e u r o c o r p s alocución al parlamento europeo

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ALOCUCIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO
Bruselas, 5 Mayo 2008
Teniente General D. Pedro PITARCH
General Comandante del EUROCUERPO
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Estimado Sr. Presidente, distinguidos miembros del
Parlamento Europeo, señoras y señores:
El 16 de enero, el Subcomité de Seguridad y Defensa
del Parlamento Europeo visitó el Cuartel General del
Eurocuerpo. Los miembros del Eurocuerpo nos
sentimos especialmente honrados y orgullosos de la
atención e interés que mostraron hacia nuestra
Unidad.
Días más tarde, el Sr. Von Wogau me invitó a acudir a
Bruselas para continuar nuestro intercambio de ideas.
Para un sencillo soldado de Infantería como yo, es un
gran honor estar hoy aquí -donde se reúnen los
representantes de nuestros pueblos- y poder retomar
las conversaciones que comenzamos en Estrasburgo.
Muchas gracias por su invitación, y por su presencia.
57 años después de la firma del tratado constituyente
de la primera institución comunitaria, hoy, una Unión de 27 Estados y sus instituciones
–entre las que el Parlamento Europeo desempeña un papel preponderante- trabajan duro
y con entusiasmo para fortalecer el proceso de construcción europea. Éste es un proceso
basado en elevados valores comunes, y basado en la firme resolución de los diferentes
Estados en promocionar, preservar, alimentar y profundizar tales valores en el seno de
una sociedad europea plurinacional. Esta es una Unión no sólo con vocación de perdurar,
sino también una Unión que es capaz de jugar –y debe hacerlo- un importante papel
como un actor a escala mundial.
Sobreponiéndose a un aletargamiento previo, los líderes políticos de la Unión Europea
han firmado, el pasado mes de diciembre, el Tratado de Lisboa. Aunque esté en proceso
de ratificación por parte de los Estados miembros, en mi opinión, abre la puerta a un
desarrollo prometedor en el ámbito de la Europa de la defensa.
El nuevo tratado diseña un escenario de seguridad continental cohesionado, apoyado en
un generoso espíritu de solidaridad. Este espíritu se hace patente tanto en la “cláusula de
solidaridad” -respecto a la lucha contra el terrorismo o a la ayuda frente a desastres-,
como en el artículo de defensa mutua, aplicable a los Estados que se enfrenten a una
agresión armada en sus territorios.
Esta llamada a la solidaridad también se manifiesta en la idea de que la Unión pueda
movilizar todos sus instrumentos –incluidas las capacidades militares ofrecidas por los
Estados miembros- cuando uno de ellos se encuentre en una de las situaciones antes
mencionadas. En cualquier caso, la OTAN continua siendo la pieza clave para la defensa
colectiva de los Estados miembros.
En el campo de la “cooperación reforzada”, considero muy relevante que haya perdido su
vigencia la exclusión relativa a políticas militares y de defensa impuesta por el Tratado de
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Niza, de febrero de 2001. El Tratado de Lisboa define ahora las circunstancias bajo las
que una “cooperación reforzada” pueda específicamente aplicarse a asuntos de defensa.
Pero en el ámbito la defensa, puede que el aspecto más relevante del Tratado de Lisboa
esté recogido en la fórmula para la cooperación en defensa, denominada “cooperación
estructurada permanente”. Este tipo de cooperación se ajusta a aquellos Estados
miembros que satisfagan criterios más elevados en materia de capacidades militares, y
que tengan la voluntad de suscribir acuerdos más vinculantes para llevar a cabo misiones
más exigentes. Este asunto es de tan alta importancia que, una vez entrado en vigor,
podremos hablar de un gran hito en la construcción de Europa.
El Tratado de Lisboa manifiesta una voluntad política común de los 27 Estados miembros
de la Unión Europea de profundizar en la Europa de la defensa. Echa abajo el viejo
argumento de la pretendida confrontación entre la defensa europea y la OTAN. Para mí
esta muy claro: la idea de defensa europea no es, por definición, una alternativa a la
OTAN; ambas son compatibles, se fortalecen mutuamente, y pueden -y deben- coexistir.
Son, en definitiva, complementarias.
Para avanzar en el camino hacia una política de defensa común debe promocionarse y
aplicarse el concepto de “cooperación estructurada permanente”. Este tipo de
cooperación puede requerir el establecimiento de un núcleo inicial que actúe como
motor, escaparate y referencia para el resto de los Estados. Con relación a este esfuerzo,
me gustaría mencionar brevísimamente dos áreas de actuación: el área política y el área
instrumental.
En el área política, el objetivo sería lograr una auténtica cooperación política de alto nivel
entre los Estados participantes en el ámbito de la defensa. Este sería el tipo de
cooperación que permitiría al menos mantener posturas similares en el seno de la UE.
Podríamos incluir aquí, por ejemplo, la convergencia en presupuestos de defensa, la
puesta a disposición común (“pooling”) de capacidades, etc.
Trasladándonos al área instrumental, el objetivo sería satisfacer las carencias en
capacidades y desarrollar recursos militares comunes, que proporcionarían credibilidad y
visibilidad a la cooperación política. En otras palabras, sentar una base sólida para la
consolidación y el desarrollo de unidades europeas multinacionales, estableciendo así un
objetivo de fuerza compartido.
En Europa existe un amplio abanico de organizaciones militares que no constituyen una
estructura capaz de poner en pie, de forma práctica, una fuerza europea realmente digna
de ese nombre. El aspecto positivo de semejante proliferación de organizaciones es que
muestra un reconocimiento de la importancia del concepto de multinacionalidad en la
Europa actual. También significa que el poder de una unidad militar multinacional
descansa no sólo en sus capacidades operativas, sino, además, en el número de
banderas que la refrendan de manera permanente. Tal vez este sea el razonamiento
detrás de la idea del Sr. Solana de que las crisis más graves sólo pueden resolverse
mediante coaliciones permanentes.
Los europeos son cada vez más conscientes del hecho de que debemos enfrentarnos a
nuevas amenazas que se han gestado allende nuestras fronteras. Éstas abarcan el
terrorismo internacional, las armas de destrucción masiva y sus tecnologías asociadas, el
crimen organizado y la piratería, los grandes e incontrolados movimientos migratorios, o
la inestabilidad derivada de conflictos regionales y de estados fallidos. Éstas son
amenazas compartidas que requieren respuestas comunes y compartir también recursos
y esfuerzos.
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Si al escenario descrito añadimos la revolución geopolítica que ha tenido lugar en los
últimos veinte años, es evidente que Europa necesita urgentemente un salto cualitativo
en materia de seguridad común. La pregunta clave que debe responderse es si queremos
o no identificar a Europa como nuestro futuro común. Si queremos o no abandonar el
cuerpo de doble cara del dios romano Jano y estamos dispuestos a mirar menos hacia
atrás -hacia el pasado- y más hacia delante, hacia el futuro. Personalmente no me cabe
la menor duda: Europa es nuestro futuro común.
Por consiguiente, parece razonable considerar si ha llegado el momento para Europa de
llevar a cabo en su seno un esfuerzo serio de simplificación y convergencia de sus
asuntos militares multinacionales, o, en otras palabras, de racionalizar las estructuras
militares europeas, en relación armónica con la OTAN.
Como cualquier proceso de naturaleza política, este no es un asunto de “todo o nada”; es
más bien una cuestión de progreso flexible, pero constante. Sería como resolver una
ecuación cuyos tres términos son: la continuidad de algunas de las estructuras militares
OTAN –que posiblemente deberían reducirse-; la racionalización y estructuración de las
fuerzas europeas multinacionales existentes; y el mantenimiento de los niveles de
seguridad continental actuales durante este proceso de transformación.
El asunto es muy complejo y difícil. Ante la hoja de ruta sugerida ya se adivinan
obstáculos de diversa naturaleza que habrá que solventar. Mencionaré sólo algunos: la
inercia y los intereses políticos internos de los Estados; la necesidad de satisfacer un
mayor esfuerzo de financiación, y de un objetivo presupuestario convergente; la llamada
“duplicación”, que se cita con frecuencia; o el rechazo que las fuerzas multinacionales
provocan a veces en cuarteles generales nacionales. También debería evitarse el peligro
latente de re-nacionalización de la defensa, una tentación que ha llevado a dramáticas
experiencias en la historia de Europa.
En cualquier caso, creo firmemente que, a pesar de cuan elaborado y largo sea, éste es
el camino que debe tomarse. Me gustaría insistir en esta idea, citando la pregunta que el
Presidente Sarkozy enunció, el 13 de Noviembre de 2007, frente al Plenario del
Parlamento Europeo en Estrasburgo: “¿Qué significa nuestro compromiso europeo si
cada uno de nosotros no es capaz de hacer un esfuerzo para la defensa de todos?”
También me gustaría mencionar el esfuerzo que representa el sistema europeo de los
Grupos Tácticos –“Battle Groups”-. Esta capacidad de respuesta rápida de la UE ha sido,
sin duda, un gran éxito en términos políticos. Ha llamado la atención y ha atraído la
participación de casi todos los Estados miembros de la UE. Además de constituir un
procedimiento práctico de incrementar la interoperabilidad entre los diferentes sistemas
militares de los diferentes Estados de la Unión, los “Battle Groups” son percibidos como
la prueba de la voluntad de dichos Estados de transformar sus fuerzas militares con el
propósito de lograr fuerzas más resolutivas, capaces y flexibles.
Como bien saben Uds., el llamado “BG 1500” incluye una fuerza de combate constituida
sobre la base de un Batallón de Infantería al que se añaden apoyos de fuego, medios de
reconocimiento, otros elementos de apoyo al combate (ingenieros, defensa aérea,
helicópteros), y elementos de apoyo logístico. El “BG 1500” también recibe apoyos
proporcionados por unidades de Operaciones Especiales, de la Fuerza Aérea y de las
Fuerzas Navales. Estas fuerzas se disponen listas para desplegar en el plazo de 5 a 10
días, y pueden hacerlo y sostenerse en campaña a una distancia de hasta 6000 Km
desde el territorio europeo, en operaciones de 30 a 120 días de duración.
Construyendo sobre esta base conceptual –e incluso si valoramos significativamente el
gran progreso que representa el BG en términos de política de defensa- podríamos
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considerar avanzar todavía más y pensar en la posibilidad de establecer otras estructuras
militares conjuntas que tendrían mayores capacidades y que podrían proporcionar a la UE
fuerzas militares más potentes y operativas, para impulsar una política de defensa cada
vez más creíble y auto-suficiente.
Para concluir, me gustaría hablar del Eurocuerpo. Como saben, fue una iniciativa francoalemana (Mitterrand y Kohl, La Rochelle, May 1992) que materializó un ejemplo concreto
de la voluntad europea de asumir responsabilidades en el campo de la defensa. Tanto
por sus objetivos como por su composición, y más aún, por la ubicación de su Cuartel
General en Estrasburgo –sede del Consejo de Europa, del Parlamento Europeo (sede
compartida con Bruselas) y de la Corte Europea de los Derechos Humanos- el Eurocuerpo
es percibido como uno de los símbolos más patentes y ostensibles de la paz y de la
reconciliación en Europa.
Habiendo sido certificado por la OTAN como fuerza de Alta Disponibilidad y como Fuerza
de Reacción Rápida (NRF), el Cuartel General del Eurocuerpo se sitúa en la punta de
lanza de las capacidades militares europeas. Está ofrecido tanto a la Unión Europea como
a la OTAN, y se adiestra permanentemente para mantener su capacidad de liderar todo
tipo de operaciones, desde las de ayuda humanitaria hasta el combate de alta intensidad.
Su característica distintiva, lo que lo hace realmente único, es su permanente nivel de
multinacionalidad. A día de hoy, hay cinco Naciones Marco: Francia, Alemania, Bélgica,
España y Luxemburgo. Las Naciones Marco forman el núcleo de la organización y
comparten tanto el mando como el esfuerzo de aportación de capacidades. Oficiales de
Polonia, Austria, Grecia y Turquía se han unido al personal del Eurocuerpo, estando
también presentes de forma permanente. Puedo anunciar ahora que durante los últimos
seis meses otros miembros de la UE y de la OTAN han solicitado unirse al Eurocuerpo:
Italia, Rumania y Estados Unidos de América. Además, Polonia incrementará
sustancialmente su participación permanente en el Eurocuerpo.
El Cuartel General del Eurocuerpo está ubicado en Estrasburgo, y un millar de hombres y
mujeres - militares y civiles- trabajan cotidianamente en él. Las Naciones participantes
identifican unidades de combate a nivel Brigada y División para su empleo por el
Eurocuerpo, y proporcionan también unidades de apoyo al combate y de apoyo logístico.
En mi opinión, si hubiera la voluntad política para hacerlo, el Cuartel General del
Eurocuerpo podría transformarse muy rápidamente, y sin incremento significativo de
recursos, en una organización de planeamiento, mando y control de mucho mayor
alcance.
De hecho, estoy plenamente convencido de que, a la vista de los complejos desafíos en
un mundo cada vez más globalizado, el Eurocuerpo podría ser una eficiente herramienta
militar que podría contribuir a que a la Unión Europea alcance su objetivo de consolidar
su papel de potencia de orden mundial. ¿Cómo lo haría Eurocuerpo? Contribuyendo con
sus capacidades, en el marco de la Carta de Naciones Unidas, al esfuerzo de Europa en la
promoción de la libertad, de los derechos humanos, del imperio de la ley, de la
seguridad, de la estabilidad, y –en definitiva- de la paz.
Muchas gracias por su atención, y, una vez más, por su amable invitación.
EUROCORPS
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