CUITIVOS RESISTENTES A LOS SUELOS ALCALINOS

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MINIS7^ERI^ DE AGRICULTUR.A
DIRECCION GENERAL DE AGRICULTURA
:,,z^#}^^s^^t1^ ..^u `3 ^ ±;
CUITIVOS RESISTENTES A LOS SUELOS ALCALINOS
^I^o^r J^^si^; í^l:^izf;^ V'I.^I:ci3>>sl,
Dc.^olndo aspccto de la csccpl alcalina ibçrica en cl vi]]e del L'bro.
(Poro Cátedea dc Hdafología. E L A. )
't^.
"^vi1ú^^^
,
F.stas .hojas. se remiten gratis a quien las pide al $ervicio de Publicaciones Agrícolas de la Dirección General de Agriculturo.
-
2
-
En un tra^bajo ant^erior (i) éxpusimos una relación de las especias cultivadas, tanto arbórexs como herbáceas, qve resistían
una proporción mayor o^menor de sales nociv<^s en el suelo, y en
ella indicá^bamos las proporcianes máximas de cada tipo de sal que
en su totalidad podía admitir cada cttltivo.
Existen, sin embargo, ti-^os de suelos alcalinos en los que las
condiciones de emplazamie•:.to, escasez de aguas puras para su
tratamiento mejorante y a^:n por las condiciones especiales de su
relieve, que pudiera hacer costoso y antieconómico su nivelación
para el riego, exigen como única posibilidad aprovechable la implantación de plantaciones arbóreas .de seguro rendimiento, aunque de más lenta evolución. A continuación resumimos las especies utilizables, tanto herbáceas como arbcíreas, m^is resistentes a la toxicidad de las sales alcalinas contenidas en los suelos.
Aparece en primer término como especie forrajera de máxima
resistencia el ccSalt-bush„ australiano, que soporta fácilmente la
enorme cantidad de i6o toneladas de sales nocivas por hectárea.
Su nombre científico es el c<Atriplex spp.n, una de cuyas variedades, ]a ccAtriplex semibaccata», ha sido aclimatada en (^alifornia con escelentes resultados, donde goza actualmente de inmensa
aceptación como forrajera de sustitución en aquellos suelos áridos
y alcalinos donde la alfalfa no prospera, pues resiste mejor que
ésta los veranos ardientes y escasos de agua de dicha región, necesitando, por el contrario, que los inviernos sean benignos, como
sucede en la parte meridional de California, Nuevo Méjico y"1'exas. En las experiencias realizadas se ha puesto de manifiesto
que la variedad citada admite perfectamente una proporción hasta
del cuatro por ciento de sales nocivas en el suelo, hasta t,z5 metros de profundidad. DicJha variedad es la más vigorosa, y actualmente se ensayan las c<Atriplex ihalimoides,,, ccves:caria„ y<cleptocarpa,,, entre las de procedencia australiana, y 1^ pampera argentina (ccAtriplex Cachiyuyum„), que también da eYCelentes resultados en California. Es curioso consignar que en la materia seca
de estas especies vegetales figuran las sales en sus cenizas con
proporciones hasta de zo por ioo, constituyendo una plantación
de este tipo una veydadeya instalac,ión extracto^a de las sales del
suelo, que al cabo de un cierto número de años permite ya el
culti^o normal y corriente.
(,)
Véase la Ho^n DivuLCnnoan zz, ^933•
-3Con resultados menos sorprendentes podemos citar como forrajeras muy adaptables en los suelos alcalinos ]a t^Nlodiola procumbens>>, especie c^hilena de mediana calidad alimenticia, y las
espontáneas de Norteamérica uSporobulus airoidesn o tttussockgrasst> y la tcrye-grassn de] Noroeste, <<Llymus condensatust>, también de escaso ^^alor nutriti^-o. Algunas gramíneas como el ttfiromus inermis», variedad de la vulgarmente denominada ttharba5
Vrgetación lípica de la estepa alcaLna aragonesa.
(Foto Cátedra de Edafología, E. I. A. )
de macho>}, e^:iste también en Castilla, donde florece en el mes de
junio, presentando como carácter específico el tener todas las hujas semejantes, admitiendo f^:^cilmente hasta una proporción má^ima cíel uno por ciento de sales alcalinas en el suelo.
Actualmente se ensaVan, al parecer con gran resultado, en el
Sur de Arizona y California, el ttChloris gayanan, que acaso sea
una gencianácea variedad de la Vulgarmente conocida por «centaura,>, y que también es espontáriea en nuestra f'enínsula,
-4Otra especie también muy estimada como pasto en lus suelos
alcalinos es la «Puccinelia nutt<ill:ana», caractt^rística de los saladares de la gran cuenca central americana, que no debe ser m^is
que ttna varic*dad de la clasificada por Lázaro camo «Glycer^:a
distans>> o<<poa de los pracíos,>, que florece en Junio y Julio espontánea en todos los suelos salinos y húmedos de casi toda lapaña.
Por lo qu^• se refiere a las especies arbóreas, que tanto interés presentan en España, ^1ada la consi^d^eraible importación que de
madera tle toclas clases nos vemos precisados a realizar del Extranjero, aparece en primer t^érmino como muy iresistente a la
alcalinidad, independi^entemente del olivo y de la vid, que vegetan perfectamente en suelos pobremente alcalinos, ]a <<palmera
datilera>>, que admite proporciones hasta de nueve toneladas de
sales noci^•as, y especialmente las variedades madereras de ^ucalyptus, de las ,que va^mos a ocuparnos, por la includable atención que merecen para su utilización industrial.
Entre ^e^lias figura en pr:mer término el «Eucalyptus amygdalit?a>>, uaa de las var^e^dades australianas designadas con el nomb^re
vulgar de <<red-gu^ms>> o gomeros rojes, así como el <<E. rostrata>>
y el cl^isico gomero del desierto australiano, el ccE. rudis>>, que ha
dado en California resultados sorprendentes. Entre los chopos, el
^^Po^pulus fremonti^,, s^^ adapta ^tam^bién, aunque ^en menor escala,
a los suelos salitrosos. En general, pueden clasificarse los suelos, con arreglo al criterio americano, en los siguientes tipos de
alcalinidacl :
^^Proporción de sale^ e^n la
G,raclo de rilcalinidnd.
zo^na radicu^lar.
Escesiva ........................
^-lu^^ fuerte .... ..................
Fuerte ............................
1ledio fuerte ....................
:^9 ed i a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. .
Déhil .............................
llespreciahlc^ ...................
i\Zayor del r,5 Por ioo.
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0,8
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»
Menor dc: o,i
La determinación rápida del grado de alcalinidad se efectúa
en el terreno por ^personal hécnico empleand^i los aparatos eléctricos apropiados al caso, y este reconocimiento debería ser la base
de la Cartografía de los suelos a^lcalinos ibéricos. Corrientemente,
en los grados de alcal^nidad superiores al 0,8 por ioo sólo strb-
- ^ sisten las especics forrajeras ^que ya hemos ^rnencionado, no tolerancío la remolacha azucarera más allá de o,5 a I por Ioo de proporcicín de sales, y aun eso con gra^^e quebranto de la calidad.
EI algodonero también progresa en los suelos salinos, y aun parece que en Egipto tu^a p^roporcibn ^moderada de sales no mayor
del 0,6 por Ioo procluce una fi'^bra d^e mejor calidad. I,os frutales
y la ^^id no admiten dosis mayores del o,q. por Ioo, aunque, como
es consiguiente, sin un estudio analítico previo de la naturaleza
de las sales que intozican al suelo no es pasible iii prudente aconsejar la implantación de cultivos, que sólo la técnica agronómica
puede dicta ^ninar en cada caso y servir de base a la indudable acción que el Estado debe ejercitar en el aprovechamiento de los
suelos alcalinos españoles.
1ltociones elemen>tales de Apicultura'''
pOr :^lARCISO JOSL I)L LI?J;^N P IICRLDLA.
II.-LAS AI3EJAS P^OR FUERA
Con una simple lupa de las corr:ent^es, pu^edcn apreciarse en ]as
ahejas, las siguientes part;cularidacles anatóm^icas :
Cabe^n.-Dos ojos compuestos, o sea
^•r,rios millares de ojos sinrples, distr;huídos en facetas exagonales en número de ^^arios millares, con gran diferencia a favor de los machos, cuya cabeza
está casi en su totalidad cubierta por el
órgano visual, y tres ojos simples dispuestos en la parte superior de la cabeza y entre los compuestos, en la forma que se puede apreciar en ]as figuras
correspondientes. Los ojos compuestos
se cree sirven al insecto para ]a visión
Fig. z.a-Esquema exterior de una
abeja.-a, cabeza; 6, primer anillo
lejana, y los simples para la próxima 1'
del tórax o protórax; c, segundo
o
mesotórax; d, terccro o me[atóen la ^scuricíad de ]a colmena.
rax; c, segmento medio; f, abdoAntenas.-Estos dos apéndices, en los
men. Se ven también las antenas,
ojo, lengua, alas y patas. (De
que el célehre anatomista Che^hire
Hommcll, edic. francesa de tqo6.)
(t)
Véase ]a Hoja número ^-abril.
-6descubrió millares de órganos, son impotantísimos para la
abeja, y en ellos se cree residen los sentidos de oído,
olfato y tacto. Practicada la ablación o corte de los mismos, la
abeja pare^ce que c<pi^errlc ^el cn^l,t^ol>>, reáliza movimientos absurdos,
<thace tonterías» y se convierte en
un sujeto inútil. Unidas las antenas a la cabeza por la articulación
fro.ntal, y.doladas de gran movilidad, constan de un tcscapo» y de
un flagelo formado por once artejos o anillos en la reina y obreras,
y de doce en los zánganos. Están
recubiertas de pelos de distintas
formas y a las que los especialistas (Cheshire, Leuemberg, Lubbock, Betts, etc.) asignan variedad
de funciones.
Organos bucales.-Sin entrar en
grandes detalles, son ]os siguienFig. 3.°-Cabeza ^e abe^a obrera.-^, vectes : <clabro>>, lámina córnea, cuatex con los ojos simples: b, frente; c, cresta media; d, inserción de antenas: e, medrangular y transversa, situada dejillas: f, clipeus o escudete: q, labio supelante y encima de las demás piecioir o labro; h, mandíbulas; i, maxilas:
j, palpos labiales; k, lengua: 1, ojos comzas bucales, articulado por uno de
puestos; m, antenas. (De Hommel, ]. c. )
sus bordes en la cabeza, y libre
por el otro. «Mandíbulasn, piezas sólidas a modo de cuchara, con
la concavidad hacia dentro, y de bordes lisos, lo que les hace
ineptas para la rotura de la piel de frutas, corte
de hojas o madera, como las de las avispas, y en
c;ambio las hvbilita para labor tle mol^lear o aislar
materias dúctiles como la cera. ccl'alpos maxilares» : que utiliza el insecto para retener las materias que tritura o amasa. ccMaxilas>>, más largas
y débiles que las mandíbulas. ccPalpos labiales»,
formados por cuatro artejos, con pelos al íinal, y,
por último, la <clengua„ o cclígula», rodeada de una
cubierta o^^aina, interrumpida por .debajo, formando un surco trilobulado, recubierto de pelos que se Fig. 4,'-Proboscis
o trompa de la abeentrecruzan, pudiencío, merced a milsculos especiaja. (Snodgrass: Anales, y a voluntad del animal, formar un tubo de
tomy and Physiology of rh¢ honeymayor o menor sección, por el que se aspira el
bee.)
néctar o el agua. Termina con un ensanchamiento o paleta,
con la cual el insecto «lame,> de modo similar al perro cuando bebe, y es plegable sobre sí misma en estado de reposo.
Aunque las piezas buzales somera^mente descritas corresponclen
a} tipo cle l^s insectos masticaclores, entre los que incluyen los
naturalistas a la a^beja, parece más bien un tipo interntedio entre éstos y los ^dhu_padores, ^que <<pinahan>> para a'bsorber, como
una jeringuilla de inyecciones, lo que no hacen las abejas, que,
como puede observarse fácilmente cuando se pone a su alcance
una gota de miel, <<lamen,,, au^iliando a la
acción de la capilaridad dentro de la lengua,
merced a los pelos entrecruzados, que pueden
j^untar o separar a valuntad, con el aparato ^d^e
aspiración de que disponen en el esófago, y
describe Leuemberger. I?n muy importante iijarse en estos detalles para desterrar el prejuicio,
muy estencíido }^^or desl;racia, de que la abeja
perjudica a los frutos, cuya piel L>; >a irl ^>osieLU Ro;^tt^Llz. Si se ^^c a lrts abejas sobre las
uvas es porque n^i'r>a las han roto los pájaros
Fig.
5.•-Extremidad
de la lengua de la abeO laS a\'ISpaS, y Sl: apCO\'echaR de 1pS reStOS del ja, vista al microscoy que demuestra
p`o,
b8n(}Uele, Il0 SO10 no hacien^do daño, sino el bien
la imposibilidad de da-
de e^'itar que los frutos picados se estropeen y ñar con ella los frutos.
(De F. Leucmbcrger:
manchen a los dem^ls. La lgnOrancla de CStaS Les abeillrs: anaromie
rr Physio(ogie.)
^^erdades ha hecho se persiga injustamente a las
abejas, atribtt}'éndolas fechorías ajenas. Hoy
está Assot.urn:^trvrE c^^1 ^^1zol3:^DO ^esperimentalmente, ^que ]as abejas, ni hacen daño, ni perjudican, sino que realizan funciones yue
sóLO E^LAS pueden realizar en benefcio de la ^gricultura, como
sc c.r-plicará más adelante.
t^Tóyaxn o c^coselei.e>>.-^11oja los músculus poderosus cie l^comoción, se rlivide en tres segmentos uni^dos, }' no apreciables a
simple vista, llamados : t^protórax,^, tcmesotóraxn y ttmetatóra^n ;
en cada uno de ellos se inserta lin par de patas, y cn los dos
últimos, además, los dos pares de alas. Las anteriores, que son
}as más grandes, en el niesotcírax, y las posteriores, más pequeñas,
r.n el metatóra^.
Alas.-Entre otras particularidacies tienen la de su ensamblaje,
para formar una superficie unida y de mayor resistencia durante
el vuelo, por medio de unos ganchos, a}^reciables con una lupa
tuerte o con un microscopio de pocos auinentos, en número de 2^
en e] ^mac^ho, a3 en l^a o^brera y i5 en la reina, poco m^^s o^menos,
}- ^que se atíaptan ^Ll borde poster;or ^d^el ala más grande o anterioir.
Las alas, yue tan tra7sparentes nos parecen a simple vista, ^an
pro^-istas de pelos de distintas formas y dicerso destino, no definido con esactitud, y ci^orosamente nervadas. Yueden en reposo
su^perponers:;, con ',o que facilitan ^el acceso a los alv^olos de ]os
^panal^es con m^enos ^l;iicn]tacl, que co^n ^el pbe^a^do co^n^^plita^do de
otras rilas de insectos.
Pat^as.-No sfylo son en la abeja ^órganos locoiuotric^es, sino
vercladera^ _^^ perfec«s ^herram:entas adecuad^as a los trabajos qur
htcn de realizar y necesidades que
salisEacen. A los simnles efectos
inotores, est^^n provistas de un dispositi^^o para caminar por superticies rugosas, con Linas uñas que
parecen las de un monstruo terrible aistas al microscopio, y del
ccpul^^illus>>, especie de ^-entosa que
se encuentra entre las dos garras
para sostenerse sobre superficies
lisas. Las figuras eximen de más
prolijas descripciones, y en apunF''g. 6."---i.Xt`e,n`^
tes como éstos serían imPertinen,^„^ ,^^ ,, .,,r, ,jo
la abeja, mos[rando
It uñ1 tenuin,l
^
e! p u 1 v i I I u s. (De
Leuemberger. 1. c.)
t('s
detdlles 1ndtÓ1171COS.
1.3S
p le'1.85
O 1rt1C111^1CloneS
de
tig^ 7^°-lletalle
muy aumentado de
uña y pulvillus. (De
L euemberger. )
(lUe se COlllponell I^S ]^1taS SOn :
ccCo^a>> o unión con el tóras; cctroa'tnter^,, artejo de unión con el ufémur,^, al que sigue una pieza
tnianbular ^y ^rplasta^da, qu^e es la ^ctib;a>> ; otra ^ru^t^drangular, i^ualmente deprimida : tttarso,^, tern^ina en tres artejos, uñas y pulvillus
que es propiamente el tarso.
Aunque todas las patas tienen particularidades curiosas, baste
seiialar en las anteriores el <tpeine de antenasn, con el que frecuer.temente se las v^e ctatusarse>> a las ^ibejas, en las que esta aparente coquetería es unn necesidad, de nlantener brganos tan iir^portantes en correcto estado de limpie-r.a, para no entorpecer sus
delieadas funciones, ^- ^en las poster^ores, los cesti^llos d^el polen, ^'a
tcoera ^brul^a,^ que llam^a'ban los trata•dis^,is cl^el siblo ^^'iii y al^unos
colmeneros ibnorantes cl^el día, y la pinza tib:om^etatarsiana, eri-
zada de pelos sobre la tibia y lisa sobre e] metatarso, para recoger
las escamillas de cera, yue e^udan los anillc^s del abdomen, y los
otros pares de patas trasladan a
la boca, para su insali^ación y
moldeado. La cara interna del tarso ^-a pro^^ista de siete a nue^"e
hiladas de pelos de forma de cepillos, con los que durante el ^-uelo, ^con curiosos v rápicíos movimientos ^•an rect,giendo el pul^•n ^
coloaíndole en los cestillos de la
tibia, con el au^ilio de los dem ás
pares de patas v con habilidad v
presteza sorprendentes. Si alg-uno
d('
nl1S 1CCÍ0I"eS n0 iniciado llega
^
a Ser a^ICUItUr, ptCSUIl10 upaSarátt
Fig. 8.°--L1 pcinc dc .ntenas dc las patas anteriores. Detalle muy aument.tda (De
Leuembergcr. I. c.)
muchas horas, clue no es lo mismc>
quc ttperdcrlas>t, en obser^-aci(^n de estas ^^ otras mara^^illas de ]a
^-ida de untl de los animales m^ís interesantes, cui•o in^tinto llegrí
Fig. q.°-"I•ibía y[arso de la pata posterior de la abeja, en
su cara e^terna y en fases ciistintas de la recolección del polen.
(De Snodgrass, l. c. )
en muchas ocasiones a los linderos de la inteligencia, con la que
algunos autores, y de la categoría de Maeterlink, llegan a identificarle.
AbdomerL.-Mayor que la cabeza _^• el tórax juntos, unido al
tórax por el pedículo, aloja el paquete intestinal ; consta de nueve
segmentos imbricados, no todos ^-isibles ; se aprecia en él la movilidad de la respiración, muy perceptible cuando llegan las abejas
fatigaclas a la ta^blilla de vuelo, y^es ponque en él están c•asi todos los ccstigmasn, orificios por los que penetra el aire a]os tu^bos
traqueales.
Fig. t o.-Distíntas patas de abejas: de reina: de obrera,
parte externa; de obrera, parte interna; de macho. Obsérvese cómo sólo la de obrera tíane el cestillo para el polen.
(De Lubbock: Fourmis, abei((es et guépes.)
En el abdomen están las glándulas cereras, compuestas de gran
número de células, muy desarrolladas en las obreras constructoras, y que se reducen al cesar la necesidad de fabricar el panal.
La cera, cmo la traenn las abejas, como muchos suponen, sino
que la «segregann ; es una grasa que al salir de las glándulas es
líquida, solidificándose al contacto del aire, en forma de escamillas,
concoidales, necesitándose I.aSo para un gramo de cera, según
Leuemberger.
En el ab.damen, entre los dos últimos anillos superiores se encuentra un órgano ]mportantísimo, descvbierto por Nasonafif, y
cuyo estudio ^biológico ^hizo von Fristc,h, de Munich, llamándole
ttel emisor de telegrafía sin hilos de las abejas», u órgano olfativo
emisor, cuyo pape] sospedhó Sladen y estud^ó anatómicamente
- II -
A7ac Indoo en 1914. Cualquiera que haya visto abejas al entrar
el enjarrnbr•e en una colmcna, o cuan^do se las inquieta par cualquier
motivo, habrá observado lo que en antiguos tratadistas se llamaba ccel toque de llamada>>. Posadas las abejas, y cccon el abdomen
levantadon, agitan las alas, y al
extremo, y por la parte superior del
abdomen, se ve ttn triangtilito
blanco, que se toma como simple
w
w
,
w
w
^ ya'^^
efecto de la distensión de los
,^^;.,
^^^^--_ _
anillos, a que parece obligar la
Fig. ^ i.-Esquema de las glándulas cerepostura, muy .distinta de la de
ras y del órgano de Nasonoff.-W, glándulas
cerecas: D, órgano de Nasonoff. (De
las ventiladoras, uque apoyan el
Leuemberger, 1. c. )
abdomem>, en lugar de levantarlo, y que no dejan ver ese triángulo, que constituye el medio de emitir las abejas un olor especial, y peculiar de cada colonia, que, perci^bido por las ^demás abejas,
las atrae ti- orienta. Las observaciones de von Frist^h son interesantísimas, y a ellas }^ a su extracto hecho por el citado Leuemberger remitimos
a los lectores que deseen profundizar en
cl asunto.
Las nociones sumarísimas de la estructura externa de la abeja servirán al menos
para darse cuenta de que no se trata de
«una mosca,^ cual^quiera, o un bicJharraco sin
Fig. t z. - Abeja obrera mosinterés ni motivo para fijar en él al^go más
trando en D el órgano de Nasoque una superficial atención. Una rápid^a
noff, u órgano olfativo emisor,
tal como puede observarse en el
ojeada al interior robustecerá la adirmación.
momento de entrar un enjambre
-en la colmena y en algunas otras
ocasiones, cuando las abejas, según antigua expresión, "tocan Ilamada". (De Leuemberget, 1. c. )
III.-LAS ABEJAS P^OR ^llEN'I'^RO
Apnrato o'igestivo.-Su función es la de
absorber y transformar los elementos nutritivos del anirrtal, eliminando los residuos. Esencialmente igual en la a^beja que en
los arhiculados de su orden, tiene la particularidad del ubuc^he>>
o estámago de miel, a continuación del esáfago, en cuyo buc^he
se transforma el néctar rc^cogido en las flores en miel, a expensas de la invertina, segregada por glándulas especiales que
ccinviertenl> la sacarosa en glucosa, y•donde el néctar, además, su-
fre un principio de deshidratación (pérdida del exceso de agua).
Por una vá.lvula especial, este buche queda cerrado cuando se dedica a lo que pudiéramos llamar ccfábrica de miel,,, y deja paso
libre al néctar cuando la abeja ]o consume para alimentarse, si
no puer^e hacerlo con la m;el ya ir^rnsformada, que es lo normal
y único modo posible .durante el invierno. A1 buche sigue el estó=
mago propiamente tal o ventrículo quilífico, el intestino delgado,
y, después de los tubos cíe Malpigi, que se creen análogos a la
vesícula biliar o al riñón, el intestino grueso, cuyo término y necesaria función son conocidos.
EI venenoso aguijcí^^.-ccPor ca^<ur unr.l colmena, cierto goloso
ladrón...», aprendíamos en mi juventud lejana, udel venenoso
aguijón, tuvo que sufi-ir la pena.>> Resto probableruente ^de un
aparato de ovificación (saltamontes), se ha convertido en la abeja
en ef caz defensa de la colonia, no del insecto que pica, y muere
a consecuencia del desgarramiento sufrido, al perder y herir órganos importantes. Se oculta el aguijón en el últlmo anillo del
abdomen, y es un complicado mecanismo, del que sólo importa al
apicultor futuro el dardo, o mejor dicho los dardos, pues son dos,
de forma arponada o de banderilla, y entre cuyos dientes un finísimo conducto lleva ^e] v^eneno. A1 sufrir un picotaz_o, conviene no
sacar el aguijón ccagarrándolo,^ con ^el pulgar v el índice, que es lo
instintivo, sino <<empujántiolon con la uña o un cortaplumas o navaja por r^l laclo contrario al cor-t^e, pa:ra evitar ^ue apretando la vesícuia del veneno clue queda ad^herida, se aument^e la dosis y, por
tanto, el efecto doloroso. De cuantos rem^edios sc prcconizan ; barro, amoníaco, apífugos de muchas recetas, perejil, cebolla, etcétera, etc., el que mejor y más positivo restrltado me ha ofrecido
ha sido el c^aguantopón>>, que me enseñó un odontólogo amigo
mío, aplicándomelo reiteradas veces con favorable éxito. Al cabo
de unos cuantos picotazos se adquiere cierta inmunidaá, y su número disminuye y hasta no hay ninguno cuando ]a práctica va enseñando el manejo de las abejas de modo adecuado.
Apayato re^roctuctor.-Yl^enamente des^lrro4laclos ]os ova^rios en
la reina, se componen de tóo a iSo canales, que coinciden todos
en un colector comíin, siendo tal su capacidad productora que se
calcula puede cacla canal desarrollar un huevo en tres horas. Maduro el huevo, pa^a por el oviducto y recoge o no en la espermateca el espermatozoo que ha de fecundarlo, si el hue^-o ha de dar
una fierribra, o pasa sin fecurndar, y el s^ér que nazca será un
macho. Por medio del a^uijdn diri^e la 'hcmbra el hue^-o, y lc^ drposita en el fondo del alv^éolo, com<^nzan^^io ^el ciclo ^evolutivo {iel
insecto. E1 fen^^rneno de procrear una ^^ir^en es el conocido con el
no^n^bre griego de <<^prurteno^^érnes:s>> {<<part^h^enos>>, vir^en) y lo descuhricí e] presbítero Dzierzon en i84^, confirm^índose por los trabajns de Siebold y Leuckart en i858, y Nachtsheim en í9z3.
Los órganos genitales del macho pueden di^^iclirse en dos grupos : a), de elaboración semi^nal, y b), de acoplamiento. La prodigalidad de la naturaleza en la formación de células ^enitales
masculinas es enorme ; el macho de la abeja o z^ín^^ano puede elaborar mrís de c<cien millones de ^érmenes», pudiendo alojarse en la
espermateca de la hembra, depósito para tres o cuatro años, hasta
<<doscientos millones», afirmando Ruttel-Reepen, citado por Leuemberger, al que copio, que enfilados toclos los espermatoz^^s.
que tiencn un cuarto d^e ^milía^^etro d^e lon;itu^cl, Ile^arían a la de
cr:vcucVTn kilóm^etros, o sea ]a mitad de la distancia, por ferrocarril, ^de Maclrid a S^e^ovia, o la clue ^me sehara ^cle ^mi colmenar
de \'[irafln:res de la Sierra.
^^Respecto a la forma del acoplamient^, la ^lisposición d^e l^^s círganos genitales de las abejas, y acaso una previsi^in de la naturaleza con finalidad de selección, esige se realice en el aire, y, se^rín aCirmación cl^e S^impil (J. .^.), antor del si^lo ^^•^tr (r7^)^), c^n su
a^bra Nicevo ^lan, de col^rrUenas, es la Ihcmbrrt la ^cluc se ^c^loça
sobre el macho, v cluien le solicita. Por cierto que en la descripción del erótico escarceo, emplea el autor citado un pintoresco y
divertido lenbuaje, mostrlndose muy indignado con la <<li^-iandadn de la reina, a la que llama indecente y otras lindezas por el
estilo, cuando el pobre animal, fiel al ualma de la colmena>>, tan
sólo cumple sn deber, bien penoso para ^:lla, de la perpetuacihn
de la especie.
\^odernamente, el profesor D. "Teodoro José "1'rigo ha coincidido con el autor citaclo, ase;uran^cl^^, c^^rmo é], ^hab^rr presenciado
el ahejil himeneo, cosa lo^rada por pocos, y desde luego no por
quien esto escribe, y que, por lo tanto, no puede describir.
Los rtier^^ios de ]u aheja.-E1 siste^ma ner^^i^^so ^le la rrbeja es
gan^lionar, con ramificaciones nert iosas, siendo notable el desarrollo del cerebro en proporci^5n al lamaño del insecto. l,os músctilos, como en todos los insectos de su tipo, que han de desarrellar continuacío esfucrzo, son fuertes, lo que permite a las abejas
- i4 volar en un radio de tres a cinco kilómetros de su colmena, con
carga excesiva en relación a su peso.
La res^vración de la abeju.-La función respiratoria, complemento de la nutritiva, se realiza en las abejas por medio de tráqueas o tubos tapizados por capa quitinosa, prolongación del dermatoesqueleto, reforzado por ^líneas en espiral al modo de los
tubos .de goma con refuerzo de alambre, y que se ramifican por
todo el cuerpo, llenando los sacos traqueales y tomando el aire
del etiterior por medio de los «stigmas», provistos de una especie
de filtro de pelos, y que pueden obturarse a voluntad del insecto.
La abeja no tiene corazón.-Ni sangre azul, ni roja ; es un
líquida incoloro, al que un vaso dorsal, impropiamente Ilamado
corazón, y una aorta, pone en movimiento par me^io de cinco
ventrículos, marchando en .dirección ascendente hasta ganar la
aorta, .que, al bifurcarse bajo el cerebro, vierte en una especie de
laguna que rodea los órganos internos, bajando por el tórax y
abdamen, penetran^do de nuevo par aberturas especiales :«osciolos»,
en el vaso dorsal, recomenzando el ciclo. Músculos especiales producen los movimientos del sístole y diástole, estableciendo la circulación.
Las ^lándulas salivayes.-Tienen ^u origen en las sederas, con
las que la larva hila su capullo ninfal, }- al pasar a insecto perefecto, las glándulas evolucionan en ^forma y destino. Existen ]as
torácicas y las cervicales, y no sólo segregan saliva, necesaria
para el trabajo de la cera, sino otra, más grasa, que constituye
elemento principal, mezclado con miel, polen y agua, en proporciones distintas, según el estado de desarrollo del pollo, del alimento de éste, formando la <cjalea o papilla larval>>, y ccla real», de
mayor concentración, y que facilita la crianza de la reina, o reinas
cuando la colonia va a enjambrar o ha quedado ^huérfana. Estas
glándulas han dado tema para especiales estudi^s muy interesantes.
Debo advertir que al hacer esta rapidísima excursión por el
campo anatómico de la abeja, espigando, coma efla, entre las
flores, en muchos, voluminosos y acreditados libros consa ^rados
sólo a Anatomía y Fisiología de la abeja, me he ^referido a los
tipos normales de obrera, sin puntualizar diferencias que existen
entre los t,res ^individuos que forman el enjambre, y entre los que
^hay algunas variantes, entre las que conviene señalar :
a) La distinta longitud de la lengua entre obrera, reina }'
- Ij -
zángano, mayor en la primera, que oscila entre cinco y nueve
milímetros, y menor en reina y zánganos, que no necesitan libar.
b) E1 diferente desarrallo de los ovarios en
las ihem'bras fecundas y en las obreras, que los
tienen atrofiados, y en las obreras ponedoras.
c) La carencia de aguijón en el zángano, la
diferencia de forma del de la reina, curvo, }' nunca empleado contra el 'hom) ^ re, y de la obrera,
recto, y... empleado a fondo.
d) La variaeión de las patas posteriores en
reina y zán^ganos, 'que carecen de cesti'llo para
el polen, que no necesaan recoger.
e) La variacibn del nírmero de facetas de
Fig. r 3.-Comparación
los ojos del zángano, 13.000 ; la obrera, 6.300,
ae los o^ario5 ae la
abeja: A, Reina o Poy l.a reina, 5.000, segÚn C^hess^hire .
nedora; I3, Obrera norEstudiados lOS 1ndIVIdUOS ^L1 ^ladOS, ^' Sal^lend() viven eri la SOCledad llal7lada )✓NJAMI3RL,
sigamos en la segtmda parte de este primer Cap1t1110 la vida de Un0 que supondremos COgldO
mal; C. Obrera ponedora, cuyos huevos sólo producen zánganos,
lo mismo que los de
Reina vieja o sin fecun-
dac Teorías modernas
mavP.ra, y servirá para averiguar S'1 eS C1ert0 el
dicho vulgar ^tde uno, cienton, y será la base
asignan a las obreras
ponedoras el papel de
cooperadoras de la Reina. No hay comprobación que se sepa por el
momento. (De Cheshi-
del colmenar, que supongo ^ha de desear poseer
Le^ ^
en la rama {l( Un ár'hOl, en Utl btle•n ^dÍa d•e 1)I"]
el lector atento de estos apuntes, que, pasado el
enojoso pórtico protocólar de toda ttpresentació,nn, empieza a adquirir confianza con las que el Príncipe de nuestros ingenios llamó
t^solícitas y discretas,^.
(Continuará.)
('ON:SERVr1(..ION I^^I^ PATATAS
Es de sobra conocido que las patata ^ almacenadas en malas condicio^nes se alteran con facilidad ; pero si en su almacenaje se observan ciertas reglas sencillas v fáciles de realizar, dichas alte^-aciones se reducen enormemente y ihasta se p^ueden evitar por
complcto.
Antes de proceder a su almacenaje se las tendrá ^tres o cuatro
días extendidns, sin formar montón, para que se desequen y no
entren en el almac^n clemasiado Ihtímedas, y'a ^que la ^humedad es
mtrv -perjudicial para su u]ter:or conservación. Se Puede activar
la desecación removiendo diariamente ]as patatas.
Desecadas sensib'lemerrt+e se separan 1as dañadas o las que
presenten el menor síntoma de alteración, para evitar ^que la putrefacción se propague a las sanas, lo ^que ocurre con extremada faailidad cua^ndo se mezclan patatas sanas con patatas alteradaç.
Selecc:onadas de este modo, se ptiede proceder a su almacenajP
en 1oca1 ^i>ien seco, aireado y no demasiado ^frío, para ^que se conserven siempre a temperatura mayor de cero ;`rados.
F.n el almacén se colocarán íormando montones que ^tenga.n
a lo más m^edio metro de altura y poc,a superficie en ]a 1^ase. De
mqntón a montón se delará una pru^denciai distancia para poder
pasar ^^ vig;lar el estado de 'los montones, separando rápidam^:nt^
las patatas que ^emp:ec^en a dañarse.
Si las patatas almacenadas son pars el consumo, es conveniente ^que en e] almacén no entre mucha luz ; pero si son para se^nbrar, Ps preferJble que estén bien iluminadas.
1^an pronto como se observe que empieran a germinar las patatas, de^ben arrancarse o destruirse sus y^emas. 1,o primero puede hacerse con una navaja o con una pluma de escribir q^uesta al
revés en el pertaplumas, o sea con los puntos para adentro ; lo
segttndo, se puede hacer, operación más rápida, sumergiendo las
patatas en va5ija de ^barro, nunca metálica, en tma disolución ni
t ó^ por too (según sean ^.le pie] fina o gruesa) en agua de ácidc
sulfúrico durante unas ac'lho o nueve 'horas. A1 preparclr t^ta solución debe agregarse el ácido sul^fúrico sobre el agua ^^ jamás al
yevés.
Claro es que a este tratamiento sólo se someterán las patatas
dedicadas al consumo por quedar con ello destruído su poder germinativo. (Asociaci6n Prensa Agrícola.)
Las obras y revistas reunidas para su trabaJo por el 8erviolo ds Poblicaciones AgrMolas pueden sar oonayltadas sn el iaoal dN mismo
(Mlnisterio de Aaricultura, pasee de Atooha, 1 y 3) tados los disa
Iaborables, de dlsz a una.
Papelería Sevilla.-Sevilla, 4, Madrid.
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