Guia otitis padres

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DR. J. POU I FERNÁNDEZ
Jefe de Servicio de Pediatría.
Profesor Titular de la Universidad de Barcelona.
Hospital Universitario Sant Joan de Déu.
DR. C. LUACES I CUBELLS
Jefe Servicio Urgencias.
Profesor Asociado de la Universidad de Barcelona.
Hospital Universitario Sant Joan de Déu.
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Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico,
incluyendo fotocopias, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin el previo permiso escrito del editor.
© 2011 Ergon
C/ Arboleda, 1. 28221 Majadahonda (Madrid).
Pza. Josep Pallach, 12. 08035 Barcelona.
ISBN: 978-84-8473-937-1
Depósito Legal: M-14844-2011
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GUÍA PARA PADRES
Y CUIDADORES DE NIÑOS CON
OTITIS
¿CÓMO FUNCIONA EL OÍDO?
El oído es el órgano de nuestro cuerpo que está encargado de controlar la audición y el equilibrio. Está dividido
en tres partes (Fig. 1):
1. Oído externo: está formado por el pabellón auricular,
que es el conducto por el que los sonidos van desde
el exterior hasta el tímpano.
2. Oído medio: empieza en el tímpano y está formado
por una zona que contiene la cadena de huesecillos
encargados de transmitir el sonido hasta el oído interno, donde se encuentra el nervio auditivo. Un conducto
denominado trompa de Eustaquio comunica esta zona
con el exterior, a través de la garganta. La trompa de
Eustaquio se encarga de mantener en el oido medio
una presión constante e igual a la del exterior para que,
así, el aire pueda circular libremente.
3. Oído interno: se encuentra en el interior del cráneo y
está formado por el nervio auditivo y todas las conexiones que están en el cerebro.
Cuando se produce un sonido, se generan unas ondas de
energía que dan lugar a vibraciones. Estas vibraciones se transmiten por el oído externo hasta el tímpano y lo hacen vibrar.
La vibración timpánica hace mover a los huesecillos, que la
amplían y la transmiten al oído interno. El nervio auditivo recibe las señales y las lleva al cerebro, que interpreta estos impulsos y los convierte en el sonido que nosotros percibimos.
¿QUÉ ES UNA OTITIS?
Una otitis es la inflamación del oído. Normalmente, una inflamación se acompaña de un aumento en la producción de
líquido que, en este caso, es el principal responsable de los
síntomas.
Las otitis pueden ser debidas a muchas causas, aunque
las más frecuentes son las infecciosas, producidas por virus
o por bacterias.
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Figura 1. Distribución anatómica del oído (OE: oído externo; OM: oído medio; OI: oído interno).
Según qué parte del oído se encuentre afectada, distinguimos entre las otitis externas (desde el exterior hasta
el tímpano) y las otitis medias (desde el tímpano hasta el
oído interno).
Esta clasificación no es sólo anatómica, sino que, además, presenta diferencias en otros muchos aspectos: causas,
síntomas, evolución y tratamiento. Por lo general, cuando el
médico habla de otitis suele referirse a la otitis media aguda
(OMA), que posiblemente, es la que se presenta con mayor
frecuencia en la infancia.
Las otitis son muy frecuentes en los niños. Las condiciones anatómicas e inmunológicas en la infancia favorecen su aparición hasta el punto de que es raro que un
niño de menos de 5 años no haya tenido nunca, como
mínimo, una otitis. Las otitis medias, estan muy relacionadas con los resfriados e infecciones de las vías respiratorias altas. Son, por tanto, más frecuentes en invierno y
en niños que acuden a las guarderías. Si, habitualmente,
hay fumadores en el entorno del niño, el riesgo de que
padezca una otitis media es aún mayor. Los padres de
niños pequeños deben evitar el tabaco por el bien de sus
hijos.
Cuando los niños acuden a la piscina la probabilidad
de sufrir una otitis aumenta. Hay que enseñarles a secarse bien el oído, incluso con el secador, si hace falta. También pueden administrarse gotas de alcohol boricado como
prevención.
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¿QUÉ ES UNA OTITIS EXTERNA?
La otitis externa es la inflamación del canal auditivo
externo, es decir, del conducto que transmite los sonidos
desde el exterior hasta el tímpano.
Se produce cuando la piel del conducto se estropea,
se lesiona y permite la infección por diferentes patógenos,
principalmente bacterias, virus y, a veces, hongos.
La otitis externa se conoce también como otitis del
nadador o del bañista porque está muy relacionada con el
baño en piscinas, sobre todo en verano. La humedad y el
calor favorecen la aparición de la otitis.
Hay que enseñarles a secarse bien los oídos, e insistir
en que lo hagan con mucha suavidad. Para ello, pueden
emplear si está disponible, un secador de pelo. El uso preventivo de gotas de alcohol boricado puede ser recomendable para evitar la aparición de otitis del conducto
auditivo.
Es muy importante no introducir ningún objeto en el
oído con la finalidad de eliminar la cera que se encuentra
en su interior. La cera del oído actúa como barrera natural contra la humendad excesiva y las infecciones bacterianas. El deterioro de la capa protectora del cerumen, junto
con un incremento de la humedad, favorecen la prolifera-
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Trago
Figura 2. Presión dolorosa del trago en la otitis externa.
ción bacteriana y con ella, la inflamación del conducto auditivo. Los palitos de algodón también deben evitarse.
¿CÓMO PUEDES SABER SI TU HIJO TIENE
UNA OTITIS EXTERNA?
La manifestación clínica más evidente y más frecuente
es el dolor. Puede que el niño no tenga sensación o aspec-
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Figura 3. Aplicación de gotas antibióticas (ciprofloxacino).
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to de enfermo pero refiere un intenso dolor en el oído.
Se trata de un dolor constante, mantenido, que aumenta de
forma evidente cuando movilizamos el pabellón auricular o
presionamos el trago (Fig. 2). Por lo general, y salvo contadas ocasiones, la afectación es de un solo oído.
Otros síntomas que pueden aparecer acompañando al
dolor son: el enrojecimiento del pabellón auricular o de la
piel de detrás del oído, fiebre más o menos alta, picor dentro de oído o una secreción purulenta abundante, de aspecto amarillo-blanquecino.
Cuando el conducto auditivo se encuentra lleno de
líquido es normal que disminuya la agudeza auditiva.
La aparición de enrojecimiento en la piel de detrás del
oído puede ser una manifestación más de la otitis, pero también podría corresponder a una complicación de la otitis,
que es la infección del hueso temporal a consecuencia de
la infección del oído (mastoiditis). La presencia de este síntoma debe ser valorada por el médico.
¿COMO EVITAR QUE LE DUELA TANTO?
Si su hijo se queja de dolor o molestias en un oído,
acuda siempre a su médico de cabecera o especialista. Si se
trata de una otitis externa, lo más probable es que su médico le recete un tratamiento antibiótico tópico en gotas (Fig.
3), probablemente con algún corticoide asociado, para disminuir la inflamación. La aplicación de estas gotas óticas
durante 7 días suele ser suficiente para obtener la curación.
Los antibióticos que se utilizan son varios. De todos
ellos, posiblemente, es el ciprofloxacino el que, por sus características específicas, cubre mejor esta necesidad. En algunos casos puede ser necesario asociar a este tratamiento
local un tratamiento general con antibióticos por vía oral.
Es recomendable, en todos los casos, asociar algún analgésico si se presenta dolor. Los más utilizados son el paracetamol y el ibuprofeno.
Las complicaciones son poco frecuentes pero en ocasiones muy peligrosas.
La perforación timpánica es la complicación que se ve
un mayor número de veces. Cuando esto ocurre la audición puede verse afectada y, además, existe el riesgo de que
se disemine la infección.
La complicación más grave es la conocida como otitis
externa maligna, en la que se produce la destrucción del
tejido que circunda el oído. Esta complicación es, por suerte, sumamente rara en los niños.
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El progreso de la infección puedeafectar al hueso cercano o al cartílago. En ambos casos, será necesario el tratamiento antibiótico enérgico por vía intravenosa.
¿QUÉ ES UNA OTITIS MEDIA?
La otitis media es la inflamación del oído medio (desde
el tímpano hasta el oído interno), generalmente como consecuencia de una infección respiratoria. La inflamación en el
oído medio aumenta la producción de líquido que queda
dentro del oído y provoca los síntomas.
Es una enfermedad muy frecuente, que se considera
que puede afectar a tres de cada cuatro niños menores
de tres años.
Las infecciones se producen por la llegada de las bacterias al oído procedentes de la nariz, razón por la que es
frecuente la asociación de resfriado y otitis.
La otitis media se puede presentar de forma aguda: con
aumento brusco de líquido y dolor (OMA), o de una forma
más crónica, en la que el líquido que se ha producido como
consecuencia de la inflamación no es eliminado y se mantiene en el oído medio durante mucho tiempo. En este caso,
hablamos de otitis serosa y la sintomatología es diferente.
¿CÓMO PUEDES SABER SI TU HIJO
PADECE UNA OTITIS MEDIA?
Las manifestaciones clínicas en esta enfermedad son
diferentes en función de la edad del niño.
El niño capaz de hablar se quejará de dolor de oído.
Este dolor se acompaña, normalmente, de fiebre, malestar
y pérdida de apetito.
Aunque no es siempre así, es muy probable que esto
ocurra en un niño que además está resfriado, con moco, tos
y con respiración nasal dificultosa por la obstrucción.
Los niños pequeños, incapaces de explicar su dolor, muestran irritabilidad, intranquilidad, un llanto más fuerte de lo habitual y a veces diferente (como un quejido). A demás, duermen mal. Todas estas manifestaciones se suelen asociar a la
presencia de fiebre y, casi siempre con perdida de apetito.
Cuando la presión dentro del oído medio es muy alta
porque hay mucho líquido inflamatorio, el tímpano puede
perforarse, dando lugar a la salida de un líquido blanquecino y espeso, de aspecto purulento. En este caso, los padres
suelen encontrar costras o manchas de pus en la almohada. Esto significa que la membrana timpánica se ha perforado. Cuando esto ocurre, el niño deja de quejarse o se
muestra más tranquilo.
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La fiebre provocada por la otitis media puede ser elevada y con todas sus manifestaciones propias: tiritonas, “piel
de gallina”, labios azulados, rechazo del alimento y dolor de
cabeza. En otros casos, sólo será una febrícula que no sobrepasará los 38˚C.
¿CÓMO TRATAR
LA OTITIS MEDIA DE TU HIJO?
Ante una otitis media, lo primero que hay que tratar es
el dolor, ya que en la mayoría de las ocasiones la infección
remitirá y el cuadro clínico desparecerá en pocos días.
A pesar de que se trata de una enfermedad de origen infeccioso, el tratamiento antibiótico no siempre es necesario. Por lo general, su empleo no modificará demasiado la
evolución y, sobre todo al principio, no disminuirá el dolor.
La utilización del antibiótico por vía general es mucho más
frecuente en los niños menores de dos años de edad. Existen numerosos antibióticos eficaces. Uno de los más utilizados es la amoxicilina. Es importante que su duración sea,
como mínimo, de 7 días.
Es muy frecuente la asociación de medicamentos con
acción mucolítica, para disminuir la mucosidad. En reali-
dad, la eficacia de estos tratamientos es muy cuestionable.
Es necesario hidratar muy bien al niño que padece otitis media. No debe preocuparnos que no tenga apetito, lo
recuperará a los pocos días, cuando empiecen a remitir
los síntomas. Otro punto importante es calmar el dolor
y para ello podemos utilizar el paracetamol o el ibuprofeno.
En aquellos niños en los que las otitis medias aparecen
de forma repetida pueden ser necesarias otras medidas. En
primer lugar deberemos evitar, si podemos, los factores de
riesgo (asistencia a guardería, humo de tabaco, alergias, etc.)
y si, con ello, no conseguimos controlar las otitis, deberemos plantearnos la visita al especialista para la eliminación
quirúrgica de los adenoides y, en algunos casos, la colocación de tubos de drenaje en el tímpano.
¿QUÉ ES UNA OTITIS SEROSA?
Hablamos de otitis serosa (o, también, otitis media con
efusión) cuando el líquido producido como consecuencia
de la inflamación permanece en el oído más tiempo de lo
habitual.
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El líquido que persiste no suele estar infectado y es muy
viscoso y pegajoso (glue ear de los ingleses, “oído con goma
de pegar”). La causa de la retención suele ser la obstrucción
de la trompa de Eustaquio que, como sabemos, comunica el
oído con la garganta para mantener una presión constante.
El líquido del interior debería salir por esta trompa para dejar
libre el oído. Cuando hay obstrucción, el líquido queda retenido en el oído medio. En el niño, esta obstrucción es más
frecuente, ya que la trompa de Eustaquio es, a esta edad, más
estrecha y tortuosa que en el adulto.
En una otitis serosa no suele haber ni fiebre ni dolor.
A veces, hay sensación de plenitud o de líquido en el oído,
pero lo más frecuente es que aparezca una disminución
de audición que, por ejemplo, obliga a subir el volumen de
la televisión y hace que tu hijo esté más distraído de lo
normal.
El diagnóstico se hace mediante exploración otoscópica, timpanometría, o audiometría: exploraciones que debe
llevar a cabo el especialista.
Una otitis serosa normalmente, evoluciona, hacia la curación espontánea, aunque, a veces, es necesario administrar
medicación y, si no hay mejoría, practicar una intervención
quirúrgica para colocar unos tubitos de drenaje que ayu-
darán a sacar el líquido. Cuando esto se hace, se suelen extirpar también los adenoides para evitar así que se produzcan
nuevas obstrucciones.
Puesto que la otitis serosa aparece más en niños con
otitis de repetición, es necesario extremar las medidas preventivas: reducir si es posible la guardería, evitar fumar cerca
del niño, eliminar el biberón lo antes posible, no darle de
beber cuando esté tumbado y descartar posibles alergias.
SI EL OÍDO DE TU HIJO SUPURA...
El oído sano segrega una sustancia espesa denominada cerumen: la cera de los oídos. Además de esta, cabe la
posibilidad de que aparezcan otras secreciones. Por ejemplo, el oído inflamado o infectado, con performación timpánica, da lugar a la salida de un líquido blanco-amarillento, a veces con algo de sangre, que los padres suelen ver en
forma de costras o manchas en la almohada, se trata de pus.
Las causas responsables de estas secreciones pueden
ser diversas. La salida de pus en una inflamación puede ser
el primer indicio de la curación en algunos casos y, en otros,
la primera manifestación de una otitis. Cuando aparece el
pus, suele disminuir el dolor. La presencia de sangre revela
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un posible traumatismo, quzás por introducción en el oído
de algún objeto. Este último hecho es bastante frecuente
en los niños pequeños.
Cuando se produce una secreción de cualquier tipo,
bastará con limpiar el oído externamente. Nunca debe introducirse ningún objeto para limpiar el conducto auditivo.
Si la secreción es abundante y no remite, es prudente
acudir al médico de cabecera o especialista, quien -después
de preguntar si la secreción es constante o discontinua y
constatar que la secreción no se acompaña d dolor, fiebre,
etc.-, procederá a limpiar el conducto auditivo para examinarlo, después, con el otoscopio y realizar un diagnóstico apropiado.
La administración eventual de antinflamatorios y antibióticos suele ser suficiente para resolver este cuadro.
Cuando existe una otitis serosa con líquido en el oído
medio, se produce una dificultad para transmitir el sonido. El
niño no oye bien y, si la situación se mantiene mucho tiempo,
puede perjudicar su audición de forma definitiva. En estos casos,
está indicado poner un drenaje, que hará salir el líquido.
La colocación es sencilla y, generalmente no requiere
ingreso hospitalario aunque sí anestesia general. Al cabo de
un tiempo, cuando el líquido ya ha salido, los drenajes se
desprenden y el tímpano se cierra por si mismo. Es frecuente
asociar esta operación con la extirpación de los adenoides,
para evitar así la obstrucción de la trompa de Eustaquio.
Mientras llevan los drenajes, los niños no deben sumergirse en el agua si no están protegidos con tapones específicos. Es conveniente que se pongan gorro durante la ducha
para evitar la entrada de agua.
¿QUÉ SON LOS DRENAJES?
¿EN QUÉ CASOS SE RECOMIENDAN?
La técnica del drenaje transtimpánico consiste en la
colocación de unos pequeños tubitos en el tímpano para
conseguir el drenaje o vaciado del líquido acumulado en
el oído medio.
TIENES LA IMPRESIÓN DE QUE
TU HIJO NO OYE BIEN
Muchos niños en edad escolar y preescolar adquieren
el hábito de replicar con la pregunta “¿qué?” cuando se les
habla. La repiten una y otra vez, sea lo que sea lo que se les
dice hasta que acabamos por pensar que no nos oyen bien.
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La mayoría de las veces, esta situación se debe a un comportamiento específico, un vicio adquirido, y no a una pérdida real de la audición. Sin embargo, para extraer conclusiones, es conveniente fijarse en otros detalles como el
volumen al que pone el televisor, si hace la misma pregunta
cuando juega con sus amigos o hermanos, si en el colegio
lo notan más distraído o menos concentrado, etc. Si todas
estas observaciones no muestran anomalías, lo más probable es que no exista ningún problema auditivo, y lo que debe
hacerse es esperar y ver cómo evoluciona. Es casi seguro que
el niño dejará de utilizar la muletilla “¿que?” con el tiempo si
la duda persiste y se cree que realmente es posible que el
niño no oiga bien, es importante proceder al estudio auditivo para descartar sordera, sobre todo, teniendo en cuenta
que casi con toda seguridad ésta podrá ser corregida.
Las pruebas diagnósticas son sencillas. Se llevarán a cabo
dos tipos de estudios: unos para conocer si existe o no sordera (y de qué tipo) y otro destinado averiguar la causa. La
mayor parte de las veces se detectará una sordera de transmisión, es decir, un obstáculo (generalmente moco) entre
el tímpano y el oído interno. La realización de una audiometría, complementada en ocasiones con una impedancia,
nos permitirá hacer el diagnóstico. Otras pruebas nos dirán
si la causa es una alergia, una infección u otro motivo.
El tratamiento consistirá en eliminar este líquido que
dificulta el paso del sonido mediante tratamiento médico (mucolíticos, antihistamínicos, cortisona, etc.) durante
un tiempo. Si con esto no se soluciona el problema, deberá recurrirse al tratamiento quirúrgico (colocación de drenajes).
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OTO
y el misterio del lago verde
Cristina Peñarroja
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rase una vez un niño llamado Oto que veraneaba en una aldea situada entre
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dos montañas. Cada día Oto salía a pasear con su perrita Peta y recorrían un bonito camino hasta llegar al famoso “lago verde”, situado en un
valle muy cercano.
Los padres de Oto siempre le advertían del peligro de ir al lago porque, según
cuenta una leyenda, los niños que se bañaban en esas aguas verdosas volvían siempre
a casa con un misterioso mal.
Oto siempre hizo caso a sus padres, pero a medida que se hacía mayor, aumentaba su curiosidad por bañarse en el lago verde con su perrita. A Peta le encantaba
zambullirse en ese agua verdosa donde había peces que danzaban felizmente. El lago
estaba repleto de nenúfares, unas plantas acuáticas con unas enormes hojas flotantes que podían llegar a envolver completamente a Oto si se caía encima de ellas.
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- Hoy me bañaré en el lago porque ya sé nadar. Además hace un día espléndido y no
aguanto más este calor. Le diré a mis padres que me he caído ¡y asunto resuelto!
Peta, con cara de incrédula y moviendo su colita, se lanzó al agua esperando a que
su fiel amigo se bañara con ella.
Al rato pasó por allí un pastor que, al ver al niño nadar en el lago, se temió lo peor.
El señor, de una edad avanzada, corrió preocupado hacia Oto para decirle que abandonara rápidamente el agua porque, de lo contrario y según cuenta la leyenda, el lago
iba a responder con furia produciéndole algún mal en menos de tres días.
El niño no creía nada de lo que le estaba diciendo el pastor. Ensimismado pensó
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que todo aquello era cosa de los mayores para convencer a los niños de que no se
bañaran en el lago verde, pero... ¿por qué el pastor habría dicho que en tres días le
pasaría algo?
¿Sería lo mismo que le ocurrió a su amigo Nico el verano pasado?
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¿También se habría bañado Nico en el lago?
Todas estas preguntas eran las que se hacía Oto al volver a su casa para
almorzar.
Sin embargo, lo había pasado tan bien con su perrita Peta que no le importaba nada
lo que le pudiera ocurrir. Además, sus padres no sospecharían nada del baño porque, al llegar a casa, Oto ya tendría el pelo seco.
Al cabo de unos días aparecieron los primeros síntomas de ese misterioso mal.
Oto se encontraba muy cansado, sin ganas de comer ni de jugar y empezaba a
notar un dolor en los oídos. No quiso comentárselo a sus padres para que no
sospecharan nada de lo que había hecho. Nadie se podía enterar.
¡¡¡Era su secreto!!!
Por la tarde apareció Bruna, la mejor amiga de Oto, para ir a jugar juntos al valle.
Bruna era la única que sabía lo que Oto había hecho.
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- Ves, ya te dije que algo te iba a pasar. Esto te ha sucedido por bañarte en ese
maldito lago verde. ¡¡¡Además, no entiendo cómo pudiste hacerlo, porque ese lago
huele muy mal!!! - comentó Bruna a su amigo Oto.
Bruna estaba muy enfadada con Oto porque él no había respetado la ley del valle:
la de “prohibido bañarse en el lago o un terrible mal te ocurrirá en tres días”.
A los tres días Oto no podía apoyar su cabeza en el cojín. Tenía tanto dolor de
oídos que ya no lo soportaba más. Sus padres lo llevaron al médico, que confirmó que
Oto tenía el famoso mal:
- Su hijo tiene una inflamación de oídos llamada Otitis. No se habrá bañado en el
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lago verde, ¿verdad? - preguntó el médico.
Oto no pudo seguir con su mentira y confesó su travesura.
- Sí que lo hice. No creí que algo así me ocurriría. Éste es el famoso mal del lago verde
¿verdad? - le preguntó Oto con cara triste.
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El médico, para no asustar más al niño, le contó la verdadera historia. En realidad lo que le había ocurrido a Oto no había sido un mal enviado por los espíritus ni
nada de eso.
- Verás Oto, la otitis suele ocurrir en verano cuando los niños pasáis mucho rato en
el agua del río o de la piscina. Cuando os decimos que no os bañéis en el lago verde es
porque allí no circula bien el agua y queda estancada. Y por eso los animalitos y plantas que allí viven empiezan a crecer y a multiplicarse hasta convertir el agua en un
líquido completamente verde. ¿Lo entiendes Oto? - le dijo el médico al niño.
- Sí, claro que lo entiendo, pero... ¿por qué me duelen las orejas? - preguntó Oto
muy preocupado.
- Pues porque, además de insectos, plantas y algas, también viven unos diminutos
animalitos que no se ven a simple vista, que se llaman bacterias. Y aunque tú no
las veas, son muy peligrosas si entran en tu oído.
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- Pero ¿qué tendrá mi oído que les gusta tanto? - preguntó Oto impaciente.
- Para ellas el oído es el refugio perfecto, porque está muy calentito. Una vez han
entrado, empiezan a alimentarse, a crecer y a tener hijitos. Llega un momento
que todas esas bacterias y sus hijos y los hijos de sus hijos ya no caben en el oído
porque su refugio se les ha quedado pequeño.
Es justo en ese momento cuando el oído empieza a dolerte, y por eso se pone de
color rojo e incluso puede llegar a salir un líquido blanco de la oreja que sirve para
luchar contra esos bichitos, ahogándolos a todos.
¿Ahora entiendes por qué los padres de todos los niños os advertimos para que
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no vayáis al lago a bañaros? - le preguntó el médico acariciando la cabeza de Oto.
- Sí, Doctor. Ahora lo entiendo. Le prometo que no volveré a hacerlo - le contestó Oto un poco horrorizado al pensar que su oído estaba lleno de bichos
invisibles….
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- Ahora tendrás que estar unos días sin poderte bañar en la piscina ni en el río. Y
sobretodo vigila que no te entre agua de la ducha en la oreja. Y no te preocupes
porque te daré unas gotitas para curar este gran dolor ¿te parece? - le preguntó el médico al niño.
Al salir de la consulta del médico Oto se quedó más tranquilo porque había entendido lo que le había ocurrido. Lo que más le alegró es que no había ningún espíritu malo
que quisiera hacerle daño. Solamente eran las bacterias del lago verde las que se habían aprovechado de un nuevo hogar: su oído. ¡Y Oto no estaba dispuesto a que esos
bichitos vivieran en su oído!, así que hizo todo lo posible para curarse pronto.
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Tras unos días de reposo, el oído de Oto se iba recuperando. Ya no le dolía tanto.
Pero a las pobres bacterias sí que les dolió porque las gotas que el médico recetó
hacían que todos esos bichitos fuesen desapareciendo del oído de Oto. Las gotitas
que la madre de Oto le ponía cada día actuaban igual que el fuego porque al entrar
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en el oído todas las bacterias empezaban a correr para salir de ahí, aunque muchas
de ellas morían en el intento.
Las gotitas eran de antibiótico, una medicina que sirve para curar la enfermedad porque elimina a las bacterias y deja limpio el oído.
Unos días después, Bruna fue a visitar a Oto a su casa. Mientras jugaban en el
salón, Oto le explicó a su amiga todo lo que había sucedido.
- Pero si a mí también me pasó lo mismo el invierno pasado. Creo que también tuve
una otitis... y sin embargo ¡yo no me bañé en el lago! - le comentó Bruna a Oto.
La mamá de Oto, al oír la conversación, les explicó a los niños que la otitis o
inflamación del oído no solamente puede ocurrir en verano sino también en invierno.
- Si estáis mucho tiempo y muchos días seguidos bañándoos en el agua, el oído se
humedece, entonces las bacterias se aprovechan y se instalan allí como si fuese su
refugio o su tienda de campaña. Y también en invierno, cuando uno está resfriado
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con muchos mocos, las bacterias de la nariz pueden llegar al oído para refugiarse, produciendo una otitis o infección de oído - les explicó la madre de Oto mientras los niños la miraban atentamente.
- Por eso, - continuaba la madre de Oto - lo más importante es ir rápido al médico para que descubra la otitis a tiempo y ponga rápido las gotitas de antibiótico
para eliminar a las bacterias y conseguir así que disminuya el dolor.
Desde ese día Oto no volvió a bañarse en el lago verde. Entendió que no era bueno bañarse allí porque el agua, como no circulaba bien, se estancaba. Pero también se tranquilizó
al saber que podía bañarse en el río o en una piscina, siempre y cuando el agua estuviera
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transparente y limpia y que, después de salir del agua, se secase muy bien las orejas.
Al final del verano todos los niños tenían que abandonar la aldea donde habían
estado de vacaciones para volver al colegio. Para despedirse celebraron una gran
fiesta alrededor del río.
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Oto estaba impaciente. Tenía muchas ganas de volver a bañarse en el río.
- Pero… ¡qué fría que está el agua! - comentó Bruna al meter sus pies en esa agua
tan limpia y cristalina.
- Pues claro Bruna - le respondió Oto -. El agua baja de las montañas heladas y
por eso está tan fría.
Bruna, Oto, Nico y Peta acabaron saltando en el agua en busca de piedras con
formas bonitas y tesoros escondidos que habían sido arrastrados desde lo alto
de la montaña por la fuerza del agua de ese bonito río.
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