¿Falta de fundamentos? ¿Qué fundamentos? Cuando los resultados esperados no se alcanzan reaccionamos de muy diversas maneras. Una competencia es una comparación con otros y la gran mayoría de las veces, cuando un equipo es superior a otro, gana, mientras que el otro pierde. Las causas de las victorias y derrotas en un deporte complejo como el Básquetbol, generalmente, son variadas y resisten un tratamiento simplista, al que se tiende casi naturalmente. Cuando para explicar una derrota buscamos un chivo expiatorio o trasladamos las culpas en terceros, seguramente no estaremos atendiendo a las múltiples causas de determinado rendimiento. Un equipo puede ser superior a otro porque tiene jugadores más capacitados técnicamente, o más fuertes, o más rápidos, o con mejor capacidad de salto, o más inteligentes, o con más experiencia, o mejor equipados tácticamente utilizando diversos y eficaces sistemas de juego, o porque dominan los conceptos de juego en un nivel superior, o porque su entrenador tomó decisiones más oportunas o encontró respuestas más apropiadas en determinado momento del juego, o.... Hemos dicho ya muchas veces que los resultados en las competencias internacionales tienen una relación directa con el nivel de juego de las competencias internas y es por eso que los entrenadores nos preocupamos, para que los torneos locales sean mejores cada día y que constituyan verdaderas instancias de formación y crecimiento para nuestros jugadores. Si nos guiamos por lo que nos dicen los dirigentes deportivos, todos los clubes trabajan intensamente e invierten mucho dinero en la formación de jugadores. No conocemos un sólo dirigente que diga lo contrario. Lamentablemente, sabemos que eso no es así y que son pocas las instituciones que pueden ofrecer la cantidad necesaria de horas de gimnasio para atender a las seis categorías de las divisiones formativas, disponer de horas libres de gimnasio tan necesarias para el entrenamiento de los lanzamientos, los mejores entrenadores, preparadores físicos, atención médica, etc. La casi totalidad de los chicos de nuestra U16 juegan, precisamente, en esos equipos que disponen de las mejores condiciones, cuyos entrenadores han sido destacados merecidamente por su capacidad para formar jugadores, aunque sólo jueguen una media docena de partidos por año con final incierto o que se definen por escaso margen. Cuando escucho decir que a nuestros jugadores les faltan fundamentos técnicos, me pregunto qué tipo de fundamentos, porque observo constantemente a entrenadores que ponen mucho énfasis en la ejecución técnica, repitiendo infinidad de veces determinados movimientos de maniobras individuales, muchísimo más que lo que considero correcto. Nuestros entrenadores, en general, insisten en el desarrollo técnico individual como premisa fundamental para el mejoramiento del rendimiento en un deporte COLECTIVO, como el Básquetbol. Ese afán obsesivo por la eficiencia, basado en la tradición tecnicista de la enseñanza, se fundamenta en la dimensión biomecánica del cuerpo (el cuerpo máquina) y en aportes de la psicología, en especial de la corriente conductista. Enseñar, de acuerdo con esta tradición, consiste en la fragmentación de la información en partes separadas para luego aplicar una repetición numerosa. Esa fragmentación de la tarea en una serie de pasos simples, rutinarios, mecánicos (las conocidas “progresiones de enseñanza”), parecería tan lógica, tan racional, tan incuestionable, que no admitiría la más mínima oposición. Se compara al aprendiz con un computador y de acuerdo con esa metáfora, el entrenador debería programar al deportista (computador), cargarlo con las herramientas o informaciones necesarias y las respuestas de aquél serían las adecuadas. Pero un equipo deportivo presenta una intrincada red de relaciones influenciada por infinidad de motivaciones (económicas, sociales, éticas, espirituales), el jugador es en sí mismo una unidad compleja como ser biológico, psicológico, afectivo, emocional, social. Todo ello además debe considerarse en la situación de lucha o confrontación con un equipo rival y con la profusa cantidad de elementos técnicos y tácticos que se utilizan para conseguir el objetivo del juego: el triunfo en la competición. Por eso, la enseñanza de la técnica debe estar unida fuertemente a la táctica de la competición, contextualizada a situaciones propias del juego. Las acciones técnico - tácticas son una unidad orgánica por lo que el proceso de enseñanza debe atender en forma conjunta los aspectos, físicos, psíquicos, técnicos y tácticos. El deportista de un deporte colectivo recibe infinidad de estímulos, por lo que va a priorizar lo que juzga pertinente, interpreta y organiza la información que recibe, otorgándole un significado que puede ser diferente al de otros deportistas en la misma situación. Cuando un jugador de un deporte colectivo va a realizar una acción propia del deporte debe considerar: Acciones tácticas conocidas Decisiones de los oponentes que aún desconoce Situaciones variables, previstas e imprevistas Implica una drástica disminución del tiempo disponible. Espacios más o menos reducidos Situaciones de decisiones y ejecuciones complejas La capacidad de los deportistas para percibir, evaluar, destacar y reelaborar urgentemente la información que surge del propio juego, dependerán en gran medida sus respuestas y el éxito de las mismas y, por consiguiente, el resultado de la competencia. En los deportes colectivos esta capacidad es mucho más importante que la capacidad técnica del jugador. Esto refiere al concepto de la INTELIGENCIA MOTRIZ DEPORTIVA. Las personas inteligentes en otras áreas del conocimiento, muchas veces no lo son en el deporte. Podemos definir ese concepto como: La capacidad de resolver situaciones mejor que otros. La capacidad de estar en el lugar oportuno en el momento oportuno. Mejor utilización de las técnicas, tácticas y estrategias. Adecuación de las acciones a las peculiares situaciones de juego. Enseñar estas capacidades no se puede realizar con una metodología conductista. Para enseñar los conceptos de juego deben utilizarse otras estrategias que demanden una mayor implicancia en la toma de decisiones por parte del sujeto que aprende. Por algo será que Phil Jackson dice: “En el centro de mi visión estaba el conseguir que los jugadores pensasen más por sí mismos.” Algo que sin dudas logró Gregg Popovich que refiriéndose a unas decisiones de Manu Ginóbili en la semifinal de la NBA, dijo: “Hace tiempo que no lo dirijo”. Yo creo que los chicos chilenos tuvieron más capacidad para resolver situaciones mejor que los nuestros, tuvieron más capacidad de estar en el lugar oportuno en el momento oportuno, utilizaron mejor las técnicas, tácticas y estrategias del juego y supieron adecuar sus acciones a las demandas de las particulares situaciones que les ofreció el juego. También es cierto que mostraron superior destreza para lanzar al cesto... Por eso creo que el resultado (score) fue benévolo con nuestro equipo y sólo se justifica por su capacidad de sacrificio y gran amor propio. Los entrenadores uruguayos debemos reflexionar sobre estos temas y empezar a cambiar nuestras prácticas. Alberto Espasandín