La cara dorsal o superior lleva en su parte media un surco longitudinal (carina) más o menos largo, ancho y profundo, pero bien perceptible, cuando menos en el ápice de la fronde, donde es siempre estrecho (fig. 115 C), y en cuya parte más anterior y profunda está el punto vegetativo. A las partes de la cara superior que están a los lados del surco medio las denomino márgenes del surco (alas o flancos de algunos autores), y al límite, no siempre bien marcado, entre la cara dorsal y las laterales se les llama bordes; en algunas especies los bordes se adelgazan y se extienden como una expansión plana de la cara dorsal, y en este caso la fronde se dice alada y se llaman alas a estas expansiones laterales (fig. 107). Frecuentemente los bordes están erizados de pelos. Los lados de la fronde están cubiertos en la parte anterior por las pequeñas escamas (fig. 130), que ordinariamente son delicadas y prontamente destruidas; en algunas especies, sin embargo, se conservan bastante tiempo, sobresalen del borde y hasta se coloran de púrpura, como es frecuente en muchas otras Marchantiales. (Respecto a su origen véase pág. 185.) La cara ventral de la fronde es siempre más o menos convexa en sentido transversal, continuándose sin transición brusca con los lados. Tiene, como todas las Marchantiales, una epidermis inferior y lleva dos clases de rizoides: los punteados no nacen de la escama misma, sino del punto de inserción, como si la escama fuera acrescente un corto trecho con la fronde. Lo más característico del género es el tejido aerífero, de estructura única en las Hepáticas: las cámaras aéreas son tan estrechas que están formadas en toda su longitud por el espacio que dejan entre sí cada cuatro columnas (fig. 116). Cámaras y columnas son verticales en la parte media de la fronde, algo inclinadas hacia afuera, cerca del borde en las especies de fronde alada, e inclinadas hacia la línea media y adelante en las proximidades del ápice. Puede también considerarse el tejido aerífero como formado por el entrecruzamiento de láminas longitudinales y transversales, muy próximas entre sí y normales al plano superior del tejido fundamental. La dirección dominante de las láminas transversales sería la de un arco de concavidad basipetal, y para las longitudinales divergente con las del lado opuesto, formando un ángulo agudo con el vértice en la línea media y de seno acropetal (fig. 115 C). Cada fila vertical de células termina en la parte superior por una célula hialina de mayor tamaño que las otras, esférica o con una