Las personas en situación de dependencia. Estado de la cuestión

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Las personas en situación de dependencia.
Estado de la cuestión
Colectivo Ioé1
Todos los estados europeos han aceptado la definición de “dependencia” dada
por el Consejo de Europa en 1998: “necesidad de ayuda o asistencia importante para las
actividades de la vida cotidiana”. Tres factores concurren en esta definición: la
existencia de alguna limitación física o mental que merma las capacidades de la
persona; la imposibilidad de realizar actos corrientes de la vida diaria; y la necesidad de
cuidados por parte de otras personas.
Vamos a ofrecer una aproximación general al colectivo de personas en situación
de dependencia, para indicar después los cuidados que reciben. En general, se puede
avanzar que se trata de una problemática creciente en la sociedad española debido, por
una parte, al mayor número de personas dependientes y, por otra, al cuestionamiento del
modelo tradicional de atención basado en el trabajo doméstico de las mujeres. La Ley de
promoción de la autonomía personal y atención a la dependencia, que será analizada en
otros artículos de este número de Éxodo, pretende salir al paso de esta problemática.
1. La dependencia y sus grados
El número de personas con problemas de dependencia para realizar actividades
de la vida cotidiana depende mucho de la vara de medir, es decir, d el grado de
dependencia que establezcamos para considerar a una persona “dependiente”. Según el
libro blanco del gobierno sobre la atención a las personas en situación de dependencia,
la población dependiente en España en 1999 sería de 2,4 millones, de las cuales:
959.890 tendrían una discapacidad severa o total para realizar actividades
básicas de la vida diaria: levantarse y acostarse, desplazarse dentro del hogar,
asearse, controlar las necesidades fisiológicas, vestirse o desvestirse, comer y
beber, reconocer personas u objetos y orientarse, entender y ejecutar
instrucciones o tareas sencillas.
1
Equipo de investigación social formado por Carlos Pereda, Miguel Ángel de Prada y Walter Actis
(www.colectivoioe.org).
1.526.432 tendrían, o bien discapacidad moderada para realizar las actividades
básicas anteriores (algo menos de la mitad del grupo), o bien discapacidad para
actividades instrumentales: deambular sin medio de transporte, hacer la compra,
preparar la comida, limpiar o planchar, limpiar o mantener la casa, cuidar a
otros miembros de la familia.
Personas con discapacidades
Las anteriores estimaciones del gobierno se basan en la Encuesta de
discapacidades aplicada por el INE en 1999, que detectó 3,5 millones de personas con
alguna discapacidad (9% de la población total). Trece años antes, en 1986, otra encuesta
oficial había detectado 5,7 millones (15% de la población de aquel año). ¿Significa esto
que las personas con discapacidades se habían reducido en 2,2 millones?: no,
simplemente se había rebajado el umbral para definir algunos trastornos, lo que redujo
automáticamente el volumen de personas afectadas (por ejemplo, no poder “correr” dejó
de considerarse una discapacidad)2.
Bajo el concepto de discapacidad se incluyen limitaciones muy diversas que
afectan con mayor o menor gravedad las facultades que son habituales para
desenvolverse en la vida cotidiana (ver, oír, desplazarse, desarrollar tareas, relacionarse
con los demás, etc.). Sin embargo, conviene tener en cuenta que, de las 36
discapacidades recogidas en la encuesta de 1999, las personas afectadas registran un
promedio de 6 (el 36% sólo una o dos), es decir, pueden ejercitar normalmente -también
como promedio- las 30 facultades restantes. Además, tener una discapacidad no quiere
decir que no se pueda realizar la función o actividad correspondiente; esto sólo ocurre
en algo más de la cuarta parte de los casos (no ver nada, no oír nada, no tener ninguna
capacidad de relacionarse con los demás, etc.). E incluso, cuando tal ocurre, no significa
que el sujeto no pueda suplir o compensar su limitación mediante el uso de otras
facultades. Es importante hacer estas matizaciones pues en muchos casos las
discapacidades representan limitaciones parciales y que no tienen por qué impedir una
inserción social y laboral normalizada.
2
Si nos ceñimos a aquellas discapacidades que se recogieron con los mismos criterios en las dos
encuestas, la conclusión es que se habría producido un incremento superior al 40% entre 1986 y 1999.
Ver JIMÉNEZ, A. y CASADO, D., “Estadísticas epidemiológicas de la discapacidad”, en Boletín del
Real Patronato sobre Discapacidades, Nº 50, Madrid, diciembre 2001, págs. 86-89.
Gráfico 1.
TIPOS DE DISCAPACIDAD POR SEXO
Usar transportes públicos
Moverse sin medio de transporte
Limpieza de la casa
Compra y suministros
Levantarse, acostarse
Lavado y planchado
Conducir vehículo
Mover objetos no pesados
Preparar comidas
Audición deficiente
Cuidado de otros parientes
Desplazarse dentro del hogar
Manejar utensilios y herramientas
Controlar posiciones del cuerpo
Asearse solo
Tareas visuales de detalle
Vestirse, arreglarse
Manipular objetos pequeños
Relación con compañeros, jefes
Tareas visuales de conjunto
Recordar informaciones
Escritura-lectura convencional
Entender órdenes complejas
Hacer y mantener amigos
Usar el servicio solo
Reconocer y orientarse
Oír sonidos fuertes
Comer y beber
Entender órdenes sencillas
Hablar (mudez)
Relaciones de cariño familiar
Recibir sonido (sordera)
Hombres
Lenguajes alternativos
Mujeres
Recibir imágenes (ceguera)
0
250.000
500.000
750.000
1.000.000
1.250.000
Fuente: Elaboración de Colectivo Ioé a partir de la Encuesta sobre Discapacidades y Deficiencias,1999.
Una misma persona puede estar en más de una categoría (se incluyen todas las edades).
Tal como se recoge en el Gráfico 1, las mujeres se encuentran más afectadas
por discapacidades que los hombres, si bien esto se produce con un ritmo variable
según la edad: hasta los 50 años, la tasa masculina de discapacidades es mayor, en parte
como efecto de que padecen cinco veces más siniestros laborales y doble número de
accidentes de tráfico que las mujeres; en cambio, a partir de los 50 años la tasa femenina
sobrepasa a la masculina como efecto combinado de su mayor morbilidad (tienden a
contraer más enfermedades discapacitantes) y menor mortalidad (esperanza de vida 7
años mayor que la de los hombres).
Las discapacidades afectan con mayor intensidad a las familias con bajos
ingresos debido a que padecen unas condiciones ambientales menos saludables y
mayores riesgos de contraer enfermedades y sufrir accidentes. Además, sus
posibilidades de rehabilitación son menores al no disponer de suficientes recursos
económicos. Tal como se recoge en el Gráfico 2, la prevalencia de personas con
discapacidad es tres veces mayor en las familias pobres que en las ricas y que la
proporción de trastornos correlaciona estrechamente con los tramos de ingresos.
Gráfico 2
Proporción de personas con discapacidades según el nivel
de ingresos de las familias
14
12
10
8
6
12,6
11,6
4
7,9
6,1
2
4,2
0
Hasta 65.000
65.001-130.000
130.001-195.000
195.001-325.000 M ás de 325.000
Ingresos mensuales del hogar (Ptas. 1999)
Fuente: Elaboración de Colectivo Ioé a partir de la Encuesta sobre Discapacidades y Deficiencias, 1999.
Aumentan las personas mayores dependientes
La edad de las personas es un factor mucho más determinante que el sexo para
explicar la frecuencia de discapacidades. Si la media de personas con discapacidad en la
encuesta de 1999 se situaba en el 9%, la frecuencia se elevaba al 32% entre los mayores
de 64 años, se reducía al 5% entre los situados en edad laboral y bajaba al 1,2% entre
los menores de 16 años. De ahí la importancia que tiene el envejecimiento de la
población española como factor explicativo de la dependencia.
El envejecimiento de la población se debe, a su vez, a dos causas: el incremento
de la esperanza de vida y la reducción de la tasa de natalidad. La consecuencia es que la
proporción de personas mayores de 64 años ha pasado del 10% de la población en 1970
al 17,5% en 2005. Sólo entre 1999 y 2005 el número de personas mayores se ha
incrementado en más de 600.000, lo que supone que las cifras estimadas por el gobierno
de personas dependientes habría que incrementarlas en un 10%.
Enfermedades y accidentes
Las enfermedades destacan como la principal causa de las discapacidades ya que
en ellas tiene su origen el 48% de las limitaciones funcionales masculinas y el 61% de
las femeninas. Conviene tener en cuenta que, según la última Encuesta Nacional de
Salud, aplicada en 2003, había 17,9 millones de personas en España con alguna
enfermedad crónica o de larga duración diagnosticada por el médico (42,7% de la
población) y, de ellas, 6,4 millones reconocían que les limitaba en sus actividades
habituales (15,3% de la población). Esta prevalencia de enfermedades crónicas que
limitan la capacidad para desenvolverse en la vida cotidiana, es mucho mayor entre las
mujeres (28,1%) que entre los hombres (12,3%). El Gráfico 3 recoge la diversa
incidencia por sexos de las principales enfermedades crónicas.
Gráfico 3
Prevalencia de enfermedades crónicas en ambos sexos (2003)
+119%
Artrosis, reum a
+35%
Hipertensión arterial
+151%
Mala circulación
Alergia
Colesterol elevado
+128%
Jaquecas, m igrañas
-11%
Asm a, bronquitis crónica
Enferm edad del corazón
Diabetes
166%
Depresión
Mujeres
Hernias
Hombres
+888%
Osteoporosis
Problem as de la próstata
Diferencias mayores
en relación
a los hombres (en %)
Úlcera de estóm ago
Otras enferm . m entales
Problem as m enopausia
0
5
10
15
20
25
% de población de 16 y más años
Fuente: Elaboración de Colectivo Ioé a partir de la Encuesta Nacional de Salud 2003.
Los accidentes están en el origen del 21% de las discapacidades masculinas y
del 9% de las femeninas. Además, constituyen la cuarta causa de muerte del conjunto de
la población y la primera entre los menores de 35 años. Por tipos de accidente, destacan
los laborales, por encima de los de tráfico y de los domésticos.
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