historia de las luchas

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DEL ORIGEN CLÁSICO DE LA LUCHA Y
DE LOS PRIMEROS LUCHADORES
Dr. Eduardo Álvarez del Palacio (Universidad de León)
HISTORIA DE
LAS LUCHAS
A
l inicio de esta andadura por los
caminos de la lucha, mi
agradecimiento al Club "San
Guillermo" de Cistierna, editor comprometido
de la revista "Al Corro", especialmente
dedicada, tal y como reza en el espacio editorial
de su número 0, a los amantes de la lucha
leonesa; y a su director Héctor de Castro, por la
oportunidad que me brinda de asomarme a esta
sección de historia de la lucha, en la que
trataremos de aproximarnos a las raíces
histórico-antropológicas de nuestro querido y
tradicional deporte.
Los más reconocidos historiadores del deporte
coinciden en que la lucha es una de las prácticas
físicas competitivas más antiguas que se
conocen. Prueba evidente de ello es el gran
número de manifestaciones artísticas pinturas,
bajorrelieves, esculturas, dibujos, etc.- en las
que se reproducen con gran plasticidad y
belleza diferentes imágenes agonísticas de este
deporte.
En las primeras civilizaciones históricas
conocidas Egipto, China, Mesopotamia,
Mesoamérica- la lucha fue una práctica asidua,
tal y como se desprende de las pinturas
descubiertas en las tumbas de Beni-Hassan, en
Egipto, donde aparecen 122 parejas de
luchadores, monstrándonos diversos detalles
técnicos de la lucha tan perfectos que, según
Miguel Piernavieja, se asemejan a un pasaje de
un combate de lucha actual a cámara lenta. La
manifestación técnica de las presas, las llaves y
contrallaves, nos permiten apreciar su finalidad
y variedad sin gran esfuerzo imaginativo.
Homero en su Odisea ya nos habla de la lucha
cuando describe los certámenes deportivos
organizados en honor de Ulíses por Alcinoo, rey
de los feacios. Peleo, gran luchador, fue el
primer ganador del pentatlón (término
compuesto de pente = cinco y azlon = lucha,
tomado este vocablo en su acepción agonal o
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competitiva), competición combinada de lucha,
carrera, salto de longitud, y lanzamientos de
disco y jabalina. Así mismo en la primera
Olimpiada en la que se estableció el pentlatón
con carácter oficial, año 708 a.C., el vencedor
fue otro insigne luchador, el lacedemonio
Lampis.
Si bien es cierto que no puede considerarse a los
griegos como inventores de la lucha, sí
podemos afirmar que fueron los primeros en
dotarla de un reglamento y de unas normas de
estética y de perfección. La lucha fue la más
popular de las actividades deportivas
practicadas por los griegos, y contenido
importante de la Educación Física escolar, y de
ahí el uso del término palestra traducido
literalmente "lugar donde se lucha"- para
denominar el recinto en el que se desarrollaba la
formación física de los niños y jóvenes griegos,
constituyendo también un lugar de reunión para
los adultos, donde acudían para mantener su
forma física, cultivar viejas amistades y hacer
otras nuevas.
Del valor pedagógico que los griegos asignaban
a la lucha sirvan estas palabras de Platón,
recogidas en su obra Leyes (796 a): "la lucha es
un ejercicio completo, cuya práctica permite
desarrollar por igual las distintas partes del
cuerpo y al tiempo fomentar las cualidades
anímicas como el coraje, la capacidad de
sufrimiento, la inteligencia, la habilidad, etc.".
Esto explica sobradamente su notable presencia
en la educación física escolar y en el deporte
olímpico de competición, bien como prueba
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independiente, o bien como disciplina última, y
en ocasiones decisiva, del pentatlón.
La lucha fue considerada como un deporte
olímpico por los griegos, encuadrado dentro de
lo que ellos denominaban como deportes de
fuerza. Esta práctica requería fuerza y agilidad.
Existen algunas referencias relativas al
entrenamiento de los luchadores, en las que se
destaca la gran importancia de determinados
ejercicios preliminares hoy conocidos como de
aplicación-, así nos lo describe el filósofo
estoico del siglo I a.C. Epicteto: "… en parejas,
para practicar todas las presas que pudieran
favorecer el desarrollo de la musculatura más
importante para la lucha, fuese de pie o en el
suelo, rotaciones de tronco ejerciendo
resistencia al compañero, lanzamiento de bola,
esta modalidad, el desenlace final se producía
cuando uno de los luchadores lograba situar de
espaldas sobre el suelo a su oponente tres veces.
Durante mucho tiempo ambas formas de lucha
se realizaron simultáneamente, para pasar la
primera de ellas, con posterioridad, a ser la
modalidad de lucha del pentatlón,
convirtiéndose la segunda en la modalidad
específica de la lucha griega.
trepar por la cuerda y el levantamiento de
piedras pesadas".
A lo largo de la evolución histórico-deportiva
de los antiguos Juegos Olímpicos, se
practicaron dos modalidades de lucha, en
principio de forma independiente y más tarde
conjuntamente. La primera modalidad, también
conocida como "lucha vertical o en pie", en la
que los combatientes trataban de derribarse
mutuamente, venciendo el primero que fuese
capaz de proyectar tres veces a su adversario.
La "victoria sagrada" era conseguida por el que
fuese capaz de mantenerse sin que ningún
adversario le derribase a lo largo de la
competición, haciéndose merecedor de una
corona que él mismo ofrecía a los dioses.
En la segunda forma de lucha, denominada
"horizontal o de suelo", se iniciaba la pelea de
pie y se continuaba en el suelo, cuando uno de
los dos contendientes perdía el equilibrio. En
La técnica se basaba en el uso de una amplia
gama de llaves y contrallaves sobre el cuello, el
tronco, las caderas y los brazos, prohibiéndose,
en un principio, los agarres de piernas, pero
siendo válidos los tranques y los barridos. El
luchador entrenaba su técnica y el desarrollo y
mejora de sus capacidades físicas básicas en la
palestra, bajo la dirección del paidotriba
profesor, entrenador-. En un manual de
entrenadores de lucha, aparecido en un papiro
del siglo II d.C., se recogen diversas consignas
estratégicas dirigidas a los luchadores: "¡gira la
mitad superior del cuerpo hacia un lado y
agárrale la cabeza con el brazo derecho.
Agárrale por debajo. Avanza y aplástale.
¡Abrázale donde él te tiene agarrado, por
abajo!.
Los luchadores masajeaban su cuerpo con
aceite antes de iniciar el combate, para hacer su
cuerpo más escurridizo a las presas del
adversario en las primeras fases del combate,
puesto que al menor contacto de su cuerpo con
la arena se debía de volver fácilmente agarrable
y la estrategia inicial se vería alterada.
El lugar reservado para la lucha era el centro del
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Estadio, donde se marcaba un círculo cuyo
interior era cavado y removida la tierra,
regándose abundantemente. Los combates no
tenían un tiempo marcado de antemano, lo que a
veces llevaba a situaciones interminables hasta
que uno de los contendientes lograba la caída y
puesta de espaldas de su adversario; inclusive
algunos autores hablan de la estrategia de
algunos luchadores que trataban de buscar el
agotamiento de su adversario para tratar de
sorprenderle en sus movimientos y
desequilibrarle.
Tal y como nos muestran los diferentes detalles
escultóricos de la época, las características
biotipológicas de los luchadores fueron
evolucionando desde atletas ágiles,
proporcionados muscularmente y de gran
elasticidad, hasta cuerpos voluminosos, de
grandes musculaturas y con notoria desarmonía
atlética tendente a la obesidad. Todo esto
influyó en el propio desarrollo de los combates,
pasando de movimientos técnicos muy potentes
y veloces, a otros mucho más lentos y de
aplastamiento. Una anécdota al respecto,
referida por Pausanias, nos habla de un famoso
luchador llamado Leontiskos, de origen
siciliano, que no sabía hacer caer a sus
contrincantes y les vencía rompiéndoles los
dedos.
Otras modalidades de lucha muy celebradas por
los griegos fueron el pugilato, antecedente
remoto de nuestro actual boxeo, que también
llegó a ser deporte olímpico, y el pancracio, que
en definición de algunos historiadores del
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deporte, fue un compendio de todo lo malo de la
práctica de las dos modalidades antes aludidas,
la lucha y el pugilato, aunque también adquirió
categoría olímpica y tuvo una gran aceptación
durante el período helenístico, época decadente
de la cultura clásica griega.
El pugilato de esta época no se organizaba por
categorías atendiendo al peso corporal, sino que
solamente existía una categoría en la que se
integraban todos los participantes cualquiera
que fuera su envergadura y corpulencia. Esto
explica el hecho de que los ganadores de esta
prueba fueran atletas de una extraordinaria
fuerza y corpulencia. La técnica pugilística era
similar a la actual, pudiéndose deducir por las
diferentes manifestaciones artísticas y los
relatos escritos que desplegaban diversos
procedimientos técnico-estratégicos de defensa
guardias alta y baja, esquiva, etc.- y de ataque
golpeo bajo, siempre por encima de la cintura, y
alto-. Existían tiempos de combate y de
descanso, finalizando la pelea cuando un
pugilista ponía fuera de combate a su adversario
o existía una retirada por agotamiento.
En el pancracio se permitía todo tipo de golpeo
y de agresión al contrario, de modo que su
técnica estaba basada en toda una amplia gama
de patadas, mordiscos, torceduras,
dislocaciones, estrangulamientos, etc. El
desenlace de estos combates siempre era el
mismo, los pancracistas con diferentes
miembros desarticulados o rotos,
ensangrentados, totalmente extenuados y, a
veces, hasta sin vida. Esta modalidad de "lucha"
fue ampliamente criticada e inclusive se alzaron
voces que reclamaban su abolición como
deporte olímpico.
El cuadro de honor de grandes luchadores es
interminable, y algunos de sus nombres se
identifican con los grandes atletas olímpicos,
tal es el ejemplo de Milón de Crotona, el más
célebre luchador de la antigüedad. Su leyenda
aparece jalonada de hazañas de poder y
voracidad, más propias de un ser sobrehumano
que de un mortal. Su primera corona olímpica la
consiguió en la sesenta Olimpiada (año 540 a.
de J.C.) con sólo quince años de edad. Más tarde
ganó en las Olimpiadas sesenta y dos, sesenta y
tres, sesenta y cuatro, sesenta y cinco y sesenta y
seis; pero además consiguió siete triunfos en los
Juegos Píticos, nueve en los Nemeos, y diez en
los Ístmicos. Eso significa que este excepcional
luchador fue cinco veces periodonikes título
atribuido al que era capaz de vencer en el mismo
período en los cuatro grandes Juegos
Panhelénicos (Olímpicos, Píticos, Nemeos e
Ítsmicos). Milón, además de ser el más célebre
luchador de la antigüedad, fue también un
ciudadano instruido, discípulo del famoso
matemático Pitágoras.
Parece ser que la voracidad de este atleta era
proporcional a su descomunal fuerza física,
constituyendo su dieta diaria un buen ejemplo
de ello: diez kilos de carne y diez litros de vino.
Valga también como ejemplo de su ansiedad
por la comida el siguiente relato:
"Tal era Milón, cuando del suelo, el pesado
toro de cuatro años levantó
y a la fiesta de Zeus sobre sus espaldas transportó.
Cual si de un corderillo se tratase, por entre
la multitud lo llevó. Todos enmudecieron
cuando lo colocó delante del sacerdote de Pisa
que ofrecía los sacrificios. Y este toro que
no tenía igual,
después de haberlo cortado en trozos y cocido,
se tendió y él solo y entero devoró".
Como conclusión a este breve recorrido por la
historia de la lucha, destacar la gran
importancia que esta práctica tuvo en la
antigüedad clásica y el alto reconocimiento
social dispensado a sus practicantes,
considerados como auténticos héroes por sus
conciudadanos. Este hecho llegó a provocar
serias controversias con los más destacados
intelectuales de la época, muy críticos con los
deportistas, tal vez porque no eran capaces de
admitir el tratamiento social dispensado a los
ganadores olímpicos.
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