“En el adolescente adoptado, el miedo al abandono se reactiva”

Anuncio
18 NAVARRA
Diario de Navarra Lunes, 18 de abril de 2016
VINYET MIRABENT PSICÓLOGA CLÍNICA Y PSICOTERAPEUTA, EXPERTA EN ADOLESCENCIA Y ADOPCIÓN
EN FRASES
“Adoptamos porque
queremos tener, criar
y cuidar a un hijo. Y tú
necesitabas unos padres.
Adoptamos porque
queremos ser padres,
no por bondad”
“El adoptado lleva una
historia de pérdidas que
no se puede minimizar”
Vinyet Mirabent, psicóoga clínica y experta en adolescencia y adopción, en la Casa de Cultura de Burlada, poco antes de la entrevista.
CALLEJA
“En el adolescente adoptado, el
miedo al abandono se reactiva”
Esta experta en adolescencia y adopción
atiende desde su consulta los problemas que
se les presentan a los padres adoptantes.
Estuvo en Pamplona para hablar de ello
MARIALUZ VICONDOA Pamplona
Vinyet Mirabent lleva desde 2004
dedicada profesionalmente a temas de adopción. Catalana, psicóloga clínica, psicoterapeuta, di-
rectora del centro médico Psicológicos de la Fundación Vidal i Barraquer, atiende en su consulta a
padres adoptivos en el momento
de la postadopción. Se pone en su
piel, en su corazón, en sus miedos
y en sus sentimientos. Vinyet, especializada en adolescencia y
adopción, ha participado en el
XXVIII Congreso Nacional de la
Sociedad Española de Psiquiatría
y Psicoterapia del niño y del adolescente (SPYPNA), celebrado,
junto con la Fundación Xilema, en
Burlada.
La adolescencia es una etapa
complicada. ¿El adolescente
adoptado tiene un plus?
Sí. Claramente, porque tiene una
doble afiliación. El adolescente
adoptado tiene unos orígenes biológicos de los que puede o no tener
recuerdos, pero lo que es seguro
es que tiene una procedencia, una
genética. Y los padres biológicos
están en su mente, en forma de
fantasmas o recuerdos, porque a
veces no hay recuerdo explícito o
memoria consciente. Pero están
ahí. Y se expresan en el cambio de
la pubertad a través de su genética. A la vez, está el origen con los
padres adoptivos, con toda la historia de crianza y vínculos que
han creado con ellos. En la adolescencia hay un juego emocional entre la familia de origen (conocida o
en forma de fantasmas o fantasías), con lo que hubiese podido
ser y no fue, y el juego, normal en
todo adolescente, con su propia familia. Siempre en la adolescencia
hay un cuestionamiento de los padres a través de preguntarse
quién soy yo. En el adolescente
adoptado tiene mayor complejidad porque existe este origen distinto.
¿Siempre es problemático?
Toda adolescencia significa afrontar conflictos. Crecer es afrontar
inquietudes, dudas acerca del futuro, incertidumbres... Y en la adolescencia, más aún, uno piensa en
quién me estoy convirtiendo, qué
pasa conmigo, qué clase de persona voy a ser..., piensa en el presente
y futuro. El adoptado, también. Lo
que ocurre es que estos conflictos
pueden tener gradaciones y hay
muchos elementos que influyen.
Por ejemplo, cómo se ha trabajado
en la familia adoptiva el abandono,
si se ha podido hablar de ello o se
ha quedado en un rincón como algo que ocurrió en el pasado pero
que ya no está presente porque
‘como te queremos tanto ahora ya
no es un problema’. Depende de si
se ha podido trabajar esta historia
de pérdidas, de qué ha ocurrido
con las diferencias étnicas y de cómo juega eso con el proceso de
identificación.
¿Cuáles son los signos de alarma
que deben preocupar?
Hay que trabajar mucho en la prevención. Los padres, aunque le
hayan adoptado con tres meses,
pueden sentir que el niño lleva toda la vida con ellos. Pero tienen
que ser conscientes de que ese hi-
NAVARRA 19
Diario de Navarra Lunes, 18 de abril de 2016
jo trae consigo una historia de pérdidas que no podemos minimizar.
Hay padres que piensan: “Lo pasó
mal, es verdad; pero ahora está
con nosotros y se ha olvidado de
todo esto”. El hijo, con toda la comunicación no verbal, va a percibir de forma muy directa y sin palabras, hasta qué punto estamos
abiertos a comprender que eso está ahí. En la infancia se pueden dar
pequeños signos de alarma, que
pueden pasar desapercibidos.
Por ejemplo, un día que viene llorando del cole porque le han dicho
que su madre no lo es. ¿Cómo lo
tratamos? ¿Lo minimizamos y le
decimos que no haga caso?
Si se le da mucha importancia,
¿es agrandar el problema?
Muchas veces los niños con sus
palabras están tanteando nuestra
reacción, comprueban si estamos
dispuestos a dar un espacio a eso.
Entonces, ¿qué hacer?
Se le puede decir: ‘Tú te habrás
sentido mal, ¿no? ¿Por qué no lo
hablamos? Porque a nadie le gusta que le digan eso. ¿Tú te crees
que yo no soy tu mamá? Porque
igual es verdad que hubo otra mamá. Es verdad, hubo otra mamá...”
Decir esto, pero más despacio, hay
que dar tiempo. Lo importante es
que los padres que han adoptado
puedan tener en la mente que el
hecho de que el hijo nació de otros
no es un hecho banal. Que eso tiene suma importancia. Nació de
otros que no pudieron continuar
con la crianza. Eso el niño lo va a
vivir, en un primer momento, como un abandono. Nosotros tenemos que pensar cómo le ayudamos a vivirlo, a sentirlo, pero no a
base de taparle la boca con un ‘te
quería mucho pero te tuvo que dejar’. Está bien transmitírselo así,
pero él podrá seguir preguntándose por qué no me pude quedar
con ella. Porque la mayoría de los
humanos nos quedamos con los
padres de los que hemos nacido.
Es un hecho anómalo, en el sentido de que alguien no te pudo cuidar, y eso hay que tratarlo. El equilibrio está en no atribuir todos los
problemas a la adopción ni en sentir que la adopción fue algo del pasado sin repercusiones en el futuro, porque no es cierto.
Usted ha escrito : “Los tabúes están hechos de silencios”, “el silencio de los adolescentes”. ¿Qué hacer para hablar si el hijo no quiere?
Yo no sacaría el tema de manera
directa. Es importante que la palabra adopción aparezca como algo
normal, como algo del lenguaje de
vida cotidiana de los padres. Un
niño de tres años tiene que saber
que es adoptado, que necesitaba
unos padres para cuidarle y que
nació de otras personas. En la adolescencia es normal que no quie-
ran hablar. Pero se le pueden decir cosas como: “Oye, a ti te pasa algo; a ti esto este tema te ha revuelto un poco por dentro..., bueno,
veo que no te interesa; pero lo hablamos cuando quieras...”. Le
transmitimos así que estamos
ahí. En la adolescencia el miedo a
nuevos abandonos se reactiva. No
me preocupa el silencio del adolescente, hay que respetárselo, pero sí me preocupa el de los padres.
¿Qué responder si tu hijo pregunta por qué me has adoptado?
Creo que hay que contestar con
las razones de uno. Adoptamos
porque queríamos tener un hijo,
criar y cuidar un hijo. Y tú estabas
necesitando tener unos padres.
Nosotros queríamos ser padres.
Lo que ocurre es que, a partir de
ahí, vienen más preguntas.
Si preguntan, ¿me comprasteis?
Ahí está la ética de la adopción. Si
uno está tranquilo de verdad, le
puede contestar: Los hijos no se
compran nunca, se desean.
Si la siguiente es: ‘Entonces, ¿por
qué pagaste dinero?’
Porque cuando se adopta hay muchos trámites. Hay muchas personas que están trabajando para que
podamos adoptar, que están mediando en los procesos, que están
haciendo de puente para que los
papás podamos llegar al final. A
esas personas les gusta hacer eso,
pero también es su trabajo. Por
eso hay que pagarles por lo que hacen. Pero yo no pagué por ti. Pagué
por unos trámites. También pueden preguntar: “Y si hubieses teni-
do hijos biológicos (cuando no los
hay), ¿me habrías adoptado?”
Aquí es muy importante la honestidad. Porque un adolescente
acepta más un “yo no lo sé,” que invenciones. Se puede decir: “No lo
sé, pero desde el momento en que
nos pusimos a ello ya te deseamos,
porque si yo no hubiese ido a tal sitio, igual no hubiese conocido a tu
padre, y estaría en otro lugar, no lo
sé”. La vida es azar y lo importante
es qué hacemos con él.
Es común relacionar la bondad y
generosidad con la adopción.
¿Cómo se explica que no se adopta por bondad? Porque ¿es malo
adoptar por bondad?
Sí, es malo adoptar por bondad,
porque le estás diciendo al hijo: ‘Yo
soy tan bueno que tú siempre tie-
Asistentes al Congreso Nacional ‘La técnica en psicoterapia en sus diversas aplicaciones’, en Burlada.
CALLEJA
“Si el proceso es largo, puede llegar
el hijo cuando no estás preparado”
La complicación y la espera en
el proceso de adopción ¿es positivo o negativo?
Tantos problemas es muy negativo. Porque hay algo asociado a
estos problemas, el largo tiempo de espera. Las largas esperas
son muy negativas. Que la adopción no sea un trámite plis plas
está bien, para tomar consciencia de que es una responsabilidad la que tomamos como padres. Pero cuando el tiempo se
alarga, como ocurre hoy, el riesgo es que nos llegue el hijo en un
momento en el que nuestra
mente ya no está preparada para ser padres, cuando ya se ha
ido diluyendo el deseo porque
no nos ha quedado más remedio
que empezar a ilusionarnos por
otras cosas. El embarazo biológico es muy importante para
preparar la mente, pero tiene un
tiempo acotado. Cuando el embarazo psicológico en la adopción no tiene un tiempo acotado,
la preparación se convierte en
un arma de doble filo, porque
nos desvinculamos del proyecto. Cuando una cosa no llega y no
llega, el proceso normal, y diría
que hasta sano, es desvincularse. Por eso es importante reeditar programas de formación, renovar ese deseo, volver a replanteárselo, lo que no quiere decir
pasar nuevas idoneidades, pero
sí pensar en qué momento vital
está uno después de siete años
de espera. Uno puede pensar
que ya no puedes renunciar porque estás dejando un niño abandonado. No es así, porque hay
muchas parejas que pueden
adoptarle. Y, a lo mejor uno, después de tanta espera, ya no está,
perdón por la frase, ‘en ese café’.
nes que estar agradecido’. Si el motivo de la adopción es la bondad es
muy difícil mantener los momentos de crisis del hijo. Cuando está
agresivo, te rechaza, está violento,
pensarás que es un desagradecido. Y eso no. Adoptaste porque
querías ser padre o madre, éste es
el verdadero motivo de la adopción. Cuando es pequeño y te dicen
‘ya puede estar contento con la vida que le dais’, es importante que
los padres reaccionen con rapidez. “No, si los contentos estamos
nosotros, no sabes qué feliz nos
hace”, deben contestar. Es decir, la
parentalidad es algo mutuo. Elegimos ser padres, porque forma parte de un deseo y eso hay transmitir
para que sea sano. El niño no elige
nacer, no elige ser adoptado.
Hay una tendencia que insiste en
la necesidad de buscar los orígenes. ¿No puede haber riesgo en
ello?
Es muy importante el equilibrio.
Buscar los orígenes es poder hablar. Se confunde hablar de los orígenes, a medida que el adolescente lo va pidiendo, con conocer directamente los orígenes. Son dos
cosas muy distintas. Hay bastante
consenso entre los especialistas
en que para conocer directamente
a los padres biológicos se tiene que
ser un poco adulto, tener la identidad bien asentada, tener estabilidad interna. Porque es un impacto
que desequilibra y hay que poder
aguantar ese impacto. Y eso en
plena adolescencia es algo de mucho riesgo. Con el mejor deseo de
los padres, a veces se empieza a
dar información que el adolescente no puede integrar bien. Incluso
hay informaciones que los padres
deben filtrar porque los detalles
son muy negativos.
¿No hay que decirlos?
No. Se confunde decir cosas muy
concretas de la historia que no
ayudan con poder hablar de cómo
me siento por ser adoptado.
¿Y si lo piden?
Igual hay que decir: “Cuando estés
preparado lo podremos mirar”.
Porque la mayoría de países y las
administraciones públicas no te
dejan mirar el propio expediente
hasta los 18 años.
¿Hay detalles que no hay que dar
nunca?
Eso ya no lo sé. Cuando el hijo sea
adulto... Dependerá del él. Hay
que ser sincero en todo lo que es
necesario, pero no en lo que no se
necesita. Tenemos que explicar
aquello que un hijo puede asimilar. Siempre hay algunos detalles
de la adopción con los que hay que
ser muy cuidadosos en la forma
de decirlos y algunos, obviarlos
hasta..., no sé decirlo. ‘Nunca’ me
cuesta decir, pero seguro que no
antes de los 18 o 20.
Descargar