Tras el referéndum de Santa Cruz

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Tras el referéndum de Santa Cruz
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Bolivia
Tras el referéndum de Santa
Cruz
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Sábado 10 de mayo de 2008
Fecha de redacción: 10 de mayo de 2008
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Tras el referéndum de Santa Cruz
El domingo 4 de mayo, con el 85% de los votos, la población de la región de Santa Cruz ha aprobado masivamente
el estatuto de autonomía sometido a referéndum. Pero la abstención masiva -alrededor del 40%- confirma que la
hegemonía de la derecha en esta zona es fuertemente contestada por el movimiento popular.
El estatuto de autonomía sometido a voto, en Santa Cruz, refleja los intereses de una derecha hoy parapetada en
sus bastiones. Decidida a rechazar la nueva Constitución aprobada el 14 de diciembre de 2007, ha optado por una
estrategia que se acerca a una verdadera imposición por la fuerza. Es así como las principales instituciones de la
ciudad, dominadas por las elites locales, como el Comité Cívico (que articula lo esencial de los grupos patronales) y
la prefectura, se han dedicado a la elaboración de un estatuto encargado de dar un contenido a la autonomía
departamental adoptada tras el referéndum del 2 de julio de 2006, sin que sus miembros hubieran sido elegidos con
tal mandato.
Por la lectura de este estatuto, no hay duda de que sus autores han buscado prevenirse de toda política
gubernamental que pudiera potencialmente afectar a sus intereses. Así ocurre con la propiedad de la tierra, ejemplo
que simboliza por sí mismo el espíritu de este texto. A día de hoy, la superficie máxima de tierras autorizadas en
Bolivia es de 50.000 hectáreas. Cuando el nuevo texto constitucional prevé una reducción drástica de este límite a
5.000 o 10.000 hectáreas, dejando así augurar un proceso de liquidación de los latifundios, el Comité Cívico, cuyos
miembros están en su mayor parte a la cabeza de grandes extensiones de tierra, concede al futuro gobernador
departamental, y solo a él, la competencia de atribuir títulos de propiedad. Una prerrogativa que privaría al poder
central de la posibilidad de contestar la validez de esos títulos, lo que puede hacer todavía hoy.
El referéndum para aprobar el estatuto ha sido convocado despreciando la legalidad, en un contexto de rechazo
sistemático de todo diálogo, tanto con el gobierno como con los mediadores internacionales. Sin haber sido objeto
de ninguna ley en el seno del Congreso, el referéndum no se apoya, en efecto, en ningún marco legal. Ha sido
necesaria la complicidad de un tribunal departamental electoral, convertido a la vez en juez y parte, para ser llevado
a término. Para compensar la ausencia de asesores independientes y de observadores internacionales (al haber
rechazado la totalidad de las instituciones internacionales legitimar esta consulta electoral), éste ha debido recurrir a
los miembros de la Unión de Juventudes de Santa Cruz (UJC),un grupo de choque cuya notoriedad se ha forjado a
lo largo de las repetidas agresiones contra toda movilización campesina en Santa Cruz.
En este contexto, no es sorprendente que la "fiesta democrática" celebrada por el Comité Cívico y sus aliados, que
las organizaciones sociales habían decidido boicotear llamando a la abstención y la desobediencia civil, se haya
convertido en una parodia de democracia. A las amenazas de represalias contra potenciales abstencionistas las
semanas que precedieron al escrutinio, han sucedido, el día de la votación, múltiples denuncias de irregularidades,
así como operaciones de castigo llevadas a cabo por la UJC, con un fondo de racismo no disimulado contra los
habitantes de las zonas rurales y de los barrios populares que habían optado por el rechazo a abrir oficinas
electorales.
Queda por saber en qué desembocará la secuencia política iniciada por la consulta de Santa Cruz, que será pronto
seguida por otros referéndums en el Beni y el Pando (1 de junio) y luego en Tarija (22 de junio). Por el momento, las
hipótesis de secesión o de guerra civil en Bolivia, extendidas en el seno de la izquierda radical, no parecen son
plausibles. Si la derecha ha intentado más bien imponer al gobierno de Morales una negociación sobre las
autonomías por medio de estos escrutinios, la victoria pírrica lograda el domingo pasado debilita paradójicamente su
posición.
La situación de Evo Morales no es envidiable tampoco. Está, en efecto, confrontado a un raro dilema: si la
negociación aparece como la única salida factible de la crisis, ésta supone revisar la última redacción de la nueva
Constitución. Lo que rechazan legítimamente las organizaciones populares y el Movimiento hacia el socialismo
(MAS), para quienes ese texto constituye la conclusión de un ciclo de luchas sociales de más de diez años.
Rouge, 8/5/2008
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Tras el referéndum de Santa Cruz
Traducción: Alberto Nadal para VIENTO SUR
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