PENSAR LA LABOR DOCENTE

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PENSAR LA LABOR DOCENTE
(Autorreflexión )
*Carmen Mendoza Pastor
Resumen
Cuando se habla de mejorar la docencia es obligado pensar en los profesionales de la
educación y sobretodo en la dignificación de la profesión, por lo tanto, la presente reflexión
pone de manifiesto esta necesidad urgente. En el texto se hace un intento por clarificar el
porqué es fundamental esta revaloración, desde donde abordar la compleja dignificación
docente y comprender que esta tarea involucra a varios actores, desde el Estado hasta los
mismos maestros, y que sólo podrán darse verdaderos cambios sí, y solo sí, el docente
asume su compromiso como eje transformador de la sociedad.
Introducción
Hoy la realidad, económica, social y política que vive la sociedad mundial y de México en
particular, la creciente desigualdad social, la destrucción ambiental, la inestabilidad
financiera, el estancamiento intelectual, cultural y educativo, por donde transita la sociedad
mexicana, junto con los problemas de desempleo, pobreza, informalidad, narcotráfico,
migración, inflación, corrupción, impunidad, inseguridad, pérdida de valores; son algunos
de los problemas que agobian a la sociedad actual y que seguramente estaremos
enfrentando a lo largo del presente siglo.
Ante esta problemática la educación está llamada a asumir su compromiso, para lograr esa
transformación profunda que le permita enfrentar con éxito las amenazas incertidumbres
y turbulencias económicas, sociales y políticas que la realidad impone.
Esta realidad económica nos ha hecho presas del mercado, del individualismo, nos ha
sometido, nos ha hecho carecer de ese carácter social que debemos tener los seres
humanos, nos ha despojado de lo más preciado: la libertad, la libertad tanto desde el ámbito
ontológico como desde el ámbito existencial. Ante esto debe ser el propio docente quien
vislumbre el lugar que ocupa en la sociedad, cómo puede ayudar a sus alumnos a
emanciparse, si él mismo está vacío de este contenido, si está sometido, maniatado, se ha
convertido en un obediente silencioso. Bajo este control, cómo puede ayudar al otro, si él
mismo no es capaz de tomar una decisión, no es capaz de disentir, de manifestarse con
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aquello con lo que no está de acuerdo, con aquello que lacera a la sociedad. Un docente
debe tener el valor para manifestar sus ideas, discrepar con lo que se deba o tenga que
discrepar, hacerse oír, y exigir el derecho a ser escuchado. Ser docente es aprender y
enseñar a sus alumnos a respetarse y a amar la vida, así como a hacerse responsable de sus
decisiones, sólo en este sentido el docente puede iniciar su dignificación como profesional
de la enseñanza.
Esta reflexión es con la única finalidad de pensar y repensar nuestra labor docente, de
conocer y aceptar los retos que nos impone el siglo XXI, y con ello, acompañar en este
devenir a los que nos ocupamos de esta noble profesión y que a pesar de los dilemas e
incertidumbres que vive ésta, debemos sobreponer nuestra dignidad tanto intelectual y
como profesional. Es decir, somos nosotros y solo nosotros quienes debemos dignificar esta
labor fundamental en beneficio del desarrollo de la sociedad.
Objetivos
- Reconocer la labor del docente como elemento fundamental de una transmisión de
saberes.
-Comprender que la educación es un proceso formativo donde se construyen esquemas de
conocimiento para transformar la realidad.
- Que el docente valore el papel de la educación como práctica de la libertad.
- Que el docente tome conciencia de la dignidad de su labor.
Metodología
a) Identificar el tema sobre el que se desea hablar
b) Buscar información en distintas fuentes
c) Identificar la información
d) Seleccionar la información
e) Construir a partir del análisis y la reflexión una postura crítica
Desarrollo o problemática
Si bien es cierto que en el pasado la figura del maestro ha sido relevante, en la época actual,
ésta se convierte en parte esencial del sistema educativo, ya que tiene una función
fundamental: Formar ciudadanos y trasmitir saberes a las nuevas generaciones. Sin
embargo, la imagen que ahora se tiene del maestro es una imagen devaluada, depreciada,
empobrecida; son algunos de los calificativos, atrás quedó la imagen respetada, admirada
y venerada del maestro; de ahí el interés de poner en estas líneas una reflexión para
rescatar o dignificar el quehacer docente, de ahí la importancia de que sea el propio docente
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quien debe reconocer la historicidad de él mismo, el devenir del quehacer docente, sólo a
partir de reconocerse, podrá comprender y reconstruir lo vigente de su labor, que descubra
o redescubra y asuma su rol dentro de los retos que a la educación le exigen los acelerados
cambios económicos, científicos y tecnológicos, para que de manera comprometida
contribuya a las actualizaciones y enriquezca, según las nuevas exigencias, a la tarea
educativa, y pueda hacer frente a esta nueva realidad.
Al ser él el garante de sus actos y asumir un compromiso como ser humano, como
ciudadano y como docente, podrá cumplir con su responsabilidad de ayudar a independizar
al otro. Debemos comprender que la educación es una labor ardua, nada fácil en tanto es
una vocación; en este sentido si el docente es capaz de encontrarse, podrá ayudar al otro a
encausarse como ser humano libre y con conciencia responsable para transformar esta
realidad.
Sólo si la labor del docente remira su función, la cual deberá cumplir en la medida de lo
posible a: Enseñar y producir conocimientos, reproducir cultura, impulsar una cultura del
trabajo académico que valore justa y equitativamente el quehacer docente, formar
ciudadanos que se conduzcan con dignidad y ética, ciudadanos solidarios con el bienestar
común, pero sobre todo, a enseñar vida.
Hay voces que plantean que la educación en México sufre un gran desprestigio y que
dignificarla implica, entre otras, recordar y clarificar los ideales que persigue. Luego
entonces, será necesario aclarar el concepto de “dignidad” (1) y preguntarnos ¿por qué hay
que dignificarla?, ¿cuándo perdimos los docentes la dignidad?, ¿por qué la perdimos?,
¿cómo la perdimos?, y sobre todo ¿cómo podremos recuperarla?
Ante lo anterior, los docentes deben preguntarse cómo están llevando a cabo su labor, ¿cuál
es el compromiso que han asumido para con sus alumnos como eje transformador?, ¿cómo
vislumbran que es a partir de la educación que pueden orientar a buscar nuevas
alternativas?, ¿cómo aterrizan en su práctica docente lo planteado en la currícula?, éstas y
otras interrogantes sin duda alguna habrá que buscarles respuestas; mientras tanto, las
preguntas aquí planteadas en un primer momento deben orientar el análisis y la reflexión
del papel o responsabilidad que un docente tiene en la decadencia o progreso de la
educación. En este sentido, sólo si se está dispuesto a hacer una autorreflexión o un
autoanálisis, será entonces que se puede vislumbrar un posible reencauzamiento de la
práctica docente, donde el maestro deberá estar dispuesto a romper las inercias, atreverse
a soñar y a mantener un rechazo frontal a la educación simulada del presente.
Lo anterior hace necesario que los docentes tengan la capacidad para enfrentar los desafíos
que esté presente utilitario e individualista impone, el arrojo para contribuir a que la
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sociedad escape de esa ignorancia, recrear anhelos y aspiraciones que nos permitan
restablecer la búsqueda de conocimientos y contribuyan al rescate de los valores. Pero
sobretodo, se necesita amar la profesión, solo así se estará en la disponibilidad para
impulsar los cambios necesarios para dignificar la práctica docente.
Que lo anterior es complejo, sin duda alguna; nada fácil, totalmente de acuerdo; pero si
estamos convencidos y tenemos el compromiso de que la labor docente es urgente
dignificarla, entonces debemos tener el valor y claridad para reconquistar nuestra propia
libertad, la cual consiste en recuperar nuestra capacidad de reflexión y de emancipación.
Esta libertad permitirá aumentar las posibilidades de construir un futuro mejor donde todos
los que habitamos esta sociedad contribuyamos a su civilización.
Entonces, la labor de los maestros debe ser un acto de entrega, de sacrificio, de valor,
estaremos de acuerdo con que de ella depende la grandeza de un país, y sobre todo, de una
sociedad más humana o, como afirma el filósofo José Antonio Marina, que “los maestros
somos los profesionales de la esperanza”, sin esperanza no hay tarea educativa que valga
la pena.
Por otro lado es necesario reconocer que el avance científico tecnológico representa, sin
duda alguna, un avance sin precedente, el cual nos permite llegar a conocimientos jamás
imaginados. La ciencia ha avanzado a conocimientos que nos facilitan la vida y permiten
hacer miles de cosas, y sin duda alguna, también podrá contribuir para hacer más grata y
más productiva la labor académica, pero jamás podrá substituir esa relación viva y noble
que se establece entre maestro y discípulos. Es necesario reiterar que sólo el ser humano,
y en específico, la relación alumno- maestro, es capaz de poner un ingrediente característico
a la comunicación de aprendizaje; me refiero a la emoción. Sin emoción y compromiso la
labor del maestro, tarde o temprano, será estéril e irrelevante (2).
Todo lo anterior obliga al docente a conquistar o a reconquistar su libertad; esta es una
tarea difícil y necesaria, pero sobretodo urgente, la cual se debe buscar día a día y en cada
espacio de nuestra vida, es un derecho y una obligación que tenemos los docentes para que
de esta manera podamos ayudar a los alumnos a emanciparse de las ataduras que impone
el sistema económico, condición que baja a través del sistema educativo para normar
mentes y criterios y para generar individuos sumisos, indiferentes ante los problemas
económicos y sociales. De esta manera los maestros estamos contribuyendo a reproducir
el sistema económico y político, he ahí la importancia de la toma de conciencia del quehacer
docente, donde la educación debe contribuir a dotar de los instrumentos necesarios para
que los estudiantes conquisten su libertad y reencuentren el dominio de sí mismos, sean
analíticos y reflexivos de los momentos difíciles que vive la sociedad y asuman un
compromiso dada su conciencia social, ¡vaya tarea que tenemos los maestros!, pero si no
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somos los maestros y el espacio educativo donde se reflexione, entonces, ¿dónde podrá
ser?.
Cuando la labor del maestro claudique, cuando pierda la esperanza, cuando no encuentre
cómo transmitir el sentido de la vida, entonces esta labor dejara de tener sentido para él y
la sociedad estará condenada al ocaso.
Conclusión
Ante lo planteado anteriormente, la educación es un desafío y una tarea compleja; y he ahí
la urgencia del porqué el docente debe reflexionar sobre sí mismo y sobre su labor
educativa. La educación es una tarea permanente, compleja, sujeta a las presiones de la
ideología dominante, más aún si sobre todo de manera consciente nos oponernos al
vaciamiento de nuestra cultura y al despojo de nuestra dignidad.
Si la educación es el espíritu de una nación, los maestros no podemos asumir una posición
pasiva e indiferente ante los atropellos y agresiones a la sociedad, al magisterio y a los
mismos estudiantes, habrá que tomarla como tarea propia y defenderla; la solidaridad
juega un papel importante a la hora de asumir conciencia para revalorar el papel y el rol
social de los docentes.
El rezago educativo no se resolverá con una reforma educativa que lejos de mejorar la
calidad y el desarrollo de capacidades de aprendizaje, es una reforma que lacera las
condiciones laborales del magisterio, volviéndolas más precarias y lejos está de contribuir
al mejoramiento de la educación. Por el contrario, se profundizará el desastre del sistema
educativo nacional y las condiciones en las que viven miles de maestros. No podemos
aspirar a un mejor México si no resolvemos el papel de la educación y sobre todo es
fundamental revisar las condiciones de vida y de trabajo de los maestros.
Luego entonces es urgente:
-
Una reforma con un modelo educativo que revierta el histórico descuido de la
educación.
Un plan de educación acorde a las necesidades del país, con un enfoque que
favorezca ciertos valores urgentes en un país hundido en la violencia y la impunidad.
Buscar los mecanismos de beneficios y exigencias, que vayan más allá de la
evaluación.
Fortalecer la figura del maestro como un actor decisivo para el futuro de la sociedad,
que lo empodere con confianza y orgullo.
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Revaluar la tarea del maestro es un compromiso de todos, autoridades, ciudadanía y, pero
sobretodo, del propio maestro, quien haciendo lo que debe y sabe hacer, lo que le toca
hacer, hasta dónde lo puede hacer, solo así podrá dignificar su labor.
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1) La dignidad es “la cualidad de digno e indica, por tanto, que alguien es merecedor
de algo o que una cosa posee un nivel de calidad aceptable”
2) Irrelevante: que carece de importancia.
Bibliografía
http://www.significados.com/dignidad/
Didriksson T, A. Un desastre, sistema educativo en México
https://www.google.com.mx/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=1&espv=2&ie=UTF8#q=un+desastre+educativo+en+mexico+axel+didriksson
Barrios del villar, J. Dignificar a los maestros es fundamental para crecer como país.
http://pijamasurf.com/2013/09/dignificar-a-los-maestros-es-fundamental-para-crecer-como-pais/
Tres dimensiones de la docencia
http://www.seg.guanajuato.gob.mx/Ceducativa/CDocumental/Doctos/2013/Abril/10/TresDimensionesDeLa
Docencia.pdf
Ética del docente
http://www.ub.edu/obipd/docs/etica_del_docente._nerkisa._iraimaa..pdf
Velázquez, M, R.
Dignificación de la profesión docente. Dichos y Hechos.
http://repository.lasalle.edu.co/bitstream/10185/1521/1/85052233.pdf
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