“Todo hay que compartirlo, no se puede desperdiciar nada” sencillo

Anuncio
“Todo hay que compartirlo, no se puede desperdiciar nada”
Entre los sacerdotes que han dejado huella en la Iglesia de Zipaquirá ‐ Colombia, esta el Padre Bernardo Acosta Padilla, quien trabajó incansablemente por la niñez desprotegida y por el bienestar de los sacerdotes de su Diócesis. El Observatorio Pastoral del Celam da a conocer el testimonio de las personas que compartieron con él su sacerdocio humilde y sencillo. Una de sus frases favoritas era: “Todo hay que compartirlo, no se puede desperdiciar nada”. El Padre Bernardo nació en Bogotá el 30 de
abril de 1933. Sus padres José Joaquín y
María Helena se preocuparon de su
formación humana y religiosa, le
apoyaron para ingresar en la Apostólica
de San Benito (Sibaté), mas tarde en el
Seminario Menor y posteriormente en el
Mayor de la Arquidiócesis de Bogotá.
En su infancia y juventud comenzó a
cultivar esa sensibilidad y atención
generosa con los más necesitados,
llegando a atender a niños desprotegidos
en su propia casa paterna con la colaboración en especial de su mamá.
En su apostolado como seminarista siempre conservó esta caridad cristiana y opción por
los pobres en la persona de los niños, que le reflejaban el rostro de Jesús. Este trabajo
motivó su decisión por avanzar en su formación hacia el Sacerdocio.
Recibió la ordenación sacerdotal el 17 de febrero de 1957 en Bogotá por imposición de
manos del Cardenal Crisanto Luque Sánchez.
Su ministerio sacerdotal lo comenzó a ejercer en las parroquias de la arquidiócesis a
saber: Coadjutor de la parroquia San Vicente de Paúl y auxiliar de la Tesorería, después
cajero y luego encargado de la misma en 1959 y 1960. Por este tiempo también fue
capellán auxiliar del Santuario de Monserrate
En el año 1962 fue nombrado Vicario Cooperador en la parroquia San Miguel Arcángel de
Gachetá (región del Guavio que pasaría en 1962 a formar parte de la diócesis de
Zipaquirá) colaborando con Monseñor Gregorio Salas en el progreso espiritual y material
de estos fieles. Es, por eso, que estando en Gachetá el padre Bernardo entró a formar
parte de nuestro presbiterio diocesano. Allí es recordado por su celo pastoral y la creación
del Ancianato.
Ya en nuestra diócesis el padre Bernardo continuó su trabajo abnegado a favor de los
pobres y entre ellos se destacó su dedicación por los niños abandonados. Para atenderlos
fundó el “Hogar Monserrate” con casas en Bogotá y en el Sisga (Chocontá). En el año
1991 pide la contribución a la Comunidad Mejicana de las Siervas del Sagrado Corazón
de Jesús y de los Pobres; le envían cuatro religiosas para colaborar de cerca con el
Hogar.
También en la diócesis fue párroco en el Divino Niño en Zipaquirá, en las parroquias de
Guachetá y de Guatavita. Fue Tesorero diocesano durante 10 años (1974 - 1984),
fundador y director de la Fundación JESES (Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote) y
también formó parte del Consejo de Asuntos Económicos y del Consejo Presbiteral.
El 13 de septiembre de 2001 el padre Bernardo Acosta falleció en la Clínica Cardio Infantil
en la ciudad de Bogotá.
HABLA MONSEÑOR JORGE JIMÉNEZ
El Padre Acosta se convirtió en modelo para el sacerdote hoy por su amor incansable y su
entrega incondicional a los pobres y a los sacerdotes de su diócesis, procurando un bien
material y espiritual como lo afirman diferentes obispos, sacerdotes y laicos que lo
acompañaron en su misión.
Monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal (cuarto Obispo
Diocesano) dejó consignado en el periódico diocesano
“Anuncia la Vida” del mes de octubre de 2001, un
hermoso testimonio de lo que significó para la diócesis
y para él mismo, la persona y el ministerio sacerdotal
del padre Bernardo Acosta Padilla. Resaltamos
algunas frases y las colocamos textualmente:
“Desde que llegué a la Diócesis como obispo en
diciembre de 1992 estuve muy unido a él y todos en la
Diócesis conocen que fue uno de mis colaboradores más
cercanos”.
Siempre el Padre Bernardo estuvo muy cercano con los Obispos Diocesanos tanto
con Monseñor Buenaventura Jáuregui y con Monseñor Rubén Buitrago Trujillo. En esto
manifestó un gran sentido eclesial y de servicio generoso.
Monseñor Jiménez manifestó en aquel entonces lo siguiente:
“Del Padre Bernardo recordaré que fue ante todo un buen sacerdote. “ Siervo fiel y
prudente”, al modo del Evangelio. Nunca le escuché en 10 años (tiempo que lo
conocí) que sacara unas vacaciones y ni siquiera un día libre. Austero en su vida
personal. Pobre. Delicado al máximo con el Obispo. Discreto en los servicios que
realizaba. Huía cuando llegaba el momento de agradecerle. Todo lo que él era lo
puso al servicio de la Iglesia”.
Siempre se veía al padre Acosta como un sacerdote
trabajador, activo y con un dinamismo hasta el final
de sus días; entregando su vida por la Diócesis, sus
hermanos Sacerdotes y los Niños más
desprotegidos (tres opciones bien claras de su
labor pastoral).
Si hay un aspecto para resaltar y destacar del
ministerio sacerdotal del padre Acosta Padilla y que
se convirtió en la Pasión de su vida fue la atención y formación de los niños
desamparados. Muchos de ellos estuvieron en el Hogar Monserrate y allí lograron
hacerse personas de bien para la sociedad y la vida eclesial.
Por último del testimonio dado por Monseñor Jorge Jiménez tomamos lo que sigue:
“Del Presbiterio Diocesano, opino que el Padre Bernardo era el sacerdote más
visitado por sus hermanos sacerdotes. Particularmente los más jóvenes y por
quienes han tenido la misión de crear Comunidades Parroquiales nuevas. A él
acudían por una orientación, o por una ayuda económica, por una revisión de un
plano que se iba a construir o sencillamente por fraternidad. Ningún sacerdote le
era indiferente”.
TESTIMONIO DE MONSEÑOR JORGE QUIMBAY
Otra de las personas que estuvo cerca de la labor del Padre Acosta fue Mons. Jorge
Quimbay, quien comentó varios aspectos de su perfil sacerdotal.
• Siempre se destacó por su amor a los pobres, en especial a los niños
desamparados o de la calle, por ellos vivió y por ellos murió.
• Amor a los sacerdotes, un amor exigente y sincero,
buscando siempre su bien espiritual y material.
• Su amor a la Iglesia, manifestado por los servicios
generosos que prestó siendo párroco y tesorero entre
otros.
• Entre sus virtudes sacerdotales es importante dar a
conocer su espíritu de pobreza, compartiendo lo
personal y lo Institucional que estuvo en sus manos.
• Decía el padre Bernardo: “Todo hay que compartirlo, no se
puede desperdiciar nada”. Siempre honrado y honesto en el
manejo del dinero. Preocupado también por los bienes materiales de la Diócesis, le
inquietaba el que la gente no fuera atendida y por eso promovió la creación de
nuevas parroquias en las poblaciones más grandes, de acuerdo con las
necesidades de atención y cuidado pastoral. Apoyó en este aspecto a todos los
sacerdotes que iniciaban parroquias nuevas, con sus visitas constantes y la
colaboración económica para las casas curales y los templos.
COMPAÑERO POR 30 AÑOS
Los testimonios pueden ser innumerables en relación con la vida del Padre Bernardo.
Por último está el testimonio de Jorge Lozano, un fiel laico que actualmente sigue
colaborando en la Curia Diocesana y quien acompañó y ayudó al Padre por más de 30
años.
Lo conoció en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores en Guatavita, como su
Párroco y Rector del Colegio Pío XII. Jorge afirma: “fue mi profesor de religión, fue un
excelente docente, con ejemplos sencillos se hacía entender. Reunía a los alumnos el día
sábado para hacerle mantenimiento al colegio (pintura, aseo y arreglo de jardines). En
esta Parroquia de Guatavita ayudó, junto con la colaboración de algunas familias del
municipio, a un grupo de niñas jóvenes con el programa de hogares sustitutos”.
Jorge Lozano trabajó con él en el Hogar Monserrate en la casa del Sisga. El Padre le
puso este nombre en recuerdo de su trabajo como capellán del Santuario bogotano. Vale
la pena conocer el itinerario realizado por el Padre Acosta con estos niños.
Dice Jorge:
“El Padre Bernardo recogía los niños cuando los veía por las calles de Bogotá,
Zipaquirá y autopista norte, sucios y mal vestidos, los llevaba a su casa en
Zipaquirá, los bañaba, les hacía cambiar de ropa y luego los llevaba a Chocontá –
el Sisga- para que conocieran el Hogar Monserrate; después de un par de días los
llevaba a donde los familiares de los niños para avisarles donde estaban los niños,
para
que
después
fueran
a
verlos”.
Ver
página
del
Hogar:
http://hogarmonserrate.org/index.html
En el Hogar les ofrecía educación primaria y conocimiento de las labores agrícolas y
ganaderas. Les preparaba para los sacramentos especialmente para recibir la primera
comunión y la confirmación.
Con la fundación JESES, el padre Bernardo ayudó a la congrua sustentación de los
sacerdotes más necesitados, al fomento de las vocaciones sacerdotales y a la creación
de parroquias en Zipaquirá, Chía, Cajicá, Ubaté entre otras tantas poblaciones.
El mismo Jorge Lozano sintetizaba la vida y obra del padre Acosta, afirmando lo siguiente:
“El padre Bernardo fue un excelente sacerdote, se dedicó a velar por la niñez
desamparada, recordaba palabras del Padre Acosta “a los niños siempre hay que
ponerles oficio, porque un niño sin oficio tiene malos pensamientos”, fue un buen
dirigente, se destacó por sus conocimientos de las obras parroquiales, realizaba las
obras pero no asistía a las inauguraciones, fue un patrón muy valioso y con sentido
humanitario, para el Padre estaba primero la comodidad y el bienestar de los
demás sacerdotes que la suya propia.
El testimonio de su vida sacerdotal permanece vivo en nuestra Diócesis, es estímulo para
las nuevas generaciones de sacerdotes y también para los fieles cristianos.
El 11 de septiembre de 2002 en la sede del Instituto catequístico de la Diócesis fue
aprobada por unanimidad, por parte del Presbiterio, la creación de una Fundación de
carácter social, religioso católico, sin ánimo de lucro personal de ninguna especie,
destinada a garantizar la congrua sustentación y proveer la asistencia social en caso de
enfermedad, invalidez, vejez y asistencia funeraria de los clérigos al servicio de la
Diócesis de Zipaquirá. A esta Fundación se le dio el nombre de Bernardo Acosta
Padilla, en reconocimiento a la labor en pro del bienestar social del clero que desempeñó
este sacerdote ya fallecido. El día 12 de diciembre de 2002 se erigió formal y
canónicamente la Fundación.
Aporte del Comité de Pastoral Sacerdotal
Diócesis de Zipaquirá – Colombia
OBSERVATORIO PASTORAL – CELAM
Teléfonos (57-1) 6711124/6670110/20 Ext.231 /219 Correo electrónico: [email protected] web site http://www.celam.org
Descargar