TEMA 2.- EL TITULO PRELIMINAR DE CÓDIGO CIVIL.

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TEMA 2.EL TITULO PRELIMINAR DE CÓDIGO CIVIL.
1. LA FUENTES DEL DERECHO. LA JURISPRUDENCIA.
Por fuente del derecho entendemos el modo de producción de las normas
jurídicas, designando así el origen de las mismas, su autor (ejem.
Parlamento) o bien los medios de expresión a través de los cuales las normas se manifiestan al exterior (ejem. por ley).
En nuestro sistema jurídico las fuentes del Derecho y su jerarquía vienen
recogidas en el art. 1 del Código civil ( a partir de ahora Cc). Según el
referido artículo las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley,
la costumbre, y los principios generales del Derecho.
La jurisprudencia no tiene carácter de fuente, si bien complementará el
ordenamiento jurídico con la doctrina que de modo reiterado establezca
el Tribunal Supremo al interpretar la ley, la costumbre y los principios
generales del Derecho.
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Siguiendo el citado artículo 1 del Cc, carecen de validez las disposiciones
que contradigan otras de rango superior, estableciéndose de esta forma el
principio de jerarquía de fuentes confirmado por el art. 9.3 de la
Constitución Española. La Constitución de 1978 se configura como
norma fundamental en nuestro ordenamiento jurídico, y a ella deberán
adaptarse las demás leyes y disposiciones de rango inferior.
La costumbre regirá sólo en defecto de ley aplicable siempre que no sea
contraria a la moral o al orden público y que resulte probada, y a falta de
ley y de costumbre regirán los principios generales del Derecho, sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico.
Por tanto la costumbre debe ser praeter legem o en defecto de ley aplicable a las
costumbre contra legem o contrarias a ley, no se les reconoce validez como fuente del derecho, mientras que la costumbre secundum legem, que es aquella que
interpreta la ley, no viene referida, ya que los Jueces y Tribunales conservan su
libertad para aplicar e interpretar las leyes con arreglo a los criterios generales,
de ahí que la interpretación usual, no venga mencionada en el art. 3 del Cc.
Los usos jurídicos que sean meramente interpretativos de una declaración
de voluntad, no tendrán la consideración de costumbre.
Los principios generales del Derecho, podrían considerarse como las directrices básicas de un sistema jurídico. Así la dignidad y el respeto de la persona, o el deber de indemnizar los daños culposamente causados (concretado
en el Código civil en el art. 1.902), son claros exponentes de las convicciones de una comunidad como rectores para su organización y convivencia.
El art. 1 del C.c. reconoce a los principios generales del Derecho su carácter de fuente, al establecer que se aplicarán en defecto de ley o de costumbre sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico.
De esta manera sirven para suplir la falta de ley o de costumbre aplicable
al caso concreto, pero también para completar y esclarecer el Derecho
vigente. Y por supuesto hay que entender como tales todos los del ordenamiento jurídico y no sólo los del Código civil.
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En su último punto el art.1 del C.c establece que los Jueces y Tribunales
quedan sujetos al sistema de fuentes establecido, teniendo el deber inexcusable de resolver los asuntos de que conozcan.
2. LA APLICACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS. LA ANALOGÍA.
La utilidad de las normas reside precisamente en su aplicación a una realidad concreta, y de ahí su regulación como Capítulo aparte en el propio
Código civil. En el artículo 3.1 del citado texto legal se establece: “Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que
han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de
aquéllas”. Así vemos como son varios los criterios de interpretación fijados
en la ley, el gramatical, sistemático, histórico, sociológico y teleológico.
El artículo 3.2 del C.c. dice: “La equidad habrá de ponderarse en la aplicación de las normas, si bien las resoluciones de los Tribunales sólo podrán descansar de manera exclusiva en ella cuando la ley expresamente lo permita”. De una
manera sencilla la equidad significa “lo que es justo”, y es que en ocasiones la aplicación estricta de la ley puede dar lugar “injusticias”, que con la
aplicación de la equidad se pueden atemperar, aunque nunca anular la
vigencia de una norma.
El artículo 4.1 del C.c. establece que: “Procederá la aplicación analógica de
las normas cuando éstas no contemplen un supuesto específico, pero regulen otro
semejante, entre los que se aprecie identidad de razón”. La analogía por lo
tanto es la aplicación de los principios de una norma a una situación no
contemplada en la misma, pero con la que guarda similitud.
Así para que se pueda utilizar la analogía es preciso que, exista una laguna legal, es decir, un supuesto de hecho no regulado por una norma, que
haya identidad de razón entre el supuesto regulado y el que no lo está, y
que no haya precepto legal que impida tal aplicación analógica. “Las leyes
penales, las excepcionales y las de ámbito temporal no se aplicarán a supuestos ni
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en momentos distintos de los comprendidos expresamente en ellas”, según establece el art. 4.2 del C.c.
El artículo 5 del Código civil, habla del cómputo de los plazos, y al respecto se manifiesta: “1. Siempre que no se establezca otra cosa, en los plazos
señalados por días, a contar de uno determinado, quedará éste excluido del cómputo, el cual deberá empezar en el día siguiente; y si los plazos estuvieren fijados
por meses o años, se computarán de fecha a fecha. Cuando en el mes de vencimiento no hubiera día equivalente al inicial del cómputo, se entenderá que el
plazo expira el último del mes.
2. En el cómputo civil de los plazos no se excluyen los días inhábiles”.1
El dies a quo no se computa y el ad quem debe transcurrir completo.
3. EFICACIA GENERAL DE LAS NORMAS JURÍDICAS
La norma como pauta de conducta conlleva una consecuencia jurídica del
supuesto de hecho. Esa consecuencia jurídica será en primer lugar el deber
de observar el comportamiento prevenido por la norma y en segundo
lugar la eficacia sancionadora, por lo tanto las consecuencias que el ordenamiento jurídico prevé para el caso de incumplimiento del comportamiento prevenido por la norma.
En el C.c se establece en el art. 6.1 “La ignorancia de las leyes no excusa de
su cumplimiento.
El error de derecho producirá únicamente aquellos efectos que las leyes determinen.
2. La exclusión voluntaria de la ley aplicable y la renuncia a los derechos en ella
reconocidos sólo serán válidas cuando no contraríen el interés o el orden público
ni perjudiquen a terceros.
1.
Suele distinguirse el cómputo civil por oposición al cómputo procesal.
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3. Los actos contrarios a las normas imperativas y prohibitivas son nulos de pleno derecho, salvo que en ellas se establezca un efecto distinto para el caso de contravención.
4. Los actos realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él, se considerarán ejecutados en fraude de ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que
se hubiera tratado de eludir.
Sigue diciendo el art. 7 del C.c., que los derechos deben ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe, es decir actuar sin engaño para con el otro,
y es que ese engaño se hará normalmente con la intención de conseguir un
beneficio propio. Aunque el término buena fe, que aparece reiteradamente
a lo largo del Código civil, también puede interpretarse como la creencia o
la certeza de algo, a pesar de que se pueda estar equivocado (ejem. art. 433
del C.c.). Además la ley no ampara el abuso del derecho y el ejercicio antisocial del mismo, dice el párrafo segundo del citado artículo.
4. ENTRADA EN VIGOR Y CESACIÓN DE LAS NORMAS.
El art. 2.1 establece que: “Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su
completa publicación en el Boletín Oficial del Estado si en ellas nos se dispone
otra cosa.”
Hemos de entender como entrada en vigor, el momento en que comienza a producir efectos jurídicos, la norma en cuestión.
La cesación de la eficacia de la norma puede ser temporal o definitiva, y esta última a su vez puede revestir la forma de caducidad, cuando se trata de normas dictadas para casos o momentos determinados y éstos han finalizado, o de derogación, que es la sustitución, modificación o abolición de una norma por otra.
Debemos tener en cuenta que, todas las normas pueden ser derogadas por
otra, pero que una de rango superior no puede ser derogada por otra de
rango inferior.
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La derogación puede ser expresa o tácita. El art. 2.2 del C.c. establece que
“Las leyes sólo se derogan por otras posteriores. La derogación tendrá el alcance
que expresamente se disponga y se extenderá siempre a todo aquello que en la ley
nueva, sobre la misma materia, sea incompatible con la anterior. Por la simple
derogación de una ley no recobran vigencia las que ésta hubiera derogado.
En el apartado 3 del artículo 2 del Código civil se afirma que “las leyes no
tendrán efecto retroactivo si no dispusieran lo contrario”.
Al producirse cambios legislativos, se hace en ocasiones necesario establecer un Derecho transitorio, que es el que regula los efectos que la nueva
ley produce, sobre situaciones creadas al amparo de la antigua ley, y que
todavía no han cesado.
Cabe dos posibles soluciones, bien que la nueva ley tenga carácter retroactivo, de tal manera que la nueva ley afecte o se aplique a situaciones anteriores a la misma, o bien que la nueva ley sea irretroactiva, de tal manera
que dichas situaciones continúen siendo regidas por la ley que las creó.
La retroactividad de las normas se puede producir en aquellos casos en los
que los efectos de la nueva ley son más favorables, pero hay que tener en
cuenta que el art. 9.3 de la Constitución Española establece como principio básico, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras, no favorables o restrictivas de los derechos individuales.
BIBLIOGRAFÍA
– Diez Picazo, Luís y Gullón, Antonio: Sistema de Derecho civil. Volumen
I, Tecnos, Madrid 2001.
– Jiménez Clar, Antonio: Introducción al Derecho civil patrimonial,
Comares, Granada 1993.
– Castán Tobeñas, José: Derecho civil español, común y foral. Tomo primero,
volumen primero, Reus S.A., Madrid 1978.
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