¿Por qué la sociabilidad?1 La vida humana está más allá de su

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¿Por qué la sociabilidad?1
La vida humana está más allá de su biología; esto es, no sólo somos un compuesto de órganos y
sistemas2 que interactúan en función de un objetivo determinado, por ejemplo, reconocer los colores,
percibir el frío o el fuego, saber del peligro de una caída o de la necesidad de esquivar cualquier
objeto que dañe el cuerpo, entre otros. Como especie, requerimos como afirmaba Aristóteles,
sociabilidad.
“El hombre es un ser sociable, y que aquel que permanece salvaje por organización y no por acaso
(casualidad) es, o un ser superior a la especie humana, o un monstruo a quien puede dirigirse el reproche
de Homero: “Huid del hombre que sin leyes vive, sin familia ni hogar, sin afecciones… [¨…] La vida social
es un imperioso mandato de la naturaleza. El primero que instituyó una asociación política hizo a la
humanidad el mayor de los beneficios; porque si el hombre perfeccionado por la sociedad, es el primero
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de los animales, es también el último cuando vive sin leyes y sin justicia”
Ahora bien, el hecho de estar unidos, en montón o en
colectivo, no nos convierte en una sociedad. Hemos de tener
en cuenta la necesidad de establecer puntos de encuentro
para que nuestros deseos, por lo regular egoístas, puedan
estar a la altura de los deseos ajenos. Lo ideal, la equidad; sin
embargo, no basta con saber de los deseos del otro, el
egoísmo es demasiado fuerte en los seres vivos. Es vital,
reconocer una fuerza superior a la fuerza de la naturaleza y,
ésta es del orden de lo político; sólo así, dirá Hobbes y
Rousseau, puede ser superado el estado de naturaleza al cual
está abocado el ser humano.
En Rousseau, la alternativa es entonces: “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo
su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y nosotros recibimos además a cada
miembro como parte indivisible del todo”4, he ahí, el contrato social; un pacto de respeto a la
disposición social. Vivir en sociedad sería asumirse en la fórmula: Soy en la medida de un Somos.
Actividad:
1.
2.
3.
4.
1
Elaborar una síntesis del texto.
Expresar una opinión personal al respecto de lo tratado en el texto.
Proponer tres casos, donde se manifieste la necesidad de asumirse en sociedad.
Consultar sobre la política de Aristóteles y el contrato social de Rousseau.
Alverny A. Loaiza V. Mg., Filosofía.
Para el caso podemos tener en cuenta lo afirmado en la biología de Curtis: “En un nivel de organización superior,
diferentes tipos de tejidos, unidos estructuralmente y coordinados en sus actividades, forman órganos. Sin analizamos un
órgano como el estómago, podemos ver que está constituido por capas de epitelio glandular (en el tapiz estomacal), tejido
conjuntivo, nervios y músculo liso. Los órganos que trabajan juntos en forma integrada, y desempeñan una función
particular, constituyen el siguiente nivel de organización: el de los sistemas de órganos. El sistema digestivo está
compuesto por el estómago y varios otros órganos, cada uno de los cuales cumple actividades específicas que contribuyen
a un proceso más general. Los sistemas de órganos, en conjunto, constituyen un organismo viviente que interactúa con el
ambiente externo, el cual incluye no sólo el ambiente físico, sino también a individuos de diversas especies”. Curtis,
Helena. Biología. Buenos Aires, Editorial Médica Panamericana, 7ª ed. 2ª reimpr.- 2009, p. 604.
3
Aristóteles. La política. Madrid, editorial Alba, 2000, p. 29-30.
4
Rousseau, Juan Jacobo. Contrato social. Madrid, Editorial Espasa Calpe, 2ª edición, 1972, p. 28.
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