1 EDITORIAL El conflicto colombiano es actualmente el de mayor

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EDITORIAL
El conflicto colombiano es actualmente el de mayor duración en el
panorama internacional. A lo largo de cinco décadas ha ido cambiando, tomando
diferentes rumbos, y hoy se parece muy poco al conflicto que comenzó en su
origen como una revuelta insurgente contra el gobierno constituido. Tanto los
actores como los territorios, las dinámicas y los objetivos, han ido variando, hasta
convertirse en un entramado de enorme complejidad, sobre todo de cara a lograr
una paz justa, que atienda y de satisfacción a todos aquellos que han sufrido sus
consecuencias.
Se han ido dando distintos pasos políticos, como el Plan Colombia del
presidente Pastrana, a través del cual Estados Unidos contribuyó a la lucha contra
la producción y venta de droga; la ley de Justicia y Paz del presidente Álvaro
Uribe, que buscaba procurar una vía de desmovilización a los grupos
combatientes; y las conversaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC,
que el presidente Santos Calderón ha inaugurado en octubre de 2012, en Oslo y
que continúan en La Habana, como escenarios elegidos por los dos grupos
dialogantes. Todos ellos han sido jalones hacia el logro de una paz tan deseada
como aun lejana.
Porque, ni estos dos grupos son los únicos que deben llegar a un acuerdo
si se desea lograr la paz, ni están claros los objetivos que cada uno de ellos
defiende en esas conversaciones y aun menos, que correspondan a los motivos
de justicia que deben estar a la base de un esfuerzo auténticamente pacificado.
En este conflicto sangriento es la población civil quien ha sufrido el mayor
número de víctimas, no sólo en forma de heridas y muertes, sino de graves
violaciones de derechos humanos como son la pobreza extrema, los
desplazamientos forzados, las desapariciones y las masacres. Y, sin embargo, su
voz no se escucha en la mesa de negociaciones, y sus intereses, acuerdos y
reivindicaciones no se tienen en cuenta a la hora de intentar las medidas
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definitivas.
La salida negociada del conflicto requiere la existencia de una agenda de
paz posible en el orden nacional y también una agenda local, en las que las
comunidades pueden y deben jugar un papel fundamental. La construcción de esa
agenda de paz local pasa por el reconocimiento de las causas estructurales, la
visibilización de las víctimas del conflicto, y el derecho de la sociedad a participar
en la reconstrucción.
La revista Tiempo de Paz, como publicación interesada y experta en la
construcción de paz, a la que ha considerado desde sus inicios como uno de sus
objetivos prioritarios y a la que ha dedicado un esfuerzo de atención explícita y, en
la medida de lo posible, también de apoyo a los procesos de democratización y
gobernabilidad en países en situación de (post) conflicto armado, ha querido
publicar este monográfico para poner de manifiesto su convencimiento de que la
población afectada por un conflicto armado complejo, no lineal, como es el
colombiano, necesita y tiene el derecho a la protección, a la recuperación de las
condiciones de vida dignas a través del restablecimiento social, económico,
político y cultural, y a la reparación por los daños causados.
A lo largo de los artículos de esta publicación se hace una revisión de
aspectos clave para este proceso de paz en Colombia. En primer lugar, con su
escrito, Sagrario Morán, que ha coordinado la primera parte de este número, hace
un repaso de la evolución del conflicto colombiano a lo largo del tiempo,
indagando sobre sus causas, manifestaciones e impactos, así como sobre las
diferentes propuestas para la paz; la autora se centra en un interesante análisis
sobre el rol del narcotráfico y su imbricación con la guerrilla.
A continuación se presentan dos reflexiones desde un enfoque jurídico: la
de Francisco Jiménez García, sobre la posibilidad de que el Estado colombiano
haya invocado el criterio de “legítima defensa” – el cual estaría amparado por el
DIH- en algunas de sus actuaciones contra grupos armados que operan allende
sus fronteras, y los inconvenientes o limitantes para este uso. Así mismo, el
profesor Carlos Fernández Liesa, hace una severa inspección de las violaciones
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de los DDHH y el DIH en el conflicto colombiano, cerrando con una reflexión
donde muestra la peculiaridad de este país en el que se ha iniciado un proceso
transicional sin que hayan cesado previamente las hostilidades.
En la segunda parte del monográfico, el artículo de Freddy Ordóñez Gómez
y Jessica Viviana Moreno, inicia donde termina el anterior, al ampliar y nutrir el
debate en relación a la justicia transicional en Colombia, exponiendo el polémico
Marco Jurídico para la Paz y poniéndolo en relación con los actuales diálogos que
se están llevando a cabo en La Habana para el cese de la contienda.
Los últimos artículos rinden homenaje a dos actores fundamentales para
cualquier proceso de paz y que en demasiadas ocasiones se fusionan: la sociedad
civil y las víctimas, cuya participación es requisito imprescindible para el éxito de
cualquier iniciativa pacifista. Son iluminadoras las observaciones de Italia Samudio
Reyes y Soraya Bayuelo Castellar sobre la contribución de la sociedad civil en la
región de los Montes de María, con especial énfasis en las resistencias de las
mujeres, las corrientes culturales y el movimiento campesino, para la
reconstrucción del tejido social roto por la guerra, a lo que ellas denominan: “la paz
de cada día”.
En esta misma línea se ubica el artículo de Diana Salcedo, al enfatizar la
participación de las mujeres en los procesos de diálogo y construcción de paz en
Colombia, reflexionandon sobre los impactos diferenciales del conflicto armado en
hombres y mujeres, los aportes de éstas últimas a una paz transformadora, y las
trabas que sus propuestas encuentran para abrirse espacio en los mecanismos de
participación establecidos para los diálogos de paz.
Por último, y a modo de clausura, Penélope Berlamas, socióloga
responsable de la coordinación de los programas de MPDL en Colombia, que ha
coordinado la segunda parte del monográfico, hace un breve recorrido por los
aprendizajes extraídos de los procesos y negociaciones de paz previos, para,
posteriormente, describir las características, desafíos y oportunidades, del
panorama reinante en el país.
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