El pintor de Montmartre - Club Aire Libre Treparriscos

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El pintor de Montmartre
En primer lugar, quiero animar a todos los treparrisqueros a participar en esta sección de "PIADAS" enviando vuestros
relatos de montaña, vivencias personales, experiencias o inquietudes. Esta sección nos ofrece la posibilidad de poder
disfrutar de esas historias que todos tenemos, escritas o ideadas, y que estamos dispuestos a compartir.
Erase una vez (porque todo cuento debe empezar por esta frase) un lugar en el mundo donde alguien tuvo una brillante
y feliz idea.
Ese lugar se encuentra en un pequeño parque de una pequeña plaza, en un bohemio y pensativo barrio de París
llamado Montmartre. Se dice que ese barrio era frecuentado por pintores pobres en dinero y ricos en espíritu que
recorrían sus calles al encuentro de una luz determinada sobre la fachada de una casa ...
Erase una vez (porque todo cuento debe empezar por esta frase) un lugar en el mundo donde alguien tuvo una brillante
y feliz idea.
Ese lugar se encuentra en un pequeño parque de una pequeña plaza, en un bohemio y pensativo barrio de París
llamado Montmartre. Se dice que ese barrio era frecuentado por pintores pobres en dinero y ricos en espíritu que
recorrían sus calles al encuentro de una luz determinada sobre la fachada de una casa o que simplemente VEIAN la vida
pasar sentados en uno de los pequeños cafés de la colina de Montmartre.
En ese mismo sitio, alguien tuvo una ocurrencia. El nombre de ese alguien es desconocido pero los ancianos del lugar
aseguran que fue pintor. Resulta ser que lo que más gustaba a esta persona, con muchísima diferencia de lo que
quedara en segundo lugar, era reflejar en su lienzo lo que sus ojos y sus sentimientos le dictaban. Vivía profundamente
inmerso en su pintura y ajeno al mundo que no tuviera relación directa con su arte. No gozaba de éxito entre la gente y
difícilmente vendía un cuadro; pasaba penurias económicas y fueron innumerables las noches que durmió contemplando las
estrellas desde un frió y húmedo banco de una plaza. A pesar de ello, nada le importaba.
Pasó mucho tiempo así, contento por poder callejear por aquellas empinadas cuestas hasta que un día le asaltó una duda
existencial: él vivía conforme con su pintura pero empezaba a no gustarle e incluso a agobiarle la idea de que sus
cuadros no transmitieran al público lo que él realmente SENTIA. Durante toda su vida había pensado que esta
incomprensión era en realidad problema de la gente, fruto de la ignorancia de algunos. Pero a partir de ese día su
pensamiento cambió: "¿... y si fuera que yo NO SÉ transmitir?” “¿... y si realmente ocurriera que YO soy el culpable de esta
falta de comunicación con los demás?"
Toda una noche estuvo preguntando a su banco las razones de esa sinrazón. En sus pesadillas se mezclaban tubos de
óleo, lienzos y espirales amarillas con exuberantes carcajadas de personas adineradas. Todo esto le llevó a cuestionarse
por qué pintaba, qué razón era la que le llevaba a pintar... y fueron miles sus respuestas; sin embargo ninguna de ellas
lograba convencerle ni responder con suficiencia a su asfixia interna.
Un relámpago: y en el tiempo que pasa mientras transcurre un segundo le asaltó eso que llaman el "agua de todo
artista": LA INSPIRACION. Ese segundo fue el cruce de caminos donde desembocaron todas sus inquietudes: "PINTO
POR Y PARA EL AMOR" El amor era la razón real por la cual había decidido, en su juventud, dedicar su vida a pintar. Y
no un amor a alguien o a algo en concreto, sino EL AMOR a la vida en general, a las múltiples posibilidades que se nos
ofrecen y que tenemos al alcance de nuestras manos: el amor a una madre, el amor por un paisaje, el amor que te llega
al contemplar cómo juegan dos niños en la calle, el amor que entra por la nariz al oler un canasto de fruta fresca, el amor
de ver crecer a un hijo, el amor de trepar a un risco , el amor al descubrir una historia que desconocías...
Y puesto que ése era el motivo único de su pintura, ese mismo día decidió que dedicaría al amor la más importante y
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bella de todas sus obras. Sería una obra que no sólo ensalzara lo más importante de la vida sino que también pudiera
ser contemplada y entendida por todas las gentes no ya sólo de París sino de todo el mundo.
¿Cómo simbolizar el amor? ¿Cómo absorber ese sentimiento tan poderoso e inexorablemente unido a todo ser humano?
¿Cómo reflejar el amor en una obra que pueda ser comprendida por todas las personas independientemente de su lugar,
cultura, condición social y raza?
A menudo lo más simple es lo más bello.
Este pintor concluyó que lo más maravilloso en este mundo es decir "TE QUIERO" y que su idea de amor no podía
concretarse de ninguna forma mejor que con esa frase. No importa cómo se diga o cómo suene al decirla, no importa el
color de la piel de la persona que la diga, no importa la edad, no importan las ropas ni las apariencias, no importan las
clases sociales ni los juicios previos. "Esa frase es connatural a la misma existencia y por tanto, TODAS LAS GENTES
comprenderán de forma inequívoca lo que quiero transmitir"
Y se puso manos a la obra, el mismo parque que tantas y tantas noches le había visto temblar de frió fue el gran
escenario elegido para esta maravillosa empresa. Decidió levantar un GRAN MURAL en uno de los extremos de la plaza;
en este gigantesco muro de color AZUL OSCURO CIELO escribiría, en todas las lenguas existentes en el planeta esa
misma frase, la que siempre ha sido, es y será la oración con más contenido que jamás pudiera idear el ser humano:
“Te quiero”. Todos los continentes del mundo para un solo contenido. Centímetro a centímetro fue rellenando ese cielo con
miles de frases de distintos trazos y dibujos. Las leía en voz alta y su cuerpo vibraba con cada nota. El pintor era el
entusiasmo personificado y no descansaba ni un solo segundo en su afán de rellenar todo aquel mural. La gente que
paseaba por el parque se quedaba sorprendida cuando contemplaba aquella obra. Más de uno se preguntó por qué
jamás nadie había tenido aquella idea.
Por fin el pintor acabó su mural. Multitud de personas se acercaron a felicitarle y a demostrarle cuan orgullosos estaban
de su compañía, pero él se retiró del gentío con oídos sordos para poder ver con perspectiva y tranquilidad todas aquellas
frases escritas en infinitas lenguas, se sentó en su banco y dijo "SOY FELIZ".
A Esther
Para los más incrédulos os diré que, aunque el relato es inventado, este parque y este mural existen realmente en el
barrio de Montmartre (París)
Podéis echar un vistazo a esta página, el muro de los “te quiero”
Siempre es bonito descubrir una historia que desconocías...
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