La olimpiada de Berlín 1936 - EDUCACIÓN FÍSICA Y DEPORTE

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Las Olimpíadas nazis, Berlín 1936
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ENCICLOPEDIA DEL HOLOCAUSTO
LAS OLIMPÍADAS NAZIS, BERLÍN 1936
INTRODUCCIÓN
Durante dos semanas en agosto de 1936, la dictadura nazi de Adolf
Hitler camufló su carácter racista y militarista mientras era anfitrión
de las Olimpíadas de Verano. Dejando de lado su agenda antisemita
y los planes de expansión territorial, el régimen explotó las
Olimpíadas para impresionar a miles de espectadores y periodistas
extranjeros presentando la imagen de una Alemania pacífica y
tolerante. Tras rechazar una propuesta de boicot contra las
Olimpíadas de 1936, los Estados Unidos y otras democracias
occidentales perdieron la oportunidad de adoptar una postura que -según manifestaron algunos observadores del momento -- podría
haber limitado el poderío de Hitler y respaldado la resistencia
internacional a la tiranía nazi. Al concluir los Juegos Olímpicos, se
aceleraron las políticas expansionistas de Alemania y la persecución
de los judíos y otros “enemigos del estado”, lo que culminó en la
Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.
LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE VERANO DE 1936
En 1931, el Comité Olímpico Internacional escogió a Berlín como
sede de las Olimpíadas de Verano de 1936. Esto significó el regreso
de Alemania a la comunidad internacional tras su aislamiento
después de la derrota de la Primera Guerra Mundial.
Dos años después, Adolf Hitler, líder del partido nazi, asumió el
cargo de canciller de Alemania y rápidamente transformó la frágil
Adolf Hitler y Joseph Goebbels firman autógrafos a
democracia del país en una dictadura unipartidista que persiguió a
miembros del equipo canadiense de patinaje artístico
judíos, romaníes (gitanos), todos los oponentes políticos y otros. La
durante las Olimpíadas de invierno. GarmischPartenkirchen, Alemania, febrero de 1936.
pretensión nazi de controlar todos los aspectos de la vida alemana
también abarcó los deportes. Las imágenes del deporte alemán de la — US Holocaust Memorial Museum
década de 1930 sirvieron para promover el mito de la superioridad y
el poderío físico de la raza “aria”. En esculturas y otras formas de expresión, los artistas
alemanes idealizaron el tono muscular firme y la fortaleza heroica de los atletas además
Fotografía
de acentuar ostensiblemente las facciones arias. Dichas imágenes también reflejaban la
importancia que el régimen nazi confería a la aptitud física, un requisito esencial para el
servicio militar.
En abril de 1933, se instituyó una política de “Sólo arios” en todas las organizaciones
deportivas alemanas. Los atletas “no arios” -- judíos o medio judíos y romaníes (gitanos) -eran sistemáticamente excluidos de las instalaciones y asociaciones deportivas
alemanas. La Asociación de Box Alemana expulsó al campeón aficionado Erich Seelig en
abril de 1933 por su condición de judío. (Seelig posteriormente retomó su carrera
boxística en los Estados Unidos). Otro atleta judío, Daniel Prenn -- el tenista alemán mejor Película historica
clasificado -- fue expulsado del equipo de la Copa Davis de Alemania. Gretel Bergmann,
una atleta de salto en alto de primer nivel, fue expulsada de su club alemán en 1933 y del
equipo olímpico alemán en 1936.
Los atletas judíos expulsados de los clubes deportivos alemanes acudieron en gran
número a diferentes asociaciones judías, incluidos los grupos Macabeos y El Escudo, y a
improvisadas instituciones segregadas. Pero estas instalaciones deportivas judías no
estaban a la altura de los grupos alemanes bien financiados. Los romaníes (gitanos),
incluido el boxeador sinti Johann Rukelie Trollmann, también fueron excluidos de los
deportes alemanes.
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Como un gesto simbólico para aplacar la opinión internacional, las autoridades alemanas
permitieron que la esgrimista alemana de origen judío Helene Mayer representara a
Alemania en los Juegos Olímpicos de Berlín. Se alzó con la medalla de plata en esgrima
individual femenino y, como todos los demás medallistas alemanes, realizó el saludo nazi
en el podio. Después de las Olimpíadas, Mayer regresó a los Estados Unidos. Ningún otro
atleta judío compitió para Alemania. Sin embargo, nueve atletas judíos ganaron medallas
en las Olimpíadas nazis, incluida Mayer y cinco húngaros. Siete atletas masculinos judíos
de los Estados Unidos fueron a Berlín. Al igual que algunos competidores judíos europeos
en las Olimpíadas, muchos de estos jóvenes hombres fueron presionados por las
organizaciones judías para boicotear los Juegos Olímpicos. Como en ese momento la
mayoría no conocía a fondo la magnitud ni el propósito de la persecución nazi de los
judíos y otros grupos, estos atletas decidieron competir.
En agosto de 1936, el régimen nazi intentó camuflar sus violentas políticas racistas
mientras auspiciaba las Olimpíadas de Verano. Se retiraron temporalmente la mayoría de
los letreros antisemitas y los periódicos moderaron su dura retórica. De esta manera, el
régimen aprovechó los Juegos Olímpicos para presentar a los espectadores y periodistas
extranjeros una falsa imagen de una Alemania pacífica y tolerante.
En los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Suecia, Checoslovaquia y los Países
Bajos surgieron movimientos para boicotear las Olimpíadas de Berlín de 1936. El debate
sobre la participación en las Olimpíadas de 1936 tuvo mayor intensidad en los Estados
Unidos, que tradicionalmente enviaba una de las delegaciones más numerosas a los
Juegos Olímpicos. Algunos de los que proponían el boicot apoyaban una contra
Olimpíada. Una de las más importantes fue la “Olimpíada Popular” planeada para el
verano de 1936 en Barcelona, España. Fue cancelada después del estallido de la Guerra
Civil Española en julio de 1936, justo cuando habían comenzado a llegar miles de atletas.
Atletas judíos individuales de numerosos países también decidieron boicotear las
Olimpíadas de Berlín. En los Estados Unidos, algunos atletas judíos y organizaciones
judías como el Congreso Judío Estadounidense y el Comité Laboral Judío apoyaron un
boicot. Sin embargo, una vez que la Unión de Atletas Aficionados de los Estados Unidos
votó por la participación en diciembre de 1935, otros países acataron la resolución y el
movimiento a favor del boicot fracasó.
Los nazis realizaron preparativos elaborados para las Olimpíadas de Verano del 1 al 16
de agosto. Se construyó un enorme complejo deportivo y banderas olímpicas y esvásticas
adornaban los monumentos y las casas de una festiva y concurrida Berlín. La mayoría de
los turistas ignoraba que el régimen nazi había retirado temporalmente los letreros
antisemitas, ni sabían de una redada policial de romaníes en Berlín ordenada por el
Ministro del Interior alemán. El 16 de julio de 1936, unos 800 romaníes que vivían en
Berlín y sus alrededores fueron arrestados y recluidos bajo guardia policial en un campo
especial en el suburbio berlinés de Marzahn. Las autoridades nazis también ordenaron
que los visitantes extranjeros no debieran estar sujetos a las penas judiciales de las leyes
alemanas contra la homosexualidad.
El 1 de agosto de 1936, Hitler inauguró las 11° edic ión de las Olimpíadas. Las fanfarrias
dirigidas por el famoso compositor Richard Strauss anunciaron la llegada del dictador a la
multitud en su gran mayoría alemana. Cientos de atletas en uniformes de gala de debut
marcharon hacia el estadio, equipo por equipo, en orden alfabético. Dando inicio a un
nuevo ritual olímpico, un corredor solitario llegó portando una antorcha que, de relevo en
relevo, inició su recorrido en la sede de las antiguas Olimpíadas de Olimpia, en Grecia.
Cuarenta y nueve delegaciones de atletas de todo el mundo compitieron en las
Olimpíadas de Berlín, más que en cualquier otra Olimpíada. Alemania presentó la
delegación más numerosa con 348 atletas. La delegación estadounidense fue la segunda
más numerosa, con 312 miembros, incluidos afroamericanos. El Presidente del Comité
Olímpico Estadounidense Avery Brundage dirigió la delegación. La Unión Soviética no
participó en los Juegos Olímpicos de Berlín.
Alemania promovía hábilmente las Olimpíadas mediante coloridos pósteres y anuncios a
doble página. Las imágenes de los atletas relacionaban a la Alemania nazi con la antigua
Grecia, simbolizando el mito racial nazi que sostenía que la superior civilización germana
era la legítima heredera de una cultura “aria” de la antigüedad clásica. Esta visión de la
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antigüedad clásica enfatizaba las características raciales “arias” ideales: personas rubias
de ojos azules, de aspecto heroico y facciones delicadas.
Los esfuerzos propagandísticos concertados se extendieron mucho más allá de las
Olimpíadas con el lanzamiento mundial, en 1938, de “Olympia”, el controvertido
documental sobre las Olimpíadas dirigido por la cineasta alemana y seguidora nazi Leni
Riefenstahl. El régimen nazi la escogió para realizar esta película sobre las Olimpíadas de
Verano de 1936.
Alemania salió victoriosa de la 11º edición de las Olimpíadas. Sus atletas se adueñaron
de la mayoría de las medallas, y la hospitalidad y capacidad organizativa alemanas se
llevaron todos los elogios de los visitantes. La mayoría de las fuentes de información se
hicieron eco de un artículo publicado por el New York Times que señalaba que las
Olimpíadas habían devuelto a Alemania a "la comunidad mundial" y le habían restituido su
"humanidad". Otros tenían la esperanza de que este pacífico intervalo perdurara. Sólo
unos pocos periodistas, entre ellos William Shirer, pensaban que el brillo alemán era una
mera fachada que ocultaba un régimen racista y opresivamente violento.
Mientras se presentaban los informes posolímpicos, Hitler proseguía su paso con grandes
planes de expansión para Alemania. Se reanudó la persecución de los judíos. Dos días
después de finalizadas las Olimpíadas, el capitán Wolfgang Fürstner, director de la Villa
Olímpica, se suicidó luego de que fuera dado de baja del servicio militar debido a su
ascendencia judía.
Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. A tan sólo tres años de las
Olimpíadas, el "hospitalario" y "pacífico" anfitrión de los Juegos Olímpicos desató la
Segunda Guerra Mundial, un conflicto que causó una destrucción incalculable. Al concluir
los Juegos Olímpicos, se aceleraron las políticas expansionistas de Alemania y la
persecución de los judíos y otros “enemigos del estado”, lo que culminó en el Holocausto.
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