> JURISPRUDENCIA COMENTADA Adaptación o cambio de puesto de trabajo si existe incompatibilidad con el estado de salud del trabajador Ramón Vall Repulles, AGM Abogados l artículo 26 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, bajo la rúbrica de “Protección a la maternidad”, prescribe una serie de medidas obligatorias para la empresa en los supuestos en que la evaluación de riesgos revele un riesgo específico derivado de la actividad laboral para la seguridad o la salud de las trabajadoras embarazadas o en período de lactancia. El precepto citado establece como medida protectora, en primera instancia, la adaptación de las condiciones o del tiempo de trabajo, sin desarrollar el contenido del concepto de adaptación, pero en el que claramente se infiere que, como mínimo, incluye medidas de tipo organizativo, entre las que debe adoptarse, cuando resulte necesario, la exención del trabajo nocturno o a turnos. E Para el caso de que la adaptación de las condiciones laborales no resultase posible o no previniese suficientemente el riesgo, la empresa está obligada a cambiar temporalmente a la trabajadora de puesto de trabajo mientras persista el riesgo y hasta que su estado de salud permita reincorporarla a su puesto anterior, sin merma de su retribución. La LPRL especifica que dicha movilidad funcional se aplicará con las reglas y criterios del art. 39 del Estatuto de los Trabajadores, por lo que en principio las nuevas funciones asignadas deberán correponder al mismo grupo profesional o categoría equivalente, salvo que los puestos existentes que reuniesen dicha condición no fueran compatibles con la finalidad preventiva perseguida. Ambas medidas tuitivas de las trabajadoras embarazadas son exigibles hasta el descanso por maternidad, así como durante el período de lactancia, siempre que médicamente se certifique el riesgo para la salud de la mujer o del hijo. En últi- 58 • 058_s_Jurisprudencia.indd 58 Gestión Práctica de Riesgos Laborales ma instancia, si el cambio de puesto no resultara posible o no fuera exigible por motivos justificados, la trabajadora podría solicitar del INSS, y en su caso obtener, el reconocimiento del derecho al subsidio por riesgo durante el embarazo, con simultánea suspensión del contrato de trabajo. de trabajo) u organizativo (restricciones o limitaciones a las funciones contraindicadas del puesto de trabajo: v.gr., no manipulación de cargas superiores a determinado peso, no bipedestación durante más de un tiempo límite, no exposición a determinados agentes, etc.). Con más genérico alcance pero con lógica similar, la LPRL también establece dichas obligaciones empresariales para la protección de trabajadores especialmente sensibles a determinados riesgos laborales, ya sea por su estado biológico o discapacidad reconocida, obligaciones que se infieren de la prohibición de exponerlos a tales riesgos (art. 25). A diferencia de la protección de las trabajadoras embarazadas, estas medidas pueden ser de carácter no temporal, sino definitivo o indefinido. No obstante, se trata de un deber fácil de enunciar en abstracto pero de contornos difusos cuando de su traslación práctica se trata. Sin duda, habrá casos en los que la adaptación del puesto no resulte técnicamente posible, “o no pueda razonablemente exigirse por motivos justificados” —según locución empleada en el cit. art. 26—. Como ejemplo hipotético, piénsese en trabajos en equipo o en cadenas de producción, con un determinada medida de rendimiento normal, en los que no sea posible integrar al trabajador sensible o con limitaciones sin exponerle al riesgo, pero que, de adoptar medidas organizativas paliativas, afectarían al proceso productivo del equipo disminuyendo su rendimiento conjunto. La obligación previa de vigilancia periódica de la salud de los trabajadores en relación con los riesgos específicos de cada puesto de trabajo (art. 22) permitirá precisamente evaluar su aptitud y limitaciones para sus funciones habituales. Por lo que respecta a la obligación de adaptación del puesto de trabajo, el art. 15.1.d) de la LPRL establece su exigencia “en particular en lo que respecta a la concepción de los puestos de trabajo, así como a la elección de los equipos y los métodos de trabajo y de producción, con miras, en particular, a atenuar el trabajo monótono y repetitivo y a reducir los efectos del mismo en la salud”. Por su parte, el cit. art. 25 sólo alude a la adopción de “las medidas preventivas y de protección necesarias”, medidas que, aunque no están desarrolladas legalmente, cabe concebir que pueden ser de tipo tecnológico (acondicionamiento de las máquinas, herramientas o equipos Para los casos en los que la adaptación resultara objetivamente imposible, insuficiente o no exigible, la empresa debería acudir al cambio de puesto de trabajo, obligación que a falta de mayor concreción legal habrá de perfilar la casuística judicial. Un ejemplo de lo expuesto es la STSJ de la Comunidad Foral de Navarra de 25/3/2009. La demandante trabajaba con la categoría profesional de empleada de servicios diversos para la Real Casa de la Misericordia de Tudela, que regía sus relaciones laborales por el convenio colectivo del sector de residencias para personas mayores. Entre las funciones habituales y propias de su categoría profesional y puesto de trabajo se encontraban las de limpieza de las dependencias de la residencia, atención y cuidado personal de Nº 72 • Junio de 2010 26/05/2010 21:10:00 www.riesgos-laborales.com las personas asistidas, levantándolas y acostándolas, realizando cambios posturales de encamados, acompañamiento a los baños u otras dependencias, mediante procedimiento manual físico o con ayuda de grúa, una de ellas manual. La sentencia comentada advertía, en relación a la exigencia legal de la “adaptación del trabajo a la persona” contenida en el art. 15.1.d), que “la inconcreción del precepto plantea diversas cuestiones de gran interés en su aplicación práctica, que, a falta de desarrollo reglamentario, habrán de ser resueltas por los Tribunales Laborales”. Precisaba la sala que el art. 25.1 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales es de aplicación tanto al supuesto de especial sensibilidad conocida en el momento de contratar al trabajador, en cuyo caso la adecuada asignación del puesto de trabajo dependerá del resultado de la evaluación previa, como al supuesto en que la especial sensibilidad sobrevenga con posterioridad durante el transcurso de la prestación de servicios. En este segundo supuesto, “siendo lógico que ello comporte la necesidad de una movilidad funcional, el precepto no lo establece ni por consiguiente regula su alcance y límites, lo único claro es que si se trata de un estado o situación transitoria, desaparecida la transitoriedad, el trabajador debe tener derecho a recuperar su puesto de trabajo habitual”. Ahora bien –prosigue la sentencia–, cuando la sensibilidad al riesgo sobrevenida es definitiva, el problema se plantea cuando “como aquí sucede, en la empresa no existe puesto de trabajo adecuado a la situación de la trabajadora afectada”. En tal caso no hay posibilidad de recolocación en puesto de trabajo compatible, y la obligación de salud y seguridad no puede llevarse a sus últimas consecuencias obligando al empresario al cambio o adaptación del puesto de trabajo en Nº 72 • Junio de 2010 058_s_Jurisprudencia.indd 59 © Latin Stock Al presentar un cuadro diagnóstico de cervicalgia con cervicobraquialgia derecha y tendinitis calficante de supraespinoso, la demandante había pasado por sucesivos procesos de incapacidad temporal con rehabilitación, habiendo recomendado la mutua patronal el cambio de puesto de trabajo de la actora y evitar actividades que supongan el manejo de cargas y/o sobreesfuerzos. La pretensión de la demandante era “que tiene derecho al cambio o adaptación del puesto de trabajo acorde con sus limitaciones físicas”. La empresa no tiene obligación de realizar un cambio de puesto de trabajo compatible cuando éste no existe en el organigrama de la plantilla o en el caso de que no esté vacante. cualquier caso, creando para la actora un “trabajo a la carta”: “Lo que no resulta admisible es imponer al empresario la asignación de un puesto de trabajo que no existe, ya que dentro de la categoría profesional que ostenta la actora todos los trabajadores de la empresa desempeñan las mismas funciones asistenciales, o asignarle funciones en el centro de día cuando no existe actualmente vacante”. En consecuencia, según la sentencia comentada, la empresa no tiene obligación alguna de proceceder a realizar un cambio de trabajo compatible cuando éste no existe en el organigrama de la plantilla o cuando existe pero no está vacante, no viniendo obligada a incrementar el número de puestos compatibles. El derecho a la movilidad funcional por especial sensibilidad a los riesgos laborales, por tanto, es un derecho que no debe interpretarse en términos absolutos, sino como un derecho que en su caso debe quedar expectante hasta que ese puesto de trabajo exista por vacante o por nueva creación. Como así lo ha señalado, asimismo, la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias/Santa Cruz de Tenerife, de 15/4/2009. Esta sentencia añade que, para dar solución a la situación del trabajador, “entretanto sólo podría acudir a los mecanismos laborales generales… para remediar la imposibilidad de trabajar por limitaciones físicas (o psíquicas), que son la Incapacidad Temporal del art. 128 LGSS o la Permanente de los arts. 136 y ss LGSS”. Soluciones a las que, en su defecto, cabría añadir, por parte de la empresa, el examen de la viabilidad de proceder a una extinción del contrato por causas objetivas del art. 52.a) del E.T., por ineptitud sobrevenida del trabajador con posterioridad a su colocación efectiva en la empresa, con derecho a una indemnización de 20 días por año de servicio y con un máximo de doce mensualidades. Gestión Práctica de Riesgos Laborales • 59 26/05/2010 21:10:00