TEMA 6 LA ÉTICA Y LOS AVANCES CIENTÍFICOS Y TÉCNICOS (El progreso y sus costes) 1. La ciencia y la técnica no son saberes neutrales Desde la Antigüedad clásica y hasta el final de la Edad Media la ciencia se entendía como un conocimiento indudable, demostrable a partir de unos principios, razonado sistemáticamente y que podía ser enseñado. Se contraponía al saber vulgar, o sea, la mera colección de experiencias, y a la simple opinión o saber todavía inseguro, falto de una demostración suficiente. Sin embargo, a partir del siglo XVI se abrió paso un nuevo concepto de ciencia, según el cual todos los conocimientos pasan a ser considerados “hipótesis”, esto es, explicaciones más o menos verosímiles que han de ser comprobadas mediante experimentos, pero que quedan sometidas en todo momento a la posibilidad de revisión y modificación. La ciencia moderna ya no se entiende como un conjunto de verdades definitivas, sino más bien como un conjunto de explicaciones que se aceptan provisionalmente, es decir, que se consideran verdaderas mientras no se encuentren otras mejores, más útiles y más amplias. Se puede decir que las verdades que van descubriendo los científicos forman parte de un proceso ilimitado de búsqueda de la verdad. Suele afirmarse que los antiguos cultivaban las ciencias por pura curiosidad, sin ánimo de sacar un provecho práctico de ellas, sino por afán de saber, por el placer de desentrañar los secretos de la naturaleza, lo que no es del todo cierto. En cambio, la ciencia moderna y sus aplicaciones técnicas se caracterizan por un incansable afán de dominar la naturaleza y de ordenar racionalmente la sociedad. De esta forma, el “gusto por saber” ha sido desplazado hasta cierto punto por el “afán de dominio”. Esto ha sido posible por la estrecha relación que se ha establecido entre ciencia, técnica y tecnología. Hoy se suele llamar “tecnociencia” al sistema de conocimientos científicos y aplicaciones prácticas de esos conocimientos, queriendo transmitir la idea de que el interés predominante es el de prever y dominar los fenómenos naturales, así como influir y controlar los acontecimientos sociales. Se considera que la “tecnociencia” se inició en la Edad Moderna y desde entonces ha conseguido mejorar de forma espectacular las condiciones sanitarias, los transportes, la producción masiva de alimentos o las comunicaciones. Pero también ha provocado efectos negativos, como el deterioro del medio ambiente, la carrera de armamentos, la desigualdad entre países y la dominación de unos sobre otros, la posibilidad de manipular a las personas y anular su derecho a la intimidad, etc. La ciencia y la tecnología poseen un gran potencial que puede ser utilizado para fines muy diferentes, desde la producción de alimentos y la curación de enfermedades hasta la fabricación de sustancias contaminantes y armas de destrucción masiva. La actividad científica no está por encima del bien y del mal, sino que, como cualquier otra actividad humana, tiene una dimensión ética. Esto significa que los procesos de investigación, la fabricación de utensilios y aparatos y el uso que hagamos de ellos pueden ser enjuiciados desde un punto de vista moral. 2. Del progreso ilimitado a la prudencia responsable Entre los siglos XVI y XIX numerosos científicos e intelectuales mantuvieron una visión optimista del futuro de la humanidad. Pensaban que el desarrollo económico y social que producía la tecnociencia podría mejorar las condiciones de vida en todo el mundo, erradicando para siempre la miseria material y cultural. Los grandes avances que se estaban produciendo les hicieron creer que la ciencia y la tecnología serían capaces de resolver todos los problemas con lo que tuviera que enfrentarse el ser humano. Sin embargo, este optimismo se fue desvaneciendo a medida que se vieron cada vez más claras las consecuencias negativas a las que nos hemos referido antes. Hoy en día no podemos ser ingenuamente optimistas, pues debemos tener muy presente que la ciencia y la tecnología no lo pueden todo. Pero tampoco se trata de caer en un pesimismo inoperante, sino de corregir las consecuencias negativas del desarrollo científico-técnico y económico con ayuda de la propia ciencia. Dado que los conocimientos científicos son el producto de un proceso en el que han participado miles de personas a lo largo de la historia, parece justo que los beneficios que se derivan de dichos conocimientos sean disfrutados por toda la humanidad. Los viajes a la Luna y la construcción de plataformas espaciales requieren grandes inversiones económicas que no siempre revierten en beneficio de todos, sino que se usan por parte de las potencias mundiales para asegurar su dominio sobre los restantes países. Sin embargo, la investigación científica es una actividad muy costosa. Se necesitan investigadores bien formados, y los medios materiales como laboratorios, aparatos o bibliotecas son complejos y caros. Por esta razón, los países y las empresas que invierten en investigación se fijan unas metas muy claras y concretas, intentando rentabilizar al máximo esta actividad. En consecuencia, el fin último que se persigue al poner en marcha un proyecto de investigación no siempre es el bien de todos, sino a menudo defender los intereses políticos y económicos de los gobiernos o de las empresas que lo financian. Del mismo modo, en muchas ocasiones no se tienen en cuenta las consecuencias negativas ni los riesgos que se derivan de realizar ciertas investigaciones o de usar determinadas tecnologías. Es preciso recobrar un protagonismo de los ciudadanos en aquellas cuestiones en las que están en juego la vida de las personas, las libertades ciudadanas o la protección del medio ambiente. Todos nos vemos afectados por las decisiones que puedan tomar los expertos y, por tanto, no debemos dejarlas totalmente en sus manos. Los ciudadanos tenemos que asumir nuestra parte de responsabilidad en todos estos temas: informándonos seriamente sobre ellos, participando en el debate público y en la toma de decisiones sobre asuntos como el uso de la energía atómica, las aplicaciones de la ingeniería genética, la utilización de los medios de comunicación de masas y los medios informáticos, etc. Vivimos rodeados de grandes inventos basados en los avances de la ciencia, como el teléfono, la televisión, los ordenadores y las redes telemáticas. Estos adelantos pueden ayudarnos a hacer nuestra vida más libre, cómoda y grata, o por el contrario pueden servir para mantenernos en un dócil sometimiento a ciertos poderes económicos, políticos, ideológicos, que nos controlan y manejan por medio de esos mismos artefactos. Por tanto, si queremos preservar nuestra intimidad personal, nuestra autonomía y nuestra memoria colectiva, es necesario estar muy vigilantes. No basta con que existan leyes que prohíben la utilización abusiva de esos medios técnicos, sino que hace falta crear en nosotros la mentalidad de que los avances científicos tienen que estar al servicio de una mayor calidad de vida para todos. Y “todos” no significa “los ciudadanos de los países ricos”, sino todas las personas que pueblan la Tierra y también las generaciones futuras. PREGUNTAS: 1. La ciencia y la técnica abren un sinfín de posibilidades. ¿Son todas ellas moralmente aceptables? ¿Es verdad que la ciencia siempre proporciona una vida mejor? 2. ¿Es posible limitarse a buscar la verdad y desentenderse de las consecuencias que se puedan producir? ¿No debería bastar que el investigador buscara la verdad para que su trabajo fuera moralmente legítimo? ¿Por qué la ciencia y la técnica no son saberes neutrales? 3. Escribe cinco descubrimientos que demuestren que “saber es poder”. Por ejemplo: “Cuando los humanos inventaron técnicas para encender fuego, pudieron defenderse mucho mejor de las fieras”. 4. ¿Cuáles son las dos pretensiones básicas de la ciencia? 5. ¿Puede concebirse hoy una ciencia sin aplicaciones prácticas en la vida cotidiana? 6. Los avances científico-técnicos ¿benefician a toda la humanidad? ¿Cuáles son los principales obstáculos para que la ciencia y la técnica beneficien a todo el mundo? 7. ¿Cómo podemos los ciudadanos controlar algo que desconocemos casi totalmente como es la investigación científica?