Una respuesta a pobres excusas y “reservas mentales”

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Una respuesta a pobres excusas
y “reservas mentales”
por el Padre Nicholas Gruner, B. Comm; S.T.B.; S.T.L.; S.T.D. (Cand.)
Un obispo sudamericano nos preguntó una vez, “el Vaticano dijo que el Tercer Secreto está
íntegramente revelado. Ustedes dicen que no está revelado. ¿Significa eso que el Vaticano está
mintiendo?”
El Padre Paul Kramer contestó que aquellos que dicen que el Secreto está completamente
revelado lo hacen mediante una reserva mental. El Papa Juan Pablo II en su sermón del 13 de mayo de
1982 en Fátima, el Cardenal Ratzinger en la entrevista a Gesu en 1984, nos dicen de manera indirecta
algo de lo que está contenido en esa parte del Secreto aún por revelar. El Papa Juan Pablo II nos dijo
más el 13 de mayo de 2000. Muy posiblemente él y otros han dejado traslucir ciertas partes de manera
oblicua en otras conversaciones. Así, por así decirlo, ellos sienten que el Vaticano ha revelado todo el
Secreto.
Pero esta manera indirecta de revelar el Secreto no es suficiente, ni la reserva mental empleada es
justificable. El Secreto de Fátima “se refiere a los peligros contra nuestra Fe Católica”; se refiere a “los
peligros para nuestras vidas” (a causa de nuestro Bautismo católico); se refiere a la propia “vida del
mundo” como el entonces Cardenal Ratzinger nos dijo el 11 de noviembre de 1984. Es, así, un mensaje
de lo más serio, una profecía de las más serias.
Desde que el Espíritu Santo inspiró a San Pablo a escribir, “No apaguéis al Espíritu. No
despreciéis las profecías.” (I Tes. 5:19-20), estamos obligados a tratar esta profecía con respeto. Estamos
obligados a escucharla, a tenerla en cuenta, a obedecerla.
¿Pero cómo podemos escucharla si está guardada bajo llave, enterrada, prohibida? Peor aún, se
nos dijo que ha sido íntegramente revelada, pero esa declaración se hace con el uso de una reserva
mental. Y esa reserva mental hace que la gente, que tiene derecho a escuchar las palabras exactas de
Nuestra Señora contenidas en el Secreto, está siendo desencaminado.
Las reservas mentales del Vaticano
sobre el Tercer Secreto: ¿son justificadas?
¿Cuándo pueden usarse reservas mentales? ¿Pueden usarse las reservas mentales en cualquier
circunstancia?
Los moralistas nos dicen que las reservas mentales no pueden ser usadas en todas las
circunstancias. Si la gente tiene el derecho de conocer la verdad explícita, el uso de una reserva mental
es incorrecto. Puede ser hasta un pecado mortal si la verdad retenida es de naturaleza grave y la
obligación de decirla también es grave.
http://www.fatima.org/spancrusader/cr86/cr86pg8.pdf
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Así, en el Tercer Secreto, estamos hablando de un asunto que amenaza mi salvación, mi eterna
salvación. Esto tiene relación con que si voy al Cielo o al infierno. Así, ciertamente, el asunto es grave.
Y la obligación del Papa de decírnoslo también es grave, ya que el Papa tiene estricta obligación
de decirnos lo que necesitamos conocer para salvar nuestras almas. No importa si alguna gente no lo
atiende; no importa si alguna gente está radicalmente opuesta; no importa si alguna gente se pone
agresiva. La obligación queda de decir la verdad.
San Alfonso María de Ligorio
San Alfonso confirma la obligación
de decir claramente la verdad
San Alfonso María de Ligorio es el gran Doctor Moral de la Iglesia, el Santo Patrono de los
teólogos morales. La Iglesia nos dice que estamos seguros siguiendo sus enseñanzas morales. Y San
Alfonso confirma lo que dijimos arriba.
San Alfonso hace esta pregunta: ¿Debemos decir una dura verdad a alguien que estamos
moralmente ciertos que no aceptará lo que le decimos? San Alfonso distingue tres reglas diferentes para
circunstancias diferentes:
Primero: Si lo que la persona está haciendo es de buena fe – eso es, no sabe
genuinamente que lo que hace es malo. (Pero debemos ser cuidadosos, dice Santo Tomás
de Aquino, si una persona no sabe pero es culpable por su ignorancia – eso es, si esa
persona puede fácilmente saber, pero elige deliberadamente permanecer ignorante para
mantenerse ‘libre’ de hacer lo que le place – luego su ignorancia hace su pecado más
culpable, no menos).
San Alfonso enseña así: si una persona obra verdaderamente de buena fe en su
ignorancia, y si nosotros juzgamos que rechazará la corrección, entonces no tenemos que
decírsela, sólo bajo la condición que la única persona que él dañe por su pecado objetivo
sea él mismo. PERO…
Segundo: Esa decisión de no decirle a alguien que está equivocado no es correcta
(incluso si él sólo se daña a si mismo) si la persona que hace eso le pide a usted
directamente consejo en esa materia.
http://www.fatima.org/spancrusader/cr86/cr86pg8.pdf
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San Alfonso afirma en este segundo punto que usted no puede ocultar una dura
verdad a una persona (incluso que probablemente no aceptará que usted se la diga) cuando
esa persona le ha pedido su opinión sobre ese punto particular. Eso es porque Dios ya lo
ha hecho conciente que hay algo que debería saber y él está cumpliendo con su obligación
de buscar la verdad. Incluso si él la rechaza después de consultarlo, usted no participa de
su pecado al rechazar decirle la verdad.
Para aplicar esto a nuestro caso presente, estamos pidiendo el Tercer Secreto
íntegro, aun si nosotros, en la estimación del Papa, fuéramos a rechazar su verdad. Él, no
obstante, nos lo debe dar.
Tercero: el pecador ignorante debe ser corregido (y amonestado si es necesario)
también en los casos siguientes:
(i) si lo que el pecador ignorante está haciendo causa escándalo puro y simple (ver
la explicación del puro y simple escándalo) entre los fieles, o si lo que él hace afecta
terceras partes y la injusticia priva a una tercera parte de algo, es decir, propiedad,
relaciones, reputación – cualquier bien al que la tercera parte tenga derecho. En ese caso,
usted debe corregir al pecador incluso si él no aceptara la corrección. Es un pecado serio
no corregir al pecador ignorante si lo que la tercera parte sufre es una pérdida que
constituye un asunto grave. En ese caso, el rechazo a corregir al pecador ignorante hace
caer a la persona que deja de amonestarlo en el pecado mortal de quien toma o se queda
con lo que pertenece a otro. Si fuera el equivalente de un día de salario por un día de
trabajo, entonces eso constituiría una cuestión grave y debería restituírselo.
(ii) La otra condición para este tercer caso es que la persona que está obligada a
amonestar es una persona que tiene esa responsabilidad con relación al pecador, tal como
su confesor, o su director espiritual, o su pastor. Su pastor es una de esas tres personas.
¡El Obispo, el párroco y el Papa
deben instruir al ignorante!
En estricta justicia, todos los católicos tienen su propio párroco, quien está encargado del
cuidado de su alma – el católico tiene un estricto derecho, en justicia, de oír la corrección de su pastor si
está equivocado.
Todos los católicos tienen un Obispo quien es el pastor de su alma, el Ordinario de cada diócesis
debe hacer todo lo que él pueda para asegurar que sus miembros diocesanos sean amonestados en
materias referidas a su salvación. Por supuesto, todos y cada uno de los católicos son apacentados por el
Pastor Común de todas las almas, el Pastor de los pastores, el propio Santo Padre.
Así, cuando el Santo Padre sabe que alguno o todos los fieles católicos están pecando – e incluso
sabe que ellos (o al menos algunos de ellos) no aceptarán sus amonestaciones y corrección – él, sin
embargo, está obligado a darlas para cumplir con su deber para con ellas. El debe imitar a San Pablo y:
“…no omitir nada de cuanto os fuera de provecho…” (Hechos, 20:20)
Por lo anterior, podemos ver que es claro que el Papa no puede excusarse de faltar a su deber
como pastor. El Santo Padre es el pastor de cada uno de nosotros. En estricta justicia, necesitamos saber
específicamente cuando estamos equivocados y él debe decírnoslo.
http://www.fatima.org/spancrusader/cr86/cr86pg8.pdf
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Deben publicarse las verdaderas palabras
de Nuestra Señora
Es una pobre excusa sugerir que el Tercer Secreto no debería ser revelado porque supuestamente
podría crear una responsabilidad más grave a la gente. Es la Madre de Dios quien quiere que sea
revelado el Secreto y Ella sabe qué es lo mejor para nosotros.
Necesitamos conocer el Tercer Secreto porque está destinado a corregirnos – en nuestro tiempo –
de los pecados específicos que cometemos, en lenguaje que comprendemos, y con la autoridad de la
Madre de Dios.
Desafortunadamente, la voz moral de los Papas se ha ido perdiendo para grandes porciones de
nuestra generación, hasta tal punto que vemos hasta Cardenales, Obispos y sacerdotes que no obedecen
o no atienden sus órdenes y consejos legítimos.
También hemos visto en los 45 años posteriores al Concilio Vaticano II, que los Papas, en
ocasiones, han roto con la Tradición en una forma que les es prohibida por la Fe Católica. Así, teniendo
las verdaderas palabras de la Madre de Dios, nos ayudarán a vencer cualesquier prejuicios que tienen
grandes segmentos de la población católica. Si en alguna época hubiese “Error Común”, como lo
reconoce el Código de Derecho Canónico vigente en la Iglesia, tal época es la del presente. Y ese Error
Común debe necesariamente ser corregido, especialmente porque lleva a la Apostasía.
La ignorancia no excusa la Apostasía
Ahora está claro que, al presente, el muy grave pecado de la apostasía, está vastamente
extendido. Tanto el Papa Juan Pablo II como el Papa Benedicto XVI, en tiempos recientes, han hablado
de su vasta extensión en Europa y doquier. La apostasía es un pecado tal que no admite excusa por
ignorancia. Sabemos esto por la enseñanza solemne del Concilio Vaticano Primero que afirma:
“Mas porque ‘sin la fe… es imposible agradar a Dios’ (Heb. 11:6) y llegar al
consorcio de los hijos de Dios; de ahí que nadie obtuvo jamás la justificación sin ella, y
nadie alcanzará la salvación eterna, ‘si no perseverare en ella hasta el fin’ (Mt. 10:22;
24:13) (Dz. 1793).
Canon 6: “Si alguno dijere que… los católicos pueden tener causa justa para,
suspendido el asentimiento (a la Fe), poner en duda la Fe que ya han recibido…sea
anatema.” (Dz. 1815)
Esa ignorancia debe ser corregida
Además, es más claro, por la Sagrada Escritura, que ciertos pecados están tan claramente escritos
en los corazones de todos los hombres, que ellos no pueden pretender ignorancia de buena fe por ciertos
pecados. San Pablo enumera algunos de ellos como sigue:
“Y como no procuraron conocer a Dios, Dios los entregó a su réprobo sentir, que
los lleva a cometer torpezas,”
http://www.fatima.org/spancrusader/cr86/cr86pg8.pdf
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“y a llenarse de toda injusticia, malicia, avaricia, maldad; llenos de envidia, dados
al homicidio a contiendas, engaños, a malignidad; chismosos o calumniadores de Dios,
ultrajadores, orgullosos, fanfarrones, inventores de maldades, rebeldes a los padres;
insensatos, desleales, desamorados, despiadados,”
“los cuales, conociendo la sentencia de Dios, que quienes tales cosas hacen son
dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que aplauden a quienes las hacen.” (Rom. 1:2832)
Obviamente, como enseña infaliblemente la Sagrada Escritura y como la Moral Católica señala,
hay ciertos pecados, tales como el homicidio, el aborto, los actos de sodomía, fornicación, y la
anticoncepción, que van contra la ley natural escrita en el corazón del hombre. Esos mandamientos están
tan claramente puestos allí por el Creador, directamente en sus corazones, que los individuos no pueden,
de buena fe, alegar ignorancia en el Día del Juicio. Tales personas, a menos que se arrepientan
efectivamente de sus pecados, irán al infierno por toda la eternidad tras su muerte.
Dios ha designado centinelas
Los sacerdotes y los Obispos de la Iglesia han sido designados centinelas. El deber de un
centinela es gritar cuando se acerca el enemigo.
Para parafrasear lo que Dios explica a Ezequiel sobre sus deberes como centinela, Dios le dice:
“Te he designado vigía. Ahora si tu ves el enemigo aproximándose a la ciudad
tarde en la noche y tu no gritas la alarma, Yo, Dios, te haré a ti, Ezequiel, culpable por las
muertes de todos tus conciudadanos – si ellos son muertos por el enemigo que se
aproxima.”
Así, Ezequiel tuvo el deber de gritar aun si sus conciudadanos no se despertarían, aun si él
prudentemente esperaba que no se levantaran.
Por otra parte, para parafrasear más el Libro de Ezequiel:
“Dios dijo a Ezequiel que si el enemigo se aproximaba a la ciudad tarde en la
noche y él veía al enemigo y gritaba para despertar a los ciudadanos y a los soldados
defensores – y ellos no se levantaban, no se despertaban, no se defendían – entonces Dios
haría responsables a aquellos soldados que dormían por las muertes de todos a quienes
matara el enemigo. Pero Dios encontraría a Ezequiel inocente porque él cumplió su deber
de hacer sonar la alarma.”
Por supuesto, la ciudad amurallada defendida por el centinela es una imagen de la Iglesia
Católica la cual confía en sus vigías para hacer sonar la alarma cuando se aproxima el enemigo.
La palabra “obispo” viene del griego y significa centinela. El Papa debe hacer sonar la alarma
para despertar a los ciudadanos de la Ciudad de Dios, la Iglesia Católica, para que ellos puedan
defenderse de sus enemigos mortales que están invadiendo la Iglesia, algunos dentro del clero, algunos
hasta dentro del Vaticano.
http://www.fatima.org/spancrusader/cr86/cr86pg8.pdf
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Un centinela recurre a otros centinelas
Por la publicación de este artículo y la petición, he cumplido mi deber como centinela. “Estoy
limpio de la sangre de todos los hombres.” (Hechos 20:26) Convoco a todos los sacerdotes a leer esto, y
si ellos pueden encontrar algún error substancial – (no de tipeo) error teológico, error lógico o error de
hecho, me llamen la atención para que pueda corregirlo.
Por otra parte, si esto es substancialmente correcto o con correcciones menores puede ser
llamado a ser una certera admonición a los pastores, los confesores, los directores espirituales, los
Obispos y Cardenales e hasta al Papa, pues por tener la formación por medio de la presentación de los
hechos y la gracia de Dios, los sacerdotes y obispos deben hacer todo lo que puedan para alcanzar la
revelación del texto íntegro del Tercer Secreto.
Para los laicos, este artículo y la petición aparecen lo suficientemente claros, suficientemente
bien razonados para clarificar la verdad. Pregunte a sus sacerdotes si ellos pueden encontrar un error
substancial, y ellos no podrán; entonces pídales que los transmitan a la jerarquía.
Los laicos rezan y ayudan
a los centinelas de sus almas
Lea estas cosas, pida ayuda al Espíritu Santo para que lo ilumine, especialmente invoque a
Nuestra Señora del Rosario y Madre del Buen Consejo. Si este artículo le parece bien, páselo a su
párroco, a su confesor, a su director espiritual, al Obispo local, al Obispo de su diócesis, al Papa.
Pídales que lo lean, para ver si es cierto, ya sea para que le señalen exactamente donde está
errado o para decirle que es substancialmente correcto – si este último es el caso – pídales que lo
transmitan a la cumbre de sus Obispos, a su Cardenal, al Papa – para tomar medidas tan pronto sea
posible.
Porque si esto es correcto, luego, ¿cómo podemos decir que el alma de Benedicto XVI no está en
riesgo? Lo mismo se aplica a las almas de nuestros Cardenales, Obispos, sacerdotes y a nosotros
mismos, porque hasta ahora, hemos cometido colectivamente el pecado de “extinguir el espíritu, de
despreciar la profecía”.
Estamos apresurando la presente apostasía entre nosotros si no amamos la verdad (II Tes. 2:112). Debemos amar la verdad. No debemos quedarnos quietos y por nuestro silencio ocultar la verdad.
Si nuestra suplica no es escuchada por el Papa, por sus consejeros, al menos estaremos liberados
de la acusación de no haber hecho sonar la alarma. Es su alma, su vida, es usted quien debe hacer su
parte.
“Soy inocente de la sangre de todos.”
http://www.fatima.org/spancrusader/cr86/cr86pg8.pdf
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