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Revista “Medicina” Vol.7 Nº1. Año 2001
EDITORIAL
SER O NO SER MÉDICO
Cuando Shakespeare dijo en el siglo XVII “Ser o no ser” seguramente no pensó que su frase sería tan
frecuentemente repetida en una época determinada como la que vivimos, ni tampoco creyó que la misma
sería utilizada y aplicada para un tema específico, pues esto es lo que creemos que ocurre hoy en nuestro
país con un grupo importante de jóvenes quienes en algún momento de sus vidas sienten el deseo y la
vocación para seguir la carrera de Medicina y lograr que algún día, emulando al famoso personaje de la
medicina romana, se les llame Galenos.
Sin embargo, esos mismos jóvenes también sienten la presión de un mundo actual que enseña e impone la
necesidad de ser competitivos, eficientes en un medio en el que lo material se impone a toda otra clase de
valores y es ahí donde deben entonces estar aplicando la frase de Shakespeare, Ser o no ser médicos?.
La medicina es una ciencia y un arte donde los valores morales se encuentran por encima de todo y su
ejercicio se encuentra respaldado por un juramento que obliga a la fiel observación de dichos valores,
más aún, la enseñanza médica en las aulas universitarias y en las salas hospitalarias, repite diariamente
con la palabra y con el ejemplo de los maestros, cómo debe ser y comportarse un médico, pero aquí
surge el problema, como se puede pedir y exigir a un ser humano que cumpla con los postulados de la
Medicina sin que se le dé el mínimo necesario para su sustento, sin que tenga una respuesta para su hijo
y esposa cuando le exigen el pequeño gusto que ven en su compañero o en su amiga, o peor aún cuando
le dicen como es tan común en quienes ejercemos la medicina “tus pacientes son siempre primero y de tu
familia no te preocupas”.
Cómo se puede pedir al médico, que comparte todas las virtudes e imperfecciones de los humanos, que se
olvide pedir al médico, que comparte todas las virtudes e imperfecciones de los humanos, que se olvide
de ser humano y que como tal no deba recordar que debe vestirse, alimentarse y manejar una “imagen”
digna del médico? A qué quiso referirse Hipócrates, el más grande de todos los médicos en la historia de
la Humanidad cuando dijo “el médico debe estar bien nutrido y alimentado, pues el pueblo considera
que los que no saben cuidar el propio cuerpo no serán capaces de cuidar el de los demás?” Qué
contestar a todo esto si el motivo es netamente económico como ocurre hoy con la mayoría de nuestros
médicos y si me refiero a los jóvenes médicos posiblemente deba decir con la casi totalidad de ellos.
La contestación a estos interrogantes, si es que no hay los cambios requeridos en nuestras estructuras de
salud, solo deja 3 elecciones posibles: una, botar por la borda años de estudio, sacrificio e ingentes
gastos a dedicarse a otra cosa; otra, buscar nuevos rumbos donde se les reconozca su labor o por último,
olvidar las enseñanzas, los postulados, el juramento y dejar a los pacientes en un plano secundario para
poder, no importa el cómo, aliviar sus necesidades.
Ya vimos hace años a médicos que dejaban la medicina para trabajar como taxistas, profesores,
empleados públicos, en los últimos años una gran cantidad de jóvenes médicos trabajan como visitadores
a médicos, ahora estamos viviendo una corriente migratoria que ha determinado el que más de 3000
médicos hayan emigrado hacia otros países y estas plazas extranjeras o se van agotando o se van
volviendo cada día más difíciles de lograr pues los países que las conceden imponen limitantes para
defender a sus médicos, y entonces, ¿ahora, nos quedará el último camino? Llegará la Medicina
ecuatoriana a ocupar los primeros lugares en el mundo por su corrupción como lamentablemente ha
ocurrido en otros ámbitos del quehacer nacional? Esperemos que esto nunca ocurra.
Razón tienen entonces los jóvenes ecuatorianos que piensan estudiar medicina en preguntarse si vale o
no vale la pena ser médico en nuestro país y muchos de ellos deciden y así lo hemos oido, que es mejor
dedicarse a profesiones “más productivas”.
Un país que no invierte en la salud y en la educación de su pueblo es un país sin norte, sin futuro. Ojalá
que nuestros gobernantes de ahora y siempre recuerden esto y pongan el rumbo necesario para el
bienestar y engrandecimiento del Ecuador y entonces nuestra juventud vea que si vale la pena ser
médico.
Dr. Mauro Madero Izaguirre
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