Menos presi , menos ambici , menos acci

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14-12-2012
Cumbre de líderes de la Unión Europea
Menos presión, menos ambición, menos acción
Josu Juaristi
Gara
Excepto España, por mucho que disimule, nadie parece sentirse presionado en la Unión Europea. El último bo
El presidente del Consejo Europeo agitó las mentes más calenturientas el día 5 al firmar, junto a
Jose Manuel Durao Barroso (Comisión Europea), Jean Claude Juncker (Eurogrupo) y Mario Draghi
(BCE), el famoso documento de 18 páginas «Hacia una genuina Unión Económica y Monetaria»
que parecía anticipar un salto adelante hacia una mayor integración económica, financiera e
incluso política. Exploraba (a veces concretaba y otras solo esbozaba) una posible hoja de ruta
para llegar a una unión económica y monetaria (UEM) con unión bancaria, unión presupuestaria,
unión de políticas económicas y, para legitimar todo el proceso, una cierta unión política. Más
potencia de fuego para todo lo federalizable en este ámbito y más cesión de soberanía a la UE (o
euroUE). Incluso ponía sobre la mesa, aunque de forma más ambigua y con menor convicción,
algún instrumento de solidaridad novedoso («contratos») para que los malos alumnos no
perdieran demasiado terreno y la fractura no fuera tan obvia, como está sucediendo. La UE
parecía decidida a pasar a la cuarta fase de la UEM esquivando hasta el último momento la
inevitable reforma de los tratados. Al final, ni dibujo federal ni refundación europea.
Ayer comenzaron a clarificarse algunas cuestiones, todas a la baja en relación a lo redactado por
Herman Van Rompuy y compañía. El Ecofin, tras una agonía de reuniones bilaterales, acordaba a
las 4.30 crear el supervisor bancario único, y los jefes de Estado y de Gobierno suspiraban
aliviados porque ya no estaban obligados a nada más. El BCE añadía, sin mezclarlas, la función de
control sobre los bancos (no todos) de la eurozona a su competencia en política monetaria. Un
primer paso hacia la unión bancaria, pero mucho menor de lo anunciado en el borrador del día 5
por Van Rompuy, Barroso, Juncker y Draghi. Entre otras cosas, porque no le acompaña nada más:
ni recapitalización directa de los bancos (su marrón sigue computando como deuda pública, con lo
que España no puede disimular sus agujeros); ni fondo de garantía común; ni «liquidador» único
de bancos fallidos. Es decir, nada de mutualizar la deuda.
Ya lo dijo Angela Merkel por la mañana: «No sobreestimemos la importancia del acuerdo del
Ecofin».
Además, ni tan siquiera está claro cómo llegarán los tentáculos del BCE más allá de los bancos
«asignados» bajo su tutela. Ni tampoco, de hecho, cuán efectivo será su control sobre esos 150 o
200 bancos a los que podrá meter mano a partir de marzo de 2014 (Berlín intentó atrasar más
esa fecha). Hasta ese momento, nada de recapitalización directa de la banca con problemas por el
Mecanismo Europeo de Estabilidad, y después ya veremos. En cualquier caso, jamás será
retroactivo. Hay mucho por negociar todavía (por ejemplo, ¿cómo se conformará el órgano o la
estructura de gobierno de ese supervisor bancario único dentro del BCE?) y el Parlamento Europeo
debe dar su veredicto, aunque esto seguramente será solo un trámite.
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Control y rebaja
Berlín accede en todo caso a rebajar unos grados la presión sobre España y otros socios
aceptando una recapitalización más o menos encubierta a través del MEDE y previo acuerdo con
el BCE. A Alemania tampoco le interesa que todo el mundo se ahogue. Pero está decidida a
controlar ese proceso.
El Ecofin tomó una decisión y eso es ya toda una novedad. Pero recordemos las palabras de
Merkel y echemos un vistazo al último borrador de Van Rompuy, que retira de la mesa cualquier
concreción, incluida la hoja de ruta de tres pasos o fases con plazos concretos. La rebaja es total
en cualquier aspecto o mención que implique cesión de soberanía económica y presupuestaria
(más allá de los estados ya intervenidos) o mayor integración. La idea del marco presupuestario
integrado, incluyendo potencia fiscal para la EMU, se aplaza al menos hasta después de las
elecciones al Parlamento Europeo y la consiguiente configuración de una nueva Comisión Europea
(Barroso ya es historia, o casi). Y la idea de los contratos (temporales y coyunturales, pero que
convertirían en obligatorias las actuales recomendaciones de la Comisión Europea) entre los
estados y las instituciones de la UE (la Comisión, básicamente) para financiar reformas
estructurales, idea de Berlín, se aparca al menos hasta la cumbre de marzo, nunca antes de que
haya acuerdo en torno al marco presupuestario plurianual de la Unión, una negociación
pendiente que también ha condicionado, y mucho, este Consejo Europeo.
Quedan demasiadas cuestiones sin resolver; todo es demasiado difuso. Todo típicamente
comunitario. Merkel ha echado el freno y no levantará el pie hasta que no concluyan las
negociaciones sobre el marco presupuestario 2014-2020 y hayan pasado los comicios en
Alemania. Para entonces, en otoño de 2013, las ya cercanas elecciones al Parlamento Europeo
(junio 2014) y la posterior designación de una nueva Comisión Europea según las reglas de Lisboa
marcarán la agenda, así que hasta otoño de 2014, al menos, no habrá otro calentón ni orientación
política en torno a la Unión Económica y Monetaria. De repente, la urgencia parece haber
desaparecido, así que si más UEM era igual a más Europa, de esta cumbre no saldrá más Europa
y, según el espíritu y la letra de Van Rompuy, la Unión Europea seguirá sin proteger a sus
ciudadanos y sin garantizar crecimiento ni bienestar social.
Y, si esto era un paquete, como ha sostenido Van Rompuy en todo momento, habrá que concluir
que la UE se queda sin paquete; de momento, seguirá sin un marco financiero integrado con
potencia fiscal y económica y legitimidad democrática.
Nos cuentan, claro, que el Mecanismo de Supervisión Único es el primer paso hacia la unión
bancaria, pero es un pasito con demasiadas incógnitas. Lo que publica la factoría de Van Rompuy
revela, de hecho, las carencias de la UE: sigue sin un marco presupuestario integrado (el
presidente del Consejo Europeo no se atrevía a decir «común»), sin una mayor gobernanza
económica ni potencia fiscal, ni capacidad para absorber muchos más shocks, ni...
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Entre otras cosas, porque no se ponen de acuerdo en cómo financiar todo eso: quién lo paga y
quién lo controla es, como siempre, la madre del cordero. Y mientras Berlín (escoltado por
Holanda, Finlandia y otros ricos norteños) no ate como quiere cuánto y cómo gastará la UE de aquí
a 2020, todo lo demás son castillos en el aire y puro entretenimiento. Una vez atado eso podrán
hablar de cómo financiar todo lo que no quisieron abordar ayer. Pero una cosa está clara: los
«ricos» rechazarán cualquier paso que implique un costo extra para el bolsillo de sus
contribuyentes.
Después de tres cumbres en tres meses, la UE parece estar más o menos en el mismo sitio. No
hay acción rápida contra la crisis (solo reformas para recortar y dilapidar de paso lo que queda de
modelo social en los estados con mayores apuros) y no hay un dibujo de respuesta sistémica a
los problemas de la zona euro y del resto. Eso sí, dedican un montón de horas a pensar en los
bancos.
Como verá el lector, poco se menciona en este artículo de lo que ha dado de sí la primera jornada
de la cumbre; y es que hubo poco, y ya estaba todo vendido.
Anoche se dedicaron a perfilar las próximas citas, encargar más trabajo a la «factoría VR», hacer
mimos a Monti, subrayar que aún es pronto para hacer lo que todavía no han hecho, que hay que
seguir trabajando para acercar las economías de la UE (otro brindis al sol, uno más) y a otra
cosa. Hablaron más a la entrada -sobre todo el locuaz Hollande- que dentro. Van Rompuy les
había concedido solo cuatro minutos a cada uno. El presidente del Parlamento Europeo, Martin
Schulz, había anticipado una cumbre rápida tras reunirse con los 27. Así fue. Rápida, indolora y
seguramente innecesaria.
Fuerte apoyo de los socios europeos a Monti frente a Berlusconi para que
continúen los ajustes
Ansiosos porque Italia continúe por la senda de los ajustes que ha iniciado Mario Monti, sus socios
comunitarios ofrecieron ayer su apoyo al primer ministro italiano frente a su predecesor, Silvio
Berlusconi, y sus intenciones de volver al cargo. La Comisión Europea y los dirigentes del Partido
Popular Europeo recibieron a Monti unas horas antes de la cumbre de jefes de Estado y de
Gobierno. El presidente de la Comisión, Joses Manuel Durao Barroso, pidió a Berlusconi que
«piense en la estabilidad y las reformas» para Italia. «Berlusconi ha confirmado que busca un
amplio movimiento de centro-derecha que lidere Monti», dijo el primer ministro finlandés, Jykri
Katainen, una propuesta que fue bien acogida. Los jefes de gobierno de los partidos derechistas
alabaron «el buen trabajo» de Monti, «que querríamos que continuara». Incluso el presidente
francés, François Hollande, volvió sobre sus pasos para saludar efusivamente a Monti. A.G.
Grecia empezará a recibir en días la asistencia financiera de 34.400 millones
El Eurogrupo puso ayer fin a meses de incertidumbre sobre Grecia al dar luz verde sus diecisiete
integrantes para que el país mediterráneo reciba la asistencia financiera de 34.400 millones de
euros. «Hemos pasado por una odisea desde la pasada primavera», señaló aliviado el
vicepresidente de la Comisión Europea y su también responsable de Finanzas, Olli Rehn, al
término de la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro.
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Rehn se refería a los meses de «situación política impredecible» por los que atravesó ese país y
toda la zona euro, pero señaló: «Ahora que nos acercamos al final de este turbulento año, todos
esos se han equivocado», en referencia a los que pensaban que no habría solución para Grecia.
«La solidaridad en la Unión está viva», afirmó por su parte el primer ministro de Grecia, Andonis
Samarás, quien añadió que «'Grexit' esta muerta. Grecia se ha puesto de pié. Los sacrificios de los
griegos no han sido en vano. Hoy no es solo un nuevo día para Grecia, sino también para
Europa».
Inicialmente se desembolsarán 10.600 millones de euros para financiar el presupuesto griego y
otros 23.800 millones en bonos del fondo europeo de rescate para la recapitalización de la banca
helena. Los cantidades restantes se abonarán en tres tramos durante el primer trimestre de
2013 y estarán sujetas a la implementación de ciertas medidas acordadas con la troika (Bruselas,
FMI y BCE), incluida la aplicación de la reforma fiscal hasta enero.
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