Tipos de la sangre de Cristo

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TIPOS DE LA SANGRE DE CRISTO
Tipos de la sangre de Cristo
Se llama “antitipo” a la realidad del Nuevo Testamento que corresponde con el “tipo”
del Antiguo Testamento. Por lo tanto, el “tipo” es la sombra antiguotestamentaria del
“antitipo” neotestamentario.
Por ejemplo, un martillo de una máquina de escribir es el “antitipo” que imprime una
letra en el papel. Cuando determinado martillo, accionado por una tecla, golpea el papel, a
través de la cinta de tinta, éste dejan impreso una imagen correspondiente al “antitipo” que
la imprimió, esta imagen es el “tipo”. Luego, al sacar el papel, podemos leer la escritura
que es el resultado del “antitipo” original.
Un ejemplo bíblico es el incienso del tabernáculo antiguotestamentario en el Lugar
Santo el cual era un “tipo” de la oración de los santos (Apoc. 5:8). El símbolo, sombra o
“tipo” era el incienso físico cuyo significado real o “antitipo” es la oración de lo santos.
Otro ejemplo bíblico es el bautismo en agua de la gran comisión ordenado por Cristo
(Mat. 28:18-20, Mar. 16:16). El agua de este bautismo es el “antitipo” del agua del diluvio
de los días de Noé, la cual es el “tipo” (1 Ped. 3:21). Por lo tanto, la salvación de Noé y su
familia es un tipo de la salvación de todos los creyentes obedientes al evangelio (Hech.
2:38, 41, 47).
Jesús es profetizado en el Antiguo Testamento a través de muchos tipos. De él se
habló “en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Luc. 24:44). Por ejemplo,
estamos familiarizados con Jesús representado como un cordero. Este tipo viene de Éxodo
12, donde el cordero pascual es el tipo de Jesús “el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo” (Jn. 1:29). La primera fiesta de la Pascua, comida por los judíos en Egipto, se
convirtió en una fiesta memorial para el pueblo hebreo. Así también, la “cena del Señor” (1
Cor. 11:20) descansa sobre la base de la tipología correspondiente a Cristo.
Tanto la fiesta judía de “la Pascua” como la “cena del Señor” tienen muchas cosas en
común. Ambas fueron compuestas con una intención similar, ser un memorial. La Pascua
recordaba la salida de Egipto (Ex. 12:26), mientras que la cena del Señor recuerda la
muerte de Cristo (1 Cor. 11:25). Cada fiesta pascual utilizó un cordero joven y perfecto (Ex.
12:5), en cambio la cena del Señor recuerda el sacrificio del verdadero Cordero inocente y
perfecto (Jn. 1:29; 1 Ped. 1:19). Los judíos comieron la carne del cordero pascual (Ex.
12:8) mientras que los cristianos comen el pan y el fruto de la vid, que representan el
cuerpo y la sangre de Cristo (1 Cor. 11:23-25). A los judíos no se les permitió romper
ningún hueso del cordero pascual cuando lo comían (Ex. 12:46; Num. 9:12), de la misma
manera al verdadero Cordero no le fue roto hueso alguno cuando murió por el mundo (Sal.
34:20; Jn. 19:33-36). La sangre de la primera Pascua hebrea fue pintada en el exterior de
los postes y dinteles de las casas de modo que el ángel de la muerte no tomara en cuenta
las casas marcadas con la sangre (Ex. 12:13). Esta es la razón por la cual ésta fiesta recibe
el nombre de “Pascua”, “del hebreo pasac, pasar por encima, dejar a un lado” (VINE) debido
a que el ángel pasó “sobre” aquellas casas y “las dejó de lado”. La sangre del Cordero de
Dios es para el perdón de los pecados (Mat. 26:28), de modo que cuando llegue el día del
juicio la sangre de Cristo será la marca para vida eterna de todos los obedientes que serán
librados de la ira de Dios (Heb. 5:9; 1 Tes. 1:10).
En Levítico capítulo 16 tenemos otro tipo de Cristo, designado en el texto como “el
macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo” y el “Azazel”. El sacerdote tomaría
estos dos machos cabríos. El primero sería muerto y sacrificado por los pecados al igual que
Jesús murió por el mundo en la cruz. Aquí la imagen se vuelve aun más interesante, ya que
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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TIPOS DE LA SANGRE DE CRISTO
en el Nuevo Testamento la Biblia dice: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de
los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es
decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su
propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna
redención” (Heb. 9:11).
El segundo macho cabrío (Azazel) de Levítico 16 fue el “chivo expiatorio”. Cuando
alguien dice “yo no soy más que el chivo expiatorio” entendemos que ésta persona está
siendo injustamente culpada por algo malo que otro cometió. Pues bien, una vez más la
obra de Cristo se ajusta al patrón que por sombras se presentaba en el Antiguo Testamento.
El sumo sacerdote judío pondría sus manos sobre este segundo macho cabrío, confesando
todos los pecados del pueblo, lo cual simbolizaba una transferencia de todos los pecados de
la gente a Azazel (“chivo de partida; chivo expiatorio” Strong). Luego, el macho cabrío
Azazel era conducido deliberadamente al desierto profundo para perderse en él. De la
misma manera Jesús sufrió injustamente en la cruz por los pecados que no cometió, “para
que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (Heb. 2:9), cuando “el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Is. 53:5).
Jesús es nuestro chivo expiatorio. Así como Azazel fue conducido al desierto, fuera
de la ciudad, Jesús fue conducido fuera de la puerta de Jerusalén, “Por lo cual también
Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí
ciudad permanente, sino que buscamos la por venir” (Heb. 13:12-14).
La sangre de Jesús, por lo tanto, es el elemento central para la redención de toda la
humanidad. Según las Escrituras la sangre de Cristo hace posible: La redención (Ef. 1:7).
La justificación (Rom. 5:9). La santificación (Heb. 13:12). La limpieza del pecado (1 Jn.
1:7). El lavamiento del pecado (Apoc. 1:5). La reconciliación con Dios (Col. 1:20).
Por lo tanto, no nos sorprende que la iglesia haya sido comprada con la sangre de
Cristo (Hech. 20:28; Apoc. 5:9) y que ésta sea la posesión más preciada del Señor (Ef.
5:23).
Por la gracia de Dios Cristo vino a morir por nuestros pecados en la cruz. El hombre
puede morir por sus propios pecados (Rom. 6:23) pero esto no resulta en la vida que Dios
quiere darle (Rom.2:7). Cristo es nuestro representante en este caso, Él murió para darnos
“vida en abundancia” (Jn. 10:10), Él murió “para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Cristo murió físicamente para que todo aquel
que le obedece no tenga que morir eternamente en el infierno. Ciertamente, sin la sangre
de Cristo la salvación es imposible, “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Heb. 9:22).
Para que la salvación sea posible, se requiere de la gracia de Dios (Ef. 2:8). En la
redención Dios proporciona por su gracia todo lo que el hombre no puede hacer por sí
mismo, a la vez que el hombre responde con fe obediente al evangelio de Cristo (Rom.
6:17).
La sangre de Cristo es eficaz para los obedientes (Rom. 2:8, 13; 2 Tes. 1:8; Heb.
5:8-9; 1 Ped. 1:22).
Traducido y Adaptado por Josué Hernández de la obra
Types/Antitypes of the blood of Christ” escrita por Steve Rudd.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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Old
Testament
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