4.3.1 Armonía interna de las personas

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4.3.1 Armonía interna de las personas
La armonía interna de las personas requiere el equilibrio o balance entre los aspectos materiales y objetivos, y los
aspectos subjetivos y espirituales de sus vidas.
Hidalgo, Arias y Ávila sostienen que la corriente indigenista ecuatoriana plantea que para “poder obtener del territorio
los recursos necesarios para el Sumak Kawsay el indígena (runa) necesita tener fortaleza interior (sámai), conducta
equilibrada (sasi), sabiduría (yachai), capacidad de comprensión (ricsima), visión de futuro (muskui), perseverancia
(ushai) y compasión (llakina)”. Estas cualidades los indígenas las adquieren de la yachachina, es decir, de los mitos y
experiencia comunitaria (Hidalgo, Arias, & Ávila, 2014, pág. 36).
En parte estos elementos pueden asociarse aproximadamente con los conceptos de salud física (fortaleza interior),
salud mental (conducta equilibrada), educación y conocimiento (sabiduría, capacidad de comprensión), eudaimonía
(visión de futuro, perseverancia) y sentimientos o emociones (compasión).
Para Nussbaum, la salud física comprende “poder mantener una buena salud, incluida la salud reproductiva; recibir
una alimentación adecuada; disponer de un lugar apropiado para vivir”. La salud está interrelacionada con la capacidad
central denominada Vida: “poder vivir hasta el término de una vida humana de una duración normal; no morir de forma
prematura o antes de que la propia vida se vea tan reducida que no merezca la pena vivirla” (Nussbaum, 2012, pág.
53). Para Skidelsky y Skidelsky, la salud se entiende como el “funcionamiento completo del cuerpo, la perfección de
nuestra naturaleza animal” e “incluye todo lo necesario para el soporte de la vida, o de una duración de vida razonable”.
Además, implica vitalidad, energía, vigilancia y “rubicunda belleza” (Skidelsky & Skidelsky, 2012, pág. 174). Stiglitz, Sen y
Fitoussi conciben a la salud como “una característica básica que conforma tanto la longitud como la calidad de las vidas
de las personas” (Stiglitz, Sen, & Fitoussi, 2010, pág. 68).
Para Nussbaum, la educación y el conocimiento están relacionados con la capacidad central que ella denomina sentidos,
imaginación y pensamiento, que comprende:
…poder utilizar los sentidos, la imaginación, el pensamiento y el razonamiento, y hacerlo de un modo
<<verdaderamente humano>>, un modo formado y cultivado por una educación adecuada que incluya
(aunque ni mucho menos esté limitada a la alfabetización y la formación matemática y científica básica). Poder
usar la imaginación y el pensamiento para la experimentación y la producción de obras y actos religiosos,
literarios, musicales o de índole parecida, según la propia elección. Poder usar la propia mente en condiciones
protegidas por las garantías de la libertad de expresión política y artística, y por la libertad de práctica religiosa.
Poder disfrutar de experiencias placenteras y evitar el dolor no beneficioso” (Nussbaum, 2012, págs. 53-54).
Para Stiglitz, Sen y Fitoussi, la educación “es importante en la provisión de destrezas y competencias que apuntalan la
producción económica. Pero la educación importa para la calidad de vida independientemente de sus efectos sobre los
ingresos y productividad de la gente”. Además, la “educación trae un rango de retornos (monetarios y no monetarios)
que benefician tanto a las personas que invierten en la educación como a la comunidad donde ellas viven” (Stiglitz, Sen,
& Fitoussi, 2010, pág. 71).
Relacionado con la eudaimonía, Skidelsky y Skidelsky incluyen en su lista de bienes básicos a la Personalidad y la
definen como la “capacidad de formular y ejecutar un plan de vida que refleje el gusto, temperamento y concepto del
bien propios”. Lo que “los kantianos denominan autonomía y los aristotélicos razón práctica”. Implica “un elemento
de espontaneidad, individualidad y espíritu” y un espacio privado “en donde el individuo tenga plena libertad para
desplegarse y ser él mismo” (Skidelsky & Skidelsky, 2012, págs. 181-182). Según Nussbaum, siguiendo la tradición
kantiana, la capacidad central “Razón” práctica es “poder formarse una concepción del bien y reflexionar críticamente
acerca de la planificación de la propia vida. (Esta capacidad entraña la protección de la libertad de conciencia y de
observación religiosa)” (Nussbaum, 2012, pág. 54).
Sobre los sentimientos o emociones, Nussbaum define la capacidad central “Emociones” como “poder sentir apego por
cosas y personas externas a nosotras y nosotros mismos; poder amar a quienes nos aman y se preocupan por nosotros,
y sentir duelo por su ausencia; en general, poder amar, apenarse, sentir añoranza, gratitud e indignación justificada. Que
no se malogre nuestro desarrollo emocional por culpa del miedo y la ansiedad” (Nussbaum, 2012, pág. 54). Stiglitz, Sen
y Fitoussi distiguen entre emociones positivas como felicidad, placer, orgullo, respeto, alegría, y emociones negativas
como dolor, preocupación, ira, tristeza, estrés, temor, que caracterizan la experiencia de la gente. Estos autores también
destacan otro aspecto del bienestar subjetivo como son las evaluaciones de vida relacionadas con la satisfacción con
la vida en general o con ciertos dominios particulares como la familia, el trabajo, entre otros (Stiglitz, Sen, & Fitoussi,
2010, págs. 64-67). En consecuencia, el bienestar subjetivo no se reduce y no es lo mismo que felicidad, esta sería solo
una de las emociones o sentimientos posibles. Los mismos autores del Reporte Mundial de Felicidad lo reconocen pero
conservan la noción de felicidad más por razones comunicacionales (Helliwell, Layard, & Sachs, 2015, pág. 17).
Varios expertos e instituciones recomiendan que el bienestar subjetivo considere y mida las evaluaciones de vida, las
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