Voces: ACCION CONTENCIOSOADMINISTRATIVA ~ ACTO ADMINISTRATIVO ~ ADMINISTRACION PUBLICA ~ CONTRATO ADMINISTRATIVO ~ CONTRATO DE SUMINISTROS ~ DEMANDA ~ DEMANDA CONTRA EL ESTADO ~ IMPUGNACION DEL ACTO ADMINISTRATIVO ~ MUNICIPALIDAD ~ PODER JUDICIAL ~ PROCEDENCIA DE LA ACCION ~ PROCEDIMIENTO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO Tribunal: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires(SCBuenosAires) Fecha: 20/02/1984 Partes: Villar de Puenzo, Leticia C. c. Provincia de Buenos Aires -B. 48.160 Publicado en: LA LEY 1984-D, 145, con nota de Carlos M. Grecco; Cita Online: AR/JUR/1450/1984 Sumarios: 1. La doctrina moderna reconoce la existencia de actividad administrativa en el ámbito del Poder Judicial, en base a la distinción entre el Poder del Estado único y sus diversas funciones. 2. El art. 3° del Cód. de Proced. Contenciosoadministrativo (ADLA, XX-B, 1780), autoriza a impugnar por demanda contenciosoadministrativa todas las resoluciones administrativas de las autoridades de tal índole que rescindan, modifiquen o interpreten contratos celebrados por aquélla, en su carácter de poder público, incluyendo el codificador en tal categoría a los contratos celebrados para las "provisiones de elementos o efectos de aplicación pública"(nota al precepto citado). El tribunal ha interpretado con criterio amplio tal norma, incluyendo la competencia contenciosoadministrativa a las incidencias a que den lugar la interpretación y realización de los contratos administrativos. Ante tales antecedentes, ninguna razón se advierte para excluir el conocimiento y decisión de las mismas cuestiones, cuando el contrato para las "previsiones de elementos o efectos de aplicación pública" ha sido celebrado por el Poder Judicial, aplicando las normas administrativas, que rigen con carácter general en materia de contrataciones de la provincia. 3. El particular que contrata un suministro con el Poder Judicial, se vincula a la provincia, de idéntica manera que si hubiera contratado con el Poder Ejecutivo, pues ése es el alcance que debe atribuir a la expresión constitucional "autoridad administrativa" (art. 149, inc. 3°, reiterada por el art. 3° del Cód. Procesal de la materia (ADLA, XX-B, 1780). Ello es así, porque se es autoridad en función administrativa, sin perjuicio de la órbita del poder al que pertenezca el órgano, superándose así la mera discriminación subjetiva u orgánica de las actividades del Estado, para reconocer la diferencia en base a un criterio sustancial o funcional. 4. La función administrativa es realizada principalmente por el Poder Ejecutivo y sus órganos centralizados o descentralizados, nacional, provincial o municipal, pero nada obsta a la actividad administrativa en el ámbito de los restantes poderes constituciolmente reconocidos (Legislativo y Judicial), cuando stos no ejercen la actividad primordial; sino que se vinculan con los particulares para proveer a la infraestructura u organización necesaria para el desarrollo de esa función. 5. El elemento fundamental tenido en cuenta por el codificador para determinar la materia de lo contenciosoadministrativo, ha sido la existencia de un derecho administrativo lesionado, entendiéndose como tal la situación jurídica preexistente reconocida a favor del particular, por una ley o un acto administrativo de alcance general o particular (nota al art. 1°, Cód. Contenciosoadministrativo -ADLA; XX-B, 1780-). Y tal situación de naturaleza administrativa nace, en el caso de los contratos, por el carácter administrativo de la vinculación jurídica del particular con la provincia, y no puede admitirse que la situación de éste, varíe de esencia por la mera circunstancia de que la vinculación se operó con el Poder Judicial, actuando éste en función ajena a su cometido final de dictar sentencias dirimiendo contiendas. Texto Completo: La Plata, febrero 20 de 1984. Considerando: I - Que la excepción se sustenta argumentando que no existe en el caso resolución de "autoridad administrativa" en los términos de los arts. 149, inc. 3º de la Constitución Provincial, 1º, 3º y 28 del Cód. Procesal respectivo, en tanto la actora pretende la anulación de decisiones de la Suprema Corte de Justicia provincial adoptadas en consecuencia de un contrato de suministro celebrado entre ambas partes (res. 1745 del 3/X/78 que rechazó la entrega de muebles comprendidos en la orden de compra núm. 598/77; res. 112 del 3/II/79 que desestimó el pedido de reconsideración, y res. 355 del 27/III/79 que resolvió el contrato). El letrado de la Fiscalía cita en su apoyo pronunciamientos anteriores de la Corte que niegan aptitud a las decisiones de los Poderes Legislativo y Judicial para ser revisados en vía contenciosoadministrativa, en la inteligencia de que no son dictadas por la "autoridad administrativa" a que dichos preceptos se refieren, entendida exclusivamente como Poder Ejecutivo. II - Que la doctrina jurisprudencial elaborada en torno al concepto expuesto por la excepcionante, lo ha sido en mérito a consideraciones que, a juzgar por la evolución operada en la materia, corresponde revisar para verificar su adecuación a los principios generales de derecho administrativo. © Thomson La Ley 1 a) En primer lugar, cabe destacar que los actos de los Poderes Legislativo y Judicial que sistemáticamente fueran excluidos de revisibilidad judicial por esta vía, han sido los vinculados con el nombramiento o remoción del personal y con el ejercicio del poder disciplinario (causas B. 43.545 "Medone" 9/VI/1959, "Acuerdos y Sentencias", 1959-II p. 245; B. 45.261 "Cantero" 29/X/1968, D. J. B. A., t. 85, p. 301 -Rep. LA LEY, t. XX, p. 217, sum. 23; Rev. LA LEY, t. 133, p. 502; B. 46.306 "Giménez" res. 29/XII/70, Sensus, t. V, p. 59; B. 46.565, "Cortina" res. 3/VIII/71; B. 47.836 "Basso" res. 27/IX/77; B. 48.218 "Bertoldi y Blanc" res. del 21/VIII/79). Y si bien el fundamento reiteradamente expuesto consistió en la imposibilidad reconocida de subsumir a tales poderes en el concepto de "autoridad administrativa" mencionado en el art. 149, inc. 3º de la Constitución, excepcionalmente se reconoció a los actos de los mismos emanados en esas materias, el carácter de "actos administrativos" (conf. causa B. 46.306 "Giménez", citada). b) En el caso, la vinculación jurídica de la actora con la Corte provincial nació de la adjudicación operada por res. 1541 de fecha 27 de diciembre de 1977, emanada en el expediente 3003-1280/77 -Poder JudicialDirección de Administración (art. 4º, apart. F) de conformidad con el dec. 3300/72 y el Reglamento de Contrataciones para el Poder Judicial, y documentada luego en la orden de compra núm. 598 de fecha 29/XII/77 para la provisión de ficheros metálicos, casilleros metálicos para Mesa de Entradas, archivos metálicos y una caja de seguridad (ver expte. agregado sin acumular). El 3 de octubre de 1978, teniendo en cuenta lo establecido en los arts. 64 y 66 del dec. 3300/72 reglamentario de la ley de contabilidad 7764 y lo dispuesto en el art. 2º, párr. 2º de la res. 209/77, el tribunal resolvió rechazar la entrega de algunos de los muebles contratados (res. 1745/78); y el 27 de marzo de 1979 resuelta ya la reconsideración interpuesta contra ese acto- rescindió el contrato formalizado para la provisión de los mismos. c) El art. 3º del Cód. de Proced. Contenciosoadministrativo autoriza a impugnar por demanda contenciosoadministrativa todas las resoluciones administrativas de las autoridades administrativas que rescindan, modifiquen o interpreten contratos celebrados por aquéllas, en su carácter de poder público, incluyendo el codificador en tal categoría a los contratos celebrados para las "provisiones de elementos o efectos de aplicación pública" (nota al precepto citado; conc. D.J.B.A., t. 28; p. 781; causa B. 47.489 "Cegelec", 8/VII/80, D.J.B.A., t. 119, p. 602 -Rep. LA LEY, t. XL, A-I, p. 493, sum. 6-). Y la Corte ha interpretado con criterio amplio tal norma, incluyendo en la competencia contenciosoadministrativa a las incidencias a que den lugar la interpretación y realización de los contratos administrativos ("Acuerdos y Sentencias", serie 18a, t. IX, p. 101 y demás allí citados; conc. Ac. 27.713 "Cesacatti" 3/VI/80, D.J.B.A., t. 119, p. 489; Act. 27.701 "Constructora del Oeste, S. C. A." 25/IX/79, D.J.B.A., t. 117, p. 312, B. 47.931 "Babic S. A." 19/V/81, D.J.B.A. t. 121, p. 109 -Rep. LA LEY, t. XLI, A-I, p. 582, sum. 37- entre otras). III - Que con tales antecedentes, ningún obstáculo o razón suficiente se advierte para excluir el conocimiento y decisión de las mismas cuestiones cuando el contrato para las "provisiones de elementos o efectos de aplicación pública" (conf. nota al art. 3º) ha sido celebrado por el Poder Judicial aplicando las normas administrativas que rigen con carácter general en materia de contrataciones de la Provincia. a) La doctrina moderna reconoce la existencia de actividad administrativa en el ámbito del Poder Judicial en base a la distinción entre el Poder del Estado, único y sus diversas funciones (Villegas Basavilvaso, "Derecho administrativo", t. I, p. 75; Marienhoff, "Tratado de derecho administrativo", t. I, ps. 38 y sigts. y 79 con cita de André de Laubadere "Traité élémentaire de droit administratif" núms. 274 a 300; Fiorini "Derecho administrativo", t. I, p. 34; Gordillo, "Tratado de derecho administrativo" p. VII-10; Sayagués Laso "Tratado de derecho administrativo" t. I, ps. 34 y sigts.). Y si bien la función administrativa es realizada principalmente por el Poder Ejecutivo y sus órganos centralizados o descentralizados, nacional, provincial o municipal, nada obsta a la existencia de actividad administrativa en el ámbito de los restantes poderes constitucionalmente reconocidos, cuando éstos no ejercen su función primordial sino que se vinculan con los particulares para proveer a la infraestructura u organización necesarias para el desarrollo de esa función (conf. Fiorini, ob. cit., t. I, ps. 25 y sigts., y cap. II aparts. I y II). b) En tal inteligencia, no puede omitirse subsumir el contrato de suministro celebrado por la Corte en algunos de los actos estatales autorizados constitucionalmente. Y si la celebración del contrato y la actividad consecuente en manera alguna encuadran la esencia de la función judicial, en tanto modo de dirimir contiendas para cumplir la finalidad estatal de evitar la justicia por mano propia, es obvio su naturaleza administrativa y su imputación a la Provincia de Buenos Aires en tal carácter funcional, sin perjuicio del órgano provincial que lo haya concertado (Marienhoff, ob. cit., t. I, ps. 33 y 1336 y t. III-A, ps. 34 y sigts.). El particular contratista se vincula a la Provincia de idéntica manera que si se hubiera contratado por el Poder Ejecutivo y éste es el alcance que debe atribuirse a la expresión constitucional "autoridad administrativa" (art. 149, inc. 3º), reiterada en el art. 3º del Cód. de Procedimientos en lo Contenciosoadministrativo, precepto aplicable por excelencia al caso. Es autoridad en función administrativa sin perjuicio de la órbita del Poder al que pertenezca el órgano y superando así la mera discriminación subjetiva u orgánica de las actividades del Estado para reconocer la diferencia en base a un criterio sustancial o funcional (conf. Villegas Basavilbaso, ob. cit., ps. 71 y siguientes). c) La conclusión se corrobora con sólo advertir que el elemento fundamental esgrimido por el codificador © Thomson La Ley 2 para determinar la materia contenciosoadministrativa, ha sido la existencia de un derecho administrativo lesionado, entendido como la situación jurídica preexistente reconocida a favor del particular por una ley, o un acto administrativo de alcance general o particular (nota al art. 1º). Tal situación jurídica de naturaleza administrativa, nace, en el caso de los contratos, por el carácter administrativo de la vinculación jurídica del particular con la Provincia. Y no puede admitirse que la situación del particular varíe de esencia por la mera circunstancia de que la vinculación se operó con el Poder Judicial actuando éste en función ajena a su cometido final de dictar sentencias dirimiendo contiendas. Sobre todo, cuando el Código dictado para la Provincia de Buenos Aires descartó la enumeración de todos los casos en que procede la acción contenciosoadministrativa, adoptando en su lugar el sistema opuesto para aceptar la revisión judicial de "todas las reclamaciones fundadas en la violación de las obligaciones impuestas a la administración por las leyes o reglamentos que la rigen o por los contratos que ella suscribe" procediendo "como poder administrador" (nota citada). IV. - Que por ende, corresponde desestimar la excepción de incompetencia del tribunal imponiendo las costas en el orden causado por no ser el caso del art. 17 del Cód. de Proced. en lo Contenciosoadministrativo. Por ello, el tribunal resuelve desestimar la excepción de incompetencia del tribunal opuesta por la Fiscalía de Estado, quien deberá contestar la demanda en el plazo legal (arts. 39, inc. 1º, 46, 47 y conc. Cód. de Proced. en lo Contenciosoadministrativo).- Augusto M. Morello. - Juan A. Ortiz. - Martín J. Lasarte. - Pedro L. Soria (h.). - José L. Villada. - María A. Fernández Arancibia. - Sara E. Rozas de Sora. - Ofelia Jimeno. © Thomson La Ley 3 Voces: ACTO ADMINISTRATIVO ~ IMPUGNACION DE RESOLUCION ADMINISTRATIVA Título: Impugnación judicial contra actos administrativos del Poder Judicial Autor: Grecco, Carlos Publicado en: LA LEY1984-D, 141 Fallo comentado: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires (SCBuenosAires) ~ 1984/02/20 ~ Villar de Puenzo, Leticia C. c. Provincia de Buenos Aires -B. 48.160 1. - Posiblemente constituya una de las singularidades más relevantes del derecho administrativo aquella que un autor (Meilan Gil) ha titulado "el persistente afán de autodefinición". Es curioso observa, en efecto, cómo en el derecho administrativo es donde con mayor intensidad (intensidad no siempre compartida sino tangencialmente por el resto de las individualidades que conforman el cosmos jurídico) se ha suscitado el problema de los límites que confinan su ámbito específico. Varias son las razones que han contribuido a provocar esta situación. Promedia por de pronto, una crux iuris inicial consistente en la idea preliminar de la administración (Villar Palasi), que ha operado cual presupuesto inexcusable en la generalidad de los intentos definitorios. El propio Meilan Gil, antes mencionado, ha insistido en este punto de partida común, indicando que presentándose liminarmente el derecho administrativo como el ordenamiento jurídico que disciplina la administración pública (las monumentales obras de Mayer y Bielsa se abren con esa reiterada individualización), los esfuerzos se han orientado a caracterizar la administración, toda vez que el término "derecho" pertenece a la teoría general. Además del presupuesto metodológico aludido, subyace implícita o expresamente en las elaboraciones conceptuales un afán de justificación frente al derecho civil, con su corolario práctico de separación jurisdiccional, circunstancia que determina, ya desde los albores de la configuración científica del derecho administrativo, una marcada télesis procesalista. Se trata, primariamente, de encontrar un juez para la administración y de separar el ámbito de aquello que ingresa en la justicia ordinaria; es indispensable, entonces, una caracterización positiva de la Administración pública. 2. - Básicamente, las principales vertientes se inclinan bien por una consideración orgánica (la Administración pública es, previamente, un órgano o, si se quiere, una persona jurídica), bien por una perspectiva sustancialista, donde la Administración es visualizada como una actividad del Estado, con prescindencia del órgano que desarrolle tal actividad. Las consecuencias jurídicas de uno u otro punto de vista resultan obvias: la perspectiva orgánica rechaza la posibilidad de que exista administración pública fuera de su enclave natural, esto es, el Poder Ejecutivo; la tesis objetiva predica la existencia de administración en cualquiera de los poderes u órganos superiores del Estado, función o actividad a la cual es aplicable, por ende, el ordenamiento jurídico administrativo. En un plano teórico la polémica es de relativa importancia y es adecuado poner de relieve, en tal sentido, que existen autores que postulan el abandono de cualquier criterio monista, sugiriendo, en cambio, la proyección de una pluralidad de criterios todos ellos válidos y rectores según cual sea el campo específico por el que discurra el obrar administrativo (Weil) y otros que hasta controvierten la existencia misma de un "criterio administrativo" (Rivero). Aunque la discusión margina el hecho de que nada se descubre en la ciencia jurídica (todo, en efecto, se inventa) y prescinde también de que las denominaciones (o si se prefiere, categorías jurídicas) responden antes a la convención que a la naturaleza (uno de los más renombrados diálogos platónicos -el Cratilo- expuso ya la cuestión de modo general), lo cierto es, de todas formas, que el problema excede la pura recreación especulativa, en tanto el debate apunta a determinar, con el mayor grado de verosimilitud, el ámbito de vigencia de un ordenamiento jurídico concreto. De otra parte, rehusar absolutamente un esclarecimiento conceptual puede provocar no sólo conclusiones absurdas desde un punto de vista lógico, sino, lo cual es más grave todavía, consecuencias notablemente injustas. Por cierto, aunque la difundida frase de Forsthoff ("la administración se deja describir pero no definir"), que tanta fortuna ha cosechado, se acerca bastante a la realidad, debe, con todo, ser cautamente valorada pues su validez como premisa metodológica es difícilmente trasladable al plano de aquella misma realidad. Las necesidades de los operadores jurídicos (jueces o administradores) requieren dispositivos más aptos, ya que dudosamente pueda resolverse un supuesto concreto desde la óptica de semejante elusión. 3. - En lo personal, confieso que durante mucho tiempo me persuadieron las bondades lógicas de la teoría orgánica, enriquecida mediante las espléndidas correcciones de García de Enterría. Concurría, por de pronto una muy convincente argumentación en torno a la heterogeneidad de la actividad desplegada por el Poder Ejecutivo, históricamente establecida en función de una progresiva sustracción de potestades. El razonamiento magistralmente desarrollado por Garrido Falla- encontraba, además, sustento en nuestro derecho positivo en las disposiciones de la propia Constitución Nacional que en su art. 86, inc. 1º pone a cargo del Presidente de la Nación la Administración general del país. Y por si fuera poco, la importantísima ley nacional de © Thomson La Ley 4 procedimientos administrativos vino a declarar que sus normas se aplican ante "la Administración Pública Nacional, centralizada y descentralizada, inclusive entes autárquicos" (art. 1º), con lo cual quedaba robustecida la posición subjetiva, toda vez que la descentralización, en cuanto técnica jurídica, parece adquirir sentido sólo en el ámbito del Poder Ejecutivo. El esquema de la definición aparecía vertebrado, en síntesis, mediante la confluencia de dos sectores: a) la inexistencia de la administración pública fuera del ámbito del Poder Ejecutivo (ello, sin embargo, no significaba que la actividad total del Ejecutivo se agotara en la administración pues correspondía admitir también una actividad eminentemente política); b) el derecho administrativo quedaba entonces conformado como el ordenamiento jurídico regulatorio de la organización, actividad de la administración pública, subjetivamente considerada. 4. - Posteriores meditaciones -asentadas principalmente en las observaciones de la realidad- agrietaron la solidez de un edificio conceptual que, en teoría, me parecía indiscutible. Una verificación elemental permitía, por lo pronto, comprobar la gravitación del ordenamiento jurídicoadministrativo en sectores que tradicionalmente no encuadraban dentro del concepto propio de Administración pública. Porque, si, como palmariamente enseñan los hechos, ni la actividad del Poder Judicial se consume en actos jurisdiccionales ni tampoco la actividad del Poder Legislativo consiste únicamente en legislar, es necesario determinar el ordenamiento que disciplina las actividades materialmente administrativas del Poder Judicial y del Poder Legislativo. Y el interrogante planteado no puede resolverse sino en la afirmación de que al ordenamiento jurídicoadministrativo incumbe dicha regulación. Un contrato de obra pública o suministro, pongamos por caso, celebrado por el Poder Judicial o por el Poder Legislativo no puede variar su esencia por la circunstancia de que el órgano interviniente se encuentre fuera del Poder Ejecutivo. Por lo demás, aunque se objetara en términos de dogmática general la proyección del derecho administrativo a este tipo de relaciones jurídicas, la extensión del ordenamiento aludido resultaría igualmente inexorable frente al riesgo de la denegación de justicia. Cabe aquí destacar que la cuestión no se resuelve con afirmar que las supuestas funciones administrativas del Poder Judicial y del Poder Legislativo exceden el ámbito del derecho administrativo porque no son referibles a la Administración pública en cuanto persona (la seductora pluma de García de Enterría, tan persuasiva normalmente, no acierta en este caso), ni tampoco parece posible limitar el derecho administrativo a la función administrativa que corresponde al Poder Ejecutivo y a los órganos y personas jurídicas a él subordinadas (Barra). Al margen de la simetría de relaciones jurídicas, concurre una clave fundamental, subrayada tiempo atrás por López Rodo: el derecho administrativo es, antes que nada, el derecho aplicable al Estado y sólo desde una visión unitaria del Estado puede nuestra ciencia alcanzar su auténtica dimensión en el ordenamiento jurídico. Por ello, no puede explicarse válidamente un sistema administrativo sin referencias continuas y precisas al orden constitucional que configura la peculiar organización de la vida colectiva de cada país. Por último, otra razón más venía en apoyo de la revisión de la tesis orgánica y gravitaba en forma decisiva. Las modernas leyes de procedimiento administrativo así como los códigos procesales contenciosoadministrativo de las provincias tienden inequívocamente a consagrar una perspectiva funcional de la Administración pública e inclusive uno de dichos textos (el Código Procesal Contenciosoadministrativo de la Provincia de La Pampa, obra del doctor Marienhoff) abre la acción contenciosoadministrativa contra los contratos administrativos celebrados por los Poderes Legislativo y Judicial (art. 2º, inc. b -Adla, XXXIX-D, 4309-). 5. - Las reflexiones deslizadas no significan, empero, que deba desecharse totalmente la vertiente orgánica en la consideración de la Administración pública, toda vez que inclusive una mera intuición permite seguir ubicándola en el contexto del Poder Ejecutivo. Aquello que en realidad se derrumba es la ecuación derecho administrativo-administración pública, notablemente fisurada ya, tanto por la potencial vigencia del ordenamiento jurídico privado en el plano de las relaciones concertadas entre administración y particulares (el fenómeno ha sido suficientemente descripto y no se justifica detenerse en él), como por la posibilidad de aplicar también el ordenamiento jurídico administrativo en las relaciones entre particulares (Rivero Ysern). Aceptadas tales alternativas, ninguna dificultad media en admitir la aplicación del derecho administrativo en relaciones jurídicas en las cuales no interviene, estrictamente, la Administración pública. A tal efecto no es indispensable asimilar las funciones administrativas del Poder Judicial o del Poder Legislativo con las que realiza el Poder Ejecutivo; éstas, por lo demás, responden a un distinto orden de ideas, ya que son revertibles directamente a la comunidad política, mientras que las primeras apuntan más bien a razones de subsistencia orgánica. 6. - El problema examinado, que suscita de por sí graves interrogantes en el plano de la dogmática general, adquiere todavía contornos más álgidos cuando se trata de investigar la eventual impugnación de actos materialmente administrativos dictados en el ámbito del Poder Judicial y del Poder Legislativo. La Constitución Nacional garantiza, en efecto, el debido proceso (art. 18) y esta garantía opera, naturalmente, ante la actividad desplegada por cualquier órgano estatal que interfiera ilegítimamente los derechos de los particulares. Cuando de por medio se encuentra el órgano parlamentario la cuestión no genera mayores dubitaciones; las dificultades han surgido a la hora de precisar el enjuiciamiento de actos administrativos del Poder Judicial (es inexcusable citar aquí el nombre de Hutchinson quien ha dedicado al tema varios trabajos). No es que se confundan las © Thomson La Ley 5 funciones ya que es muy claro que cuando, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia disciplina el régimen de su biblioteca o celebra un contrato para restaurar un edificio no está ejerciendo función jurisdiccional alguna. Y, sin embargo, es justamente en el ámbito del Poder Judicial y con motivo del dictado de actos no jurisdiccionales donde más vivamente se renueva la cuestión concerniente a la eventual revisión de tales actos. 7. - En primer lugar debe señalarse (quizá porque resulte obvio) que el art. 18 de la Constitución Nacional aquello que asegura -al proclamar la inviolabilidad de la defensa en juicio de la persona y de los derechos- es un proceso. No es del caso profundizar aquí las relaciones entre proceso y jurisdicción aunque sí corresponde retener que, prescindiendo de formulaciones y apriorísticas así como de elaboraciones de dudosa justificación (la aprehensión de la esencia jurisdiccional es una de ellas, en tanto, como Redenti advirtiera en 1916 y S. Satta puntualizara ulteriormente, se ha tratado de reducir a un mero concepto aquello que no es sino un momento de la vida social y jurídica que no puede ser comprendido sino en la integral contemplación de aquella misma vida y de sus profundas estructuras), lo cierto es que resulta difícil escindir, en una dimensión axiológica, de la garantía constitucional del debido proceso, la nota de la neutralidad. Cabalmente, la imparcialidad es la razón de ser de la justicia administrativa, siendo pertinente recordar al respecto (con F. Fleiner) que "si bien la realización del derecho administrativo incumbe a las autoridades administrativas, éstas, a diferencia del juez, no adoptan una actitud imparcial frente al derecho; y como en todas las situaciones el funcionario administrativo ha de representar al interés público frente al ciudadano, se corre el peligro de que las leyes sean interpretadas de modo parcial y en favor del Estado. Y este peligro no se supera con la institución de recursos administrativos porque siempre son las mismas autoridades administrativas las que resuelven". Esta es la idea que alienta, por lo demás, en los distintos sistemas de organización de la justicia administrativa y por no citar sino un ejemplo, merece destacarse el caso español. donde los trabajos de revisión de la ley de Jurisdicción Contenciosoadministrativa han previsto, concretamente, la apertura de la vía contenciosoadministrativa respecto de los contratos y actos de gestión patrimonial, así como también los relativos al personal, de los órganos de Gobierno interior de las Cortes Generales y del Tribunal Constitucional (noticias de ello en Garrido Falla, Revista de Administración Pública, núm. 97, p. 8 y una sugerencia del propio Garrido, en la misma línea, en p. 29). 8. - Bajo el ropaje de una simple resolución relativa a una excepción de incompetencia, la decisión que motiva este sucinto comentario, torna a reanimar la cuestión precedentemente reseñada. Los hechos son, en sustancia, los siguientes: la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires adjudicó a la demandante la provisión de ciertos elementos destinados al Poder Judicial. Posteriormente rechazó la entrega de algunos de ellos y luego, denegada la reconsideración articulada por el contratista contra dicho acto, dispuso rescindir el contrato. Promovida la demanda contenciosoadministrativa por el afectado, la Fiscalía de Estado de la Provincia interpuso, con carácter previo, la excepción de incompetencia del tribunal en los términos de los arts. 39, inc. 1º, 40, 41 y 42 del Cód. de Proceds. en lo Contenciosoadministrativo (Adla, XX-B, 1780) por entender que la decisión recurrida no comportaba acto de "autoridad administrativa", expresión ésta sólo referible al Poder Ejecutivo (o a los órganos en él encuadrados). El tribunal subrogante desestima la excepción interpuesta y dispone que la Provincia conteste la demanda dentro del plazo legal. Entre las variadas consideraciones que se formulan y constituyen un indudable aporte para el esclarecimiento del tema debatido, procede mencionar las siguientes: a) la función administrativa debe apreciarse con independencia de la órbita del poder al que pertenezca el órgano. Y, en tal sentido, dentro del concepto de "autoridad administrativa" aludido en el art. 149, inc. 3º de la Constitución Provincial y reiterado en el art. 3º del Cód. de Proceds. de lo Contenciosoadministrativo, corresponde incluir al Poder Judicial actuando en función administrativa; b) es elemento fundamental, tenido en cuenta por el Codificador para determinar la materia de lo contenciosoadministrativo, la existencia de un derecho administrativo lesionado, entendiéndose como tal la situación jurídica de naturaleza administrativa reconocida a favor del particular por una ley o un acto administrativo de alcance general o particular que nace, en el caso de los contratos, por el carácter administrativo de la vinculación jurídica de la persona privada con la provincia; c) la situación no varía de esencia por la mera circunstancia de que la vinculación se hubiese producido con el Poder Judicial, actuando éste en función ajena a su cometido final de dictar sentencias dirimiendo contiendas. 9. - No resultan necesarias otras precisiones que las que el pronunciamiento contiene y que se expresan sobria y certeramente, para abonar la decisión finalmente adoptada. Es también superfluo aludir a la trascendencia de la doctrina sustentada, que traduce sencillas, y al mismo tiempo profundas, verdades de ese tipo ideal de Estado que denominamos tradicionalmente Estado de Derecho. Todo habitante de la Nación tiene derecho a un proceso y esta garantía comprende también los actos del Poder Judicial, actuando en función administrativa, lesivos de derechos. El sistema de recursos administrativos no satisface la exigencia del debido proceso si es que corresponde resolver a la autoridad judicial que dictó el acto administrativo recurrido. No sería honesto, de todas formas, silenciar que en lo personal discrepo con la marcada simpatía que el pronunciamiento exterioriza por una función administrativa sustantivada; discrepancia que, por lo demás, en absoluto gravita respecto de la conclusión que se alcanza. La solución del precedente no parece modificable, por otro lado, por el hecho de que la decisión administrativa hubiese sido adoptada por el tribunal superior de la jurisdicción pertinente (en el caso, la competencia exclusiva atribuida a la Suprema Corte por la Constitución © Thomson La Ley 6 Provincial en materia contenciosoadministrativa determinó, a su vez, la excusación de los miembros del tribunal y la posterior integración mediante conjueces y jueces de otras instancias). La sorpresa inicial que dicha conclusión puede despertar queda notablemente disipada a poco que se repare en las consecuencias de la hipótesis contraria, ya que más sorprendente aún resultaría que un sujeto cualquiera viniera, por la circunstancia de vincularse contractualmente con el Poder Judicial, a ser excluido de la garantía de la defensa en juicio. © Thomson La Ley 7