COMENTARIOS A LA LEY ORGANICO DE PRECIOS

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COMENTARIOS A LA LEY ORGANICO DE PRECIOS JUSTOS Y SUS NORMAS
COMPLEMENTARIAS.
Dra. Maria Carolina Cano González.
Desde la promulgación de la primera versión del Decreto-Ley Orgánico de Precios Justos
(en lo sucesivo LOPJ), a comienzos del año 2014, por parte del Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, en uso de las atribuciones conferidas en la que se conoce
coloquialmente como la “Ley Habilitante”, hasta la última reforma publicada de dicho
texto legal en el mes de Noviembre de 2014, son muchos los problemas y las situaciones
que, como asesores legales, nos ha tocado presenciar y muchas las horas dedicadas a
tratar de comprender y hacer comprender a los actores económicos privados del país cuál
es el verdadero sentido, propósito y fines de dicha normativa.
Igualmente han sido muchos los esfuerzos invertidos en tratar de definir cuáles son las
obligaciones, o más que obligaciones, las estrategias que deben ponerse en práctica a los
fines de hacer frente a esta normativa, con marcado acento punitivo y de control y que
además ha sido utilizada, en numerosas ocasiones, con fines políticos y hasta electorales.
Lo que al principio parecía ser una nueva edición de la Ley Orgánica de Costos y Precios
Justos, que le sirvió de antecedente a la LOPJ y cuya inoperancia e inviabilidad se
revelaron durante el tiempo de su vigencia, pronto se convertiría en el mayor “dolor de
cabeza” de los empresarios nacionales, sujetos a una economía fuertemente presionada
por la inflación y marcada por una precaria política cambiaria que, al momento de escribir
estos comentarios, no parece dar signos de estabilización.
En efecto, la situación de potencial transgresión en la que, al día siguiente de la
promulgación de la LOPJ, se colocó a la casi totalidad de los empresarios, al prohibirse un
margen de ganancia superior a un 30% calculado sobre una estructura de costos que en
ese momento tampoco se conocía cómo calcular, obligó a todos los sujetos obligados
(cualquier persona natural o jurídica, nacional o extranjera, que realice actividades
económicas en el país, salvo si el ejercicio de sus actividades está sujeta a alguna
regulación especial o específica ), a plantearse innumerables dudas y levantó fundados
temores.
Luego de un mes de vigencia de la LOPJ, finalmente la Superintendencia para la Defensa
de los Derechos Económicos (SUNDEE), órgano creado por este instrumento legal, cuya
estructura organizativa hoy día comprende las llamadas Intendencia de Costos, Ganancias
y Precios Justos, la Intendencia de Protección de los Derechos Socioeconómicos y, más
recientemente la Intendencia Nacional para la Protección del Salario del Obrero y la
Obrera, dictó la Providencia No. 3, contentiva de los criterios para la determinación de
precios justos. Dicha Providencia No. 3, basada en la Norma de Información Financiera NIC
No. 2, mediante la cual se dictan los criterios contables para valoración de inventarios, es
entonces la “guía” a partir de la cual todos los actores económicos del país, sujetos a esta
normativa, independientemente de que ejerzan actividades de producción que impliquen
manejo de inventarios o no, deben ajustar sus cifras contables. Ello, con el fin de
establecer una estructura de costos acorde con los lineamientos y limitaciones de esta
Providencia y que a su vez servirá de base para calcular un margen de ganancia que en
ningún caso “…excederá de treinta (30) puntos porcentuales de la estructura de costos del
bien o servicio.”, para cada actor de la cadena de comercialización.
Dejando de lado las críticas que la normativa en comentarios nos merece, básicamente
por constituir una importante limitación y transgresión al ejercicio de la libertad
económica, erigida como uno de los principios y derechos fundamentales consagrados en
nuestra Carta Magna, la LOPJ establece como uno de sus fines primordiales “…consolidar
el orden económico socialista”, contemplado en el Plan de la Patria , que exige
democratizar los medios de producción, impulsando nuevas formas de propiedad,
colocándolas al servicio de la sociedad…”. La LOPJ igualmente establece como otro de sus
objetivos, “…el desarrollo estable de la economía, mediante la determinación de precios
justos que protejan la estabilidad del salario así como proteger al pueblo contra las
prácticas de acaparamiento, especulación, boicot, usura, desinformación y cualquier otra
distorsión del modelo capitalista que afecte el acceso a los bienes y servicios…”.
En procura de tan elevados propósitos, se han dictado hasta hoy, además de la
Providencia No. 3, las siguientes normas complementarias de la LOPJ:
Providencia No. 004/2014, de fecha 15 de abril de 2014, reformada mediante la
Providencia Administrativa No. 077/2014, de fecha 17 de diciembre de 2014, mediante las
cuales se dicta el procedimiento para autorizar promociones, a partir de cuyas
disposiciones se establecen los conceptos de publicidad falsa o engañosa, y se regula el
procedimiento para la autorización de promociones, así como los requisitos generales y
especiales exigibles para su tramitación.
Providencia No. 005/2014, de fecha 23 de abril de 2014, mediante la cual se regulan los
mecanismos, metodología y demás aspectos que rigen la forma de hacer públicas las
distintas regulaciones sobre la determinación de precios justos en el acceso a los
productos y servicios (listados publicados en la página web de la SUNDEE).
Providencia No. 057/2014, de fecha 18 de noviembre de 2014 mediante la cual se regula
la obligatoriedad del establecimiento y marcaje del precio de venta justo (PVJusto) en los
bienes y servicios que sean comercializados o prestados en el territorio nacional.
Providencia No. 073/2014, de fecha 15 de diciembre de 2014 , mediante la cual se
establece que el PVJusto definido en la Providencia sobre marcaje habría de ser
considerado, en todos los casos, como el precio máximo en el cual un bien o servicio
puede ser comercializado.
Es este entramado de disposiciones el que hoy día regula las obligaciones de los sujetos
de aplicación de la Ley, disposiciones que, en la práctica muchas veces no encuentran
forma de aplicación o que generan importantes dificultades para ello y propician
situaciones de riesgo que, en definitiva, podrían ser evitadas. Nos referimos, a título de
ejemplo, a los innumerables problemas que la Providencia de marcaje ha generado al
colocar en cabeza de los productores e importadores la responsabilidad de fijar el
PVJusto; o a las dudas que se plantean los importadores o comerciantes que deben
ajustar el valor de sus inventarios de productos terminados o de materia prima, para
quienes la aplicación literal de la Providencia No. 3, podría colocar en la absurda situación
de tener que fijar un precio que desconoce el impacto del diferencial cambiario en sus
costos de producción; o al sujeto obligado que se ve tentado a sustraer de su estructura
de costos el importe pagado por concepto de contribuciones asociados a la seguridad
social, habida cuenta de la alegre exclusión que la Providencia No. 3 ha determinado en
relación con los montos pagados por concepto de tributos.
En definitiva, es necesario y urgente señalar que, en cuanto instrumento normativo que
persigue lograr la estabilidad de precios en el marco de la situación actual del país, la LOPJ
requiere de modificaciones y ajustes o, por qué no, de la promulgación de normativa
complementaria que permita su mejoramiento, tomando en cuenta que, sin duda, los
lineamientos para la determinación de la estructura de costos son perfectibles y que hacia
allí deben conducir los esfuerzos de la SUNDEE. También dedicar esfuerzos para
racionalizar la aplicación de la normativa de marcaje evitando que se pretenda establecer
márgenes máximos de ganancia para la determinación del PVJusto, en base a parámetros
distintos a los concebidos en la normativa, como sucede actualmente en relacion con la
supuesta obligatoriedad de reconocer hasta un máximo de ganancia de un 54% para toda
la cadena de comercialización.
Específicamente pensamos que en aplicación de los artículos 30 y 31 de la ley, esta
reglamentación adicional sería no sólo deseable sino absolutamente necesaria. Las
normas mencionadas establecen la posibilidad de categorizar bienes y servicios
atendiendo a criterios técnicos y faculta a la SUNDEE para establecer distintos regímenes
para servicios y bienes, estén éstos regulados o no.
La ley también dispone que es competencia de la SUNDEE el establecimiento de
lineamientos para la planificación y determinación de los parámetros de referencia a
utilizar para fijar precios justos y permite efectuar la desagregación de los respectivos
costos o componentes del precio, usando como fuentes de información todas aquellas
que por su vinculación con el caso sometido a consideración, hagan méritos para
presumirse válidos según los criterios comúnmente utilizados por la SUNDEE.
A estas alturas de la aplicación de la ley y por las experiencias compartidas, se hace más
que evidente que es necesario establecer procedimientos de determinación de
estructuras de costos particulares para las diversas categorías de sujetos regulados.
No obstante, ello no ha sido así, favoreciendo por lo tanto la discrecionalidad de los
funcionarios al momento de evaluar las estructuras de costos, la contradicción en la
aplicación de algunos criterios, y en general aumentando las posibilidades de que se
cometan irregularidades por parte de los funcionarios a la hora de fiscalizar y se susciten
situaciones de comisión de hechos punibles o infracciones administrativas por parte de los
sujetos obligados.
Por ello, en humilde opinión de quien suscribe estas líneas, algunos de los principales
aspectos que deberían atacarse, aclararse o mejorarse, serían:
(i)
(ii)
(iii)
(iv)
Aclarar cómo se deben establecer las estructuras de costos de empresas de
servicios, en las que la aplicación de la Providencia No. 3 e incluso la
elaboración de una estructura de costos a partir de la NIC 2 puede resultar
prácticamente imposible. La ley, tal como hemos mencionado da cabida para la
aplicación de criterios contables adicionales, sobre todo en aquellos casos o
sectores de la economía cuya contabilidad se rija por normas técnicas distintas
a las usadas por la SUNDEE como base para la promulgación de la Providencia
No. 3, como sería el caso, por ejemplo, del sector de la construcción;
Establecer claramente que todas las contribuciones parafiscales asociadas a la
mano de obra de las empresas (SSO, INCES, entre otras) deben formar parte de
sus estructuras de costos;
Aclarar que el impuesto municipal a las actividades económicas debe formar
parte de la estructura de costos y ello por cuanto una posición contraria viola
las disposiciones de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal.
Aclarar que las diferencias en cambio o los costos que se deben erogar para la
adquisición de las materias primas, insumos o productos importados deben
(v)
formar parte de la estructura de costos, puesto que de lo contrario se coloca al
productor, fabricante o importador en la ilógica situación de vender sus
productos a unos precios que podrían reportar pérdidas o generar un margen
de ganancia ínfimo que haría insostenible la continuación del negocio.
Aclarar que los costos o gastos asociados a la distribución de productos, deben
formar parte de la estructura de costos en aquellas empresas que, sin ser
exclusivamente empresas distribuidoras, incluyan esta actividad
y
efectivamente la efectúen.
La búsqueda de la seguridad jurídica como principio rector de todos los demás principios
que rigen el ordenamiento jurídico, debe prevalecer tanto en esta materia como en todos
los aspectos vinculados con la vida económica del país. La profunda crisis por la que
atraviesa nuestra nación en prácticamente todos los ámbitos impone a los organismos
encargados de administrar el sistema de "precios justos" la concentración de esfuerzos
para cumplir con este objetivo.
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