Oración: dificultades y determinación Oración: dificultades y determinación Dicen que antes era más fácil orar; se aprendía en familia, con los padres, con los que vivían en casa. El ambiente lo favorecía: no había tantas distracciones, tanta vida social, tantas actividades, tanta televisión... Las oraciones eran fáciles, se aprendían de memoria... Hoy todos encontramos dificultades de todo tipo: - La falta de tiempo (¡la gran excusa para tantas cosas!), a causa del ritmo de vida que llevamos; el cansancio y el nerviosismo, a causa de la actividad “estresante”; los diversos divertimentos y distracciones que tenemos a nuestro alcance... Todo esto implica que tengamos clara, como creyentes, nuestra escala de valores, si es que realmente queremos dedicar tiempo a Dios. - La idea de que no hace falta rezar si ya participamos habitualmente en la celebración de la eucaristía. Pero una cosa no quita la otra: la oración puede ser preparación y prolongación de la eucaristía. Y aparte de todo esto está la necesidad que experimentamos de encontrarnos personalmente, a solas, con Dios. - También la idea de que no es necesario rezar, que lo importante son los hechos, ¡y hay tantas cosas que hacer! Es bien cierto que hay muchas cosas que hacer. Pero hay que tener claro que la oración no es un acto intimista, que nos aísla de los demás y de la realidad, sino que es un ponerse en manos de Dios, de forma que Él nos haga disponibles. La oración, ciertamente, se tiene que traducir en hechos, en obras. Una mística, Santa Teresa, lo expresa así: Esto quiero yo, mis hermanas, que procuremos alcanzar, y no para gozar, sino para tener estas fuerzas para servir. Y también: Para esto es la oración, hijas mías, de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras. Y Santa Teresa también habla de determinación (Digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación... venga lo que viniere, suceda lo que sucediere...) Es decir, si se quiere hacer un camino de oración, se necesita decisión personal y poner los medios necesarios, en caso contrario no pasaremos de tener algunos momentos de oración, más o menos agradables o intensos, pero que no dejarán marca en nuestra vida. Hay que tener muy presente el “aquí estoy, Señor”, y dejarse transformar (que eso, en el fondo, es la oración). 1/2 Oración: dificultades y determinación Sugerencias - El tiempo. Hay que buscarlo, sin excusas. Hay que señalarse un tiempo que ayude a ser fiel a la oración personal; con la flexibilidad y la libertad necesarias, pero con fidelidad determinación. Y cuando nos disponemos a tener un momento de oración, es aconsejable también marcarse el tiempo que vamos a dedicar y ser fieles (si decido dedicar diez minutos, no estar menos tiempo). Si tengo el coraje y la determinación de dedicar tiempo a la oración tendré la posibilidad de penetrar el misterio de la presencia divina. - El silencio. La experiencia de oración va unida a la capacidad de hacer silencio en nuestro interior. Puedes repasar lo que sobre esto hemos comentado en anteriores textos de esta “escuela de oración”. - El cuerpo. También sobre esto hemos hablado anteriormente, y puedes recuperar lo que hemos dicho. Recuerda que no se trata de “hacer cosas o gestos con el cuerpo”, sino de sentir que somos un cuerpo, a la vez humano y divino, y que nuestro cuerpo es espacio para hacer experiencia de Dios. 2/2