amplios como los orígenes de la
humanidad. Desde los orígenes de la misma, ya existían grupos, comunidades,
pueblos que conformaban sociedades que tenían relaciones entre sí (relación
horizontal). También existían dirigentes o líderes de algún tipo, que imponían
su autoridad, como por ejemplo los reyes, y se establecía una relación vertical.
En Egipto, Babilonia e Israel ya existían precedentes de opinión pública. En
Grecia (doxa - areté). Los filósofos griegos acuñan el término doxa (opinión)
para contraponerla con areté (verdad). Y se establece la relación entre el
vínculo de opinión y el pueblo, ya que el pueblo emite la doxa.
Monzón dice en su obra1 “Platón, desde su mentalidad elitista y aristocracia de
la sociedad, distingue en el plano del conocimiento la vía de la opinión (doxa)
de la vía de la ciencia (epistemere) como formas de acceder a la verdad
(alehteia) y a la perfección (areté) humana. La doxa es un conocimiento parcial
e inseguro de la realidad, un semisaber, basado en impresiones y
ambigüedades, es el saber propio del vulgo. La episteme, en cambio está
reservada a las minorías, especialmente a aquellos que cultivan la ciencia (el
método científico) o manifiestan un amor especial por la sabiduría, los
filósofos”.
1 MONZON ARRIBAS, C., “La Opinión Pública: teoría, concepto y métodos”. Madrid. Tecnos.
1990
En referencia a Grecia, Monzón2 dice que se le atribuye a Protágoas la
expresión “dogma poleon”, que significa “creencia de las ciudades”, o “creencia
publica” un concepto muy similar al de la “opinión pública”.
La organización de la sociedad clásica griega tenía dos ámbitos bien
separados, por un lado los ciudadanos de pleno derecho del ámbito de la polis
y la actividad política, los ciudadanos libres (koyné) y por el otro mujeres y
esclavos en el ámbito oikos. Por tanto no había una verdadera igualdad entre
personas. A esto hay que sumarle la distinción entre lo público y lo privado
constituye, por lo tanto, la piedra angular fundamental de la sociedad griega. En
el marco teórico de la jurisprudencia, los romanos hacen la distinción entre: ius
publicum: lo público y Ius privatum: lo privado.
En la época medieval es considerado por Monzón de “oscurantismo”3, el
modelo reinante es el feudalismo, se confunde a los súbditos con el pueblo y
en muy pocas ocasiones tienen la posibilidad de opinar y mucho menos de
elegir representantes. Son el sujeto pasivo y obediente donde no existe ni la
pluralidad, ni el dialogo ni el respeto, por tanto no existe la opinión pública.
Como apunta Habermas4 a mediados del siglo XVI aparecen los términos
“privat” (alemán) private (inglés) o privé (francés), donde se empieza a
distinguir lo privado de lo común y lo estatal. La oposición entre el interés
común y el interés privado es autoridad del Estado como garante del “interés
común”. Se empiezan a distinguir las esferas públicas y privadas.
Pero los cambios sociales, el fin de los antiguos regímenes absolutistas, la
reforma protestante, la llegada de imprenta, el progresivo intercambio de
información, la aparición de la opinión publica de personas ajenas a lo público,
los cambios económicos y políticos producen transformaciones sustantivas.
1. La ruptura con la iglesia autoritaria. La reforma del cristianismo. Donde
la iglesia decidía por el interés público y privado. La ruptura del vínculo
de autoridad divina que representaba la religión.
2 Ibídem, P21-22
3 Ibídem p-25
4 HABERMAS J., “Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la
vida pública”. Barcelona: G. Gili, 1981
2. El cambio de vida en las ciudades, la llegada del mercantilismo, la
creación de bancos y negocios y el desarrollo del sistema de
correspondencia en el SXIV, aparecen los correos ordinarios como
agencias de noticias, y se estable la comunicación forma, y una forma
de crear opinión pública, pero hasta finales del siglo XVII no llega la
actividad periodística y será un siglo más tarde donde la información
pública romperá sus ataduras con la voluntad soberana con el estado
absolutista.
Pero esa lucha no fue fácil, tal y como señala Habermas 5, los monarcas se
oponían a la expresión pública de opiniones “privadas” como cuando Federico
II de Prusia escribe en 1784: “una persona privada no está autorizada a emitir
juicios públicos, especialmente juicios reprobatorios…”.
Llegamos al Siglo XVIII. La ilustración (Locke, Kant) y la revolución burguesa
plasma sus principios en la “Declaración de derechos del hombre y del
ciudadano de 1789”, que inspira la Constitución francesa de 1791. Aparece la
libertad de expresión, de ideas de pensamiento, de igualdad ante la ley, y abre
nuevos caminos para la vida ciudadana y la estructura del poder, protegiendo
la esfera privada y a los poderes públicos sobre la injerencia de los ciudadanos.
En la segunda mitad del siglo XIX y en el XX se producen los grandes y
radicales enfrentamientos de clase, hablaremos de la cultura o sociedad de
masas y la cultura tecnológica, hay nuevos descubrimientos científicos, y se
generan nuevas formas de riqueza, hay un avance social significativo. La
publicidad toma un papel más importante dentro de la esfera pública y privada
y aparecen multitud de medios de comunicación, muchos de ellos privados con
las manipulaciones ideológicas de signos contrarios.
Aquí nos encontramos como con la “estatalización” de medios de comunicación
públicos se produce una intromisión en la vida privada del ciudadano, y los
medios de comunicación se convierten en un instrumento de entretenimiento y
dominación de las masas. ¿Medios de comunicación o medios de propaganda?
5 HABERMAS J., Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p68
Habermas habla en su obra, que la dinámica social que vivimos presenta
rasgos de “refeudalización” de la sociedad, pero a su vez y a pesar de sus
efectos negativos que más adelante desarrollaré, Habermas destaca las
virtudes y posibilidades existentes para la necesaria realización de la
democracia.
Me gustaría terminar con este párrafo de su libro que dice “sólo ellas (las
personas) podrían participar efectivamente en un proceso de comunicación
pública, valiéndose de los canales de la publicidad interna a los partidos y
asociaciones, y sobre la base de la notoriedad pública que se impondría a la
relación de las organizaciones con el Estado y entre ellas mismas. El
establecimiento de compromisos políticos tendría que legitimarse ante ese
proceso de comunicación pública”6
3. Opinión Pública y espacio Público
¿Qué significa «opinión pública»? Es un concepto muy complejo, los análisis
realizados por Habermas demuestran que existe una inevitable interconexión
entre la dinámica del poder y los procesos políticos, aunque no existe una
unanimidad en el concepto propiamente dicho.
Como acertadamente apunta Price7 “El concepto de opinión pública es
claramente un producto de la Ilustración. La idea está íntimamente ligada a las
filosofías políticas de finales del siglo XVII y del siglo XVIII (por ejemplo Locke,
1690/1963; Rousseau, 1792/1968) y especialmente a la teoría democrática del
siglo XIX (por ejemplo, Benthan, 1838/1962).”
Si bien es cierto, que las ciencias sociales modernas utiliza parámetros y
métodos estadísticos y cuantitativos para medir a través de las variables los
elementos que la conforman la opinión pública, es cierto que estos parámetros
no pueden confundirse con el amplio espacio público y los múltiples actores
que en el confluyen, de ahí su complicada definición.
6 HABERMAS J., Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 257.
7 PRICE, V.,
Habermas articuló su teoría de la “acción comunicativa” y presenta la
discusión pública como la única posibilidad de superar los conflictos sociales, a
través de los consensos que permitan el acuerdo y la cooperación entre los
diferentes actores. Asimismo, este autor considera que la opinión pública es un
factor clave en la propuesta de la deliberación política, es una solución a la
superación de los déficits de las democracias. También presenta en los
noventa su tesis del espacio público 8, como el lugar donde surge la opinión
pública.
En él demuestra que la opinión pública puede ser manipulada y deformada,
pero, aun con todo, es el eje o camino de la cohesión social, de la construcción
y legitimación (o deslegitimación) política. Las libertades individuales y políticas
dependen de la dinámica que se suscite en dicho espacio público.
Resulta interesante comprobar la relación que establece Habermas entre
opinión pública y espacio público.
“Por espacio público entendemos un ámbito de nuestra vida social, en el que
se puede construir algo así como opinión pública. La entrada está
fundamentalmente abierta a todos los ciudadanos. En cada conversación en la
que los individuos privados se reúnen como público se constituye una porción
de espacio público. [...] Los ciudadanos se comportan como público, cuando se
reúnen y conciertan libremente, sin presiones y con la garantía de poder
manifestar y publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar
según intereses generales. En los casos de un público amplio, esta
comunicación requiere medios precisos de transferencia e influencia:
periódicos y revistas, radio y televisión son hoy tales medios del espacio
público”9
9 BODALERAS CUCUDELLA, M., “La Opinión Pública en Habermas”. Analisí. Universidad de Barcelona.
Facultad de Filosofía
2001.
En esta definición se muestra la generación de opinión
pública en torno a
cualquier tema y, de cualquier tipo de personas que pueden tener o no
intereses comunes. Este espacio no es público sino ciudadano. Pero, es
evidente que la importancia de la política en este campo de interacción social
es fundamental.
Por ello, en su obra dice “…El poder del estado es también el contratante del
espacio público político, pero no su parte. Ciertamente, rige como poder
«público», pero ante todo necesita el atributo de la publicidad para su tarea, lo
público, es decir, cuidar del bien general de todos los sujetos de derecho.
Precisamente, cuando el ejercicio del dominio político se subordina
efectivamente a la demanda pública democrática, logra el espacio público
político una influencia institucional en el gobierno por la vía del cuerpo
legislativo. El título «opinión pública» tiene que ver con tareas de crítica y de
control, que el público de los ciudadanos de un estado ejercen de manera
informal (y también de manera formal en las elecciones periódicas) frente al
dominio estatalmente organizado”10
Y avanza su análisis hasta llegar a definir el concepto de “espacio de opinión
pública11”. Seguidamente, nos presenta el espacio de opinión pública no como
una institución, ni una organización, dónde no hay reglamentos, ni roles, ni
donde se regulen las normas de relación, tampoco es uno sistema claramente
definido, ya que la información es hoy en día muy permeable y los lazos y
relaciones no están claramente delimitadas.
Lo define como una red, en la cual se comunican los contenidos y las posturas
de los diferentes miembros que tienen todos ellos y sus respectivos intereses.
Los ciudadanos son los sujetos activos del grupo o red, son los “portadores del
espacio público”, se produce pues un flujo o intercambio de opiniones, donde
se forman grupos que luchan por causar influencia en este espacio.
10 Ibídem P4
11 Ibídem P26
Así, los ciudadanos se agrupan en asociaciones, e interpretan la realidad social
de acorde a sus intereses, ejerciendo así influencia en la voluntad de la
formación de opinión, creando una voluntad común e intentando repercutir en
la pretensión de dominio sobre el sistema político. Habermas hace una
propuesta de modelo de política deliberativa para superar los fallos de los
sistemas democráticos actuales, internet podría ser una buena herramienta.
Pero no nos olvidemos que es casi imposible que los espacios públicos no
estén manipulados, los medios de comunicación están en manos de
corporaciones privadas que sirven sus propios intereses, principalmente
económicos, degradando así el debate en el espacio público y distorsionando
los problemas de la realidad humana. El problema de la instrumentalización de
los medios de comunicación de masas y su incidencia en las instituciones
debería ser regulada y corregir en todo caso los excesos que se produzcan,
sobre todo basado en el respeto y la promoción de los derechos humanos.
4. Transformaciones de la opinión publica
¿Cuál es
el impacto
de
los
medios
en la
opinión pública? ¿Hay
transformaciones? Es evidente que sí. Desde los años 60, con la llegada de la
televisión, los medios de comunicación han asumido cada vez más importancia
y más poder en la cultura política. Además debemos sumar un fenómeno
realmente nuevo, internet. Se convierten así en creadores de opinión pública,
no solo en meros transmisores o vehículos de opinión.
Una muestra de este poder sobre la sociedad es la publicación de encuestas y
sondeos y la influencia que causan en la sociedad. Hoy en día es habitual
encuestas sobre sondeos todos los domingos en los diarios de papel, incluso
fuera de las campañas electorales, en una constante lucha por el espacio
político y la aparición en los medios de comunicación, situándose como
“actores políticos” y representantes de los resultados de las encuestas, así los
políticos modifican sus comportamientos para obtener mejores resultados en
las encuestas.
El problema que aquí se plantea es evidente, ¿trasladan los medios a través de
las encuestas la fiel realidad de la opinión pública o es un reflejo de los
intereses de las corporaciones? O es que acaso,
¿esta mediación es un
puente para mediatizar a la sociedad, se convierten así en creadores de
opinión?
Teniendo en cuenta que los periodistas, construyen las noticias y establecen
prioridades sobre lo que “es o no es noticia”, afectando así su visión al resto de
la sociedad, las agencias informativas deciden qué temas se tratan, de cuales
se habla y de cuáles no.
Seguidamente, estas agencias monitorizan la
respuesta del público a través de las encuestas.
Concluimos diciendo que el papel de los medios de comunicación en la esfera
de comunicación pública determina el contenido de la “agenda”, reforzando el
papel de los valores sociales y grupos de elites. Por ello tienen una importante
función en la reducción del conflicto, la legitimación política y el cambio político.
5. Opinión Pública y Mediocracia
La importancia de la publicación de los sondeos preelectorales tiene hoy en día
una gran cobertura, se exponen como un producto para el mercado, y los
medios “venden” y comparan esos productos, poniendo el énfasis así en
canalizar el mercado electoral.
¿Qué es una encuesta de opinión? Es una muestra de la población que
distribuye la preferencia política de una parte del electorado del país. Es una
práctica general la publicación de los sondeos electorales, siendo conscientes
de que pueden influir en la posterior emisión del voto.
Pero, ¿qué relación tienen con la democracia? La publicación de los resultados
es evidente que estimula la discusión y el desarrollo por el tema. Si hablamos
de encuestas hablamos de métodos descriptivos o científicos de la realidad,
métodos que se ha considerado democrático por parte de los componentes de
la arena política.
El trio de comunicadores, expertos en demoscopia y líderes políticos que
gestiona las preferencias de los ciudadanos según los intereses institucionales
propios es más que evidente. Uno de los efectos de las encuestas consiste en
transformar las respuestas éticas en respuestas políticas por el efecto de
imposición problemática actual. De esta forma, con las encuestas, tienen el
efecto de “construir” ideas sobre la opinión pública existente sobre un
problema, legitimando así determinadas políticas y produciendo efectos de
consenso sobre temas generales.
De este modo, los medios de comunicación se convierten en asesores de los
ciudadanos, desviando al periodismo del propósito de ayudar a los ciudadanos
a tomar decisiones sobre a quién debe votar y animar más el debate
democrático de las ideas, y no de las intenciones y propuestas de los
candidatos.
De hecho, está prohibido publicar encuestas días antes de las elecciones, pero
no es suficiente puesto que ya se ha bombardeado y siempre se habla de “los
resultados de las encuestas”.
No hay que olvidar que la difusión de sondeos a través de los “mass media”
tienen claros efectos económicos y estratégicos para las corporaciones puesto
que obtienen más beneficios económicos y para los políticos que buscan
situarse en la fácil disponibilidad de las noticias, creando tendencias de opinión,
sin tener en cuenta su fiabilidad o credibilidad. Es utilizado como parte de una
estrategia política y de marketing electoral, para conseguir resultados positivos
en ese partido.
6. Parlamento, Derecho y Opinión Pública
En este punto debemos identificar los sujetos que participan de manera activa y
pasiva en la opinión pública.
Por un lado se encuentran los sujetos activos de la opinión pública: los
ciudadanos y el debate social y por otro los sujetos pasivos de la opinión
pública: las Cortes y el ejecutivo.
Para que se forme la opinión pública es imprescindible que exista información y
debate público, que existas unas Cortes que cuente con representantes de los
ciudadanos y, que además, se encuentran legitimados por un proceso
democrático. Una vez legitimados, serán ellos, los parlamentarios los que
suministren los datos necesarios para impulsar ese debate público. Además
los principales destinatarios de la opinión pública serán los órganos del estado,
es decir, las Cortes orientan sus decisiones a los debates públicos, y como
resultado de estos debates públicos y de la voluntad nacional y se plasman
después en forma de ley.
Los derechos y libertades constitucionales son la herramienta por la cual se
pueden legitimar las decisiones que tome las Cortes sobre determinados
temas, hoy el debate sobre la Dación en Pago y el tema de las preferentes son
una muestra de que la presión social puede introducir debates en las Cortes
que en un principio no iban a ser tenidos en cuenta.
Pero no podemos hacer un debate basándonos en que si no hubiera opinión
pública no habría democracia, ya que a la democracia le corresponden un
régimen jurídico de derecho y libertades que forman el sistema democrático y
no se compone por una amalgama desordenada de derechos. Debemos
recordar que la comunicación política se benéfica de los derechos de reunión,
manifestación, asociación y participación política, y por tanto, la opinión pública
es el resultado del funcionamiento del sistema democrático, incluidos los
partidos, instituciones y órganos de poder y el uso de las consultas electorales.
Y la democracia actual pasa porque los partidos políticos canalicen la
participación pública, pero, poco alcance tendría el problema si, en el Estado
de Partidos actual en el que vivimos éstos han penetrado en la construcción del
Estado de Derecho y han impuesto su hegemonía como catalizadores últimos
de la participación política en las democracias representativas. Y esto es así
por la legitimidad que les confiere el artículo 6 de nuestra Constitución de 1978,
por tanto se convierten en males más que en beneficiarios de la promoción del
debate público por las razones que paso a explicar:
1. La disciplina de voto impuesta por el grupo parlamentario y la
hegemonía de los partidos en la configuración de las listas cerradas y
bloqueadas en los procesos electorales debilitan al proceso democrático
y al propio parlamento. Caso reciente es el voto contrario del PSC sobre
la consulta soberanista en Cataluña.
2. El Control Parlamentario se convierte muchas veces en un show, que
sirve para crear polémicas, sobre temas de actualidad como la
corrupción política que para ejercer un verdadero control sobre la acción
del gobierno, alimentando titulares y dando el típico „juego político‟ del
rifirrafe, convirtiéndose en una herramienta poco efectiva con respecto a
la tarea a realizar.
3. Los debates en los plenos son repeticiones sobre los acuerdos que se
han tomado previamente en la Junta de Portavoces. Los asuntos que
llegan a la discusión se encuentras pactados y no hay riesgo o sorpresa,
el debate se empobrece y por tanto, el de la opinión publica también.
4. Y por último, el juego de las mayorías-minorías convierte en estériles
muchos debates de gran trascendencia.
Como apunta Torres del Moral12 “De ningún modo, de un análisis sistemático
del ordenamiento constitucional puede derivarse de la supremacía, ni la
posición preferente de una libertad sobre las otras, y menos aún sobre estas
últimas (libertad de partidos y de participación política), que quintaesencian la
democracia. Pues, si de una parte, la libertad de comunicación pública facilita
el ejercicio de las libertades de reunión y manifestación, de asociación de
partidos y de participación política, la existencia de estas facilita el ejercicio de
aquella con la consiguiente exteriorización de la opiniones públicas y su posible
acceso a las funciones estatales de gobierno, legislación, control, etc”
12 TORRES DEL MORAL A., “El Instituto Jurídico de la Opinión Libre”, en “Libertades
Informativas” (Director) Torres del Moral, A. Madrid. Colex 2009 P. 1359
7. Conclusiones
Para esta última parte voy a citar el apartado de “una triple conclusión” de
Antonio Torres del Moral, ya que no puedo estar más de acuerdo con las
mismas.
Conclusión número uno: “ni la libertad de comunicación pública, ni la opinión
pública, ni ninguno de los derechos reconocidos en nuestra norma suprema es
la variable independiente del sistema constitucional de los derechos, ni, por
tanto, del sistema democrático instaurado por la Constitución”.
Conclusión número dos: “ que el tratamiento jurisprudencial otorgado a la
opinión pública por los tribunales constitucionales y Supremo españoles y el
Europeo de Derechos Humanos ha hecho de ella un comodín dialectico de uso
propio para hacerle decir al ordenamiento lo que haga falta en cada supuesto.
Lo cual, dicho con brevedad es muy poco jurídico”.
Conclusión número tres: “la utilización de la opinión pública como
argumentación jurídica de referencia no solo es una operación escasamente
jurídica, sino también gratuita, superflua e innecesaria para el fin perseguido y,
como tal, perturbadora y nociva para el límpido entendimiento del estatuto
jurídico de los derechos en el Ordenamiento español”.
8. Bibliografía
BODALERAS CUCUDELLA, M., “La Opinión Pública en Habermas”. Revista
Análisis. Universidad de Barcelona. Facultad de Filosofía 2001.
HABERMAS J., “Historia y crítica de la opinión pública. La transformación
estructural de la vida pública”. Barcelona: G. Gili, 1981
MONZON ARRIBAS, C. La opinión pública: teorías, concepto y métodos.
Tecnos, 1987.
PRICE, V. “La opinión pública Barcelona”. Paidós Ibérica, 2001.
TORRES DEL MORAL A., “El Instituto Jurídico de la Opinión Libre”, en
“Libertades Informativas” (Director) Torres del Moral, A. Madrid. Colex 2009 P.
1359
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