Y si sopla el aire no nos refresca, y es estrecha la

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Y si sopla el aire no nos refresca,
y es estrecha la sombra bajo los cipreses
y todo alrededor cuestas en las montañas.
Nos pesan
los amigos que no saben cbmo morir.
(Y.Seferis Mic~stbrima1935)
i Q ~ hace
é
escribir al poeta tan desoladas, desesperanzadas palabras?
En Salónica hay el mismo amanecer en el mar sin línea de horizonte
que lo distinga del cielo, el mismo que en Janiá o en Hidra con el
mismo ruido peregrino del motor de una lancha que arranca justo en
ese momento. Pero el viajero atento llega al Norte y encuentra otra
Grecia, menos clásica, más bárbara, más promiscua. En Salónica oimos:
-Mi padre vino del Ponro -dice Grlgoris.
M I padre de Esmirna -Zanasis.
El m10 de la ciudad.'
1
Maiierd en la que los griegos denominan nost8ir;icamente a C O ~ S
tantinopla
Fotografías antiguas colgadas de las paredes en casa de Grfgoris nos
alónica poblada de minaretes en 1
despierto puede allí contemplar danzas del Ponto, danzas guerreras,
bailes de gente que duerme atenta con el cuchillo bajo la almohada,
preparada siempre para la guerra, hace tan sólo setenta años.
Estos son los Balcanes,
no es cosa de jugar o reir.
Canta Savvópulos, músico del Norte de Grecia, retomando palabras
ngoriópulos, poeta. Los Balcanes, sí, es otra
de gentes, razas, pueblos - riegos, búlgaros, servios, judlos, turcos- que
se movieron en u n vaivén de ajustes fronterizos, conflictos, guerras,
odios y amor. Los modernos tesalonicenses asumen el pasado turco,
escuchan música turca y algunos saben contar historias a la manera
oriental.
atmósfera mortal?: la
strofe de Asia Menor en
situacióri derivada
los griegos, es el acontec
siglo XX. Cuando se
S urbanos -Constantide este estado y eran
esas ciudades, en realidad, el centro económico y cultural de Grecia. Se
produce una emigración de campesinos hacia estas ciudades que se
encuentran fuera del reino heleno. Podemos apuntar que la historia
moderna de Grecia empieza tras esta catástrofe, que golpea todo y en
la que Grecia perdió para siempre nte Turquía Asia Menor. El 9 de
septiembre los turcos entran en
mirna, que es incendiada y una
Grecia de cinco millones de habitantes se ve obligada a acoger a u n
millón de refugiado ue hubieron de buscar casa y trabajo, adem%s de
acarrear fuertes pr
mas psicológicos. De ahl la angustia del poeta,
algo que recoge en más ocasiones la literatura. Así, Ilías Venesis nos
cuenta su experiencia personal como prisionero de los turcos en su
obra El nUmero 31328. Stratis Ducas2 explica el proceso de creación y
recreación de su novela El prisionero 16 ejm&lotosj de la siguiente
manera:
Hacía el final de mi primer
(septiembre-diciembre de 19281, habia caído en una aldea de refugiados en los alrededores de Ecaterin~.
En mis notas escribo:"..llueve, llueve, llueve. Un poco mas y me
hallar4 en la civilización. Tengo que terminar bten. M e encuentro
2.- Prosista, como llls Venesis, Stratis Mirivilis, C.Politis, F.Condoylu.
G.CeotocAs, Prevelakis o I.M. Panayotpulos y M.Caragachis y demAs componentes de la llamada 'generacibn del 30'. a la que
pertenecen tambibn los poetas Seferis, Elitis y Richos, bien conocidos entre nosotros y otros no menos importantes, como Embiricos
y EngonOpulos.
hacia el final, aunque en a parte importante de mi
hablar sobre gentes muy
loridas y desgraciadas. DI
y me ayude."
Detengo aqul mis anotaciones y
de Stupl para ver a las gentes
lleno. Escucho y anoto en medio
'Roturaciones'. 'Liquidaciones de cuentas,
mientos'. 'Mandatos
rlen... son muchas
nuestras penas.
na el picaporte y entra alguien. De mediana
azules. Y todos, ensonces,
a una voz: "Aqui hay uno que se escapó del
turco? Mantengo mis oidos como caballo del ej
petas. Me dispongo a escuchar lo inaudito, pero él, vergonzoso
oriental, enrojece, se sienta en una esquina y no habla. Al poco, con
el 'uso' y la charla se fue animando. Comenzó su historia. Era
turcáfono, como todos ellos, y además un narrador oriental Yo
imaginaba que estaba tocando un solo violln. Todos de la mitad, vi
que-tenía que conservar esta historia. Y comencé de nuevo con mis
anotaciones. Había cogido ya el ritmo.
omunicante, con turcdfono que era, colocaba los verbos al
"Está bien -dije': Esta
imperfecta sintaxis extranjera, llena de conjunciones 'y" me trajo a la
memoria el estilo del Antiguo Testamento
tensidn, aumentada por
stilo y lo trasladaba a un
cambiaba su, en cierto m
terminá su narracidn, le
discurso y un estilo &pico
dije: '%n tu firma" y escribió 'Nicdlaos Casacoclu' (el 'Cosako
dana siguiente fui a
es cosa mía para dar mayor impresidn). A la
su casa, conocí a su joven esposa y a su pequeño hijo y Je rogu& que
me dictara el comienzo de la historia. Pero la narración no tenía el
r eso, en mis dos primeras ediciones, el co
resulta apresurado. Lo escribí entonces y escribí una .carta a Hatzí
Memeti, excelente por su cortesía, donde, puesto que le exponía que
Behchet, al que tuvo a veces en su trabajo, era griego y se encuentra
ahora aqud en su nueva patria y le está agradecido por la amabilidad
que le mostrd, termina diciendo que 'tuantos conocen a las gentes,
saben que todo esto viene de Dios".
uando salí de la aldea, continuando hacia Caterini, imaginaba ya
que guardaba en la palma de mi mano un trocito de oro.
momento, sentí una enorme mano que me golpeaba amistosamente
en el hombro, como si el mismo Dios me regalase consoladoramente,
y un soporte para el resto de mis dlas. Pas& la Navidad en Kítros y la
ldníca. Me senth
víspera de Año Nu
a semana. La des
y escribil: dictando
"listricá" ("De bandidos'? que e
a continuación, a un periddico provincial, "Makedonía " de
ica, que me habla dado el
encargo para emprender mi viaje. Pero no nos pusimos de acuerdo y
llegud a Atenas y d i mi 'listricd" a "Prola" y mi historia al editor
Ch.Ganiari.
Al año siguiente 179291, camino de m/ segundo viaje -no para
escribir más, sino para pintar- pasd por Spl y tu/ donde Nicdla y su
compañero con un ejemplar de su historia que habla sido imprimida
ya. Nicóla, mientras la leía, sonrela contento y absorto a la vez, pues
estaba escrifa tal como me la con . Su compañero, largo y moreno,
como turco-cretense, tartamudo
-por ello fue prendido y
encarcelado en Esmirna y desde al14
rde, liberado- se entristecid porque en mi historia lo h
do: "P*,.p..pero, a...m/:
&por...q u6 me mataste?; me dice. [Que responderle? /Que as/ lo
libro. Sin embargo, añadid algunos episodios que utilic& en mi tercera
edición. La historia mamscrita de Nicdla la deposite en la biblioteca
de Gorfú.
i, Macedonia, crisol de pueblos, es ya oriental, y en Salónica, entre
algunos júvenea que escuchan Talking Heads, re etica3 , a Sotiría
Béllu, música turca o Savvópulos, mientras comen jalvás, hay un
narrador oriental de historias.
3.
1 os rebdt~cason las canciones populares del subproletariado urbano de las orandes ciudades como el Pireo y Sal6nica. Este genero
d e los marginados, m u y en auge entre los años veinte y treinta,
guarda ciertas semejanzas con el tango argentino. Este cancionero
se redescubre por la juveritud griega durante la decada de los
setenta. Sotiría BBllu es una de las mejores interpretes de este tipo
de canci6n en la actualidad
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