Infecciones del cerebro y de la médula espinal

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Infecciones del cerebro y de la médula espinal
El cerebro y la médula espinal tienen una extraordinaria resistencia a las
infecciones, pero cuando se infectan, las consecuencias son habitualmente muy
graves. Por ejemplo, la meningitis, una inflamación del revestimiento del cerebro y
de la médula espinal (meninges), habitualmente está causada por una infección
bacteriana o vírica. La meningitis aséptica es un termino utilizado para describir una
inflamación de las meninges habitualmente causada por un virus, pero se trata a
veces de una reacción autoinmune (como ocurre ocasionalmente en la esclerosis
múltiple), de un efecto secundario de un medicamento como el ibuprofeno o por la
inyección de productos químicos en el canal espinal.
La encefalitis, una inflamación del propio cerebro, habitualmente es causada por una
infección vírica, pero también puede ser secundaria a una reacción autoinmune. Un
absceso es una infección localizada, semejante a un furúnculo, que puede
desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, incluso en el cerebro.
Las bacterias y los otros microorganismos infecciosos pueden alcanzar las meninges
y otras áreas del cerebro de diversas maneras desde sitios distantes. Pueden ser
llevadas por la corriente sanguínea, o pueden entrar en el cerebro por penetración
directa debido a una herida o a una intervención quirúrgica, por ejemplo. Los
abscesos pueden propagarse desde estructuras próximas al cerebro, como los senos
paranasales.
Meningitis bacteriana
La meningitis bacteriana es una inflamación de las meninges causada por bacterias.
Causas
Más del 80 por ciento de todos los casos de meningitis son causados por tres
especies de bacterias: Neisseria meningitidis, Hemophilus influenzae y
Streptococcus pneumoniae. Las tres se encuentran normalmente en el ambiente que
nos rodea y pueden incluso vivir, sin causar daño alguno, en la nariz o en el aparato
respiratorio de una persona. De manera ocasional, estos organismos infectan el
cerebro sin que se pueda identificar la razón de ello. En otros casos, la infección se
debe a una herida en la cabeza o es causada por una anormalidad del sistema
inmune. Las personas con mayor riesgo de tener meningitis por causa de una de
estas bacterias son las que abusan del alcohol, las que han sido sometidas a una
esplenectomía (extirpación del bazo) o las que tienen una infección crónica del oído
y de la nariz, una neumonía neumocócica o una drepanocitosis.
En raras ocasiones, otros tipos de bacterias como Escherichia coli (presente
normalmente en el colon y las heces) y Klebsiella causan meningitis. Las infecciones
por estas bacterias son habitualmente consecuencia de heridas en la cabeza, de una
cirugía del cerebro o de la médula espinal, de una infección de la sangre o de una
infección contraída en un hospital; ocurren con más frecuencia entre personas con un
sistema inmunológico deficiente. Las que padecen insuficiencia renal o están
tomando corticosteroides tienen un riesgo más elevado de contraer meningitis por la
bacteria Listeria.
La meningitis es más frecuente en niños de un mes a dos años de edad. Es mucho
menos frecuente en los adultos, a menos que tengan determinados factores de riesgo;
sin embargo, pueden presentarse pequeñas epidemias en ambientes como campos de
entrenamiento militar, residencias de estudiantes u otros sitios en donde la gente se
encuentra en estrecho contacto.
Síntomas
Los síntomas precoces más importantes de una meningitis son fiebre, dolor de
cabeza, rigidez de cuello, dolor de garganta y vómitos. La rigidez de cuello (rigidez
de nuca) no significa simplemente dolor a la flexión del mismo; de hecho es
imposible o provoca mucho dolor tratar de hacer que la barbilla toque el pecho. Los
adultos pueden enfermar gravemente en el curso de 24 horas, y los niños incluso
antes. Los niños mayores y los adultos pueden volverse irritables, confusos y cada
vez más somnolientos. Este estado puede progresar hacia el estupor, el coma y,
finalmente, la muerte. La infección causa inflamación de los tejidos cerebrales e
impide el flujo sanguíneo, lo que produce síntomas de un ataque vascular cerebral
como una parálisis. En algunos casos se presentan convulsiones. El síndrome de
Waterhouse-Friderichsen, una infección de evolución rápida y catastrófica, es
causada por Neisseria meningitidis; produce diarrea grave, vómitos, convulsiones,
hemorragias internas, hipotensión, shock y, frecuentemente, la muerte.
En niños menores de 2 años, la meningitis habitualmente causa fiebre, vómitos,
irritabilidad, convulsiones, problemas para comer y llanto de un tono muy agudo. La
piel sobre la fontanela (la zona blanda entre los huesos del cráneo) se pone tensa y la
fontanela puede protruir. El flujo de líquido alrededor del cerebro puede verse
bloqueado, haciendo que el cráneo se agrande (hidrocefalia). A diferencia del niño
mayor o del adulto, un niño menor de un año puede no presentar rigidez del cuello
(rigidez de nuca).
Diagnóstico
Puesto que la meningitis bacteriana (especialmente cuando está causada por
Neisseria meningitidis) puede causar la muerte en pocas horas, se requiere atención
médica inmediata. Una fiebre inexplicada en niños de menos de dos años requiere un
examen médico completo e inmediato, especialmente si se vuelve irritable o más
somnoliento que de costumbre, se niega a comer, tiene vómitos, convulsiones o si
presenta rigidez de nuca. Si el médico sospecha que pueda tratarse de una meningitis
bacteriana, generalmente se le trata con antibióticos incluso antes de tener los
resultados del análisis.
Durante la exploración física, el médico busca la presencia de erupciones cutáneas
(habitualmente manchas rojas y moradas), cianosis (un color azulado de la piel),
rigidez de nuca y otros signos característicos de la meningitis. Uno de estos signos
consiste en que al flexionar la cabeza del niño hacia el pecho estando acostado,
puede que las caderas y las rodillas se flexionen hacia el tórax.
Otro signo es que el médico no logre estirar las rodillas flexionadas del niño, al
tratar de levantarle las piernas.
Cuando se sospecha una meningitis, rápidamente debe determinarse si se trata de
una infección bacteriana, vírica, por hongos o de otro tipo, o si se trata de una
irritación por otra causa (por ejemplo, un producto químico). Son muchas las causas
posibles y el tratamiento es diferente para cada una.
La punción lumbar es el examen habitual para el diagnóstico de la meningitis y para
determinar su causa. Para ello se inserta una aguja delgada entre dos vértebras en la
parte inferior de la columna vertebral para recoger una muestra de líquido
cefalorraquídeo de la zona justo por debajo de la médula espinal. Luego se examina
el líquido al microscopio en busca de bacterias y se envía al laboratorio para su
cultivo e identificación. Las bacterias pueden someterse a una prueba para
determinar su susceptibilidad a diferentes antibióticos (antibiograma). El valor de
azúcar, un incremento de las proteínas, la cantidad y el tipo de glóbulos blancos en
el líquido cefalorraquídeo pueden ayudar a determinar el tipo de infección.
Para ayudar a establecer el diagnóstico, además de la punción lumbar, el médico
puede hacer cultivos de sangre, de orina, de mucosidad nasal y de garganta, así como
del pus proveniente de infecciones de la piel.
Tratamiento
La meningitis bacteriana debe tratarse de inmediato con antibióticos y también con
corticosteroides por vía intravenosa para disminuir la inflamación. Se puede utilizar
uno o más antibióticos para combatir las bacterias que más probabilidad tienen de
causar la infección. Una vez identificada la bacteria responsable (uno o dos días más
tarde) puede escogerse el antibiótico más apropiado. El tratamiento comporta
también la administración de líquidos en función de la fiebre, la sudación, los
vómitos y la falta de apetito.
El médico vigila cualquier complicación que pueda resultar de la infección del
cerebro. La meningitis bacteriana (especialmente si es causada por Neisseria
meningitidis) puede causar una hipotensión (disminución de la presión arterial) y
para contrarrestar esta situación deben administrarse incluso más líquidos o
determinados fármacos.
Pronóstico
Si el tratamiento se inicia de inmediato, fallecen menos del 10 por ciento de
personas con meningitis bacteriana. Pero si el diagnóstico o el tratamiento se
retrasan, es más probable que se produzcan lesiones cerebrales permanentes o
incluso la muerte, especialmente en niños muy pequeños o en ancianos. En general
la recuperación es total, aunque algunas personas pueden tener convulsiones que
requieran un tratamiento de por vida. Después de un ataque de meningitis puede que
reste un deterioro mental permanente y una parálisis.
Prevención
La vacunación puede prevenir la meningitis causada por Neisseria meningitidis. La
vacuna es utilizada en caso de amenaza de epidemia en comunidades cerradas (como
por ejemplo una base militar) o en personas expuestas de manera repetida a las
bacterias. Los miembros de la familia, el personal médico y otras personas en
contacto directo con una persona infectada por Neisseria meningitidis deben también
recibir un antibiótico como la rifampicina o la minociclina. Todos los niños deberían
recibir de manera sistemática la vacuna contra Hemophilus influenzae tipo b, que
ayuda a prevenir la forma más frecuente de meningitis en el niño.
PLANIFICACIÓN Y EJECUCIÓN DE ENFERMERÍA
Con un diagnóstico precoz de la meningitis, hace que esta infección, hoy en día, haya
disminuido.
-
Enfermería debe realizar valoraciones para observar las características clínicas de la
infección para empezar a hacer cuidados y tto.
-
Vigilar la temperatura cada 6 horas
-
Vigilar constantes vitales (TA, FC,...) y monitorizar en caso necesario.
-
Vigilar los ingresos y las eliminaciones para vigilar el nivel de electrolitos y evitar el
edema cerebral por administrar grandes cantidades de líquido. Recomendar poner
menos de la cantidad necesaria de líquido en la fase inicial.
-
Vigilar infecciones secundarias.
-
Administrar corticoides para evitar el edema y la medicación antibiótica prescrita.
-
Vigilar el nivel de conciencia y signos neurológicos.
-
Reducir la temperatura con antitérmicos.
-
Mantener el equilibrio hidroelectrolítico.
-
El niño debe estar en una habitación tranquilo.
-
Prevenir la diseminación de la meningitis:
♦ Aislar al niño
24-48 horas aislado completamente para evitar contagio.
♦ Identificar a los contactos íntimos y a los niños de alto riesgo para hacer una
buena profilaxis:
 Tomar una serie de medidas: EDO
 Desinfección de los locales donde ha estado el niño en
menos de 24 horas.
 Efectuar una buena quimioprofilaxis, sobretodo a niños que
han estado en contacto con el niño: Rifampicina 10 mg/kg
durante dos días en niños mayores de un mes y 5 mg/kg
durante 2días en niños menores de un mes.
 Importante la educación sanitaria: vacunación Meningococo
tipo C a los 2-4-6 meses y Hemophilus influenciae a los 2-4-6-18
meses. Contra el Meningococo tipo B no hay vacuna.
 Educar y aconsejar a los padres ante la posibilidad de la
aparición de secuelas:
√ Hidrocefalia
√ Problemas neurológicos:
- motores: parálisis, convulsiones, estrabismo.
- sensoriales: ceguera, sordera.
- sensitivos: parestesias.
- psíquicos: retraso mental, alteración conductual.
-
Valoración diagnóstica: electroencefalograma, audiometría, control psicológico,
revisión de la vista.
Infecciones víricas
La encefalitis es una inflamación del cerebro, habitualmente causada por un virus, y
se conoce como encefalitis vírica. La encefalomielitis es una inflamación tanto del
cerebro como de la médula espinal, también causada por un virus. La meningitis
aséptica es una inflamación de las meninges (el revestimiento del cerebro y de la
médula), habitualmente causada por un virus.
Varios tipos de virus pueden infectar el cerebro y la médula, incluidos los que
causan el herpes y las paperas. Algunas de estas infecciones ocurren en forma de
epidemias y algunas son propagadas por insectos.
En ciertos casos el virus propiamente no infecta el cerebro y la médula, pero puede
causar reacciones inmunológicas que resultan, de manera indirecta, en una
inflamación de estas estructuras. Este tipo de encefalitis (encefalitis parainfecciosa o
encefalitis postinfecciosa) puede presentarse después del sarampión, de la varicela o
de la rubéola. La inflamación característicamente aparece entre 5 y 10 días después
de la infección vírica y puede causar lesiones graves en el sistema nervioso.
En contados casos, la inflamación del cerebro se desarrolla semanas, meses o años
después de una infección vírica. Un ejemplo es la panencefalitis subaguda
esclerosante, una inflamación cerebral que en ciertas ocasiones se presenta después
del sarampión y habitualmente ocurre en niños.
Síntomas
Las infecciones víricas del cerebro pueden producir tres tipos de síntomas
diferentes. Algunas infecciones son leves, causando fiebre y un estado de malestar
general, habitualmente sin síntomas específicos.
La meningitis vírica habitualmente produce fiebre, dolor de cabeza, vómitos,
cansancio y rigidez del cuello. La encefalitis afecta a la función normal del cerebro,
causando cambios de personalidad, convulsiones, debilidad en una o más partes del
cuerpo, confusión y una somnolencia que puede convertirse en un estado comatoso;
además, también ocasiona los síntomas de una meningitis.
Ciertos virus producen síntomas adicionales. Por ejemplo, el virus del herpes simple
produce convulsiones repetidas en las fases iniciales de la encefalitis. El líquido
cefalorraquídeo en la encefalitis por herpes simple contiene glóbulos rojos además
de glóbulos blancos (lo cual es poco usual en otras formas más leves de infecciones
víricas).
Este virus también puede causar una inflamación del lóbulo temporal del cerebro,
que puede ser diagnosticado rápidamente por la resonancia magnética (RM). La
tomografía computadorizada (TC) puede mostrar cambios únicamente si existen
lesiones graves.
Diagnóstico
En un principio puede ser difícil distinguir entre una meningitis vírica o aséptica de
una meningitis bacteriana, y la encefalitis puede parecerse a muchas otras
enfermedades que causan una disfunción cerebral. Al primer síntoma de cualquiera
de estas enfermedades los médicos tratan de determinar la causa de la infección.
Casi siempre realizan una punción lumbar para analizar el líquido cefalorraquídeo.
En las infecciones víricas, el número de linfocitos en el líquido se encuentra
aumentado, pero no hay presencia de bacterias. El cultivo de virus a partir del
líquido cefalorraquídeo es difícil y puede requerir varios días.
Los médicos también practican otras pruebas inmunológicas para cuantificar los
anticuerpos contra el virus. Pero incluso con estas pruebas, en más de la mitad de los
casos no se logra identificar un virus específico. El médico también puede solicitar
una TC o una RM para confirmar que los síntomas no son causados por un absceso
cerebral, por un derrame cerebral o por un problema estructural, como un hematoma,
un aneurisma o un tumor.
Pronóstico y tratamiento
Aun cuando las infecciones que no producen síntomas habitualmente no requieren
tratamiento, los fármacos antivíricos pueden ser eficaces en los casos más graves. El
aciclovir es eficaz contra el herpes simple, pero no contra la mayoría de los demás
virus.
Muchas personas afectadas por una infección vírica del cerebro se restablecen
completamente. Las posibilidades de sobrevivir y de recuperarse dependen del tipo
de virus. La encefalitis herpética causa lesiones cerebrales graves, pero puede ser
tratada con aciclovir. Para conseguir una recuperación satisfactoria, el tratamiento
debe comenzar antes de que el paciente entre en estado de coma. Las lesiones
permanentes son más habituales en los bebés. Los niños habitualmente se
restablecen al cabo de un período largo, mientras que el adulto se recupera
rápidamente.
El fármaco zidovudina (AZT) puede retardar la demencia causada por el virus del
SIDA. La leucoencefalopatía multifocal progresiva en ocasiones se trata con
citarabina o vidarabina, pero en el mejor de los casos estos fármacos sólo retardan la
progresión de la infección.
Absceso cerebral
Un absceso cerebral es una colección de pus localizada en el cerebro.
Los abscesos cerebrales no son frecuentes. Pueden ser causados a partir de la
propagación de una infección en otra parte de la cabeza (como un diente, la nariz o
el oído), de una herida que alcanza el cerebro o de una infección originada en otro
lugar y propagada por la sangre.
Síntomas
Un absceso cerebral puede dar muchos síntomas diferentes, dependiendo de su
localización. Los síntomas consisten en dolores de cabeza, náuseas, vómitos,
somnolencia, convulsiones, cambios de personalidad y otros signos de disfunción
cerebral; estos síntomas pueden evolucionar en días o semanas. La persona afectada
puede tener fiebre o escalofríos en un principio, pero los síntomas pueden
desaparecer a medida que el cuerpo combate y vence la infección.
Diagnóstico
La mejor prueba para diagnosticar un absceso cerebral es unatomografía
computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM). Aun cuando una TC o una
RM habitualmente muestran el absceso, la imagen de una colección de pus puede
parecerse a un tumor o a un ictus. Para que el médico pueda descartar el tumor o el
derrame cerebral y determinar cuál es el microorganismo que causa el absceso,
puede ser preciso realizar otras pruebas. Así, puede que sea necesaria una biopsia
del absceso (se recoge una muestra para su examen al microscopio y para su
cultivo).
Tratamiento
Un absceso cerebral puede ser mortal si no se trata con antibióticos. Los más
utilizados son la penicilina, el metronidazol, la nafcilina y las cefalosporinas, como
la ceftizoxima. Los antibióticos suelen administrarse durante 4 a 6 semanas y cada
dos semanas se repite la TC o la RM. Si el antibiótico no cura la infección es posible
la intervención del cirujano para drenar el absceso quirúrgicamente.En ocasiones, un
absceso cerebral causa una inflamación del cerebro y un incremento de la presión
intracraneal. Este estado es muy grave y puede causar daños permanentes al cerebro,
por lo que los médicos lo tratan de forma muy agresiva. Pueden administrar
corticosteroides y fármacos como el manitol, que reducen la hinchazón del cerebro y
disminuyen la presión.
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