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CON GIANELLI:
“DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO PARA QUE
NUESTROS PUEBLOS, EN ÉL, TENGAN VIDA”(Aparecida)
IDEAS PARA MOTIVAR EL MES MISIONERO Y
LA NOVENA DE SAN ANTONIO M. GIANELLI.
Estos apuntes son un sencillo aporte, o mejor dicho, una invitación, para hacer juntos
un camino… Y tienen dos objetivos: asomarnos al misterio apasionante de Jesús Maestro,
para convertirnos en discípulos-misioneros y ver como nuestro Fundador vivió el discipulado y
la misión. El mes de octubre, y en especial, la novena en preparación a la fiesta de San
Antonio M. Gianelli, tiene que ayudarnos a hacer “un camino de formación” con nuestros
propios pasos. Se trata de una decisión en la que nadie nos puede reemplazar.
¡Caminar!. Salir de la quietud, de la inercia en que vivimos, porque nos falta, tal vez,
pasión por la vida, nos falta fuego contagioso, nos falta quizás, sentido de este tiempo
privilegiado que nos toca vivir.
Esta novena tiene que ser un intento audaz para asomarnos a la persona de Jesús
Maestro y tomar en serio su persona, su vida, su mensaje, y también conocer un poco más la
vida y los escritos del Fundador.
Decidirnos a buscar, a cuestionarnos, a replantearnos nuestra vida de discípulos y
misioneros de Jesucristo, porque para serlo necesitamos hacer un camino. Y este camino es
mejor hacerlo en Comunidad. Esto nos permite incorporar la riqueza de nuestros hermanos.
Solos, corremos el riego de empobrecernos. Además la comunidad es un signo de la
presencia de Jesús: “Donde dos o más se reúnan en mi nombre… Yo estaré en medio de
ellos” (Mt,18,20).
Si pueden, no dejen de hacer el camino con otros hermanos. Y verán qué maravillas
hace el Señor cuando lo buscamos juntos.
Para ser “Discípulos” es necesario que cada uno se encuentre personalmente con
Jesucristo y lo siga. Esto supone la oración personal, la lectura orante de la Biblia, y sobre
todo, que él sea el centro de nuestras vidas.
Los cristianos estamos llamados a encontrarnos con una persona que nos ama y salva:
Jesucristo.
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva”.
Esto es lo que queremos proponer este año, en la medida de lo posible y contando con
la gracia de Dios, al centrar la novena en preparación a la Fiesta de San Antonio M. Gianelli,
en el tema de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, APARECIDA:
Con Gianelli:
“Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida”
Todos somos discípulos y siempre somos discípulos. Uno siempre tiene que estar
aprendiendo, escuchando a Jesucristo y dejándose iluminar por los demás. En nuestro caso
tenemos a S.A. Gianelli, que fue discípulo misionero y que ofreció su vida para que su
pueblo tuviera vida en abundancia. Tiene mucho que enseñarnos.
Los verdaderos misioneros que cambian el mundo, deben ser auténticos discípulos de
Jesucristo y necesitan una espiritualidad sólida y una adecuada formación.
Todos somos misioneros y siempre somos misioneros; discipulado y misión son
como dos caras de la misma medalla, como dijo el Papa Benedicto XVI. Esto nos ayuda a
entender el sentido y la necesidad de la formación continua. No es que primero tenemos que
formarnos para ser después misioneros. Ya desde el primer encuentro con Jesucristo, si es
verdadero, nos brota la necesidad de comunicarlo a los demás. La misión es parte inseparable
del discipulado, porque el discipulado es para la misión.
Para que tengan vida: esto es muy importante tenerlo presente en nuestra vida de
discípulos y misioneros, porque indica la finalidad de todo, tanto del discipulado como de la
misión. Todo lo que hacemos tiene que ser para comunicar vida y esta vida en Cristo, sana,
fortalece y humaniza”.
“La vida nueva de Jesucristo toca al ser humano entero y desarrolla en plenitud la
existencia humana “en su dimensión personal, familiar, social y cultural” . Para ello hace falta
entrar en un proceso de cambio que transfigure los variados aspectos de la propia vida. Sólo
así se hará posible percibir que Jesucristo es nuestro salvador en todos los sentidos de la
palabra. Sólo así manifestaremos que la vida en Cristo sana, fortalece y humaniza. Porque “Él
es el Viviente, que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos,
del dolor y de la muerte, de la alegría y de la fiesta” . La vida en Cristo incluye la alegría de
comer juntos, el entusiasmo por progresar, el gusto de trabajar y de aprender, el gozo de servir
a quien nos necesite, el contacto con la naturaleza, el entusiasmo de los proyectos
comunitarios, el placer de una sexualidad vivida según el Evangelio, y todas las cosas que el
Padre nos regala como signos de su amor sincero. Podemos encontrar al Señor en medio de
las alegrías de nuestra limitada existencia, y así brota una gratitud sincera. (356).
Nadie es realmente feliz si no se preocupa de la felicidad de los demás, especialmente
de los pobres; la vida se alcanza y madura a medida que se entrega para dar vida a otros.
“La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De
hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se
apasionan en la misión de comunicar vida a los demás. El Evangelio nos ayuda a descubrir
que un cuidado enfermizo de la propia vida atenta contra la calidad humana y cristiana de esa
misma vida. Se vive mucho mejor cuando tenemos libertad interior para darlo todo: “Quien
aprecie su vida terrena, la perderá” (Jn 12, 25). Aquí descubrimos otra ley profunda de la
realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros.
Eso es en definitiva la misión. (360)
Para que nuestras comunidades tengan vida. La misión tiene que llegar a impregnar
de Evangelio la vida de nuestras comunidades, para que lleguen a ser centros de irradiación
del Evangelio y semilleros del Reino.
“El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre. Por eso pide a sus discípulos:
“¡Proclamen que está llegando el Reino de los cielos!” (Mt 10, 7). Se trata del Reino de la vida.
Porque la propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundamental de esta
misión, es la oferta de una vida plena para todos. Por eso la doctrina, las normas, las
orientaciones éticas, y toda la actividad misionera de la Iglesia, debe dejar transparentar esta
atractiva oferta de una vida más digna, en Cristo, para cada hombre y para cada mujer de
América Latina y de El Caribe” (361).
Nota: Un tentativo de Novena en preparación a la Fiesta de San Antonio
M.Gianelli será enviada próximamente. Como otros años, volvemos a recordar
que todo lo que se envía es para ayudar a las Comunidades a organizarse mejor.
Pero tienen la más absoluta libertad de redactar su propia novena, según las
necesidades particulares de cada lugar.
¿Lo conocen/mos a Gianelli?
La devoción a San Antonio María Gianelli no es
masiva en nuestro medio, sobre todo en algunas partes. Y
el conocimiento de su persona, su testimonio de vida y su
estilo apostólico son medios para evangelizar que
tenemos que aprovechar.
Tenemos que desplegar un esfuerzo creativo por
presentar a nuestros grupos de laicos el don eclesial que
fue y es Antonio M. Gianelli. No tenemos derecho a
tenerlo escondido porque es un Santo, un regalo de Dios
para nosotros y para la Iglesia.
La experiencia nos dice que el estilo, la espiritualidad y el carisma apostólico de
San Antonio María Gianelli, son verdaderamente contagiosos para los que llegan a
conocerlo más de cerca.
Es importante que presentemos a los demás, no un Gianelli acartonado o
desencarnado y fuera de la historia, sino un Santo alegre, un santo cercano,
apasionado; un Santo de fuego, capaz de incendiar a los que se le acercan, a través
de la fidelidad alegre y constante de nuestras propias vidas.
Está de más recordar que esto que enviamos es un material de apoyo. No es
para abrumar a nadie. Ustedes pueden usar lo que les parezca; pueden añadir,
cambiar todo lo que crean conveniente o sencillamente inventar algo nuevo. Para eso
Dios nos dio a todos mucha creatividad.
Hagamos funcionar la imaginación, junto con el entusiasmo y seguramente que
nos van a salir cosas maravillosas. Y si se les ocurre algo lindo, lo podemos compartir.
Gracias.
Molagi – Paraná
“La gracia divina, que no destruye, sino que perfecciona la naturaleza, suscita en la
Iglesia hombres santos; como rocío que baja del cielo, favorece en ellos admirablemente la
capacidad de entendimiento, de corazón, de voluntad de la que son dotados por naturaleza,
para que la Iglesia pueda proponerlos a los fieles como ejemplo de perfecta observancia de
todos aquellos deberes que se incluyen en su estado de vida. Esto podemos hoy afirmar de
Antonio María Gianelli, desde el momento en que todo lo obrado por él como sacerdote,
como párroco, como Obispo, demuestra bien la suma importancia en el conformarse con la
voluntad de Dios, y mediante esto conseguir la santidad, abrazando y cumpliendo fielmente
los deberes del propio estado en que Dios nos ha puesto”
(Carta Apostólica (Pío XI) de proclamación de la beatificación de A.M.Gianelli, 19 de abril de 1925)
SUBSIDIO N º 1/ 2007
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