Enseñanza situada: vínculo entre la escuela y la vida

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Pampedia, No. 4, Julio 2007-Junio 2008
Reseñas
Enseñanza situada: vínculo entre la escuela y la vida
Frida Díaz Barriga Arceo
Genaro Aguirre Aguilar
Cualquier cosa que digamos sobre
los retos que en materia educativa
tiene un país como México, resulta
una suerte de lugar común si se
observa la facilidad con que
declaraciones van y vienen
sobre la urgencia de transformar el sistema, el currículo y los modelos educativos.
Lo cierto es que quizá
como en ningún otro momento de la historia del pensamiento académico, las
voces se han levantado para
denunciar, reflexionar o proponer mecanismos y estrategias de intervención que
posibiliten la construcción
de experiencias educativas
detonadoras no sólo de conocimientos sino también de
actitudes y valores que definan un nuevo tipo de ciudadano. En este contexto,
no son pocos los autores
como tampoco los organismos internacionales, quienes
han venido sugiriendo la necesidad
de redefinir las políticas y los sistemas de enseñanza. Y de suyo, la
tarea no es ni será fácil, pues centrados en la historia de modelos tradicionales, la ruptura de paradigma que un cambio como éste supone, es un ejercicio cismático que
pocos están dispuestos a experimentar.
De allí que encuentre mayor
viabilidad iniciar una transición desde las cotidianidades y la mismidad
del profesorado, esos lugares de
tarea diaria donde la docencia no
sólo es una práctica sino una expe-
riencia de vida alimentada por las
reflexiones y la sistemática forma de
ir haciéndose de ciertas competencias capaces de posibilitar nuevos
entramados educativos. Es justo
por estas razones, que termina por
agradecerse la más reciente publicación de Frida Díaz Barriga Arceo,
quien en su obra Enseñanza situada: Vínculo entre la escuela y la
vida (2006), ofrece la oportunidad
de hallar resonancias lo mismos que
mecanismos para enfrentar parte de
los retos que la nueva educación
plantea.
A partir de una sistemática pero sintética reconstrucción de lo
que teóricamente se ha venido diciendo sobre los principios educativos en su
perspectiva experiencial,
reflexiva y situada, esta autora mexicana realiza un periplo teórico metodológico
para recrearse en las tesis
de algunos autores que han
venido promoviendo una
nueva manera de pensar la
acción educativa. Y es que
como lo hace ver a lo largo
de sus 171 páginas de sistemática reflexión, claridad
y elocuencia para aterrizar
las propuestas teóricas desde las que piensa o propone el cómo enfrentar los
nuevos territorios de la educación, para contribuir con
ello a definir el hombre del
mañana, es necesario hacer una travesía de carácter epistemológico
que incida en lo teórico, curricular,
estratégico para generar ambientes
que potencien conocimientos lo
mismo que actitudes entre los agentes educativos; para lo cual se propone una perspectiva contextualiizada, pues se reconoce que el conocimiento es situado, en virtud de
formar parte y ser el producto de
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Genaro Aguirre Aguilar
una actividad ubicada en contextos, culturas o trayectorias específicas. A partir de aquí y reconociendo en Barquero una fuente de referencia, la autora señala que «el
aprendizaje debe comprenderse
como un proceso multidimensional
de apropiación cultural, pues se trata de una experiencia que involucra
el pensamiento, la afectividad y la
acción» (2006:19).
Es precisamente a partir de
esta concepción de aprendizaje situado, que la autora configura un
entramado teórico-metodológico
que permite visualizar escenarios de
intervención innovadores, donde el
aprendizaje se reconoce entrecruzado por factores espacio-temporales que es necesario problematizar.
Para ello, en un primer capítulo
revisa alguno de los principales
aportes de autores como Dewey,
Schön, Vigotsky, Hendricks, entre
otros, quienes le permiten un tejido
teórico no sólo para problematizar
sino también para decidir sobre las
maneras y el sentido de lo educativo desde una mirada constructivista
sociocultural, en las que lo experiencial, reflexivo y situado, son los
goznes que dan articulación al trabajo colaborativo en las aulas.
En esta primera aproximación,
el lector se encuentra con un conjunto de autores que han venido innovando desde su propia práctica
docente, donde prevalece una dinámica de integración y reconocimiento entre los actores de la educación, para lo cual la enseñanza
situada apuesta por «prácticas educativas auténticas»; es decir, la
planeación, diseño y construcción
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de estrategias capaz de tender
puentes entre lo curricular, los contenidos y lo que suele ocurrir en la
vida real del estudiante y futuro profesional.
Para aproximarnos a propuestas educativas que tras sí tienen una
experiencia concreta, a partir del
segundo capítulo y sin obviar la disertación disciplinada, la autora lleva
de la mano a quien lee por un menú
de posibilidades didácticas: la conducción de la enseñanza mediante
proyectos situados, el aprendizaje
basado en problemas y el método
de casos, el aprendizaje en contexto comunitarios, hasta llegar a proponer una serie de mecanismos de
evaluación que serían pertinentes
implementar ante el diseño y ejecución de aprendizajes situados.
Con cada una de estas propuestas, no sólo por lo que representan
sino por constituir dispositivos estratégicos para detonar una serie de
competencias y habilidades que inciden en lo cognitivo, actitudinal y
axiológico, el lector se enfrenta a la
atingencia técnica desde donde
cada uno de ellos ha sido diseñado. Otra cualidad de las propuestas planteadas, es la posibilidad de
tejer una red de relaciones colaborativas que sitúan pero también demarcan, exigen procesos activos en
los que estudiantes y docentes van
alcanzando autonomía en una ejecución que deviene conciencia en
cada uno de las acciones.
Así tenemos el caso del Aprendizaje colaborativo como estrategia central en la enseñanza basada
en proyectos, en la que se ofrecen
los pormenores de una forma de
apropiación de contenidos, para lo
cual el aula pasa a ser el espacio
de decisión problematizadora: en
ella se planea, se decide y se supervisa un trabajo transversal, si se
consideran las dimensiones que el
proyecto llega a alcanzar. Algo que
resulta fundamental en la ejecución
de este tipo de estrategias, es la
sistematicidad a través de la cual
se opera la estrategia, pues antes,
durante y después de la realización
del proyecto, una serie de instrumentos determinan la ruta crítica de
toda actividad posibilitando la concepción del conocimiento como
producto social obtenido, por lo
que la apropiación de saberes es
una acción detonadora tanto en la
reconstrucción como en la coconstrucción de los mismos, pues
es «mediante la acción conjunta y
los intercambios comunicativos
[…], como se construyen los marcos de referencia interpersonales
que conducirán a lograr un significado compartido de la actividad»
(2006: 52).
En este mismo tenor, el Aprendizaje basado en problemas y el
método de casos, es la ocasión
para redimensionar el concepto que
de estudios de caso podemos tener los docentes, pues si bien es
cierto se conocen los mecanismos
del diseño didáctico para plantear
casos ideales que generen aprendizajes, lo cierto es que en la perspectiva situada, se diseñan problemas reales consensuados a partir
de decisiones razonables de un facilitador que conoce su marco de
referencia contextual para registrar
y ubicar desde él un caso real, específico y significativo para su entorno. Es por ello que el rol del do-
Enseñanza situada: vínculo entre la escuela y la vida
cente como tutor u orientador, es
el eje sobre el cual se mueve el
Aprendizaje Basado en Problemas
(ABP). Tanto en este tipo de estrategias de aprendizaje situado como
en los análisis de casos, es imprescindible que estudiantes y profesores desarrollen una actitud de colaboración basada en acuerdos
producto del discernimiento reflexivo, emocional y estratégico. Y es
que la selección y construcción de
este tipo de actividades facilita un
espectro de acción por la cantidad
de elementos que entrecruzan el
problema o caso seleccionado.
La imaginación, el deseo y los
compromisos entretejidos al interior de los grupos de trabajo compartido, van trazando en el imaginario y la práctica de los participantes un oficio que los habilita para
el trabajo colaborativo y el diálogo
basado en la confianza de grupo.
El puerto de llegada en este tipo de
estrategias de aprendizaje, siempre
será la dimensión humana, pues
«hay que recordar que éste es un
método de enseñanza eminentemente experiencial e inductivo, y
que se busca no sólo educar el intelecto, sino a la persona o al profesional en formación, al futuro
científico o ciudadano» (2006: 86).
Otra metodología propuesta en
el libro Enseñanza situada…, de
Díaz Barriga Arceo, está el Servicio a la comunidad como una experiencia vital en un contexto educativo, particularmente si se toma
en cuenta los alcances de una estrategia que incide en la identidad
de los estudiantes tanto como en la
conformación de una perspectiva
de la justicia social. La premisa so-
bre la que descansa este modelo
de enseñanza-aprendizaje sostiene
«que la educación escolarizada tiene el compromiso de vincularse y
participar de manera crítica, responsable y propositiva en las necesidades de la comunidad, en primer instancia en los niveles local y
regional, pero con una perspectiva
global» (2006: 101). De allí lo pertinente de este tipo de ejercicios.
Como podemos imaginar, aquí
el aprendizaje se significa por los
alcances de un servicio comunitario, programa formativo preocupado por incidir en tres dominios: el
moral, el político y el intelectual.
Igual que en los casos anteriores,
la autora tematiza, pero sobre todo
traza los rumbos para alcanzar a
cubrir las expectativas solidarias,
cognitivas y metodológicas que este
tipo de proyectos demanda. De la
misma forma que lo hiciera antes,
aquí también se diseña con certidumbre cada uno de los pasos y
momentos del plan de intervención
comunitaria, se determinan cada
uno de los instrumentos y se menciona el tipo de producto al que se
puede aspirar. Igual que ocurre en
proyectos de intervención propios
del paradigma crítico, los agentes
visibles en la ejecución de esta estrategia van del alumno al tutor o
tutores, alcanzando a la misma comunidad, sin cuya participación el
trabajo resulta impensado.
Es importante señalar que para
cada una de las propuestas, la autora reflexiona, diserta, sintetiza,
esquematiza el edificio teórico sobre el cual descansan dichas propuestas; al mismo tiempo que en lo
metodológico y técnico, incorpora
experiencias concretas venidas de
biografías diferentes; además de
proveernos de las fuentes de referencia tanto de la literatura impresa
como de aquellos sitios On line
institucionales o de organismos
educativos que registran los ejercicios más exitosos de los que se tienen noticias.
El libro cierra con un capítulo
en el que se apuesta por una metodología evaluatoria centrada en el
desempeño, a la que se le llama
«auténtica» por la manera en que
tanto el aprendizaje y la enseñanza
se conjugan y observan integralmente para ponderar un proceso
educativo. Entre los mecanismos de
evaluación propuestos, se encuentran las llamadas rúbricas, el portafolio electrónico de los aprendizajes y la autoevaluación como
práctica reflexiva y autorreguladora.
En cada uno de ellos, los criterios
son ejercicios de introspección individual y decisión colaborativa o
colegiada para ir posibilitando un
sentimiento ético y responsable de
un proceso casi siempre delegado
a uno de los agentes de la educación; no obstante, la democratización y sistematización de decisiones como éstas, cuanto más planeadas y consensuadas sean, siempre promoverán una experiencia
matizada por el acuerdo en medio
de la pluralidad.
Lo sobresaliente de este último
apartado, es la manera en que el
lector termina por comprender la
importancia de un trabajo colegiado para imaginar, decidir y proponer mecanismos de evaluación que
exploran y deciden sobre distintos
ámbitos del proceso de enseñan75
Genaro Aguirre Aguilar
za-aprendizaje; pero en el que prevalece un modelo capaz de sugerir
un espectro amplio de posibilidades evaluatorias. La claridad, consistencia y pertinencia de cada instrumento corresponde a las cualidades epistemológicas, teóricas o
metodológicas de cada una de las
estrategias planteadas, por lo que
la evaluación auténtica pasa de ser
un oficio académico a convertirse
en un arte que horizontaliza y poten-
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cia la experiencia de principio a fin
del proceso.
Enfrentarse a la lectura y apropiación de una obra como Enseñanza situada…, de Frida Díaz
Barriga Arceo, es posarse sobre un
territorio de generosidad fértil, en
el que los oficios de quien ha pasado a convertirse en una referencia
para quienes buscan innovar procesos tanto como sus propias prácticas educativas, facilitan un diálo-
logo; y en donde el asombro va encontrando cabida a cada paso y con
cada descubrimiento que sobre su
disertación el lector va realizando.
Libro reseñado:
Díaz Barriga Arceo, Frida (2006).
Enseñanza situada: vínculo entre
la escuela y la vida.México:
McGraw-Hill, pp. 172.
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