tre los 2500 y 3000 m. de altura, pero pueden extenderse mas

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Parte Primera
tre los 2500 y 3000 m. de altura, pero pueden extenderse mas durante l
ción lluviosa, descendiendo hasta los 1600 m. E l vapor acuoso que las p .
duce debe salir principalmente del Océano Pacífico. Viajando desde el
rior hacia la Costa he visto varias veces un cambio brusco: pasé de atmósfe
serena a neblina cerrada, cuando comenzaba a bajar por la vertiente occidej
tal. Siempre las neblinas venían desde el lado del mar. A la madruga^
estaban acumuladas abajo, formando nubes y sólo por la tarde ascendían al
nivel de 3000 m. Las cantidades de vapor acuoso que llegan del Pacífico a
la vertiente occidental del Norte, son tan grandes porque hay poca conden
ción en la Costa y sobre el mar (véase arriba). En el Sur y Centro sucede
lo contrario: la mayor parte de la humedad oceánica queda abajo, formandi
neblinas costaneras. Las lluvias que caen sobre las vertientes occidentales
del Centro y Sur se deben, según la opinión de algunos autores, sólo a la humedad acarreada desde el oriente. Sin embargo, me parece probable que el
Océano Pacífico también contribuye a estas precipitaciones.
Comparándose los v a l l e s
i n t e r a n d i n o s
respecto al régimen de lluvias, resulta que éstas y también la extensión del período húmedo,
además de aumentar de sur a norte, crecen ligeramente hacia el este. Al describir el clima de Puno ( S u r ) COPELAND dice que la estación lluviosa dura
desde fines de diciembre hasta fines de marzo y que los meses secos suelen
ser de cielo muy claro. Condiciones parecidas existen en el valle del Vilcanota o Alto Urubamba. En agosto suelen presentarse las "cabañuelas": nubes pasajeras que se reúnen alrededor del Nudo de Vilcanota, dando a veces
un poco de lluvia. Un día de agosto de 1905 caía llovizna por toda la mañana, cuando yo estaba viajando entre tíreos y Sicuani. Pasando en Chachapoyas (2330 m . ) , ciudad del Norte, los días 1« al 7 de julio de 1904, tomé nota de que gran parte del cielo quedaba cubierta y que cortas lluvias caían
diariamente. Allí mismo conocí, medio año después, el "verano del Niño
propio de diciembre y enero. En el Norte, los valles interandinos tienen ¿
límite inferior de las neblinas a mayor altura que las vertientes occidentales
de los Andes. Algunas partes de éstas reciben, probablemente, mayor cantidad de lluvia que los valles vecinos del territorio interandino. Un caso
dente de estas diferencias se ofrece al viajero que va de la Costa al valle
río Huancabamba, a fines de la estación lluviosa: subiendo por la vertien"
occidental de los Andes, encuentra lluvia, caminos fangosos y una veg$
ción perfectamente fresca; en cambio, cuando comienza a bajar por las
das de dicho valle, ve con sorpresa que hay sol, suelo seco, hierbas marc ^
y caída de hojas. He conocido este contraste cruzando la rama externa
la Cordillera Occidental a los 5°20', en abril de 1912 y a los 6 , en mayoj
1915. A cierto trecho del valle bañado por el Huancabamba llega tan ?
lluvia que su clima es casi desértico. Gran escasez de lluvia caracteriza
bien algunas otras partes del Perú interandino, especialmente los vall 9
fundos y estrechos de los ríos Apurímac, Mantaro y Marañón. Cada
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