Cooperativa Pascual: 25 años ELENA PONIATOWSKA LA JORNADA Martes 15 de junio de 2010 El esfuerzo de Pascual que se mantiene como la única refresquera mexicana desde 1938 es admirable y es un gran orgullo rendirle homenaje y caminar a su lado. Esta es la fiesta de las manzanas, de las piñas, de las guanábanas, de los tamarindos, las naranjas y los limones, es la fiesta de los frutos de la tierra y la de los hombres que tienen mucho de fruta. Demetrio Vallejo, defensor de Pascual, parecía un kiwi, un zapote. Todos ustedes aquí presentes tienen cara de mango, todas las mujeres que aquí trabajan tienen cuerpo de uva, todos los que salen al campo a recolectar las frutas son piñas, melones, sandías, duraznos. Las frutas mexicanas van a dar atetrapacks Boing que en su tiempo fueron una novedad y la fruta viene derechito de las ramas de los árboles. Las guayabas son guayabas, las uvas también, nada es sintético o tramposo en esta obra de mexicanos. También los trabajadores son de a verdad y aman a su empresa y la manejan con una excelencia de la que somos testigos como lo somos también de su perseverancia que dura más de 70 años. Un dato curioso que nos hace admirar más a Pascual, utilizan cochinilla y Beta-Beta Caroteno, que son colorantes naturales, en vez de los tintes artificiales. Pascual compite con las grandes trasnacionales y se mantiene en el nivel más alto de calidad, ya que se trae la fruta fresca y limpia de toda la República. Es un deleite ver la manufacturación de las bebidas: mangos de Veracruz y de Guerrero, fresas de Irapuato, manzanas de Puebla, pero los que realmente son la pulpa, la cáscara, la fibra, el jugo de Pascual son los trabajadores que aman a su empresa y seleccionan las mejores manzanas para hacer un jugo óptimo. También los trabajadores son óptimos en su amor a su gran empresa, desde los hombres que escogen la fruta hasta los que la transportan con mucho cuidado para que no se magulle, desde los que cuidan su maduración hasta los que se mantienen frente a la maquinaria. También las secretarias, las recepcionistas, los mensajeros forman parte del largo proceso de manufactura de un Boing. El francés Louis Pasteur, descubridor de la pasteurización, estaría muy contento con las normas de calidad de Pascual y felicitaría a las más de 50 mil personas que dependen de la empresa refresquera cooperativa e independiente. Ahora que se habla tanto de la obesidad de los niños mexicanos bien podrían las autoridades volver los ojos hacia los productos Pascual que se caracterizan por la pureza y la limpieza de su fruta. Además el producto no se endulza con alta fructuosa sino con azúcar de caña. Las trasnacionales como Coca Cola o Pepsi Cola endulzan con alta fructuosa importada de Estados Unidos que es de alto riesgo para la salud porque proviene del maíz amarillo transgénico. Todos sabemos que México es uno de los países que más consumen refrescos que provocan sobrepeso, se nos martillea que nos alimentamos mal y es allí donde deberíamos insistir en las bebidas Pascual que provienen de árboles frutales y plantas que salen de la tierra. Trece sabores: guayaba, mango, tamarindo, fresa, manzana, piña, guanábana, uva, limón, toronja y durazno son como 13 árboles de la vida de la empresa Pascual que Vallejo defendió y llevó a la victoria para dar lugar a una cooperativa donde el ambiente laboral es muy bueno y se parece al de las frutas que procesan y el trato no es de superioridad sino de armonía. Más de 320 pintores se solidarizaron con Pascual entre 1984 y 1985, Rufino Tamayo, David Alfaro Siqueiros, Francisco Toledo, Felipe Ehrenberg, Carolia Paniagua, José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Guillermo Ceniceros, José Luis Cuevas y el Taller de Gráfica Popular entre otros donaron su obra para una subasta pero prefirieron conservarla y organizar la Fundación Cultural de Trabajadores de Pascual. Pascual es un ejemplo de empresa 100 por ciento mexicana que hace productos competitivos a escala nacional e internacional pero también es la esperanza de construir una sociedad mejor basada en el cooperativismo y no en el enriquecimiento de un solo dueño puesto que todos los trabajadores son dueños. En 2006 iniciaron una gran lucha porque su empresa no desapareciera. Lo bonito de una cooperativa es que todos sus trabajadores pueden decir voy a abrir aquí, voy a comprar acá, voy a hacer, voy a decidir. El futuro es de todos, la sabiduría también, la cooperativa Pascual representa la lucha contra los productos que vienen del extranjero y tienen nombres en inglés, el cuidado de las bodegas y almacenes y las grandes plantas de procesamiento como la de San Juan del Río, los que cargan las cajas de 24 envases a puro pulmón, la vida familiar, la vida de pareja, el testimonio de Margarita que asegura: “Yo de mi esposo, gracias a Dios, no me quejo… no es por nada, pero cuando le pagan su dinero llega y me dice: ‘Aquí está lo que me dieron, vieja, es tuyo y para mis hijos. En vez de que yo le pida, él me pide a mí”’. Pascual se ha forjado en la lucha sindical y tuvo a un gran defensor: Demetrio Vallejo, que nunca fue un líder sintético como la mayoría de los refrescos gringos y de los políticos de copetito, sino un defensor dispuesto a morir por sus ideales. No defraudar a un formidable luchador social como lo fue Vallejo, a un gran oaxaqueño que supo defender a los mexicanos más desprotegidos, que entregó su vida entera a los demás es una de las razones por la que Pascual debe seguir existiendo. A veces me pregunto qué tendrá Oaxaca que da a hombres y a mujeres como Benito Juárez, Ricardo Flores Magón, como Demetrio Vallejo, como Francisco Toledo, como la chamana María Sabina, como Jesusa Palancares que en verdad se llamaba Josefina Bórquez, como Tamayo, Rodolfo Morales y Miguel Cabrera el que pintó a Sor Juana en su celda llena de libros y con su pluma en la mano. Sí, como nos enorgulleció Vallejo, nos enorgullece la cooperativa Pascual y celebramos su 25 aniversario en el que podemos recordar las palabras de Vallejo: No soy ni seré jamás un traidor a mis convicciones, a mi clase, a mi pueblo y a mi patria, cualquiera que sean las circunstancias que la vida me depare.