Derecho penal e impunidad de las lesiones en la actividad deportiva

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Derecho penal e impunidad de las lesiones en la actividad
deportiva
Cuando realizamos cualquier tipo de deporte ello supone que los participantes quedan sujetos a
un riesgo de lesión intrínseco que conlleva la simple práctica deportiva, bien sea amateur o
profesional, dada su naturaleza y el propio elemento competicional.
En el ámbito deportivo se producen muchas lesiones y no todas ellas pueden ser sancionadas
penalmente, pues de lo contrario muchos deportistas -en deportes de contacto- decidirían no
competir si no quedasen impunes situaciones en las que se lesiona a un adversario de forma
involuntaria. Sin embargo, no toda conducta lesiva en el ámbito deportivo puede quedar al margen
de responsabilidad penal, si bien habrá que tener un criterio proporcionalmente lógico entre la
forma en la que se ha llevado la acción lesiva, si se ajustaba dentro del desarrollo de la práctica
deportiva o si se perpetró durante la misma sirviendo de justificante para la agresión.
La doctrina ha establecido una serie de teorías cuya tendencia justifica la ausencia de
responsabilidad en aquellos supuestos de lesiones que se producen durante el desarrollo de la
práctica de un deporte, siendo más predominantes las teorías del consentimiento y del riesgo
permitido. Las mismas parten de la premisa de que toda persona que decide realizar un deporte
acepta, que en el desarrollo del mismo, se puedan dar ciertas situaciones que puedan acarrear
una lesión, si bien, ambas teorías se asientan en la idea de que toda persona que practica un
deporte acepta que, de manera hipotética, pueda sufrir una lesión en algún lance del juego, pero
no significa que de manera automática otorgue su consentimiento para ser lesionado.
Debemos tener en consideración que nuestro Código Penal, que regula el delito de lesiones de los
artículos 147 a 156 ter, en su artículo 155 establece: "En los delitos de lesiones, si ha mediado el
consentimiento válida, libre, espontánea y expresamente emitido del ofendido, se impondrá la
pena inferior en uno o dos grados. No será válido el consentimiento otorgado por un menor de
edad o una persona con discapacidad necesitada de especial protección". Por consiguiente
incluso mediando consentimiento de la víctima para ser lesionada no existe posibilidad alguna de
dejar impune dicha conducta lesiva del agresor, si bien se podría aspirar a la reducción de la pena
en uno o dos grados tal y como señala el artículo mencionado. Por otro lado, el artículo 20.7 del
Código Penal establece una causa de justificación que eximiría de responsabilidad penal a la
persona que obre en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o
cargo. Para nuestro caso concreto debemos acudir al concepto "oficio" para justificar la actuación
de deportistas profesionales que lesionen dentro del ámbito del juego a otros adversarios.
En materia jurisprudencial su origen radica en la Sentencia del Tribunal Supremo de 1 de junio de
1951, en la que el defensa de un equipo que perdía por 5 goles a 1 propinó a un adversario una
patada, con motivo de su desesperación, causándole una rotura de hígado y riñón. En este caso,
el Tribunal Supremo entendió que no hubo intención de jugar el balón, teniendo lugar una clara
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infracción del reglamento deportivo y, por ello, condenó al agresor por un delito de lesiones.
Más adelante en otro supuesto, el Tribunal Supremo, en sentencia de 22 de octubre de 1992,
dispuso lo siguiente: "en materia de juegos o deportes la idea de riesgo que cada uno de ellos
pueda implicar - roturas de ligamentos, fracturas óseas, etc.-, va ínsita en los mismos y
consiguientemente quienes a su ejercicio se dedican lo asumen, siempre claro es que las
conductas de los partícipes no se salgan de los límites normales ya que de ser así podría incluso
entrar en el ámbito de las conductas delictivas dolosas o culposas".
La sentencia de la Audiencia Povincial de Madrid de 13 de mayo de 2008 es significativa, por
cuanto que habiendo balón de por medio, la Audiencia condenó a un jugador que se lanzó con los
dos pies por detrás a otro jugador, sin intención de jugar el balón, provocando al jugador una
gravísima lesión, que requirió de varias operaciones. Por consiguiente, observamos que no por el
hecho de que medie balón en la jugada, el agresor debe quedar impune.
El fútbol no es el único deporte en el que se sufren lesiones, por ejemplo la Sentencia del Tribunal
Supremo de 9 de marzo de 2006, enjuicia el supuesto en el que un jugador de golf fallece como
consecuencia de un golpe en la cabeza por una bola lanzada por otro jugador. No obstante,
ambos jugaban en calles diferentes y con una arboleda por medio, por lo que no pudo haber
intencionalidad y el acto no mereció sanción penal.
La sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid 442/2011, de 29 de octubre, recoge el supuesto
en el que un alumno acude, por segundo día consecutivo, a recibir clases de boxeo y, en el
transcurso de ella, recibe golpes por su profesor que le generan una serie de lesiones que hicieron
que se califique la acción como constitutiva de una falta de lesiones imprudentes, existentes las
mismas hasta la última modificación de nuestro Código Penal, pues hoy día se trataría de un delito
leve de lesiones. La Audiencia no considera justificadas las lesiones en el desarrollo de la práctica
deportiva, porque el denunciante no era un deportista profesional, no se trataba de un combate
entre profesionales, ni siquiera amateurs, sino que acudía a un gimnasio a entrenarse y recibir
clases de boxeo. Por otro lado, al ser el segundo día que acudía hay que suponer que no tenía
prácticamente ningún conocimiento del boxeo, además que las lesiones se las produjo su propio
profesor, persona a la que hay que suponer con la pericia y los conocimientos relativos a ese
deporte suficientes como para, de acuerdo con la aptitud del alumno, tener la diligencia suficiente
como para no causar ningún daño a un alumno. Resulta también significativo que no se adoptaran
ninguna precaución ni se pusieran los medios adecuados para impedir que se causaran lesiones,
como por ejemplo el uso del casco en la cabeza, o de otras protecciones necesarias para que no
ocurriera ningún tipo de lesiones. Por último, el propio entrenamiento debe ajustarse y estar en
consonancia con la pericia y las aptitudes del alumno, de tal forma que no debe ponerse en riesgo
nunca la integridad física de este último obligándole o dirigiéndolo a realizar determinados
ejercicios físicos para los que de forma clara y patente no está preparado. Conforme los
razonamientos anteriores, la Audiencia concluye que las lesiones padecidas por el denunciante
fueron causadas fuera de los límites en los que normalmente y en el caso concreto debería
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haberse llevado a cabo el entrenamiento de un deporte como es el boxeo, que requiere de un
contacto, pero que aún así, debe realizarse en determinadas condiciones que puedan asegurar la
seguridad y la integridad física de sus practicantes.
En conclusión, vemos que habrá que estar a cada caso concreto, y atender a criterios tales como
la intencionalidad, si había posibilidad de jugar el balón, el mayor o menor nivel de preparación
deportiva entre la víctima y el agresor, etc.
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