Concibiendo del Espíritu

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Mi amigo el Espíritu Santo
“Concibiendo del Espíritu”
Mateo 1: 18 “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando
desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló
que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era
justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20Y
pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños
y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer,
porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a
luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS”
Nuevamente he empezado a leer el libro “Excitando Su Nidada” de Fernando
Sosa, y en esta ocasión me ha conmovido como nunca antes. Si tan solo pudiera
compartir lo que el Espíritu de Dios ha puesto en mi a partir de lo que he leído y
experimentado con Él sería grandioso. Espero poder hacerlo.
Cómo me gustaría que fuera hallado que toda esta congregación hubiera
concebido del Espíritu Santo, porque estaríamos dando a luz salvación, libertad y
avivamiento para toda esta ciudad.
Lo que estaba dentro de aquella jovencita María, era engendrado por el
Espíritu de Dios. ¡Qué lo que haya en ti, tus sueños, tus ideales, tus motivaciones,
todos tus esfuerzos; sean engendrados por el Espíritu de Dios!
Dice la escritura que Lucas 1: 39 “En aquellos días, levantándose
María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40 y entró en
casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. 41 Y aconteció que cuando oyó
Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y
Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz, y dijo:
Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43 ¿Por
qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a
mí? 44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”
María, subió una montaña para visitar a Elisabet, quien en su vejez también
había concebido y esperaba un bebé. Nada menos se trataba de Juan el Bautista,
quien iría delante del Señor preparándo su camino y de quien Jesús dijo que no había
hombre con mayor autoridad sobre la tierra que él, de quien también se refirió como el
gran profeta Elías.
Pero Juan el Bautista habia sido concebido por Zacarías en su vejez, en tanto
que María había concebido del Espíritu de Dios. Así que tan solo con el saludo, el
bebé saltó de alegría en el vientre.
Creo que todo lo que ha sido concebido del Espíritu hace saltar de alegría a los
hijos de Dios. El Espìritu de Dios entre nosotros nos hace saltar de alegría, reirnos de
gozo, danzar de júbilo.
Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli
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Ruego a Dios que esta noche, tu concibas del Espíritu Santo: Sueños,
proyectos, ideas que a nadie se le han ocurrido. Que esta noche concibas del Espíritu
un gran avivamiento para toda tu familia, que concibamos un mucho mayor
avivamiento para nuestra congregación.
Si tu concibes del Espíritu Santo hoy, te levantarás y no estarás más abatido, te
levantarás y resplandecerás, la luz del Espíritu habrá venido sobre ti. Te levantarás y
entonces irás de prisa. El Espíritu te impulsará para que te levantes para que vayas
aprisa y no postergues más la visión y propósitos del Espíritu en ti.
¿Cómo es que se logra la concepción? Pues dice la escritura esto: Santiago
1: 14 “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido.15 Entonces la concupiscencia,
después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo
consumado, da a luz la muerte”
Así que la misma Palabra de Dios, aunque aquí se refiere a la concepción del
pecado; nos informa sobre los pasos para la concepción.
a)
b)
c)
d)
Atracción
Seducción
Concepción
Dar a luz
DESARROLLO
1. La atracción
Dios nos atrae por medio de Su Espíritu. Esto genera que corramos tras de Él,
que busquemos siempre estar cerca de Él.
Cantares 1: 4 “Atráeme; en pos de ti correremos.
El rey me ha metido en sus cámaras;
Nos gozaremos y alegraremos en ti;
Si Dios te atrae, entonces corres por Él, haces todo lo posible por llegar, ningún
obstáculo es suficientemente grande como para separarte de Él. Este es el primer
amor al que se refiere Jesús en el mensaje a la Iglesia de Éfeso en el Apocalipsis, y
que por desgracia muchos cristianos han perdido. Pero quienes estamos enamorados
de Él solo podemos decir: Quiero más y más.
Gran diferencia existe entre asistir a una congregación cristiana por la sana
costumbre de alabar a Dios y escuchar Su Palabra, a ir porque es un deseo intenso
dentro del corazón. Gran diferencia es orar cada día sistemáticamente durante algún
tiempo, lo cual es excelente; a buscar la Presencia de Dios cada día porque le
necesitamos, porque le anhelamos.
Esto es atracción. Por eso dice la novia; Atráeme, atráeme. Quiero correr en
pos de ti.
Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli
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2. La seducción
Y entonces dice la escritura: El Rey nos mete en sus cámaras. ¡Uy! La cosa se
pone candente. Sí, empiezas a ser seducido por el Espíritu de Dios.
Así lo dice el profeta Jeremías 20: 7 “Me sedujiste, oh Jehová, y fui
seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido
escarnecido, cada cual se burla de mí”
Se trata de un deleite en Su Presencia. Allí hay delicias a Su diestra, es el
lugar donde Él cumple los deseos de nuestro corazón. Se trata del lugar secreto, de la
intimidad con Él.
Es aquel lugar donde dice el profeta Jeremías 23: 22 “Pero si ellos
hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi
pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de
sus obras”
Es el lugar de revelación, el lugar perfecto para escuchar Su Voz. Es el lugar
para fundirse con Dios en Su Presencia. Se trata de la comunión íntima con el Espíritu
Santo.
Evidentemente la gente no comprende esta atracción, esta seducción.
Entonces eres el blanco de burlas, de ataques de esas personas; por desgracia,
mayoritariamente cristianas que han vivido y viven un cristianismo de religiosidad.
3. La concepción.
Este es el resultado obvio de la comunión intima con el Espíritu de Dios.
Muchos corren para ser ministrados y recibir una transmisión de unción, un toque del
Espíritu de Dios que les hace vivir de manera diferente durante algún tiempo, pero
quien ha concebido del Espíritu de Dios es algo que viene directamente de Él.
Cuando María recibió el anunciamiento de parte del ángel le dijo: ¿Cómo será
esto, pues no conozco varón? Entonces el ángel le respondió: Lucas 1: 35
“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el
Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”
Entonces María respondió: Lucas 1: 38 “Entonces María dijo: He aquí
la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel
se fue de su presencia”
De la respuesta de aquella jovencita, podemos comprender que:
- Ella comprendió que lo que recibiría venía de Dios
- Ella misma se consideró como una sierva del Señor
- Aceptó la Voluntad de Dios, aunque lo que sucedería desafiaría totalmente
su futuro.
Concebir del Espíritu es un claro resultado de la relación íntima con Él, pero
aceptar concebir de Él implica que la Voluntad de Dios sea hecha en nuestra vida y ya
no la de nosotros mismos.
Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli
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Concebir del Espíritu desafía nuestro futuro, no a todos les gustará lo que Dios
tiene preparado.
Concebir del Espíritu Santo, es concebir lo santo de Dios en nosotros. Así que
debemos comprender que lo que recibiremos es santo.
Quien ha concebido del Espíritu Santo ya no quiere pecar porque sabe que lo
que lleva dentro es santo. Es así como la vida de santidad empieza a fluir desde
dentro.
Al estar embarazado del Espíritu de Dios es necesario, como lo hace una mujer
en lo natural, cuidar lo que llevamos dentro hasta que se de a luz. Hay que cuidar con
amor lo que viene, porque será santo, será especial, será algo que cambie no solo
nuestra historia sino la de mucha gente.
Debemos comprender que hay un tiempo de gestación espiritual lo mismo que
en el mundo natural. No se manifestará de inmediato, no lo veremos rápidamente;
sino que llevará su tiempo, pero sin duda esto es de Dios. Es algo que puedes sentir
en tu espíritu, algo grande que viene para tu vida y que hay que cuidar en santidad e
integridad.
4. Dar a luz
Prepárate desde ahora si has de concebir del Espíritu de Dios, porque vendrá
el tiempo de dolores, Cristo está siendo formado (Romanos 8: 22). Dar a luz implica
dolor que anuncia que ha llegado el tiempo.
Entonces la fuente se rompe, las fuentes del cielo son rotas y dejan caer todo
el poder de la bendición. Elías, después de los tres años y medio de terrible sequia
sobre su nación, restauró el altar de adoración que había sido arruinado por Jezabel y
Acab, y ofreció un gran holocausto a Dios quien lo recibió con agrado. Entonces oró a
Dios y siete veces le dijo a su criado que fuera ver el cielo. Las seis primeras veces el
reporte fue: no hay nada. Pero a la séptima vez le dijo: Veo una pequeña nube, como
del tamaño de la palma de mi mano que viene desde el mar. Entonces Elías dejó de
orar, sabía que había llegado la hora.
El cielo se oscureció de grandes nubes bien cargadas de agua, la fuente del
cielo se rompió y una gran lluvia dio por terminado el tiempo de escasez para
convertirlo en abundancia.
Así sucede cuando llegó el tiempo de dar a luz el plan de Dios, el proyecto
engendrado por el Espíritu, el sueño de Dios. Los cielos cerrados se rompen y viene
la gran bendición sobre todos los que están alrededor.
5. Ministración:
Es el tiempo de comunión intima con el Espíritu de Dios. Tiempo de concebir
para dar a luz avivamiento, bendición, gloria, fe, salvación en muchas personas.
Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli
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