29 de agosto de 2015 Maestría en Filosofía de la ciencia Teoría del conocimiento UNAM Tania R. Saavedra Ortega Comentario del texto: “Dos dogmas del empirismo” de Willard Van Orman Quine. El artículo de Quine “Two Dogmas of Empiricism” (Dos dogmas del empirismo), escrita en 1950, se considera un texto influyente de la filosofía; donde, este autor, refuta la concepción del positivismo lógico respecto a las proposiciones analíticas y sintéticas, en relación con el mundo externo. Para comprender parte del contexto en que se desarrolló este artículo, recupero el señalamiento de Esteban: “(…) en 1940, y con motivo de la estancia de Carnap y Tarski en Harvard, este último y Quine discutieron (infructuosamente) la noción carnapiana de analiticidad o verdad en virtud exclusivamente del significado. En 1950, Morton White, Nelson Goodman y Quine vuelven a debatir la cuestión. Tras el debate, Quine escribe “Two Dogmas of Empiricism”,26 uno de los artículos que mayor impacto ha causado en toda la filosofía del siglo XX.” (Esteban, 2001, p.92) Hago uso de esta cita para reconocer su estrecho contacto con miembros del círculo de Viena, y hacer notar la oportunidad que tuvo el autor de debatir directamente sobre los supuestos en los que se sostenían las tesis la concepción heredada, y que ello posiblemente le permitió profundizar sobre los términos que desarrolla en su artículo. Es preciso considerar que Quine explicita en su autobiografía The time of my life que sostuvo una relación estrecha con Carnap, pero a su vez tuvo encuentro con otros autores que sostenían propuestas críticas a las posturas neo-positivistas, en particular aquellas de perfil pragmático como las de N. Goodman. A su vez, se desarrollaron trabajos de la Historia de la Ciencia que desdibujaron las fronteras entre contexto de justificación y descubrimiento, lo que llevó a replantear a varios filósofos, entre ellos Quine, las articulaciones entre la experiencia y los valores de uso del lenguaje, que a la fecha siguen siendo debatidos. En el texto aquí atendido Quine sostiene que no reconoce una dicotomía entre los enunciados analíticos y los sintéticos, y manifiesta un rechazo al reductivismo radical; pues considera que el empirismo moderno, en su mayor parte, ha sido condicionado por estos dos dogmas y que éstos están mal fundados, a modo de sostener su propuesta de un empirismo sin dogmas. Para ello realiza una revisión de los supuestos fundacionalistas del Círculo de Viena, en particular sobre la propuesta de Carnap sobre la significación y valoración veritativa y el reduccionismo. A su vez, me parece, no sólo rompe con la división de los enunciados, sino que también da los primeros indicios para suponer que se deben diversificar las disciplinas que intervienen en el análisis de los conocimientos científicos. A continuación revisaré los apartados del texto como base para reconocer la utilidad de su argumentación para el sostén de sus tesis, así como las posibles consecuencias en la filosofía a partir de sus propuestas: En el primer apartado, El trasfondo de la analiticidad, expone los supuestos básicos en los que el neo-positivismo sostiene la división entre los enunciados analíticos y sintéticos, rastreando como origen la propuesta de Kant en la Crítica de la razón pura. Kant distingue dos tipos de juicios: los analíticos, en los que el predicado está ya pensado en el concepto de sujeto, en donde el enlace entre sujeto y predicado es pensado con identidad, y estos enunciado están constituidos a priori, regidos por un principio de no contradicción; y los sintéticos, aquellos en los que el enlace entre sujeto y predicado es pensado sin identidad, en la que la conexión añade conocimiento no implícito sobre el sujeto, que no es universal, ni necesario, y su síntesis tiene su fundamento la experiencia, por lo que se les reconoce como a posteriori. -Considero que Quine ocupa esta distinción como introducción para su argumentación, pues la división entre proposiciones analíticas y proposiciones sintéticas es uno de los cimientos del neo-positivismo para fundamentar la diferenciación entre teoría y observación, la división entre las ciencias formales y las ciencias empíricas, y por lo tanto ello define cómo se realiza el análisis de los conocimientos científicos; pues, para esta corriente, la veracidad de los enunciados analíticos depende de su forma lógica, así como del significado de los términos lógicos y descriptivos que aparecen en ellos; y en el caso de los enunciados sintéticos, su veracidad está determinada por su denotación empírica. Si consideramos que la postura neo-positivista mantiene una división entre los enunciados analíticos y sintéticos, esto implica que existan dos metodologías para constatar la veracidad o la falsedad de dichos enunciados según su campo, posición que Quine no comparte y explicará más adelante su contraposición.- Para seguir en su explicación, Quine problematiza la analiticidad en Carnap que le explica “(…) apelando a lo que llama descripciones de estado.”(Quine, 1950, p.53) Para ello primero evidencia la confusión entre significación y extensión, para posteriormente distinguir dentro de los enunciados analíticos dos tipos: los enunciados lógicos, usando como ejemplo la oración “ningún hombre no casado es un hombre casado”, en donde las partículas lógicas del enunciado en cuestión no cambian y por lo tanto su verdad se mantiene; y los enunciados no lógicos, cuya verdad está en función de su significado, como en “ningún soltero es hombre casado”. Quine concluye que las descripciones de estado de Carnap no resuelven el problema de la analiticidad y que en los enunciados sintéticos sus definiciones están relacionadas con la sinomia, por lo que en los siguientes apartados revisa los conceptos de definición e intercambiabilidad, para denotar la dificultad que existe en sostener la veracidad de los enunciados mediante equivalencias. En el segundo apartado, Definición, Quine expone los mínimos necesarios para realizar una explicación, para ello introduce los términos definiens y definiendum, para sostener que para una explicación no puede ser suficiente meramente una paráfrasis y tampoco la afirmación de una sinomia. -Con ello, me parece que Quine, comienza a dilucidar que para definir algo es necesario considerar un mayor espectro de la significación, dirigiendo indirectamente la atención a las limitaciones de un lenguaje formalista e introduciendo la noción de contexto y correspondencia de significado, así como explicitar su postura con afinidad al pragmatismo al sostener que las interconexiones necesarias para la explicación “(…) están ordinariamente basadas con el uso”(Quine, 1985, p.55), y del uso al que se refiere es un uso social (internalizado en prácticas).- En las siguientes secciones del texto se trata la Intercambiabilidad y las Reglas semánticas. Se critica que la intercambiabilidad de términos resulte en todos los casos en un salva veritate. Se critican las explicaciones de Carnap del sostén de los enunciados sintéticos a partir de considerar la veracidad de los enunciados analíticos; es decir, en los ejemplos antes expuestos la oración sintética “ningún hombre soltero es hombre casado” se afirma con su antecedente analítico “ningún hombre no casado es un hombre casado”. En cuanto a las reglas semánticas Quine manifiesta que no es suficiente el cumplimiento de las reglas semánticas de un postulado para definir qué se está expresando, si no se toman en cuenta las especificaciones relativas del lenguaje usado. -Como lo entiendo, aun cuando en el lenguaje formalizado se intenten establecer todas las variables necesarias para una notación en el lenguaje artificial, tal es selectiva y retomada del lenguaje ordinario (quizás implícitamente de nuevo establece Quine la correlación con el uso). Al parecer la intercambiabilidad para Quine es una justificación débil de afirmación o de conexión que no abarca la relatividad del lenguaje, sosteniendo que la coincidencia extensional no es suficiente para la analiticidad, si se considera a esta última como ya dada. Esto establece a mi parecer la limitación de no considerar la cognición en el campo de los usos o las problemáticas que podrían surgir a partir de las homonimias. Por otro lado establece las condiciones para comprender que la división de enunciados no puede sostenerse de mediante un lenguaje artificial, ya que este no explicita en su analiticidad componentes que Quine considera importantes para un modelo de comprensión, como aquellos relacionados con los factores mentales y los modelos culturales; lo cual, a mi parecer, es el antecedente de los trabajos posteriores de Quine y sirve como un primer acercamiento para justificar la necesidad de naturalizar la epistemología. Este autor, al negar que haya un conocimiento a priori independiente del campo de la experiencia, diluye la demarcación y por lo tanto introduce el cuestionamiento de las formas en las que se verifica el conocimiento. - En el quinto apartado, La teoría deja verificación y el reduccionismo, el autor refuta los principios del reductivismo radical, el cual sostiene que todo enunciado con sentido es traducible a un lenguaje de experiencia directa, y que se sostiene en la creencia de que todo enunciado que tenga sentido en el campo de la experiencia inmediata, es equivalente a una construcción lógica. -Recuperando lo expuesto en los apartados anteriores, respecto al uso del lenguaje formal y sus limitaciones, así como de las deficiencias de la sinomia como medio de confirmación empírica, Quine explicita que hay una ingenuidad al tratar de definir una referencialidad directa del campo de la experiencia al de la significación, al sólo conferir la validez mediante reglas de traducibilidad y cánones de verdadero y falso. Me parece que si bien el autor reconoce las contribuciones de Carnap derivadas de sus explicaciones sostenidas en conjuntos espaciotemporales, que precisaron fenómenos que otros no habían logrado definir, comparto con Quine que se tratan de “una buena esquematización”, pero que no resuelven el problema de la explicación, ya que para ello no debería reducirse al componente factual al campo de la experiencia sin considerar que la sensibilidad tiene una conexión irrenunciable con el componente lingüístico, y que éste último es una construcción arbitraria. Una afirmación (así sea en un campo de unidades), y/o una experiencia estarán ligadas a otras sea en el núcleo o en la periferia de la significación de las ciencias, puesto que las consecuencias observacionales no pueden ser derivadas de enunciados aislados, sino de grupos de enunciados compuestos en las teorías. Considero que en este apartado el autor establece las limitaciones de la intraducibilidad término por término del campo de la experiencia sensible, y la posibilidad de ampliar los criterios de referencialidad, a partir de considerar que las partículas de análisis no son aisladas de su contexto de justificación. Para Quine las proposiciones sobre el mundo externo no están sometidas a juicio individualmente, sino como en un todo en donde la experiencia estará presente conformando un holismo.- En la última parte del artículo, Empirismo sin dogmas, Quine expone y fundamenta su propuesta de “pragmatismo más completo” que no sostenga las dogmas que critica, al establecer la divergencia entre los enunciados analíticos y sintéticos a partir de diferencias de grado, así como de reconocer a la ciencia como “(…) un campo de fuerza cuyas condiciones-límite da la experiencia” (Quine, 1985, p. 77), es decir una re-valoración de las interconexiones lógicas con el campo empírico considerando que no existen experiencias concretas relacionadas con enunciados concretos y particulares, rompiendo con una lógica lineal y considerando los sistemas de valoración como un todo, cuyas bases y afectaciones están expuestas a la revisión. -Opino que algunas de las aportaciones del texto de Quine, al considerar como obsoleta la escisión de la epistemología tradicional entre “el mundo de los objetos mentales y sus representaciones” y el mundo externo, coadyuvaron a comprender la conciencia en continuidad de lo que pasa en las ideas y el resto del mundo. Por otra parte, ésta aproximación del autor fue el primer paso para teorías en donde se considera viable la comprensión del pensamiento a través de la acción, considerando que ésta deviene de las reglas brindadas por las creencias que son el origen del pensamiento. Considerar que los enunciados no sólo tienen una estructura-lógica-verificable ajena a la experiencia, a mi parecer permite un enlace con el contexto intelectual. Bibliografía Quine, W.O.. (1985). The Time of My Life: An Autobiography. Massachusetts Institute of Technology. https://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=bEY14R2Hs4cC&oi=fnd&pg=P P13&dq=Willard+Van+Orman+Quine+biografia&ots=8ZYaTagXh6&sig=0_1d2xZz S9gBSAT2OUO0BZmPjQk#v=onepage&q&f=false Quine, W.O.. (1985). “Dos dogmas del empirismo. 1950”. En: Desde un punto de vista lógico, Orbis, Barcelona, pp. 49-81 Esteban, J.M.. “Cordilleras, desiertos y ciénagas. Un homenaje biobibliográfico a W.V.O. Quine (1908–2000)”. En Crítica, Revista Hispanoamericana de Filosofía. Vol. 33, No. 97 (abril 2001): 85–111 file:///C:/Users/HP/Downloads/C97Esteban.pdf