ARISTÓTELES 1. Contexto histórico-filosófico. 2. Orientación de su pensamiento. 3. La física como análisis científico de la physis. a) Problemas que hereda de la tradición filosófica. b) La realidad física. c) De la física a la metafísica. 4.El problema del conocimiento: a) Punto de partida: el conocimiento sensible. b) El proceso de abstracción. 5. Antropología. a) Visión del hombre. b) Las facultades del alma. 6. La filosofía práctica: ética y política. 6.1. Ética: a) La acción individual: la felicidad como sumo bien. b) La virtud. 6.2. Política: La importancia de la comunidad: El origen natural del estado. c) El fin del estado: el bien del hombre. a) b) d) El hombre como animal político. e) Formas de gobierno. 7. Aportaciones aristotélicas y vocabulario específico. 1. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO. La Grecia de Aristóteles es la Grecia del rey Filipo de Macedonia y de su hijo Alejandro Magno. Aristóteles nace en el año 384 a.C. en Estagira de Tracia pequeña ciudad de Macedonia. Procede de una familia de médicos; su padre es médico del rey Amintas II de Macedonia, padre de Filipo, hecho que influye en el carácter empírico de su filosofía. En la vida y en la evolución doctrinal de Aristóteles cabe destacar tres momentos importantes: A) Estancia en la Academia y adhesión a la filosofía de Platón. A los 17 años, Aristóteles se traslada a Atenas y entra en la Academia, donde permanece durante veinte años. En esta primera época se adhiere a la filosofía de Platón; así, acepta la teoría de las ideas separadas, acepta también la teoría de la reminiscencia y preexistencia del alma, entre otras. Comparte con su maestro no sólo los temas, sino también la forma de escribir, el diálogo, y hasta los mismos títulos. B) Salida de Atenas y primeras críticas a las doctrinas de Platón A la muerte de Platón (347 a.C.), Aristóteles sale de Atenas. Es en este segundo período cuando empieza a discrepar de algunas de las doctrinas fundamentales de la Academia, especialmente de la teoría de las ideas, y cuando empieza a perfilar su propio sistema. En el 343-2, Aristóteles es llamado a Macedonia por el rey Filipo para encargarse de la educación de su hijo Alejandro, en cuyos ideales influye el filósofo. C) Vuelta a Atenas y su actividad en el Liceo Cuando Alejandro sube al trono (336-5), Aristóteles se instala de nuevo en Atenas. Aquí no vuelve a la Academia de Platón, sino que funda una escuela propia en el Liceo, muy conocida por el nombre de "peripatética", debido a la costumbre de Aristóteles de dar las clases andando por el paseo (Perípatos) del Liceo. Durante esta última época, que se extiende desde el 335 hasta el 322, año en que se ve obligado a huir de Atenas, el filósofo desarrolla una amplia labor docente e investigadora. Aristóteles no abandona totalmente la metafísica, pero su actitud dominante es la del observador empírico. Hay que destacar sus estudios científicos, llevados a cabo en los campos de la naturaleza y la historia. 2. ORIENTACIÓN DE SU PENSAMIENTO. Aristóteles se enfrenta críticamente con las opiniones de sus predecesores. En este sentido, su filosofía se presenta en buena medida como solución a la antítesis ParménidesHeráclito y como superación del dualismo de Platón. Su pensamiento se orienta hacia una valoración del mundo sensible, ya que las únicas realidades verdaderamente existentes son los sujetos individuales. Éstos son múltiples y están sujetos al devenir, esto es innegable; pero al mismo tiempo tienen una esencia que es permanente. El universal (la idea) no está en un mundo aparte de lo sensible, sino en lo individual concreto, como esencia. Por otro lado, en Aristóteles se encuentra ya una articulación del saber en ciencias particulares, que mantienen entre sí una relativa autonomía. Todas estas ciencias tienen en común su modo de proceder; de ahí que Aristóteles establezca una ciencia auxiliar y previa a todas las demás, la lógica. Es importante destacar que uno de los grandes logros de Aristóteles es la invención de todo un vocabulario que marcará toda la historia de la filosofía y de la ciencia. 3. LA FÍSICA ARISTOTÉLICA COMO ANÁLISIS CIENTÍFICO DE LA PHYSIS: METAFÍSICA. a) Problemas que hereda de la tradición filosófica. Aristóteles recupera la physis presocrática en un intento de llegar a la solución de los numerosos problemas que le ha dejado la tradición filosófica anterior. La physis aristotélica es una síntesis general que hace posible la superación, tanto de la radicalidad del ser en la que había caído Parménides, como de la separación entre los dos mundos absolutamente incomunicables a la que se había visto abocado Platón. El punto de partida para esta solución de síntesis es la coexistencia de lo uno y lo múltiple en el seno de la misma cosa, problema tanto físico como metafísico. El fundamento de la multiplicidad no debe buscarse fuera del ser, como hizo Platón, sino en su mismo seno. El suyo es un intento de otorgar un estatuto filosófico al ser físico, ya que en él está presente el ser mismo. Las cosas del mundo físico son entes, es decir, aquello que es. Pero “el ser se dice de muchas maneras” (Metafísica G, 2), y a ese estudio se va a consagrar Aristóteles, tanto desde la física como desde la metafísica. El conocimiento de los seres físicos es el primer conocimiento accesible a nosotros por medio de la sensación, facultad que en Aristóteles recupera el papel primordial que había perdido con Platón. Sólo a partir del contacto sensible con la naturaleza podemos aspirar a saberes más elevados mediante sucesivos procesos de abstracción. b) La realidad física. Tanto Platón como Aristóteles llamaron, a la unidad de lo múltiple, eidos, que se traduce por Idea cuando se trata de Platón y por Forma cuando se trata de Aristóteles. Hasta aquí coinciden Platón y Aristóteles. Pero éste critica a Platón el que coloque la Idea fuera de la pluralidad y de la mutabilidad de lo sensible. Se pregunta Aristóteles: si las Ideas existen separadas, ¿cómo conocerlas? Y si éstas son inmutables, ¿cómo puede nacer de ellas algo que cambia? Aristóteles se aparta de Platón. Las Ideas ya no están en un lugar supraceleste, sino en las cosas mismas, dándoles forma. Las Ideas se denominarán ahora Formas y configurarán las cosas mismas. Así, para comprender la physis, hace falta saber cómo están constituidos los entes que la componen. Esa es la tarea de la metafísica. Todas las cosas del mundo sensible se componen de materia, aquello con lo que algo se hace, lo indiferenciado o elemento indeterminado, y de forma, aquello que hace que algo sea, o elemento determinante. Un caballo es caballo porque tiene la "forma de caballo". Forma no es sinónimo de figura, sino aquello que estructura un algo. Se ha denominado hilemorfismo a la teoría aristotélica que sostiene que las cosas están compuestas de hylé (materia, o capacidad receptiva genérica) y de morfé (forma, o fuerza estructurante). Los diversos tipos de cosas se diversifican gracias, precisamente, a la forma. El conjunto de cualidades que determinan a los caballos a ser caballos constituyen la "forma de caballo", que no hay que confundir con su figura externa, la cual no va más allá de ser una característica secundaria o, en todo caso, un simple resultado. La forma constituye lo universal de cada ser; su materia, en cambio, es el elemento que particulariza a cada ente. El problema del cambio, del devenir, es uno de los problemas que más preocuparon a los primeros filósofos, y que Platón no fue capaz de resolver. Para conseguirlo, Aristóteles va a proponer una explicación a partir de la diferenciación entre la materia y la forma: explica el devenir como aquello que se produce en un sustrato (materia) con una ausencia de forma, que pasa a obtener una forma determinada. Pero esta idea no puede ir contra el principio básico de no-contradicción, que no admite que algo sea y no sea a la vez. Para ello Aristóteles intentará conciliar este proceso con las características esenciales del ser. Todos los seres de la naturaleza se modifican y cambian sin cesar; por consiguiente, todos disfrutan de la posibilidad de cambiar. A esta posibilidad la llama Aristóteles ser en potencia, y al punto de llegada lo denomina ser en acto. El joven es en potencia viejo, y viejo en acto con el paso de los años. Así, el paso de la potencia al acto explica el devenir. Gracias a la introducción de estos conceptos, salva uno de los grandes obstáculos con el que se habían encontrado los filósofos anteriores, esto es, el explicar el devenir sin violar el principio de no-contradicción. Todo aquello que aún no somos (en acto), pero que podemos llegar a ser (potencia), ya lo somos, pero en un grado diferente del ser que se había entendido hasta entonces, (ser estático, en acto). Pero, ¿de qué manera se salta de la potencialidad del joven, para transformarse en viejo, al viejo real? Aristóteles introduce el concepto de causa. Sin un agente exterior al joven entendido como viejo en potencia-, jamás aparecerá el viejo. Todo lo que se modifica es modificado por otro. Actualmente aplicamos el significante causa casi exclusivamente a la causa eficiente; ahora bien, para Aristóteles, causa era lo que intervenía en la producción de un ser, con lo cual ampliaba esta noción, apareciendo cuatro modalidades: dos intrínsecas al ente considerado (la material y la formal) y dos extrínsecas al mismo (la eficiente y la final). Detengámonos en la causa final. Para Aristóteles “la naturaleza nada hace sin sentido y sin fin”, por lo tanto, en todo ente hay una tendencia hacia un objetivo final, que a su vez le da sentido. Niega, pues, el azar, el caos en la naturaleza. Todo se explica en función de un fin, y éste está incorporado como causa final en el propio ente. Esta concepción de la finalidad introduce la teleología en la naturaleza, y esto implica que todo ente tiende a completar su ser de forma perfecta (acabada y plena), es decir, alcanzar su entelequia (cumplimiento de todas las potencialidades). La diferencia con Platón salta a la vista. Vemos cómo la forma aristotélica es, junto con la materia, un componente intrínseco de las cosas. Las formas que, en Platón, estaban separadas de las cosas, fuera de ellas, situadas en el mundo de las Ideas, se encuentran en Aristóteles dentro de las cosas, constituyendo un componente esencial de las mismas. En Platón, lo real eran las formas o ideas. En Aristóteles, en cambio, lo real son las cosas concretas, singulares, compuestas de materia y forma. El cambio o movimiento, que afecta a todos los seres naturales, plantea una dificultad: si siempre que hay modificación se requiere otra realidad que cause dicho cambio, se hace indispensable dar con un ser que explique todo cuanto se altera, se transpone, varía y se transfigura; es decir, que dé cuenta racional de todo lo sometido a movimiento. El mundo del movimiento y de lo mutable únicamente es concebible en la medida en que existe lo inmóvil que mueve el resto. El motor inmóvil o causa incausada representaría este papel. Ya sabemos que los seres naturales se mueven y cambian. Pero tampoco podemos admitir que el cambio afecte a todo el conjunto del ser. Si esto ocurriese, no podríamos afirmar nunca que estamos hablando del mismo ente. De esta forma Aristóteles llega a la idea de que todo cambio es estático, dicho de otro modo, en todos los seres siempre hay algo que cambia y algo que permanece. Es una forma nueva de solucionar los problemas planteados ya por los presocráticos, y el problema que Platón dejó sin resolver acerca de la participación de las cosas sensibles en las ideas. Así llega a la idea de que aquello que permanece inmutable en el ser es su sustancia, lo que hace que una cosa sea y que existe por sí misma; lo que cambia con el paso del tiempo son sus accidentes, que son los atributos o predicados de la sustancia, S es A. Hablamos del mismo ser cuando nos referimos a un potrillo recién nacido y cuando, pasado un tiempo, le vemos transformado en un caballo formidable. Todas las cosas, pues, están compuestas de sustancia y accidentes. Podemos pues concluir diciendo que el devenir es el resultado de la mutación que los entes sufren cuando varían sus accidentes. c) De la física a la metafísica. La metafísica, filosofía primera, supone el estudio del ente en cuanto ente y se fundamenta en el principio de no contradicción, esto es, no es posible que una cosa sea y no sea a la vez. Dado que en todo movimiento físico hay algo que permanece y da unidad al conocimiento, dado que el método físico es insuficiente para un análisis definitivo de la realidad, se impone la necesidad de continuar ascendiendo hacia el mayor grado de abstracción posible para culminar el edificio gnoseológico aristotélico. Después del análisis físico viene el análisis metafísico de la realidad. De esta forma, para explicar todo el movimiento natural, hemos de llegar al primer motor inmóvil; un motor que sin moverse, sea capaz de iniciar todos los procesos de movimiento. Así se justifica la existencia de la metafísica aristotélica cuyo objeto es, por un lado la sustancia como lo que permanece a lo largo de todo el proceso de cambios, y por otro, el primer motor inmóvil como principio y origen de todo el movimiento. 4. EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA. a) Punto de partida: el conocimiento sensible. La admiración ante los fenómenos inexplicables es lo que mueve al hombre a preguntarse la razón de los mismos y es lo que inicia el proceso de conocimiento. Y ese proceso de admiración y búsqueda de una respuesta a los problemas que plantean los objetos se inicia siempre por medio de los sentidos. Sólo así podemos explicar cómo los primeros filósofos se dedicaron al análisis racional de aquello que tenían más cerca. Por este motivo parece lógico conceder a los sentidos, al menos, el ser los causantes del inicio del proceso de conocimiento. Todo conocimiento comienza en los sentidos y, este conocimiento sensible lo comparte el hombre con el resto de los animales. El hecho de que todo conocimiento comience en los sentidos no significa, por cierto, que nuestro conocimiento se quede en la captación del dato sensible. El conocimiento sensible es únicamente un tipo de conocimiento, el más rudimentario de todos, es la materia del conocimiento. Pero, una vez asentadas las bases sensibles del conocimiento aristotélico hay que señalar que el hombre posee memoria, y ésta capacidad permite al hombre progresar en su conocimiento de las cosas. El hombre no parte siempre del mismo sitio, su memoria le permite almacenar experiencias y conocimientos anteriores de forma que el progreso del conocimiento, tanto a nivel individual como a nivel de naturaleza humana, parece claro. Sin la memoria todos nuestros conocimientos serían siempre enteramente nuevos; en palabras de Aristóteles: "Sólo tras la repetida percepción y recuerdo de lo particular podemos iniciar el proceso de abstracción hacia lo universal". Así, uniendo la percepción sensible, la memoria como facultad de conocimiento y la imaginación como capacidad de formar imágenes en el entendimiento, llegamos al concepto aristotélico de experiencia. La experiencia es mucho más que percepción sensible de la realidad; todos los animales tienen capacidad sensible, pero sólo el hombre es capaz de tener experiencia de las cosas. La experiencia engloba lo empírico de los sentidos, el recuerdo de la memoria y la unidad de la razón. La experiencia abstrae la forma universal de la percepción y consigue un aislamiento conceptual de las distintas percepciones particulares. b) El proceso de abstracción. Es el momento de recordar que para Platón lo universal, la Idea, es anterior a lo particular; éste es una copia de la realidad, una participación de la Idea. Para Aristóteles el proceso es inverso: nuestro entendimiento conoce lo particular y concreto antes que lo universal y abstracto; más aún, al universal llegamos por lo particular. A este método de conocimiento es a lo que llamamos inducción. Por tanto: -Aristóteles prestigia y revaloriza el conocimiento sensible, cuyo objeto es la realidad concreta y particular. Es la fuente de todos nuestras conocimientos: “nada hay en el entendimiento que antes no estuviera en los sentidos" y podemos decir, con los empiristas que nuestra alma es "un papel en blanco" que tenemos que emborronar, llenar de contenido. No hay conocimiento previo ni reminiscencia, como diría Platón. ¿Cómo obtener esos conceptos universales, si sólo existen realidades particulares, una vez rechazado el mundo de las Ideas? Aristóteles usa la conocida teoría de la abstracción. Veamos en qué consiste: El sujeto a través de los sentidos se informa de cada una de las cosas existentes, y por medio del Entendimiento o facultad abstractiva del alma separamos las individualidades y nos quedamos con las generalidades, propiedades comunes a varios objetos Por este motivo, abstraer es obtener cualidades esenciales de varias cosas particulares que guardan entre sí alguna semejanza. ¿Qué valor real tienen esos conceptos y qué valor tiene este conocimiento universal? Los universales o Ideas no tienen realidad ontológica, sólo lógica, son conceptos formados por la mente mediante abstracción. Si para Platón era la verdadera realidad, para Aristóteles son reales en cuanto tienen una base real: hay una realidad física de donde se forman, pero son formados por la mente del sujeto. Otra herramienta fundamental para el conocimiento en el pensamiento aristotélico, es la lógica. A través del uso correcto del silogismo, es posible verificar la validez y corrección de los razonamientos y tener garantía de validez de las conclusiones a las que se llega. El silogismo es una estructura de razonamiento que consta de tres proposiciones, dos llamadas premisas y una tercera llamada conclusión. Siguiendo este modelo se puede demostrar por deducción un determinado enunciado. Ejemplo: Premisa 1: Todos los hombres son mortales. Premisa 2: Sócrates es un hombre. Conclusión: Sócrates es mortal. No por casualidad fue Aristóteles quien sentó las bases de la lógica formal y formuló toda una teoría del silogismo que perdura hasta nuestros días. 5. ANTROPOLOGÍA. a) Visión del hombre. Los principios generales que hemos visto en su Metafísica inspiran la interpretación de todos los seres del universo incluido el hombre. Así vemos que tiene una concepción hilemórfica del hombre; es un ser compuesto de cuerpo -que funciona como materia- y alma, que funciona como forma- siendo ésta el principio de todas las funciones vitales elemento diferenciador esencial frente a los seres inertes. Siendo, pues, el alma la forma del cuerpo, su principio organizador no podemos entenderlos como separables, como cosas distintas (Platón sí). Son dos términos inseparables y juntos constituyen una realidad hasta el punto de que no es el alma la que piensa sino todo el hombre, gracias al alma. Se da, pues, una unión sustancial -constituyen una sola y misma realidad no accidental. Como consecuencia no hay lugar para la preexistencia ni la inmortalidad. Sí distinguirá Aristóteles tres tipos de alma o funciones del alma vegetativa, sensitiva y racional. Esto le llevará a explicar el conocimiento humano como mezcla de conocimiento sensible e intelectual. Para Aristóteles, el alma es el principio vital de los seres naturales. Éstos son sustancias compuestas: el cuerpo es materia y el alma es su forma. El cuerpo es la materia que posee la vida en potencia o que posee capacidad de vida; el alma es la actualización de esa potencia. La unión entre el cuerpo y el alma es, pues, una unión sustancial, la misma que se da en cualquier sustancia entre materia y forma sustancial. El alma es también fin, pues el fin de la materia es la actualización de la forma. b) Las facultades del alma En el estudio de las distintas facultades del alma, Aristóteles esboza una primitiva psicología, por estudiar elementos propios de dicha disciplina como la memoria, etc. Distingue en el alma tres facultades: la facultad vegetativa, la sensitiva y la intelectiva. Las plantas poseen exclusivamente la facultad vegetativa, que comprende las funciones de asimilación y reproducción. Los animales, además de la facultad anterior, tienen la facultad sensitiva, cuyas manifestaciones son la percepción sensible, el deseo y el movimiento local. De la facultad sensitiva, se siguen la imaginación y la memoria, las cuales son necesarias para el conocimiento. Por último, el hombre, además de las facultades anteriores, dispone de la facultad intelectiva, que es capaz de conocer y de deliberar. Pero este conocimiento que desarrolla el alma intelectiva no es posible sin la materia que le proporciona el alma sensitiva. Las dos primeras facultades o facultades inferiores constituyen el alma como principio vital; son inseparables del cuerpo y, por tanto, corruptibles; son transmitidas por generación. No ocurre lo mismo en el caso de la facultad específica del hombre. 6. FILOSOFÍA PRÁCTICA: ÉTICA Y POLÍTICA 6.1. Ética. a) La acción individual: la felicidad como sumo bien. Hay que decir, en primer lugar, que el hilo conductor de la ética de Aristóteles es el problema de delimitar lo que sea el bien para el hombre, y que el autor identifica con el fin: el bien de alguna cosa es aquello hacia lo cual tiende, entendiendo por tal la actualización o realización de la potencialidad o capacidad que le es propia. Esta forma de entender el bien implica que éste no es inacción, sino actividad. Todas las ciencias, todas las artes, igual que todas las acciones y deliberaciones -dice Aristóteles- tienden hacia algún bien. Pero hay distintas clases de bienes o fines, los cuales se subordinan unos a otros: así, el fin de una medicina puede ser destruir ciertos virus, pero este primer fin lo es en vistas de otro fin superior, que es sanar. Si se encuentra algún fin de nuestras acciones, que no se subordine a ningún otro, sino que sea deseable por sí mismo y, en relación con el cual, todos los demás fines no sean más que medios en orden a él, entonces ese fin último es el Bien Supremo. ¿Cuál es la meta última o Bien Supremo de nuestras actividades? Todos los hombres coinciden en que es la felicidad. Aristóteles cree necesario precisar y aclarar el sentido en que puede decirse que la felicidad es el Bien Supremo. Pues, si bien todos coinciden en cuanto al nombre, no todos entienden la felicidad del mismo modo: para unos es el poder; para otros, las riquezas; para el enfermo, la salud, etc. ¿Cómo definir la felicidad, en cuanto Bien Supremo? Sólo hay un medio para hacerlo: tener en cuenta la capacidad y actividad específicas del hombre. Ni la nutrición ni el crecimiento ni la sensibilidad son actividades específicas del hombre, ya que son también propias de las plantas y los animales. Lo específico del hombre es su capacidad racional. Así, el Bien Supremo del hombre, en el cual consiste su felicidad, es su actividad intelectual. b) La virtud. El Bien Supremo es la actividad intelectiva o vida contemplativa, que es una vida conforme a la virtud. Ahora bien, no todo es actividad intelectiva en el hombre. En efecto, en el alma humana distingue Aristóteles dos partes: una dotada de razón y otra que carece de ella, esto es, una parte que realiza la actividad de pensar y otra que tiene la capacidad de obedecer a la primera. De ahí que Aristóteles establezca una distinción entre virtudes intelectuales, propias del alma racional, y virtudes morales, propias del alma irracional. Son virtudes intelectuales o dianoéticas: el entendimiento o razón intuitiva, la ciencia, la sabiduría, el arte, la prudencia, la discreción, el buen consejo, etc. Todas estas virtudes perfeccionan en el hombre sus potencias superiores. Son virtudes morales o éticas: la fortaleza, la templanza, la veracidad, la amabilidad, la justicia, etc. Estas virtudes ordenan conforme a la razón las potencias inferiores. ¿Qué entiende Aristóteles por virtud? La virtud es un hábito adquirido deliberada o voluntariamente, a partir de una capacidad o potencialidad inicial, y desarrollado mediante la enseñanza y el aprendizaje -en el caso de las virtudes intelectuales y mediante el ejercicio y repetición de buenos actos, en el caso de las virtudes morales. Es evidente que la introducción de la libertad y el esfuerzo en la consideración de la virtud supone una superación del intelectualismo moral de Sócrates, para quien la ciencia conducía irremediablemente al buen obrar. Si bien es verdad que en la filosofía moral de Aristóteles aún no se halla bien definida la noción de voluntad, sin embargo, es bien consciente de la lucha entre lo racional y lo irracional en el hombre. Por último, Aristóteles define la virtud moral como el término medio entre dos extremos viciosos, uno por defecto y otro por exceso: por ejemplo, la valentía es el medio entre la temeridad o imprudencia y la cobardía; la modestia es el medio entre la timidez y el descaro. Pero, ¿cuál es el criterio para discernir lo que sea ese medio? En primer lugar, no se puede decidir con rigor matemático -la ética no es una ciencia exacta, dice Aristóteles-; el medio está un poco en relación con las características y condiciones de cada cual y, en último término, el criterio debe ser la recta razón, el medio que señalaría el juicio de un hombre razonable. Por lo demás, Aristóteles carece de una norma o criterio trascendente a la manera de las Ideas subsistentes de Platón. La conclusión de Aristóteles en su Ética es que si la felicidad es la actividad conforme a la virtud, la felicidad más alta lo será con relación a la virtud más perfecta, y la virtud más perfecta es la actividad del entendimiento, que tiene por objeto los objetos más altos, los de la metafísica, y los de la matemática. Por eso identificará la felicidad con la vida contemplativa. 6.2. Política. a) La importancia de la comunidad: origen natural del Estado. El hombre es un ciudadano y en el seno de la ciudad estado es donde se desarrolla como individuo, donde consigue alcanzar la felicidad y donde, por tanto, se moraliza. Por ello, el hombre no puede vivir fuera de la sociedad: es un animal político por naturaleza, y no por convención, como habían dicho los sofistas. Esta razón es la que explica la existencia del Estado. b) El fin del Estado: el bien del hombre Igual que toda acción humana tiene como fin un bien, toda comunidad tiende o se constituye con vistas a un bien. La primera forma de asociación es la familia, cuyo fin es la continuidad de la especie, e imprimir la primera formación moral del hombre. En ella será el padre el jefe, frente a las mujeres, hijos y esclavos. La siguiente es la aldea o pueblo, formado por un conjunto de familias, y cuyo fin es la satisfacción de las necesidades. Por último, cuando varias aldeas se reúnen en una comunidad mayor, se tiene la ciudad-estado, polis o Estado. El Estado es la forma superior de asociación y tiene, por tanto, como fin el bien mayor: el fin del Estado no es sólo la provisión de las necesidades, sino el procurar para el ciudadano una vida buena, es decir, una vida conforme a la virtud y, en consecuencia, conforme a la razón y que sea feliz: la vida contemplativa. Pero ciudadano no lo es cualquiera. Quedan excluidos de esta categoría, las mujeres y los esclavos. Ambos por no poseer un alma racional plena, es decir, capaz de poner en práctica el pensamiento. Además, Aristóteles justifica la esclavitud como el instrumento necesario para que exista ocio, de tal forma que el ciudadano se pueda dedicar a las labores que le son propias. c) El hombre, animal político Una de las afirmaciones más típicas de Aristóteles es su definición del hombre como animal político. El hombre es un ser social por naturaleza. Y un hombre que por naturaleza no fuera social, sería o un animal o un Dios, pero no un hombre. De otro modo, la naturaleza no le hubiera dotado del lenguaje. Es verdad que también los animales poseen una forma elemental de lenguaje; pero el lenguaje humano no se agota en la simple manifestación de placer o displacer, sino que es capaz de indicar lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto; entre todos los animales, sólo el hombre percibe todo eso. Ahora bien, la percepción de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, implican comunicación, referencia a otros hombres. También la existencia de la amistad es una prueba de la sociabilidad natural del hombre. Ésta es considerada una de las virtudes intelectuales. “Es, además, una de las necesidades más apremiantes de la vida; nadie aceptaría ésta sin amigos, aún cuando poseyera todos los demás bienes.” (Ética a Nicómaco) La ciudad-estado no surge arbitrariamente, como producto de una convención, pacto o contrato, sino que existe por naturaleza. Los hombres tienden por naturaleza a la asociación política. Esto es coherente con los planteamientos generales de la filosofía del Estagirita: el hombre, como cualquier otro ser, aspira al pleno desarrollo de sus potencialidades; pero por sí solo es incapaz de lograrlo, pues no es autosuficiente. Sólo en la ciudad-estado consigue una autosuficiencia, no ya sólo de cara a las necesidades primarias o vitales, sino también desde el punto de vista de la condición del ser moral. g) Formas de gobierno Después de estudiar 158 tipos de constituciones distintas, Aristóteles divide las formas de gobierno en justas, si procuran el bien común, y en desviadas o corrompidas, si sólo procuran el interés particular del que gobierna o el de la clase de los que gobiernan. Son formas justas de gobierno: la monarquía, la aristocracia y la politeia o gobierno constitucional, y son desviaciones de éstas: la tiranía, la oligarquía y la democracia. Lo ideal, según Aristóteles, es que gobernara un hombre perfecto, monarquía; pero como un hombre perfecto es impensable, la aristocracia es una forma mejor de gobierno. De todas formas, también la aristocracia es en la práctica irrealizable, de manera que la constitución más adecuada es la politeia, en que el gobierno está en manos de la clase media; así se evita que gobiernen los dos extremos, los ricos y los pobres. Aristóteles no trata de buscar el Estado ideal -como Platón-, pues es irrealizable. Expone, eso sí, las condiciones capaces de hacer de un Estado el marco adecuado para la vida material, moral y feliz de los ciudadanos. Tampoco está de acuerdo con las ideas de su maestro sobre la propiedad privada y la familia. La propiedad privada y la familia son para Aristóteles derechos naturales. Añadir, por último, las formas de justicia de las que habla Aristóteles: - Distributiva: cosiste en dar a cada uno lo que le corresponde en función de sus méritos, virtudes. - Conmutativa: reajusta allí donde se hayan producido injusticias. 7. APORTACIONES ARISTOTÉLICAS. Desde el punto de vista de la metafísica, Aristóteles consigue unificar el mundo real con la sensibilidad y crear un único mundo. Para ello necesita superar el problema del devenir, y lo consigue de forma elegante gracias a la modificación – ampliación del concepto de ser (potencia / acto). Por otra parte, hay que valorar su inconmensurable aportación al nacimiento y desarrollo de las ciencias empíricas, en relación con su teoría de las causas. También se debe destacar la creación de un amplio vocabulario filosófico, que permitió aumentar el grado de precisión al tratar temas filosóficos o científicos. Desde el punto de vista epistemológico, recupera el conocimiento sensible y un estudio riguroso de los elementos que lo constituyen. Crea un instrumento necesario para el conocimiento científico más racional: la lógica. Desarrolla y valora la observación como instrumento de conocimiento, con lo que se da una importancia capital a la experiencia y a la naturaleza. Desde el punto de vista antropológico, estudia todas las facultades humanas y crea una “protopsicología”. Descubre la importancia de la memoria o la imaginación tanto para el conocimiento como para la propia configuración de la persona. Desde el punto de vista de la ética, reconoce la importancia de la voluntad para la acción virtuosa, corrigiendo la ingenuidad del intelectualismo moral. Pone a los hombres de acuerdo al decir que la felicidad es el fin de la vida, aunque puede ser discutible para algunos que la actividad racional sea la felicidad… Es admirable, por otra parte, su forma de valorar la amistad como elemento indispensable para se felices. Desde el punto de vista de la política, se le puede considerar más realista con respecto a Platón. Sin embargo, es criticable su defensa de la inferioridad de la mujer y de la esclavitud. Su defensa de la polis como forma de llevar al individuo a la felicidad también se puede considerar elogiable, por considerar a aquella como instrumento para que los ciudadanos alcancen sus fines, y no a la inversa, como pensaba su maestro. TÉRMINOS FILOSÓFICOS FELICIDAD: aquello a lo que todos los hombres tienden, aquello que por sí mismo hace deseable la vida, y que una vez obtenida ya no se desea nada más. Se identifica con la función propia del hombre, es decir, aquello que le es propio, y por lo tanto a lo que tiende, su entelequia, (realización de aquello que se es en potencia.) Por lo tanto, la actividad racional, intelectual, que Aristóteles llama vida contemplativa. NATURALEZA: “Naturaleza primariamente y en el sentido fundamental de la palabra es la entidad de aquellas cosas que poseen el principio del movimiento”, (Metafísica, I, V, cap. 4). Es la esencia de los seres que tiene en sí mismos el principio del movimiento, que se explica como paso de la potencia al acto y por la teoría de las causas. Es estudiada por la física, que a su vez necesita un fundamento, la metafísica. ALMA: Aristóteles parte de una concepción hilemórfica del hombre; un ser compuesto de cuerpo -que funciona como materia- y alma, que funciona como forma- siendo ésta el principio de todas las funciones vitales elemento diferenciador esencial frente a los seres inertes. Siendo, pues, el alma la forma del cuerpo, su principio organizador no podemos entenderlos como separables, como cosas distintas. Son dos términos inseparables y juntos constituyen una realidad única. Se da, pues, una unión sustancial. Como consecuencia no hay lugar para la preexistencia ni la inmortalidad. Sí distinguirá Aristóteles tres tipos de alma o funciones del alma vegetativa, sensitiva y racional. Esto le llevará a explicar el conocimiento humano como mezcla de conocimiento sensible e intelectual. Para Aristóteles, el alma es el principio vital de los seres naturales. Éstos son sustancias compuestas: el cuerpo es materia y el alma es su forma. El cuerpo es la materia que posee la vida en potencia o que posee capacidad de vida; el alma es la actualización de esa potencia. La unión entre el cuerpo y el alma es, pues, una unión sustancial, la misma que se da en cualquier sustancia entre materia y forma sustancial. El alma es también fin, pues el fin de la materia es la actualización de la forma. En el estudio de las distintas facultades del alma, Aristóteles esboza una primitiva psicología, por estudiar elementos propios de dicha disciplina como la memoria, etc. Distingue en el alma tres facultades: la facultad vegetativa, la sensitiva y la intelectiva. Las plantas poseen exclusivamente la facultad vegetativa, que comprende las funciones de asimilación y reproducción. Los animales, además de la facultad anterior, tienen la facultad sensitiva, cuyas manifestaciones son la percepción sensible, el deseo y el movimiento local. De la facultad sensitiva, se siguen la imaginación y la memoria, las cuales son necesarias para el conocimiento. Por último, el hombre, además de las facultades anteriores, dispone de la facultad intelectiva, que es capaz de conocer y de deliberar. Pero este conocimiento que desarrolla el alma intelectiva no es posible sin la materia que le proporciona el alma sensitiva. Las dos primeras facultades o facultades inferiores constituyen el alma como principio vital; son inseparables del cuerpo y, por tanto, corruptibles; son transmitidas por generación. No ocurre lo mismo en el caso de la facultad específica del hombre. SUSTANCIA: La sustancia es aquello que existe por sí mismo, que permanece inmutable. La forma privilegiada de ser, aquello que no se da en un sujeto sino que es un sujeto. La sustancia se puede dividir en sustancia primera, aquella que no se dice de un sujeto ni está en un sujeto (no se puede predicar de otro), y sustancia segunda, aquella que se predica de otro sujeto (sustancia primera). Si decimos “Sócrates es un hombre”, podemos afirmar que tanto Sócrates como hombre son sustancias, pero el primero como sustancia primera, y el segundo como sustancia segunda. La sustancia está compuesta de materia y de forma, según la teoría del hilemorfismo. Las características de la sustancia son lo que llamamos accidentes, aquello que puede cambiar. CAUSA: Es todo lo que concurre en la constitución de algo, y en este amplio sentido hay estas cuatro causas: 1ª Causa material: aquello de lo que algo se hace. (Mármol de una estatua). 2ª Causa formal: aquello que la cosa es, que determina su estructura. (El modelo que sigue la estatua). 3ª Causa eficiente: aquello que origina el movimiento. (El artista que esculpe). 4ª Causa final: aquello para lo cual la cosa es, para lo cual se hace. (Recordar a un personaje ilustre). Las dos primeras causas son intrínsecas al ser natural y las dos últimas, en cierto modo, extrínsecas. Las dos primeras son estáticas, en tanto que las otras son dinámicas. Todo lo que puede ser llamado causa de algo se comprende en alguno de estos cuatro tipos. POTENCIA-ACTO: El cambio se entiende como el paso de la potencia al acto. Todos los seres de la naturaleza se modifican y cambian sin cesar; por consiguiente, todos disfrutan de la posibilidad de cambiar. A esta posibilidad la llama Aristóteles ser en potencia, y al punto de llegada lo denomina ser en acto. El joven es en potencia viejo, y viejo en acto con el paso de los años. Así, el paso de la potencia al acto explica el devenir. Gracias a la introducción de estos conceptos, salva uno de los grandes obstáculos con el que se habían encontrado los filósofos anteriores, esto es, el explicar el devenir sin violar el principio de no-contradicción. Todo aquello que aún no somos (en acto), pero que podemos llegar a ser (potencia), ya lo somos, pero en un grado diferente del ser que se había entendido hasta entonces, (ser estático, en acto).