MIEDOS Y MANÍAS ¿QUÉ ES EL MIEDO? El miedo es una respuesta instintiva y universal que ayuda al niño a evitar y protegerse de situaciones potencialmente peligrosas. La mayoría de los niños experimentan muchos temores leves, transitorios y asociados a una determinada edad que se superan espontáneamente en el curso del desarrollo. Los miedos innatos se pueden agrupar en cinco grupos: - Miedo a los estímulos intensos. - Miedo a los estímulos desconocidos, como por ejemplo, el temor a los extraños. - Miedo a la ausencia de estímulos, como por ejemplo, la oscuridad. - Miedo a estímulos que han sido potencialmente peligrosos para la especie humana en transcurso del tiempo, como la separación, las alturas, las serpientes u otros animales salvajes. - Miedo a las interacciones sociales con desconocidos el Estos miedos servirán de mecanismo de defensa para enfrentarse de forma adecuada a situaciones difíciles y amenazantes con las que se encontrarán a lo largo de su crecimiento. Los miedos infantiles son muy frecuentes y pueden afectar hasta al 40-45% de los niños. Son, por ello, normales, aparecen sin razones aparentes, están sujetos a un ciclo evolutivo y desaparecen con el transcurso del tiempo, a excepción del miedo a los extraños que puede subsistir en la vida adulta en forma de timidez. El miedo, como cualquier otra emoción, se manifiesta a tres niveles o tipos de respuesta: • • • Conductual: inmovilidad, huida... Cognitiva: irritabilidad, ira, agresividad, sensación de irrealidad... Fisiológica: sudoración, taquicardia... Si el miedo continúa durante un periodo de tiempo largo, producirá fatiga, dificultad para dormir, insomnio, pesadillas, pérdida del apetito, facilidad para sobresaltarse, agresión y evitación de cualquier situación temida. Los niños más pequeños tienen miedos a seres imaginarios, ruidos fuertes, al daño físico, a la oscuridad, separación de los padres, a la escuela, animales, mientras que los adolescentes padecen más temores a hacer el ridículo, al fracaso escolar, a ser observado, al aspecto físico, a las relaciones sociales, a la muerte etc... Las niñas suelen tener más miedos que los niños, tanto en número como en intensidad. Existe una pequeña porción de miedos infantiles que persisten, llegando incluso hasta la edad adulta. Cuando la respuesta de miedo es desproporcionada, exagerada, y acaba convirtiéndose en un problema para la familia y el propio niño, se convierte en un trastorno de ansiedad. El miedo se convierte en fobia infantil cuando el comportamiento no resulta apropiado a la situación: 1. 2. 3. 4. 5. 6. Se evita el contacto de forma reiterada con el estimulo temido Es irracional Está fuera del control voluntario Es intensamente desproporcionada la respuesta de miedo No corresponde a la edad o estadio evolutivo Dura largos periodo de tiempo MIEDOS MÁS COMUNES: INTERVENCIÓN Y CONSEJOS EDAD SITUACIONES ATEMORIZANTES 0-6 meses Ruidos fuertes, pérdida súbita de apoyo y soporte. 7-12 meses Miedo a extraños, a la separación de los padres, a objetos que surgen bruscamente. 1 año Personas extrañas , separación de la padres, heridas. 2 años Ruidos fuertes, animales, separación de los padres. 3 años Mascaras ,oscuridad separación de los padres, animales. 4 años Ruidos, oscuridad, separación de los padres, animales. 5 años Lesiones corporales ,ruidos, oscuridad, separación de los padres, animales. 6 años Oscuridad, seres sobrenaturales, lesiones corporales, separación de los padres, ruidos fuertes. 7-8 años Estar solo, seres sobrenaturales, oscuridad, lesiones físicas, hacer el ridículo. 9-12 años Exámenes escolares, lesiones corporales, aspecto físico, truenos y relámpagos, muerte, oscuridad MIEDO POR SEPARACIÓN El miedo por separación es aquel que sufren los niños cuando son separados, alejados de sus padres, familiares o personas ligadas afectivamente. Prácticamente todos los niños sufren este tipo de ansiedad, es un fenómeno universal que también ha sido observado en otras especies. La actitud de los padres es fundamental para la evolución del miedo a la separación. Aquellos que muestran ansiedad ante la separación de sus hijos acaban por contagiarles. Los factores que influirán en el incremento de este tipo de ansiedad, tanto en su duración, intensidad como frecuencia son: 1. La edad del niño. Cuanta menos edad mayor ansiedad. 2. La calidad del vínculo entre la madre y el niño. 3. La naturaleza de la situación. Si la situación es impredecible e incontrolable y comporta cambios bruscos en el funcionamiento cotidiano del niño. 4. Las experiencias previas de separación. Sobre los 6 meses comienza la ansiedad por separación manifestada por los bebés con llantos y gritos cuando los padres se alejan, con objeto de llamar su atención. En esta etapa, estas reacciones suelen ser menos específicas y diferenciadas a las figuras paternas produciéndose reacciones similares ante otras personas cuando se siente abandonado y solo. Cuando llegan a los dos años de edad el hecho de poder andar les permite expresar mejor su temor corriendo al lado de su madre en cuanto ésta se aleja. En este momento, el desarrollo cognitivo es mayor, permitiéndole ser su comportamiento más especifico y diferenciado estableciendo una relación estable con las figuras que lo cuidan y protegen. El tipo de crianza determinara el inicio y duración de este tipo de ansiedad. En culturas en las que la relación madre-hijo es estrecha se manifestará antes y desaparecerá más tarde que en culturas con otras pautas de crianza. Cuando la separación se prolonga por mucho tiempo se ha identificado tres fases por las que los niños suelen atravesar: 1 ª Fase de protesta, en la que el niño grita, llora y patalea buscando activamente a sus padres. 2ª Fase de desesperanza, el niño se muestra triste y retraído como habiendo perdido la esperanza de reencontrarse con la madre. 3ª Fase de desinterés o desapego, el niño parece haber olvidado a sus padres. Consejos Los niños, a medida que van creciendo y desarrollándose, van adquiriendo nuevas habilidades que les permiten ser cada vez más independientes. En torno al año empiezan a caminar y puede explorar su entorno de forma progresiva sin la dependencia del carrito. Es un proceso inexorable hacia la independencia que tendrá su punto culminante en la adolescencia. Que los niños sean autónomos en su funcionamiento es uno de los objetivos que los padres deben asumir en su educación. Ir eliminando progresivamente los apoyos que recibe el niño de los padres favorecerá el desarrollo de su independencia personal. Hay que evitar una sobreprotección y fomentar el aprendizaje de habilidades mediante el aprendizaje en áreas de coordinación motora, lenguaje, relaciones sociales, comportamiento individual, la iniciativa personal, lo que dará como resultado una autonomía personal mayor. Es conveniente procurar que otras personas se relacionen con el niño y de esta manera disminuir la dependencia excesiva hacia los padres o adultos a los que está vinculado. De la misma manera, también es conveniente introducir como táctica complementaria, ausencias cortas al principio, como quedarse con los abuelos un ratito para después alargar las ausencias de forma progresiva con el paso del tiempo. MIEDO A LOS EXTRAÑOS El miedo a los extraños es un miedo innato, presente en todas las culturas y países. Su aparición y desvanecimiento está entre el primer y segundo año de edad. La respuesta de miedo dependerá de la situación y sobre todo de la conducta del extraño. Los niños se asustan cuando se les presenta un objeto al que no están acostumbrados como un rostro desconocido. Suelen reaccionar con la interrupción de la sonrisa, desviando la mirada y rompiendo a llorar. Es el estimulo más temido de los niños entre los seis meses y dos años. Las probabilidades de tener una reacción de miedo ante un extraño es alta si la situación es desconocida, los padres están ausentes, el extraño se aproxima rápidamente y hay contacto físico con el niño. Y por el contrario, la probabilidad es baja si la situación es conocida, los padres están presentes, es el niño el que inicia la aproximación de forma lenta y no hay contacto físico. Las características físicas del desconocido también influyen. Las mujeres suelen causar menor temor que los varones y los niños menos que los adultos. La experiencia previa con desconocidos juega un papel importante, manifestando una respuesta de temor menor aquellos niños que han estado expuestos a diferentes individuos. MIEDO A LA ENFERMEDAD Y EL DAÑO FÍSICO Las respuestas de miedo ante las enfermedades y los daños físicos es general en los humanos porque representan una amenaza real la seguridad y supervivencia de la especie. El miedo a las heridas y a la sangre la presentan casi todos los niños. Puede darse casos de hematofobia, es decir la reacción de miedo ante la visión de sangre acompañándose de mareos y desmayo. Suele haber antecedentes familiares con el mismo trastorno. Los miedos a la hospitalización, al dentista, a las inyecciones es un problema muy extendido y la actitud de los padres es decisiva así como la experiencia anterior de los niños. MIEDO A LA OSCURIDAD El miedo a la oscuridad suele aparecer en torno a los dos años y desaparece alrededor de los nueve. Uno de cada tres niños suele padecerlo. Se pone en funcionamiento por la noche cuando llega la hora de acostarse. El temor a la oscuridad se asocia con diferentes tipos de miedos, como seres malvados imaginarios, monstruos, ladrones, soledad, separación, etc. Las pesadillas y los terrores nocturnos suelen aparecer como trastornos de sueño asociados a este temor. No son lo mismo, por lo que conviene definirlos para distinguirlos. Las pesadillas son sueños terroríficos prolongados cuyo contenido tiene que ver con amenazas a la propia seguridad o supervivencia. Suelen aparecer entre los tres y seis años de edad. Cuando se despiertan se despabilan pronto y recuerdan vívidamente lo soñado. Los terrores nocturnos son despertares bruscos, acompañados de llantos y gritos, sin que el niño reaccione ante los esfuerzos de sus padres para despabilarlo. La confusión y la desorientación perduran durante varios minutos después de despertar. Suelen aparecer entre los cuatro y los doce años de edad. Consejos El ambiente del dormitorio debe ser agradable para estimular el descanso de forma relajada. La luz se puede ir eliminando de forma gradual si el niño se resiste a dormir y protesta cada vez que se apagan las luces, mediante el uso de reguladores de intensidad lumínica o ir cerrando progresivamente la puerta del dormitorio. El ambiente sonoro debe ser tenue, sin grandes ruidos que puedan interferir y distraer la conciliación del sueño. Esto no quiere decir que haya silencio absoluto, ya que el niño podría despertar al mínimo sonido. La temperatura de la habitación debe ser la adecuada Hay que acostumbrar a los niños a realizar siempre las mismas rutinas de conducta antes de acostarse para adquirir hábitos de conducta saludables: 1. La hora de acostarse debe ser siempre la misma y sobre todo temprana para poder descansar ampliamente y adquirir un hábito de sueño saludable. 2. Debe orinar y evacuar antes de irse a la cama. 3. Haber sido bien alimentado para no experimentar hambre o sed. 4. Cepillarse los dientes. 5. Ducha o baño. 6. Realizar actividades sosegadas previas al sueño. No es recomendable juegos movidos o violentos que entrañen gran actividad física. Una de las grandes dificultades que se presentan con los niños pequeños al comenzar a dormir solos es la hora de salir los padres de la habitación y apagar la luz. En ese momento protestarán y pueden estallar con gritos y lloros. La actitud debe ser firme y segura. Consolarlos mediante caricias pero no coger en brazos y sacar de la habitación para llevarlos al dormitorio paterno. Se permanecerá durante unos minutos junto a él para salir al cabo de un rato aunque no se haya dormido. Este procedimiento se repetirá hasta que entienda que no se va a salir con la suya. También pueden emplearse el uso de juegos en la oscuridad para superar el miedo como la gallinita ciega, el escondite, etc. ACTITUD DE LOS PADRES ANTE LOS MIEDOS INFANTILES 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. No demostrar y manifestar los miedos delante de los niños. Tener paciencia, los miedos no desaparecen instantáneamente. No regañar o ridiculizar al niño por lo que siente. No mostrar excesiva preocupación delante del niño. Intentar controlar las experiencias desagradables, para que el miedo no se refuerce. Premiar cualquier esfuerzo por vencer su miedo. Animarle con frases de este tipo: ¡Ánimo!, ¡Tú puedes!, ¡Valiente! No presionarles, cada niño necesita su tiempo. Seleccionar las lecturas infantiles adecuadas. Contar cuentos agradables, exentos de terror y acontecimientos truculentos. Fomentar la autonomía e independencia. Seleccionar las películas a ver en casa, evitando las de terror y violencia. Realizar cambios graduales en el entorno para acostumbrarlo a situaciones novedosas. Reforzar los comportamientos valientes. Evitar la sobreprotección porque fomenta la dependencia. 16. Enseñar habilidades en relajación y autocontrol. 17. Hacerles masajes. 18. Ponerles música tranquila. 19. Y sobre todo, saber escuchar y dedicarles tiempo suficiente a nuestros pequeños. TÉCNICAS DE RELAJACIÓN Procedimiento de Relajación Muscular de Koeppen MANOS Y BRAZOS Imagina que tienes un limón en tu mano izquierda. Ahora trata de exprimirlo, trata de exprimirle todo el jugo. Siente la tensión en tu mano y brazo mientras lo estás exprimiendo. Ahora déjalo caer. Fíjate cómo están ahora tus músculos cuando están relajados. Coge ahora otro limón y trata de exprimirlo. Exprímelo más fuerte de lo que lo hiciste con el 1º; muy bien. Ahora tira el limón y relájate. Fíjate qué bien se sienten tu mano y tu brazo cuando están relajados. Una vez más, toma el limón en tu mano izquierda y exprímele todo el zumo, no dejes ni una sola gota, exprímelo fuerte. Ahora relájate y deja caer el limón. (Repetir el mismo procedimiento con la mano y el brazo derechos). BRAZOS Y HOMBROS Ahora vamos a imaginarnos que eres un gato muy perezoso y quieres estirarte. Estira (extiende) tus brazos frente a ti, levántalos ahora sobre tu cabeza y llévalos hacia atrás. Fíjate en el tirón que sientes en tus hombros. Ahora deja caer tus brazos a tu lado. Muy bien. Vamos a estirar otra vez. Estira los brazos frente a ti, levántalos sobre tu cabeza y tira de ellos hacia atrás, fuerte. Ahora déjalos caer. Muy bien. Fíjate como tus hombros se sienten ahora más relajados. Ahora una vez más, vamos a intentar estirar los brazos, intentar tocar el techo esta vez. De acuerdo. Estira los brazos enfrente a ti, levántalos sobre tu cabeza y tira de ellos hacia atrás, fíjate en la tensión que sientes en tus brazos y hombros. Un último estirón ahora muy fuerte. Deja caer los brazos, fíjate qué bien te sientes cuando estás relajado. HOMBROS Y CUELLO Ahora imagina que eres una tortuga. Imagínate que estás sentado encima de una roca en un apacible y tranquilo estanque relajándote al calor del sol, te sientes tranquilo y seguro allí. ¡Oh! de repente sientes una sensación de peligro. ¡Vamos! mete la cabeza en tu concha. Trata de llevar tus hombros hacia tus orejas, intentando poner tu cabeza metida entre tus hombros, mantente así, no es fácil ser una tortuga metida en su caparazón. Ahora el peligro ya pasó, puedes salir de tu caparazón y volver a relajarte a la luz del cálido sol, relájate y siente el calor del sol. ¡Cuidado! más peligro, rápido mete la cabeza en tu casa, tienes que tener la cabeza totalmente metida para poder protegerte, O.K. ya puedes relajarte, saca la cabeza y deja que tus hombros se relajen. Fíjate que te sientes mucho mejor cuando estás relajado que cuando estás tenso. Una vez más. ¡Peligro! esconde tu cabeza, lleva los hombros hacia tus orejas, no dejes que ni un solo pelo de tu cabeza quede fuera de tu concha. Mantente dentro, siente la tensión en tu cuello y hombros. De acuerdo, puedes salir de tu concha, ya no hay peligro. Relájate, ya no va a haber más peligro, no tienes nada de qué preocuparte, te sientes seguro, te sientes bien. MANDÍBULA Imagínate que tienes un enorme chicle en tu boca, es muy difícil de masticar, está muy duro. Intenta morderlo, deja que los músculos de tu cuello te ayuden. Ahora relájate, deja tu mandíbula floja, relajada, fíjate qué bien te sientes cuando dejas tu mandíbula caer. Muy bien, vamos a masticar ahora otro chicle, mastícalo fuerte, intenta apretarlo, que se meta entre tus dientes. Muy bien, lo estás consiguiendo. Ahora relájate, deja caer la mandíbula, es mucho mejor estar así, que estar luchando con ese chicle. O.K., una vez más vamos a intentar morderlo. Muérdelo lo más fuerte que puedas, más fuerte, muy bien, estás trabajando muy bien. Bien, ahora relájate. Intenta relajar tu cuerpo entero, intenta quedarte como flojo, lo más flojo que puedas. CARA Y NARIZ Bueno, ahora viene volando una de esas molestas moscas, o preciosa mariposa y se ha posado en tu nariz, trata de espantarla pero sin usar tus manos. Intenta hacerlo arrugando tu nariz. Trata de hacer tantas arrugas con tu nariz como puedas. Deja tu nariz arrugada, fuerte. ¡Bien! has conseguido alejarla, ahora puedes relajar tu nariz, ¡oh! por ahí vuelve esa pesada mosca, arruga tu nariz fuerte, lo más fuerte que puedas. O.K. se ha ido nuevamente. Ahora puedes relajar tu cara. Fíjate que cuando arrugas tan fuerte tu nariz, tus mejillas, tu boca, tu frente y hasta tus ojos te ayudan y se ponen tensos también. ¡Oh! otra vez regresa esa vieja mosca, pero esta vez se ha posado en tu frente. Haz arrugas con tu frente, intenta cazar la mosca con tus arrugas, fuerte. Muy bien, ya se ha ido para siempre, puedes relajarte, intenta dejar tu cara tranquila, sin arrugas. Siente cómo tu cara está ahora más tranquila y relajada. PECHO Y PULMONES Vas a respirar hinchándote y deshinchándote como un globo. Vas a coger el aire por la nariz intentando llenar todos tus pulmones de aire… aguanta a respiración contando tres segundos y siente la presión en todo tu pecho …… luego sueltas el aire por la boca despacito poco a poco y cierras los ojos y comprueba como todo, todo tu cuerpo se va desinflando como un globo y como todo tu cuerpo se va hundiendo y aplastando contra el sofá o la cama donde estás tumbado…con el aire suelta toda las cosas malas, todas las cosas que no te gustan, todas las cosas que te preocupan... ¡Fuera! ... ¡échalas¡... y quédate respirando normal y notando esa sensación tan buena de tranquilidad, de dejadez de paz... respirando como tu respiras normalmente y notando como el aire entra y sale sin dificultad… ¡Vamos a respirar de nuevo profundamente ¡ coge el aire por tu nariz…hincha el globo todo lo que puedas y cuenta hasta tres aguantando el aire….uno , dos y tres…. Y suelta por la boca, despacio, cerrando los ojos y convirtiéndote en un globo que se va deshinchando, deshinchando hundiéndose, hundiéndose... aplastándose y quedándose tranquilo... ESTOMAGO Imagina que estás tumbado sobre la hierba, ¡Vaya! mira, por ahí viene un elefante, pero él no está mirando por donde pisa, no te ha visto, va a poner un pie sobre tu estómago, ¡no te muevas! no tienes tiempo de escapar. Trata de tensar el estómago poniéndolo duro, realmente duro, aguanta así, espera, parece como si el elefante se fuera a ir en otra dirección. Relájate, deja el estómago blandito y relajado lo más que puedas. Así te sientes mucho mejor. ¡Oh! por ahí vuelve otra vez. ¿Estás preparado? Tensa el estómago fuerte, si él te pisa y tienes el estómago duro no te hará daño. Pon tu estómago duro como una roca. O.K., parece que nuevamente se va. Puedes relajarte. Siente la diferencia que existe cuando tensas el estómago y cuando lo dejas relajado. Así es como quiero que te sientas, tranquilo y relajado. No podrás creerlo pero ahí vuelve el elefante y esta vez parece que no va a cambiar de camino, viene derecho hacia ti. Tensa el estómago. Ténsalo fuerte, lo tienes casi encima de ti, pon duro el estómago, está poniendo una pata encima de ti, tensa fuerte. Ahora ya parece que se va, por fin se aleja. Puedes relajarte completamente, estar seguro, todo está bien, te sientes seguro, tranquilo y relajado. Esta vez vas a imaginarte que quieres pasar a través de una estrecha valla en cuyos bordes hay unas estacas. Tienes que intentar pasar y para ello te vas a hacer delgado, metiendo tu estómago hacia dentro, intentando que tu estómago toque tu columna. Trata de meter el estómago todo lo más que puedas, tienes que atravesar esa valla. Ahora relájate y siente cómo tu estómago está ahora flojo. Muy bien, vamos a intentar nuevamente pasar a través de esa valla. Mete el estómago, intenta que toque tu columna, déjalo realmente metido, muy metido, tan metido como puedas, aguanta así, tienes que pasar esa valla. Muy bien, has conseguido pasar a través de esa estrecha valla sin pincharte con sus estacas. Relájate ahora, deja que tu estómago vuelva a su posición normal. Así te sientes mejor. Lo has hecho muy bien. PIERNAS Y PIES Ahora imagínate que estás parado, descalzo y tus pies están dentro de un pantano lleno de barro espeso. Intenta meter los dedos del pie dentro del barro. Probablemente necesitarás tus piernas para ayudarte a empujar. Empuja hacia dentro, siente como el lodo se mete entre tus pies. Ahora salte fuera y relaja tus pies. Deja que tus pies se queden como flojos y fíjate cómo estás así. Te sientes bien cuando estás relajado. Volvemos dentro del espeso pantano. Mete los pies dentro, lo más dentro que puedas. Deja que los músculos de tus piernas te ayuden a empujar tus pies. Empuja fuerte, el barro cada vez está más duro. O.K. salte de nuevo y relaja tus piernas y tus pies. Te sientes mejor cuando estás relajado. No tenses nada. Te sientes totalmente relajado. IMAGEN POSITIVA Ahora que has terminado todos los ejercicios vas a fijarte en lo que notas en tu cuerpo…cuando estamos relajados notamos diferentes sensaciones, pesadez, calor, cansancio, sueño, que nuestro cuerpo pesa y no nos podemos mover, o tal vez todo lo contrario que nuestro cuerpo no pesa y parece como que flotamos, podemos notar rosquillitas y hormigueo en los dedos de las manos … busca tus sensaciones de relajación… fíjate en ellas y disfrútalas… tu mente y tu pensamiento se puede quedar con ellas…y repetir lo que notas… calor… calor… flotar… flotar… Vas a elegir una imagen para ti… TU IMAGEN POSITIVA: un lugar, un sitio, real o imaginario, que hayas estado o no, un sitio que solo por estar allí ya estarías tranquilo y relajado…y te lo vas a imaginar lo mejor posible… lo que ves, lo que oyes, lo que notas en tu cuerpo, hasta puedes imaginarte lo que hueles… y como estás allí tumbado….en la hierba , en la arena, flotando en el mar, flotando en una nube blanca de algodón, volando como una ave… tu imagen. Y mantente en ella mientras que estás relajado… ¡Has terminado! No te levantes de golpe, estírate, abre los ojos, bosteza, sonríe… y ya te puedes levantar… Al igual que todos los días comes y duermes, y te lavas las manos y juegas… puedes practicar la relajación solo son diez minutos y si lo haces descubrirás su secreto. ¿QUÉ SON LAS MANÍAS? Una manía es una conducta, de carácter voluntario aunque muchas veces inconsciente que se repite muy a menudo. Lo que tienen en común es un origen con frecuencia ligado a situaciones de ansiedad o aburrimiento. Los niños padecen ansiedad o estrés en determinadas etapas de sus vidas, los adultos les exigimos que se adapten a un mundo, unos horarios y unas actividades que distan mucho de ser ideales para ellos. Ante esta situación debéis poneros en su lugar. Lo primero es entender el por qué de sus manías. Las conductas rituales tienen un significado especial para quien las realiza. Suelen ser irracionales pero son útiles porque alivian la tensión y transmiten tranquilidad. Los niños no pueden expresarse con claridad y decirnos sus preocupaciones y usan las manías para descargar toda su ansiedad. Estas conductas suelen ser pasajeros, pero debemos estar muy atentos y corregirlos a fin de que no se conviertan en perennes o en malas costumbres imposibles de corregir. Normalmente suelen desaparecer cuando el niño aprende a controlar su nerviosismo. Las manías infantiles más frecuentes son: • Ordenar los juguetes en filas o series siempre de la misma forma y enfadarse mucho cuando alguien le rompe ese orden preestablecido. • Rechazar ciertas prendas de vestir porque no les guste la forma, el color o le pueda causar algún tipo de molestia. • Repetir, continuamente, la misma palabra o frase. • Evitar pisar las juntas del pavimento. • Comerse las uñas o chuparse el dedo. ¿Qué podemos hacer ante las manías?: o o o o o o o o o Evitar llamar la atención del niño sobre estos comportamientos, que con frecuencia son de carácter transitorio y ceden con la edad. Si pedimos al niño que pare porque su conducta nos resulta irritante, o lo culpabilizamos, lo que en realidad hacemos es aumentar la ansiedad, lo que a su vez aumenta las probabilidades de que los comportamientos indeseados se fijen o incluso aumenten. Distraer la atención, hablándole de otras cosas u ofreciendo otras conductas incompatibles con la manía. Establecer un código de comunicación con él para advertirle cuando está cayendo en ella. Así, con una seña, podremos indicarle en público cuando se está chupando el dedo o mordiéndose las uñas sin tener que ridiculizarlo frente a los demás. Ofrecerle otras alternativas en las que pueda volcar esa ansiedad: juegos, deporte, actividades lúdicas. A medida que los niños aprenden a manejar las situaciones que les generan ansiedad, o desaparece la causa primaria de ésta, las rutinas que les servían para afrontarlas dejan de ser necesarias y desaparecen sin dejar rastro. Reforzar inmediatamente el esfuerzo del niño por evitar la manía. Debéis actuar con comprensión y paciencia. Si la manía del niño es “llevadera” lo mejor es aceptarla y dejar que se le pase con el tiempo. No fomentar la manía recordándosela cuando se le olvide.