Intereses geopolíticos en el Ártico y la Antártida

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Intereses geopolíticos
en el Ártico y la Antártida
Temas como el marco jurídico que rodea a los círculos polares,
los reclamos territoriales que tienen los países interesados
en éstos, los recursos que los estados buscan en dichas zonas
polares y los desafíos medioambientales que proponen las
reivindicaciones internacionales sobre el Ártico y la Antártida,
son aspectos claves en el presente análisis.
ventana global
E
Francisco Solano
Estudiante
VI semestre
Gobierno y Relaciones
Internacionales
[email protected]
l Ártico y la Antártida cobran una fuerza geopolítica sin precedentes en la historia de la raza humana, no sólo por los recursos y
las ventajas geográficas y geoestratégicas que una apropiación de
estos territorios pueda significar, sino también por la emergencia medioambiental causada por el calentamiento global. Esto hace imprescindible
analizar los intereses geopolíticos que puedan atraer los polos. Mucho
más ahora, cuando se cumplirán 50 años de la firma del Tratado de la
Antártida, pieza fundamental del andamiaje jurídico que implica temas
tan trascendentales como la soberanía y la explotación de los recursos.
Ahora que los países del mundo empiezan a fijarse en los polos
como una opción geoestratégica a mediano y largo plazos, surge una pregunta obligada: ¿cuál es la importancia actual del Ártico y de la Antártida?
A lo largo de este artículo se estudiarán algunos beneficios y costos geopolíticos, ambientales y económicos que éstos representan para los estados.
Temas como el marco jurídico que rodea a los círculos polares,
los reclamos territoriales que tienen los países interesados en éstos, los
recursos que las naciones buscan en dichas zonas polares y los desafíos
medioambientales que proponen las reivindicaciones internacionales sobre el Ártico y la Antártida, son aspectos claves en este análisis.
¡Una guerra gélida!
El marco jurídico para hacer un examen sobre derechos y obligaciones de
los estados en las zonas polares es el derecho internacional. No obstante,
también debe considerarse el derecho del mar. Lo claro es que con la
normativa internacional se dispone de una gama de recursos para resolver diferencias, si las llegara a haber, entre los países. Aunque para el
Ártico no existe un marco legal específico que indique derechos y deberes
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para los estados, la Antártida cuenta con un marco jurídico particular (el
Sistema del Tratado Antártico), que pone reglas de juego claras bajo el
paralelo 60º sur.
Una de las herramientas con fuerza jurídica para dirimir conflictos,
asignar fronteras y zonas marítimas, en el ámbito internacional, es la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar).
Según el derecho del mar, todo Estado tiene derecho a 200 millas náuticas, desde sus costas, de explotación económica y comercial1.
Y por otro lado, la Convemar señala que un Estado puede pedir una
extensión de sus 200 millas náuticas, diez años después de haber ratificado la Convención2.
Así las cosas, la situación del Círculo Polar Ártico se torna confusa
después de las 200 millas náuticas, pues en realidad todos podrían usar
el derecho del mar para extender sus fronteras marítimas y así tomar un
segmento importante de la región ártica.
Lo cierto es que Canadá, Dinamarca (por Groenlandia), Islandia, Suecia, Finlandia, Rusia y Estados Unidos3 pertenecen al grupo de los llamados
«estados árticos», que podrían beneficiarse de adjudicaciones en el área
dada su posición estratégica adyacente al Ártico. Sin embargo, sólo Noruega, Rusia, Canadá y Dinamarca reclaman, ante la Comisión de las Naciones
Unidas para los límites de la plataforma continental4, la ampliación de sus
fronteras. Lo que hay implícito en dicha petición es un reconocimiento de
soberanía ante la comunidad internacional, razón por la cual puede decirse
que estos países llevan la delantera en lo referente a apropiación de recursos árticos. Y ello tiene implicaciones tanto jurídicas como políticas.
El Sistema del Tratado Antártico, salvaguardado por la Secretaría
del Tratado Antártico desde 19605, y sus tratados complementarios, pronto
empezará a mostrar fisuras. El dramático cambio climático, que se viene
acelerando desde la última década del siglo pasado, prueba ser una razón
para cambiar el contenido del Tratado Antártico. Como aparece en el artículo 12 del mismo, los firmantes, por unanimidad, pueden hacer cambios
al pacto en el momento que ellos consideren conveniente6. La coyuntura
actual se presenta como un momento idóneo para transformar esta herramienta jurídica y así determinar un futuro diferente en términos económicos y ambientales para las naciones que conforman el sistema.
La gran importancia del Tratado Antártico, y de aquellos
La Antártida
acuerdos que se derivan de éste, radica en que fue una decisión
es la única región en
multilateral tomada para no ejercer soberanía alguna, con miel mundo «gobernada»
ras a lograr que la Antártida fuera un área global común7. Esto
y custodiada por varios
significa un espacio establecido, donde todos son dueños y
estados, con unas reglas
nadie es propietario, donde no puede haber explotación de
de juego claras, derivadas
ningún tipo por parte de nadie, lo que incluye desde prohibir
pruebas militares hasta la explotación de los recursos natudel Sistema del Tratado
rales que se hallan del paralelo 60º sur hacia abajo. Es decir,
Antártico.
se determinó que la Antártida es la única región en el mundo
«gobernada» y custodiada por varios estados, con unas reglas de
juego claras, derivadas del Sistema del Tratado Antártico.
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En zonas polares, las disputas territoriales se basan en la búsqueda y
obtención de recursos naturales, en especial el petróleo, que se presume
abundante. Sin embargo, en estudios recientes, como el publicado en la
revista Pipeline & Gas Journal con el título «Future of Arctic»9, se deja en
claro que el petróleo en el Ártico no es tan abundante, comparado con las
grandes reservas de gas que existen en el Círculo Polar Ártico.
En dicho estudio se citan además dos elementos claves que
juegan en contra de la conveniencia de la explotación, producción y
comercialización de los recursos en el Ártico. Primero, que el petróleo
y el gas se encuentren mezclados dificulta la explotación y, por ende,
hace poco atractiva su explotación. El segundo elemento es la lejanía,
aspecto que merma la eficiencia y la competitividad de las empresas
interesadas en su explotación.
En la Antártida, la búsqueda de recursos no es menos exhaustiva, aunque tiene un enfoque diferente. En el artículo «Bioprospecting in areas outside national jurisdiction: Antarctica and the
Southern Ocean»10, se revela una diversidad inmensa de recursos naturales y minerales, entre ellos petróleo y gas,
El factor tierra
además de una gran cantidad de especies animales y
se
convierte en un
vegetales útiles para la humanidad. Sin embargo, el
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punto
de
inflexión esencial
proceso de bioprospección en la Antártida es cada
de
los
intereses
geopolíticos
vez más controversial, particularmente en lo que
respecta a los derechos de patentes y las propuestas
y geoestratégicos para
para privatizar la explotación de sus recursos. En la
los estados reclamantes
actualidad, la bioprospección privada en la zona es
de soberanía sobre la
una actividad predominante e ilegal. La biopiratería12
Antártida.
está al acecho, pues el Sistema del Tratado Antártico
es ineficiente en su control, mientras que en el Ártico la
bioprospección es una actividad permitida.
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Las frías promesas
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Sobre la Antártida también hay reclamaciones territoriales, aunque congeladas por las mismas disposiciones del Tratado Antártico. Aun
así, el Reino Unido, Nueva Zelanda, Francia, Noruega, Australia, Chile y
Argentina se basan en la teoría de la proyección cónica8, para demandar
soberanía en territorios del Círculo Polar Ártico. Evidentemente ellos tienen cercanía, bien sea por su territorio continental o por el insular cercano. En el caso de los tres países europeos, es preciso anotar que Francia
extiende su jurisdicción a pequeñas islas en el océano Índico; Noruega
tiene soberanía en la isla Bouvet, en el Atlántico Sur, y las islas Falkland
pertenecen al Reino Unido.
Éstas son las únicas naciones que alegan soberanía. Por una parte,
hay países como Brasil y Sudáfrica que podrían reclamar basados en la
teoría de la proyección cónica, aunque todavía no existe una postura
oficial en sus políticas exteriores en el asunto. Por el otro lado están
Rusia y Estados Unidos, que pese a haber firmado el Tratado Antártico, se
reservaron el derecho de hacer reclamaciones.
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Bajo sus hielos ancestrales, el Polo Sur guarda una gran extensión
de territorio, importante en términos geoestratégicos por sus grandes yacimientos de recursos. La Antártida es rica en minerales y tiene una red
masiva de ríos subterráneos que irrigan todo el continente. Sus mares están
saturados de recursos biológicos. En concreto, el factor tierra se convierte
en un punto de inflexión esencial de los intereses geopolíticos y geoestratégicos para los estados reclamantes de soberanía sobre la Antártida.
Consideraciones finales
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Los cascos polares son trascendentales para la historia de la humanidad.
En términos geopolíticos y geoestratégicos, decidirán muchas de las relaciones entre los estados del sistema internacional, más cuando el cambio
climático determinará escasez de recursos, y se precisa asignar eficientemente los derechos de propiedad y de explotación.
Sin duda, hay una diferencia marcada entre el Ártico y la Antártida. En el primero se genera una plusvalía. Mientras que arriba se pelea
por agua y recursos, abajo hay mucho más: territorio.
Así las cosas, se podrían avizorar cambios fundamentales en el
Sistema del Tratado Antártico, porque hay muchos intereses económicos,
políticos, ambientales y geoestratégicos que surgen con las nuevas condiciones de juego para las partes del sistema internacional. Luego, se corre el
riesgo de que el Área Global Común, que se consagró para la conservación
en 1961, sea cambiada sustancialmente para dar paso a una explotación
comercial. Así, quedan abiertas las opciones: ¿conservar o explotar?
Notas
1. Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), Organización de las
Naciones Unidas, http://www.un.org/Depts/los/convention_agreements/texts/unclos/annex2.htm.
Consultado el 1° de agosto de 2007.
2. Ibid., anexo 2, artículo 4. Consultado el 21 de febrero de 2007.
3. Scott Borgerson, «An Ice-Cold War», Editorial Desk, (OP-ED Contributor) (countries´ claims of the
Arctic). The New York Times (August 8, 2007): A19(L). Academic One File, Gale. Consultado el 23
de febrero de 2008.
4. Status of the United Nations Convention on the Law of the Sea…, Organización de las Naciones
Unidas, http://www.un.org/Depts/los/reference_files/status2007.pdf. Consultado el 1° de agosto
de 2007.
5. Secretaría del Tratado Antártico, http://www.ats.aq/. Consultado el 21 de febrero de 2008.
6. Ibid., Tratado Antártico (texto original), http://www.ats.aq/uploaded/treaty_original.pdf. Consultado el 3 de marzo de 2008.
7. Julia Jabour-Green and Dianne Nicol, «Bioprospecting in areas outside national jurisdiction: Antarctica and the Southern Ocean», Melbourne Journal of International Law 4.1 (May 2003): 76
(36), p. 106. Academic One File, Gale, Universidad Externado de Colombia. Consultado el 24 de
febrero de 2008. 8. La teoría de la proyección cónica consta de dos líneas verticales perpendiculares que se cierran
en forma de cono. Éstas salen desde los dos extremos más al este y más al oeste del territorio del
país reclamante hasta el centro de la tierra a la cual se quiere delimitar la propiedad de dicho país,
donde abarcará el territorio que, según cada Estado, le corresponde.
9. «Arctic role diminished in world oil supply», Pipeline & Gas Journal, 234.2 (febrero de
2007): 7(1). Academic One File, Gale, Universidad Externado de Colombia. Consultado el 2 de
agosto del 2007.
10. Jabour-Green and Nicol, op. cit.
11. La bioprospección es la búsqueda física en cualquier tipo de superficie y subsuelo para extraer
materiales de tipo biológico para su posterior comercialización. Vale la pena aclarar que abajo del
paralelo 60° sur, la bioprospección es un proceso única y exclusivamente estatal, según el Sistema
del Tratado Antártico.
12. Ibid., pp. 107 - 109.
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