Empieza a Leer - Santillana Uruguay

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Los enunciados en los textos
«Como la realidad es infinita y las palabras no, lo que el lenguaje ofrece para nombrarla
es la infinita posibilidad de combinar las palabras». Carlos lisCano.
Pensemos juntos
El arte de combinar las palabras
La lengua, el idioma, permite, tanto al científico como al contador de historias, expresar ideas. El arte es saber
seleccionar y combinar las palabras, tal como dice Liscano: elegir cómo y cuándo decirlas, a quién dirigirlas,
por qué motivos y buscando qué efectos en el receptor.
Lo que el enunciador elige comunicar está en función de su receptor y de la intención comunicativa que persigue. Lo maravilloso de la lengua es que permite la expresión de todas las ideas, si se elige el género discursivo que más se adecua a la intención del enunciador.
a b c de
fg
En este capítulo leerás y aprenderás a:
• identificar en un texto las secuencias discursivas que lo componen;
• encontrar la información superficial y la más profunda sobre el tema;
• reconocer las distintas formas de reproducir el discurso del otro;
• entender y producir textos orales y escritos cuyas ideas se conecten en serie o mediante la inclusión
de unas en otras;
• organizar la información mediante los conectores adecuados a la intención comunicativa;
• fundamentar con propiedad las opciones elegidas para la elaboración de un discurso oral o escrito.
©Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913
sección
1
Pre-texto
11
Antes de leer
Hay temas que siempre despiertan la curiosidad y logran captar la atención de quien
los escucha. El mar, por ejemplo, ha sido fuente de inspiración y ha generado muchas
interrogantes que han dado origen tanto a leyendas como a investigaciones científicas.
En el siguiente texto, extraído del libro De naufragios y leyendas en las costas de
Rocha, el autor uruguayo Juan Antonio Varese emplea diversas estructuras textuales y
recursos gramaticales para captar la atención del receptor y así lograr su objetivo comunicativo. El libro de Varese presenta relatos de distintos naufragios acontecidos en las
costas de Rocha, sobre el océano Atlántico, lugar conocido como el infierno de los
navegantes.
©Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913
Los restos oxidados de un
naufragio enmarcan la solitaria prestancia del faro del
Polonio. Foto de Juan
Antonio Varese, 1993.
Juan Antonio Varese
Nació en Montevideo el 11 de junio de 1942.
Desde joven se interesó por los libros de aventuras. Se recibió de
escribano y ejerció la profesión por más de 30 años. Además de
escribir, se ha dedicado a la fotografía.
<www.chasque.net/jvarese>.
12
La misteriosa carga del Don Guillermo
Playa de la Calavera, 24 de abril de 1952
—Hoy hablaremos del Don Guillermo, el barco más famoso del Polonio —dijo el farero después de
terminar la cena. El lenguado a la vasca había predispuesto los ánimos para la velada—. No hay visitante que
no nos pregunte por él.
—Lástima que no haya venido el Bonito —se lamentó el Valiza—. Nadie lo conoce tan bien.
—El Bonito es tío mío —acotó el farero—, un tipo increíble. ¡Pensar que nunca le pagaron por la
vigilancia…! Los primeros meses le arrimaron algún peso, pero luego lo tuvieron a cuentos. Es un viejo terco.
—Se aquerenció con el barco y lo cuidó como si fuera suyo —intervino don Ubaldo, amigo y compañero
de pesca del Bonito—. Los primeros años dormía en un camarote, pero después se construyó un rancho sobre
la playa.
—En aquel lugar solitario se sentía en sus dominios —acotó el Alemán—. Me gustaba charlar con él. Y
cada vez que venía algún amigo de Europa, lo llevaba hasta allá. Entonces el viejo se emocionaba y repetía
la historia del naufragio una y otra vez.
—Nunca vi que le faltara el mate ni una copa de caña —apuntó don Ubaldo—. Los turistas siempre le
dejaban alguna botella.
—Se tomaba en serio la vigilancia —comentó el farero—. Una vez corrió a balazos a un hombre que estaba
desguazando la chatarra. Y pensar que lo único que servía eran unas láminas de bronce, pero al final ni eso
quedaba.
—¿Cuántos años estuvo de guardia? —preguntó J. Santos.
—Y yo diría que más de treinta —respondió el farero—. Como que desde el principio hasta el 85 u 86,
cuando se fue para Castillos. Ahora está muy enfermo, el pobre.
—Con el ranchito de la playa pasó algo increíble, como si fuera un refugio de montaña —comentó el
Alemán—. Cuando el hombre se fue para Castillos dejó la puerta abierta para quienquiera que llegara. Solo
había que abrir el pestillo para encontrarse con la cama tendida y algo para comer. Alguien, no se sabe quién,
escribió unas líneas contra la pared, invitando al visitante a servirse y, a su vez, a dejar alguna cosa para el
siguiente huésped. Eso duró hasta que el rancho, ya medio destartalado, fue volteado por el viento.
—Son las cosas de Polonio… —concordó el farero—. A ver, profesor, leamos algo del Don Guillermo.
—¿Saben que me costó trabajo encontrar su historia? La fecha que figura en las listas está equivocada
—comentó J. Santos—. ¿Y saben que no era un carguero común sino una barcaza de desembarco de la marina
norteamericana? Después de la segunda guerra y ya con bandera panameña fue adquirido por una empresa
argentina para transportar mercaderías.
J. Santos tomó sus apuntes y separó varias hojas de periódicos.
—Veamos las peripecias que pasaron los tripulantes antes de encallar:
©Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913
Durante el siglo pasado, las historias de naufragios estaban signadas por la tragedia y la fatalidad.
Formaban parte de la eterna lucha del hombre contra el mar. En nuestra época pasaron a tener
motivaciones de carácter comercial, a veces hasta fraudulentas. En las costas del Polonio, sin embargo,
los últimos siniestros conservan su aire pintoresco. No por el hecho en sí mismo, sino por los típicos
personajes de la zona, que les dan vida y color y les devuelven su aire folclórico.
13
El barco varado es el carguero Don Guillermo […] Pertenecía a la Compañía Rioplatense de
Navegación y llevaba una tripulación de 17 hombres al mando del Capitán Alejandro Skeletti.
Dicho barco había salido de Buenos Aires con destino a Porto Alegre llevando a remolque la chata
Josefina María, de igual bandera, con cinco tripulantes.
El Don Guillermo, con la embarcación que remolcaba, fue sorprendido frente a las costas del departamento de Rocha por el temporal que azotó esa zona el miércoles pasado.
PIERDEN LA CHATA
Durante ese temporal el barco se vio en dificultades y en esas circunstancias se rompió el cabo del
remolque, quedando la chata Josefina María a la deriva. Luchando en un mar embravecido y con un
viento fortísimo, donde la visibilidad era casi nula, fracasaron todas las tentativas realizadas para
establecer contacto con la chata y los tripulantes de esta. Imposible fue arrojarle un nuevo cabo.
BÚSQUEDA INFRUCTUOSA
Cuando amainó el temporal en la mañana de ayer el Don Guillermo inició la búsqueda de la chata.
Se la buscó infructuosamente, pero cuando en eso se estaba volvió a arreciar el mal tiempo y el
Capitán Skeletti se vio obligado a buscar con su barco, que peligraba zozobrar, el abrigo del cabo
Polonio.
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[...]
VARA EN LA PLAYA DE LA CALAVERA
En las primeras horas de la noche volvió a ponerse bravo el mar y en esas circunstancias el Don
Guillermo perdió el ancla. La situación se complicó de inmediato al descomponerse el motor del
barco, por lo que este quedó a la deriva. Navegó un tiempo así a merced de las enormes olas que lo
tuvieron en constante peligro de irse a pique […] Esa odisea finalizó en su parte más grave para la
vida de los hombres que estaban a bordo cuando el Don Guillermo, llevado por la marea, fue a varar
anoche en la playa de la Calavera, situada a tres kilómetros al este del cabo Polonio.1
—Para mí que no deben haber querido sacarlo —aventuró el Alemán—. Un amigo argentino, que
viene todos los años a Aguas Dulces, me dijo que el barco transportaba armas. Y que no iba para Brasil,
como se dijo, sino que aguardaba la oportunidad para desembarcar en la Argentina. Las armas eran
para una revolución o algo así.
—Ahora que usted lo dice —recordó el Zorro—, a todos nos picaba la curiosidad que una de las
bodegas estuviera siempre cerrada. Y sobre todo cuando lo dueños empezaron a venir de noche,
haciéndonos salir a todos. El Toto y yo espiábamos desde los médanos, viendo cómo se encendían
extrañas luces azules…
—Eso explicaría por qué nunca lo reflotaron. ¿Cómo justificar lo de las armas después de aquellos
rumores? —comentó jocosamente J. Santos.
El aire estaba rancio por el humo del tabaco. El Valiza se levantó para preparar café.
Había comenzado a clarear en el horizonte. Desde la pequeña ventana oval se dibujaba la ensenada
del Polonio y el contorno de la playa de la Calavera. [...]
1
El Plata, 25 de abril de 1952.
Juan antonio Varese: De naufragios y leyendas
en las costas de Rocha. Aguilar, Montevideo, 2001.
pp.155-160 (fragmento).
14 Reflexiones textuales
El diálogo y la crónica en el relato
caja
—Lástima que no haya venido el Bonito —se lamentó el Valiza—. Nadie lo conoce tan bien.
Espacio de la página
lleno por la composición
impresa.
voz del personaje
1
a
cultismo
Como lo indica su morfema base, la palabra
cultismo deriva de culto.
Refiere a la palabra
culta, generalmente de
origen grecolatino,
usada en la lengua
intelectual, literaria y
científica.
voz del narrador
voz del personaje
Reflexiona:
Teniendo en cuenta la forma de hablar de cada uno de los personajes, ¿puedes
deducir cuáles son sus características socioculturales, a qué se dedican, quiénes son
del lugar y quiénes no?
Además del diálogo, el texto presenta otra secuencia discursiva: una crónica periodística histórica, introducida por uno de los personajes, el profesor J. Santos. Esta nueva
dimensión textual se intercala en el diálogo y aporta al relato nuevos matices. Se distingue en el texto porque cambia la presentación en página: caja más angosta, letra más
chica, presencia de subtítulos.
Por otro lado, la nota al pie del texto advierte de la presencia de otro enunciador: el
periodista responsable de la redacción del artículo de El Plata, del 25 de abril de 1952.
Ese nuevo enunciador no emplea un registro de lengua coloquial. Desaparecen las marcas de oralidad propias de un diálogo («Como que desde el principio hasta el 85 u
86…»; «Ahora que usted lo dice…»), así como la función expresiva del lenguaje
(«¡Pensar que nunca le pagaron por la vigilancia…!»), que señala la implicación emotiva
de los personajes en el relato.
En su lugar, aparece el predominio de la función referencial del lenguaje («El barco
varado es el carguero Don Guillermo…», «En las primeras horas de la noche volvió a
ponerse bravo el mar…») y el empleo de un registro explicativo, como puede apreciarse por la objetividad en el discurso y por el uso de términos no coloquiales, como el
cultismo fortísimo, en lugar del habitual fuertísimo.
Inferir información en un texto es
descubrir, a partir de pistas que el propio texto
aporta, claves para interpretarlo. De ese modo se
accede a una comprensión profunda del texto.
©Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913
sociedad tipográfica
de montevideo
www.tipografia-montevideo.info
A continuación analizaremos las diversas partes y recursos lingüísticos que componen
el texto, para llegar a una comprensión profunda de su temática.
Este texto presenta dos secuencias discursivas, una dialógica y otra explicativa (crónica). El diálogo y la explicación presentan estructuras textuales y recursos lingüísticos
particulares, ya que se generan a partir de situaciones comunicativas diversas. Sin embargo, ambas secuencias discursivas están al servicio del mismo tema: la misteriosa carga
del Don Guillermo.
El relato comienza con un diálogo, marcado por la presencia del signo de puntuación
llamado raya (—), que señala las intervenciones de los personajes y encierra la voz del
narrador:
15
Identifica:
2
a
Las marcas gráficas que te ayudan a discriminar ambas secuencias discursivas; señálalas en el texto.
b
Las diversas intenciones comunicativas que presenta cada secuencia discursiva, y los recursos textuales y
gramaticales que se emplean para plasmarlas.
c
Los distintos efectos que producen esos recursos empleados.
La nueva dimensión introducida en el texto relata los pormenores del naufragio sobre
el que dialogaban los personajes. Se obtiene un relato que incluye dos secuencias discursivas: el diálogo (ficticio) y la crónica (real), que conforman una narración (de la cual
se ha seleccionado un fragmento).
La combinación de secuencias discursivas es algo común en la producción de textos,
ya que ellas están al servicio de las múltiples intenciones del enunciador, que las selecciona y organiza para lograr sus fines comunicativos. Se denomina emisor o enunciador
al que transmite o enuncia el mensaje en el proceso comunicativo.
En conclusión, el autor (enunciador externo perteneciente al plano real) tiene como
intención contar la historia del naufragio del Don Guillermo, hecho acontecido en la realidad y sobre el cual se poseen documentos históricos, como la crónica que se incluye en
el relato. Para contar ese suceso, el autor elige a un narrador que introduce las voces de
los personajes (enunciadores internos ficticios) y decide que uno de esos personajes
presente una crónica periodística tomada de la realidad.
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Enunciadores textuales internos y externos:
Autor
Narrador / personajes
Enunciador extratextual.
Enunciador/es intratextual/es.
Perteneciente al plano de la realidad.
Perteneciente/s al plano de la ficción.
Las modalidades subjetiva u objetiva en el discurso se relacionan con la inclusión en el
texto del yo (subjetiva) o su ausencia (objetiva). En otras palabras, cuando el enunciador expresa
sus sentimientos, deseos y opiniones, la modalidad elegida para dar el mensaje en el texto será la
subjetiva, ya que estará manifestando su interioridad, se estará mostrando a sí mismo.
De lo contrario, la modalidad será la objetiva.
3
Reflexiona:
a
con una crónica real?
¿Por qué contar los sucesos del relato mezclando un diálogo ficticio
¿Qué le aporta al lector esta estructura textual?
b
Prueba a narrar (oralmente o por escrito) en tercera persona los sucesos de este fragmento. ¿Puedes
ahora explicar las diferencias que surgen con respecto al texto original? Los efectos
que se logran en el receptor ¿son los mismos? Justifica tus respuestas.
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