Revista Philosophica Vol. 33 [Semestre I / 2008] Valparaíso (99 - 112) 99 AMARSE A SÍ MISMO SEGÚN ARISTÓTELES COMENTARIOS A ÉTICA A NICÓMACO IX. 8* Self-Love According To Aristotle Comments To Nicomachean Ethics IX. 8 PAULA CRISTINA MIRA BOHÓRQUEZ [email protected] Instituto de Filosofía Universidad de Antioquia 1 Resumen Este artículo intenta un acercamiento a la Ética a Nicómaco IX.8, para hacer un análisis de los dos tipos de amor propio presentados por Aristóteles en este capítulo. El análisis me acercará a una interpretación de la propuesta aristotélica según la cual hay dos formas de amarse a sí mismo, por un lado, aquella que conocen las opiniones y que va en contravía del amor a los demás, por otro lado, aquella que presenta Aristóteles y que es base del amor a los demás. En este sentido el artículo aborda el capítulo en cuestión desde dos perspectivas, tanto desde aquella que presenta la diferencia entre las dos formas de amarse a sí mismo, como desde la que presenta las implicaciones de cada una de estas formas en el amor a los demás, teniendo siempre en cuenta que para Aristóteles es decisivo plantear que sólo hay una forma de amor propio que corresponde al hombre bueno y que es verdadera base de la amistad. Con esto se busca resaltar que sólo los que se aman de esta forma serán llamados verdaderos amantes de sí mismos. Palabras clave: Aristóteles, ética, amor, amistad, virtud. Abstract This article attempts to approach to Nicomachean Ethics IX.8, to analyze the two types of self-love, presented by Aristotle in this chapter. The analysis will get me closer to an interpretation of the Aristotelian proposal, according to which there are two forms of self-love. On one hand, the one that knows the opinions and goes against love to others; and on the other hand, the one presented by Aristotle and which is the basis for love to others. In this sense, the article deals with the chapter from two perspectives, not only * Recibido julio 2008. 1 Este artículo hace parte de la investigación de la autora "Freundschaft. Eine Analyse der Bestimmung der Freundschaft bei Aristóteles". La autora forma parte de los grupos de investigación de Filosofía Griega y Ética de la Universidad de Antioquia. PAULA CRISTINA M I R A / A M A R S E A SÍ M I S M O S E G Ú N A R I S T Ó T E L E S 100 from the one that presents the difference between the two ways of loving oneself, but also the one that presents the implications of each of these ways in the love to others, always considering that for Aristotle it is decisive to state that there is one way of selflove, which corresponds to the good man and that is the true basis for friendship. With this, the intention is to highlight that only those who love in this way will be called true self-lovers. Key words: Aristotle, ethics, love, friendship, virtue. Introducción Es bien sabido que Aristóteles dedica una amplia parte de la Etica a Nicómaco al tema de la amistad, a saber, casi una quinta parte de su tratado. El tratado no es sólo extenso, sino además complejo, abarca una amplia gama de temas relacionados con la amistad, con su estructura interna, sus tipos, las diferencias de un tipo de amistad a otra e, incluso, un análisis de casos, entre otros muchos temas. Dentro de este amplio panorama encontramos dos capítulos tan difíciles como importantes en el desarrollo de la teoría de la amistad en Aristóteles, los capítulos que hablan de la relación con los demás, así como de la pregunta que interroga si cada uno se debe amar a sí mismo. El cambio que para la argumentación significan estos dos capítulos es decisivo, pues hasta el capítulo 4 del libro IX la amistad ha sido viniendo tratada como una relación externa, una relación que se da con los demás, que se da entre dos. A partir de este momento tenemos, entonces, la argumentación de que la amistad, como relación externa, tiene una base interna, una base al interior de cada ser, la base que constituye la relación consigo mismo y, más concretamente, la buena relación consigo mismo. La teoría es compleja y requiere un análisis detallado que excede las posibilidades e intenciones de este artículo, lo que nos ocupará en las próximas páginas será el análisis del segundo capítulo, en el que se trata el tema del amor a sí mismo, el capítulo 8 del libro IX. Este capítulo resulta especialmente interesante, porque es un ejercicio de Aristóteles de confrontar dos maneras de entender la relación consigo mismo, que son además dos maneras de ver la relación entre la amistad con los demás y el amor propio. Se trata de dos puntos de vista que se contradicen, el de la teoría y el de la tradición; el del amor propio como base del amor a los demás y el del amor propio como burdo egoísmo que no permite el amor a los demás. Admirable en este texto es la manera cómo Aristóteles nos muestra que ambos puntos de vista pueden hacer parte de su teoría, siempre y cuando se estudie cada cual en su contexto y se analice a qué se refiere. En las siguientes páginas comentaré entonces algunos de los más impor- R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 33 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 8 ] 101 tantes pasajes de Ética a Nicómaco LX.8 e intentaré acercarme a propuestas interpretativas en algunos de ellos, estos comentarios seguirán el orden aristotélico del texto, que yo entiendo como dividido en dos partes, primero la de dos concepciones del amor propio, segundo la que habla sobre el amor propio y el amor por los demás. Antes de comentar este capítulo es necesario comentar algunos puntos importantes de IX, 4 y que son presupuestos para el trabajo hecho por Aristóteles en el capítulo 8 de este libro. Empezaré entonces con estos comentarios a modo de introducción al tema central del texto. Breves comentarios a IX, 4 Antes de introducirnos en el capítulo 8 del libro IX de la Ética a Nicómaco, debo hacer algunos comentarios que nos recuerden las tesis del capítulo 4 de este mismo libro que seguirán guiando a Aristóteles en el capítulo 8. Primero es necesario mencionar que Aristóteles ha afirmado que "las relaciones amistosas con el prójimo y aquellas por las que se definen las amistades parecen originarse de las de los hombres con relación a sí mismos" (1166a 1-2), y se ha esforzado en explicar cómo cada una de las condiciones que se atribuyen a la relación de los amigos, se atribuyen primeramente a la relación de los hombres (buenos) consigo mismos; ha establecido también que amarse a sí mismo es amar a la parte pensante de sí mismo, por lo cual muchos lo han calificado de intelectualista, y se ha encargado de determinar, para aclarar una confusión conceptual entre lo que es un hombre malo y un hombre intemperante, que el hombre malo no puede amarse a sí mismo, que está en constante discordia y arrepentimiento por sus acciones y en una disensión interna en la que no puede originarse el amor a sí mismo. Esta idea tiene gran relación con Platón, quien ya había asociado la unión y la armonía interna con el ser amigo de sí mismo. Sin embargo, Aristóteles no ofrece en el capítulo 4 de la Ética a Nicómaco una discusión sobre la posibilidad de que exista la amistad consigo mismo. Él se refiere a las relaciones amistosas (philika), a la relación consigo mismo, pero no la llama directamente con el nombre de amistad. A pesar de que, después de leer toda la discusión del libro 4, parecería que el estagirita sí defiende la tesis de que el buen hombre puede ser amigo de sí mismo y más que eso, que debe ser amigo de sí mismo. A pesar de esto, en este capítulo cuarto no se afronta con argumentos la dificultad que puede traer el asumir que una relación que está marcada por la interacción, como la de amistad y que el mismo Aristóteles ha definido como una relación de la que el convivir es su mayor característica, también pueda darse en el caso en el que el convivir, si se da, es sólo por analogía. En la Ética a Eudemo Aristóteles afronta más decididamente esta dis- 102 PAULA CRISTINA M I R A / A M A R S E A SI M I S M O S E G Ú N A R I S T Ó T E L E S cusión, pero sus conclusiones dejan muchas preguntas, en 1240a 17-20 confirma que para que se dé una amistad se necesitan elementos distintos. En cuanto el alma es en cierto sentido doble, se puede decir entonces que hay amistad consigo mismo, pero en cuanto que esos dos elementos no son distintos (en tanto que el individuo es sólo uno), no puede existir la amistad consigo mismo; las mismas dificultades se presentan al querer afirmar que alguien es enemigo de sí mismo. Tenemos así, entonces, que sólo es posible hablar de la amistad consigo mismo en cuanto se parte de una teoría que divide el alma, en el caso de Aristóteles, en dos, sólo si se puede entender la existencia de dos partes en el individuo, que pueden o estar divididas o unidas y en las que puede haber armonía o discordia. Pero esta amistad consigo mismo sería, como lo indica el propio autor, sólo de manera analógica; fuera de esa teoría bipartita del alma no es posible el discurso de la amistad consigo mismo, pues cuando consideramos al hombre como una unidad, esto elimina la condición necesaria de la amistad, a saber, que se dé entre dos elementos distintos. La amistad consigo mismo entonces, no puede existir, según lo dicho en Etica a Eudemo de manera absoluta. Sin embargo, el tipo de relación de una persona consigo misma, que Aristóteles plantea en el capítulo cuarto, y esto es una de las grandes dificultades del capítulo, es una relación cuyas características son iguales a las de la amistad de las personas buenas. Si seguimos entonces a Aristóteles en la idea de que las características de la amistad con los demás se originan de las de los hombres con relación a sí mismos, tenemos entonces que aquellas características que determinan las relaciones amistosas interpersonales, dadas en una relación de dos elementos distintos, se originan de la relación de un solo elemento, no de la interactividad y la convivencia con otros, sino de la convivencia consigo mismo. Teniendo entonces en cuenta estos diferentes puntos sobre la relación consigo mismo del capítulo cuarto, pasemos entonces a concentrarnos en el libro octavo. Dos concepciones del amor propio En este punto no presenta realmente Aristóteles una nueva teoría sobre el amor propio, sino que parte de la pregunta de si uno debe amarse a sí mismo más que a cualquier otro. Esto lo lleva entonces a confrontar su teoría sobre el amor a sí mismo, ya presentada en el capítulo 4 del libro noveno, con las opiniones generales que no concuerdan con esta tesis. En el capítulo cuarto Aristóteles ha planteado que el amor hacia el otro debe originarse del amor a sí mismo o, mejor dicho, que todo lo que se atribuye a la amistad con el amigo se atribuye al buen hombre con relación a sí mismo. En este contexto Aristóteles debe volver al tema, también tratado ya en parte en el R E V I S T A P H I L O S O P H T C A V O L . 33 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 8 ] 103 capítulo 4, de cómo se da la relación entre el amor a sí mismo y el amor hacia los otros, y cómo el amor a sí mismo, no sólo no constituye ningún obstáculo para el amor a los demás, sino que constituye incluso la condición del origen del amor a los demás: un amor que se preocupa totalmente por el amigo y por sus intereses. Fundamentalmente se trata en este capítulo de dos tesis, que un hombre bueno se debe amar sobre todo a sí mismo, y que, si es así, el hombre bueno actuará siempre en interés del amigo. Las opiniones encuentran el amor propio censurable, así afirma Aristóteles: "en efecto, se censura a los que se aman sobre todo a sí mismos y se les llama egoístas". Se considera mala esta forma de amor propio porque está unida a la preferencia por los intereses propios y a la desatención de los intereses de los demás. Según estas opiniones, entre más se ama uno a uno mismo, tanto más se preocupará uno sólo por uno mismo. Este tipo de amor propio es asociado con maldad. Las opiniones afirman también, que el hombre bueno se distingue precisamente por dejar de lado sus propios intereses y por actuar por lo noble y por su amigo. Las opiniones afirman, entonces, que el amor a sí mismo y el amor a los demás se eliminan recíprocamente. Amor propio significaría, desde esta perspectiva, ponerse por encima de los demás, mientras que el hombre bueno es aquel que se descuida él mismo por el amigo. Cabe decir que a estas opiniones pertenece también Platón, que plantea en las Leyes que el amor propio es causa de un actuar incorrecto y que el hombre bueno no se debe amar a sí mismo, sino a lo justo (Leyes 731 d 6 32 a 4). Aunque estas opiniones dividen la amistad con otros del amor a sí mismo y los entienden como fenómenos excluyentes, tienen de algún modo razón en la forma en cómo entienden la amistad, pues ven al amigo como aquel que se dedica a lo noble y al amigo, y esto corresponde con la forma como Aristóteles ha definido capítulos atrás la amistad de los buenos. 2 3 Con estas opiniones se debe confrontar, según Aristóteles, la idea de que los hechos no concuerdan con ellas. La aclaración se da en una definición de amor y de amistad para la cual Aristóteles utiliza la expresión "se dice". Amigo es, según ésta, aquél a quien más se ama, y el mejor amigo será aquél que más desea el bien del amigo por el amigo mismo. Como se ha planteado en el capítulo 4 del libro nueve, esto le corresponde sobre todo a la relación del hombre consigo mismo, así como todas las demás características de la amistad. En este punto es importante para Aristóteles presentar al hombre bueno como el mejor amigo y destacar la prioridad de ese "ser amigo de sí mismo" sobre la amistad con los demás. La relación consigo mismo es una relación de identidad, de igualdad en el grado más alto, no es 4 2 3 4 1168a 29-30. 1168a 34-35. 1168a 35-36. 104 PAULA CRISTINA M I R A / A M A R S E A SÍ M I S M O S E G Ú N ARISTÓTELES posible que alguien tenga una mejor relación amistosa con alguien, más que el hombre bueno consigo mismo, precisamente porque él es idéntico con él mismo. Por esto piensa Aristóteles que expresiones como "una sola alma" o "las cosas de los amigos son comunes", son válidas sobre todo para la relación del hombre bueno consigo mismo. Ellas implican que la amistad es tenida por una relación en la que los amigos se acercan tanto y domina una semejanza tal, que prácticamente no existen las diferencias, la amistad implica así igualdad. Si se puede decir esto en relación con la amistad con los demás, mucho más entonces en relación con la autorrelación del hombre bueno, pues en él domina la igualdad total y la unidad del alma. La igualdad es así el elemento de la amistad que más fácilmente se puede ver en la relación del hombre consigo mismo. Ya Aristóteles había presupuesto para la amistad de los buenos, en los primeros capítulos del libro octavo, un grado de igualdad tal entre los amigos, que se podría pensar, que él quería hacer de esos dos amigos una misma persona. 5 En la conclusión de su argumentación de por qué los hechos no están en armonía con las opiniones presentadas, constata Aristóteles, como ya lo había hecho en el capítulo 4, que los elementos que definen la amistad, se dan primero y principalmente en la relación del hombre bueno consigo mismo y llega así a la clara conclusión de que el hombre bueno es el mejor amigo de sí mismo. En consecuencia, ya que se ama mayormente al que es el mejor amigo, entonces un hombre bueno debe amarse sobre todo a sí mismo; nótese que en este punto no vacila Aristóteles en llamar amistad a la relación consigo mismo. De la comparación hecha de estas dos visiones del amor propio, el filósofo concluye: "Es razonable suscitar la cuestión de cuál de las dos opiniones deben seguirse, porque ambas son convincentes". La confrontación que se nos presenta aquí no es la de dos opiniones, sino la de las opiniones frente a la visión aristotélica del amor propio, sin embargo, lo que el estagirita pretende aquí no es demostrar que las opiniones son falsas, lo que quiere es demostrar cómo las dos son correctas, pero que, no obstante, no se basan en la misma idea del amor propio. Aquello que debe ser aclarado es, entonces, cómo pueden ser correctas, tanto la visión del amor propio como base de la amistad, como las opiniones que ven que amistad y amor propio van en direcciones distintas. 6 7 8 En una comparación más profunda de las dos concepciones del amor 5 6 7 8 1168b 7-8. Aristóteles menciona también que "amistad es igualdad" y además que -una expresión bastante difícil de entender- "la rodilla es muy cercana a la pierna". (Las traducciones presentadas en este texto son tomadas del texto de Pallí Bonet, 1985). 1168b 9-10. 1168b 10. 1168b 10-12. R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 33 [ S E M E S T R E I / 2008] 105 propio se revela que las dos se basan en diferentes bienes, así como en seguir distintas partes del alma; aquellos que la gente llama 'amantes de sí mismos' aspiran a bienes como el dinero, el honor y el placer corporal, y estos bienes se caracterizan por la posibilidad de que, cuando alguien tiene más de ellos, los otros tengan menos, y porque si uno los quiere tener, se puede encontrar entonces frente a la decisión de preferirse uno mismo frente a los otros o no. En este caso, cuando dos personas compiten por este tipo de bienes, necesariamente uno los perderá y se quedará con una menor cantidad. La mayoría de la gente aspira a este tipo de bienes y los asocian con lo mejor, de manera que es por estos bienes por los que luchan. Esto tiene su razón en la disposición interior de estas personas, se aspira a estos bienes porque se privilegia la parte de los deseos en el alma y se le deja dominar. La aspiración a los bienes cambian según cuál sea la parte del alma que gobierna, aquéllos en los que dominan los deseos, aspiran a bienes como el dinero, aquéllos en los que domina su "intelecto", su parte pensante, aspiran a bienes nobles. Son entonces dos formas de amarse a sí mismo que están ancladas en distintas partes del alma. Las personas llaman amor propio a la forma más común de este amor. Es totalmente correcto censurar este tipo de amor y también lo es no llamar amantes de sí mismos, a quienes actúan virtuosamente, pues este actuar no corresponde con la idea que tiene la mayoría del amor propio. 9 10 Tenemos entonces dos formas del amor propio, una de las cuales no tiene nada que ver con el desearle el bien a los demás, ni con el amor a ellos, sino que, por el contrario, los descuida totalmente. Este tipo de amor no puede constituir, por supuesto, el fundamento de la amistad. Para aclarar mejor la otra forma de amarse a sí mismo, de la que se origina la amistad con los demás, que, como se dijo, ya se ha planteado en el capítulo 4 del libro noveno, Aristóteles se apoya en la comparación con un Estado diciendo: "...Y de la misma manera que una ciudad y todo el conjunto sistemático parecen consistir, sobre todo en su suprema parte, así también el hombre..." No es sólo difícil de aceptar que uno deba identificar un Estado con su parte dirigente, esta afirmación despierta también muchas dudas respecto de cómo entiende Aristóteles las relaciones entre la parte pensante y los afectos o deseos. Lo que Aristóteles quiere presentar aquí es la problemática idea de que la parte dirigente del Estado es el Estado mismo, así como la 9 10 1102b 13-18. "Pero parece que hay también otra naturaleza del alma que es irracional, pero que participa, de alguna manera, de la razón. Pues elogiamos la razón y la parte del alma que tiene razón tanto en el hombre continente como en el incontinente, ya que le exhorta rectamente a hacer lo que es mejor. Pero también aparece en estos hombres algo que por su naturaleza viola la razón, y esta parte lucha y resiste a la razón". 1168b 15-28. 106 PAULA CRISTINA M I R A / A M A R S E A SÍ M I S M O S E G Ú N ARISTÓTELES 11 parte que razona en el hombre bueno es el hombre bueno mismo. No es solo problemático pensar que la relación con nosotros mismos dependa de tan extrema jerarquía interna, sino además que sea precisamente la parte del alma que piensa, el nous, la que es aquí base para el comportamiento ético de aquellos que se aman a sí mismos y buscan para sí los bienes más nobles, pues precisamente el mismo Aristóteles ha separado ya esta parte del alma que piensa, el nous, del comportamiento ético. En esta comparación entre dos concepciones del amarse a sí mismo, Aristóteles se esfuerza en demostrar, no solo que un hombre bueno también puede ser llamado amante de sí mismo, sino también que el de este es propiamente el amor a sí mismo. Con la comprobación de que hay dos formas de concepciones de amor propio, no pretende Aristóteles equiparar estas dos formas o decir que tanto la una como la otra son correctas. No hay en realidad un conflicto con la existencia de estas dos concepciones, porque aquello que la gente llama amarse a sí mismo no constituye el fundamento de la amistad que Aristóteles ha tematizado. Aristóteles pretende demostrar que hay una forma correcta y otra incorrecta de amarse a sí mismo. 12 En sentido propio, sólo se puede llamar amor a sí mismo al amor de los buenos a sí mismos, y en sentido propio sólo puede amarse a sí mismo aquel en cuyo interior domina la parte pensante. Las dos formas de amor propio son tan diferentes como diferente es la forma de vivir de los buenos y de los malos, tan distintas como los son personas virtuosas de personas malas. Por lo mismo afirma Aristóteles que los malos no deben amarse a sí mismos, porque la forma de amor propio de la que ellos serían capaces es dañina, no sólo para los demás, sino también para ellos mismos. Aristóteles había ya presentado en el capítulo 4, la imposibilidad de que los malos se encuentren amables a sí mismos, por los grandes conflictos internos que se presentan en ellos y porque ellos sólo pueden conocer arrepentimiento, de igual forma está su alma tan dividida, que esto puede incluso destruir su vida. 13 11 12 13 Si uno ama esa parte pensante, se ama a sí mismo, y así el hombre bueno es también un amante de sí mismo. Esta forma de amor propio es descrita por Stern-Gillet así: "[...] Hence, in his case, the self which is loved, and for the sake of which goods are wished, is not the appetitive element in his soul but the well-balanced whole that his personality constitutes. Hence, too, the self which loves is not an avid, capricious, and blind emotion, but a desire made rational, an emotion enlightened by sagacity. Only the virtuos has a correct conception of his own interest, and only in his case is self-love truly reflexive. Since he is not inwardly torn or divided, all the parts of his soul share in the same joys and sorrows, and never need one part grieve because another has received satisfaction" (cfr. Stern-Gillet, Aristotle's Philosophy of Friendship, Albany 1995,p. 99). 1168b 33-34.. 1169a 14-15. R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 33 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 8 ] 107 Para mostrar definitivamente por qué pueden ser convincentes tanto las opiniones respecto del amor propio como la teoría del amor a sí mismo de los buenos y, además, para mostrar que las opiniones están dirigidas a algo distinto a su teoría del amor propio, considera Aristóteles el fenómeno de la competencia. Este es un fenómeno que probablemente conocen todas las personas como un fenómeno en el que se lucha por algo que se quiere tener y en el que necesariamente uno gana y el otro pierde. Es un fenómeno que es asociado con determinados bienes que, al final, sólo son para uno o para el otro, pero que no pueden ser repartidos a cada uno de la misma forma. Lo que hace aquí Aristóteles es transformar este fenómeno y hacer de él una competencia de los buenos, y en esa transformación se puede ver muy bien, cuán distintas son las dos formas de amor propio. "...Si todos los hombres rivalizaran en nobleza y se esforzaran en realizar las acciones más nobles, entonces todas las necesidades comunes serían satisfechas y cada individuo poseería los mayores bienes, si en verdad la virtud es de tal valor". Una comunidad en la que cada uno compita por lo más noble es una comunidad en la que ninguno puede perder y todos ganan, aunque también se podría entender, que en esta comunidad ninguno gana realmente, si se toma el sentido de ganar como el de tener más que los otros. El bien más grande, la virtud, no puede ser objeto de una competencia corriente, no se puede partir y no puede poner en discordia a la comunidad. Sería ideal para una comunidad si todos compitieran por lo más noble, pues todos alcanzarían el bien más grande y todo en la comunidad estaría bien. Aquí se repite una idea, ya vista anteriormente en este tratado de la amistad, a saber, que cuando las personas son buenas y aspiran a lo bueno no existen conflictos en la amistad como, por ejemplo, los conflictos por los bienes materiales. En este caso se repite la idea con el argumento de que el bien al que aspiran los buenos, hace imposible que se den conflictos y disputas. En una competencia entre los buenos, sólo se puede alcanzar lo bueno, lo bueno para uno y lo bueno para todos. En este caso queda claro que los que compiten por bienes 14 15 16 14 15 16 Así también lo expresa Julia Armas, que llama la atención sobre esta idea de la competencia: "Normaly competition is for a limited good, and hence is at other's expense; if I get more you will get less" (Cfr. J.Annas, The morality of Happiness, New York, 1993, p. 257). 1169a 8-11. Kraut intenta aclarar esta competencia de los buenos con un bello ejemplo: "Imagine a number of solo musicians who come together one evening to compete against one another. Each takes a turn, and tries to play in a way that will be judged best when the evening is over. The better each plays, the more likely he is to win, but at the same time, everyone else benefits by the fact that each is striving to do his best. For one thing, the harder each tries to win, the better the musich sounds, and all get more enjoyment from listening to better performances. For another thing, the spirit of competition encourages each to strive harder that he would in a more relaxed and 108 PAULA CRISTINA M I R A / A M A R S E A SÍ M I S M O S E G Ú N ARISTÓTELES como el dinero o el honor no son aquellos que pueden tener lo mejor para sí, sino que lo son aquellos que compiten por la virtud y que alcanzan así lo mejor para sí y para los demás. La forma de amarse a sí mismos de los buenos no es la de la mayoría; parece que Aristóteles quiere decir con esta teoría del amor propio, que no son muchas las personas que se pueden amar verdaderamente a sí mismas. El amor a sí mismo no es presentado aquí como una forma de amor que todos compartan, sino como una forma de amor que sólo los buenos comparten. Parecería entonces normal que la mayoría no conozca este tipo de amor, pues ésta llama amor propio a la otra forma de amor, la más común. El verdadero amor propio es aquí el lugar en el que están representados tanto uno mismo como los demás, pues éste es el fundamento de la amistad. Aristóteles ha hecho un gran esfuerzo para mostrar que el amor a los otros en la amistad de los buenos, así como las buenas acciones que se hacen por los otros, sólo es posible sobre la base del amor propio. 17 El amor propio y el amor por los demás Aquello que a Aristóteles le interesa mostrar a continuación es cómo dos formas de amor, el amor hacia el otro y el amor a sí mismo, pueden ser, sin ningún conflicto, parte de la misma relación, una relación en la que se actúa tanto para el bien del otro como para el bien propio. Para esto apela a argumentos que son difíciles de comprender. En la conclusión de su exposición del amor propio afirma Aristóteles: "Es también verdad que el hombre bueno hace muchas cosas por causa de sus amigos y de su patria, hasta morir por ellos si es necesario. Abandonará riquezas, honores y, en general, todos los bienes por los que los hombres luchan, procurando para sí mismo lo noble; preferirá un intenso placer en un corto período, que no uno débil durante mucho tiempo, y vivir noblemente un año que muchos sin objeto, y realizar una acción hermosa y grande que muchas insignificantes. Este, quizás, sea también el caso de los que dan su vida por otro; eligen para sí mismos el mayor bien. También prodigará sus riquezas para que sus amigos tengan más, así el amigo tendrá riquezas, pero él tendrá gloria; por esto, él se reserva para sí el bien mayor. Y con los honores y cargos la situación es semejante, pues todo lo cederá al amigo, porque esto es hermoso para él y laudable. Es natural, pues, que se le tenga por bueno, ya que prefiere lo noble a cualquier cosa. Es incluso posible que ceda al amigo 17 noncompetitive atmosphere" (cfr. Kraut, Aristotle on the Human Good, Princeton, New Jersey, 1989, p. 117). 1168b 21-23. R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 33 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 8 ] 109 la capacidad de obrar, y que sea más noble haber sido la causa de la actuación del amigo que de la suya propia. Así, en todas las acciones dignas de alabanza el hombre bueno, se apropia evidentemente de una parte más noble y, en este sentido, debe, como hemos dicho, ser amante de sí mismo, y no como el común de los hombres." 18 En este punto Aristóteles se mueve constantemente entre el amor a los otros y el amor a uno mismo, entre el amor que lo da todo por el otro y el amor que reserva lo mejor para sí mismo. No es sólo problemático que Aristóteles presente aquí juntas esas dos formas casi extremas del amor, sino también que parece argumentar que, porque uno se ama de esta forma y reserva para sí lo mejor, ama de tal forma al otro, que da todo por él. Se podría, como ya se ha dicho, partir de la suposición de que la amistad es el lugar en el que uno se ama tanto a sí mismo como a lo otros, en el que el amor tanto hacia los demás, como a sí mismo, se presenta en su más alto grado, un lugar en el que uno no tiene que renunciar a uno mismo para darlo todo por el amigo. Sin embargo, esto no aclararía por sí solo muchos de los problemas de las afirmaciones de Aristóteles, pues, por cada gran acto por los demás, viene un bien todavía más grande para sí mismo. Aristóteles presenta aquí al hombre bueno como aquel que renunciaría a todo, para darse él mismo lo mejor, y esto resulta también muy problemático. Si observamos este punto más de cerca, no debemos olvidar que lo más noble para el hombre bueno es la virtud, que es un tipo de bien del que no se puede tener más para que otros tengan menos. No parecería posible llegar a la conclusión de que los actos presentados por Aristóteles son habituales de los amigos buenos, así como tampoco que Aristóteles haga de esos actos una suerte de regla para el actuar de los amigos. No estamos aquí frente a la afirmación de que los amigos buenos están confrontados diariamente con estos actos, de manera que éstos habitualmente tengan que hacer actos en los que se busque lo mejor para los amigos y lo más noble para sí. Más probable parece que se trate de actos que un hombre bueno estaría dispuesto a hacer si fuera necesario. Por lo mismo, es difícil asumir que algo así debe ser un paradigma de la amistad y decir que todos estos actos de sacrificio son parte de la convivencia de la amistad. Tal vez lo que Aristóteles pretende entonces mostrar son extremos a los que el hombre bueno estaría dispuesto a llegar y que incluso en estos extremos el hombre bueno puede tener lo más noble para sí, esto es, incluso en los casos en los que cualquiera pensaría que una persona se ha sacrificado totalmente, mientras ella se queda sin nada. Aristóteles parece además asumir aquí que el sacrificio para tener lo más noble y que el hombre bueno siempre 18 1169a 18-1169b2. 110 PAULA CRISTINA M I R A / A M A R S E A SÍ M I S M O S E G Ú N ARISTÓTELES destine para sí lo mejor, no requieren de mayores explicaciones cuando se entienden como parte de una teoría de la amistad. Para Aristóteles parece obvio, que esa disposición al sacrificio hace parte de un amor sincero hacia el otro, en el que el hombre bueno haría verdaderamente todo por el otro. Por otro lado, el filósofo parece también asumir como sobreentendido que su teoría del amor propio, tanto como que en éste se trata de la parte pensante de la persona y de la virtud, son suficientes para solucionar en este punto cualquier conflicto entre la búsqueda personal de lo bueno y los actos hechos por los demás, de manera que éstos ni siquiera pueden surgir en una amistad de los buenos individuos. Puede ser claro que un individuo bueno renuncie a bienes como dinero u honor, sin embargo, que éste incluso renuncie a actuar y le ceda las acciones al amigo, parecería una exageración. Cuando Aristóteles afirma que el hombre bueno le daría dinero al amigo para que éste tenga más, pues así: "el amigo tendrá riquezas, pero él tendrá la gloria", da a entender que el hombre bueno le cede conscientemente al amigo lo que no es lo más noble, sabiendo que al final lo más noble será para él. Lo que conduciría a la pregunta, ¿qué es lo que sacrifica aquí el hombre bueno, si todo lo sacrificado no tiene tanto valor para él como lo tiene lo más noble? La exposición presentada aquí por Aristóteles da a entender, que no es posible un sacrificio en la amistad, sin alcanzar lo más noble, sólo el hombre bueno está dispuesto a sacrificarse de esa forma, y eso porque sus acciones están dirigidas a lo más noble, a la virtud. La pregunta es si eso más noble es una meta, de manera que el sacrificio sería un medio para alcanzar esta meta, o si el hombre bueno no actúa propiamente para alcanzar lo más noble, sino verdaderamente por el otro, de manera que alcanza lo más noble y actúa virtuosamente sin que ésta sea verdaderamente su meta. Esto último presenta la siguiente dificultad: que en realidad el aspirar a lo más noble, al bien más grande, es aquello que parece incitar al sacrificio y hacer que el amigo esté dispuesto incluso a morir por su amigo; si el hombre bueno no aspirara a este bien, no estaría dispuesto a este tipo de sacrificios. Otra posible lectura de este punto sería, conectándolo con lo anteriormente dicho sobre la meta del actuar, que el hecho de que el hombre bueno sepa que él tendrá con estos actos lo más noble para sí, la virtud, no significa que sea su propio provecho aquello que el hombre bueno quiere alcanzar, esto es, que el hombre bueno, cuando hace algo por el amigo, no está motivado por el hecho de darse a sí mismo el mejor bien. Es en esta última interpretación donde parece la mejor posibilidad de hacer concordar, en este difícil punto, la idea del amor a sí mismo con el amor sincero hacia un amigo. En este punto mostraría Aristóteles cómo el amor a los otros y los actos que se hacen por el otro, vienen de la fuente del amor a sí mismo, sin que por eso se reduzca el amor a los demás al amor a R E V I S T A P H I L O S O P H I C A V O L . 33 [ S E M E S T R E I / 2 0 0 8 ] 111 19 sí mismo. Los actos por el amigo vendrían de una actitud interior en la que la parte pensante se encarga de que haya equilibrio y una aspiración hacia lo bueno, sin que esto signifique que los actos del hombre bueno sean sólo el medio para alcanzar la meta del bien. El amor propio y el amor hacia los demás están aparentemente anclados en una compleja actitud, en la que se quiere hacer todo por el amigo, independiente de si se sufre por esto, se muere o si se le cede al otro la acción, pero al mismo tiempo estarían estos actos ligados al bien más alto, que a la vez sólo se puede alcanzar con esos actos. De esta manera, del amor propio vendría, tanto el bien para sí mismo como el bien para el otro, pero el amor hacia el amigo no se reduciría al amor a sí mismo, así como el bien del amigo no se reduciría al bien propio. Aparte de esto, el hombre bueno está dispuesto, porque se ama él mismo, a renunciar a sus propios intereses por el amigo; en este caso, se trataría de una renuncia que siempre llevaría al más noble bien, a éste no se puede renunciar, el hombre bueno no puede ver sus actos separados de ese bien, de manera que no es posible un sacrificio por el amigo que no implicara el bien más noble, que no implicara la virtud. El amor propio y el amor hacia el amigo no se pueden entender en este punto por separado, lo que significa para la amistad, que la amistad perfecta, la de los hombres buenos, debe entenderse tanto como amor a los demás como amor a sí mismo; el contenido de esa amistad, el desear al amigo el bien por sí mismo, sólo se podría determinar, si se entiende la amistad desde la perspectiva de una relación interior y una relación exterior. El amor propio implica la posibilidad de amar a los demás, así como la amistad de los hombres buenos sólo es posible a partir de la estabilidad del amor propio. Aristóteles hace de la amistad un movimiento que va de dentro hacia afuera, pero que vuelve adentro, debido al amor propio, y vuelve con el bien más noble que significan los actos buenos por el amigo. Quedan sin embargo, como en todos los capítulos del tratado de la amistad, muchas preguntas abiertas. Este punto parece concentrar la amistad en uno mismo y no, como lo había hecho Aristóteles sobre todo en el libro octavo, en el amigo; aun así podríamos concluir que una teoría de la amistad, que primero se concentra en el amigo y después en sí mismo, puede ser una teoría del equilibrio, del equilibrio entre un tú y un yo, lo Julia Armas tiene aquí otro punto de vista, ella presenta dos tesis: "One is that ultimately self- and other- concern have a common source (not, of course, one that either is reducec to). The other is that this common source is self-love ". Ella asegura sin embargo, que Aristóteles acepta la primera y no la segunda: "They accepted that self-concern and other-concern have and develop from a common source; they are not primitively distinct, with distinct sources in us. But they refused to consider this common source to be self-love"; für sie ist diese Quelle: "We begin with self-love of the familiar narrow kind, and out of this we develop other-concern, taken to be self-love of a different, more elevated kind' (cfr. J. Annas, op. cit, p. 261). 112 PAULA CRISTINA M I R A / A M A R S E A SÍ M I S M O S E G Ú N ARISTÓTELES mío y lo tuyo, el amor a sí mismo y el amor al amigo; sería entonces una teoría en la que, como en el caso de la competencia de los buenos, ninguno puede perder, pues ésta significa lo bueno para el que ama, tanto como lo bueno para el amado. Muchas teorías actuales de la amistad harían bien en aprender de aquello que Aristóteles expresa con su teoría del amor propio, a saber, mostrar cómo la amistad, que es una relación voluntaria y duradera, en la que uno se decide a compartir la vida con otro, tiene como condición una determinada relación con uno mismo. Bibliografía Aristoteles, Ética Nicomáquea, Ética Endemia, traducción y notas de Julio Pallí Bonet, Madrid 1985. Aristotle, Nicomachean Ethics. Books VIII an IX. Translated with a Commentary by Michael Pakaluk, Oxford 1998. J. Annas, The Morality of Happiness, New York 1993. R. Kraut, Aristotle on the Human Good, Princeton, New Jersey 1989. S. Stern-Gillet, Aristotle 's Philosophy of Friendship, Albany 1995.