Uso abusivo y patológico de las tecnologías. Estudio descriptivo en jóvenes argentinos. FUENTE: PSICOLOGIA.COM. 2008; 12(2) Luque, Leticia E. Trabajo de la investigación desarrollado en la cátedra Metodología de la Investigación Psicológica, Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Recibido el 23/01/2009 PALABRAS CLAVE: Tecnodependencia, Dependencia psicológica, Adicciones psicológicas, Tecnologías, Nuevos trastornos psicológicos. KEYWORDS: Techno-dependence, Psychological dependence, Psychological addiction, Technologies, New psychological disorders. Resumen Los hábitos tecnológicos actuales están desencadenando un uso problemático de las tecnologías. Los trastornos de uso abusivo y patológico de Internet, videojuegos, televisión y teléfono móvil se entrecruzan de manera que algunos sujetos muestran comportamientos que incluyen todas estas herramientas tecnológicas. El objetivo del estudio ha sido determinar la existencia de uso abusivo y problemático de las distintas tecnologías en la población local, para detectar la presencia de sujetos tecno-dependientes, como base para propuestas de diagnóstico y dispositivos de terapéuticos adecuados. El 6.6% de la muestra (n=181) cumple todos los criterios de tecnodependencia y un 25% presenta conductas de riesgo hacia la tecnología en general. Los sujetos de 13-16 años realizan usos abusivos y patológicos de las tecnologías, siendo las mujeres las que muestran más cantidad de conductas de riesgo. La telefonía móvil es la tecnología más adictiva (21% con uso patológico). Los resultados muestran que existe una problemática que requiere atención, por su impacto social y psicológico; la coexistencia de uso abusivo y patológico hacia las distintas tecnologías indica la presencia de un trastorno en cierne, que afectará el desarrollo y la salud de las nuevas generaciones. Abstract Habits in technology have unleashed a problematic use of technologies. Some people do misuse the Internet, video games, television and mobile phone simultaneously. The aim of this study was to determine the existence of abuse and pathological use of various technologies in the local population (Córdoba-Argentina), to detect the presence of techno-dependents, as basement for proposing therapeutic devices. 6.6% of the sample (n = 181) meets all the criteria techno-dependence and 25% have risk behaviors toward technology in general. The subjects of 13-16 years performed and pathological misuse of technologies, with women showing more risk behavior. The mobile phone is the most addictive (21% pathological use). The data indicate that there is a problem that needs attention, for its social and psychological impact. The coexistence of abuse and pathological use to the different technologies indicates the presence of a disorder in evolution, which affect health and development of new generations. Introducción El hombre ha desarrollado herramientas tecnológicas para satisfacer necesidades; sin embargo, y aunque resulte paradójico, algunas tecnologías parecen ser generadoras de nuevas necesidades. De manera extrema, algunas personas parecen incapacitadas para prescindir de las tecnologías, y podrían considerarse tecno-dependientes. Las herramientas tecnológicas a las que hacemos referencia son: computadoras e Internet, videojuegos, televisión, telefonía móvil, mp3/4/5. Por esto utilizaremos el término tecno-dependencia en lugar de ciberdependencia o ciberadicción, que se refiere primordialmente al uso problemático de Internet y el ciberespacio. Se considera, como hace Append (2007), la tecnología como un objeto susceptible de a) generar deseos patológicos con frustración por la falta de consecución, b) riesgo de aislamiento, con consecuencias en la vida cotidiana del usuario, c) falta de conciencia del uso excesivo por parte del abusador pero generadora de quejas en el entorno social cercano. Esta dependencia psicológica de las tecnologías no está registrada en ningún manual diagnóstico (DSM IV y/o CIE10); no obstante, es incuestionable la existencia de un problema relacionado con el uso compulsivo o patológico de las tecnologías, que amerita ser considerado como trastorno psicológico, con sintomatología específica y criterios diagnósticos propios. Estudios como el efectuado por la Universidad de Santiago de Compostela (Becoña Iglesias, 2005) o los informes de INJUVE (Jesús Funes, 2008), en España, sirven de apoyo a esta cuestión. La dependencia psicológica hacia cualquier objeto o actividad (juego, comida, Internet) incluye síntomas propios de la tolerancia y el síndrome de abstinencia, así como tiempo excesivo dedicado a la conducta compulsiva, con esfuerzos infructuosos de controlar la misma, con persistencia más allá de la conciencia del problema y con consecuencias sobre la vida cotidiana. Se incluyen estos comportamientos dentro de lo que se conoce como adicciones no tóxicas o adicciones psicosociales (Echeburúa, 1999; Alonso-Fernandez, 2003; Ades & Lejoyeux, 2003), frecuentemente denominadas adicciones “sin sustancias” para distinguirlas de las drogodependencias. El uso problemático de Internet ha sido estudiado desde 1994, cuando K.Young alertó sobre la “adicción a Internet” y actualmente se ha aceptado su inclusión en la futura versión del manual de diagnostico de salud mental (DSM-V) . En base a la definición de la adicción a sustancias, Goldberg (1995) la define como un patrón desadaptativo de uso de Internet, que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativo, en algún momento de un periodo continuado de 12 meses, y que incluye tres o más de estos criterios: 1) se accede a Internet más a menudo o por más tiempo de los que se había planeado; 2) las actividades sociales, profesionales o recreativas disminuyen o se ven seriamente comprometidas por el uso de Internet; 3) hay tolerancia, es decir, necesidad de incrementar el tiempo de conexión para lograr satisfacción/placer, y disminución del efecto con la continuidad del uso; 4) síndrome de abstinencia, manifestada cuando es preciso cesar o reducir el tiempo de conexión; 5) los síntomas producen malestar o deterioran las áreas social, ocupacional o cualquier otra área vital. Se suma a esto que las horas de uso de Internet no son con fines educativos o laborales (uso no-instrumental); por permanecer más tiempo conectado, el adicto a Internet produce cambios drásticos en sus hábitos de vida, lo que incluye alimentación, higiene, horas de sueño, actividad física. Se restringe, evita o rechaza actividades sociales o que requieran inversión de tiempo fuera de la red (Luque, 2007a). Existen estudios que indican el uso problemático de los videojuegos (Griffiths, 1998; Rossetti et al, 2001; Becoña Iglesias, 2005). Al igual que con otros tipos de juegos, hay quienes hacen un uso adecuado de los videojuegos (para entretenimiento); pero hay quienes invierten una cantidad de tiempo excesiva en ellos, gastan cantidades elevadas de dinero o presentan comportamientos no deseables (ej: robar dinero para gastar en videojuegos). Además, se producen consecuencias negativas en distintos ámbitos: ya no salir con amigos por jugar en consolas o computadoras, dejar de lado actividades que antes eran gratificantes, sentirse existencialmente vacíos cuando no se está jugando; la autoestima depende casi exclusivamente de lo bueno que se es en los videojuegos. Las horas que antes se usaban para estudiar y/o trabajar son invertidas en video-jugar. Aparecen movimientos involuntarios cuando no se está jugando (como si se estuviera usando mouse o joystick); el pensamiento se ocupa en idear estrategias para ganar. Todos estos indicadores son decisivos para determinar si hay dependencia o no, ya que comúnmente los videojuegos no tienen influencia negativa sobre las relaciones sociales y las habilidades (Luque & Almada, 2006; Moreno & García, 2006). En cuanto a la televisión, hablamos de teleadicción cuando hay consumo abusivo de televisión o una fijación anómala sobre ella (Alonso-Fernández, 2003). Existe abuso cuando se produce contemplación excesiva de televisión, en relación a la cantidad de horas; sería excesivo un consumo superior a tres horas diarias o más del 50% del tiempo libre que tiene el día de un estudiante o trabajador. La falta de esparcimiento extrafamiliar por permanecer ante el televisor, la contemplación de la pantalla sin atender a otros estímulos o presencia de personas, la dificultad para apagar el televisor aunque no haya programación de interés, la preocupación por la programación no vista cuando hay otras obligaciones escolares y/o laborales, y el atracón televisivo de los fines de semana o días libres, son indicadores de uso problemático de la televisión. En la última década, el teléfono móvil pasó de ser un objeto de lujo a ser parte de la anatomía de un grupo bastante importante de la población y es utilizado por personas de toda edad y estrato social. La competitividad de las compañías telefónicas y la publicidad que fomenta el uso indiscriminado han contribuido a la popularización y también al uso compulsivo de esta tecnología. La adicción al teléfono consiste en un fracaso crónico y progresivo en resistir el impulso de realizar llamadas telefónicas, a pesar de las consecuencias negativas que ello conlleva, e incluye el impulso a enviar SMS sin finalidad aparente y de forma compulsiva (Luque, 2007). Los dependientes del teléfono móvil (mobile addiction) no pueden pasar minutos sin su teléfono; si nadie llama, llaman, y si nadie contesta, insisten, dejan mensajes de voz, envían SMS, vuelven a llamar, etc. Duermen con el teléfono a su lado (mano, mesa de noche, almohada) para poder responder inmediatamente, alterando así sus horas de sueño. Siempre están expectantes de las respuestas a los SMS y la no-respuesta es altamente frustrante. El teléfono es llevado y respondido hasta en lugares inapropiados (ej: baño). El sueño alterado y el mal humor correlativo, la pérdida de privacidad, la disminución de rendimiento y posterior abandono de actividades productivas, la progresiva pérdida de relaciones sociales, son los indicadores de uso abusivo. Hay dependencia cuando existe aislamiento y/o preferencia casi exclusiva de contacto con otros por vía telefónica, particularmente si es por vía SMS (Ades & Lejoyeux, 2003; Becoña Iglesias, 2005; Luque, 2007b). Estos usos abusivos y problemáticos de las distintas herramientas de tecnología han sido estudiados casi siempre de forma independiente. Sin embargo, se observan casos en que hay interacciones o comorbilidad de usos abusivos. Así, en la clínica pueden encontrarse adolescentes con uso problemático de Internet que han sido desde edades tempranas teleadictos y/o usuarios abusivos de videojuegos. A la vez, hay sujetos que, por ejemplo, pasan de videojuegos en consolas a videojuegos en red y de allí a darse un atracón de televisión, para luego conectarse con amigos al servicio de conversaciones on-line; estos sujetos no clasifican como adictos a una tecnología específica (por ejemplo a la televisión), pero sí lo son a la tecnología en general por el uso indiscriminado y compulsivo que realizan de varias herramientas tecnológicas. Comportamientos como encender la computadora tan pronto como uno se levanta y no quitarse los auriculares del mp3/4/5 a la hora comer o estudiar también son propios de sujetos tecnodependientes. Es así que, en base a la experiencia clínica y a partir de indagaciones locales (Broide & Gelber, 2008; Giachino, Donghi & Vazquez, 2008; Luque, 2008), se intentó describir uso abusivo y patológico de las distintas tecnologías en la población local, y detectar la presencia de sujetos tecnodependientes, como base para efectuar propuestas de diagnóstico y terapéuticas acordes a las nuevas demandas de asistencia psicológica. Materiales y métodos Se ha realizado un estudio descriptivo transversal (Montero & León, 2007), no-experimental, con sujetos de Córdoba-Argentina, de 13 a 30 años de edad, de ambos sexos, de nivel socioeconómico medio. La muestra original se conformó de manera accidental con un total de 200 sujetos, siendo requisito de inclusión el uso y/o posesión de alguna herramienta tecnológica. Los datos se recogieron mediante la técnica de encuesta, con cuestionario semipautado. A fin de controlar los efectos de la deseabilidad social, se incluyó un item de control que permitió excluir instrumentos respondidos según lo socialmente esperado (“Sólo envío SMS si tengo algo urgente, importante y/o interesante que decir”); en consecuencia, los resultados se reportan sobre n=181. La variable “tecnodependencia” se definió operacionalmente mediante un instrumento pautado, que incluyó: 9 ítems referidos a Internet, 9 items referidos a telefonía móvil, 7 ítems referidos a televisión, 8 items referidos a videojuegos; se incluyeron 6 ítems referidos al uso de las computadoras en general y de los dispositivos de audio (mp3/4/5). Se recolectaron datos referidos a horas de uso, posesión de herramientas tecnológicas, comportamientos de adquisición e interacción con otros durante el uso de tecnología. A los fines de determinar uso abusivo y la existencia de dependencia psicológica hacia las herramientas tecnológicas, se utilizaron los siguientes criterios: a) obtención de placer a través del uso de la tecnología, b) malestar ocasionado por el no-uso o reducción de tiempo de uso, c) dificultades para permanecer alejado o desconectado de la tecnología por varias horas o días, d) problemas para controlar el impulso de uso, e) intentos fallidos en la reducción del uso. Para el caso de Internet, se consideró además el tiempo de uso no-instrumental, es decir, horas de uso diario no dedicadas al estudio y/o trabajo. Para el caso de la televisión, se tuvieron en cuenta si las horas dedicadas eran o no superiores al 50% del tiempo libre diario (4 o más horas). El cumplimiento de tres o cuatro de estos criterios se considera uso abusivo de cada una de las tecnologías estudiadas. El cumplimiento de todas se considera uso patológico, para cada una de las tecnologías analizadas. La puntuación de uso abusivo en las cuatro tecnologías ó uso patológico de tres, más bajas puntuaciones en los ítems de uso de computadoras y dispositivos de audio, se considera dependencia psicológica hacia la tecnología o tecno-dependencia. Objetivos - Describir uso abusivo de distintas tecnologías en sujetos jóvenes argentinos - Describir uso patológico de distintas tecnologías en sujetos jóvenes argentinos - Determinar la existencia y prevalencia de tecno-dependencia en una muestra de jóvenes argentinos Resultados Descripción de la muestra: El 69.1% son sujetos de sexo femenino; el 41.4% tiene entre 13 y 17 años de edad, con una media de 18.39 (ds=4.93). El 79% sólo estudia, y un 15% estudia y trabaja simultáneamente. El 77% es de clase media-media, el 10 de media-alta y 13%, de clase media-baja. Usos de Tecnologías: El 83.4% posee computadora en su casa. De estos (n=151), el 21.85% tiene dos o más computadoras y el 31.3% enciende la computadora apenas se levanta. Sobre la muestra total, el 71.3% posee conexión de Internet en su casa. El 29.3% frecuenta cibercafés al menos dos veces por semana; un 10.1% utilizá Internet en el cibercafé a pesar de tener conexión de red en su hogar. El 50.3% utiliza computadoras e Internet para trabajar y/o estudiar menos de una hora diaria, mientras que el 11% lo hace más de 4 horas. En cuanto al uso no instrumental de computadoras e Internet, el 45% dice que el mismo no supera la hora diaria y un 17.1% supera las 5 horas diarias. El 82% usa Internet en general. Un 49% dedica la mayor parte del tiempo a las conversaciones on-line. El 12.3% tiene su propio blog-fotlog. En referencia al tipo de páginas web o sitios de preferencia, el 68% visita primero las paginas de noticias; el 48.5% reconoce que visita frecuentemente páginas de contenido sexual. El 33.5% visita páginas educativas; en orden de preferencia, éstas ocupan el séptimo lugar. El 18.2% dice que Internet le ha permitido escapar de situaciones desagradables y/o conflictivas de su realidad. El 14.9% afirma que cuando no está conectado a Internet siente malestar (preocupación, inquietud, ansiedad por conectarse). El 14.4% afirma que ha cambiado sus hábitos de sueño y comida (disminuido el tiempo dedicado a) por estar conectado a Internet. El 28.7% afirma que el uso de Internet en general interfiere en las horas que dedica a estudio o trabajo. El 16% reconoce que el uso de Internet interfiere en sus actividades cotidianas. El 15.5% acepta que el uso de Internet interfiere en sus relaciones personales cercanas (familia o pareja). El 40.3% señala que permanece conectado más tiempo del planificado. El 98.3% posee teléfono móvil. De estos (n=178), el 72% tiene un sólo teléfono; el 52.8% tiene aparato de bluetooth. Sobre el total, el 16% considera imprescindible tener Internet en su teléfono. El 72% envía SMS sin propósitos comunicativos (envía mensaje porque está aburrido, solo o triste sin tener nada que decir). El 37.6% tiene dificultades para resistirse al impulso de enviar SMS cuando no necesita hacerlo. El 71.4% nunca apaga su teléfono móvil. El 66.3% considera gratificante el uso del teléfono móvil y los SMS. El 71.8% mantiene encendido su teléfono en toda ocasión y lugar (reuniones, comidas, baño, clases, etc). El 83% deja encendido el teléfono cuando se va a dormir. El 16% consume todo tipo de ofertas telefónicas (juegos, descargas de música, descuentos en SMS, etc.). El 42.5% realiza todos los intentos a su alcance para recargar el teléfono en cuanto se termina el crédito o incluso antes de que se termine. El 38.7% considera que su vida cambiaría desfavorablemente si tuviera que renunciar a su teléfono móvil. El 23.2% considera que el teléfono móvil debe tener todas las prestaciones y servicios posibles El 15.4% afirma que utiliza todos los servicios disponibles en su teléfono (audio, Internet, calendario, agenda, despertador, cámara de video y fotografías, etc). El 57.5% posee un dispositivo de audio de tipo mp3/4/5, mientras que un 27% afirma que no lo necesita porque utiliza los dispositivos de audio de su teléfono móvil. El 47% posee alguna consola de videojuegos. Un 32% juega en Internet o juegos de PC. El 27% usa los juegos en su teléfono móvil. El 16.6% se mantiene informado y adquiere los videojuegos más nuevos. El 32.6% juega con amigos. El 45% suele jugar solo. El 12.2% afirma dedicar más tiempo a los videojuegos que a sus relaciones sociales. Un 32.6% reconoce que los videojuegos le quitan tiempo de estudio y/o trabajo. Igual porcentaje afirma que se engancha con todo tipo de videojuegos. 20.4% dice que espera ansioso que los demás lo dejen solo para poder jugar en Internet o consola personal. El 16% considera que el momento más satisfactorio de su día es cuando puede utilizar videojuegos. El 18.2% se pone de mal humor cuando pierde una partida en videojuegos, aun cuando juega solo. El 20% discute con su familia o pareja por el tiempo que dedica a los videojuegos. El 19.3% se molesta o enoja cuando alguien lo interrumpe al jugar con videojuegos. El 76.2% tiene dos televisores o más en su hogar. El 40% mira más de 3 horas diarias de televisión. El tipo de programa más visto varía en función de las edades, siendo las telenovelas adolescentes (83%) y los reality-shows (79%) los más frecuentes en el grupo de 13-16 años; las competencias (52%) y las series internacionales (36%) son más frecuentes en los sujetos mayores de edad. El 26.5% afirma que su pasatiempo favorito es mirar televisión. El 45.3% organiza su día para poder ver la programación que más le gusta. El 30.4% afirma enojarse cuando se pierde la programación que quería ver. Un 21.5% señala que su familia y amigos le reclaman por el tiempo que dedica a mirar televisión. El 33.1% dice que siente que le falta algo cuando no tiene la televisión encendida. El 30.7% duda en apagar la televisión cuando va a hacerlo. El 68% disfruta de mirar televisión durante las comidas principales (almuerzo y cena). Uso abusivo y patológico de las tecnologías: En función de los datos obtenidos y los criterios detallados, los resultados indican: 1) un 17.1% realiza un uso abusivo de Internet, y 4%, uso patológico. En el grupo total (n=38), el 52% es de sexo femenino, el 84.2% de nivel socioeconómico medio-medio, sólo el 10.5% es mayor de edad. En relación al uso patológico, el 57% son varones, el 100% es de nivel socioeconómico medio-medio y el 71.4% tiene 13-16 años. 2) el 18.8% realiza un uso abusivo de los videojuegos y el 6.6%, uso patológico. En el grupo total (n=46), el 52.2% es de sexo femenino, el 78.3% de nivel socioeconómico medio-medio, y sólo el 6.5% tiene más de 21 años de edad. En relación al uso patológico, el 58.5% son mujeres, el 83.3% es de nivel socioeconómico medio-medio y el 83.3% tiene 13-16 años. 3) el 29.8% realiza uso abusivo de la televisión, y el 12.2%, uso patológico. En el grupo total (n=76), el 61.8% es de sexo femenino, 75% es de nivel socioeconómico medio-medio (15% de nivel medio-bajo), y 64.5% tiene 13-16 años (5% en el grupo mayor de edad). En el grupo con uso patológico, el 72.7% es de sexo femenino, el 72.2% es de nivel socioeconómico medio-medio (18.2% es de nivel medio-alto), y 72.2% tiene 13-16 años. 4) el 34.8% realiza uso abusivo, y el 21%, uso patológico de la telefonía móvil. Del grupo completo (n=101), el 73% es de sexo femenino; el 79% es de nivel socioeconómico medio-medio; el 43% tiene 17-21 años y un 19%, más de 21. Del grupo de sujetos con uso patológicos, el 71% es de sexo femenino, el 79% es de nivel socioeconómico medio-medio, y el 50% tiene 13-16 años (13.2% en mayores de edad). Se efectuó la prueba Kruskal-Wallis para determinar si las diferencias son estadísticamente significativas en relación a las variables edad, sexo y grupos socioeconómicos (ver tabla 1). Tabla 1: Prueba Kruskal-Wallis para las distintas dependencias, en función de sexo, edad (en intervalos) y grupos socioeconómicos Los datos indican que las diferencias son significativas entre varones y mujeres en relación a uso abusivo y patológico de Internet y de videojuegos; los varones tienen más comportamientos patológicos y las mujeres más comportamientos abusivos. Para los grupos de edad, las diferencias son estadísticamente significativas en relación al uso abusivo de videojuegos y de la televisión, siendo los adolescentes de 13-16 años los que presentan más comportamientos patológicos. En cuanto a los grupos socioeconómicos, las diferencias no son estadísticamente significativas. Se observa que el 27.6% de la muestra total no posee conductas abusivas o patológicas hacia la tecnología. La conjunción de criterios permite determinar que el 6.6% es tecno-dependiente y el 25% tiene conductas de riesgo. En el grupo de tecno-dependientes se observa que el 58.3% es de sexo femenino, el 75% tiene entre 13 y 16 años, y ninguno supera los veintiún años. El 66.7% posee una computadora propia. El 83.3% cuenta con conexión a Internet en su hogar; el 100% asiste a cibercafés al menos una hora diaria. El 100% tiene dispositivo de audio (mp3/4/5). El 75% tiene consola de videojuegos; el 75% adquiere siempre los videojuegos más nuevos; el 66.7% juega prioritariamente solo. El 91.7% posee más de un televisor en su hogar. El 100% tiene teléfono móvil y el 50% tiene más de uno; el 91.7% posee dispositivo de bluetooth. En el grupo con conductas de riesgo hay un 5.7% de sujetos mayores de edad y el porcentaje de mujeres asciende al 65%. Conclusiones y recomendaciones Si bien los datos aquí reportados sólo tienen carácter descriptivo y pueden parecer escasamente preocupantes en términos numéricos, consideramos que no es al “número” al que debe atenderse, sino al sujeto que sufre y que no es debidamente ayudado por no encuadrar en una clasificación psicopatológica existente. La tecnodependencia es producto del uso problemático de tecnologías que deberían ser sólo herramientas que satisfagan necesidades humanas. Por el impacto que la tecnología tiene a nivel social, puede suponerse que esta dependencia psicológica irá en aumento y no puede soslayarse. En consecuencia, es imperioso reconocer en esta dependencia un nuevo trastorno a fin de comenzar a estudiarlo, diagnosticarlo y tratarlo como tal. No puede negarse que la tecnología ha cambiado inextricable e irremediablemente nuestro mundo físico y social; correlativamente ha cambiado a sus artífices y usuarios. Con todo, la tecnología no es nociva en sí misma. Lo nocivo radica en el uso que va más allá de la necesidad o la comodidad de usarla. Cuando el control se pierde, aparece la dependencia; y la dependencia, en tanto trastorno psicológico, requiere ser analizado y exige respuestas profesionales. Al igual que con las drogas, es preciso atender al uso abusivo, cuando aun no hay dependencia. El uso abusivo de sustancias deriva, en general, en dependencia física y/o psicológica en relación al alcohol, el cigarrillo, la marihuana, etc. Porqué habríamos de suponer que esto será distinto en relación a las adicciones psicológicas. Cuando el ciclo adictivo se inicia, es difícil detenerlo, aunque el sujeto crea que es capaz de controlarse. Si los sujetos sufren un trastorno del control de los impulsos o un trastorno de personalidad antisocial, por ejemplo, estamos frente a una persona que puede desarrollar una dependencia psicológica hacia la tecnología y hacia muchos otros objetos. Que un 25% de usuarios de tecnología realicen uso abusivo de la misma es un dato preocupante, particularmente si atendemos a las edades de los sujetos estudiados; así mismo, es llamativo el número de mujeres que presentan este problema. El 94% de la muestra analizada estudia y el 79% es exclusivamente estudiante, por ende, el uso de la tecnología podría estar relacionado con el desempeño de sus tareas escolares; sin embargo, el 51% utilizan la computadora menos de una hora diaria para trabajar y/o estudiar; sólo el 33.5% visita páginas educativas y el orden de prioridad de las mismas es bastante lejano al primer lugar. Esto hace suponer que la tecnología no está siendo usada para la satisfacción de necesidades formativas-académicas, aunque seguramente satisfacen necesidades afectivo-emocionales. El uso problemático de Internet será incluido en el DSM-V como nuevo trastorno; sin embargo, en el estudio realizado la prevalencia es bastante inferior al de los otros trastornos. Siendo Internet una herramienta de comunicación, podría suponerse que el uso abusivo y patológico de algunos sujetos es, en realidad, producto de una necesidad de estar comunicados pero, a la vez, protegidos por el anonimato o la distancia. La interacción mediada por tecnología permite que, por ejemplo, personas tímidas establezcan relaciones sociales y afectivas dentro de un contexto seguro; necesitan apoyo, contacto, comunicarse, pero sin el peligro del contacto físico y la cercanía. Creemos que precisamente por eso Internet está siendo reemplazada por una herramienta más versátil e interactiva: el teléfono móvil. El 21% de la muestra estudiada realiza un uso patológico de esta herramienta (contra el 4% de Internet); ello implica que son sujetos que obtienen placer del uso de su aparato de teléfono, que no pueden dejar de usarlo y por eso lo tienen encendido todo el tiempo, que no pueden permitir que el crédito se termine y recurren a cualquier artilugio para obtener recarga de crédito, que envían mensajes aunque no tengan nada para decir, y que consideran que su vida se modificaría desfavorablemente si tuvieran que dejar de utilizar el teléfono. Sumado a ello, usan todas las prestaciones posibles, consumen todo tipo de oferta telefónica y tiene más de un teléfono móvil. Si preguntamos porqué alguien encuentra tan gratificante el uso del teléfono al punto de volverse dependiente, no podríamos señalar una única causa, pero sí se pueden señalar que son disparadores del comportamiento abusivo la soledad y la necesidad de ser escuchado, atendido, pero sin exponerse emocionalmente. Subyace a esto inmadurez, baja autoestima, inestabilidad emocional, dificultades comunicativas y vinculares. El adicto al teléfono puede pasarse horas hablando por teléfono pero se torna parco y tímido cuando tiene que comunicarse de otra forma (Luque, 2007). Es llamativo que el uso abusivo de la televisión sea tan elevado en la muestra estudiada; la televisión es la tecnología menos interactiva pero produce más adicción que Internet y los videojuegos, contrariamente a lo que se esperaba. Esto merece distintas apreciaciones. Por una parte, es importante tener en cuenta que el 68% de la muestra total mira televisión mientras come, lo que determina comportamientos problemáticos de alimentación, porque se asocia placer de la comida con “mirar televisión”, generándose un comportamiento de ingesta desordenado; como consecuencia, mientras se mira televisión se hace necesario “picar algo” aunque no haya hambre; el problema actual del sobrepeso en niños y adolescentes no es casual. Por otra parte, parece contradictorio que las herramientas más adictivas sean la más y la menos interactivas de forma simultánea. Greenfield (1999) mostró la natural relación entre la adicción a la televisión y la adicción a Internet; consideramos que la interacción sigue existiendo, con diferencia de que el lugar que antes ocupaba Internet es ocupado por la telefonía móvil; sólo es un desplazamiento del mismo problema: la búsqueda constante de nuevas sensaciones (la novedad atrae) combinada con las dificultades para el compromiso, el contacto y la comunicación en el mundo real. Así como Internet y la televisión son consideradas como puertas de entradas a otras adicciones (Greenfield, 1999; Alonso-Fernandez, 2003), debemos considerar también si video-jugar no sería una entrada al mundo de la ludopatía, particularmente si consideramos que los videojuegos tienen atractivos similares a los tragamonedas, siendo estas máquinas las más adictivas (Fernandez Montalvo et al, 1996). Finalmente, consideramos que existen interrelaciones muy intrincadas entre las distintas tecnologías analizadas y que es preciso tener en cuenta que hay sujetos que quedan atrapados por todas ellas. Esto es problemático ya que son sujetos que no pueden clasificarse como completamente adictos a una tecnología específica en función de criterios como las horas de uso; sin embargo, sí son usuarios abusivos de todas las tecnologías con potencial adictivo, y por ende, deben ser tenidos en cuenta también. No es un dato menor que el 6.6% de la muestra estudiada cumpla todos los criterios de dependencia psicológica hacia la tecnología. Tampoco lo es que este dato surja en sujetos de clase media; no estamos refiriéndonos a adolescentes o jóvenes con un alto poder adquisitivo – que facilitaría el acceso a las tecnologías – sino frente a trabajadores e hijos de trabajadores que gastan tiempo, dinero y su vida en consumir tecnología. La terapéutica posible es similar al de toda adicción psicológica y el objetivo es la modificación de la conducta problema. La abstinencia total de la tecnología no es posible porque exigirlo sería privar al sujeto de vivir en la sociedad actual; en consecuencia, la eliminación del comportamiento patológico debe suponer la modificación de pensamientos y actitudes, la búsqueda de resolución a los problemas emocionales y/o de relación que subyacen a la adicción, y la creación de un nuevo estilo de vida, que consista en usar tecnología pero sin dependencia. Bibliografía Ades, J & Lejoyeux, M. (2003). Los olvidados de la adicción. En Las nuevas adicciones. Barcelona: Kairos. Append. (2007). Usos inadecuados de las tecnologías entre la población adulta española. Informe de resultados estudio D17-02. Disponible en www.append.es/ Becoña Iglesias, E. (2005). 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