S E R IE ESTU DIO S S OBRE I NT E GRA C I O N La integración regional ante un nuevo cambio de paradigma: reflexiones desde una perspectiva histórica y comparada Estudio realizado en el marco de ADAPCCA Ramon Torrent Octubre de 2009 El contenido de este documento es de responsabilidad exclusiva del autor y en ningún caso se debe considerar que refleja la opinión de la Unión Europea o de la SIECA. INDICE I. Introducción II. Una perspectiva histórica y comparada 1. La primera ola de integración regional (años 50 y 60): Europa y América latina a. El regionalismo en Europa b. El “viejo regionalismo” en América Latina 2. La segunda ola de integración regional (años 90) a. El “nuevo regionalismo” en las Américas b. El proceso de integración europeo en la encrucijada 3. La tercera ola de integración regional: asia y el pacífico (años 2000) a. El surgimiento de un “novísimo regionalismo” en Asia y el Pacífico b. Iniciativas de Integración en Asia -Pacífico 4. La integración regional, ¿una vía hacia la liberalización comercial? a. Las causas de la explosión del regionalismo en los 1990s b. El debate regionalismo vs. multilateralismo: los bloques regionales como “bloques de construcción” o como “obstáculos” en el camino hacia la liberalización global? 5. El inicio de una revisión crítica del paradigma del “nuevo regionalismo” orientado a la liberalización del comercio internacional a. Una visión menos indulgente del “nuevo regionalismo”: oportunidades y riesgos del “nuevo regionalismo” y de los acuerdos de comercio preferencial norte-sur b. El papel de las políticas internas c. Una minimización de sus verdaderos efectos sobre la liberalización comercial: el impacto del “nuevo regionalismo” en las perspectivas de integración económicas regional en Asia-Pacífico d. Una enfatización de la diversidad de los acuerdos de preferencias arancelarias y algunos rasgos compartidos 3 III. ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? 1. Un nuevo enfoque analítico a. Precondiciones y Objetivos de la Integración Regional b. Instrumentos de la Integración Económica Regional c. Las Dimensiones de la Integración Regional d. La tipología de la Integración Económica Regional 2. Una nueva visión de la relación entre integración regional y sistema multilateral: una perspectiva legal, institucional y política y una nueva perspectiva económica a. ¿Por qué es necesaria una perspectiva legal, institucional y política? b. La perspectiva estrictamente legal: ¿primacía de quién? c. La perspectiva ‘arquitectónica’: el argumento de los ‘bloques’ y la diferencia entre las Zonas de Libre Comercio y las Uniones Aduaneras d. La perspectiva ‘mecánica’: el argumento del ‘cubo y los radios’ y el entrelazamiento de los APC e. La perspectiva de la ‘residencia común’: APC con no-Miembros de la OMC f. La perspectiva política: la especificidad política de algunos APC g. La perspectiva del desarrollo IV. Conclusión V. Bibliografía ÍNDICE 4 I. Introducción El presente estudio, redactado en el marco del Proyecto ADAPCCA, es una contribución a las actividades sobre Integración Regional que están en curso en el seno de la SIECA. Su contenido se inscribe en una línea de investigación desarrollada por el autor desde el año 2002 (año en que recibió un encargo del Banco Interamericano de Desarrollo para poner a punto un nuevo marco analítico de la Integración Regional) cuyos resultados se actualizan con un examen de la literatura más novedosa y significativa. perspectiva muy policy oriented) ofrecer ideas que abran nuevas vías de reflexión sobre los procesos de integración que puedan ser útiles para el proceso de integración centroamericano. El estudio combina la revisión de la literatura ya existente con un examen directo de los procesos de integración, basado en fuentes primarias y en la propia experiencia profesional del autor en el marco del proceso de integración europea. El objetivo es (desde una En la segunda se ofrecen nuevos enfoques para repensar dichos procesos, tanto desde un punto de vista analítico como político, en sí mismos y en su relación al sistema multilateral. Y al final se ofrece una breve conclusión. El estudio se organiza en dos partes. En la primera se adopta una perspectiva histórica y comparada para el examen de los procesos de integración. Se tratan en primer lugar las sucesivas “olas” de integración regional. A continuación se discute la interpretación dada a la integración desde distintas perspectivas. ÍNDICE 5 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N II. Una perspectiva histórica y comparada 6 ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada 1. La primera ola de integración regional (años 50 y 60): Europa y América Latina a. El Regionalismo en Europa El mejor ejemplo real de proceso de integración regional es, sin duda, el europeo. Y precisamente por ello, dicho proceso se ha utilizado en demasía como paradigma único para utilizar en otros procesos (sobre todo en América Latina, y por ello, su crisis profunda actual parece sumir en el desconcierto a los analistas. Conviene por tanto revisarlo. Esto se efectuará en el inicio de esta sección y en la siguiente.1 La interpretación convencional del origen y objetivos iniciales del proceso de integración europeo parece correcta: se trataba de superar el conflicto intraeurope occidental, esencialmente el franco-alemán, que había ensangrentado el mundo durante los últimos 80 años, en particular durante las dos guerras mundiales, mediante el “método Monnet” de la cooperación económica. El medio concreto para alcanzar este fin debía ser la creación de un mercado común. El mercado común comprendía: a) la creación de una unión aduanera bien entendida, es decir un territorio aduanero único; b) algunas políticas comunes (básicamente una política agrícola común y una política común en materia de producción y comercio de carbón y acero así como de energía atómica); 1 Los argumentos desarrollados en esta sección y en la siguiente sobre el proceso de integración europea están extraídos de Torrent (2007). ÍNDICE c) la aplicación de los principios de liberalización del acceso (no absoluta en ciertos casos) y de trato nacional en materia de comercio de bienes, servicios, derecho de establecimiento, régimen de trabajadores asalariados y movimiento de capitales; y d) la aplicación de ciertas normas en materia de derecho de la competencia en su doble vertiente de comportamientos de las empresas y de ayudas de Estado. Se creaba también un sistema institucional (las tres comunidades europeas) capaz de gestionar las políticas comunes (política comercial de la unión aduanera, política agrícola y políticas de carbón y acero, y parcialmente, de energía atómica) para aplicar las normas de competencia y de producir un nuevo derecho en estas áreas, así como en aquellas cubiertas por la obligación de trato nacional (comercio de bienes, servicios, derecho de establecimiento,trabajadores asalariados y capitales). Había otro ámbito o política también abarcado por los tratados constitutivos, pero su importancia era menor en relación con los indicados2 No debe nunca olvidarse el contexto en el que surgió el proceso: fin del colonialismo, Guerra Fría y 2 No se trata de discutir si detrás de estos objetivos iniciales latían ideas más “ambiciosas” sobre la creación de algún tipo de entidad política europea (de corte federal o no). Sería fácil llegar a la conclusión banal, de que en algunos casos era así y en otros no. De lo que se trata es de definir los objetivos perseguidos por la iniciativa que realmente cuajó y en torno a los cuales se alcanzó el necesario consenso para que cuajara. Y estos parecen ser los indicados en el texto y que están hoy recogidos en la interpretación convencional. 7 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N consolidación del orden económico multilateral. No debe nunca olvidarse que el gobierno y la clase política francesa que “inventaban” las comunidades europeas y sus tratados constitutivos eran los mismos que habían estado, y en parte seguían estando, enzarzados en dos sangrientas guerras coloniales: Indochina y Argelia. El conflicto del Canal de Suez, con sus efectos sobre toda la situación futura en Oriente Medio, es coetáneo a la negociación del Tratado de Roma, así como el desarrollo del conflicto en el Congo, protagonizado por Bélgica, que fue otra de las columnas del “monumento a la paz” intraeuropeo constituido por el proceso de integración. El proceso de integración europea fue favorablemente precedido por el Plan Marshall, orientado a la reconstrucción de los distintos países de Europa Occidental por separado y a la promoción de la cooperación económica y el comercio entre ellos. Por otro lado, es un proceso que se concibe y desarrolla en plena Guerra Fría, cuando los gobiernos de Europa Occidental están marcados por un anticomunismo virulento y dejaron atrás fórmulas de colaboración con los partidos comunistas como las que existieron en la inmediata posguerra, al menos en algunos países como Francia e Italia. La existencia del bloque soviético es percibida como una amenaza compartida por todos los países 8 que lanzan el proceso de integración (al menos, por sus dirigentes). Por último, tampoco debe olvidarse que los tratados constitutivos del proceso de integración europeo surgen en un terreno bien abonado por otros tratados internacionales, económicos y políticos (dejando de lado aún a Naciones Unidas) más amplios de membresía y de reciente creación(entonces): a) en el ámbito monetario (Acuerdos de Bretton Woods sobre el FMI y el BM); b) en el ámbito commercial (GATT); c) en el ámbito de la cooperación económica (OECE, luego OCDE, y Comisión Económica para Europa de Naciones Unidas3); d) en el ámbito de la cooperación jurídicopolítica (Consejo de Europa). Estos acuerdos o prefiguran la orientación de los tratados constitutivos del proceso europeo (compromisos de liberalización arancelaria y trato nacional del GATT, cooperación económica en el marco de la OECE, cooperación política en el del Consejo de Europa) o resuelven y enmarcan cuestiones esenciales para la integración económica, que ya no deben tratarse en los tratados constitutivos europeos (temas monetarios, ya resueltos en el seno del FMI). Este último aspecto, sobre todo, tiene una importancia decisiva en el terreno económico. 3 CEE-UN, en cuyo marco se han llevado a cabo procesos de armonización de legislaciones en ámbitos tan decisivos como el transporte por carretera o las normas técnicas para automóviles. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada i. La democracia profunda y el “modelo social europeo” son previos al proceso de integración europea y responden a otras motivaciones En mi opinión, mucha reflexión sobre el proceso de integración europea está viciada por el hecho de confundirlo o mezclarlo con el de desarrollo del “modelo social y democrático” y el Estado del Bienestar europeos. Así, en ocasiones, y muy en particular en América Latina, se llega a trasladar al proceso de integración evaluaciones positivas relativas al desarrollo del Estado del Bienestar en la Europa Occidental. El error es, ante todo, cronológico e histórico. El Estado del Bienestar europeo (o mejor, sus distintos modelos de Estado del Bienestar) así como sus sistemas democráticos contemporáneos surgen de los procesos de “refundación” política y económica que, en formas muy distintas (pero con un importante denominador común) tienen lugar inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. El denominador común es el de combinar un cambio político de profundidad con fórmulas de amplia participación en el gobierno, que engendra una especie de “pacto político-económicosocial” en el que la democracia se fortalece, el Estado ve reconocidas nuevas funciones (o reforzadas algunas que ya había asumido), y los ingresos y gastos públicos se expanden sobre la base de sistemas fiscales potentes. Este pacto ÍNDICE alcanza una gran legitimidad al ser aceptado por un amplio conjunto de fuerzas políticas, económicas y sociales. Las fórmulas fueron distintas. En Francia se trató de un gobierno de amplio espectro con participación del Partido Comunista. En Italia, fue un sutil juego de tensas complicidades entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista. En el Benelux y Alemania, fueron fórmulas de colaboración entre la Democracia Cristiana y la Socialdemocracia (aunque ésta no participara directamente en el gobierno). En los países nórdicos y en el Reino Unido fueron gobiernos socialdemócratas los que lideraron el proceso, pero lo esencial de las reformas que introdujeron quedó aceptado y consolidado en la política y situación socioeconómica de los respectivos países. El error es también conceptual y político. Las lógicas profundas del Estado del Bienestar a la europea y del proceso de integración europea son completamente distintas. Basta con constatar el hecho de que los instrumentos para la construcción y la gestión del Estado del Bienestar son nacionales y no comunitarios (desde la fiscalidad, en particular la directa, hasta el gasto en servicios públicos) y que las disposiciones de los tratados constitutivos no se refieren a estos instrumentos o tienden a limitar su uso y sus efectos con el propósito de que no distorsionen el funcionamiento del Mercado común. 9 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N La argumentación anterior no se aplica sólo a los Estados fundadores del proceso de integración. En el caso de España, por ejemplo, es evidente que el equivalente de los procesos de refundación democrática y de creación del Estado del Bienestar desarrollados en el resto de países europeos inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, se da en los primeros años (1977-1981) de la transición democrática (liderado por Adolfo Suárez y el Rey)4 y no en el contexto de la entrada en las Comunidades Europeas unos años después. Sería también interesante investigar (quizá en comparación con España) cuál ha sido y es la evolución en los Estados de la Europa Central y del Este recientemente ingresados en la UE. Se trataría de ver si el proceso de entrada en la UE ha jugado a favor o en contra del Estado del Bienestar en sus distintas formas posibles. Parece condenada al error cualquier interpretación que pretenda subsumir dentro del proceso de integración europea (que cubre sólo una parcela de las políticas) el conjunto de las políticas de los Estados europeos (sobre todo aquellas relativas al Estado del Bienestar y la “democracia profunda”), que abarcan un ámbito material mucho mayor y tienen unas motivaciones y orientaciones mucho más amplias y con origen anterior. 4 Y aprovechando algunos elementos “sociales/ corporativos” que el franquismo había adoptado de la tradición fascista. 10 i. Una integración creada por el Derecho y fundamentada en él El proceso de integración europeo responde a motivaciones y objetivos políticos muy profundos e importantes, y tiene efectos económicos muy relevantes. Pero su instrumento decisivo no es otro que el Derecho (derecho internacional, aunque sea en una version especialmente perfeccionada del mismo). Esta característica es esencial para comprender la grandeza, las limitaciones y la fragilidad del proceso. El proceso de integración no ha dispuesto de ejércitos ni de fuerzas de policía, ni de un poder político autónomo diferenciado del de los Estados Miembros (ya que la institución central en el proceso de toma de decisiones y de producción normativa del Consejo, está compuesto por representantes de los gobiernos de los Estados miembros). Tampoco ha dispuesto de grandes medios económicos en comparación con los manejados por los Estados Miembros (el gasto público de estos últimos es unas 40 veces superior al de la Comunidad). No hay duda de que el motor efectivo del proceso ha sido el Derecho: las obligaciones que se autoimpusieron los Estados Miembros al ratificar los tratados constitutivos y el nuevo derecho secundario producido por las instituciones comunitarias. Para entender el papel del Derecho en el proceso de integración europea, debe subrayarse que el Tribunal de Justicia ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada de las Comunidades Europeas (TJCE), institución encargada de interpretarlo y controlar su aplicación, no dispuso del más mínimo poder de “enforcement” durante los primeros 35 años del proceso (los años “gloriosos” en que este proceso se consolidó). El TJCE sólo “decía el Derecho”. Como no tenía ningún poder para hacer cumplir sus decisiones y las represalias a los Estados Miembros por incumplimiento de sus obligaciones, todo el edificio de la integración reposó sobre la base del cumplimiento voluntario de sus obligaciones por parte de los Estados Miembros. El que el Tratado de Maastricht atribuyera al este tribunal un cierto poder limitado de sanción (no autónomo, además) a los eventuales incumplimientos de los Estados no modifica sustancialmente la situación. Como veremos en la sección siguiente, esta característica (una integración fundamentada esencialmente en el Derecho) marca unos límites al propio proceso de integración: con tan sólo el Derecho como instrumento pueden abordarse algunos problemas de las relaciones entre Estados, pero no pueden abarcarse otros. En una metáfora informática, que volveré a utilizar más adelante, un hardware que solo dispone del Derecho como herramienta básica no puede procesar un software que sea especialmente complejo o políticamente difícil. ÍNDICE iii. Los primeros 25-30 años de integración europea; un éxito extraordinario (para los objetivos perseguidos) Si nos situamos en la primera mitad de los años 80, debe evaluarse el proceso de integración europea como un éxito completo. - El conflicto intra-europeo occidental está superado. Definitivamente superado, si esta expresión puede válidamente emplearse en materia de relaciones políticas. En particular, es ya impensable la reedición de un conflicto bélico franco-alemán. - El medio (el mercado común) ha funcionado bien y se ha consolidado, sobre todo en aquellas áreas juzgadas como prioritarias en el momento inicial y así reguladas en los tratados constitutivos: creación de la Unión Aduanera, con normas de derecho de la competencia, consolidación de una política agrícola común, y liberalización del acceso y reconocimiento del trato nacional en materia de comercio de bienes, servicios, derecho de establecimiento, régimen de trabajadores asalariados y capitales. - El instrumento (el Derecho) utilizado para desarrollar el proceso ha tenido un éxito realmente prodigioso. Los Estados han cumplido las obligaciones que se habían impuesto, y han acatado y cumplido una jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, que en cuestiones esenciales ha estirado dichas obligaciones, en una sabia combinación de audacia y prudencia, más allá de 11 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N la intención de los redactores de los tratados5. Y el mecanismo de producción de derecho secundario ha funcionado bien. Pero no debe olvidarse que este éxito ha sido alcanzado en un determinado contexto internacional y con relación a unos objetivos considerablemente limitados. - La constatación del éxito no debe hacer olvidar que el proceso de integración europea fue esencialmente introvertido. Su única proyección externa se daba sólo en cuanto a la Unión Aduanera, dotada de un régimen único para el comercio internacional de bienes. Incluso en el resto de aspectos económicos (servicios, derecho de establecimiento, movimientos y régimen de trabajadores asalariados y de capitales) eran los distintos Estados Miembros quienes seguían siendo competentes. En una perspectiva política más general, el proceso de integración europea ha asistido pasivamente al desarrollo de la Guerra Fría, integrado en el bando liderado por los Estados Unidos. Así pues, desde una perspectiva mundial, el proceso de integración 5 No hace falta citar los múltiples ejemplos disponibles de ello; basta mencionar la audacia de la jurisprudencia “Cassis de Dijon”, tan conocida y aceptada que ya ni nos sorprende, al conceptuar, en ciertos casos, normativas internas no discriminatorias como medidas de efecto equivalente a restricciones cuantitativas a la importación y, por tanto, contrarias al Tratado salvo si se justifican sobre la base de determinadas circunstancias. Audacia combinada con una prudencia que lleva al Tribunal a inventarse “exigencias imperativas” justificativas adicionales a las enumeradas en el antiguo artículo 36 (protección de los consumidores, por ejemplo). 12 europeo ha sido un éxito pero sólo en tanto al “proceso de adaptación al mundo” (al mundo de la Guerra Fría y de la post-descolonización). - Y tampoco debe olvidarse que, en plena conformidad con los objetivos iniciales perseguidos por el proceso, los resultados alcanzados han sido limitados: más allá de la creación de una Unión Aduanera con una política agrícola (y de pesca en alta mar) y un derecho de las competencias comunes, y del reconocimiento de los principios de liberalización del acceso y trato nacional en un amplio abanico de sectores, lo que se ha conseguido es tan sólo: a) cierta armonización de las normativas en los sectores cubiertos por la obligación de trato nacional; b) que los Estados Miembros, en ciertos ámbitos que siguen siendo competencia suya y no de la Comunidad, actúen en común y más o menos asociados a la Comunidad, con lo que el proceso de integración ha ampliado su cobertura más allá de lo inicialmente previsto6; y c) el desarrollo embrionario de ciertas 6 Este es un pilar esencial de la integración europea que la literatura de los “tres pilares” sistemáticamente deja de lado. En cambio, es muy importante que, gracias a la existencia de la Comunidad, los Estados Miembros hayan ejercido sus competencias en común y en torno a la Comunidad (o incluso aprovechando sus instituciones). Citaré sólo tres casos bien significativos: a) la política de cooperación y ayuda financiera a los Estados de África, Caribe y Pacífico en el marco del Convenio ACP; b) las negociaciones de adhesion de nuevos Estados Miembros, que, si bien son de competencia nacional y cuyo resultado acabará siendo ratificado por los Parlamentos nacionales, se desarrollan dentro del seno de las instituciones de la Unión; c) la participación de los Estados Miembros en las negociaciones desarrolladas en el seno de la OMC en los temas de competencia nacional. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada políticas comunitarias nuevas, no previstas inicialmente (cooperación al desarrollo, cooperación –muy limitada- en temas educativos, etc.). Pero, aún así, a) la mayor parte de los ámbitos abarcados por las políticas nacionales internas siguen quedando fuera del proceso de integración (desde la educación a la sanidad y la seguridad social, pasando por la regulación del mercado de trabajo y la fiscalidad directa); y b) con la única excepción del regimen de comercio internacional de mercancías, competencia exclusiva de la Comunidad, en tanto que la Unión Aduanera también quedaba fuera del proceso de integración todas las políticas externas. b. El “viejo regionalismo” en América Latina i. Regionalismo e Industrialización por Sustitución de Importaciones El primer brote de regionalismo en América Latina, que cobra fuerza en los años 1960, aparece íntimamente ligado al pensamiento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y, en particular, del economista argentino Raúl Prebisch. En su clásica obra sobre el deterioro secular de los términos de intercambio, escrita con Singer, Prebisch observa que la elasticidad de los ingresos provenientes de las materias primas es menor que la de los bienes industriales. En consecuencia, el desarrollo de la periferia no dependería de la continuación del patrón histórico de ÍNDICE especialización basado en la explotación de las ventajas comparativas estáticas, sino de la promoción del desarrollo industrial, que debía llevarse adelante por medio de los procesos de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). Por otro lado, si bien en el período de posguerra el resto del mundo obtuvo resultados satisfactorios con procesos de liberalización gradual y el restablecimiento de los flujos comerciales y financieros, el crecimiento de las economías de los países latinoamericanos más pequeños fue poco afortunado, situación que se extendió con un efecto dominó hacia el resto de países de la región. El diagnóstico de la época para este fracaso era que los mercados eran demasiados pequeños como para implementar una sustitución de importaciones exitosa. En este sentido, Prebisch y Singer afirmaban que el tamaño reducido de los mercados imposibilitaba a los países el avance en un proceso de industrialización con niveles de productividad y costos de producción similares a los de los países industrializados, pues sería imposible desarrollar las facilidades industriales de magnitud y especialización necesarias para acceder a los beneficios de las economías de escala de la producción. Esta situación era especialmente aguda en el caso de muchos sectores “críticos” para lograr la integración vertical de las industrias, tales como la producción de bienes de consumo duraderos, bienes de capital y productos intermedios básicos (Mayorbe, Herrera, Santamaría y Prebisch, 1965: 65). 13 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N En el marco de las estrategias de la ISI, orientadas a lograr un desarrollo “hacia adentro”, se impulsó el crecimiento de industrias con altos niveles de protección frente a la competencia externa, la planificación fue puesta a cargo del estado, priorizando las empresas públicas en rubros estratégicos, y se realizó una estricta regulación de los flujos de inversión extranjera. En este contexto, la integración regional se contempla como una herramienta para fortalecer la ISI. Se suponía que en la medida en que se avanzara en ese proceso, “las producciones que se radicaran en cada uno de los países contarían con la demanda potencial de toda el área integrada y, en consecuencia, podrían establecerse plantas modernas con dimensiones óptimas y con un nivel de especialización adecuado” (Mayorbe, Herrera, Santamaría y Prebisch, 1965: 66). Esto implicaba por tanto la eliminación de las barreras comerciales y a la inversión extranjera (si bien esta permanecería sujeta a ciertas regulaciones) entre los países parte del proceso, y el mantenimiento de los niveles de protección hacia terceros países. La planificación estatal sería extensiva a todos los países del territorio integrado y se buscaría desplegar un enramado institucional colectivo, cuyo punto de referencia era el por entonces nuevo proyecto de integración de las comunidades europeas. 14 ii. Las principales características del “viejo regionalismo” Recapitulando, las características más sobresalientes del denominado “viejo regionalismo” pueden resumirse en las siguientes: • Los acuerdos tenían como principal objetivo complementar el modelo de desarrollo de la ISI, marcado por la reticencia frente a la dependencia extranjera y basado en altos niveles de proteccionismo, la alta ingerencia estatal y la incidencia directa del sector publico en los mercados. • La integración regional pretendía resolver las limitaciones de la ISI mediante la desviación de importaciones de terceros países hacia la producción y la exportación intraregional. Esto se lograría vía eliminación de las barreras internas al comercio, incrementando la protección externa y ampliando la planificación industrial a nivel regional. • Predominio del pesimismo ante las exportaciones y el convencimiento de las virtudes del proteccionismo. El tema multilateral estaba relegado de la agenda, y se destacaba también un marcado rechazo a los flujos de IED en cuanto a que podrían implicar dependencia extranjera. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada • Mecanismos de liberalización basados en esquemas de listas positivas resultantes de intrincados procesos de negociación (excepto en el caso de América Central). La consecuencia eran altos niveles de selectividad agravados por los acuerdos especiales y diferenciales para los países menos desarrollados de la región. A esto se suma la perdida de credibilidad del sector privado producto de la creación de aparatos burocráticos poco exitosos inspirados en la experiencia europea. • Estancamiento de los procesos de liberalización. Muchas veces los resultados no se concretaban más allá de lo escrito en los textos de los acuerdos. El mantenimiento de los altos niveles proteccionistas, el fracaso de los órganos burocráticos, la percepción de las asimetrías entre las partes y la inestabilidad política y economía socavaron los esfuerzos integracionistas que se suponía debían “rescatar” a la ISI. Estos primeros intentos de integración económica regional tuvieron un impacto bastante moderado en lo que se refiere a la liberalización arancelaria y a los flujos de comercio e inversión en la región, con la notable excepción de América Central. Así, el proceso centroamericano se constituyó como el único proyecto del “Viejo Regionalismo” que logró alcanzar una liberalización sustancial del comercio, con el 95 por ciento de todas las líneas arancelarias completamente liberalizadas durante varios años, y con ÍNDICE el establecimiento exitoso de un arancel externo común. Las exportaciones regionales crecieron significativamente, hasta alcanzar un máximo de 26 por ciento de las exportaciones totales (Devlin y Estevadeordal, 2001: 4). La proporción de comercio intra-regional dentro del total aumentó de menos del 7.5 por ciento hasta un 25 por ciento entre 1960 y 1980 (Valencia, 1998). Sin embargo, desde el punto de vista de la equidad y reciprocidad, se obtuvieron resultados insatisfactorios para algunos países, lo cual terminó por atentar contra el desarrollo del proceso. Las expresiones de inconformismo se agravarían con el conflicto bélico entre El Salvador y Honduras, que significó el rompimiento del esquema de integración propuesto desde 1961. Finalmente, en 1970, después de una reforma constitucional, Honduras abandonó el esquema (Valencia, 1998). Ya a mediados de la década de los 70, los procesos de integración del “Viejo Regionalismo” mostraron claros síntomas de “parálisis”. Una serie de factores la desencadenaron y potenciaron: (1) el recrudecimiento de la tendencia proteccionista nacional, que formaba parte del modelo mismo, y que se manifestaba en un mecanismo de liberalización basado en “listas positivas”, de alcance reducido en la mayoría de los casos; (2) el rol “planificador” del Estado empezó a chocar con las demandas 15 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N proteccionistas del sector privado; (3) el empeoramiento de la inestabilidad macroeconómica, producto de la brecha entre la alta demanda de bienes de capital y bienes intermedios, y la cantidad de exportaciones generadas; que se potenciaba con las fluctuaciones de los precios de los productos básicos y de los flujos financieros; (4) las fuertes tensiones políticas causadas por las asimetrías en las balanzas comerciales y por ende en los beneficios de los intercambios comerciales; (5) la insuficiencia de la infraestructura regional para soportar el incremento de los flujos comerciales, agravada por la animosidad de los gobiernos autoritarios, que generaba permanentes enfrentamientos internos, fronterizos y trabas al libre movimiento de personas y bienes; (6) el escepticismo de Estados Unidos que, para la época, se encontraba abocado al proyecto del multilateralismo y no veía con buenos ojos el enfoque regionalista. 2. La segunda ola de integración regional (años 90) a. El “nuevo regionalismo” en las Américas i. El contexto del “nuevo regionalismo” Hacia fines de la década de los 80, el estancamiento económico en América Latina, sumado al surgimiento de la nueva estrategia de desarrollo basada en la rápida apertura comercial, unos precios relativos “apropiados” y la desregulación, parecía señalar el fin de los esfuerzos de integración en la región. Sin embargo, comenzó a observarse un fuerte resurgimiento del interés por dichos esfuerzos. En efecto, durante los años 90, se asistió a una verdadera explosión de nuevos acuerdos regionales de integración económica, que superaron holgadamente los números registrados en los años anteriores. 16 El nuevo regionalismo latinoamericano tiene origen tanto en la combinación de factores mundiales o generales que modificaron las estructuras de la economía política internacional, como en la combinación de factores regionales o particulares que dieron a la integración regional en América Latina características específicas. Los factores globales o generales pueden resumirse en dos fenómenos que marcaron la década de los 80: la aceleración del proceso de globalización económica y el fin de la Guerra Fría. La nueva globalización económica y algunas de sus características determinantes (el cambio tecnológico, las políticas estatales pro-mercado y las nuevas dinámicas económicas) fomentaron los proyectos regionales en dos sentidos. Primero, la reducción de las dimensiones espacio-temporales en las que se desarrollan las actividades ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada económicas trajo aparejada una ampliación de los mercados. Se creyó que, con los cambios tecnológicos y la eliminación de las barreras comerciales y la inversion por parte de los estados, la dinámica de mercado llevaría a muchas empresas a ampliar sus actividades del nivel nacional a un nivel regional transnacional o incluso mundial. Segundo, se pensaba que los beneficios económicos potenciales que resultarían de la ampliación de la escala geográfica de los mercados conducirían a los estados a la implementación de medidas de liberalización comercial, de eliminación de controles a la entrada de capital productivo y financiero, y de desregulación económica. En este contexto, los proyectos de integración económica regional se presentan como una de las herramientas de los estados para potenciar el desarrollo económico a la vez que segestiona la actividad de los mercados regionales. Por otro lado, el fin del mundo bipolar de la Guerra Fría produjo una ampliación de las percepciones y dimensiones de la seguridad estatal, que trascendió la esfera militar y se extendió hacia cuestiones meramente económicas. Asimismo, se generan nuevos escenarios geopolíticos para la competencia económica entre los estados, diferentes de los tradicionales escenarios de confrontación territorial y militar vinculados a la division ideológica entre capitalismo y socialismo. ÍNDICE En cuanto a los factores regionales específicos del caso de América Latina, puede mencionarse en primer lugar el cambio de la posición de los Estados Unidos frente al regionalismo, desde el escepticismo hacia un rol facilitador de las iniciativas regionales, un fenómeno que Jagdish Bhagwati denominó la “conversión” de los Estados Unidos. Esta conversión de los Estados Unidos respondió a su vez a las dificultades que enfrentaba la Ronda Uruguay del GATT y al exitoso avance del proceso de integración europeo (Acta Única Europea en 1986 y Tratado de la Unión Europea en 1992) y sus planes de ampliación (o, al menos, coincidía con ellos). Otro factor regional, que tuvo lugar a mediados de la década de los 80, fue el giro abrupto de las políticas económicas latinoamericanas hacia el denominado neoliberalismo, como alternativa a las políticas económicas anteriores, y, especialmente, con la puesta en marcha de planes de “ajuste estructural”, propiciados por los organismos financieros internacionales, como condición previa para la concesión de los créditos que los países latinoamericanos necesitaban para afrontar la profunda crisis de la deuda en la que se encontraba inmersa la región. En materia comercial, este conjunto de recetas respaldadas por los organismos de crédito internacionales y la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos, generalmente conocidos como “Consenso de Washington”, tomó la forma de “reducción de la protección de 17 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N los productores locales mediante cuotas y aranceles” (Birdsall, de la Torre y Menezes, 2001: 5). El “nuevo regionalismo” de los años 90 nace como parte integral de las amplias reformas estructurales que se venían implementando en América Latina desde mediados de los 80. (Devlin y Estevadeordal, 2001: 6). La integración económica regional se convierte así en el tercer nivel de un proceso que se complementa con la liberalización unilateral y multilateral y, de esta manera, se convierte en una herramienta en manos de los estados y las empresas para mejorar su inserción económica internacional, y hacer frente a la fuerte competencia existente en un mundo globalizado. El nuevo paradigma de desarrollo económico priorizaba la racionalización del gasto público, las reformas fiscales, la liberalización financiera, la fijación de un tipo de cambio competitivo, la liberalización comercial, la promoción de la inversión extranjera directa, la privatización, la desregulación, y la garantía de los derechos de propiedad. En este contexto, el nuevo regionalismo tenía por objetivo el fortalecimiento de las reformas económicas estructurales. Al mismo tiempo buscaba propiciar la atracción de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED), a fin de captar los efectos “derrame” que los mismos traen aparejados, tales como el desarrollo de redes exportadoras, la transferencia de tecnologías y la modernización institucional. 18 El nuevo regionalismo cubría también un aspecto geopolítico, en cuanto a que los acuerdos regionales servían para proteger los sistemas democráticos de los países más débiles, promover la paz y dotar a los estados con una mayor capacidad negociadora. (CEPAL, 1990; 1992; 1994; Rosenthal, 1990). Por último, el nuevo regionalismo tenía como meta favorecer la cooperación regional funcional, en cuanto a los acuerdos comerciales, que representaban un punto de partida para iniciativas de integración regional más ambiciosas (Devlin, Estevadeordal y Krivonos, 2002). Además, las externalidades generadas por los vínculos económicos entre las partes normalmente requieren que la cooperación trascienda la esfera económica hacia la política. Por lo tanto, el avance de la regionalización del comercio y por ende de la interdependencia económica entre los países causó un aumento proporcional en la cooperación funcional entre los estados, parte de diferentes acuerdos de integración en el ámbito económico, político y social. i. Las características del “nuevo regionalismo” En consecuencia, las características más sobresalientes del nuevo regionalismo son: • La integración regional se concibe como una herramienta para profundizar los procesos de liberalización, reducir el proteccionismo y crear un ambiente adecuado para la competencia. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada • La normativa regional y la presión entre los pares también eran considerados herramientas indispensables para el mantenimiento de las reformas políticas en el marco de las cuales se habían promovido los acuerdos de liberalización (efecto “lock in”). • Abandono de los antiguos temores frente a los flujos de inversión extranjera, reconociendo su contribución a la competitividad internacional y el acceso a los mercados de exportación. Esto trae aparejada una fuerte competencia por la atracción de dichos flujos. De hecho, la creación de mercados regionales como el Mercosur ya no son como antes, una estrategia para restringir estos flujos, sino para atraerlos. La transformación dinámica de los sectores productivos es producto de la intensificación de la actividad comercial y los flujos de IED. • Carácter geopolítico: las políticas económicas aperturistas implican necesariamente la participación en foros regionales y mundiales que permitan la cooperación entre países, lo que los convierte en actores más eficaces a escala global. • Proliferación de acuerdos de “grandes mercados”, por ejemplo, de América Latina con Estados Unidos y otras potencias industriales, supone mayores retos para los países latinoamericanos, pues superan con creces a los acuerdos intraregionales. Los mecanismos utilizados para la liberalización en los acuerdos son: ÍNDICE 1. Aranceles: los acuerdos de nueva generación en Latinoamérica se orientan hacia la eliminación de barreras arancelarias mediante la implementación de esquemas previamente programados más simples, automáticos, rápidos y casi universales (el ejemplo más claro de ello es el Anexo I del Tratado de Asunción constitutivo del Mercosur. Esto es contrario a lo que ocurrió, por ejemplo, con la ALALC que implicaba el desarrollo complejo de listas positivas, y los programas del Grupo Andino con contadas excepciones. 2. Reglas de origen: la aplicación de programas automáticos y universales de desgravación fue balanceada por procedimientos exhaustivos de selección de los productos que gozarían de dicha desgravación, por medio de la aplicación discrecional de complejas reglas de origen 3. Otras modalidades: a la liberalización universal más rápida, y la implementación de las reglas de origen se suman: a. el protagonismo del mercado, cuya expansión esta liderada por el sector privado. b. el tratamiento especial y diferencial a los países menos desarrollados: poco tomado en cuanto con el fin de lograr una mayor simplicidad en los acuerdos. c. el efecto cascada en cuanto los acuerdos desemboca en otros que profundizan la liberalización, 19 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Resultados trascendiendo el comercio de bienes tradicional característico de la antigua integración. d. simplificación de la arquitectura institucional mediante la promoción de acuerdos intergubernamentales minimalistas. e. el resurgimiento de los esfuerzos integracionistas parece más sustentable que los de la primera posguerra. Lo cual contrasta profundamente con la época anterior, caracterizada por numerosos acuerdos pero de alcance y sustentabilidad mediocres. Por último, cabe destacar una serie de características particulares que adoptó el “nuevo regionalismo” en América Latina: • Diversidad. Aunque se puede decir que se trata de proyectos de integración económica, los mismos divergen sustancialmente en cuanto a objetivos, institucionalización y participación estatal. Dependiendo de la agrupación regional, y el objetivo que se debe alcanzar: por ejemplo el ALADI, el TLCAN, el G-3 o el ALCA tenían como objetivo la creación de zonas de libre comercio; la Comunidad Andina aspiraba a la unión aduanera, y otras agrupaciones pretendían ir más allá del comercio de bienes como el caso del MCCA (en su nueva etapa), el Caricom, el Mercosur o la propia Comunidad Andina. Asimismo, los niveles de institucionalización también eran muy variables según la 20 agrupación regional, no sólo por la arquitectura orgánica implementada en cada caso, sino sobre todo por las competencias que los estados miembros ceden a la organización. En lo concerniente a la participación del estado, la diversidad subregional justificaba las diferencias en la composición de las agrupaciones, pero lo más destacable a este respecto es quizá el surgimiento de dos proyectos de la época, cuyos miembros mostraban una gran disparidad económica: uno de ellos es el TLCAN, del que se ha destacado habitualmente la coexistencia de Estados Unidos y México como miembros junto a Canadá; el otro es el ALCA, en el que participaban 34 de los 35 estados americanos. • El “overlapping” o solapamiento: otro rasgo distintivo del nuevo regionalismo latinoamericano es la participación simultánea de los estados en varias agrupaciones regionales. Casi todos participan en al menos dos proyectos de integración, y en algún caso hasta en cuatro o cinco diferentes. Por ejemplo, y sin tener en cuenta su participación en las negociaciones del ALCA, todos los miembros del Mercosur y de la Comunidad Andina también eran miembros del ALADI, alguno de ellos formaba parte del G-3, y entre éstos México era también miembro del TLCAN; por otro lado, países con costas en el Pacífico como Chile, México o Perú participan en el Foro de Cooperación Económica Asia- ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada Pacífico (APEC). Esto incrementó la complejidad en el funcionamiento de las agrupaciones regionales, pero al mismo tiempo contribuyó a acelerar el desmantelamiento de las barreras comerciales y a los movimientos de capitales. • En América Latina, las iniciativas integracionistas han sido emprendidas y lideradas por los estados. A diferencia del caso asiático, los niveles de regionalización efectiva antes del lanzamiento o reactivación de proyectos regionales eran bajos. Así, las agrupaciones regionales surgen con la finalidad de impulsar estas relaciones económicas entre vecinos geográficos. Sin embargo, pese al liderazgo gubernamental en los inicios del nuevo regionalismo en las américas, el sector privado tuvo una incidencia directa y activa en el desarrollo de las iniciativas de integración. • La integración regional de la década de los 90, se planteaba en concordancia con el multilateralismo, termino que se entendía en las formulaciones del “regionalismo abierto” impulsado por la CEPAL a inicios de la década. Se destacaban las virtudes de la apertura comercial intrarregional, la apertura comercial selectiva hacia el exterior, el fortalecimiento de la base institucional y la participación de actores públicos y privados en los procesos de toma de decisiones. ÍNDICE En este contexto, el auge del regionalismo abierto como estrategia de desarrollo se formuló en 1994, aunque con ciertas condiciones que lo diferenciaban del propuesto en la década de los 80 en la cuenca del Pacífico. De esta manera, el regionalismo abierto en América Latina pretendía complementar el multilateralismo, dentro de una estrategia que lo fiaba casi todo a la liberalización comercial, que se debía alcanzar por distintas vías, que se acostumbraban a ordenar de “más a menos best” (unilateral, multilateral, regional, bilateral). Se priorizaba la economía regional sobre las economías extranjeras, pero se trataba de un regionalismo abierto a las relaciones intrarregionales y con el resto de países del mundo. • La diferencia más marcada entre el nuevo regionalismo de la década de los 90´ y las experiencias anteriores fue el contexto de políticas en el cual nacieron estas iniciativas. El nuevo regionalismo surge en el marco de reforma de políticas juzgadas poco exitosas, y la debacle ocasionada por la crisis de la deuda en la década de los 80, con el objetivo de fomentar la economía de mercado apoyada en una base institucional democrática y renovada. En este sentido puede decirse que un rasgo muy notable de la transición de los años 90 es el resurgimiento del interés hacia acuerdos intrarregionales (norte-sur) en lugar de la tradicional integración (sur-sur) que vinculan a los países desarrollados en esquemas de liberalización recíproca, 21 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N acompañados de programas de cooperación funcional. Este cambio hubiese sido imposible de no haberse operado un cambio en el marco de política. A efectos de análisis y discusión, caben dos respuestas alternativas a la pregunta del “qué hacer”: b. El proceso de integración europeo en la encrucijada i. Introducción Mientras en América se desarrollaba el “nuevo regionalismo”, en Europa la “vieja integración regional europea” se encontraba en una encrucijada cuya verdadera significación sólo se ha manifestado cuando el proceso ha entrado en crisis profunda en la dácada del 2000. Después del éxito alcanzado por el proceso de integración europeo en los años 80 (con todas sus limitaciones, señaladas en la sección precedente) puede surgir una pregunta: ¿qué hacer a partir de entonces?. Era bastante evidente que el impulso inicial se había agotado, sin embargo no debe darse una connotación negativa a este agotamiento ya que el “acquis” permanecía bien consolidado y respondía plenamente a los objetivos iniciales. Por tanto, quizá sería más adecuado hablar de “deberes hechos” (en buena medida) y no de “agotamiento” pues podría denotar fracaso. En el fondo, se trataba de todo lo contrario: el agotamiento del impulso inicial era un éxito. 22 - La primera podría etiquetarse de “conservadora”. No conservadora en el sentido de derechas, sino en un sentido más bien etimológico de “conservar lo hecho”. En esta línea de respuesta, no se habrían buscado objetivos alternativos distintos de los iniciales (es decir, la contribución a la pacificación de las relaciones entre estados de la Europa Occidental y el establecimiento de un clima de cooperación estrecha entre ellos), y se habría constatado el éxito del medio utilizado (la integración del mercado y otras formas complementarias de cooperación), así como del instrumento elegido (el Derecho). Evidentemente, esta línea de actuación no desembocaba necesariamente en la parálisis o en la inacción: por un lado, debía seguirse definiendo e implementando las políticas comunes y aplicando las reglas del derecho comunitario; por otro lado, el dinamismo inherente a los tratados constitutivos, especialmente por la existencia de un mecanismo de producción autónoma de derecho, siempre habría permitido ir dando mayor profundidad al proceso en los distintos ámbitos cubiertos por el tratado. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada - ÍNDICE La segunda vía de respuesta podría etiquetarse de “reformista”. Si la primera vía de respuesta, la “conservadora”, puede ser defendida desde perspectivas muy diferentes, porque, en su origen y en sus objetivos iniciales, el proceso de integración europea que pretendía conservar podía también ser defendido desde posiciones políticas muy distintas, la vía “reformista” parece exigir como premisa una posición política de transformación de la realidad que tradicionalmente se asociaría con la izquierda (aunque sea una izquierda muy moderada, como se verá a continuación). En esta vía, sin perder sus características y objetivos propios en el plano interno (es decir, conservando el acquis), se trataría de transformar el proceso de integración europeo de un proceso de adaptación al mundo (lo que había sido desde su inicio) en un proceso de transformación del mundo; un mundo extraordinariamente necesitado de transformación: hambre, subdesarrollo, desigualdad en todos los planos (incluyendo el de la situación de las mujeres), conflictos bélicos, falta de respeto de los derechos humanos, problemas de medio ambiente,entre otros. Esta vía reformista, por otro lado, hubiera constituido en cierta manera una reparación de los males causados al mundo por los grandes países europeos (colonización, guerras mundiales, mala conducción del proceso de descolonización), para la cual no era suficiente el haber construido un Estado del Bienestar modélico orientado hacia adentro y sin proyección internacional. Como es bien sabido, no se siguió ninguna de las dos vías. El proceso de integración experimentó un brusco relanzamiento (mucho más allá de la profundización progresiva que ya hubiera permitido la vía conservadora) pero no se orientó en una perspectiva reformista como la indicada. Es cierto que se ofrece como nuevo objetivo (que justifica la nueva orientación del proceso de convertir a la Comunidad) o en un marco más amplio a la Unión Europea, para que esta sea un “actor global” (“global player”) que esté a la altura de todas sus potencialidades económicas y de su tradición democrática. Sin embargo, este planteamiento me parece más bien una justificación ad hoc y no una verdadera explicación de la nueva orientación del proceso, por las siguientes razones: - No ha quedado nunca claro el proyecto político que la Comunidad o la Unión querían impulsar como “global player”, y es evidente que las divergencias políticas entre sus estados miembros (acentuadas después 23 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N de la última ampliación) hace muy difícil concebirlo (la constatación de la inexistencia de este proyecto político es compartida por los europeístas más ortodoxos y conocedores del proceso). - Si ésta fuera la verdadera explicación, la única conclusión que se podría extraer sería la de un considerable fracaso por cuanto ya era la justificación dada por Jacques Delors para lanzar el proceso del Acta Única hace más de 20 años, y no parece que se haya avanzado de modo verdaderamente significativo en ese período.7 - La voluntad de convertir a la Unión Europea en un “global player” (más allá de la retórica) es completamente incompatible con dos realidades: a) la incapacidad de definir una política común sobre la reforma de la composición del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; b) el mantenimiento de la participación de los Estados Miembros de la Unión Europea 7 Es bien significativa la redacción del artículo inicial del capítulo sobre investigación (actual artículo 163), una de las piezas clave de las reformas promovidas por Delors por medio del Acta Única: “La Comunidad tiene como objetivo fortalecer las bases científicas y tecnológicas de su industria y favorecer el desarrollo de su competitividad internacional”. 24 en el FMI no sólo “en ordre dispersé” sino mezclados en las distintas “constituencies” con estados no miembros de la Unión (no sólo europeos sino latinoamericanos, del Caribe o Asia)8. Para comprobar la falta de gran objetivo del proceso basta comprobar que, en estos últimos tiempos, la justificación del “Europa, global player” como objetivo último se ha sustituido en muchas ocasiones por una apelación a la “Estrategia de Lisboa” de 2000, como si ella constituyera la brújula que pretende dirigir el proceso.9 La integración en vez de constituirse en un medio para alcanzar un fin último u objetivo principal, se ha convertido en un fin en sí misma. Esta tesis (la de la integración por la integración) ha quedado encarnada en la “teoría de la bicicleta” (se cae si no avanza) o del spill over en términos más sofisticados, que continúa siendo repetidamente proclamada, tanto por responsables políticos como por académicos, como si tuviera algún sentido. 8 En el marco del FMI, España se integra en una constituency latinoamericana; Irlanda en una caribeña y es representada por Canadá; Bélgica, Holanda e Italia lideran constituencies donde se integran Estados no miembros de la Unión Europea y no europeos; y Suecia, Finlandia y Dinamarca eran representadas hasta hace poco por el representante de Islandia. 9 La estrategia aprobada por el Consejo Europeo de Lisboa, orientada a transformar en tan sólo diez años la economía europea en “la economía basada en el conocimiento más competitiva y más dinámica del mundo”(¡!). ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada ii. El reto sin respuesta y la oportunidad perdida: el régimen Gorbatchov El agotamiento del impulso integrador europeo inicial y la consiguiente apertura de la interrogante acerca de la conveniencia y dirección de un cambio de objetivos, coinciden en el tiempo con un proceso de enorme importancia histórica: la crisis del régimen del bloque soviético, así como la asunción, y conducción de esta por Gorbatchov. Así las cosas, el proceso de adaptación al mundo que había constituido el proceso de integración europeo no sólo era sometido a cuestionamiento desde dentro (agotamiento con éxito del impulso inicial) sino desde fuera (transformación radical del mundo al cual el proceso quería adaptarse). En otras palabras: la discusión sobre los objetivos del proceso ya no era sólo una exigencia interna sino que venía provocada desde el exterior. Para efectos del presente estudio, es irrelevante la discusión sobre si Gorbatchov causó la crisis del régimen soviético o aceleró tendencias inherentes que eran imparables. También es irrelevante discutir sobre la “sinceridad” de sus políticas reformistas (convicción personal o bien simple correr detrás de unos acontecimientos que no era capaz de controlar). Mi opinión es que su gobierno tuvo efectos causales muy importantes, y que él estaba bien convencido de la bondad de ÍNDICE los cambios; pero aunque esta opinión fuera equivocada, lo que cuentan son los cambios políticos que se produjeron, la presentación pública que de estos hacía Gorbatchov y los nuevos márgenes de maniobra que abrían en la política internacional y en la política europea. A riesgo de simplificar, plantearé una interpretación de la política propugnada por Gorbatchov, que me parece consistente con los hechos y que por ello habría podido servir de premisa para una reorientación de la política europea. - El sistema socioeconómico y político de la Unión Soviética estaba siendo ahogado por dos factores, uno económico y otro político, pero íntimamente interrelacionados: a) la carga insoportable de la industria de armamento sobre el conjunto de la economía y b) la esclerosis de un sistema político marcado por la carga, también insoportable, del aparato ideológico-político-militar que ya precedía a la Guerra Fría, pero que también fue en buena parte generado por ella. La carrera armamentísta con Estados Unidos alimentaba de manera permanente ambos factores. - Para que el sistema pudiera recobrar aliento y vida era necesario entrar en un proceso muy ambicioso de reducción de las cargas económicas y 25 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N políticas; para ello era necesario revertir la carrera armamentística y para ello era necesario transformar en profundidad la situación política internacional. El objetivo politico internacional de la Paz (en el sentido más primario: liquidación de conflictos y tensiones bélicas) era la condición para abordar el tema económico interno de la reconversión de la industria de armamento. Y tomados en conjunto, ambos eran la condición del cambio político interno al reducir el peso y la significación del aparato ideológico-político-militar. - 26 Ciertamente (y este elemento es decisivo en la interpretación y explicación de por qué no fue retenida), todo este profundo cambio político-económico no exigía cuestionar la lógica no-capitalista dominante del sistema económico (para evitar malentendidos y discusiones semánticas, prefiero utilizar la expresión negativa “nocapitalista” a la de “socialista”). En cualquier caso, constituía un camino que podía emprenderse como una finalidad en sí misma sin prejuzgar si a medida que se recorriera, engendraría tendencias mayores o menores de “cambio de sistema”. Querría insistir en que los párrafos anteriores no constituyen una lectura de cuento de hadas de la política de Gorbatchov: - En primer lugar, es cierto que posiblemente no tenía muchas otras opciones para evitar el desmoronamiento de la Unión Soviética en un plazo más o menos breve. - En segundo lugar, y como es bien sabido, no cuesta nada ilustrar los párrafos anteriores con una multiplicidad de citas de tomas de posición pública de Gorbatchov. - En tercer lugar, no puede negarse que Gorbatchov dio pasos decididos para liquidar y reducir conflictos y temores militares, así como para frenar la carrera armamentísta. - Y en cuarto lugar, quiero subrayar que los párrafos anteriores no pretenden caracterizar esquemáticamente la política de Gorbatchov, cuanto la interpretación que de la misma podía ofrecerse desde Europa Occidental. Europa Occidental, y en particular los estados miembros de la Comunidad Económica Europea (individualmente, dentro o fuera del marco comunitario o en el marco de la OTAN o de Naciones Unidas) y la propia comunidad fueron completamente incapaces de recoger el reto planteado por Gorbatchov, y ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada aprovechar las posibilidades abiertas por su política. Se trata de una verdadera oportunidad perdida: por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Europa Occidental tenía la posibilidad de jugar un papel de vanguardia en el mundo. Europa Oriental se la ofrecía. No es éste el momento (ni quizá yo la persona) para desarrollar en detalle cuál hubiera podido ser la respuesta europea. Basta con constatar el hecho bien conocido y casi indiscutible de que la respuesta pura y simplemente no existió, en cambio sí hubo una cierta respuesta por parte de la Administración Bush padre, desde la entrada en negociaciones significativas de desarme a la cooperación en la liquidación de ciertos focos de tensión bélica. Basta también comparar la condena inmediata del golpe de Estado contra Gorbatchov, en agosto de 1991, por parte de la Casa Blanca, con la sonrisa irónica, despreciativa y prepotente con que Miterrand comentó la misma en television (en una escena que todos los especialistas en política internacional deberían revisar periódicamente y que ilustra mejor la actitud europea frente a Gorbatchov que mil citas). Basta comparar la falta de apoyo para Gorbatchov con el entusiasmo hacia Yeltsin y Putin, una vez confirmado que la crisis de la Unión Soviética conducía a la reintroducción del capitalismo como sistema económico dominante en todo el bloque soviético. Por último, basta con simplemente sugerir cuáles habrían podido ser los ejes ÍNDICE de aquella respuesta: dar la prioridad a la democracia, la estabilidad política y la transformación ordenada del bloque soviético y la propia Unión Soviética, la Paz internacional y el desarrollo de los países del Tercer Mundo, en vez de la del capitalismo (aunque fuera en una de sus peores versiones) y la desmembración desordenada del bloque soviético y de la Unión Soviética (aunque fuera a costa de fuertes tensiones y cruentos conflictos bélicos –ex Yugoslavia– y a costa de, entre otros efectos colaterales, contribuir a engendrar a Bin Laden –en Afganistán–). iii.El desarrollo del proceso de integración a partir de los años 80. La integración como fin en sí misma y el deterioro político-institucional A partir de mediados de los años 80, la “Bicicleta Europea” aceleró. La integración se hizo cada vez más amplia (en el doble sentido temático y geográfico) y más profunda (en el sentido del grado de armonización de legislaciones y políticas nacionales o comunitarización total o parcial de las mismas). Pero este éxito indudable (y extremadamente visible) iba acompañado de serios problemas, e incluso retrocesos, políticos. Por un lado, era evidente que,desde la perspectiva de los ciudadanos y de la opinión pública en su conjunto, tendía a consolidarse un foso cada vez más amplio y profundo entre ellos y el proceso de integración. El petit oui 27 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N francés en el referéndum del Tratado de Maastricht (en el que todas las fuerzas políticas mayoritarias apoyaban un grand oui) habría servido de señal de alerta, aún mucho más que el “No” danés. Más allá de los resultados electorales, bastaba un mínimo de perspicacia y sensibilidad para comprobar el malestar creciente, sobre todo en los países fundadores del proceso. Por otro lado, el sistema institucional, diseñado (que había demostrado su validez) para los objetivos y ámbitos de actuación inicialmente previstos, se demostraba cada vez más incapaz de abordar los nuevos retos y estaba siendo presa de un deterioro institucional cada vez más acentuado. El deterioro afectaba, sobre todo, al núcleo del proceso de toma de decisiones comunitario: la relación Comisión – Consejo y el funcionamiento interno de estas dos instituciones. Sus principales manifestaciones eran las siguientes: Por lo que se refiere al Consejo, la progresiva pérdida de su sentido institucional propio (el de un “Consejo de Gobiernos”) para irse desagregando en una serie de “Consejos de Ministros sectoriales”, faltos de coordinación y en casos, competitivos entre sí En el límite, esta disgregación iba unida a una pérdida del sentido de institución. Los propios miembros del Consejo no veían esta institución comunitaria más que como un club intergubernamental de interactuación entre gobiernos y la Comisión. El Consejo se convertía cada 28 vez más en “los 12” o “los 15”, haciendo realidad el lenguaje periodístico y perdiendo así su identidad como institución10. - Con el aumento de los campos de actuación comunitarios y de sus miembros, la Comisión se convertía cada vez más en un agregado bastante informe de comisarios, direcciones generales (y servicios en cada una de las direcciones generales) sin otro proyecto o estrategia de conjunto que no fuera la estrategia corporativa de ampliar los ámbitos de actuación de la Comunidad y, de este modo, los de la Comisión. - Por lo que se refiere a las relaciones entre Comisión y Consejo, en vez de ser, como las habían concebido los tratados, unas relaciones tensas pero leales y cooperativas (porque ambas instituciones tienen los mismos objetivos), estas estaban marcadas por la desconfianza y por la obsesión en decantar, por un lado, y por otro, el reparto de poderes establecido por los tratados. Esto se ponía 10 Permítaseme una anécdota personal bien ilustrativa. En 1995, conversando con un importante Secretario de Estado de un importante Estado Miembro que continuamente se refería a “Bruselas” como algo contrapuesto a él y su Gobierno, tuve la ocasión de comentarle: “Pero se da cuenta de que, cuando usted se reúne en el Consejo, Bruselas es usted (y ustedes, Miembros del Consejo)”. La respuesta fue a la vez inteligente (porque entendió plenamente el comentario) y sincera: “Sí, en efecto. Ya me doy cuenta. Pero no se me había ocurrido nunca”. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada especialmente de manifiesto en el ámbito de las relaciones exteriores. Este deterioro institucional conducía a un bloqueo del mecanismo normal de toma de decisiones entre la Comisión y el Consejo, con lo cual todas las decisiones realmente importantes acababan en la mesa del Consejo Europeo. Pero el Consejo Europeo no estába concebido para ser un órgano de toma de decisiones, ni se reúne con la frecuencia y la duración necesaria para ello. Con las cosas así, no debe extrañar que la toma de decisiones (por un órgano no previsto para ello) se orientara a “despejar la pelota fuera o hacia adelante” o a una combinación de estrategias by default con tácticas de fuite en avant. Como se expone en Torrent (2007c), el proceso de ampliación a los países de Europa Central y Oriental sólo puede entenderse desde esta perspectiva. Este deterioro institucional era quizá poco visible para los ciudadanos, pero era claramente perceptible desde el interior (si bien nadie se atrevía a referirse a él en público y la política oficial era la del avestruz). No obstante, existe un documento extraordinariamente significativo (y curiosamente muy poco conocido a pesar de ser accesible al público) que, desde la perspectiva del Consejo, analiza con gran lujo de detalles este deterioro institucional. ÍNDICE Se trata del Informe Trumpf- Piris de marzo de 1999 (así denominado a partir del nombre del Presidente y Vicepresidente del grupo de trabajo que lo elaboró: J. Trumpf, Secretario General del Consejo, y J-C Piris, Director del Servicio jurídico del Consejo, su redactor principal). Este extenso documento (Documento del Consejo, SN 2139/99) contiene, a pesar de su lenguaje diplomático y de que sus redactores autolimitaran el alcance y el tono de sus apreciaciones críticas, un análisis extremadamente crudo de la crisis institucional latente (vista desde la perspectiva del Consejo). No sólo es significativo el contenido del documento sino su calendario. Si bien se orienta al futuro, los problemas institucionales a los que se refiere son problemas ya existentes y asentados en el momento en que el informe se comenzó a redactar, es decir en 1998, en lo que para muchos sería la época dorada del proceso de integración europeo. El Informe Trumpf-Piris fue sometido al Consejo Europeo de Helsinki de diciembre de 1999, y sobre su base, se adoptó una serie de decisiones de procedimiento muy superficiales para mejorar el funcionamiento del Consejo. Pero el Consejo Europeo lo único que hizo fue “despejar otra pelota fuera” dando el tema por así resuelto, sin ocuparse de los problemas de fondo que el Informe planteaba y analizaba. 29 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N iv. Mayor integración económica conjugada con una pérdida del dinamismo de la economía de los grandes estados de la UE y una acentuación de las desigualdades en su interior Hay un hecho innegable:desde que, a finales de los años 80 se lanza el proceso de la Unión Económica y Monetaria hasta la actualidad, la dinámica de las economías de los países fundadores se ha caracterizado por un doble proceso de escaso crecimiento (en términos de renta per cápita, Estados Unidos es ahora a un 20 por ciento más rico que antes respecto a la Unión Europea) y de acentuación de las desigualdades. El lenguaje políticamente correcto reacciona a esta afirmación incuestionable argumentando que, sin el avance hacia la Unión Económica y Monetaria, las cosas habrían ido peor. En general esta tesis contrafactual se plantea más bien como un dogma y sin demasiados argumentos que la apoyen. En cambio, parece bastante evidente para casi todo el mundo fuera de Europa (yo añadiría: desde la perspectiva del sentido común) que algo tiene que ver con esta dinámica de escaso crecimiento la “constitucionalización” en las disposiciones del Tratado de Maastricht de una política económica deflacionista, así como el hecho de haber asumido todo el mundo que la única función de la política monetaria (incluyendo el manejo del tipo de interés) es la 30 de mantenimiento de la estabilidad de los precios y no la de impulso del crecimiento (muy al contrario de lo que está legislado y se practica en Estados Unidos). Sea como sea, el caso es que la coincidencia temporal se da. Siendo ello así, ¿cómo no comprender que, para amplísimos sectores de ciudadanos, bombardeados por continuas referencias a la Unión Europea y a su Unión Económica y Monetaria, llamados a participar, de un modo u otro, en sucesivas reformas de los Tratados, y sometidos a un cambio de moneda, haya algún tipo de relación causal entre ambos fenómenos? v. Un hardware incapaz de procesar el nuevo software Una buena parte del éxito de los primeros treinta años de integración europea se podría atribuir a la excelente adecuación que consiguieron los tratados fundacionales entre el hardware que construyeron y el software (las políticas) que debía procesar. El hardware, como ya he indicado en la sección precedente, era esencialmente jurídico, y tenía dos elementos o instrumentos: a) las obligaciones impuestas a los estados miembros que fueron aceptadas por ellos al ratificar el Tratado y b) un mecanismo de producción de nuevo derecho secundario en los ámbitos específicos cubiertos por el Tratado. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada Es dudoso que ese hardware sea suficiente para procesar el software necesario para responder a los retos que la Unión ha ido asumiendo en los últimos veinte años y que hoy tiene planteados. Como la discusión detallada de este punto es imposible dentro de los límites del presente trabajo, ilustraré simplemente el argumento con un ejemplo que me parece altamente significativo. La Comunidad Europea ha tenido un alto grado de éxito en la profundización del mercado interior para mercancías “normales”, desde los productos agrícolas a los automóviles. Los instrumentos jurídicos utilizados han sido los dos. Por un lado, las reglas ya introducidas en el propio Tratado, que crean obligaciones de liberalización (en la interpretación especialmente audaz que les dio el Tribunal de Justicia en su jurisprudencia “Cassis de Dijon”); y por otro, una amplia e intensa actividad de armonización de las legislaciones nacionales. La experiencia parece demostrar que este enfoque tiene límites cuando, de los sectores agrícolas y manufactureros “normales” se pasa a sectores altamente sensibles, tanto económica como políticamente, como los sectores de producción de energía. Cualquier mínimo conocedor de la realidad política europea sabe que estos sectores, con razón o sin ella, son considerados en muchos países como sectores absolutamente claves que juegan un papel (si acaso no económico, ÍNDICE en cualquier caso político) absolutamente capital. Es esta sensibilidad la que ha provocado que la armonización comunitaria de las legislaciones nacionales haya sido difícil y muy parcial. Para reaccionar a los límites manifestados en la producción del nuevo derecho secundario, la Comisión ha jugado, desde hace unos años, con la carta de forzar una interpretación muy ambiciosa de las propias reglas de derecho primario, pretendiendo que el Tribunal hiciera para estos sectores (no sólo para el comercio de energía sino incluso para las inversiones extranjeras directas en dichos sectores),,algo parecido a lo que la jurisprudencia “Cassis de Dijon” hizo para los productos manufacturados normales. Pero el caso es que la construcción de un mercado interior de la energía sigue avanzando muy lentamente (si no está del todo estancada) y, además, está acentuando el clima de tensión y malestar entre opiniones públicas y gobiernos (y entre Gobiernos y Comisión). Mi interpretación no es la interpretación bienpensante, y difundida, de que “está renaciendo el patriotismo económico” sino otra: que se están mostrando los límites del hardware disponible, que es adecuado para tratar el tema del Cassis de Dijon, o incluso el de los automóviles, pero no para tratar de Electricité de France, EON o ENEL y el mercado interior de la energía, para poner un ejemplo. Para tratar sectores tan sensibles y tan detalladamente 31 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N regulados, no basta con forzar por medio del Tribunal una jurisprudencia extensiva tipo Cassis de Dijon; se debe producirse un derecho comunitario secundario que tenga una potencia comparable con la de las normas nacionales. Pero este nuevo derecho secundario no puede producirse (los hechos lo demuestran) en la actual fase de crisis política, deterioro institucional y bloqueo del proceso comunitario de toma de decisiones. vi. La crisis del proceso de integración se manifiesta en Bruselas pero nace en los estados miembros Para evitar malentendidos, debe subrayarse que la crisis política e institucional a la que me estoy refiriendo y cuyo origen sitúo en los años 80, no es una crisis de la que sea culpable el proceso de integración europeo. Al contrario, éste es el que sufre sus que, de un modo u otro, juegan un papel, si acaso no económico, en cualquier caso político, absolutamente capital. Es esta sensibilidad la que ha causado que, en estos ámbitos, la armonización comunitaria de las legislaciones nacionales haya sido difícil y muy parcial. La crisis nace en los Estados miembros y se extiende al conjunto de sus políticas nacionales, incluyendo la de integración europea. Esto constituye de nuevo un gran tema de debate que excede los límites de este artículo. Por tanto, me limitaré a lanzar la idea de que, en el marco de las políticas nacionales, una culpabilidad especial es atribuible a 32 la socialdemocracia, en sus diferentes versiones. Parece indudable que era esta la que debía tomar la iniciativa y aprovechar los espacios abiertos por el régimen Gorbatchov, para diseñar un proyecto político que aprovechara los acquis del Estado del Bienestar como de la integración europea, y convirtiera a la Unión Europea y sus estados miembros en un verdadero líder de una esperada transformación del mundo. Y es indiscutible que no supo cumplir esta función. En este sentido, durante el proceso de integración europea, es significativo (pero nunca analizado) que durante los años discutidos en la presente sección, haya habido periodos en que partidos socialdemócratas han controlado (o participado en) los gobiernos de todos los estados miembros excepto España. ¿En qué se ha notado esta circunstancia en la orientación tomada por el proceso de integración europeo? Absolutamente en nada. Es bien significativo. vii. Cómo un proceso de integración en crisis ha podido abordar cuestiones tan difíciles como el de la construcción de la Unión Económica y Monetaria, la ampliación y la multiplicación de reformas institucionales Tras la discusión precedente, la pregunta a plantearse es la de cómo un proceso de integración en crisis ha podido abordar retos como el de la puesta en marcha de la Unión Económica y Monetaria, ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada la ampliación a doce nuevos estados miembros y la multiplicación de reformas institucionales. La respuesta es bien sencilla: ha podido hacerlo por la gran capacidad de acción de los estados y las instituciones europeas, pero no lo hacho suficientemente bien (como demuestra la presente crisis profunda del proceso de integración). No corresponde a este trabajo retomar argumentos sobre este tema que el lector puede encontrar en el trabajo de referencia para esta sección (Torrent, 2007c). Basta con señalar aquello que ahora es evidente para todo el mundo en Europa: el aparente éxito al abordar aquellos retos ha conducido al fracaso. 3. La tercera ola de integración regional: Asia y el Pacífico (años 2000) a. El surgimiento de un “novísimo regionalismo” en Asia y el Pacífico En contraste con otros casos, como el del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y la Unión Europea (UE), Asia Oriental en su conjunto hasta ahora no había tenido mecanismos formales de integración regional que vinculen a toda esa región. Las únicas excepciones han sido la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental o Asean (circunscrita al sudeste asiático y que, como se verá más adelante, nació ante todo como un proyecto político con importantes limitaciones en el área de libre comercio) y la iniciativa transpacífica del Foro de Cooperación Económica en Asia-Pacífico (APEC), con participación de países de la orilla Americana del océano Pacífico (Bustelo, 2004). La situación ha cambiado mucho en años recientes, con el auge en Asia Oriental de ÍNDICE lo que se denomina “nuevo regionalismo económico”, basado en la adopción de varias iniciativas regionales: se han alcanzado dos grandes acuerdos llamados “plurilaterales” (ASEAN + 3, ASEANChina y ASEAN-Japón) y han empezado a firmarse y a estudiarse acuerdos comerciales bilaterales entre países de la región (Bustelo, 2004). Hasta el año 2000, se habían concluido en aquella region tres acuerdos de libre comercio, se estaba negociando uno y otros tres estaban siendo estudiados. En el transcurso de siete años estos números se multiplicaron diez veces. A fines de junio de 2007 había 36 acuerdos de libre comercio concluidos, 41 siendo negociados y otros 25 bajo estudio. Hoy en día, Asia del Este se encuentra en la cabecera de la actividad liberalizadora regional (Dean y Wignaraja, 2007). Ese fenómeno es novedoso en la medida en que los países de Asia Oriental carecían de esquemas de integración 33 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N regional (con la única excepción, ya mencionada, de la Asean) y habían optado, en su política comercial exterior, por un enfoque multilateral, primero por medio del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y luego también en el marco de los otros acuerdos gestionados en la Organización Mundial de Comercio (OMC) (Bustelo, 2004) Sin embargo, a diferencia de los procesos que tuvieron lugar en otras regiones del mundo (y en especial, en América Latina), este “nuevo regionalismo” en Asia Oriental surgió como un proceso espontáneo, liderado por las fuerzas del mercado, como resultado del incremento del comercio intrarregional y la inversión entre los países vecinos, y el consecuente aumento de la interdependencia entre sus economías. Este proceso respondió principalmente a que, a mediados de los 80, las empresas japonesas trasladaron sus procesos de producción hacia los nuevas economías industrializadas del Este de Asia y China, provocando un considerable aumento del comercio intrarregional, aun en ausencia de mecanismos reguladores (Roldán Perez, 2008). ¿Qué factores explican las dificultades enfrentadas por la región para crear un proceso formal de integración? Pablo Bustelo (2004), destaca los siguientes: (1) la histórica rivalidad entre los países de Asia, especialmente entre China y Japón, que no han superado las secuelas dejadas durante la época de predominio de expansionismo agresivo japonés, que se extendió desde finales del siglo XIX 34 hasta la Segunda Guerra mundial, y que ha dejado marcada a toda la región, en particular a Corea, por que Japón no ha reconocido (aún) su responsabilidad por las barbaridades cometidas en ese periodo; (2) el hecho de que Japón (a pesar de ser la segunda economía del mundo y la principal potencia económica de la región(, ha renunciado a ejercer un liderazgo en términos de integración regional; y (3) la fuerte oposición de los Estados Unidos a las propuestas presentadas por líderes políticos asiáticos orientadas a la integración regional. Nam Kwon Mun (2003) resalta factores más estructurales, tales como la existencia en la región de múltiples ideologías políticas y económicas y las diferencias en términos de desarrollo económico entre los países de la región. ¿Cuáles fueron entonces los factores que empujaron a la región a superar todas estas dificultades y embarcarse en la ola de regionalismos que venía avanzando a pasos agigantados en otras partes del planeta? Se destacan tres circunstancias que han motivado el nacimiento de un nuevo regionalismo en el Este de Asia: (1) la fuerte frustración de los países asiáticos por el lento avance de la liberalización del comercio en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC), tras el fracaso de la ronda de negociación en Seattle en 1999; (2) la proliferación de acuerdos regionales en el resto del mundo y, en particular, la ampliación de la Unión Europea (UE); el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA); y el lanzamiento ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada de la iniciativa de Estados Unidos para crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA); y (3) la profunda crisis financiera que azotó al Este de Asia en 1997, que permitió percibir la inoperatividad de los organismo existentes,como la ASEAN y el APEC, y la importancia de contar con mecanismos reguladores eficaces, capaces de prevenir y controlar posibles nuevas crisis (Sen, 2006; Harvie y Lee, 2002). Estos eventos forzaron a los países de la ASEAN más dependientes del comercio internacional, en especial Singapur (que ha jugado siempre un papel de líder por su posición estratégica, la calidad y dedicación de su clase política, su diplomacia y sus expertos), a embarcarse en una nueva oleada de regionalismo, como un medio para promover la agenda de liberalización comercial. Posteriormente se sumaron otros miembros de la ASEAN como Malasia, Corea, Japón y China. Esta rápida proliferación de acuerdos bilaterales en Asia, ha sido mencionada como ejemplo del llamado “efecto dominó”, que lleva a los países no miembros de estos procesos a sumarse a los mismos, por razones defensivas, es decir, para evitar ser discriminados por los miembros de acuerdos preferenciales de comercio (Sen, 2006). Otros factores que coadyuvaron a estimular el surgimiento del nuevo regionalismo en Asia del Este fueron el fuerte incremento de los intercambios intrarregionales, en detrimento del ÍNDICE comercio con los Estados Unidos, y la intensificación de las tensiones comerciales entre los propios países asiáticos, en especial entre China y los países de la ASEAN (Bustelo, 2004). Paradójicamente, producto del temor de los miembros de la ASEAN por que sus productos fueran reemplazados por los productos chinos en los mercados extranjeros (especialmente después del ingreso de China a la OMC), y que la inversión extranjera directa se dirigiera a China, los países miembros de la ASEAN decidieron apoyar la liberalización con el gran gigante asiático, con el propósito de beneficiarse con un acceso privilegiado a su mercado, y de incentivar la recepción de inversiones en sus territorios dirigidas principalmente a dicho mercado (Bustelo, 2004). Por último, Sen (2006) señala un factor adicional de importancia determinante en la aparición de esta ola de regionalismo en Asia: el hecho de que estos acuerdos de comercio preferencial sean, cada vez más, vistos como herramientas claves para alcanzar objetivos diplomáticos y políticos que, en muchas ocasiones, resultan más importantes que las preocupaciones económicas. Así, si el viejo regionalismo tenía razones puramente económicas, el nuevo regionalismo en Asia está siendo propulsado en gran medida por una lógica estratégica más que económica. 35 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N b. Iniciativas de Integración en Asia -Pacífico El primer antecedente de integración económica en la región surge en 1967, con la creación de la Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático (Asean) y 20 años más tarde, con la creación del Foro de Asia Pacífico para la Cooperación Económica (APEC) en 1989 (Roldán Perez, 2008). La ASEAN fue inicialmente conformada por cinco países: Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Filipinas. Posteriormente se unieron otros miembros como: Brunei en 1984, Vietnam en 1995, Laos y Myanmar en 1997, y Camboya en 1999. Si bien actualmente se trata de la asociación con mayor relevancia en la región, sus logros más significativos han sido en materia diplomática y política (Hwee, 2006), los que en definitiva habían motivado su constitución. Devido a la fuerte competencia y el proteccionismo entre sus países miembros, que hacían difícil la integración y la complementariedad de sus economías, la ASEAN avanzó principalmente, durante sus dos primeras décadas de existencia, como una comunidad diplomática, motivada por la idea de promover una barrera al “expansionismo comunista” y, en esta medida, muy favorecida por Estados Unidos, y no como un mecanismo económico (Hwee, 2006). 36 Con el éxito en la resolución de la crisis en Camboya en 1991, la asociación recobró su credibilidad como mecanismo regional pero, al mismo tiempo, debió enfrentar grandes retos con el surgimiento de nuevos bloques económicos competidores. Finalmente, durante la cuarta reunión de la ASEAN realizada en Singapur en 1992, surgió la idea de crear un área de libre comercio (AFTA), que entró en vigor en 2002. Este proyecto enfrenta, sin embargo, al menos dos grandes dificultades. En primer lugar, la gran disparidad de las economías de la ASEAN, en la que hay dos economías pequeñas y muy ricas (Singapur y Brunei), tres economías intermedias (Filipinas, Malasia y Tailandia) y un grupo importante de economías pobres (Indonesia, Vietnam, Laos, Camboya y Myanmar). Los intereses en juego son por lo tanto muy disímiles. Así, por ejemplo, puede presumirse que Singapur, con un mercado interior pequeño, tiene más interés en el AFTA que Indonesia, cuya población supera los 200 millones de habitantes. Un segundo inconveniente del AFTA es que su comercio intrazona es, en términos relativos, muy escaso, ya que los países que participan en el proyecto son más competitivos que complementarios entre sí (Bustelo, 2004). El segundo foro que involucra a un mayor número de países de aquella región junto con otros países que bordean el pacífico, por medio de un ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada diálogo informal sobre temas económicos y comerciales basado en el regionalismo abierto es el Foro de Cooperación Económica en Asia-Pacífico (APEC). Conformado inicialmente en 1989 por doce países11, el APEC fue impulsado por Australia con el propósito de crear un mecanismo que hiciera evolucionar el concepto de cooperación en la región y promoviera los intereses de los países de la cuenca del Pacífico. Actualmente esta compuesto por 21 economías: Australia, Brunei, Canadá, República de Corea, Chile, República Popular China, Estados Unidos, República de Filipinas, Hong Kong (China), Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papua Nueva Guinea, Perú, Federación Rusa, Singapur, Tailandia, Taipei Chino (Taiwán) y Vietnam (Roldán Perez,2008). La visión de este foro se consolidó en 1994 con la reunión de Bogor, Indonesia, donde se propuso establecer un sistema regional de comercio abierto, con el fin de eliminar las barreras al comercio y a la inversión de bienes y servicios, en los países desarrollados miembros para el año 2010, y para los países en desarrollo miembros en el 2020. La estrategia preconizada era más bien la de la “liberalización unilateral coordinada” más que la de una integración regional estilo latinoamericano. A pesar de su gran impacto e importancia en la región, el APEC ha demostrado durante su desarrollo una pérdida de ÍNDICE 11 Los 12 miembros iniciales del APEC en 1989 fueron: Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Estados Unidos, Canadá, Tailandia, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Japón relevancia a medida que surgen otras iniciativas de regionalismo como AFTA y ASEAN + 3. Algunos de los factores que llevaron a un declive de este foro transpacífico fueron: la incapacidad de atender emergencias en la región, como la crisis financiera de 1997 o el estallido del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) en el 2003; los largos plazos de implementación de sus objetivos; y, por último, la gran heterogeneidad de las economías que lo conforman, tanto en términos culturales como de desarrollo económico, con las consecuentes dificultades que esto trae aparejadas para la toma de decisiones al interior del Foro (Bustelo, 2004). En contraste con la pérdida de importancia del APEC recién descrita, la ASEAN parece haber respondido más satisfactoriamente a los cambios y nuevos retos en la región, tales como el crecimiento y desarrollo de China (afianzando las relaciones con este país) y propiciando diálogos informales como el foro regional de la ASEAN. Adicionalmente, la ASEAN ha liderado procesos de acercamiento con Europa por medio de la reunión Asia-Europa (ASEM). Si bien la crisis financiera en Asia también puso en duda la credibilidad y solidez de la ASEAN para dar respuestas eficaces y rápidas a estas situaciones, surgió la iniciativa de crear un “ASEAN + 3”, en donde las economías más desarrolladas de la región como Japón, Corea del Sur y China pudieran jugar también un rol importante de complementariedad con las economías del foro (Roldán Perez, 2008) 37 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Japón ha jugado un papel protagónico en este proceso, hecho que quedó claramente demostrado en la reunión de la ASEAN + 3 del año 2001 en Brunei, en la cual se estableció (por iniciativa de este país), la creación de dos grupos de académicos, provenientes de China, Corea y Japón: el Grupo de Visión del Este Asiático (EAVG), y el Grupo de Estudio del Este Asiático (EASG). El objetivo de la creación de estos grupos fue evaluar las posibilidades económicas y políticas de la región para impulsar un área de libre comercio que debería quedar conformada antes de la finalización de la ZLC, que pretende formarse en el marco del APEC, para el 2020. El área de libre comercio promovida por la ASEAN incluiría, adicionalmente, otros asuntos como cooperación y transferencia de tecnología y, en última instancia, debería apuntar a la creación de un Régimen de Integración para el Este de Asia (EAIR) (Hong, 2006). El proceso de integración entre la ASEAN y las tres economías del Noreste Asiático ha evolucionado de manera diferente. Así, los mayores avances hasta el momento han tenido lugar en el marco de las las negociaciones con China, principal socio de la región. En noviembre de 2002, luego de la reunión de la ASEAN + 3, celebrada en Camboya, se firmó el Acuerdo Marco de Cooperación Económica Comprensiva entre China y la ASEAN, que entró en vigor en julio de 2003. En dicho 38 tratado, las partes acordaron negociar el establecimiento de una zona de libre comercio para el año 2010 entre China y la ASEAN-6 (Brunei, China, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia); y otra entre China y los miembros más recientes de la ASEAN (Camboya, Laos, Myanmar y Vietnam), para el año 2015. Japón, por su parte, inició el estudio de un posible tratado con la ASEAN en 2002 y, finalmente, en noviembre de 2007, firmó un Acuerdo de Asociación Económica Estratégica con ASEAN (AJCEP). Japón pretende fortalecer con este acuerdo las relaciones comerciales en el ámbito de bienes, servicios y cooperación regional, y espera poder establecer un área de libre comercio con el Sudeste Asiático en el año 2012. El proceso de la ASEAN con Corea del Sur, se materializó con la firma del marco de trabajo para los tratados referentes a bienes, servicios y solución de diferencias, firmado en octubre de 2007 en Indonesia. Aunque las negociaciones de China, Corea del Sur y Japón con la ASEAN se han desarrollado de manera independiente, el objetivo más importante a largo plazo de la ASEAN + 3 es la conformación de un Área de Libre Comercio del Este de Asia (EAFTA). Más aun, se espera que la EAFTA evolucione gradualmente hasta alcanzar un Régimen de Integración para el Este de Asia (EAIR), como etapa final de la integración. Las ideas del EAFTA y del ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada EAIR, se han venido discutiendo en las reuniones anuales de la ASEAN + 3, desde 1999. Cabe destacar que, aunque la conformación de una comunidad de Asia del Este es todavía incierta, por las discrepancias en las posiciones de cada país respecto a su concepción de integración regional, y las diferentes posiciones en relación a la potencial inclusión de nuevos miembros o la conservación de la propuesta inicial, ya se está debatiendo la posible inserción de otros actores que podrían fortalecer el proceso, como Australia, Nueva Zelanda e India (conformando un “ASEAN + 6”) y la factibilidad de invitar como miembros observadores a Rusia y Estados Unidos (Roldán Perez, 2008). En cuanto a los acuerdos bilaterales, se han firmado o están en fase de negociación, estudio o consideración varias iniciativas que relacionan entre sí a países de la zona: Japón- Singapur (2002), China-Hong Kong-Macao (2003), Japón-Corea del Sur, Japón-Taiwan, Japón-Tailandia, JapónIndonesia, Japón-Filipinas, Corea del SurSingapur, Corea del Sur- Tailandia, etc); además de otras con países de Oceanía o América Latina, tales como SingapurAustralia, Singapur-Nueva Zelanda, Japón-México, Corea del Sur-Chile, Tailandia-Australia, etc. (Bustelo, 2004). Angtkeiwics y Whalley estimaron que entre el año 2000 y el 2005 aparecieron al menos 31 acuerdos bilaterales de comercio que involucran a la ASEAN, sus miembros, China o la India. ÍNDICE Pueden extraerse algunas características comunes de este verdadero “noodle bowl” de acuerdos preferenciales de comercio en Asia y Pacífico. En primer lugar, a diferencia de los casos de AFTA, NAFTA, y la UE, la proximidad geográfica no parece haber sido una necesidad a la hora de seleccionar los socios para estas iniciativas. La mayoría de estos procesos involucran al menos un socio que no pertenece a Asia. En segundo lugar, la mayoría de estas iniciativas fueron denominadas “Acuerdos de Asociación Económica” (“Economic Partnership Agreements”), y sus objetivos comprenden una liberalización amplia y la facilitación del comercio de bienes, servicios y de las inversiones. Gran parte de estas iniciativas tienen una agenda muy amplia, que involucra temas tales como compras gubernamentales, políticas de defensa de la competencia, facilitación de negocios, en los que no existe ningún consenso en el marco multilateral. Tercero, se observa una gran cantidad de solapamientos entre los socios de los acuerdos regionales de la ASEAN y sus miembros individuales. Cuarto, el estatus de estas iniciativas muestra que la mayoría están aún siendo negociadas, o que tan solo se está estudiando su factibilidad. Finalmente, mientras que la ASEAN, China e India están negociando entre sí Acuerdos de Asociación Económica bilaterales, todos ellos están también negociando, o han propuesto acuerdos similares, con Japón y Corea, dos de los países desarrollados en la región (Sen, 2006; Dean y Wignaraja, 2007). 39 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Si los acuerdos propuestos y actualmente en negociación entran en vigor, cerca de la mitad del comercio de bienes industriales de de la ASEAN e India, y cerca de un cuarto o más del comercio de bienes de China estarán cubiertos por iniciativas de “Nuevo regionalismo” (Sen, 2006) 4. La integración regional, ¿una vía hacia la liberalización comercial? a. Las causas de la explosión del regionalismo en los 90. Como se vio en las secciones anteriores, la liberalización regional parecía haberse consolidado hacia fines de los 90 como la vía fácil hacia la integración. Una pregunta fundamental que surge entonces es por qué los países estaban predispuestos a abrir sus mercados a nivel regional, pero eran renuentes a hacerlo de manera multilateral. Paul Krugman, Jagdish Bhagwati y otros referentes intelectuales (Frankel, Stein y Wei, 1995, 1996; Frankel, 1996; Spillembergo y Stein, 1995) propusieron una serie de respuestas a este interrogante. Las explicaciones principales apuntaron a los siguientes factores: (1) la frustración de los miembros del GATT ante el lento progreso en dicho foro, especialmente desde que los temas negociados se tornaron mucho más complejos que la negociación de reducciones arancelarias, y el número de miembros aumentó sustancialmente; (2) el hecho de que el regionalismo apareciera como una opción mucho más fácil; (3) la conversión de los Estados Unidos 40 de su tradicional posición de devoto multilateralista a un promotor ardiente del regionalismo, removiendo así uno de los obstáculos más importantes para este último; y (4) el agresivo unilateralismo de Estados Unidos, que arrastró a las naciones del Hemisferio Occidental a buscar un puerto seguro contra las políticas americanas y/o contra la posibilidad de un quiebre en el sistema del GATT. En 1993, Richard Baldwin propuso una teoría alternativa a todas estas explicaciones. De acuerdo con este autor, la proliferación de iniciativas de integración, a partir de los 90, obedecería a una lógica de “efecto dominó”. La profundización o ampliación de un proceso de preferencia comercial dado, explica Baldwin, produce un reacomodamiento de las fuerzas políticas en países que han decidido no participar en dicho proceso. Los exportadores de países no miembros encuentran como resultado que su interés en ingresar al proceso aumenta. Si, como consecuencia, un nomiembro decide sumarse al proceso de integración, la discriminación que sufren los países que aun han quedado fuera del proceso aumenta y esto, a ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada la vez, incrementa las fuerzas “promembrecía” en estos últimos. De esta manera, aumenta la posibilidad de que otros países que, en condiciones normales no lo hubiesen hecho, soliciten su adhesión al bloque. b. El debate regionalismo versus multilateralismo: ¿los bloques regionales como “bloques de construcción” o como “obstáculos” en el camino hacia la liberalización global? El estudio de la relación entre regionalismo y multilateralismo estuvo dominado en los años 50 por un paradigma denominado por algunos autores como “el pensamiento pequeño del regionalismo” (Baldwin, 2008). En la medida en que el único acuerdo preferencial existente en aquel momento era la Comunidad Económica Europea, éste era visto como un fenómeno “sui generis” y, por lo tanto, se ignoraban totalmente sus implicaciones sistémicas. La pregunta clave para este paradigma era: ¿obtendránecesariamente un beneficio económico un país que se suma a un proceso de preferenciascomerciales? Todo esto cambió a finales de los 80, con la reaparición a gran escala del regionalismo en América del Norte. En 1991, Paul Krugman, Larry Summers y Jagdish Bhagwati delinearon el análisis que podría denominarse “pensamiento grande del regionalismo”, ÍNDICE y que sigue delimitando la discusión académica y profesional sobre el tema en nuestros días. El “pensamiento grande del regionalismo” se concentra en las implicaciones sistémicas de este fenómeno. Comprende dos grandes líneas de investigación: (1) ¿la proliferación del regionalismo perjudica el bienestar global?; y (2)¿el regionalismo promueve u obstaculiza al multilateralismo? La respuesta clásica a la primera de estas preguntas fue planteada por Jacob Viner en su famoso libro “The customs union issue”, de 1951. El gran aporte de Viner fue descubrir que la liberalización comercial discriminatoria tiene efectos “ambiguos” sobre el bienestar general. En este sentido, Viner planteó sus conclusión en los siguientes términos: “El análisis debe orientarse a buscar una respuesta a la siguiente pregunta: en la medida en que el establecimiento de una unión aduanera resulta en un cambio de la localización de la producción de los bienes adquiridos, ¿este cambio neto constituye una desviación de la compra, desde fuentes más económicas a fuentes más costosas de provisión (…)? Si la unión aduanera es un movimento en la dirección del libre comercio, entonces debe ser un movimiento que resulte en que los bienes sean suministrados por proveedores con menores costos de producción que los que tenían los proveedores utilizados antes del movimiento. Si la unión aduanera tiene el efecto de desviar las compras hacia proveedores con mayores costos 41 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N de producción, entonces se trata de un dispositivo diseñado para hacer más efectiva la protección arancelaria. Ninguna de estas preguntas puede ser respondida a priori, y las respuestas correctas dependerán de cómo opera la unión aduanera en la práctica.” (Viner, 1950, p. 44) La segunda pregunta fue para fraseada por Bhagwati de una manera que marcó todo el análisis realizado en esta área hasta la fecha: los bloques comerciales ¿constituyen “bloques para la construcción” (“building blocks”) que se van apilando en la pared de la liberalización comercial global o barreras que obstaculizan su concreción? (en inglés, “do trade blocs more readily serve as building blocks or rather stumbling blocks”) (Bhagwati, 1991, p. 77). Desde 1960 hasta finales de los 80, el regionalismo era un fenómeno relativamente simple, que consistía básicamente en: (1) la Comunidad Económica Europea, que comprendía, en una unión aduanera muy efectiva, un tercio del comercio mundial; y (2) una serie de Acuerdos Preferenciales del Comercio (APC) entre países en desarrollo, que abarcaban una cantidad insignificante del comercio mundial y que nunca operaron efectivamente. Las implicaciones sistémicas del regionalismo no eran, por tanto, una cuestión debatida. El regionalismo se tornó mucho más complejo a fines de los 80, cuando Canadá y México cambiaron su postura 42 sobre el regionalismo (Krugman, 1991b, p. 7). Los Estados Unidos habían estado interesados desde hacía tiempo en crear un acuerdo preferencial, pero México y Canadá lo resistieron, por temor a ser dominados por el gigante vecino. Finalmente, Canadá propuso a los Estados Unidos la creación de una Zona de Libre Comercio (ZLC) en 1985, que entró en vigor en 1989. México, a su vez, propuso a EE.UU. la creación de una ZLC en 1990, y esta propuesta evolucionó en lo que actualmente conocemos como NAFTA. Esta iniciativa mexicano-estadounidense provocó una ola de peticiones de otros países latinoamericanos para la creación de acuerdos bilaterales con los Estados Unidos, y puso a los acuerdos preferenciales de comercio entre países latinoamericanos en un lugar privilegiado de sus agendas internacionales. La aparición del regionalismo en América del Norte coincidió con otros dos eventos fundamentales en el sistema de comercio mundial: (1) por las negociaciones en el seno del GATT transitaban crisis tras crisis y, en aquel momento, todo parecía indicar que la Ronda Uruguay estaría próxima al fracaso; y (2) el regionalismo europeo encontró un nuevo ímpetu con el Acta Única Europea y el colapso de la URSS. Estas coincidencias llevaron a muchos a pensar que la proliferación del regionalismo terminaría “matando a la gallina de los huevos de oro” del GATT. En este contexto, la discusión en torno a la relación entre regionalismo y multilateralismo cobró renovada importancia. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada Krugman fue quien delineó los términos de este nuevo debate. En un artículo publicado en 1991, observó que: “(…) en un sentido fundamental, el tema de la conveniencia de las zonas de libre comercio es una cuestión de economía política, más que de adecuación económica. Si bien puede argumentarse en contra de la formación de zonas de libre comercio sobre la base de que pueden provocar desviación de comercio (…) la objeción real es más bien un juicio político: el temor de que los acuerdos regionales socavaran el delicado balance de intereses que sostienen al GATT” (Krugman, 1991a, p.23). Los siguientes párrafos presentan un sumario de las posturas que sostienen que el regionalismo obstaculiza el multilateralismo, y de aquellas que consideran que el regionalismo es una vía para alcanzarlo. i. El regionalismo como un obstáculo en el camino hacia la liberalización multilateral Es posible identificar al menos tres líneas de argumentos que buscan demostrar la incompatibilidad del regionalismo con el multilateralismo. El primer argumento se refiere a la “erosión/aprovechamiento de las preferencias”. De acuerdo con esta postura, la pregunta esencial es si partiendo de un mundo en el que todos los países otorgan aranceles NMF, un ÍNDICE grupo de países puede incrementar colectivamente su bienestar por medio de la formación de un bloque commercial y de la “explotación” de los otros países. Si la respuesta es afirmativa, entonces el bloque se convertirá en un “obstáculo” en el camino hacia la liberalización multilateral, ya que los miembros del bloque verán la liberalización mundial como una amenaza de erosión de sus preferencias, y una amenaza a los beneficios que reciben como producto de la explotación de terceros países. La respuesta a este interrogante será generalmente afirmativa, ya que el bloque, como un todo, tiene más poder de compra que sus partes constitutivas, por lo que tiene más capacidad para explotar a terceros países. La oposición de algunos pequeños países en desarrollo a la liberalización de agricultura en la Ronda de Doha y, en especial, de aquellos que gozan de preferencias unilaterales para ingresar al mercado europeo, es un ejemplo clásico de esta teoría. Limao (2006) señala un segundo grupo de razones por las que los regionalismos pueden considerarse como un obstáculo al multilateralismo. Este autor considera que el regionalismo funciona como una especie de “bolsa de regalos” (“goodies-bag”), al que las partes no están dispuestas a renunciar en favor de la liberalización multilateral. De acuerdo con estos autores, las ventajas que un país extranjero recibe en función de las preferencias discriminatorias otorgadas (la “bolsa de regalos”) pueden ser 43 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N utilizadas como una moneda de cambio para “adquirir” beneficios no económicos de los países a los que se otorgan dichas preferencias. Como el atractivo de esta bolsa de regalos dependerá del margen de preferencia otorgado, los miembros de un APC tienen un fuerte incentivo para evitar la liberalización multilateral, que erosionaría las preferencias que otorga y, como consecuencia, los beneficios que puede obtener a cambio de ella. Por último, Levy (1997) llama la atención sobre un tercer mecanismo por el que los regionalismos actuarían como un impedimento para la liberalización multilateral: la selección de socios (“cherry-picking”). Levy señala que la transición hacia el libre comercio global implica una serie de ventajas y desventajas desde las perspectivas nacionales. De acuerdo con este autor, la pregunta relevante es si es possible encontrar un grupo de países para los cuales la integración proveería muchas de las ventajas y pocas de las desventajas. Si la respuesta es afirmativa, el bloque comercial se convertiría, seguramente, en un obstáculo para la liberalización multilateral, pues tomando como punto de partida el bloque, el movimiento hacia el libre comercio global traería aparejado para sus miembros muchas desventajas y pocas ventajas. 44 ii. El regionalismo como una fuerza promotora en el camino hacia la liberalización multilateral Mientras que muchos autores ven a los regionalismos como un obstáculo en el camino hacia la liberalización del comercio global, otros como Larry Summers (1991) lo entienden como un fenómeno mayormente benigno, y lo consideran una fuerza constructiva en el sistema de comercio mundial. Así, por ejemplo, la teoría generalmente conocida como de la “Topadora” (“juggernaut”) (Baldwin, 2008) y sus variantes (Hoekman y Kostecki, 2001; Milner, 1997; Oye, 1993 y Freund, 2000), parten de la base de que toda liberalización engendra necesariamente más liberalización. La explicación más simple de esta teoría puede ilustrarse mediante la situación surgida a partir de lanzamiento de las negociaciones del GATT en 1947. Antes de dicho lanzamiento, los aranceles a la importación eran elevados en el mundo, debido a que habían sido fijados sin ningún tipo de mecanismo de coordinación, y en un marco de guerras comerciales iniciadas con la sanción en Estados Unidos de la famosa SmootHawley Act. Los mayores demandantes de protección en este eran las empresas competidoras de las importaciones y los trabajadores empleados por las mismas. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada Partiendo de una situación como la anterior, el anuncio del lanzamiento de negociaciones comerciales multilaterales basadas en el principio de reciprocidad altera la configuración de las fuerzas políticas en cada país participante. El punto central de esta lógica es la reciprocidad: en la medida en que las concesiones arancelarias sean otorgadas a cambio de concesiones recíprocas, los exportadores de cada país, hasta ese momento “neutrales”, se transformará en “antiproteccionistas”. Para ellos, el lobby contra las tarifas domésticas se convierte en una herramienta para reducir los aranceles en el exterior. En la medida en que las fuerzas internas se realinean, los gobiernos encuentran políticamente óptimo elegir un nivel arancelario inferior al que habían fijado unilateralmente antes de la negociación. Esta primera etapa de la lógica no es nueva: los estudiosos y observadores del GATT sostienen, desde hace tiempo, que el aspecto “recíproco” de las negociaciones multilaterales tiene su fundamento principalmente en la necesidad de ayudar a los gobiernos a internalizar (en su propia política doméstica) las externalidades de economía política o, dicho de otra manera, la necesidad de facilitar a los políticos nacionales la formación de una coalición nacional que apoye el libre comercio (Baldwin, 1970, 1985; Destler, I.M. 1986). ÍNDICE La segunda parte del razonamiento se refiere al impacto de las reducciones arancelarias en la apertura comercial. Las reducciones arancelarias convierten a todos los países involucrados en “más abiertos” y, en consecuencia, permiten la expansión de los sectores exportadores, al tiempo que provocan la contracción de los sectores importadores. Asumiendo que la influencia política está relacionada con el tamaño de la industria, esta realineación del escenario económico refuerza a los grupos proexportadores en detrimento de los anti-liberalizadores. En otras palabras, las reducciones arancelarias iniciales ponen en movimiento a la “Topadora” liberalizadora. Como producto de la realineación económica que ocurre durante la implementación de las bajas tarifarias, todos los gobiernos involucrados encuentran que su arancel políticamente óptimo, en la próxima ronda de negociaciones multilaterales, está por debajo de los niveles que encontraban políticamente óptimos inicialmente, durante la ronda previa de negociaciones comerciales multilaterales. Por lo tanto, una vez que la “Topadora” liberalizadora es puesta en funcionamiento, la misma va “demoliendo” las tarifas que encuentra a su paso. En la medida en que el regionalismo puede poner en movimiento a la Topadora, las Zonas de Libre Comercio ÍNDICE 45 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N (ZLC) pueden convertirse en un “bloque para la construcción”. Las ZLC pueden por tanto alterar la posición inicial de los gobiernos en torno al nivel arancelario políticamente óptimo que se debe alcanzar en el marco de las negociaciones comerciales multilaterales, inferior al que hubiese alcanzado en ausencia de la ZLC. Wei y Frankel (1995) describen una lógica muy similar a la de la “Topadora”. En su modelo, estos autores presentan un escenario en el que la información imperfecta hace que los trabajadores sufran incertidumbre acerca de su posibilidad de obtener ganancias o sufrir pérdidas como resultado del comercio global. En la medida en que las ZLC son una forma intermedia de liberalización, estas permiten a un país revelar sus verdaderas ventajas comparativas y, de esa manera, los trabajadores podrán tener una idea más precisa de las consecuencias que traerá aparejada una mayor liberalización. Una última teoría, propuesta por Richard Baldwin, sostiene que la proliferación de acuerdos preferenciales de comercio (el famoso “spaghetti bowl” de Bhagwati) conlleva una lógica inherente que propicia la progresiva uniformización de estos procesos, en ÍNDICE 46 un solo proceso que eventualmente conducirá a un resultado equiparable al que podría alcanzarse mediante la liberalización multilateral. Basándose en la observación de lo sucedido en el proceso que tuvo lugar en Europa, con la creciente integración comercial de los países del Europa del Este, Baldwin sostiene que la progresiva internacionalización de las cadenas de valor, que resulta de la creciente competencia de los países con bajos salarios, hace que aquellos productores que antes se beneficiaban y presionaban por la protección provista por las reglas de origen, ahora encuentren en estas últimas un obstáculo a su producción. Al trasladar eslabones de sus cadenas de producción a países excluidos de los beneficios de sus acuerdos bilaterales, por las reglas de origen de estos últimos, los productores europeos comenzaron a convertirse en un fuerte grupo de presión que cabildeó por la uniformización y plurilaterlización de la mismas (Baldwin, 2006). De esta manera, los acuerdos preferenciales de comercio terminaron convirtiéndose, en la visión propuesta por Baldwin, en verdaderos “bloques de construcción” para la conformación de un espacio económico europeo ampliado. Esta misma lógica (sostiene este autor) tenderá a darse a nivel regional en América y Asia del Este y, más adelante, a nivel global. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada 5. El inicio de una revisión crítica del paradigma del “nuevo regionalismo” orientado a la liberalización del comercio internacional a. Una visión menos indulgente del “nuevo regionalismo”: oportunidades y riesgos del “nuevo regionalismo” y de los acuerdos de comercio preferencial norte-sur12 Como se vio en las secciones anteriores, el “nuevo regionalismo” tiene, para muchos analistas, considerables ventajas con respecto a los acuerdos de comercio preferencial que se celebraban en el pasado. Así, por ejemplo, se ha señalado que las políticas menos aislacionistas han bajado los costos económicos del desvío de comercio para los miembros y de la discriminación negativa para los no miembros. Una de las características salientes de este “nuevo regionalismo” es la aparición de los acuerdos preferenciales de comercio “Norte-Sur”. Este nuevo tipo de acuerdo suele ser visto con buenos ojos por los analistas de las relaciones económicas internacionales (una visión muy articulada de esta visión favorable sería el libro “Trading Blocs” editado por el Banco Mundial en el año 2000). En primer lugar, se ha afirmado que este tipo de acuerdos permite que las economías más pequeñas y menos desarrolladas obtengan acceso preferencial a los ÍNDICE 12 Esta sección se basa en Bouzas (2005) grandes mercados de altos ingresos, una ventaja que no puede obtenerse mediante la liberalización unilateral, y que debe compartirse con otros cuando la liberalización es el resultado de negociaciones multilaterales. Se ha señalado también que, en algunas circunstancias, el acceso preferencial a los grandes mercados puede ser un poderoso incentivo a las exportaciones de los países en desarrollo. Por otro lado, se afirma que la mayor cobertura de disciplinas que caracteriza al “nuevo regionalismo”, puede brindar al país en desarrollo condiciones más estables de acceso al mercado. Esto tiene particular importancia debido al tipo de instrumentos proteccionistas que se aplican en los países industrializados, como la “protección administrativa” y los estándares sanitarios, entre otros. Asimismo, se argumenta que los acuerdos Norte-Sur también pueden ser un vehículo para mejorar las expectativas, ofrecer mayor certeza al regimen de políticas y atraer mayores flujos de inversión extranjera a los países que generalmente presentan serias restricciones respecto de la balanza de pagos (Ethier,1998; Banco Mundial, 2000). Por último, algunos autores también afirman que este tipo de acuerdos puede alentar (o inclusive “obligar”) a los países en desarrollo a 47 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N adoptar instituciones características del socio más desarrollado, ayudándolo de ese modo a mejorar su desempeño económico. inversión relacionadas con el comercio), sin conocer totalmente sus efectos y repercusiones, por lo que la reciprocidad era casi imposible. Pero estos resultados no son automáticos. Para que se materialicen, los acuerdos Norte-Sur deben ofrecer una respuesta a cuando menos cuatro desafíos: asegurar la reciprocidad efectiva, ayudar a cubrir los gastos de ajuste y transición, impedir la consolidación de dinámicas de polarización y asegurar que los efectos institucionales indirectos sean positivos, además de que el socio en desarrollo pueda asimilarlos de manera eficaz. Y no está nada claro que dichos acuerdos responda de manera positiva a estos desafíos (Bouzas, 2005). Vistos los antecedentes en el ámbito multilateral, cabe preguntarse qué factores podrían aumentar las posibilidades de negociaciones más equilibradas en el marco de los pactos preferenciales Norte-Sur. De hecho, varias características estructurales de la integración regional Norte-Sur parecen apuntar en dirección contraria y dificultar la reciprocidad. En primer lugar, los países industrializados generalmente tienen instituciones democráticas sólidas, que hacen que los votos de los ciudadanos pesen más en el proceso político interno que en los países en desarrollo. En parte por este motivo, las asambleas legislativas de las democracias industrializadas tienden a desempeñar un papel más importante en el trazado de políticas, como a canalizar los intereses del sector privado (colectivos u otros) en forma más efectiva. Esta particularidad del proceso normativo también está marcada porque en los países desarrollados el sector privado está mejor organizado, por lo que sabe identificar y promover sus intereses estratégicos con mayor eficacia que en los países en desarrollo. En estos últimos, el sector privado tiende a estar mejor organizado en torno a cuestiones “defensivas”, que constituyen una frágil base para elaborar una agenda de negociación “ofensiva”. En general, los actores no comerciales de los países industrializados también participan en forma más activa e La historia demuestra que no ha sido fácil aplicar el principio de reciprocidad, ni siquiera en el sistema de comercio multilateral. De hecho, pese a que la agricultura estaba entre las disciplinas generales del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), y las partes se comprometieron a eliminar paulatinamente las restricciones cuantitativas al comercio textil y de prendas de vestir, el Acuerdo de Marrakech, por el que se estableció la Organización Mundial del Comercio (OMC), y el proceso de instrumentación que le sucedió causaron gran descontento en el mundo en desarrollo. Por otro lado, según la opinión mayoritaria, los países en desarrollo asumieron compromisos en algunas áreas (como la protección de los derechos de propiedad intelectual o la aplicación de disciplinas de 48 ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada informada en el proceso de elaboración de políticas, aumentando la probabilidad de que sus opiniones e intereses se reflejen en el acuerdo final. La probabilidad de que los acuerdos preferenciales Norte-Sur se basen en el principio de reciprocidad, también depende de la dinámica del proceso de negociación. Algunas consideraciones de economía política sugieren que uno de los factores que influyen en la decisión de los países industrializados, al seleccionar los socios para un acuerdo de comercio preferencial, es la reducción al mínimo de los costos de transición y ajuste (y, en consecuencia, de la oposición política interna). En un contexto asimétrico, esto aumentará la probabilidad de que el acuerdo refleje las prioridades del socio más poderoso. Si un país industrializado suscribe sucesivos acuerdos con países en desarrollo (de uno en uno) es muy probable que esos acuerdos no se basen en la reciprocidad. Además de las repercusiones de esta modalidad de negociación en el contenido normativo de los sucesivos acuerdos, los “costos de exclusión” para los no asociados aumentarán al mismo ritmo que la expansión de la red preferencial (ya sea mediante un acuerdo “minilateral” o un sistema de “ejes y radios”). En un contexto de incertidumbre con respecto a la evolución del régimen de comercio multilateral, los “incentivos defensivos” resultantes pueden hacer que los costos de la no participación (inclusive en un arreglo no recíproco) ÍNDICE sean insostenibles desde el punto de vista económico y político. Al aumentar los “costos de exclusión” percibidos puede también aumentar el costo del “boleto de entrada”, y disminuir la probabilidad de acuerdos equilibrados y recíprocos. Los acuerdos de comercio preferencial Norte-Sur también pueden estimular a un país en desarrollo a perfeccionar sus instituciones y a replicar algunas de las que predominan en los países desarrollados, mejorando de ese modo su desempeño económico. Sin embargo, estos resultados son menos automáticos de lo que suponen los defensores más entusiastas del regionalismo Norte-Sur. La mayor estabilidad de los regímenes normativos será positiva solo si las políticas subyacentes son correctas y sostenibles. Aunque la integración económica con un país desarrollado puede estimular la modernización institucional, la “importación” de instituciones es raramente la mejor forma de proceder, entre otras cosas porque la eficacia de los mecanismos alternativos depende del ambiente en el que operan (Lawrence, 1999). Los costos de transición y ajuste para el país en desarrollo constituyen un tercer aspecto clave que el regionalismo Norte-Sur debe resolver. La liberalización preferencial (como cualquier proceso de liberalización) supondrá la necesidad de que las partes administren tales costos. Se sostiene así que, cuando las dotaciones de factores de producción de los socios difieren 49 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N mucho, como generalmente ocurre en los acuerdos Norte-Sur, el patrón de especialización resultante tendrá en gran medida carácter interindustrial. En consecuencia, los precios relativos y los pagos por concepto de factores sufrirán cambios comparativamente grandes, que serán aún mayores en el socio más pequeño, resultado que para la teoría de comercio convencional es evidencia de que la mayoría de las ventajas de la liberalización favorecerán a la economía pequeña. Sin embargo, aunque la especialización entre sectores ofrece la posibilidad de mejorar considerablemente la eficiencia, estas mejoras son potenciales y, de materializarse, lo harán solo a largo plazo. Durante la transición, las economías nacionales tendrán que cubrir los costos del ajuste. Estos temas son importantes para los países en desarrollo, donde los costos de ajuste generalmente son mayores y se dispone de menos recursos financieros, políticos e institucionales para hacer frente a sus consecuencias. Si este problema no se trata en forma colectiva, puede conducir a un aumento de las asimetrías actuales, al permitir que el país desarrollado maneje de manera más eficaz sus propios costos de ajuste o inclusive transfiera algunos de ellos a su socio en desarrollo. Por último, la existencia de fallas de política y de mercado también puede contribuir a transformar los costos de ajuste y transición en dinámicas de polarización y caminos divergentes. Los acuerdos preferenciales Norte-Sur 50 ofrecen oportunidades de convergencia en los niveles de ingreso per cápita entre los países ricos y pobres, pero también pueden consolidar círculos viciosos de estancamiento y decadencia. De hecho, no hay razones teóricas por las que una trayectoria debería predominar sobre la otra. Desde una perspectiva más crítica, y en resumen, el “nuevo regionalismo” presenta ventajas en comparación con los acuerdos de comercio preferencial del pasado (muchas de ellas relacionadas con un ámbito de política comercial más amplio), pero también nuevos problemas que impiden llegar a conclusiones claras sobre su superioridad. En algunas circunstancias, el “nuevo regionalismo” puede traer beneficios tangibles para un país en desarrollo, como el rápido crecimiento de las exportaciones industriales en el caso de México. No obstante, la naturaleza y el alcance de esos beneficios dependerán del contenido del acuerdo, la agenda bilateral, las características estructurales de los socios y las políticas internas. Estas condiciones parecen bastante obvias, pero se les ha restado importancia en el pasado y solo recientemente comenzaron a ocupar un lugar más importante en el debate de políticas públicas. Yendo más allá del enfoque nacional, se debe recalcar que los efectos del “nuevo regionalismo” (especialmente de los acuerdos Norte-Sur) en los países ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada excluidos probablemente serán adversos. Los incentivos de naturaleza defensiva pueden distorsionar las decisiones de política y desequilibrar aún más el campo de juego. ocurre con la liberalización preferencial (Bouzas, 2005). b. El papel de las políticas internas e incidencia. En América Latina hay una larga tradición de programas de liberalización del comercio que se han aplicado simultáneamente con procesos de estabilización macroeconómica, basados en el uso de la tasa de cambio nominal como ancla contra la inflación. Todos estos condujeron a la apreciación real de la moneda nacional y, con el tiempo, a crisis externas y cambios de política radicales. Estas experiencias fallidas, que en algunos países tuvieron lugar más de una vez, debilitaron el tejido productivo y redujeron su capacidad de beneficiarse de futuros episodios de liberalización comercial. Los acuerdos de comercio preferencial, sobre todo los acuerdos Norte-sur, provocaron fuertes reacciones a favor y en contra. En el debate por lo general se ha relegado a un segundo plano el elemento clave para cosechar los frutos potenciales de la integración económica: las políticas internas. La liberalización del comercio (ya sea preferencial, multilateral o unilateral) puede aumentar la eficiencia, promover el aumento de la productividad y contribuir al desarrollo económico, pero no es una condición suficiente para el crecimiento y el desarrollo, como sugerían las recomendaciones de política simplistas que predominaron en el decenio de 1990. En forma análoga, la integración económica y los acuerdos preferenciales NorteSur pueden estimular el crecimiento y el desarrollo, pero el que lo hagan dependerá del contenido del acuerdo y de las políticas internas que lo acompañen. Los beneficios potenciales de la liberalización comercial solo pueden materializarse si esta se complementa con políticas internas adecuadas en el campo de la macroeconomía, el fomento de la competencia y la compensación de fallas de mercado críticas. Lo mismo ÍNDICE El entorno macroeconómico en que tiene lugar un proceso de liberalización es fundamental para su sostenibilidad Es muy difícil que las economías sujetas a crisis externas recurrentes y a flujos de capital volátiles puedan sostener políticas de liberalización comercial exitosas a lo largo del tiempo, y a la vez presentar un ritmo de crecimiento aceptable. De hecho, para tener un desempeño económico razonable, los países deben aplicar políticas cambiarias orientadas a la exportación (impidiendo la apreciación real de la moneda nacional por largos períodos de tiempo); instrumentar políticas fiscales prudentes que eviten la acumulación de excesivas deudas del sector público, y adoptar mecanismos para compensar crisis y conmociones inesperadas. En este sentido, un 51 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N acuerdo que incluya mecanismos de compensación para hacer frente a crisis externas inesperadas puede aumentar las probabilidades de resultados macroeconómicos más satisfactorios. Para asegurar condiciones internas que les permitan beneficiarse de la integración económica y la liberalización del comercio, los países tienen que aplicar políticas que fomenten la competencia y compensen las fallas de mercado. Una estrategia de competencia de este tipo debería basarse en por lo menos tres pilares: i) la construcción de infraestructura adecuada; ii) la diversificación de la estructura de producción; y iii) el desarrollo y fortalecimiento de los sistemas de innovación nacionales. La falta de infraestructura adecuada es un factor clave que frena el comercio internacional. Muchos productos no son comercializados simplemente porque los altos costos de transporte constituyen una enorme barrera al comercio. El precio relativamente alto de los servicios también disminuye los incentivos para repartir el proceso de producción en diversos países, lo que limita la posibilidad de especialización dentro de los sectores. La ayuda externa podría contribuir mucho a mejorar la infraestructura vinculada al comercio, concentrándose en proyectos nacionales o nacionales que tengan externalidades regionales. Las políticas de promoción de exportaciones pueden ayudar a 52 diversificar la producción. Una diplomacia comercial activa que abra mercados extranjeros, descubra nuevas oportunidades y difunda información puede contribuir a acrecentar las exportaciones. Para que tales políticas sean eficaces se necesita una burocracia capacitada y funcionarios públicos capaces de llevar adelante una relación de cooperación (independiente) con el sector privado. En consecuencia, las políticas de fomento de las exportaciones que estimulan el suministro de información, el apoyo al comercio exterior, la asistencia financiera y las garantías de seguro pueden desempeñar un papel muy importante. Considerando las fallas que predominan en los mercados de tecnología, de crédito y de capital humano, las políticas tendientes a aumentar la productividad son la major receta para mejorar el desempeño de las exportaciones en el largo plazo. Hay tres aspectos que son críticos para cerrar la brecha que existe entre los países industrializados y los países en desarrollo, en cuanto al tipo y alcance de las ayudas del sector público (CEPAL, 2002). En primer lugar, las políticas deberían promover los eslabonamientos “hacia delante” y “hacia atrás” como mecanismo para superar una estructura económica dual, en la cual las actividades modernas e integradas a la economía mundial conviven con sectores atrasados y de baja productividad. En este campo, las políticas públicas internas pueden ayudar ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada con infraestructura y coordinación orientadas a fortalecer aglomerados productivos. En segundo lugar, son necesarios organismos oficiales que puedan ayudar a las empresas locales (sobre todo pequeñas y medianas) en la difusión de tecnología, innovación y desarrollo de recursos humanos. Por lo tanto, las políticas públicas deberían concentrarse en brindar una infraestructura científica y tecnológica sólida, estimular la investigación y el desarrollo y coordinar actividades de innovación de universidades, empresas e instituciones de investigación. c. Una minimización de los verdaderos efectos sobre la liberalización comercial: el impacto del “nuevo regionalismo” en las perspectivas de integración económicas regional en Asia-Pacífico En vista de que la zona Asia-Pacífico, especialmente Asia del Este, se ha convertido en la región más dinámica en materia de conclusión de acuerdos bilaterales y regionales de comercio preferencial, cabe preguntarse cuál es el balance que puede hacerse de los resultados que ha comenzado a arrojar esta tendencia en dicha región. En particular, es importante analizar la medida en que esta espectacular proliferación de acuerdos comerciales preferenciales obstaculiza o complementa los esfuerzos de ÍNDICE liberalización comercial regional y multilateral. Como se señala en secciones anteriores, puede observarse un giro muy pronunciado en la política comercial exterior de Asia hacia fines de los 90. Mientras que antes de la crisis económica que azotó a la región el énfasis se daba en la liberalización unilateral no discriminatoria, reforzada por los Acuerdos de la Ronda Uruguay, luego de la crisis la atención se trasladó a los acuerdos comerciales bilaterales y regionales discriminatorios. Con la excepción de China, la actividad de los países asiáticos en la Organización Mundial de Comercio (OMC) disminuyó sensiblemente, al igual que el entusiasmo por una liberalización unilateral más profunda. La pregunta que surge entonces es la siguiente: ¿Las Zonas de Libre Comercio (ZLC) en Asia facilitan la integración económica regional y, por extensión, la integración económica global? ¿Qué tan creíbles son las posiciones negociadoras, la selección de socios y los acuerdos que ya se encuentran en vigor? La visión generalizada en Asia frene a estas interrogantes es que los acuerdos bilaterales y regionales que afloran en la actualidad forman parte de un proceso benigno, más amplio de “liberalización competitiva”, y que constituyen por tanto “bloques de construcción” en el camino hacia la liberalización multilateral. De acuerdo con uno de los análisis más detallados realizados hasta la fecha 53 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N (Sally, 2006), esto no parece verificarse en la realidad. Basándose en un análisis detallado del contenido real de los acuerdos que se han negociado y que se están negociando en la región, Sally muestra una visión menos indulgente (para utilizar la expresión de Bouzas) del “nuevo regionalismo” en Asia. En lo que se refiere al Sudeste Asiático, Singapur parece ser un buen ejemplo de un país que implementa una estrategia de conclusión de acuerdos bilaterales y regionales de comercio preferencial conducentes a una mayor liberalización a nivel global. Singapur ha firmado una serie de ZLC fuertes, con obligaciones OMC-plus, con países desarrollados y un acuerdo especialmente fuerte con Estados Unidos. Esto resulta coherente con las políticas implementadas por Singapur de libre comercio de bienes, rápida liberalización unilateral de comercio de servicios, y una fuerte infraestructura regulatoria. Sin embargo, Singapur constituye un ejemplo poco representativo de la región. Al igual que Hong Kong, se trata de un puerto libre, con aranceles nulos sobre bienes manufacturados, prácticamente ninguna actividad agropecuaria y con sectores de servicios relativamente abiertos. Es una ciudad-estado diminuta, con un gobierno eficiente, y una gran capacidad para negociar e implementar acuerdos comerciales internacionales. Pero estas son condiciones más que excepcionales con respecto al resto de países del mundo y, en particular, a los demás países miembros de la ASEAN. Tailandia provee un mejor ejemplo 54 del tipo de acuerdos de comercio preferencial que se está concluyendo en Asia del Este. Según Sally, sus acuerdos comerciales han sido negociados de manera precipitada, sin el necesario análisis de consecuencias e intereses. La lógica de estos acuerdos es que se ha negociado, en términos netamente mercantilistas, acceso a mercados en algunos sectores a cambio de concesiones para importaciones en otros pocos sectores, preservando el status-quo proteccionista en todo el resto del universo arancelario. Esto ha resultado en la firma de acuerdos de libre comercio débiles, que tendrán un mínimo impacto en la competencia y eficiencia de su economía, pero que crearán complicaciones en el proceso de implementación, entre otras cosas, debido a los extensos y complejos requisitos contenidos en las reglas de origen. En general, apunta Sally, todos los indicios que pueden observarse hasta la fecha apuntan a que los países de la ASEAN se están involucrando en una compleja y extensa red de ZLC parciales y débiles. En primer lugar, el comercio con muchos de los socios elegidos para estas iniciativas es casi inexistente (por ejemplo, Asia del Sur, Medio Oriente, África y América Latina), por lo que las ganancias potenciales serán mínimas. Segundo, es muy probable que algunos productos, en especial los agrícolas, sean excluidos de los acuerdos. Tercero, es poco probable que se busque administrar barreras no arancelarias y otras barreras regulatorias con disciplinas que vayan ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada mucho más allá de las previstas en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Cuarto, es poco probable que los compromisos en materia de servicios sean más profundos que los negociados en el marco del GATS. Más aun, las provisiones en materia de inversiones y movimiento temporal de trabajadores tenderán a ser débiles, así como las reglas referidas a compras de gobierno y defensa de la competencia. Quinto, si bien es probable que haya espacio para promover la cooperación en materia de facilitación de negocios, las previsiones en materia de cooperación económica (por ejemplo, en infraestructura y apoyo a pequeñas y medianas empresas) serán probablemente vagas y desprovistas de sustancia. Adicionalmente, y de modo quizás más importante, los acuerdos ya en vigor y los que están siendo negociados están tejiendo una extensa red de reglas de origen sumamente complejas y restrictivas, que difieren de acuerdo en acuerdo y que, seguramente, serán fuertemente gravosas y costosas para sus usuarios (las empresas) a la hora de ser implementadas. Los costos administrativos y de otro tipo que traerá aparejado el cumplimiento de las diferentes reglas de origen contenidas en la red de ZLC, pueden tornarse demasiado onerosos para la mayoría de los exportadores en la región. Muchas empresas encontrarán menos costoso pagar el arancel NMF que cumplir con las complejas reglas de origen para exportar sus productos con arancel cero. ÍNDICE Así, se creará muy poco comercio intrazona, pero seguramente se incrementará mucho el trabajo de los funcionarios de las aduanas (Sen 2006; Sally y Sen, 2005). Sally encuentra un patrón similar en los acuerdos firmados por Japón. De acuerdo con este autor, Japón ha priorizado la firma de acuerdos bilaterales por encima de su Acuerdo de Asociación Económica con la ASEAN. Estos acuerdos bilaterales son también débiles, y están basados en las posiciones defensivas mutuas. Las reglas de origen de estas Zonas de Libre Comercio (ZLC) bilaterales son también complejas y restrictivas y, por lo tanto, se convertirán en un obstáculo para la formación de un acuerdo limpio y comprensivo con la ASEAN. Por otro lado, Sally sostiene que el hecho de que Japón llame a sus ZLC “Acuerdos de Asociación Económica” resulta engañoso, ya que se trata en realidad de un eufemismo que oculta en realidad acuerdos débiles y parciales. Según este autor, Japón está en realidad reaccionando a la proliferación de ZLC promovidas por China, pero sin una estrategia real. China se encuentra en pleno proceso de concluir acuerdos bilaterales y regionales de comercio con países en Asia del Sur y del Este, con Medio Oriente, América Latina, África, Australia y Nueva Zelanda (Antkiewicz y Whalley, 2005). Tiene en la actualidad nueve de estos acuerdos en vigor, y se encuentra negociando o estudiando la factibilidad 55 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N de negociar al menos una treintena más. Políticamente, China desea utilizar las ZLC para consolidar sus credenciales en Asia del Este. Económicamente, China busca mercados adicionales para sus exportaciones, así como asegurar su acceso a fuentes de energía y otras importaciones de insumos. En general, China busca convertirse en la fuerza motora de la región, y la firma de ZLC aparece como un medio para alcanzar este objetivo. Sin dudas, el hecho más relevante que debe ser observado en esta materia son las negociaciones entabladas por China con la ASEAN para la conformación de una Zona de Libre Comercio. El objetivo de esta iniciativa era que la ZLC comenzara a funcionar en el 2010. Se trataría de la ZLC más amplia de la historia, cubriendo 11 economías, con una población de 1.7 mil millones de habitantes y un PBI de 2 trillones de dólares. Sally señala que las razones que impulsan su búsqueda de ZLC son de “alta política”: la competencia con Japón por el liderazgo en Asia del Este, así como asegurar su influencia en otras regiones. Esto contrasta con el enfoque adoptado por China en la OMC, claramente vinculado a su política económica nacional. El peligro de esta realidad es (según Sally) que las razones políticas que están por detrás del regionalismo chino pueden desplazar su estrategia económica, abriendo el camino para la firma de una serie de ZLC débiles 56 y parciales, que crearían poco comercio y muchas complicaciones políticas y económicas. En suma, el escenario que se vislumbra en esta visión es menos optimista. Como resultado del “nuevo regionalismo” en Asia, los grandes actores estarían acelerando la conclusión de acuerdos de libre comercio bilaterales “sucios y rápidos”, En cambio, habría muy poco avance en las negociaciones de los acuerdos comerciales más amplios de la ASEAN (quizás con la excepción del acuerdo China-ASEAN). El patrón que emergería es, una “tela de retazos” (“patchwork”) de ZLC en forma de “cubos y radios” (“hub-and-spokes”), en un “plato de noodles” (“noodle bowl”) de reglas de origen restrictivas que muy probablemente impedirán, en lugar de promover, la integración económica regional. En contra de la visión optimista de otros autores, Sally sostiene que el “noodle bowl” que está naciendo en Asia del Este todavía tiene bolsones de desviación de comercio, en sectores con alto nivel de protección, como el agrícola y el textil. Los efectos de estos bolsones se sentirán durante los próximos años, cuando los acuerdos de comercio preferencial comiencen a entrar en vigor. El riesgo de desvío de comercio sería aun mayor en Asia del Sur, en donde persiste un nivel de protección de aranceles NMF y de restricciones no arancelarias mucho más alto, que restringe severamente el comercio intra-regional. ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada Según Sally, el corazón del problema radica en que, en el interior y a través de Asia del Sur, y del Sudeste y Nordeste asiático, el comercio transfronterizo está obstaculizado por una serie de barreras proteccionistas impuestas por los países en desarrollo entre sí. Si bien el tipo de Zonas de Libre Comercio (ZLC) que está siendo negociado no avisora un retorno a la situación de guerra de bloques regionales típica de los años 30, es muy improbable que estas iniciativas logren tener un impacto significativo en las barreras comerciales que actualmente existen y, por lo tanto, promuevan el comercio intra-regional. En cambio, es muy probable que sí se conviertan en un obstáculo adicional a las redes de producción intra-regionales (el fenómeno “Fábrica Asia”) y que distraigan la atención de los países asiáticos de los temas realmente importantes, como las negociaciones multilaterales y las reformas domésticas unilaterales. d. Una enfatización de la diversidad de los acuerdos de preferencias arancelarias y algunos rasgos compartidos Como fue señalado en secciones anteriores, los acuerdos preferenciales de comercio se extendieron, exponencialmente alrededor del mundo, a lo largo de los últimos 20 años. Hoy en día, existen más de 200 de estos acuerdos en vigor notificados a la OMC, y se calcula que para el año 2010 esta ÍNDICE suma ascenderá a 400. Prácticamente todos los países del mundo son parte de al menos una de estas iniciativas: el único país miembro de la OMC que aun no se ha involucrado en ningún acuerdo preferencial de comercio es Mongolia. El integrador más prolífico, los Estados Unidos (que, hasta los años 90 era reticente a este tipo de procesos), firmó, en un término de 13 años, 14 acuerdos con socios en América, Asia y Medio Oriente. Su socio en el NAFTA, México, es parte en 12 APC, y Chile en 10. Singapur es el gran protagonista de esta nueva tendencia en Asia, con 14 acuerdos concluidos. La Unión Europea (UE) ha adoptado una lógica distinta de integración: amplió su ámbito hasta cubrir 27 miembros, engullendo de esa manera buena parte de los otros acuerdos de preferencias comerciales existentes en la región. Al mismo tiempo, la UE ha comenzado a mirar hacia fuera, en la busca de nuevos socios comerciales, y ha concluido acuerdos con los países del Mediterráneo, Sudáfrica, México y Chile (Estevadeordal y Suominen, 2009). Lejos de presentar un panorama uniforme, esta fantástica proliferación de APC se ha ido plasmando en un verdadero “caleidoscopio” (Florentino, Verdeja y Toqueboeuf, 2007), con una gran diversidad de características en cada una de las diferentes dimensiones que pueden identificarse en estos procesos. Así, por ejemplo, Estevadeordal y Souminen (2009) identifican al menos ocho tipos de APC: (1) acuerdos de libre comercio, 57 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N que buscan eliminar los aranceles en la casi totalidad de los productos entre sus miembros, tales como NAFTA, EU-México y Chile-Corea; (2) uniones aduaneras que, además de compartir las propiedades de una zona de libre comercio, buscan implementar un arancel externo común, tales como la EU, el Mercado Común Centroamericano, y la Unión Aduanera de África del Sur; (3) las adhesiones a APC; (4) las adhesiones a uniones aduaneras; (5) acuerdos preferenciales plurilaterales entre países en desarrollo, que buscan alguna forma (más limitada) de trato preferencial, como los firmados en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), y los concluidos en el marco del Sistema Generalizado de Preferencias por los miembros del Grupo de los 77; (6) los acuerdos de preferencia no-recíprocas, que generalmente involucran el otorgamiento de preferencias arancelarias por parte de países desarrollados a favor de países en desarrollo; (7) las áreas económicas, como los acuerdos bilaterales firmados en América Latina bajo el paraguas de la ALADI, y que tienden a ir más allá de la simple liberalización comercial; y (8) los acuerdos de alcance parcial, que se refieren estrictamente a liberalización de comercio, y solo a un subconjunto de categorías de productos sujetos a liberalización arancelaria y que, nuevamente, incluye a algunos de los acuerdos bilaterales firmados en el marco de la ALDI. La presente sección pretende buscar algunos patrones de características 58 salientes en esta multiplicidad de acuerdos preferenciales de comercio. Para ello, se recurrirá a un estudio realizado por la Secretaría de la OMC, en el que se recopilaron y procesaron todas las notificaciones recibidas hasta la fecha por dicho organismo en base al Art. XXIV y la Cláusula de Habilitación (Florentino, Verdeja y Toqueboeuf, 2007). El referido estudio presenta en primer lugar estadísticas sobre el tipo de acuerdo perseguido en cada uno de los procesos de integración notificados. De un total de 214 APC notificados y en vigor hasta diciembre de 2006, 158 cubren el comercio de bienes, 43 el comercio de servicios, y los restantes 13 son accesiones a acuerdos que ya estaban en vigor. Estos números muestran claramente que, si bien la liberalización del comercio de servicios es un fenómeno creciente, su importancia relativa frente a la liberalización del comercio de bienes sigue siendo menor. En segundo lugar, el estudio se refiere la evolución cronológica de estas notificaciones, distinguiendo aquellas realizadas antes o después de la Ronda Uruguay. De un total de 367 acuerdos notificados hasta diciembre de 2006, 124 fueron notificados durante los años del GATT, y 243 durante la era de la OMC. Esto implica que el promedio anual de notificaciones se ha incrementado de tan solo tres por año durante el GATT, a 20 notificaciones anuales en el período postRonda Uruguay. Otro hecho relevante en este sentido es que de los 124 acuerdos ÍNDICE Una perspectiva histórica y comparada notificados durante el GATT, tan solo 36 siguen en vigor. Y es destacable el importante número de APC en vigor no notificados (aproximadamente 70), los firmados pero que aun no han entrado en vigor (unos 30) y los que se encuentran siendo negociados (alrededor de 65) o que se hallan en etapa de propuesta (unos 30). En total, el estudio de la OMC estima que para el año 2010 existirán unos 400 APC en vigor. En cuanto al nivel de profundidad buscado por los acuerdos notificados, el estudio encuentra que las Zonas de Libre Comercio (ZLC) representan un 84 por ciento de todos los APC notificados y en vigor, las Uniones Aduaneras un 8 por ciento y los acuerdos de alcance parcial también un 8 por ciento. De los acuerdos proyectados, un 92 por ciento constituyen ZLC, 7 por ciento acuerdos de alcance parcial y tan solo un 1 por ciento uniones aduaneras. Florentino, Verdeja y Toqueboeuf (2007) observan que la preferencia por las áreas de libre comercio refleja las notas definitorias de la actual carrera de APC, caracterizada por la flexibilidad y la selectividad. A diferencia de las Uniones Aduaneras, las ZLC permiten a sus integrantes mantener una amplia flexibilidad para definir sus propias políticas comerciales y sus socios comerciales. Otro punto interesante se relaciona con la gran proliferación de acuerdos bilaterales y trans-regionales. Los acuerdos bilaterales representan 80 por ciento de todos los APC en vigor, ÍNDICE un 94 por ciento de los firmados o en proceso de negociación, y el 100 por ciento de los que se encuentran en una etapa de propuesta. Esta fuerte tendencia hacia la bilateralización de los acuerdos preferenciales de comercio refleja posiblemente el hecho de que las posibilidades de acuerdos regionales ya fueron agotadas en décadas anteriores. Quizás más importante, es que esta tendencia puede ser una transición de un paradigma en el que los APC eran instrumentos para promover la integración regional, hacia un nuevo paradigma en el que los acuerdos de preferencias comerciales constituyen vehículos estratégicos para abrir mercados, que no necesariamente están en la región. Este último punto nos lleva a otro patrón que puede observarse cada vez con más frecuencia, y que reviste una gran importancia sistémica: la configuración de APC se está tornando cada vez menos regional, en la medida en que cada vez más países parecen estar buscando socios preferenciales más allá de las fronteras regionales. Esta tendencia puede verse claramente en las estadísticas recopiladas por la OMC: mientras que solo un 12 por ciento de los acuerdos notificados y en vigor corresponde a iniciativas transregionales, esta cifra aumenta hasta un 43 por ciento en el caso de los acuerdos firmados que aun no han entrado en vigor y los acuerdos en etapa de negociación; y hasta un 52 por ciento en el caso de los acuerdos que aun se encuentran en una fase de propuesta. Puede concluirse 59 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N por tanto que los APC están siendo utilizados como una herramienta para superar restricciones regionales, y para abrir nuevas oportunidades comerciales en los mercados globales. En este sentido, Estevadeordal y Souminen (2009) señalan que el intrarregionalismo no parece estar expandiéndose en ninguna región, y que puede incluso estar retrocediendo. Esto mostraría según estos autores una tendencia hacia el transcontinentalismo, en lugar de una consolidación de los bloques regionales. Otra tendencia que vale la pena destacar es la que puede observarse en el cluster de los acuerdos Norte-Sur. Al respecto, llama la atención que los criterios de reciprocidad y liberalización comercial amplia, no está disuadiendo a los países en desarrollo para forjar este tipo de acuerdos, por más que esto implique, en muchos casos, su renuncia a las preferencias unilaterales que tradicionalmente gozaban bajo el sistema de preferencias generalizadas. Así, aproximadamente la mitad de los acuerdos Norte-Sur notificados prevén liberalización de comercio de servicios y la mayoría de ellos al menos contempla la negociación de un capítulo de servicios en el futuro. 60 Por último, merece mención aparte un punto de especial interés para los países en desarrollo: la inclusión en los APC de cláusulas de Trato Especial y Diferenciado (TED). Un estudio realizado recientemente por la OECD sobre este tema concluye que todos los APC, sin excepción, contienen cláusulas de TED, tendientes a reducir, en diferentes niveles, las brechas de desarrollo económico entre sus integrantes. Sin embargo, pueden notarse grandes diferencias entre los acuerdos Sur-Sur y los acuerdos NorteSur. Mientras que los primeros suelen recurrir extensamente a la imposición de obligaciones asimétricas, según el nivel de desarrollo de las partes involucradas, este tipo de disposiciones son mucho menos frecuentes en los acuerdos Norte-Sur. Estos últimos, suelen recurrir a disposiciones de asistencia técnica (Heydon y Lee, 2006). Los diferentes enfoques en materia de TED en los acuerdos de comercio preferencial dependen también (según el citado estudio) del nivel de integración buscado. Así, aquellos acuerdos que tienen como objetivo alcanzar niveles de integración más profundos que una simple ZLC suelen incluir una amplia gama de programas de desarrollo e iniciativas de cooperación en los campos de agricultura, industria, inversión y áreas sociales (Heydon y Lee, 2006). ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? III.¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? A la vista de lo que se ha planteado en las secciones precedentes, parece indispensable discutir la posibilidad de avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional, que tenga en cuenta las nuevas realidades y ofrezca vías alternativas y prometedoras de avance. Este es el objetivo de la segunda parte de este trabajo. ÍNDICE 61 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N 1.Un nuevo enfoque analítico 13 13 1.Un nuevo enfoque analítico Uno de los errores más dañinos en materia de integración regional, tanto desde el punto de vista analítico como desde la práctica política, ha sido su presentación como un proceso unidireccional, que avanza en fases sucesivas desde la creación de un área de libre comercio hacia formas más amplias y más profundas de integración. Este enfoque no parece correcto, sobre todo por una razón estrictamente empírica: la realidad demuestra que los procesos de integración regional arrancan de manera distinta y siguen caminos distintos que pueden avanzar en direcciones diferentes, aunque todos esos caminos compartan algunos elementos.14 Si nos concentramos en la naturaleza de la Integración Económica Regional (IER) más que en sus consecuencias 13 Esta sección retoma los argumentos de Torrent (2003) 14 La tesis que se remonta a B. Balassa (1961) tan repetida sin pensar, de que existen “cinco fases” sucesivas en la integración (zona de libre comercio, unión aduanera, mercado común, unión monetaria y unión política) es rigurosamente falsa y hace mucho daño aunque se presente no tanto como una interpretación histórica sino como una construcción analítica. Basta contrastarla con el NAFTA/TLCAN y el propio Mercosur. El primero incluye aspectos muy importantes de mercado común en materias que van más allá del comercio de bienes (servicios, inversiones), y en cualquier caso mucho más importantes y amplios que los que incluye el Mercosur, sin haberse ni tan sólo planteado el “paso” por la fase precedente, de unión aduanera. Y el Mercosur ha tocado muchos temas propios de la unión política (desde la cláusula democrática a la cooperación educativa, judicial y policial) sin haber avanzado prácticamente nada en materia de mercado común. Tampoco el proceso europeo se ajusta a aquella sucesión de fases porque muchos aspectos relativos al mercado común se plantearon en el momento fundacional y no en un momento ulterior. Y, por último, ASEAN demuestra que se puede invertir el proceso y comenzarse con la política para acabar en el comercio de bienes. 62 económicas, debemos concluir que dicha naturaleza es definida esencialmente por los instrumentos legales que fundamentan y proporcionan el marco de cada proceso (sin olvidar nunca que el mismo Derecho puede dar lugar a distintas prácticas). Es por ello que el establecimiento de un marco analítico de la IER debe enfatizar la discusión de los aspectos jurídico-institucionales. La IER pretende moldear precondiciones sociales y económicas con el fin de alcanzar unos objetivos mediante el uso de ciertos instrumentos. Su desarrollo puede ser analizado en términos de diferentes dimensiones, lo cual puede permitir el establecimiento de una tipología de procesos de integración regional. Estos son los temas principales que debería abordar todo marco analítico de la IER; a continuación se enfatiza sobre todo la discusión de los distintos instrumentos y dimensiones. a. Precondiciones y objetivos de la integración regional i. Precondiciones La integración regional no nace en el vacío. Está condicionada por una diversidad de factores. Page distingue los siguientes15: ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? - La geografía es importante, incluyendo la facilidad de comunicaciones, una precondición que no siempre se da, incluso entre países vecinos (por ejemplo en América del Sur). - La población cuenta, aunque la experiencia demuestra que la diferencia de tamaño entre estados miembros no necesariamente crea un obstáculo para el éxito de la integración. - El tamaño de la economía y la renta per capita son importantes, pero la experiencia demuestra que las divergencias en este aspecto son normales. - La congruencia política puede ser muy importante en muchos casos. -Un pasado u origen común, o bien un sentido de comunidad puede ser el factor más importante que subyace a la integración, como en el caso de la Comunidad del Caribe (CARICOM) A estas precondiciones deben añadirse dos que parecen de gran importancia. - La primera es jurídico-política. La experiencia demuestra que son muy importantes la credibilidad y la eficacia del Derecho que fundamenta la integración, sobre todo cuando el proceso de IER se articula por medio de la producción de reglas jurídicas. Los procesos de IER no pueden quedar garantizados sólo por medio de instrumentos institucionales regionales. Sobre todo en Europa, la experiencia ha demostrado que la fortaleza del proceso es resultado de una actitud general de respeto del Derecho por parte de los Estados miembros. Así, esta actitud acaba siendo una precondición extremadamente importante para la integración. - En segundo lugar, también son factores importantes el nivel de gasto público y la estructura de impuestos de los estados miembros. Si los ingresos públicos se basan en una proporción importante en tarifas (aranceles) o en impuestos sobre las exportaciones, 16 la política comercial queda, de hecho, subordinada a la política fiscal. 16 La política comercial no sólo cubre el régimen de las importaciones sino también el de las exportaciones. Esta consideración evidente es a menudo negligente. ÍNDICE 63 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Y un nivel de gasto público bajo hace mucho más difícil para los estados miembros resolver algunas de las consecuencias negativas de la integración. Vale la pena mencionar que si, en el seno de la Unión Europea, los conflictos sobre el gasto público (ayudas de estado a las empresas, por ejemplo) se mantienen dentro de límites razonables, no es sólo porque existe una política regional de competencia sino porque todos los estados miembros (al menos hasta la última ampliación) tienen la capacidad presupuestaria suficiente para (dentro de unos determinados límites) financiar grandes programas de ayuda. ii. Objetivos En la literatura reciente se discute de manera adecuada los objetivos económicos y politicos perseguidos por la integración regional y sus efectos (tanto los buscados como los que surgen sin haber sido buscados). Desde una perspectiva económica, la integración es contemplada sobre todo como un instrumento de desarrollo (o de competitividad y crecimiento). Este fin último es perseguido a través de una serie de objetivos intermedios, normalmente analizados desde dos puntos de vista. En primer lugar, aumenta la competencia y se genera economías de escala como resultado de la ampliación del mercado, y del contacto más estrecho entre productores de los distintos estados miembros. En segundo lugar, la 64 integración regional cambia los patrones de los flujos de comercio y la localización de la producción.17 Se requiere una perspectiva dinámica para discutir estas ventajas porque los beneficios netos de la dinámica de integración, combinados con los llamados efectos no-tradicionales, tales como el efecto de señalamiento y de “consolidación”18, pueden ser mucho mayores que sus efectos estáticos de reasignación.19 Ya ahora se acepta que “la integración es una cuestión política”.20 Estos objetivos politicos más amplios son normalmente resumidos de la manera siguiente21: - Seguridad intra y extra regional. - Adquisición de poder de negociación en el marco del sistema mundial/multilateral. - “Consolidación” (lock in) de reformas internas, no sólo en áreas abarcadas directamente por cada proceso de IER sino también en otras áreas. Por lo que se refiere a los objetivos estrictamente económicos, cuando la atracción de inversiones extranjeras directas se convierte en el principal 17 World Bank. 2000. Trade Blocs: Policy Research Report. Oxford: Oxford University Press. 18 El término inglés es “lock-in” que pretende trasmitir la idea de “echar el cerrojo” sobre una política o normativa al adquirir compromisos internacionales que impiden su reforma. 19 Devlin, R., and R.Ffrench-Davis. 1999. “Towards an Evaluation of Regional Integration in Latin America in the 1990s”. The World Economy 22(2), March. 20 World Bank, op. cit. 21 Page, op. cit., Banco Mundial, op. cit , Bouzas, R. 1999. “Regional Trade Arrangements. Lessons from Past Experiences” en M.Rodríguez Mendoza, P. Low, and B. Kotschwar (eds.) Trade Rules in the Making. Washington, D.C.: Brookings Institution Press. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? objetivo de la participación en acuerdos comerciales preferenciales, las consecuencias sistémicas de esta política deben ser analizadas cuidadosamente. Esta política puede ser legítima para los países en desarrollo y para acuerdos Sur-Sur, en los que todos los miembros desean atraer inversiones extranjeras directas procedentes de los países industrializados. Pero en acuerdos Norte-Sur, los países industrializados deberían siempre poder contestar por qué ellos comparten la idea de canalizar la inversión extranjera directa a un país en desarrollo específico excluyendo a los demás, y en particular a sus vecinos. Por último, el lenguaje políticamente correcto no debería ocultar el hecho de que la integración regional ha sido y es a menudo utilizada, en todos los continentes, como un instrumento de influencia por los países dominantes o poderosos. Toda evaluación de las relaciones entre la integración regional y el sistema multilateral debe tomar en cuenta esta posibilidad. ÍNDICE Los objetivos pueden cambiar durante el desarrollo del proceso. La historia de la Comunidad Europea y el nacimiento de la Unión Europea son, sin duda, los mejores ejemplos de ello. En la fase inicial, los objetivos eran predominantemente internos (Paz y seguridad); los objetivos externos (tales como una mayor presencia en el escenario internacional) adquirieron una importancia creciente tan sólo en los años 80 y 90. Un cambio de objetivos puede dar vida al proceso y revitalizar la voluntad política que lo inspira. Pero también puede crear confusión, no sólo en la opinión pública sino también entre los dirigentes políticos, que pueden perder de vista lo que el proceso es en realidad. También puede provocar que se intente encajar nuevos objetivos en un marco que había sido diseñado para perseguir otros fines y que no necesariamente se adapte bien a los nuevos. La experiencia europea ilustra bien ambos peligros. En cualquier caso nunca debería olvidarse que la integración regional, por importante que sea, es tan sólo un medio y nunca debería convertirse en un fin en sí misma. Los objetivos de los sistemas políticos de los estados miembros tomados en su conjunto son más amplios que aquellos a los que sirve la integración. La integración puede ser un éxito en sí misma sin necesariamente ser un éxito en términos de estos objetivos más amplios. La evolución de la Unión Europea durante los años 90, incluyendo la creación de la unión monetaria, proporciona el mejor caso real para discutir esta cuestión. Ha sido un éxito en términos de integración porque ha tenido un alto grado de contenido efectivo, fortaleza y dinamismo. Pero ha tenido resultados más bien decepcionantes en términos económicos y ha conducido a una creciente desafección de los ciudadanos respecto a las instituciones europeas, o al menos la ha acompañado. Y ello ha generado, la necesidad de reformas profundas. En cambio, no puede señalarse ningún efecto negativo mayor durante los primeros treinta años 65 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N de integración europea, incluso durante sus periodos de relativo estancamiento. b. Instrumentos de la Integración Económica Regional La integración regional es un esfuerzo y una tarea comunes de una pluralidad de estados que requiere la utilización de los instrumentos disponibles para influenciar la realidad económica y social. Estos instrumentos pueden clasificarse en tres categorías: legislación (reglas jurídicas, normas); actividades públicas (incluyendo la concesión de subvenciones a determinadas actividades económicas desarrolladas por operadores privados); y la redistribución de ingresos mediante transferencias presupuestarias. Como los procesos de IER son un fenómeno internacional, también utilizan los instrumentos diplomáticos tradicionales del diálogo y la cooperación. A efectos de análisis, estos instrumentos deben quedar netamente diferenciados de las técnicas utilizadas para crearlos, y de los mecanismos institucionales utilizados para asegurar su ejecución adecuada. La materia abarcada por dichos instrumentos define el contenido de la integración regional; las técnicas y los mecanismos institucionales afectan a su fortaleza y su dinamismo, pero no a su contenido. Una breve referencia a ambas cuestiones es necesaria para despejar algunos malentendidos.22 i. Las dos técnicas de la integración y 22 Las cuestiones tratadas en las próximas páginas están desarrolladas con mucho mayor detalle en otro de los estudios del autor para la SIECA, en el marco del proyecto ADAPCCA: “La Caja de Herramientas de Perspectiva Multidisciplinaria”. 66 la distinción entre derecho primario y derecho secundario Hay dos técnicas diferentes para generar normas regionales y proporcionar un marco para actividades públicas. La distinción tradicional entre “intergubernamental” y “supranacional” intenta definirlas. Pero esta distinción ha sido utilizada de manera muy descuidada, sobre todo para comparar el proceso europeo (que sería la encarnación de la supranacionalidad) con otros procesos. Por un lado, el proceso europeo tiene un elevadísimo grado de intergubernamentalidad. Para tomar sólo dos ejemplos, la eliminación de aranceles en el comercio intra-zona fue conseguida, esencialmente, por medio de un método intergubernamental; y el Sistema Monetario Europeo fue, de principio a fin, un mecanismo intergubernamental basado sobre un acuerdo entre Bancos Centrales, sin ningún tipo de intervención por parte de la Comunidad Europea. Por otro lado, la Organización Mundial de Comercio (OMC), como otras organizaciones internacionales, tiene un importante componente de supranacionalidad, por ejemplo, cuando aprueba waivers (exenciones ad-hoc) o cuando aprueba la accesión de nuevos miembros . En consecuencia, es mejor substituir esta terminología por otra más neutral, que se refiere a las dos técnicas que pueden ser utilizadas por un tratado de integración (de hecho, por cualquier acuerdo o tratado internacional) para producir normas. Las dos técnicas son: a) introducir enel tratado reglas que los estados miembros ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? deben cumplir y b) crear, en el marco del acuerdo, algún mecanismo capaz de producir Derecho. Por ejemplo, la Comunidad Europea (una entidad con personalidad jurídica y competencias propias) proporciona el paradigma del uso de la segunda técnica. Pero el proceso europeo se basa igualmente en la primera técnica: el propio tratado contiene un conjunto de normas que imponen amplias e importantes obligaciones a los estados miembros (cuando ellos ejercen sus propias competencias) que están enmarcadas por la obligación general de no discriminación por razón de nacionalidad (trato nacional) en ningún área cubierta por el tratado. El NAFTA/TLCAN, en contraste, tan sólo confía en la primera técnica. Muchos acuerdos bilaterales con terceros países de la Comunidad Europea (en solitario o acompañada de sus estados miembros) también utilizan la segunda técnica: la creación de una institución común capaz de producir derecho adicional que da mayor profundidad al contenido del acuerdo.23 Hay ventajas e inconvenientes en ambas técnicas. La primera tiende a dar fortaleza y credibilidad, pero incurre en el riesgo de falta de flexibilidad y ÍNDICE 23 Este desarrollo supranacional, olvidado casi siempre, demuestra hasta qué punto se ha abusado de la distinción entre intergubernamentalismo y supranacionalidad (y demuestra también lo erróneo de la conclusión de que la supranacionalidad es difícil de concebir fuera del contexto europeo). Por ejemplo, el acuerdo marco firmado en 1997 por la Comunidad Europea y sus estados miembros por un lado y México por el otro fue “rellenado” más tarde por dos decisiones del consejo conjunto y no por unos acuerdos suplementarios independientes. La elección de los procedimientos internos seguidos por las distintas partes contratantes antes de que sus representantes en el consejo conjunto adopten las decisiones, depende de las características constitucionales de cada parte. En algunos casos se parecen a las utilizadas para la aprobación de acuerdos internacionales; en otros son completamente distintas o incluso no existentes. de capacidad de adaptación; la segunda tiende a tener efectos opuestos. La distinción entre derecho “primario” (u “originario”) y derecho “secundario” (o “derivado”) es también equivalente a la de estas dos técnicas. En este contexto es indispensable recordar y subrayar que no existe ningún “obstáculo constitucional” para utilizar la segunda técnica y así crear un mecanismo de producción de derecho secundario o derivado, poderoso y que funcione. Así lo demuestra la participación de todos los Estados de América Latina en la OMC (una organización que dispone de un mecanismo y genera un importante volumen de derecho secundario en materia de waivers y protocolos de acceso de nuevos miembros). No deberían utilizarse falsos argumentos jurídicos para encubrir la falta de voluntad política. Los mecanismos institucionales Los mecanismos institucionales (incluyendo la solución de diferencias y el control jurisdiccional) no son, en sí mismos, instrumentos de la integración. Yo argumentaría que son, en todo caso, instrumentos de los instrumentos. Los mercados se integran, con más o menos éxito, mediante normas que liberalizan (por ejemplo, el comercio de bienes o los movimientos de capital) o que armonizan estándares. Los mecanismos institucionales tan sólo ayudan a aumentar o a disminuir la eficacia de estas normas y facilitan su adaptación. Un examen comparativo demuestra que, con tal de que las normas sean eficaces 67 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N la integración puede avanzar con éxito (o, en el caso contrario, corre el riesgo de fracaso) con independencia de los mecanismos institucionales adoptados en cada proceso, el NAFTA/TLCAN y el proceso europeo comparten algunos éxitos a pesar de que su enfoque en materia de instituciones sea del todo distinto. Y MERCOSUR, que es institucionalmente ligero, comparte algunos de los mismos fracasos de la Comunidad Andina, institucionalmente más pesada, y, en los últimos años, no ha corregido ninguno de estos fracasos, sino más bien lo contrario, mediante la creación de nuevos órganos e instituciones. Este argumento se aplica incluso a las políticas regionales en materia de competencia. Parecería que no pueden existir si no existen instituciones u órganos regionales que las ejecuten. Sin embargo, el ejemplo del Espacio Económico Europeo demuestra exactamente lo contrario. El Tratado del Espacio Económico Europeo incluye disposiciones sobre política de competencia, pero su ejecución es dejada a las instituciones existentes a cada lado del acuerdo: las ya preexistentes por el lado de la Comunidad Europea y, por el lado de los países EFTA, una Autoridad de Vigilancia y unTribunal, ambos de nueva creación. En consecuencia, también se aprecia en este caso una distinción clara entre los instrumentos (las normas comunes regionales) y los mecanismos institucionales para su ejecución (dejados en manos de las partes). ÍNDICE 68 La existencia o no de un presupuesto regional debe ser discutida también como un tema de mecanismos institucionales y no de instrumentos en sentido estricto. Las actividades públicas regionales (que sí son un instrumento) pueden ser implementadas por medio de un presupuesto regional o de los presupuestos nacionales, o mediante una combinación de ambos. Dos ejemplos extraídos de la experiencia europea son ilustrativos: primero, la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) tal como apareció en el Tratado de Maastricht, ya no ahora) permitía dos formas alternativas de ejecución: a través del presupuesto de la Comunidad Europea o mediante los presupuestos nacionales. Segundo, el futuro de la Política Agrícola Común depende en parte de si se mantendrá su mecanismo de implementación actual (por medio del presupuesto de la Comunidad Europea) o bien será transferida para su financiación (al menos parcialmente) a los presupuestos nacionales. Cada rama de la alternativa tiene consecuencias importantes sobre la fortaleza y el dinamismo del proceso. iii.Los instrumentos Los cuatro tipos esenciales de instrumentos son los ya apuntados: normas (reglas jurídicas) regionales, actividades públicas, redistribución de ingresos por medio de transferencias presupuestarias e instrumentos diplomáticos. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? Normas regionales Las normas regionales pueden abarcar cualquier situación social y económica. Desde un punto de vista analítico, es mejor estudiar el ámbito material de las normas bajo la dimensión de “contenido”, que bajo el epígrafe de “instrumentos” de la integración regional. El análisis de las reglas jurídicas como instrumentos de las relaciones económicas internacionales (incluyendo la integración regional) debe referirse a tres principales enfoques o “tipos de reglas”: a) reglas de acceso al mercado; b) reglas dederecho uniforme y c) reglas de no discriminación. Un primer enfoque consiste en imponer obligaciones a las partes en materia de liberalización del acceso a los mercados. Un segundo enfoque consiste en crear una normativa uniforme que cree un marco jurídico común (o único, incluso) para las transacciones y operaciones cubiertas por el acuerdo internacional del que se trate. Un tercer enfoque consiste en imponer ciertas obligaciones de no discriminación en materia de normas aplicables a las transacciones y operaciones cubiertas por el acuerdo, pero sin pretender armonizar o unificar el derecho aplicable por cada estado. Estos tres enfoques difieren mucho entre ellos, tanto legalmente como en sus implicaciones económicas y políticas. Las reglas de acceso al mercado tienen un ámbito de aplicación estrictamente limitado a las transacciones internacionales. En cambio, las normas ÍNDICE de derecho uniforme, así como las de trato (salvo si sólo se refieren a un trato no discriminatorio entre extranjeros – trato de la nación más favorecida- en el acceso al mercado24) se aplican sobre todo a transacciones internas. Así, son mucho más “intrusivas” en las políticas internas (y, en consecuencia, mucho más difíciles de abordar) que las primeras. Pero todas estas normas son necesarias, en una combinación adecuada, para conducir las relaciones económicas internacionales. Veamos a continuación, de manera esquemática, las ventajas y los inconvenientes de cada una de ellas. Las reglas de acceso son fáciles de concebir y de comprender (otra cosa es que sus efectos económicos sean difíciles de evaluar) sobre todo porque, como acabamos de indicar, tienen un ámbito limitado (transacciones y operaciones internacionales). Tienen también una ventaja que (como veremos en seguida sobre todo cuando hablemos de reglas de trato) no es nada despreciable: existe en cada administración estatal un equipo de funcionarios expertos para aplicarlas y negociarlas: el equipo que administra y contribuye a definir las normas internas a las que se refieren las obligaciones impuestas por las reglas internacionales, pero su mayor inconveniente es que, en muchas circunstancias, resultan del todo insuficientes para conseguir el fin que normalmente se pretende con ellas: la liberalización/integración de los mercados. La realidad demuestra que el acceso a los mercados está dificultado no sólo, (en muchas ocasiones no tanto) por 24 Esta precisón no figuraba en el capítulo original del libro del BID. 69 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N la existencia de unas normas específicas que lo limitan sino por las divergencias en las normas aplicables internamente en cada mercado. Los otros dos tipos de reglas plantean dilemas políticos muy difíciles de resolver. Las reglas de derecho uniforme son extremadamente útiles para clarificar y simplificar las relaciones económicas internacionales y el derecho aplicable a ellas, pero tienen una serie de inconvenientes extremadamente importantes: - En primer lugar, el crecimiento de su número agrava la tensión existente entre génesis del derecho internacional y alternancia democrática del poder en el plano interno. La ratificación de un acuerdo o tratado internacional por una determinada mayoría parlamentaria echa el candado (locks-in, en la expression inglesa cuyo uso se ha generalizado) sobre un sistema de reglas; por ello, un cambio de mayorías parlamentarias, que en otras circunstancias habría permitido un cambio en las reglas aplicables, puede en determinado momento ser impotente para modificar dicho sistema. Este inconveniente debe ser tenido en cuenta siempre, sobre todo porque todos estamos tentados por pensar que tenemos “la solución” que nadie debería modificar: pero ¿quién nos garantiza que estamos en posesión de la verdad?, ¿el tecnócrata/ideólogo que dispone del recetario? 70 - En segundo lugar, estas reglas tienen la virtud incuestionable de dar estabilidad a las relaciones económicas internacionales y a la integración regional, pero si su número es excesivo o no se seleccionan bien las cuestiones que abarcan, pueden amenazar la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias que todo esquema de relaciones internacionales o de integración regional debe poseer. - En tercer lugar (y ésa es una dificultad sobre la que se reflexiona demasiado poco), las reglas internacionales de derecho uniforme son extremadamente difíciles de redactar, por el hecho de darse en un contexto que no es uniforme en cuanto a tradiciones jurídicas y terminología. Una regla internacional de derecho uniforme no es como una norma interna, es como una nueva planta en un jardín bien cuidado (quizá también una jungla o una selva intransitables), sino más bien un pulpo que aparece en un garaje. Se entenderá mejor esta dificultad con un ejemplo: si una ley interna reforma los procedimientos aplicables en materia de expropiación, podrá apoyarse en el resto de la legislación nacional y utilizar su terminología, pero esto no sucede así si se pasa al plano internacional: este “contexto jurídico” no existe. - En cuarto lugar, existe una dificultad, ligada a las anteriores, que “los expertos” nunca mencionan (porque ellos son los causantes de la misma): el riesgo de consolidar (lock-in) los errores. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? Tanto los errores en términos de efectos (porque una regla pensada para producir unos efectos acaba produciendo otros, incluso los contrarios de aquellos que se perseguían) como los simples errores de redacción (porque un día se descubre, frente a una decisión judicial o arbitral, que una regla pensada para que dijera “esto” no dice “esto” sino que dice “otra cosa”). En el plano interno es mucho más fácil corregir errores (cambiando la legislación) que en derecho internacional (donde se requiere el acuerdo de otras partes contratantes para cambiar las reglas). Este inconveniente se acrecienta a medida que aumenta el volumen y complejidad de las reglas de derecho uniforme. Las reglas de trato reducen drásticamente los inconvenientes de las reglas de derecho uniforme, pues al ser mucho más simples, reducen el riesgo de error y son mucho más fáciles de redactar (de hecho caben en una línea: A.- Trate a todos los extranjeros igual –trato de la nación más favorecida-. B.- Trate a los extranjeros igual que a los nacionales- trato nacional-). Al dar mucho mayor margen de maniobra a las legislaciones internas, que pueden seguir aplicando criterios políticos y económicos distintos con tal de que no sean discriminatorios entre nacionales y extranjeros (trato nacional) o entre extranjeros (trato de la nación más favorecida), reducen la tensión con el principio democrático y la alternancia en el poder político, resultado de procesos políticos internos. ÍNDICE Pero también tienen inconvenientes muy graves, sobre todo cuando se refieren al “trato de las empresas”. Las reglas internacionales de acceso al mercado y de derecho uniforme siguen la misma lógica que las correspondientes reglas internas (las reglas internacionales de acceso al mercado simplemente restringen el contenido posible de las internas; y las reglas internacionales de derecho uniforme unifican el contenido de las reglas internas). En cambio, esta lógica es completamente distinta en el caso de las reglas de trato. De hecho, estas reglas presentan una especie de “doble universalidad”, que las diferencia radicalmente de las normas internas y genera dificultades insospechadas: se aplican a todos los sectores y cubren todos los aspectos del régimen jurídico de aquellas actividades a las que se aplican. En el ámbito interno no existe una norma o un paquete de normas que tenga esta doble universalidad; normas distintas se aplican a distintos sectores (energía, agricultura o transporte aéreo) y a distintos aspectos de dicho régimen jurídico (del derecho mercantil a la fiscalidad pasando por el derecho laboral o el de la expropiación). Pretender que una sola regla internacional afecte a todo este complejísimo conjunto de normativas internas supone muchos riesgos; por lo tanto no es extraño, que esta regla tan simple engendre efectos y dificultades insospechadas. Esta dificultad se manifiesta en el momento de negociar los acuerdos internacionales. Mientras que, en materia 71 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N de acceso y de derecho uniforme, la correspondencia entre normas internacionales y normas internas asegura, al menos en principio, la existencia de expertos, esto no es así en materia de reglas de trato: ¿qué experto, ya no en un país en desarrollo sino en uno desarrollado, “sabe todo” en materia de trato a las empresas? La respuesta es simple: nadie. Estas reglas internacionales de trato deben ser sometidas a un estricto escrutinio por todos los funcionarios de los ministerios afectados o se acaba firmando y ratificando acuerdos cuyo alcance nadie acaba de comprender. Con la única excepción de la Comunidad Europea, la experiencia demuestra que sólo se pueden aceptar obligaciones de amplio alcance en materia de trato a las empresas, si dichas obligaciones van acompañadas de una lista de excepciones. Pero esta lista de excepciones tiende a aumentar geométricamente en cuanto el número de partes contratantes del acuerdo aumenta. Al final, la lista de excepciones tiende a sepultar las reglas que establecen el trato NMF y el trato nacional.25 Actividades públicas Los estados no sólo promulgan y aplican legislación de ámbito general. También financian y gestionan servicios públicos como la educación, construyen infraestructura física y conceden 25 Esta fue una de las razones del fracaso de las negociaciones desarrolladas desde 1995 a 1998 en el seno de la OCDE para intentar llegar a un Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI, o MAI en su acrónimo inglés). 72 subvenciones a actividades económicas específicas. Me refiero a todas ellas con los términos “actividades públicas” y no con el término “políticas”, porque las políticas también pueden desarrollarse exclusivamente con reglas jurídicas (en materia de medio ambiente, estándares sociales, laborales o de educación, por ejemplo). La misma distinción se aplica en el ámbito regional. Las actividades públicas pueden jugar un papel relevante en algunos esquemas de integración regional. Incluso podría sostenerse que alguna actividad pública regional debe llevarse a cabo si se quiere evitar que la integración regional sea tan solo una versión políticamente correcta de la liberalización de los mercados. Es mejor plantear en el epígrafe de contenido el análisis del ámbito material de estas actividades públicas regionales (como hemos visto también en el caso de las normas). Lo que debe enfatizarse en el epígrafe de instrumentos, es que tales actividades públicas regionales pueden ser necesarias para poder promulgar normas de liberalización. El mejor ejemplo de esto es la Política Agrícola Común (PAC) de la Comunidad Europea. En los años 50, cuando se negoció el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea, la agricultura planteaba dos problemas mayores. En primer lugar, los presupuestos nacionales la subvencionaban intensamente, y este hecho habría creado grandes distorsiones de la competencia si el comercio ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? intrazona de productos agrícolas se hubiera liberalizado. En segundo lugar, la intervención pública estaba ligada a la existencia de organizaciones de productores y sistemas de controles de precios, que constituían una violación clara de los principios de la libre competencia. La alternativa era o excluir la agricultura del ámbito de aplicación de los tratados o plantear el problema como una política común. Los estados miembros eligieron la segunda alternativa, y crearon un conjunto específico de normas para los mercados agrícolas, el cual sería inconcebible fuera del marco de la agricultura. A lo largo de la historia de la PAC, estas reglas jurídicas específicas han logrado la existencia, de subvenciones, de controles de precios, compras por el sector público y constitución de stocks reguladores, así como de cárteles con límites de producción y sanciones por su sobrepasamiento. Dejando de lado sus virtudes y defectos en términos de política económica, las actividades públicas pueden tener efectos muy positivos sobre el proceso de integración. No me refiero al impacto resultante de la creación de poderosos lobbies a favor de la acción regional, porque la existencia de sectores críticos puede neutralizar su efecto. Me refiero a la definición y gestión de dichas políticas, que mantiene el proceso de integración en marcha, incluso en periodos de estancamiento, y para ÍNDICE demostrar que la integración se refiere a cuestiones de la vida económica real y no es una pura cuestión “de política”. Redistribución de los ingresos mediante transferencias presupuestarias Todas las actividades públicas pueden afectar a la distribución de los ingresos y se convierte en un instrumento regional específico cuando apunta a categorías específicas de beneficiarios definidos en términos de sus ingresos o de alguna otra característica económica más o menos general. Este instrumento es típicamente europeo. En el plano interno, una embrionaria política de redistribución de los ingresos basada sobre criterios personales data ya de los años 50 (el Fondo Social). Pero este instrumento sólo adquirió verdadera significación (también en términos presupuestarios) en los años 80 y 90, cuando incluyó como criterio la situación comparativa de colectivos definidos geográficamente, primeramente zonas dentro de los estados miembros (los Fondos Estructurales) y luego países enteros (el Fondo de Cohesión). En el plano externo, la primera ronda de acuerdos de la Comunidad Europea con países mediterráneos, en los años 70 y 80, incluían compromisos presupuestarios. Más tarde, se abandonó esta práctica, la ayuda financiera externa fue excluida de los acuerdos (excepto en el caso del Convenio ACP con los países excolonias en Africa, Caribe y Pacífico) y la Comunidad Europea decidió tratar el tema de manera autónoma. 73 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Instrumentos diplomáticos En tanto que es un fenómeno internacional, la integración regional utiliza los instrumentos diplomáticos tradicionales del diálogo y la cooperación. Su uso puede promover la emergencia de una política regional en sentido propio (ya sea ejecutada por medio de instrumentos jurídicos –legislación- ya sea bajo la forma de actividades públicas), pero no sucede así necesariamente, ni tan sólo normalmente. c.Las dimensiones de la Integración Regional Estos instrumentos (diálogo y cooperación), si bien son diplomáticos en su origen, ahora se utilizan en todas las otras áreas de cada proceso, en particular las económicas. Acción que no se limita a la integración regional, ya que el número de foros internacionales en todas las áreas de la vida política, económica y social se han multiplicado. Los efectos sobre la integración regional se ven potenciados porque involucran, de manera efectiva, a los actores sociales y económicos, en particular en el mundo de los negocios, lo cual promueve intercambios y actividades comunes entre ellos. En un tiempo, ésta era una de las diferencias entre las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas y las negociaciones entre la Unión Europea y el MERCOSUR. En el primer caso, durante un periodo bastante largo, los actores estuvieron implicados de manera efectiva, pero no así en el segundo. Las Uniones Aduaneras (UA) son presentadas en ocasiones como una profundización de las Zonas de Libre Comercio (ZLC), lo cual genera confusión. También podría decirse que se trata de una ampliación de su ámbito material: las UA definen en el plano regional una política que las ZLC dejan a los estados miembros individuales: las relaciones comerciales con países terceros. Pero es mejor no comparar UA y ZLC en términos de profundización o ampliación del ámbito material ni pensar que son fases o etapas sucesivas de los procesos de integración. Es mejor contemplarlas desde otra perspectiva: como diferentes vías de inserción de los procesos de integración en el sistema mundial. El mismo enfoque debe aplicarse a cualquier otra area o materia cubierta por un proceso de IER (como servicios, capitales, derecho de establecimiento y trato postestablecimiento, así como movimientos de trabajadores). La integración regional se desarrolla en un espacio multidimensional, y no necesariamente va continuamente hacia adelante. Tiene cuatro principales dimensiones: dimensión externa, contenido, fortaleza y dinamismo. i. La dimensión externa El análisis de esta dimensión debe referirse al número de materias tratadas 74 ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? en el plano regional, en relación con países terceros. Esto es esencial, por ejemplo, en relación con el proceso europeo. Se olvida a menudo que la Comunidad Europea (en material de comercio internacional de bienes es una Unión Aduanera bien consolidada desde hace decenios) no ha desarrollado una política externa común en temas tan importantes como servicios, derecho de establecimiento de empresas extranjeras o la reforma de la llamada “arquitectura financiera” internacional. 26En todas estas materias, los estados miembros continúan desarrollando políticas distintas e incluso contradictorias. La dimensión externa es de importancia decisiva en aquellos procesos (en particular, acuerdos Sur-Sur) cuyo principal objetivo es el de aumentar el poder de negociación internacional de sus miembros y, en general, mejorar sus condiciones de inserción en el sistema mundial. En general, la existencia o no de una dimensión externa permea todo el enfoque de la integración. Cuando no hay dimensión externa, el proceso tiende a orientarse hacia la imposición de restricciones en la definición y ejecución ÍNDICE 26 Esta es la razón por la cual los estados miembros siguen firmando separadamente acuerdos de inversiones con países terceros y son miembros de la OMC y partes, juntamente con la Comunidad Europea, en muchos acuerdos con países terceros. Las reformas introducidas en el Tratado de la Comunidad Europea por el Tratado de Niza, en vigor en 2003, han modificado el ámbito de las competencias externas de la Comunidad Europea, pero el problema discutido en el texto ha seguido existiendo. Lo mismo sucederá cuando entre en vigor el Tratado de Lisboa, que vuelve a reformar la distribución de competencias entre la Unión (unificada con la comunidad en virtud de sus disposiciones) y los estados miembros. de políticas (porque las políticas nacionales podrían poner en peligro la liberalización intrazona). Cuando hay una dimensión externa, la orientación gira hacia la elaboración de políticas (es decir, una política externa común), al menos como reacción a demandas de países terceros. El análisis de la dimensión externa de un proceso de IER es esencial a la hora de evaluar sus efectos sobre el sistema mundial y sobre otros países. Tal discusión se centra sobre la posible mala utilización de los instrumentos de política comercial, y algunos concluyen, que las Uniones Aduaneras pueden ser utilizadas para inhibir la liberalización comercial en mayor medida que las ZLC. Si la discusión se centra en la compatibilidad con la OMC, se convierte en un debate sobre el significado en términos cuantitativos de la noción “substancialmente todo el comercio” del artículo XXIV del GATT. Yo sugiero otro enfoque: mirar los procesos de IER en términos de su posible mala utilización, por lo que se refiere a su contribución estructural (buena o mala) a la arquitectura global o mundial. Desde esta perspectiva, la existencia o no de una dimensión externa de los procesos de IER parece relevante, con relación a dos de los principales problemas creados por la multiplicación de acuerdos preferenciales (y, en particular, por la pertenencia múltiple en ellos de países individuales) y que ya han sido discutidos en secciones precedentes. 75 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N El primero se refiere a los riesgos de desviación de comercio y de inversiones. La participación de un país en distintas ZLC tiene el efecto (y en algunos casos el objetivo buscado) de multiplicar los riesgos de desviación de comercio e inversiones. Al limitar tal posibilidad, parece que las UA contribuyen positivamente a la arquitectura mundial. El segundo problema es el de la transformación del sistema mundial en un “plato de spaghetti” de acuerdos entrelazados, cuyos efectos negativos han sido ampliamente discutidos. Por definición, las Uniones Aduaneras limitan este desarrollo al obligar a todos sus miembros a ir juntos en sus relaciones comerciales con terceros países. En contraste, las ZLC permiten a cada estado miembro crear nuevas ZLC, con lo que se multiplica el efecto spaghetti. La discusión de estos problemas debería refinar el recurso habitual a ciertas comparaciones geométricas o mecánicas (círculos concéntricos o “cubo-y-radios” –“hub and spokes”-). Un modelo de cubo-y-radios se transforma en un círculo concéntrico cuando el cubo está constituido por un proceso de IER. El ejemplo típico es el de los acuerdos que ligan a la Comunidad Europea (en solitario o conjuntamente con todos sus estados miembros) con países terceros, pero también sería el caso del NAFTA/TLCAN dentro de un ALCA que fuera NAFTA-menos en términos de contenido. El punto esencial en estos dos casos es que todos los miembros 76 del proceso de IER están en la misma situación, en relación con terceros países. Esto no crea ningún problema especial en materia de arquitectura. El verdadero problema arquitectónico es el de la participación múltiple en distintos procesos de IER, por parte de diferentes miembros de uno de ellos (sin ir acompañado de sus socios). Entonces el problema no es de círculos concéntricos sino de círculos que se solapan. En términos de la segunda comparación, el problema que se plantea es: si un vehículo puede funcionar cuando los radios conectan los distintos puntos de la rueda simultáneamente a distintos cubos. ii. Contenido efectivo Amplitud de ámbito (“width”) y profundidad (“depth”) La amplitud de cualquier acuerdo internacional u organización puede ser definida en términos del número y el alcance de las materias o áreas que abarca. La profundidad se refiere al grado en que dichas áreas están sujetas a reglas o actividades públicas comunes. Un ejemplo tomado del plano multilateral ayuda a diferenciar ambas nociones. EL GATS/AGCS es amplio, porque cubre todos los sectores de los servicios y todos los aspectos del trato post-establecimiento; pero no es profundo (es desigualmente profundo en cualquier caso) porque los compromisos en materia de acceso al mercado y trato ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? nacional aceptados por los miembros de la OMC, en sus respectivas listas de compromisos, son bastante limitados. Aparentemente, la amplitud puede ser determinada fácilmente mediante el examen de las materias cubiertas por los distintos instrumentos regionales que están siendo utilizados, pero esta facilidad aparente, no existe en cuanto a las reglas jurídicas, porque su amplitud debe ser analizada verticalmente en términos de una matriz: cuando nos referimos a sectores (como agricultura o servicios financieros) y horizontalmente cuando nos referimos a los distintos aspectos de la actividad de cualquier empresa (fiscalidad, derecho de la competencia o estándares laborales). La profundidad no es fácil de determinar, en particular en materia de normas. El mejor criterio para determinar la profundidad es el grado en que los estados miembros siguen siendo libres de regular de manera distinta temas específicos: cuanto más puedan, menos dimensión tendrá el proceso en términos de profundidad. La aplicación de este criterio requiere un análisis cuidadoso de las disposiciones legales pertinentes con el fin de determinar su significado real en términos de regulación, sobre todo porque el lenguaje ambicioso puede ocultar la falta de efecto regulador real. Para efectos analíticos, la distinción entre amplitud y profundidad está perfectamente bien fundamentada, pero también puede ser engañosa. Amplitud y profundidad no son dos características ÍNDICE o dimensiones de la integración que puedan ser tomadas independientemente una de la otra. Lo que importa es el contenido del proceso, y amplitud y profundidad no son más que dos aspectos de este, que deben ser consideradas conjuntamente (si una de ellas es cero, su producto - el contenido del acuerdo – es también cero, aunque la otra tenga una magnitud positiva) La realidad nos ofrece una multitud de ejemplos de acuerdos bilaterales económicos que son muy amplios, en términos de ámbito de aplicación, pero sin ninguna profundidad en términos de obligaciones o de cooperación efectiva. Acaban siendo poco más que declaraciones políticas de intenciones. Dentro de los límites de esta sección no puede irse más allá en la discusión de la amplitud y la profundidad de los procesos de IER. Basta añadir que siempre debe distinguirse entre normas aplicables intrazona y operadores de terceros países. El contenido de la Comunidad Europea, por ejemplo, se extiende al transporte aéreo, porque ha establecido reglas aplicables a líneas aéreas europeas en aeropuertos europeos. Sin embargo, estas reglas no se aplican a líneas aéreas americanas o japonesas (el mismo argumento se aplica a los profesionales). Como los procesos de IER se generan dentro de un sistema multilateral en el que sus miembros ya han asumido obligaciones, para descubrir el verdadero valor añadido de la IER se 77 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N debe analizar el “contenido efectivo” de los procesos de IER y no sólo su contenido. El contenido efectivo debe ser definido como “contenido regional menos obligaciones multilaterales (o plurilaterales)”. También aquí la realidad nos ofrece una multitud de ejemplos de acuerdos bilaterales/regionales que intentan aumentar su contenido mediante la simple reescritura de obligaciones que sus miembros ya han aceptado en los planos bilateral o multilateral, o incluso menos que eso. Esta estrategia parece peligrosa, pues crea confusión, reduce la transparencia y debilita el sistema multilateral sin aportar nada significativo a la integración regional. Esta dimensión del “contenido efectivo” es esencial para analizar, en particular, los procesos de integración en América Latina, cuyo contenido “efectivo” es en ocasiones cero, o incluso negativo, comparado con el de los acuerdos de la OMC. iii.Fortaleza Como en el caso de la amplitud y la profundidad, sugiero analizar la fortaleza de un proceso de integración regional examinando conjuntamente dos aspectos: la credibilidad y la eficacia del derecho de la integración y el grado de compromiso (definido en sentido amplio) de los estados miembros. También aquí se debería considerar que ambos aspectos se multiplican uno a otro en vez de simplemente sumarse. Muchos ejemplos demuestran que 78 el simple compromiso político no es suficiente para fortalecer un proceso de integración si no está acompañado de cierta credibilidad, por lo que se refiere al derecho de la integración. Sin embargo, los mecanismos jurídicos no pueden compensar la ausencia de compromiso político. También aquí, la fortaleza del proceso tiende a ser cero si uno de sus dos componentes (el jurídico o el político) es cero (incluso si el otro es positivo). Esta consideración me parece sumamente pertinente al analizar los procesos de integración en Amércia Latina. La credibilidad y la eficacia del derecho La Integración Económica Regional (IER) puede funcionar, sin duda, sobre la base del cuarto instrumento anteriormente delineado (los instrumentos de diálogo y cooperación), y sin ningún derecho de la integración. Pero si se apoya en el derecho, o es regulada por este, entonces el derecho debe ser creíble y eficaz. Si no lo es, el proceso se convierte en un fracaso, y puede ser sustituido con éxito por una simple integración de facto. Ningún derecho es creíble y eficaz al 100 por ciento; su credibilidad y su eficacia son siempre una cuestión de grados. Un alto grado de credibilidad puede ser alcanzado por diferentes mecanismos; sin embargo, la credibilidad no está necesariamente ligada a la existencia de un mecanismo regional de ejecución obligatoria (enforcement) del derecho. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? Parece depender mucho más de la existencia de una actitud general de respeto del derecho (del rule of law) y de la percepción del interés (tanto político como económico) por fortalecer la integración. En este punto vale la pena recordar que, en el marco del Tratado de la Comunidad Europea y hasta hace pocos años, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas no disponía de absolutamente ningún mecanismo de ejecución de sus decisiones; el Tribunal simplemente “decía el derecho”. Como las represalias entre estados miembros están absolutamente prohibidas, incluso en los casos en que uno de ellos haya violado el derecho comunitario, el sistema ha funcionado esencialmente sobre la única base del cumplimiento voluntario por parte de los estados miembros (incluyendo el cumplimiento voluntario de las decisiones del Tribunal de Justicia). Compromiso politico El grado de compromiso político de los estados miembros hacia el proceso de Integración Económica Regioanal (IER) puede ser difícil de medir con precisión. Sin embargo, su existencia es absolutamente necesaria. El compromiso político es “político” por cuanto puede ir más allá del contenido económico del proceso de integración. Al ir más allá fortalece el proceso. Un ejemplo es el de las acciones comunes de los otros tres estados del MERCOSUR cuando el cuarto estado miembro (Paraguay) estaba sumido en una crisis y la democracia estaba en peligro. Otro ejemplo es el ÍNDICE de la intervención de Estados Unidos cuando México fue afectado por una crisis financiera profunda. Estas acciones (en áreas que propiamente no están cubiertas por los procesos) fortalecieron el MERCOSUR y el NAFTA/TLCAN, respectivamente. Debería pensarse en cómo esta consideración se aplica o no a situaciones en otras subregiones de América Latina. Si existe el compromiso político, los instrumentos diplomáticos de diálogo y cooperación pueden llegar a ser un medio efectivo de potenciar la integración. Si no existe, pueden llegar a ser contraproducentes, a largo plazo, porque generan en la opinión pública la percepción (correcta) de que la integración se ha convertido en un asunto puramente retórico. iii. Dinamismo y capacidad de adaptación Se ha definido “Región” como un grupo de países que han creado un marco legal de cooperación que abarca una relación económica amplia, y que han previsto la posibilidad de que la región evolucione, porque las estructuras económicas de los países cambian, y con ello la naturaleza de sus ligámenes.27 Yo no iría tan lejos con el argumento. La evolución o la capacidad de adaptación es sólo una dimensión de los procesos de IER, no una característica definitoria. 27 Page, op.cit. 79 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N En primer lugar, la necesidad de adaptación depende de los objetivos perseguidos y del grado de adecuación de los instrumentos iniciales. En segundo lugar, la capacidad de adaptación (o un exceso de ella) puede poner en peligro la fortaleza del proceso (y, en particular, su credibilidad). Una buena parte de la historia de la integración regional en América Latina podría ser escrita desde esta segunda perspectiva. La capacidad de adaptación tiene que ver esencialmente con los mecanismos para crear normas y la velocidad con que las nuevas o reformadas normas pueden adaptarse a las nuevas circunstancias. ¿Requieren un nuevo tratado las normas nuevas o reformadas? ¿alternativamente, el tratado prevé algún mecanismo de adaptación? La distinción entre la naturaleza estática o dinámica de la integración regional depende de la respuesta a estas cuestiones. Una comparación inicial entre el NAFTA/TLCAN, la Comunidad Europea y el MERCOSUR revela, en este sentido, tres diferencias importantes. Por un lado, el NAFTA tiene una naturaleza estática. Es un acuerdo de contenido amplio que está ahí de una vez por todas; no dispone de un mecanismo de producción de derecho. Toda adaptación debe provenir de nuevos acuerdos o tratados que modifiquen o complementen el inicial. Por otro lado, los tratados constitutivos de la Comunidad Europea tienen una doble naturaleza, pues tienen una sólida naturaleza estática y tratados 80 internacionales clásicos que imponen obligaciones de muy amplio alcance a sus estados miembros (exactamente igual que el NAFTA), pero también instituyen un mecanismo específico de producción de nuevo derecho que les confiere una naturaleza dinámica. Además, la práctica de revisar periódicamente y modificar los tratados fundacionales ha potenciado dicha naturaleza dinámica. El MERCOSUR ha tendido siempre a no tener ni una naturaleza estática ni una dinámica, por cuanto, en una perspectiva estática no impone el amplio, profundo y fuerte conjunto de obligaciones típico del NAFTA y de los tratados constitutivos de la Comunidad Europea y, en una perspectiva dinámica, su dinamismo no es más que virtual porque sus mecanismos de producción de derecho no funcionan correctamente. La necesidad de dinamismo (o adaptabilidad) está ligada a las otras tres dimensiones. En primer lugar, si existe una dimensión externa del proceso, la necesidad de adaptación viene del exterior, de los otros participantes en el sistema mundial y en sus instituciones multilaterales. La política comercial de una Unión Aduanera (u otras políticas exteriores si existen) no pueden permanecer sin cambios a lo largo del tiempo; deben ser adaptadas. Esta necesidad no se presenta en el caso de las Zonas de Libre Comercio (ZLC), donde cada miembro adapta su política comercial extrazona por su cuenta. En segundo lugar, y por lo que respecta al contenido, la necesidad de adaptación ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? surge si el proceso de Integración Económica Regional (IER) incluye actividades públicas regionales o redistribución de los ingresos. Todas ellas deben ser definidas, ajustadas y ejecutadas. La necesidad de adaptación también está ligada al tema de la profundización (mucho más que a la de aumento de la amplitud, porque no es probable que, simplemente por vía de adaptación, un proceso de IER pase a abarcar materias no cubiertas en el tratado inicial). Si el acuerdo es estático (como el NAFTA), todas las disposiciones que dan profundidad deben quedar incluidas en el tratado inicial. Si el acuerdo es dinámico, el tratado inicial puede quedar limitado a la definición de algunas reglas u obligaciones relativamente abiertas o redactadas de manera poco detallada, dejando para más adelante la profundización de las mismas. En tercer lugar, la adaptabilidad también está ligada a la fortaleza. La naturaleza estática de un proceso de I ER contribuye ciertamente a su fortalecimiento; pero una naturaleza dinámica también puede contribuir a él si, por medio de la adaptación, se puede evitar que se vuelva obsoleto juridacamente. Una naturaleza dinámica también puede aumentar la adecuación del derecho a las necesidades y así prevenir las violaciones. ÍNDICE d. La Tipología de la Integración Económica Regional Se puede construir una compleja tipología de los procesos de IER mediante la combinación de precondiciones, objetivos, instrumentos y dimensiones. En vez de enzarzarme en un ejercicio puramente abstracto de este tipo, delinearé algunos tipos que puedan ser útiles en la descripción de procesos de integración que se dan efectivamente en la realidad. No pretendo “etiquetarlos”, precisamente para que las etiquetas no cobren vida propia y se pierdan de vista las características propias de cada tipo. Además, como toda tipología, esta que propongo también es incapaz de encorsetar una realidad muy compleja y cambiante. El primer tipo es el de un simple marco político, sin reglas jurídicas, para la integración económica de facto. Este modelo puede ser razonablemente exitoso en algunos casos y del todo irrelevante en otros. El mejor ejemplo de éxito son los 25 primeros años de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). 28 Fue creado sobre la base de sólidas precondiciones geográficas e históricas. Los mejores ejemplos de fracaso son probablemente los acuerdos de comercio y cooperación negociados en los años 70 a 2000 por la Comunidad Europea con países de América Latina y Asia, que están vacíos de todo contenido efectivo. El segundo tipo es el de la pura ZLC. No tiene dimensión externa y es estático. 28 Sin duda, ASEAN no se ajustaba exactamente al modelo porque tenía algunas reglas jurídicas sobre preferencias comerciales, pero estas reglas eran accesorias a la naturaleza principal del acuerdo. 81 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Tiene algún contenido efectivo (pero no mucho), que está normalmente limitado al comercio de mercancías (y aún ahí con notables excepciones), y no tiene mucha profundidad (no se plantea la producción de reglas de derecho uniforme). Finalmente, el grado de compromiso político también es bajo. Este modelo se ajusta, grosso modo, a la mayoría de los acuerdos regionales/bilaterales notificados a la OMC. Estos acuerdos deberían ser discutidos en términos de sus efectos internos y externos. Una discusión tal se planteará en la siguiente sección. Por lo que se refiere a sus efectos “sistémicos globales”, tales acuerdos tienden a ser irrelevantes o desprovistos de consecuencias porque su efecto real sobre los flujos comerciales es casi inexistente; no obstante, son un “ruido” que enturbia la claridad y transparencia de las relaciones económicas internacionales. En el caso de que tengan una eficacia real, al permitir la participación múltiple y por separado de sus miembros en diferentes esquemas de integración, engendran el riesgo de que se multipliquen los efectos de desviación del comercio y las inversiones. Y si se ligan países industrializados con países en desarrollo, pueden tener efectos distorsivos sobre los otros países en desarrollo (vecinos) que no son partes del acuerdo. En el tercer tipo de proceso de IER, las instituciones regionales fortalecen 82 la comunidad de estados. Este tipo de proceso es característico de la integración de estados con poblaciones y territorios relativamente pequeños con un cierto sentimiento de compartir historia y cultura. La motivación clave del proceso de integración no es tanto la intensidad real o potencial en las relaciones económicas intraregionales; las consideraciones externas pesan más. Uno de los argumentos principales en favor de la integración es la necesidad de fortalecimiento institucional con el fin de maximizar la asignación de recursos humanos escasos y al mismo tiempo potenciar la capacidad reguladora y de formulación de políticas económicas. El paradigma sería el CARICOM, pero algunos esquemas africanos también se ajustarían, más o menos, al modelo. 29 Precisamente, porque los recursos humanos y la capacidad de construir instituciones son tan limitados, estos procesos deben hacerse frente a dos retos. En primer lugar, deben definir de manera adecuada el ámbito de su dimensión externa. En segundo lugar, deben acertar con la selección de su contenido efectivo y de los instrumentos que se deben utilizar (reglas jurídicas versus actividades públicas), al mismo tiempo que se mantiene o aumenta el compromiso político de los estados miembros. El cuarto tipo de proceso de IER es el que (basado sobre fuertes reglas 29 Jessen, A., and E. Rodriguez. 1999. The Caribbean Community: Facing the Challenges of Regional and Global Integration, ITD-INTAL Working Paper, Inter-American Development Bank, Washington, D.C. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? jurídicas pero sin ninguna actividad pública regional) cubre un abanico amplio de temas, pero queda corto en la creación de un espacio económico integrado. Comparte con el segundo tipo la inexistencia de una dimensión externa y, en consecuencia, comparte algunos de sus riesgos sistémicos. Pero este cuarto tipo tiene objetivos más ambiciosos y mucho más contenido efectivo, y va mucho más allá del comercio de bienes, aunque deja de abarcar muchos aspectos de las relaciones económicas. Tiene fortaleza tanto en términos de derecho como de compromiso político. El modelo tiene dos variedades: la estática y la dinámica. El principal ejemplo de la variedad estática es el NAFTA/TLCAN. Y el principal ejemplo de la dinámica es el Espacio Económico Europeo, creado a principios de los años 90 por un acuerdo entre los distintos estados de la EFTA (con la excepción de Suiza) y la Comunidad Europea y sus estados miembros. El quinto tipo o modelo es el de un proceso de integración general incompleto, que abarca un amplio número de materias, con dimensiones interna y externa, estático y dinámico, y dotado de fortaleza. Se corresponde con el lanzado en los años 50 por los tratados contitutivos de las Comunidades Europeas y basado sobre fundamentos geográfico-históricos. Tiene una dimensión de política externa claramente definida, pero incompleta, por lo que se refiere a terceros países, porque muchos temas, incluso en el campo ÍNDICE económico, siguen siendo objeto de las políticas nacionales de los distintos estados miembros. Tiene un elevado contenido efectivo que además, ha ido aumentando con el tiempo, pero no debería exagerarse ni su amplitud y profundidad, ni el número e importancia de sus actividades públicas. La fortaleza jurídica del proceso es remarcable y explica buena parte del éxito del proceso. Dicha fortaleza ha sido conseguida principalmente mediante el cumplimiento voluntario del derecho por parte de los estados miembros. El grado de compromiso político con el proceso ha sido siempre elevado, pero se ha erosionado de manera visible en los últimos veinte años, especialmente en términos de opinión pública. El proceso tiene un poderoso fundamento estático (las obligaciones de amplio alcance impuestas por los tratados a los estados miembros), pero también es dinámico porque dispone de un mecanismo muy bien lubricado de producción de derecho y de reforma de los tratados que conduce a un aumento del contenido del proceso. El MERCOSUR debe ser analizado como un ejemplo más bien fracasado de este quinto tipo; recordemos que era así como era presentado, incluso con una cierta arrogancia, por quienes lo habían diseñado y conducían su desarrollo, al menos a mediados de los años 90 (todos recordamos, en una u otra versión, aquella frase tan repetida en seminarios y reuniones internacionales, y dirigida sobre todo a los europeos, de “hemos alcanzado en pocos años lo que a ustedes les costó decenios”). 2. Una nueva visión de la relación entre integración regional y sistema multilateral: una 83 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N 2. Una nueva visión de la relación entre integración regional y sistema multilateral: una perspectiva legal, institucional y política, y una nueva perspectiva económica 30 perspectiva legal, institucional y política, y una nueva perspectiva económica30 También debe ser repensada en profundidad la rel ación entre integración regional y sistema multilateral. Para estudiar la complejidad actual de dicha relación es del todo insuficiente la visión tradicional que la ha estudiado siempre desde dos únicas perspectivas: a) la contribución de ambos al aumento de la liberalización comercial; b) la integración regional abrarca o no “substantially all trade”, como si este fuera el único criterio válido para analizar su compatibilidad con el sistema multilateral. a. ¿Por qué es necesaria una perspectiva legal, institucional y política? i. Una pregunta fundamental ¿Cuál es la principal función del sistema multilateral de comercio encabezado por la Organización Mundial de Comercio (OMC): a) promover la liberalización del comercio,31 o b) crear un sistema global de reglas, basado en los principios 30 Esta sección retoma los argumentos de Torrent (2007a) 31 Ver Subramanian y Shang-Jin Wei, (2005). del multilateralismo y de la consolidación de concesiones, para prevenir ‘guerras comerciales’, construir un enfoque cooperativo de la política comercial y garantizar a todos los estados, grandes y pequeños, una inserción adecuada dentro del sistema global de comercio?32 Cada una de las respuestas alternativas a esta pregunta fundamental tiene diferentes implicaciones y conduce a conclusiones distintas. No obstante, esta pregunta es raramente respondida (y aún más raramente formulada) de un modo sincero. Cuando se desea promover el sistema multilateral frente la opinión pública, en particular de los países en desarrollo (y también de las ONG), la respuesta que se subraya es la segunda. Pero, de hecho, es la primera respuesta (la promoción de la liberalización comercial) la que predomina en la práctica y en la literatura académica. Cabría la tentación de despachar la pregunta como si no tuviera fundamento, afirmando que ambas funciones son mutuamente compatibles. Sin embargo, esta solución, aparentemente fácil, no es correcta si nos referimos a la función principal del sistema multilateral de 32 Ver Hoekman y Kostecki, (2001). 84 ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? comercio. Si evaluamos prioridades, las dos respuestas alternativas no son compatibles, en particular en lo que se refiere a la relación entre los acuerdos preferenciales de comercio y el sistema multilateral.33 La contribución de los acuerdos preferenciales a la liberalización comercial puede estar acompañada por efectos que son dañinos para el sistema multilateral en su conjunto. No simplemente por la desviación de comercio que pueden generar sino por razones más amplias: por ejemplo, porque la firma de acuerdos preferenciales puede conducir a una competición en la que algunos países serán inevitablemente perdedores, haciéndoles más difícil insertarse en el sistema global. Las dos respuestas a la pregunta inicial no sólo conducen a dos enfoques distintos, en términos de políticas, sino que también se relacionan con dos perspectivas metodológicas diferentes. Si el interés es la liberalización comercial se tiende a enfatizar el análisis cuantitativo de los flujos de comercio.34 Si, en cambio, el interés reside en la existencia de un sistema global de reglas, es necesario ampliar la perspectiva, para cubrir todos los elementos legales, institucionales y políticos de tal sistema. Estas dos perspectivas metodológicas alternativas también subrayan las ÍNDICE 33 La relación entre los acuerdos preferenciales de comercio (APC) y sus implicaciones en el sistema multilateral ha sido ampliamente investigada. Ver, por ejemplo, Bagwell y Staiger, (1998); Medvedev (2006); Saggi y Yildiz (2004); C. Freund (2000); Karacaovali y Limao (2005). 34 Ver Rose (2002). dos maneras diferentes de discutir la compatibilidad de los acuerdos preferenciales con las disposiciones del GATT. Desde la primera perspectiva se tiende a enfatizar una interpretación cuantitativa de la noción de ‘lo esencial de los intercambios comerciales’ (‘substantially all trade’), contenida en el Artículo XXIV del GATT como criterio principal para evaluar dicha compatibilidad. Desde la segunda perspectiva, sin negar la importancia que tiene una noción que prohíbe acuerdos sectoriales o ‘a la carta’, el intento de darle un significado cuantitativo preciso resulta bastante irrelevante. En realidad, la discusión sobre el alcance del acuerdo es sólo parte de una discussion más amplia sobre las consecuencias sistémicas de los acuerdos preferenciales de comercio, ya que sus posibles consecuencias nocivas para el sistema global de comercio no son proporcionales a su impacto medido en términos puramente cuantitativos. Yo defiendo la segunda respuesta a la pregunta formulada, con la ingenua creencia de que los argumentos utilizados para vender el sistema multilateral a la opinión pública son los correctos. Como consecuencia, el siguiente capítulo intenta contribuir al desarrollo de esta segunda perspectiva metodológica. ii.Un recordatorio sobre multipolaridad y multilateralismo No debería ser necesario recordar las diferencias entre multipolaridad 85 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N y multilateralismo. Es sabido que el sistema multilateral fue creado después de la Segunda Guerra Mundial como reacción al sistema multipolar que, durante décadas, había generado conflictos económicos, políticos y militares alrededor del mundo.35 El sistema multilateral está basado en el principio fundamental de la no discriminación entre terceros países, el mismo principio que el sistema multipolar inevitablemente viola por la creación de zonas de influencia que reciben, desde cada polo respectivo, un trato ‘preferencial’ que no se extiende fuera de la zona. Si este acuerdo preferencial ha sido voluntariamente solicitado por países que se hallan dentro de la zona de influencia o si ha sido impuesto por el polo dominante (si fuera necesario por medio de la ocupación militar) constituye una cuestión histórica que puede dejarse de lado en esta discusión. El recordatorio de estas ideas elementales es necesario, no obstante, porque la tesis multipolar está recuperando terreno en todo el mundo. El enfoque multipolar es a menudo presentado como una alternativa al mundo ‘unipolar’ que se hadesarrollado bajo la hegemonía de Estados Unidos desde el final de la Guerra Fría, el desmoronamiento de la Unión Soviética y su zona de influencia. Como continente destrozado unas cuantas veces en la historia, por las consecuencias del sistema multipolar 35 Para una discusión más detallada, ver Ruggie (1992) y J. Van Oudenaren (2003) y (2004). 86 de poder (exportado al resto del mundo mediante el sistema colonial), Europa debería ser la primera en reconocer que la única manera de oponerse al unilateralismo del “Gran Poder” no es por medio de la multiplicación de “Grandes Poderes” (que además serán muy desiguales), sino mediante el fortalecimiento del sistema multilateral. Sin embargo, no parece éste ser el caso.36Esta situación (y el mal ejemplo que puede dar en otras partes del mundo) constituye un argumento adicional decisivo para inclinarse por la segunda respuesta a la pregunta inicial de este capítulo. El sistema multilateral es algo demasiado importante para ser evaluado con criterios que usan como parámetro un mayor o menor grado de liberalización comercial. Del mismo modo, la compatibilidad entre los acuerdos preferenciales y la OMC es algo demasiado importante para dejarse sujeta a interpretaciones cuantitativas de la 36 El argumento multipolar está muy presente en el debate sobre el futuro de la Unión Europea. Pero incluso en el área estrictamente comercial, la comunidad siempre ha practicado una estrategia tendente a convertirse en un “polo de atracción” mediante la firma de acuerdos bilaterales. No es éste el lugar para discutir por qué, sobre todo desde la segunda mitad de los años 80, la Comunidad Europea y sus estados miembros conjugaban la prédica de la primacía del sistema multilateral con una frenética actividad de negociación y firma de acuerdos preferenciales -puede verse al respecto, entre otros, Torrent (2005)-. La conocida comunicación de la Comisión Europea Global Europe: Competing in the World (Comisión Europea, 2006) legitima de manera explícita la orientación bilateral de la política comercial comunitaria y rompe con la visión más “promultilateral” que intentó impulsar (con éxito muy limitado) Pascal Lamy desde su puesto de Comisario de Comercio. En noviembre de 2006 el Consejo de la Unión Europea avaló, en sus líneas generales, la nueva estrategia promovida por la Comisión. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? noción de ‘lo esencial de los intercambios comerciales’ del Artículo XXIV del GATT (una discusión que, por otro lado, no ha conducido a ningún lugar después de décadas de debate). b. La perspectiva estrictamente legal: ¿primacía de quién? i. El problema Los acuerdos preferenciales de comercio (APC) y los acuerdos OMC se superponen: crean dos conjuntos diferentes de derechos y obligaciones para los mismos temas. Estos dos conjuntos diferentes pueden ser contradictorios. El conflicto que se crea no es sólo legal sino político, ya que la contradicción legal irresuelta conduce a opciones políticas que se inclinan o bien por el enfoque preferencial o bien por el multilateral.37 A menudo, este problema es analizado desde el punto de vista de dos o más países (países A y B, por ejemplo) que tienen diferentes derechos y obligaciones derivados de acuerdos distintos (un acuerdo APC y un acuerdo OMC, por ejemplo). Una situación como ésta puede conducir, inter alia, al conocido problema del ‘forum shopping’ (la búsqueda del foro más conveniente).38 Dicho de otro modo, en caso de disputa entre las partes ¿en qué acuerdo debería fundamentarse la búsqueda de una solución? Desde esta perspectiva (mismas partes, diferentes acuerdos) el problema es relativamente ÍNDICE 37 Los conflictos entre los llamados acuerdos comerciales regionales y los acuerdos de la OMC son examinados, desde una perspectiva esencialmente jurídica, en Zapatero (2003). 38 Para mayor detalle sobre este tema, ver Busch, (2005). fácil. Primero, existen ciertas reglas de derecho internacional general aplicables a su solución. Segundo, es un problema que involucra a los países específicamente implicados en el litigio, pero deja relativamente sin afectar el sistema multilateral como tal. El problema real surge cuando el conjunto de derechos y obligaciones que liga un país (país A) con otros (país B) en el marco de un APC, está en contradicción con el conjunto de derechos y obligaciones que liga a ese mismo país A con otro conjunto de países (país C,) en el marco de un acuerdo OMC. En términos más generales, se trata de un problema generado por la coexistencia de conjuntos de derechos y obligaciones contradictorios entre diferentes países, en el marco de distintos acuerdos. Este tipo de problemas: a) no encuentra solución bajo el derecho internacional general39 y b) afecta al 39 En un marco constitucional nacional, la solución al problema de las legislaciones conflictivas que se solapan encuentra su vía de solución en diferentes mecanismos: o bien estableciendo una jerarquía entre ellas, o bien analizando las competencias de las autoridades que las han promulgado (si el estado tiene una estructura más o menos federal), o bien mediante la aplicación de viejos principios como el de ‘la ley especial prevalece sobre la ley general’ o el de ‘la ley posterior prevalece sobre la ley anterior’. Pero los órdenes constitucionales nacionales son capaces de hacer esto porque son, en cada caso, un orden individual que abarca todas las relaciones que se desarrollan en su marco. En la esfera internacional cada acuerdo es de alguna manera independiente, pues nace en todo caso del mutuo consentimiento entre dos o más Estados y sus efectos son relativos. El Derecho internacional general no establece una jerarquía entre los distintos acuerdos internacionales, al margen del específico caso de la Carta de las Naciones Unidas. Las normas internacionales generales para resolver los conflictos entre acuerdos internacionales, codificadas principalmente en el artículo 30 de la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados, establecen criterios para zanjar los conflictos en las relaciones entre los Estados que son Parte simultáneamente de dos tratados en conflicto, en los que cabe aplicar, por ejemplo, el criterio temporal, pero dejan en el aire los casos en que no hay una completa coincidencia entre las Partes. Dado que un acuerdo internacional es jurídicamente inoponible 87 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N sistema multilateral en su conjunto. El ejemplo paradigmático de este problema ha sido la ‘Guerra de las Bananas’ que implicó a la Comunidad Europea, a los otros estados parte del Convenio de Lomé (llamados “Países ACP” por ser de África, del Caribe y del Pacífico) y de varios países americanos. El conflicto principal no era el existente entre los productores ACP y los productores latinoamericanos, sino entre los productores comunitarios y todo el resto, pero en el plano internacional, el principal elemento de conflicto fue la superposición de dos complejos conjuntos de derechos y obligaciones entre diferentes partes en el marco de distintos acuerdos.40 Estos distintos acuerdos eran, por una parte, el que a terceros estados, la parte que está vinculada por ambos acuerdos en conflicto tendrá la opción de cumplir uno u otro de esos acuerdos incompatibles, incurriendo en responsabilidad internacional frente al Estado que sólo sea Parte en el acuerdo incumplido. Así pues, el Derecho Iinternacional general contempla los indicados conflictos en términos de responsabilidad por el incumplimiento de uno de los acuerdos incompatibles, sin establecer una prelación entre los acuerdos en conflicto. Por lo tanto, no hay manera de solventar jurídicamente la contradicción entre diferentes derechos y obligaciones de partes distintas en acuerdos diferentes. Sobre los conflictos entre acuerdos internacionales, ver Rouconas (1987) y Pauwelyn (2003). 40 A menudo se olvida que fue la sobreprotección dada a los productores europeos la que llevó a la introducción de restricciones a las importaciones (desde todos los países el mundo, incluidos los ACP). Si esta sobreprotección para los productores europeos (principalmente en las Islas Canarias de España, pero también en Martinica y Guadalupe, departamentos de ultramar franceses) hubiera sido reducida o sustituida por subsidios no relacionados con la producción de banano, la necesidad de tener que recurrir a las restricciones cuantitativas (por medio de aranceles NMF prohibitivos más contingentes arancelarios discriminatorios) habría desaparecido, y con ella la mayor parte del problema. Este recordatorio es necesario porque la Comunidad Europea ha sido muy exitosa al presentar la ‘Guerra de las Bananas’ como un conflicto en el marco de la OMC entre Latinoamérica y los países ACP, en lugar de como un conflicto entre la Comunidad Europea y todos los países exportadores. 88 ligaba a la Comunidad Europea y los países ACP miembros del Convenio de Lomé, con lo cual la Comunidad tenía dos obligaciones principales: tratar las importaciones ACP más favorablemente que las importaciones desde países no-ACP y garantizarles un mínimo de acceso cuantitativo) y, por la otra, el que existía entre la Comunidad Europea y los países no-ACP miembros de la OMC, quienes con base en distintas disposiciones del GATT y del Acuerdo General sobre Comercio de Servicios -AGCS- (tomadas conjuntamente con la exención ad hoc -waiver- otorgada a la Comunidad para cumplir sus obligaciones derivadas del Convenio de Lomé) tenían derecho a participar sin discriminación en los contingentes arancelarios abiertos por la Comunidad. La consecuencia de la superposición entre estos dos conjuntos de derechos y obligaciones fue que la solución escogida por la Comunidad Europea41 para cumplir con su primer conjunto de obligaciones (derivado del Convenio de Lomé) contradecía su segundo conjunto de obligaciones (contraídas en el marco de los acuerdos OMC). El perjuicio resultante (legal, político y económico) para el sistema multilateral y para las relaciones entre los países en desarrollo exportadores de bananas, 41 Utilizo la expresión ‘la solución escogida por la Comunidad Europea’ para subrayar que el establecimiento de los contingentes arancelarios, junto con aranceles NMF prohibitivos, no era la única solución posible bajo el Convenio de Lomé. La liberalización no sujeta a contingentes arancelarios habría estado también en conformidad con el Convenio de Lomé y habría minimizado enormemente el conflicto con las reglas de la OMC (pero habría puesto en peligro la producción nacional sobreprotegida). ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? no fue proporcional a la importancia cuantitativa de la disputa, medida en términos del volumen de comercio involucrado, fue mucho mayor. ii. La solución: la ‘cláusula de conformidad’ Analíticamente, sólo hay tres posibilidades para articular un sistema de superposición de acuerdos de comercio internacional, en particular acuerdos APC y OMC. La primera es renunciar a cualquier mecanismo de articulación: mantener los acuerdos uno al lado del otro sin ninguna cláusula o disposición que establezca la relación entre ellos. Este es el modelo elegido por los acuerdos bilaterales o plurilaterales concluidos por la Comunidad Europea (sola o acompañada por sus estados partes). Los riesgos de este modelo ya han sido analizados con el ejemplo del asunto de las bananas. La segunda es la de insertar una disposición en los APC estableciendo su primacía sobre los acuerdos OMC.42 El mejor ejemplo de esto es el Artículo 103 del TLCAN/NAFTA (que, ciertamente, 42 Según la teoría general del Derecho Internacional público es aceptado que un tratado puede contener una cláusula de subordinación o de conformidad con otro tratado, pero se interpreta que una cláusula de un tratado que pretenda afirmar su primacía o prevalencia sobre otro tratado no es oponible ni puede desplegar sus efectos en el marco de ese segundo tratado, ya que todos los tratados se fundamentan en el principio “pacta sunt servanda” y ningún tratado (excepto la Carta de Naciones Unidas) puede autoafirmarse como superior a otro. Pero esto no obsta a que la inserción en un tratado de una cláusula como el artículo 103 del NAFTA indica a las claras cuál es el orden de prioridades políticas de las partes y cómo se orientará, en principio, la decisión que ellos tomarán en caso de contradicción con otro tratado. ÍNDICE ya no figura en otros acuerdos posteriores promovidos por Estados Unidos), que establece: 1. Las partes confirman los derechos y obligaciones existentes entre ellas conforme al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y otros acuerdos de los que sean Parte. 2. En caso de incompatibilidad entre tales acuerdos y el presente tratado, éste prevalecerá en la medida de la incompatibilidad, salvo que en el mismo se disponga otra cosa (subrayado añadido).43 Este enfoque tiene la ventaja de la claridad y la transparencia. No obstante, va en contra del espíritu y la letra de los acuerdos OMC. Esto demuestra, además, que el examen del porcentaje de comercio cubierto por el acuerdo (TLCAN/NAFTA en este caso) no es una condición necesaria para establecer la falta de conformidad con las reglas de la OMC, por lo menos en algunas de sus disposiciones. La lógica legal y política del Artículo 103 del TLCAN/NAFTA se comprende mejor al compararlo con el Artículo 104 del mismo acuerdo, el cual establece que 1. En caso de incompatibilidad entre este tratado y las obligaciones específicas en materia comercial contenidas en … (sigue una lista de tratados sobre medio ambiente)…estas obligaciones prevalecerán en la medida de la 43 El Artículo 802 es una aplicación concreta de esta regla general al caso de las salvaguardas. 89 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N incompatibilidad siempre que, cuando una parte tenga la opción entre medios igualmente eficaces y razonablemente a su alcance para cumplir con tales obligaciones, elija la que presente menor grado de incompatibilidad con las demás disposiciones del tratado (subrayado añadido). La situación, entonces, es clara: en asuntos medioambientales, el TLCAN/ NAFTA reconoce explícitamente la primacía de los acuerdos internacionales sectoriales de los que sus Miembros son también Partes.44 En asuntos de comercio, la primacía se invierte. La tercera posibilidad es, claro, insertar en el APC una cláusula reconociendo la primacía de los acuerdos OMC. Dicha cláusula sería la contraparte del Artículo XVI.4 del Acuerdo OMC que establece que: Cada miembro asegurará la conformidad de sus leyes, regulaciones y procedimientos administrativos con las obligaciones previstas en los tratados anexos.45 44 Ver también Arts. 712 y 713 (medidas sanitarias y fitosanitarias) y 905 (sobre normas en general). 45 Esta disposición fue considerada por la Comunidad Europea y sus Estados miembros (y en particular por la Comisión Europea) como una de las mayores victorias obtenidas en la última etapa de las negociaciones de la Ronda Uruguay (principalmente en tanto que disposición ‘anti-sección 301 de la Ley de Comercio norteamericana’ –US Trade Act). No obstante, fueron también ellos los primeros en olvidar su significación, sobre todo después de que perdieran el caso de las hormonas, en favor del argumento de que las compensaciones (o la aceptación de medidas de represalia) son una vía válida de ‘conformarse’ con las reglas OMC (aunque, como es bien conocido, el Entendimiento relativo a las normas y procedimientos por los que se rige la 90 Dicha cláusula establecería que, en el caso en que los órganos competentes de la OMC determinaran que una disposición específica del APC no estuviera en conformidad con las reglas OMC, dicha disposición dejaría de aplicarse entre las partes del APC, sin necesidad de denunciar el acuerdo o de renegociarlo.46 Para facilitar la continuidad de las relaciones bi/ plurilaterales reguladas por el APC, la cláusula de conformidad podría estar acompañada por otra más de procedimiento, que estableciera un mecanismo simplificado para la adopción de las adaptaciones necesarias, para modificar la disposición específica y para ponerla en conformidad con las reglas OMC. La introducción de una cláusula de conformidad con este sentido fue incluida por el Consejo de la Unión Europea en el mandato dado para la negociación de un acuerdo con Sudáfrica en 1996. En aquel momento, dicha iniciativa fue fuertemente combatida por los servicios de la comisión que, al final, fueron capaces de persuadir al consejo para aprobar un acuerdo que no la contenía.47 En la Ronda de Doha podría haber una buena oportunidad solución de diferencias dice explícitamente lo contrario). 46 Interesa destacar que, en el marco del sistema de solución de diferencias de la OMC, es muy usual incluir “cláusulas de conformidad” en los acuerdos que se alcanzan para resolver una determinada controversia. Dicha práctica es examinada en Fernández Pons (2006), pp. 495 y ss. 47 Sobre la sustancia de la cláusula de conformidad, así como para el precedente establecido por el acuerdo con Sudáfrica, ver el capitulo 9 de Torrent (1998). ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? para retomar la idea. Para ello sería conveniente recordar la paradoja de que la Comunidad Europea y sus estados miembros son reacios a introducir dicha cláusula en los acuerdos que suscriben, pero en cambio, continúan manteniendo en su propio marco legal una disposición que, tal y como la interpreta el Tribunal Europeo de Justicia, tiene esencialmente la misma orientación y el mismo efecto: el art. 307.1 (ex art. 234) del Tratado de la Comunidad Europea.48 c. La perspectiva ‘arquitectónica’: el argumento de los ‘bloques’ y la diferencia entre las Zonas de Libre Comercio y las Uniones Aduaneras La típica discusión sobre si los acuerdos de comercio ‘regionales’ constituyen un bloque para la construcción (‘building block’) o un bloque obstaculizador (‘stumbling block’) del sistema multilateral de comercio normalmente no reconoce la diferencia esencial entre Zonas de Libre Comercio (ZLC) y Uniones Aduaneras (UA). Aquí se abre nuevamente la pregunta planteada al inicio del capítulo sobre el sentido principal del sistema multilateral de comercio. Las ZLC pueden ser ciertamente consideradas como bloques ÍNDICE 48 Establece que ‘Las disposiciones del presente Tratado no afectarán a los derechos y obligaciones que resulten de convenios celebrados, con anterioridad al 1 de enero de 1958 o, para los estados que se hayan adherido, con anterioridad a la fecha de su adhesión, entre uno o varios estados miembros, por una parte, y uno o varios terceros estados por otra’. para la construcción del proceso de liberalización, pero no constituyen ningún bloque del sistema de reglas multilaterales. La razón es muy sencilla: cada uno de los miembros continúa participando en el sistema multilateral por su propia cuenta. Sólo si hacemos al sistema multilateral de reglas de comercio un sinónimo de liberalización comercial es posible considerar a las ZLC como bloques básicos constituyentes del sistema. En ese caso, sin embargo, deberíamos subrayar el problema de “erosión de preferencias” que se genera al pretender multilateralizar la liberalización preferencial, lo que ya ha quedado bien patente en la Ronda de Negociaciones de Doha. Las UA, por el contrario, no constituyen bloques obstaculizadores desde la perspectiva del sistema multilateral. Para discutir este punto y sus implicaciones adecuadamente,es necesario tratar primero la definición de Unión Aduanera. A menudo se afirma que una UA es una ZLC con una política comercial exterior común. Esta afirmación es incorrecta, porque si la política comercial exterior es simplemente ‘común’, tal condición no es suficiente para la existencia de una UA. Para que una ZLC se convierta en una UA (al menos desde el punto de vista del sistema multilateral) es necesario que la política comercial exterior no sea simplemente ‘común’ sino ‘única’. Lo que se necesita es la consolidación de los anteriormente separados territorios aduaneros en uno solo. 91 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N En otras palabras, una ZLC con un arancel externo común (o más o menos común) es sólo eso: una ZLC con un arancel externo común. El que de manera generalizada se hayan confundido una UA imperfecta y una ZLC con un arancel externo común, (con excepciones), es el resultado de la hegemonía del enfoque economicista (centrado en la lógica de la liberalización comercial) para tratar las cuestiones discutidas en este capítulo. Desde esta lógica, y vista “desde dentro”, lo que cuenta en la integración regional es el margen de preferencia de que goza el comercio intra-zona, respecto a las importaciones procedentes de países terceros: para garantizar esta preferencia no hace falta un territorio aduanero único y basta con que los aranceles de cada país componente de la ZLC sean iguales (y no se “corra el peligro” de que se reduzcan a cero). La diferencia entre una UA y una ZLC con arancel externo común se ve “desde fuera” y desde una perspectiva jurídico-políticoinstitucional. “Desde fuera” porque desde terceros países se comprueba que una UA crea un mercado ampliado, mientras una ZLC no lo hace, aunque tenga un arancel externo común. Y desde una perspectiva jurídico-políticoinstitucional, porque es desde esta perspectiva desde donde se comprueba que la tarea más ardua para construir una UA no es la determinación del arancel externo común (cuestión en la que las dificultades pueden resolverse sobre la base de excepciones) sino la jurídicopolítica-institucional de construir el 92 territorio aduanero único. Así, se olvida que es en tanto que territorio aduanero único como el mismo GATT define una Unión Aduanera en su Artículo XXIV.8.a): Se entenderá por unión aduanera, la substitución de dos o más territorios aduaneros por un solo territorio aduanero, de manera… (énfasis añadido: nótese que la palabra usada es ‘un solo’ y no ‘común’). antes de seguir estableciendo las condiciones referentes a la cobertura de ‘lo esencial de los intercambios comerciales’ y la identidad substancial de las reglas comerciales aplicadas a terceros países (paralelamente, una ZLC es definida en el mismo artículo como un grupo de dos o más territorios aduaneros). Para crear un solo territorio, la existencia de un arancel exterior común (y otras reglamentaciones del comercio ‘comunes’) no es suficiente: en la práctica y en la teoría, un único ‘Código Aduanero’ unificado es necesario. La comparación entre la Comunidad Europea y MERCOSUR ayuda a aclarar el asunto. Desde finales de los años 60, la Comunidad Europea ha consolidado un territorio aduanero unificado que abarca los territorios de todos sus miembros:49 las importaciones desde terceros países están en ‘libre circulación’ 49 Para ser preciso, algunas partes del territorio soberano de sus miembros no están incluidas dentro del territorio aduanero de la Comunidad Europea. Pero esto sólo prueba el cuidado con el que este último ha sido definido. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? (‘en libre pratique’) dentro de todo el territorio aduanero, una vez han entrado legalmente en él y cualquiera que sea el punto de entrada. Este principio de la libre circulación de las importaciones (encarnado en dos disposiciones básicas del Tratado de la Comunidad Europea: Artículos 23 y 24, antiguos artículos 9 y 10) estuvo sujeto a algunas excepciones significativas (que se extendían desde las bananas hasta los automóviles) hasta 199250 (pero que quedaban inscritas en un marco comunitario: el antiguo artículo 115 TCEE, aún en vigor). Incluso después de esa fecha siguió habiendo excepciones.51 Como resultado, uno podría argumentar que la UA era ‘imperfecta’, pero no podría negarse que existía, al menos en parte. Y justamente porque existía reemplazaba a los estados miembros en sus relaciones comerciales con terceros países. MERCOSUR es caracterizado también a menudo como una ‘Unión Aduanera imperfecta’. No obstante, esta caracterización es altamente engañosa 50 El 1 de enero de 1993 fue la fecha en que se eliminaron los controles físicos sobre el comercio de mercancías en las fronteras entre estados miembros. 51 Para los automóviles se estableció en un acuerdo secreto con el Japón (sic: se conocía su existencia pero nunca fue publicado) un régimen transitorio de diez años que seguía compartimentando algunos mercados nacionales. Para los bienes “de doble uso” civil y militar (como los que figuraban en la larguísima lista de bienes incluidos en el COCOM, otra pieza de diplomacia secreta sobre la cual se instrumentaba un semiembargo económico del bloque soviético y que fue un instrumento esencial de la Guerra Fría), hubo una comunitarización en dos fases, iniciada en 1994 y que culminó con la aprobación del Reglamento CE nº 1334/2000 del consejo de 22 de junio de 2000, DO L 159/2000 . Para las armas, la Unión Aduanera sigue siendo imperfecta. ÍNDICE porque sus miembros mantienen sus territorios aduaneros absolutamente separados y no hay principio de libre circulación de importaciones entre ellos. Como consecuencia, sería más correcto contemplar el MERCOSUR como una ZLC más o menos completa, cuyos miembros han decidido establecer un cierto grado de aproximación de sus políticas comerciales exteriores. Una UA que es efectivamente un solo territorio aduanero unificado (con más o menos excepciones) comparte con las ZLC una violación del principio NMF. Pero tiene, sin duda, ventajas ‘arquitectónicas’ que una ZLC no posee. Algunas de ellas son las siguientes: promueve la transparencia al reducir el número de reglas aplicables al comercio extrazona (en particular, pero no únicamente, reglas de origen) y extiende el campo de acción geográfico de su aplicación; facilita el comercio porque permite exportar desde terceros países para acceder a un mercado mayor a través de cualquiera de sus puntos de entrada; permite a los miembros ‘ganar dimensión’ para participar activamente en un sistema global (un efecto que puede ser de suma importancia para países pequeños y en desarrollo). 93 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Si estas ventajas arquitectónicas son contrarrestadas por los incentivos que crean las UA a favor de políticas económicas más proteccionistas e introvertidas es algo que sigue teniendo que demostrarse y, en todo caso, es un asunto que queda fuera del ámbito del presente capítulo. En cualquier caso, no debería olvidarse que los posibles efectos negativos del establecimiento de una UA sobre la liberalización comercial están sujetos a un procedimiento de control: el del Artículo XXIV.9 del GATT. Sería importante, en este contexto, recordar el tan olvidado hecho de que la redacción originaria del Artículo XXIV del GATT se refería sólo a las UA. La publicación de la OMC ‘Regionalismo y el Sistema Mundial de Comercio’ (1995, pp. 9 y 10) nos recuerda este hecho, pero alguna investigación histórico-legal adicional en este sentido sería bienvenida. La publicación cita los argumentos del negociador estadounidense (sic) explicando las ventajas arquitectónicas y económicas de las UA frente a las ZLC. Continúan sonando mucho más convincentes que los argumentos utilizados por Francia (sic) para defender la tesis de la extensión de las disposiciones del Artículo XXIV a las ZLC, lo que fue finalmente aceptado en 1948 y se transformó en una modificación del texto original de 1947. d. La perspectiva ‘mecánica’: el argumento del ‘cubo y los radios’ y el entrelazamiento de los APC. La aplicación a los APC de la metáfora del ‘eje, o cubo, y los radios’ (‘hub and spokes’) tiene la ventaja de enfatizar el aspecto dinámico de las relaciones comerciales y la integración regional:52¿cómo se mueven (o giran) y cómo afecta su movimiento al sistema multilateral? No obstante, antes de avanzar en la discusión es necesario pulir el argumento. La metáfora es presentada a veces como si un país fuera el eje y otro el radio. Esto no tiene sentido: el radio es el APC que une un país (el eje) y otro (un punto exterior en la llanta de la rueda). Como consecuencia, siempre debería quedar claro qué país funciona como eje y cuál como el punto exterior de la llanta que gira alrededor del eje (con el APC actuando como un radio). El lenguaje convencional (el mismo que ha bautizado a todos los acuerdos de comercio bi/plurilaterales como ‘regionales’) tiende a dejar de lado el hecho de que, normalmente, las partes de un APC no son iguales (tanto en términos de poder político como económico) y que los APC continúan siendo un instrumento de influencia para los países dominantes. Los acuerdos son ciertamente negociados entre partes jurídicamente iguales y son voluntariamente firmados y ratificados, 52 Para una mayor exploración sobre esta metáfora, ver Mukunoki y Tachi (2006). 94 ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? pero no necesariamente todas las partes obtienen por igual lo mejor de ellos.53 Esto es así, en particular, porque los APC (al menos los verdaderamente significativos) nunca son puramente acuerdos comerciales y nunca liberalizan absolutamente todo el comercio: es en las excepciones a la liberalización y en las disposiciones adicionales más allá de las reglas de comercio, donde se pone de manifiesto la desigualdad entre las partes. Este problema concierne principalmente a las partes de cada APC, pero no es inocuo para el sistema multilateral si el número de APC concluidos por un miembro importante de la OMC se multiplica, y este miembro los utiliza para influir en la posición de los miembros que ‘giran’ alrededor de el. Por supuesto, el mejor ejemplo de esto es la Unión Europea en su conjunto (la Comunidad Europea más los estados miembros) y la utilización que a menudo realiza de su red de APC para influir en la posición tomada en el marco de la OMC (y en otros marcos), por terceros países que son parte de ellos. Una vez pulida en este sentido, la metáfora es extremadamente útil para iluminar y presentar de una manera intuitiva el principal problema mecánico surgido por la multiplicación de APC: la de la simultánea participación en diferentes APC adicionales de distintos miembros o partes de cualquiera de ellos (cuando el país A, por ejemplo, que tiene un APC en vigor con el país B es, a su ÍNDICE 53 Para una discusión detallada de este punto y de la economía política subyacente ver Estevadeordal y Torrent (2005) y Bouzas (2005). vez parte en un APC adicional con el país C del que el país B no es parte). Este problema debe diferenciarse de otro con el que se confunde: el de que todas las partes de un APC firmen un nuevo APC con otro país (que tendrá muy probablemente menos contenido que el inicial). Este es el caso de un gran número de acuerdos firmados por la Comunidad Europea y sus estados miembros con terceros países (en Europa Central y del Este o en el Mediterráneo, por ejemplo). De otra manera, podría haber sido también el caso del TLCAN/ NAFTA dentro de un Área de Libre Comercio de las Américas que hubiera sido ‘TLCAN/NAFTA-minus’. Esta situación puede ser analizada como una zona de círculos concéntricos: el círculo inicial retendría su contenido dentro de uno mayor, pero con menos contenido. En términos de la metáfora del eje y los radios, éste sería un esquema en el que el APC inicial en su conjunto funciona como un eje. Tales situaciones no crean ningún problema específico nuevo para el sistema global de reglas (aparte del creado por los APC en sí mismos). La situación cambia radicalmente cuando diferentes partes de un APC firman APC adicionales y distintos con países diferentes. En primer lugar, esta situación multiplica los riesgos de desvío de comercio y de desvío de la inversión, principalmente. De hecho, éste es el objetivo conscientemente perseguido. En segundo lugar, evita el desarrollo de cualquier sentimiento de ‘regionalismo’. 95 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N ¿Cómo puede un país pertenecer a diferentes ‘regiones’, en cada caso con diferentes países que no comparten ningún sentido de pertenencia a la misma región y podrían incluso tener conflictos de intereses? En otras palabras, si el regionalismo es un fenómeno político,54 requiere el desarrollo de un sentimiento de lealtad que es incompatible con la configuración que estamos analizando. En tercer lugar, tiene un efecto distorsionador en otros países, en particular en los vecinos, que se sienten obligados a seguir el mismo camino para no perder la competencia por la atracción de la inversión extranjera. Por supuesto, el mejor ejemplo de esta estrategia es el seguido por Chile (pero también por México y, más recientemente, por Singapur y un número creciente de países). Esta estrategia tiene como características principales que: a) se orienta explícita e inequívocamente a desviar la inversión extranjera directa de los países vecinos; b) se implementa sin ninguna apelación para ‘construir una región’; c) induce a los países vecinos a seguir el mismo camino y multiplicar la firma de APC. Como discutiré después, los países desarrollados tienen una responsabilidad mayor que los países en desarrollo en el fortalecimiento del sistema multilateral. Por lo tanto, la crítica de la estrategia chilena no debería ser dirigida a Chile mismo sino a los países desarrollados que han aceptado ser sus socios (comenzando por Canadá y la Comunidad Europea y sus estados miembros). 54 Ver el apartado 6 de esta sección más adelante. 96 Es también esta situación la que crea un inextricable ‘plato de spaghettis’ (‘spaghetti bowl’) de acuerdos entrelazados en todo el mundo. En la situación previamente analizada bajo la imagen de los círculos concéntricos, el número de tiras de spaghetti que cuelgan del tenedor está al menos limitado. Cuando distintas partes en un APC firman diferentes APC con terceros y distintos países, el riesgo es que todas las tiras de spaghetti que están en el plato sigan a cualquiera de ellas que sea tomada. La imposibilidad de manejar el problema es correctamente descrita en los términos de la metáfora del eje y los radios. ¿Puede un vehículo funcionar cuando las llantas de las ruedas están conectadas a diferentes ejes mediante distintos radios? De nuevo, desde esta perspectiva las ventajas de las UA en relación a las ZLC están más allá de toda duda. Sólo aquellas UA bien consolidadas pueden seguir el enfoque del ‘círculo concéntrico’ y prevenir la separación de sus miembros en otros APC diferentes, lo que constituye el principal problema ‘mecánico’ generado por la multiplicación de APC. e. La perspectiva de la ‘residencia común’: APC con no-miembros de la OMC La ampliación del número de Miembros de la OMC en las últimas dos décadas ha sido impresionante. Tras la entrada de China y de otros países, la OMC está convirtiéndose en una ‘residencia común’ para todos los países del mundo. ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? Esto debería llevar a un cambio en la tradicional manera de mirar el GATT (o los acuerdos OMC en general) como una especie de sistema autónomo encerrado en sí mismo y que no está afectado por lo que ocurre en el mundo exterior. En la realidad, cualquiera que sea la teoría, la práctica tradicional ha sido la de no examinar las relaciones de los miembros con los no- miembros. Es absurdo que los miembros de la OMC (y las relaciones entre miembros de la OMC con otros miembros) deban estar sujetos a reglas más severas que los nomiembros de la OMC (o las relaciones de los miembros de la OMC con los no-miembros de la OMC). El principio NMF debe operar más estrictamente cuando se aplica a los no-miembros de la OMC, que cuando se aplica a los propios miembros. La OMC no puede extender su jurisdicción a los no- miembros, pero puede fortalecer las obligaciones impuestas a sus miembros en sus relaciones con los no-miembros. El argumento es esencialmente político aunque parezca muy legalista. El objetivo es enviar a todos los países (grandes y pequeños) en el mundo el mensaje claro de que ninguna actividad de ‘free rider’ o ningún ‘trato preferencial’ es posible fuera de la ‘residencia común’, que es la OMC. Para conseguir este fin son posibles, al menos, tres medios: a) la clarificación del campo geográfico de acción del principio NMF (estableciendo sin ambigüedades que los miembros pueden reclamar incondicionalmente ÍNDICE el trato NMF respecto al trato aplicado por un miembro a no-miembros, y que las excepciones habituales se aplican sólo entre miembros de la OMC); b) la concentración de la actividad del Comité de Acuerdos Comerciales Regionales de la OMC en el examen de los APC entre miembros y no-membros; c) que por parte de algún miembro se plantee, en el marco del Mecanismo de Solución de Diferencias de la OMC, algún litigio la extensión del trato más favorable otorgado por otro miembro a un nomiembro en virtud de un APC entre ellos. f. La perspectiva política: la especificidad política de algunos APC El comercio y las reglas de comercio no existen en un vacío político. Como ya se mencionó, el sistema de comercio multilateral fue creado principalmente como un instrumento político para prevenir la reaparición del sistema multipolar que había dañado al mundo durante décadas. Todo el mundo acepta que la principal motivación que existe tras la cooperación/integración regional es también política55. Así, una de las principales debilidades de analizar la compatibilidad entre regionalismo y multilateralismo a través de la noción de ‘lo esencial de los intercambios comerciales’ del Artículo XXIV del GATT es la pérdida de perspectiva sobre las precondiciones y objetivos políticos y no comerciales de los APC. 55 Ver, por ejemplo, Page (1999) y Torrent (2003). 97 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N Hay al menos tres elementos que deben ser considerados desde una perspectiva política: la geografía, la dimensión y la historia. Todos estos pueden tomarse en consideración en una forma ‘codificada’,. Algunos ejemplos serán útiles para probar este punto. Geografía.- La geografía continúa siendo económicamente importante, cualquiera que sea el desarrollo de las telecomunicaciones y del transporte de larga distancia.56 Al menos una circunstancia geográfica ha de tenerse en cuenta explícitamente por el Derecho y la práctica de la OMC: el hecho de que un país esté completamente rodeado por algunos países grandes. Un ejemplo paradigmático que permite ilustrar la potencialidad y los límites del argumento puede ser el de Andorra, un pequeño estado anidado en los Pirineos entre Francia y España, que está negociando desde hace muchos años su entrada a la OMC. No reconocer su derecho (incluso su necesidad) de mantener relaciones preferenciales con la Comunidad Europea (para cuestiones dentro de su competencia) y con Francia y España (para asuntos que aún son de competencia de los estados miembros) es simplemente contrario al sentido común. No obstante, este reconocimiento no debe extenderse necesariamente a las relaciones con otros estados miembros de la Unión Europea, en asuntos que aún son competencia de dichos estados miembros. En realidad, la justificación aplicable a España y Francia no se extiende, por ejemplo, a Finlandia o 56 Ver, por ejemplo, Eaton y Kortum (2001). 98 Suecia. Por lo tanto, Estados Unidos, Japón y todos los demás países de la OMC deberían aceptar, en asuntos tales como el transporte o la circulación de trabajadores, la existencia de un alto grado de tratamiento preferencial entre Andorra, Francia y España, pero deberían mantener su derecho al trato NMF en relación con Finlandia y Suecia. Dimensión.- La dimensión de los estados o de las organizaciones regionales de integración económica (ORIE), en términos de población y PIB, también es importante para el problema que discutimos. Este elemento, cuya definición exacta sólo puede alcanzarse mediante negociación y buena voluntad, pero cuya relevancia parece obvia, debe ganar peso cuando se combina con uno u otro de los dos restantes elementos no comerciales en discusión (la geografía y la historia). Por citar algunos ejemplos concretos, es contrario al sentido común aplicar las mismas reglas a los APC entre pequeños estados y a los APC que incluyen al menos un estado grande o una ORIE. Las relaciones entre los países de América Central o entre los países bálticos (antes de su integración en la Unión Europea) no deben ser consideradas iguales a las relaciones entre Argentina y Brasil o a las que había entre Polonia y la Comunidad Europea y sus estados miembros (tomo estos ejemplos, y en este orden, para no mezclar la discusión sobre la dimensión con aquella relativa al desarrollo que vendrá después). El reconocimiento de este hecho debe ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? estar sujeto a un criterio restrictivo: la justificación para un acuerdo regional que cubra (o se abra) a todos los países de América Central (o bálticos) no se aplica al ‘plato de spaghettis’ de acuerdos bilaterales entrelazados que pudieran existir entre distintos países de la región o entre ellos y los grandes actores del sistema multilateral (Estados Unidos, la Comunidad Europea, Japón, etc). Historia.- No debe olvidarse que nuestro sistema de relaciones económicas internacionales está históricamente condicionado. Dos procesos recientes sirven para ilustrar este argumento: a) la secesión o desintegración de un estado en varios nuevos estados; y b) la transición a una economía de mercado. Como el fundamento en cada caso parece bastante obvio, es mejor a modo de ejemplo, enfatizar el tipo de criterios restrictivos que habría que aplicar al propio argumento: - ÍNDICE un APC entre la República Checa y Eslovaquia tendente a establecer un marco común para lo que había sido durante décadas la economía de un único estado parece perfectamente justificable. Pero esta justificación va en contra de una serie de acuerdos bilaterales adicionales concluidos por separado por cada nuevo estado con países terceros (intentando, de hecho, desviar las inversiones extranjeras del otro y de los vecinos de ambos). - Algún tipo de acuerdo regional entre países de Europa Central y del Este, ex miembros del COMECON, podría haber sido considerado un elemento justificable en su transición común hacia economías de mercado, pero esta justificación no se aplicaba al ‘plato de spaghettis’ de acuerdos bilaterales entrelazados entre todos ellos, ni a la competencia por concluir por parte de cada uno de ellos, acuerdos preferenciales con la Comunidad Europea y sus estados miembros. g. La perspectiva del desarrollo Como hemos visto a lo largo de todo este estudio, prosigue el debate sobre si la integración regional entre países en desarrollo contribuye a su desarrollo o si es el denominado regionalismo ‘NorteSur’ el que lo hace. Desde el punto de vista de la relación entre regionalismo y la OMC este debate es ampliamente irrelevante, porque lo que importa no es la respuesta a esa pregunta, sino saber qué variedad de APC es más dañina para el sistema multilateral: la variedad Norte-Sur o la variedad Sur-Sur. Una vez aclarados los términos de la pregunta la respuesta es bastante sencilla. Desde un punto de vista económico nadie rechaza que el acceso a los mercados de los países desarrollados puede favorecer el desarrollo. Precisamente 99 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N por ello, los acuerdos Norte-Sur que discriminan a los países en desarrollo que no son parte de los mismos perjudican, al menos potencialmente, el desarrollo de los excluidos. Los acuerdos Sur- Sur, cualquiera que sean sus efectos beneficiosos o perniciosos para las partes, al menos no crean una dificultad adicional para el acceso de otros países en desarrollo a los mercados de los países desarrollados. El riesgo que generan para el resto de países en desarrollo (y para el sistema multilateral en su conjunto) es claramente de menor gravedad que la variedad Norte-Sur. Desde un punto de vista arquitectónico y político, y más específicamente, desde la perspectiva de la inserción de los países en desarrollo dentro del sistema global, los acuerdos Norte-Sur crean dos grupos de países entre los países en desarrollo. Algunos de ellos pueden participar en los planos multilateral y bilateral de las relaciones comerciales internacionales, mientras que otros únicamente pueden hacerlo en el plano multilateral. Esta discriminación no es justificable en ningún caso. Por lo tanto no se pude concluir que los acuerdos Sur- Sur no tienen consecuencias para el sistema multilateral. Al contrario, el sentido común indica que pueden tener efectos dañinos para algunos países y, en particular, para los países vecinos. Por lo tanto, deben mantenerse bajo la vigilancia de la OMC. Pero el argumento enfatiza que las reglas 100 multilaterales y la vigilancia deben focalizarse particularmente en la variedad de APC Norte-Sur, con el fin de proteger los intereses legítimos de los países en desarrollo que quedan al margen de los acuerdos preferenciales. El sistema multilateral debe enfatizar la responsabilidad de los países desarrollados de asegurar el acceso no discriminatorio de los países en desarrollo a sus mercados. Debe quedar claro, desde esta perspectiva, que en un APC NorteSur las responsabilidades referidas al sistema multilateral no son compartidas por igual entre las partes del Norte y las partes del Sur. Como ya he indicado, detrás de la igualdad legal de las partes en el acuerdo subyace una desigualdad política y económica fundamental: en la práctica, un país en desarrollo difícilmente puede rechazar sumarse a un APC con un país desarrollado grande (Estados Unidos o la Comunidad Europea, por ejemplo). De hecho, es el país desarrollado quien escoge entre los países en desarrollo, en función de sus propios intereses. Podemos tomar como ejemplo en relación con este punto el acuerdo entre Chile y la Comunidad Europea y sus estados miembros: no era responsabilidad de Chile justificar el acuerdo, sino de la Unión Europea en su conjunto (Comunidad Europea y estados miembros). ¿Por qué éstos otorgaron a Chile un trato que no extendieron a sus países vecinos, con el consiguiente riesgo de desvío de inversión, y todo el resto de efectos políticamente distorsionadores ÍNDICE ¿Cómo avanzar hacia un nuevo enfoque de la integración regional? de carácter más general? La respuesta principal es obvia, pero vale la pena recordarla, porque a veces se camufla con otras consideraciones: Chile no es un exportador de productos agrícolas básicos como Argentina o Brasil (que también es un exportador de acero, por ejemplo). Pero, ¿es esta respuesta coherente con el espíritu del sistema multilateral? Dos consecuencias arquitectónicas adicionales de los APC Norte-Sur (la segunda claramente negativa, cualquiera que sea el juicio sobre la primera) son que, en la práctica actual combaten (consciente o inconscientemente) la integración SurSur y son (o pueden ser) utilizadas como instrumentos para influir en otras políticas de países en desarrollo de forma acorde con los criterios preferidos por el Norte.57 De nuevo, el acuerdo entre Chile y la Comunidad Europea y sus estados miembros es un buen ejemplo del primer efecto: ha sido utilizado por parte de la opinion pública, en varios países latinoamericanos, como un argumento en contra de sus respectivos procesos de integración subregional y en contra de la conveniencia de negociar colectivamente con la Comunidad Europea y sus estados miembros, o con Estados Unidos. El mejor ejemplo del segundo efecto es la repetida estrategia de la Comunidad Europea y sus estados miembros de ‘premiar’ con APC a países (en Europa Central y del Este, pero también en Asia ÍNDICE 57 Para uno de los primeros análisis sobre la economía política de los APC Norte-Sur ver Bouzas y Ros (1994). Central o el mundo árabe) que ‘cumplen’ con ciertos criterios económicos y políticos, y aceptan algunas excepciones a la liberalización comercial. Estados Unidos también había utilizado esta estrategia (con Israel y Jordania, por ejemplo). Sin embargo, como resultado combinado del fracaso de las negociaciones del ALCA y de la “securitización” en la agenda comercial después del 11-S, Estados Unidos se ha convertido en un verdadero especialista en la aplicación de ese enfoque. En todo caso, todos los ejemplos confirman la existencia de un rasgo de los acuerdos Norte-Sur que el lenguaje convencional intenta ocultar: su uso como instrumento de influencia de los grandes poderes del Norte. Las instituciones multilaterales deben, al menos, imponer a los países desarrollados la carga de la prueba en relación a sus acuerdos con países en desarrollo (la carga de la prueba de que no ponen en dificultades el desarrollo de países que no son parte de ellos). Esta carga de la prueba podría consagrarse fácilmente en una regla, haciéndola obligatoria en el proceso de notificación de los APC a la OMC.58 58 No me refiero a la carga de la prueba en un sentido procesal estricto (lo que no tendría sentido, además, en un marco no litigioso como el del examen de los acuerdos preferenciales por parte del Comité sobre Acuerdos Comerciales Regionales de la OMC). Utilizo el término en un sentido metafórico: alguna obligación debería imponerse a las partes en dichos acuerdos (al menos a las partes que son países desarrollados) que les obligue a exponer argumentos y evidencia que justifiquen que dichos acuerdos preferenciales no inciden negativamente sobre la situación de los estados que no son parte en los mismos. 101 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N IV. CONCLUSIÓN 102 ÍNDICE ÍNDICE Conclusiones Tras la crisis del “viejo regionalismo” en las Américas, se impuso en todo el mundo, sobre todo en América Latina, un nuevo paradigma de política económica internacional, que lo confiaba todo a la liberalización, continua e ilimitada, del acceso a los mercados. Y a este objetivo debían orientarse los instrumentos internacionales (acuerdos multilaterales, regionales o bilaterales), concebidos como second, third o fourth best respecto al primer best: la liberalización unilateral. En este contexto, era difícil encontrar una vía específica de reflexión sobre el tema de la integración regional, que quedaba subsumido dentro del de la liberalización comercial. Más Favorecida- del artículo I), y el de las políticas unilaterales, prolongadas en acuerdos bilaterales o regionales, a quienes corresponde determinar al grado de avance en la liberalización (y los eventuales retrocesos o vaivenes, en la medida permitida por el sistema multilateral). • En segundo lugar, los principales procesos de integración regional experimentan una crisis importante. Este es el caso de un proceso en el que habían depositado muchas esperanzas, como es el MERCOSUR, y que ha perdido buena parte de su relevancia. Pero también el proceso de integración europea ha entrado en crisis. Sin duda, se trata de una crisis que no impedirá su continuidad ni un funcionamiento más o menos adecuado, pero que lo bajará del pedestal de proceso en avance continuo y satisfactorio, y más bien lo conducirá a un progresivo deterioro que ya es manifiesto. • En tercer lugar, los procesos de integración regional y de conclusión de acuerdos bilaterales se han diversificado mucho, en primer lugar temáticamente, pero sobre todo geográficamente. Cada vez es más obligado atender a las diferencias entre ellos, en contenido y en orientación política. Los desarrollos más recientes conducen a un cambio de perspectiva: • ÍNDICE En primer lugar, la crisis económica ha mostrado que el tema verdaderamente relevante para el buen funcionamiento de la economía mundial no es el de los avances incesantes en la liberalización sino, por un lado, el de la “salud interna” de las economías, que la liberalización no asegura en absoluto, y, por otro lado, el de los retrocesos en la liberalización (el riesgo de las espirales proteccionistas). Esto permite situar en perspectivas distintas el plano multilateral, concentrado en la prevención de dichos retrocesos (artículo II del GATT más el principio de no discriminación –Nación 103 SERI E E S T UDI OS S OB R E I N TEG R A C I O N En el caso particular de América Latina, a estos desarrollos de ámbito mundial se ha sumado otro muy significativo, referido a la propia liberalización en materia de comercio y temas afines. Se trata de que los estados parecen sentirse más cómodos en el marco multilateral o en el de los acuerdos Norte- Sur que en el regional. En el primero, o bien alcanzan un gran protagonismo político (caso de Brasil) o bien pueden ganar (al menos desde el punto de vista legal) batallas muy importantes, comenzando por la de las exportaciones de banano y siguiendo por la de la gasolina o la de la crítica a las subvenciones al algodón de Estados Unidos). En el plano de los acuerdos Norte – Sur, parecen mucho más dispuestos en muchos casos (Perú, Colombia o la propia América Central) a negociar acuerdos muy ambiciosos con Estados Unidos que a profundizar los procesos de integración regional entre ellos mismos. 104 Ante todo esto, el reto es el de buscar cuál es el espacio político y económico propio de la integración regional. En esta dirección se orientan los planteamientos más recientes, tanto los emanados del BID, con su insistencia en los bienes públicos regionales, como los que promueven gobiernos como el del Ecuador, con su propuesta de “Acuerdos Comerciales para el Desarrollo” que conciben la integración regional como un marco de colaboración política con relativamente escasa incidencia sobre las políticas económicas (y que parecen subyacer a la iniciativa de creación de UNASUR). Estos planteamientos pueden encontrar un marco general de análisis y discusión en las dos secciones de la segunda parte del presente estudio. ÍNDICE Bibliografía BIBLIOGRAFÍA • Antkiewicz, A y Whalley, J (2005), “China’s new regional trade agreements”, The World Economy 28(10): 1539-1556. • Bagwell, K. and RW Staiger (1998), “Will Preferential Agreements Undermine the Multilateral Trading System?”, The Economic Journal 108: 1162-1182. • Balassa, B. 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