LUGAR Y NO-LUGAR: UNA OPOSICIÓN CERCANA A LA FALACIA

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Revista Boletín de Geografía Nº32
Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación
LUGAR Y NO-LUGAR: UNA OPOSICIÓN CERCANA A LA FALACIA.
Aportes a las características conceptuales de ambas categorías de análisis del
espacio geográfico.
JOCELYN MALDONADO GARAY
[email protected]
RESUMEN
El siguiente artículo fue tomado del marco teórico utilizado en el seminario de titulo
denominado, Ciudad y poder: el orden social como pasajero incógnito del Ferrocarril
Metropolitano (METRO) de Santiago. El cual nos acerca conceptualmente al lugar como
categoría de análisis del espacio geográfico, abriéndose a su vez a una nueva categoría
de análisis del espacio en un concepto que viene de la antropología, el no- lugar,
mediante una revisión conceptual de los términos.
Palabras Claves: lugar, espacio, identidad, sobre modernidad (posmodernidad), nolugar.
ABSTRACT
The following article is taken from the theoretical framework used in the title seminary
called City and power: the social order as an unknown passenger of the
Metropolitan Railroad (Metro) of Santiago. Which puts us conceptually closer as
cathegory of analysis of the geographycal space, opening at the same time a new
cathegory and analysis of the space in a concept that comes from the anthropology, noplace, through a conceptual review of the terms.
Keywords: place, space, identity, about modernity (post modernity), no-place
ACERCA DEL LUGAR.
Una de las categorías de análisis del
espacio geográfico más recurrentes en
los estudios geográficos de las últimas
décadas se relaciona con el lugar, pues
se trata de un concepto que atañe a las
subjetividades y las relaciones de los
individuos dentro del espacio. En este
sentido, a partir del lugar podemos
estudiar y analizar el espacio geográfico.
Del mismo modo, hace unas cuantas
décadas atrás, ha penetrado en el
análisis del espacio geográfico un nuevo
concepto
proveniente
de
la
antropología, siendo motivo de diversos
debates al momento de validarlo o no
como tal. Hago referencia al no-lugar.
Este concepto, tiene como mentor al
antropólogo francés Marc Auge,tomando
importancia para la disciplina geográfica
mediante
los estudios culturales en
Geografía (la escuela de Birmingham
principalmente, asociada desde luego a
los análisis posmodernos). Sin embargo,
Revista Boletín de Geografía Nº32
es un tema poco estudiado por la
disciplina misma. Pero que es necesario
traer a colación dentro de los estudios
geográficos debido al cambio físico y
espacial que ha presentado la sociedad
durante las últimas décadas. En
particular, desde la permuta en el
patrón de acumulación capitalista y con
ello la penetración de las relaciones
sociales de producción a los distintos
ámbitos de nuestra vida, todo lo cual se
manifiesta y materializa en el espacio
geográfico.
Por lo tanto, es
imprescindible
la creación y la
validación de nuevas categorías de
análisis como está; la del no- lugar, con
el objeto de ayudarnos mediante la
conceptualización, a la compresión y al
análisis de la sociedad que somos
contemporáneos y habitantes.
De este modo, el citado autor, para
explicar y significar que entiende por
no-lugar, recurre a un barrido de
cualificaciones para hacernos entender
que es primeramente, en rigor, el
concepto de lugar. Él nos propone que el
lugar se caracteriza por los nexos
identitarios entre los individuos y el
“lugar” que habita. De este modo los
lugares se consideran identificatorios,
relacionales e históricos. Visto así, el
lugar es en esencia sinónimo de
identidad: “nacer, es nacer en un lugar,
es tener destinado un sitio de
residencia”1. Constituyéndose desde
esta perspectiva como parte de la
identidad individual. Del mismo modo,
las experiencias de vidas personales van
llenando de identidad ciertos lugares en
el espacio llenándolos de contenido y
emociones.
1
Marc Augé, Los no lugares, espacios del
anonimato: una antropología de la sobre
modernidad. Editorial Gedisa. Año 2000
Barcelona. Pág. 59
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La
segunda
característica
recién
mencionada del lugar, es que este es
relacional. Pues los distintos elementos
que constituyen el lugar se relacionan
entre sí sin necesidad de superponerse.
En una población, por ejemplo, las
reglas de conducta que se le imponen a
un niño, o las pautas de conducta de
éste en relación con el espacio, son
distintas a las de un adulto, más se
relacionan entre si y coexisten.
Junto a lo anterior,
el lugar lleva
también implícito una raíz de orden
histórico. Marc Augé propone que: “el
lugar lo es necesariamente, a contar del
momento en que, conjugando identidad
y relación, se define por una estabilidad
mínima. Por aquellos que viven en él
pueden reconocer allí señales que no
serán objeto de conocimiento. El lugar
antropológico, para ellos, es histórico,
en la exacta medida que escapa a la
historia como ciencia.” 2
En este sentido, la historicidad del lugar
no radica únicamente en la validez
científica que pueda darle la ciencia
historiográfica, sino que además se hace
relevante el carácter histórico que
puede alcanzar un lugar según las
experiencias personales e individuales
de quien habita tal o cual lugar, pues si
bien “la casa de mi abuelo” no es
relevante historiográficamente, si lo es
para “mi la familia”.
Además, en
conjunto a otras experiencias colectivas
e individuales que se dan en
determinado
lugares
como
las
subversiones del mismo espacio, que al
fragor del recuerdo o la memoria,
pueden
tener
una
trascendencia
histórica relevante permitiendo de este
modo el traspaso de la experiencia
personal a la ciencia social.
En esta misma línea, el autor A.C
Castrogiovanni nos sugiere que: “Lugar
2
IBID.
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es una porción de espacio apropiable
para la vida; es vivido reconocido y
posee identidad… es en esencia un
producto humano que se produce y
reproduce en la relación entre el
espacio y la sociedad, entre lo singular y
lo colectivo. Esta relación establece las
bases para la creación de una identidad
propia de la comunidad del Lugar. La
identidad se da por medio de formas de
apropiación que originan otras formas
establecidas por los sujetos. Guarda en
si el movimiento de la vida en cuanto a
dimensión del espacio-tiempo, pasado y
presente”3
En esta cita, vemos nuevamente la
triada identidad- relacional- histórico.
En este sentido el lugar se constituye
como una construcción desde las
relaciones
sociales
humanas,
es
producto de ellas y del diálogo entre los
hombres, y el resto de los seres que lo
componen: la relación del hombre con la
naturaleza y su entorno, entendida en
ella a todos los seres vivos que la
conforman y los elementos de la misma.
Estas relaciones van produciendo la
identidad de los sujetos del Lugar. “Este
proceso se conoce como las relaciones
sociales que se materializan en las
vivencias garantizando la construcción
de una red de significados y sentidos, es
decir comunicación.”4 En esta misma
línea entonces, el lugar es en parte la
unión
de
los
sujetos
en
la
complementariedad de las diferencias
generando un espacio que da cabida a lo
heterogéneo pero con cualidades a su
vez definidas sobre su identidad y su
historia. En este sentido, múltiples
pueden ser los lugares al interior de una
3
, Antonio Carlos Castrogiovanni. Lugar, no
lugar y entre lugar: los ángulos del espacio
turístico. En
http://www.cieturisticos.com.ar/V16.pdf. Pág.
16.
4
IBID.
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ciudad
y
hacen
necesariamente
referencia al sentimiento de topofilia
que se siente para con estos espacios.
Son lugares por ejemplo, las diferentes
poblaciones, los barrios de una ciudad,
algunos espacios universitarios, plazas,
parques, etc. Espacios donde las
relaciones sociales están más ligadas a
lo emotivo y familiar, que
a lo
económico y comercial.
CARACTERÍSTICAS Y DIFICULTADES DEL
NO –LUGAR
Ahora bien, si definimos al lugar como
“lugar de identidad, relacional e
histórico, un espacio que no puede
definirse ni como espacio de identidad
ni como relacional ni histórico definirá
un no-lugar…es decir, que no son en sí
espacios antropológicos ” 5
A simple vista puede vislumbrarse el nolugar como una contraposición del lugar,
más la verdad es que se trata de un
concepto más complejo que esta
primera simple apreciación, que a su vez
se trata de una definición superficial y
que puede llevarnos a confusiones. Por
lo tanto, comenzaremos estableciendo
las cualidades visuales de este espacio,
con lo que daremos cuenta de sus
formas funcionales a la sociedad
neoliberal.
Las características relevantes del nolugar derivan de lo que Augé propone
como la sobre-modernidad, (entendida
esta como al periodo posterior a la
modernidad
o
posmodernidad),
productora de no lugares, de ciertos
constructos que no integran lugares
antiguos, ni lugares de memoria.
Auge nos habla de esta sobremodernidad entendiéndola
como un
5
Op.cit. Los no lugares, espacios del
anonimato: una antropología de la sobre
modernidad Pág. 83
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mundo donde: “se nace en la clínica y
donde se muere en el hospital, donde se
multiplican, en modalidades lujosas o
inhumanas, los puntos de tránsito y las
ocupaciones provisionales (las cadenas
de hoteles y las habitaciones ocupadas
ilegalmente, los clubes de vacaciones,
los campos de refugiados, las barracas
miserables destinadas a desaparecer o a
degradarse progresivamente), donde se
desarrolla una apretada red de medios
de transporte que son también espacios
habitados, donde el habitué de los
supermercados, de los distribuidores
automáticos y de las tarjetas de crédito
renueva con los gestos del comercio "de
oficio mudo", un mundo así prometido a
la individualidad solitaria, a lo
provisional y a lo efímero, al pasaje,
propone al antropólogo y también a los
demás
un
objeto
nuevo
cuyas
dimensiones inéditas conviene medir
antes de preguntarse desde qué punto
de vista se lo puede juzgar.”6
En
este
extracto
esencial
del
pensamiento de Augé, se nos muestra
las características de la sobremodernidad, donde a su vez, la
espacializa bajo la conceptualización de
no-lugares, como espacios producidos
por esta sobre modernidad. Justificando
entonces el estudio de un nuevo
concepto en la antropología, pero que
nosotros tomaremos desde la geografía.
Debemos dejar en claro, antes de pasar
a la caracterización propiamente tal de
este concepto, que la aparente
oposición entre lugar y no-lugar es más
bien falsa, pues nunca un lugar es
completamente un lugar y nunca un nolugar se puede definir completamente
como tal. “Un no lugar existe igual que
un lugar: no existe nunca bajo una
forma pura; allí los lugares se
recomponen,
las
relaciones
se
reconstituyen; las "astucias milenarias"
6
IBID.
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de la invención de lo cotidiano y de las
"artes del hacer" de las que Michel de
Certeau ha propuesto análisis tan
sutiles, pueden abrirse allí un camino y
desplegar sus estrategias. El lugar y el
no lugar son más bien polaridades
falsas: el primero no queda nunca
completamente borrado y el segundo no
se cumple nunca totalmente: son
palimpsestos donde se reinscribe sin
cesar el juego intrincado de la identidad
y de la relación.”7 En este sentido, un
lugar puede ser invadido por el no lugar
y viceversa, según la individualidad que
lo transite. Así, para el cajero de un
Banco, que genera sus relaciones
sociales cotidianas en ese espacio,
puede que sus experiencias individuales,
lo transformen en un lugar, no así para
un cliente, para el que el banco se
transforma en un lugar de paso. Pese a
ello, el no- lugar tiene características
propias
y
estructurales
que
lo
diferencian del lugar. Augé nos propone
una serie de particularidades para
reconocer las características esenciales
y poder identificar los llamados no lugares, características que revisaremos
a continuación.
Lo primero que podemos observar e
identificar en los no lugares es una
marcada utilización de textos que van
suprimiendo y suplantando, la expresión
y comunicación oral de y entre las
personas, de modo tal que dichos
espacios se limitan y “se definen por las
palabras o textos que nos proponen su
modo de empleo, en suma, que se
expresa según los casos de modo
prescriptivo (tomar el carril de la
derecha"),
prohibitivo
("prohibido
fumar") o informativo ("usted entra en
el Metro") y que recurre tanto a
ideogramas más o menos explícitos y
codificados (los del código vial o los de
las guías turísticas) como a la lengua
7
IBID pág. 84
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natural”8. De este modo son puestas las
condiciones de circulación por dichos
espacios, (carreteras, supermercados,
aeropuertos, etc.) donde se considera
que los individuos interactúan solamente
con los textos que representaran a las
personas “morales” o las instituciones
que se ven simbolizadas o explícitas tras
los mensajes, anuncios o mandatos que
hay detrás de cada afiche publicitario,
cartel o pantalla. A esta característica la
llamaremos invasión del espacio por el
texto.
En el Metro (Ferrocarril Metropolitano)
de Santiago, por ejemplo, este dialogo
de los individuos con los textos que
representan instancias impersonales es
claro, basta recordar una simple frase
“mi metro, tu metro”, o “no traspase la
línea amarilla”. Otra muestra claro de
estos no lugares son las autopistas.
Éstas nos van indicando durante todo el
trayecto tal o cual lugar, donde el
paisaje toma sus distancias y pareciera
ser que el viajero debe contentarse con
sentir que pasa cerca de tal o cual lugar,
o más bien, cambiar el paisaje por la
lectura de él. Esto se explica en parte
por la idea de la compresión del espacio
-tiempo, que plantea Harvey (1989),
donde el espacio es comprimido en
función del tiempo, a modo de permitir
que el traslado de flujos se vuelva más
rápido y expedito con lo cual se acelera
la generación de plusvalía, y con ello su
producción. Un claro ejemplo de esto lo
observamos en la construcción de largas
carreteras que conectan la travesía de
un país, volviendo mucho más expedito y
rápido el viaje. Antaño los caminos
irrumpían la vida cotidiana al pasar
dentro de los pueblos, más hoy, los
caminos se comportan como una suerte
de banda ancha que une extremos,
obviando los intermedio.
8
IBID. Pág. 100
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Otro ejemplo de esta
invasión del
espacio
por el texto la podemos
encontrar en los supermercados y las
grandes tiendas, donde el cliente circula
silenciosa e individualmente por los fríos
pasillos consultando las etiquetas para
saber precios de algún producto. Un
dialogo aun mas mudo es el que
mantiene cada cliente con su tarjeta de
crédito y la maquina distribuidora donde
a veces se observan enunciados como
“inserte correctamente su tarjeta”.
Para
estas instancias impersonales,
Marc Augé nos propone el siguiente
análisis: “las interpelaciones que
emanan de las rutas, de los centros
comerciales o del servicio de guardia del
sistema bancario que está en la esquina
de nuestra calle apuntan en forma
simultánea, indiferente, a cada uno de
nosotros ("Gracias por su visita", "Buen
viaje", "Gracias por su confianza"), no
importa a quién: son las que fabrican al
"hombre medio", definido como usuario
del sistema vial, comercial o bancario.
Esas interpelaciones lo construyen y
eventualmente lo individualizan: en
algunas
rutas
y
autopistas,
la
advertencia súbita de un letrero
luminoso (¡110!; 110!) llama al orden al
automovilista demasiado apurado; en
algunos cruces de rutas parisienses,
cuando se pasa un semáforo en rojo eso
queda automáticamente registrado y el
coche del culpable identificado por
foto.”9
Esta cita nos lleva a un gran punto,
tanto el lugar como el no-lugar se
construyen mediante relaciones con el
espacio. Tenemos a la vista entonces dos
formas distintas de relacionarse y de
identificarse en él: “Mientras que la
identidad de unos constituye un lugar
antropológico,
a
través
de
las
complicidades
del
lenguaje,
las
referencias del paisaje, las reglas no
formuladas del saber vivir, el no lugar
9
IBID. Pág. 104
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es el que crea la identidad compartida
de los pasajeros, de la clientela de los
conductores”10 De modo tal que
podríamos entender a los no lugares
como espacios propios donde se
materializan y
predominan las
relaciones y los roles económicos
funcionales al sistema, espacios creados
, para hacer las relaciones sociales de
producción más expeditas y donde sus
pasajeros se identifican con estas. En
este sentido el pasajero de los no
lugares solo encuentra su identidad, en
el control aduanero, en el peaje, en la
caja de un supermercado, o en la caja
registradora.
Asimismo, tras esta clientela de
identidad anónima pareciera haber un
cierto cobijo y una especie de alivio
ante la declaración de la identidad
personal de los pasajeros o usuarios de
estos no lugares, que por un momento
los individualiza del resto, en un acto de
reconocimiento particular
pero que
paradójicamente, en un acto repetitivo
con el resto de los individuos, lo sitúa
dentro de la misma masa uniforme. He
aquí una segunda
característica de
estos espacios, la relación contractual
que existe entre los individuos y el
espacio. Al respecto Augé nos dice que
“solo, pero semejante a los otros, el
usuario del no-lugar está con ellos (o
con los poderes que lo gobiernan) en
una relación contractual. La existencia
de este contrato se le recuerda en cada
caso (el modo de empleo del no lugar es
un elemento de eso): el boleto que ha
comprado, la tarjeta que deberá
presentar en el peaje, o aun el carrito
que empuja en las góndolas del
supermercado, son la marca más o
menos fuerte de todo eso. El contrato
tiene siempre relación con la identidad
individual de aquel que lo suscribe.”11
10
IBID.
11
IBID. Pág. 105
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Para acceder al Metro, por ejemplo, la
tarjeta Bip es nuestra demostración de
este contrato (que si bien aun no está
impresa en ella nuestra identidad no
está lejos de hacerlo, pues al menos en
la actualidad funcionan con un código
único que las hace identificables y solo
faltaría agregarle los datos personales
del cliente). En un bus lo sería un
boleto, en el Aeropuerto el pasaje más
el pasaporte, indispensable para las
diferentes transacciones. También al
comprar en una tienda o supermercado
con una tarjeta de crédito es necesario
demostrar y cuidar nuestra identidad
que es necesaria para llevar a cabo
dicha contratación, lo mismo el usuario
de la autopista. En Chile a través del
TAG se materializa esta contratación
donde el usuario está completamente
identificado, su RUT, su nombre,
dirección y teléfono. Lo que nos sitúa
frente a este anonimato aparente, que
se
desmiente
con
la
necesaria
declaración de la identidad en las
distintas contrataciones, más sin dejar
de ser un anónimo. Una tercera
característica se desprende de esta
necesidad de romper con el anonimato,
en palabras de Marc Augé que nos lleva
a la demostración de inocencia: “En
cierto modo, el usuario del no-lugar
siempre está obligado a probar su
inocencia. El control a priori o a
posteriori de la identidad y del contrato
coloca
el
espacio
del
consumo
contemporáneo bajo el signo del nolugar: solo se accede a él en estado de
inocencia. No hay individualización
(derecho al anonimato) sin control de la
identidad. Naturalmente, los criterios
de la inocencia son los criterios
convenidos y oficiales de la identidad
individual (los que figuran en las
tarjetas y están registrados en
misteriosos ficheros). Pero la inocencia
es también otra cosa: el espacio del no
lugar libera a quien lo penetra de sus
determinaciones habituales. Esa persona
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sólo es lo que hace o vive como
pasajero, cliente, conductor.”12
De este modo, observamos como el
sujeto queda sumido en una suerte de
placebo, pues por un lado se sume en las
alegrías pasivas de anonimato y por otro
se siente confortado al cumplir un rol y
a cumplirlo bien. De manera tal que el
individuo se encuentra solo consigo
mismo, más su identificación ya sea
como cliente o pasajero y la interacción
impersonal con los textos-paisaje, lo
individualiza y lo transportan a este
“letargo” del cumplir un rol, permitido,
y preestablecido. Rol que se ejerce
plenamente una vez comprobada la
inocencia que es necesaria para ser
usuario del no-lugar, idea que queda
más explicito en la siguiente cita en la
que Marc Augé ejemplifica con el Metro
parisiense: “esta pues claro, muy claro,
que en el metro cada cual “vive su
vida”, esta no puede vivirse en una
libertad total, no solo porque el
carácter codificado y ordenado de la
circulación del metro impone a cada
cual comportamientos de los que no
podría desviarse sino exponiéndose a ser
sancionado, ya por fuerza pública, ya
por desaprobación más o menos eficaz
de los demás usuarios.” 13 Con lo cual,
estas características hacen del no-lugar
un espacio de poder y control social, no
solo desde la ley y la fuerza pública,
sino que además desde los mismos
usuarios (clientes) que obedientemente
protegerán aquel espacio que les da
identidad como tal. Ese no lugar está
construido
con
una
finalidad
predeterminada y no corresponde otro
tipo de comportamiento que el
predeterminado por quienes lo idearon.
12
13
IBID. Pág. 106
Marc Augé, El viajero subterráneo. Editorial
Gedisa. 1998. Pág. 54
Llegamos aquí a una nueva paradoja, y
otra característica de estos no lugares.
Se trata de la soledad, de esa soledad
que a la vez es colectiva, pues cada
individuo se sitúa en soledad al lado del
otro. Se trata de una soledad sin el
aislamiento. Siguiendo con el ejemplo
del
Metro
observamos
que
“transgredida o no, la ley del metro
sitúa el recorrido individual en la
comodidad de la moral colectiva, es en
este aspecto que dicha ley es ejemplar
de lo que se podría llamar paradoja
ritual:
siempre
es
vivida
individualmente,
subjetivamente;
únicamente los recorridos le dan una
realidad, individuales y sin embargo es
eminentemente social, la misma para
todos, ley que confiere para cada uno
ese mínimo de identidad colectiva por el
cual se define una comunidad”
Este ejemplo es válido para el resto de
los no lugares, se trata de una identidad
de una comunidad pero que nace desde
otros pilares, ya no desde la pertenencia
y las relaciones sociales afectivas, sino
más bien desde el rol que cumples en
determinado
no
lugar,
que
necesariamente está ligado a la soledad,
a la individualidad, al átomo de lo
colectivo. No deja de asombrarnos el
contrasentido de estos espacios, que
contienen en sí mismos elementos tan
opuestos, pero a su vez son reflejo de
lo paradojal que se vuelve la vida y el
comportamiento individua y social en el
contexto actual. Que podría resumirse
en tan lejos los unos de otros, pero tan
cerca.
Una última característica del no-lugar
tiene que ver con la historia, pues estos
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no lugares tampoco tienen lugar para
esta. Eventualmente se transforma en
espectáculo, es decir, en textos
alusivos. Aquí reina el tiempo presente,
lo inmediato, la urgencia.
Los no
lugares se recorren y se miden en
unidades de tiempo. Así, los recorridos
no se realizan sin horarios, tableros de
llegada o de salida. “Se viven en el
presente. Presente del recorrido, que se
materializa
hoy
en
los
vuelos
transcontinentales sobre una pantalla
donde se registra a cada minuto el
movimiento
del
aparato.
Si
es
necesario, el comandante de abordo lo
explicita
de
manera
un
tanto
redundante: "A la derecha del avión,
pueden ver la ciudad de Lisboa". De
hecho, no se percibe nada: el
espectáculo, una vez más, sólo es una
idea, una palabra. En la autopista hay
carteles
luminosos
que
dan
la
temperatura del momento y las
informaciones útiles para la práctica del
espacio: En la A3, embotellamiento de
dos
kilómetros".14
El
cual
está
sucediendo en el presente. Los
automóviles, por ejemplo, tienen radios
los cuales informan sobre cuestiones del
presente, los carteles las publicidades,
invaden con necesidades del momento,
de una moda del presente. Pando la
impresión que el reloj se detiene y no
avanzara más que en el hoy.
Mas esta idea de que estos espacios no
tienen historia debe ser analizada
cuidadosamente. Pues no se trata de un
espacio que no tenga una historia social,
es decir claramente la aparición de
todos estos espacios va ligada una parte
en la historia de la humanidad donde el
modo de producción capitalista y su
propio desarrollo va ligado estos
espacios en función de la generación
más expedita de plusvalía, lo que se
acentúa con el nuevo patrón de
acumulación neoliberal. Con todo,
14
Óp. cit. Pág. 107
Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación
cuando nos referimos a la ausencia de la
historia, es en la justa medida de las
características que hasta aquí se han
dado. Es decir, son espacio que no son
creados
para
las
experiencias
individuales más allá de la identidad que
estas mismas nos impones; clientes o
pasajeros. En este sentido es un espacio
que se obliga a vivir con el presente y
que me desconecta de otros, que al
igual que yo, por allí han transitado. Por
lo tanto, nos es la historia en cuanto a
los elementos sociales y estructurales la
que desaparece, sino aquella ligada al
sujeto, al individuo, pues aquí los
espacios son vividos como está permitido
y si existe alguna salida del “protocolo”
esta será sancionada, según estimen
conveniente las normas del no-lugar.
ALGUNOS APUNTES
CONCLUSIÓN.
A
MODO
DE
En la actualidad el lugar y el no-lugar
parecieran convivir y atraerse u
oponerse mutuamente, en palabras de
Augé:
“Los lugares y los espacios, los
lugares y los no lugares se entrelazan,
se interpenetran. La posibilidad del no
lugar no está nunca ausente de
cualquier lugar que sea. El retorno al
lugar es el recurso de aquel que
frecuenta los no lugares (y que sueña,
por ejemplo, con una residencia
secundaria
arraigada
en
las
profundidades del terruño).”15
De este modo, y según lo visto hasta
ahora, podemos interpretar y concluir
los no lugares se están abriendo paso de
forma
acelerada,
aplastando
y
minimizando lugares, que son a su vez se
vuelven una especie de añoranza para
15
Ibíd. Pág. 110
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aquel que frecuenta los no- lugares,
pues somos testigos de cómo la
construcción del espacio va función de
la creación un rol predeterminado para
quien lo transite, el del cliente, el cual
como ya vimos se manifiesta mediante
un contrato, cuyo rol nos condiciona y
poco a poco nos encierra en un mundo
carente en libertad. Los antiguos paseos
del centro de Santiago como la paseo
Ahumada, incluso la misma plaza de
Armas o las universidades tradicionales,
tienen cada vez un acercamiento más
penetrante de los no lugares. La
instalación de cámaras, lo apresurado de
sus transeúntes, la invasión del espacio
por el texto, la omnipresencia del
tiempo presente, el sentimiento de sus
pasajeros de pretender ser clientes
antes que cualquier otra identidad, nos
demuestran como la posmodernidad se
abre y construye espacios o territorios
del no-lugar. Incluso podríamos decir la
ciudad, a este ritmo de vida, se está
transformando cada vez más en un nolugar, pues su funcionalidad principal se
aleja de las intenciones y motivaciones
individuales, donde los hombres y
mujeres, deben cumplir una serie de
identidades y roles que no corresponden
necesariamente con sus motivaciones
mas intimas, para terminar perdiéndose
y adoptándolas como propias; la ciudad
como espacio de clientela antes que de
sujetos sociales.
Por último y para matizar lo expuesto
en el párrafo anterior, resulta necesario
recordar y destacar nuevamente que es
el propio Augé, quien indica desde el
comienzo de su análisis que la polaridad
que se aprecia a simple vista entre lugar
y no-lugar es más bien falsa, puesto el
primero nunca queda completamente
borrado y el segundo no se cumple
nunca totalmente. En este sentido,
ninguno de los dos existe de forma pura,
pues ambos se van reconstituyendo y
transformando. Ambos son frutos de
construcciones sociales y subjetividades.
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Más, el no-lugar está elaborado a la
medida de la época posmoderna actual.
Por lo tanto, si bien se trata de una
estimación individual, para tal o cual
categoría de análisis del espacio, lugar
no-lugar,
existen
características
estructurales de los mismos que nos
permiten diferenciarlos e identificarlos,
como por ejemplo la identidad
predeterminada y el reino del tiempo
presente que generan los no-lugares,
condicionando la capacidad de los
individuos a generar lazos con estos
espacios. Por el contrario, los lugares
están ligados a la historia, a sentimiento
y la identidad de un individuo para con
un lugar determinado. Pese a ello no es
necesario ir preguntando a cada
individuo si tal o cual espacio delimitado
es considerado lugar. He aquí la idea de
que estos espacios no solo cargan con
una historia individual si no que a su vez
colectiva, la cual es valorada por
quienes frecuentan o habitan el lugar.
En este sentido y para terminar la
revisión de este concepto, es necesario
recordar entonces que ambas formas de
comprender el espacio coexisten e
incluso
se
relacionan,
donde
corresponde
recordar
que
la
posmodernidad como productora de nolugares, está acaparando y modificando
conductas y extirpando otras, en un
momento donde el lugar y el no-lugar
interactúan dando forma al espacio
actual.
BIBLIOGRAFÍA
Augé ,Marc. Año 2000 , Los no lugares,
espacios del anonimato: una
antropología de la sobre modernidad.
Barcelona. Editorial Gedisa.
Castrogiovanni , Antonio Carlos. Lugar,
no lugar y entre lugar: los ángulos del
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Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación
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